Biblia paralela

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1 Sucedió después, que recorría todas las ciudades y aldeas, predicando y proclamando el evangelio del reino de Dios; y con él iban los doce, Y ACONTECIÓ un poco después, que caminaba por todas las ciudades y aldeas, predicando, y proclamando las buenas nuevas del reino de Dios; y con él iban los doce, Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, Y ACONTECIÓ después, que él caminaba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él,
2 y algunas mujeres que habían sido sanadas por él de espíritus malignos y de enfermedades: María, la llamada Magdalena (de quien habían salido siete demonios), y ciertas mujeres que habían sido sanadas por él de espíritus malignos, y de enfermedades; como María, que se llamaba Magdalena, de quien habían salido siete demonios; y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Y algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la cual habían salido siete demonios,
3 y Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes, y Susana, y otras muchas que les servían con lo que poseían. y Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes, y Susana, y otras muchas, que les servían de sus bienes. Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes.a Y Juana, mujer de Chuza, procurador de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus haciendas.
4 Juntándose una gran multitud, y los que venían a él de cada ciudad, les habló por una parábola, diciendo: Y cuando se iba reuniendo una inmensa muchedumbre de pueblo, y las gentes de ciudad tras ciudad venían acudiendo a él, les habló por una parábola, diciendo: Juntándose una gran multitud, y los que de cada ciudad venían a él, les dijo por parábola: Y como se juntó una grande compañía, y los que estaban en cada ciudad vinieron á él, dijo por una parábola:
5 Un sembrador salió a sembrar su semilla. Y al sembrar, parte cayó junto al camino y fue pisoteada, y las aves del cielo se la comieron. Salió un sembrador a sembrar su simiente; y como iba sembrando, parte cayó a lo largo del camino; y fué hollada, y las aves del cielo se la comieron. El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron. Uno que sembraba, salió á sembrar su simiente; y sembrando, una parte cayó junto al camino, y fué hollada; y las aves del cielo la comieron.
6 Otra parte cayó sobre pedregales; y cuando creció, se secó, porque no tenía humedad. Y otra parte cayó sobre la roca; y cuando nació, se secó, porque no tenía humedad. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. Y otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad.
7 Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que crecieron con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó entre espinos; y los espinos, naciendo juntamente con ella, la ahogaron. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó entre las espinas; y naciendo las espinas juntamente, la ahogaron.
8 Otra parte cayó en tierra buena, y al crecer, dio fruto a ciento por uno. Al decir estas cosas, clamó: ¡El que tenga oídos para oír, que oiga! Y otra parte cayó entierra buena; y creciendo, llevó fruto a ciento por uno. Al decir estas cosas, clamó: ¡El que tiene oídos para oír, oiga! Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga. Y otra parte cayó en buena tierra, y cuando fué nacida, llevó fruto á ciento por uno. Diciendo estas cosas clamaba: El que tiene oídos para oír, oiga.
9 Y sus discípulos le preguntaron el significado de esta parábola. Y sus discípulos le preguntaron cuál sería el sentido de esta parábola. Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta parábola? Y sus discípulos le preguntaron, diciendo, qué era está parábola.
10 Él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás les hablo por parábolas; para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; mas a los otros les hablo por parábolas; para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.b Y él dijo: Á vosotros es dado conocer los misterios del reino de Dios; mas á los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.
11 Esto es, pues, lo que significa la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Es pues ésta la parábola: La simiente es la palabra de Dios. Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Es pues ésta la parábola: La simiente es la palabra de Dios.
12 La semilla que cayó junto al camino son los que oyen, pero luego viene el diablo y quita de sus corazones la palabra, para que no crean y se salven. Los de a lo largo del camino son los que cuando han oído, viene luego el diablo y quita de sus corazones la palabra, para que no crean y se salven. Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven. Y los de junto al camino, éstos son los que oyen; y luego viene el diablo, y quita la palabra de su corazón, porque no crean y se salven.
13 La semilla que cayó sobre pedregales son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo; pero estos no tienen raíz, por algún tiempo creen, pero en el momento de prueba se apartan. Los de sobre la roca son los que cuando oyen, reciben la palabra con gozo: pero éstos no tienen raíz; los cuales por algún tiempo creen, y en tiempo de tentación se apartan. Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero estos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. Y los de sobre la piedra, son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; mas éstos no tienen raíces; que á tiempo creen, y en el tiempo de la tentación se apartan.
14 La que cayó entre espinos son los que oyen y, siguiendo su camino, son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida, y su fruto no madura. Y la que cayó entre espinos, son los que habiendo oído, siguen su camino, y son ahogados con las afanes y las riquezas y los placeres de esta vida, y no maduran fruto. La que cayó entre espinos, estos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. Y la que cayó entre las espinas, éstos son los que oyeron; mas yéndose, son ahogados de los cuidados y de las riquezas y de los pasatiempos de la vida, y no llevan fruto.
15 Pero la que cayó en tierra buena, son los que, con corazón recto y bueno, habiendo oído la palabra, la retienen y llevan fruto con paciencia. Mas la que cayó en tierra buena, son los que con corazón leal y bueno, habiendo oído la palabra, la retienen, y llevan fruto con paciencia. Mas la que cayó en buena tierra, estos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia. Mas la que en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y llevan fruto en paciencia.
16 Nadie que enciende una lámpara la cubre con una vasija, o la pone debajo de la cama; sino que la pone en el candelero, para que los que entren vean la luz. Ninguno cuando enciende una luz, la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama; sino que la pone en el candelero, para que los que entren vean la luz. Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candeleroc para que los que entran vean la luz. Ninguno que enciende la antorcha la cubre con vasija, ó la pone debajo de la cama; mas la pone en un candelero, para que los que entran vean la luz.
17 Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni nada escondido, que no haya de ser conocido y descubierto. Porque no hay cosa cubierta, que no haya de ser manifestada; ni cosa encubierta que no haya de ser conocida, y venir en plena manifestación. Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz.d Porque no hay cosa oculta, que no haya de ser manifestada; ni cosa escondida, que no haya de ser entendida, y de venir á luz.
18 Mirad, pues, cómo oís; porque al que tiene, le será dado, y al que no tiene, aun lo que parece tener le será quitado. Mirad, pues, cómo oís; porque al que tiene, le será dado; y al que no tiene, aun lo que parece tener le será quitado. Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará.e Mirad pues cómo oís; porque á cualquiera que tuviere, le será dado; y á cualquiera que no tuviere, aun lo que parece tener le será quitado.
19 Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él; pero no se le podían acercar a causa de la multitud. Entonces vinieron a él su madre y sus hermanos; mas no podían llegar a él a causa del gentío. Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él; pero no podían llegar hasta él por causa de la multitud. Y vinieron á él su madre y hermanos; y no podían llegar á el por causa de la multitud.
20 Y le avisaron: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte. Y le fué dicho: Tu madre y tus hermanos están fuera, que quieren verte. Y se le avisó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte. Y le fué dado aviso, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera, que quieren verte.
21 Pero él les respondió: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la cumplen. Mas él respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen. Él entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen. Él entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la ejecutan.
22 Aconteció en uno de esos días, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos a la otra orilla del lago; y partieron. Y aconteció en uno de aquellos días, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos a la otra orilla del lago: y partieron. Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron. Y aconteció un día que él entró en un barco con sus discípulos, y les dijo: Pasemos á la otra parte del lago. Y partieron.
23 Mientras ellos navegaban, él se durmió. Y se desató una tempestad sobre el lago, e iban hundiéndose y peligraban. Y navegando ellos, él se durmió. Y descendió un torbellino de viento sobre el lago; de manera que se iban anegando, y peligraban. Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban. Pero mientras ellos navegaban, él se durmió. Y sobrevino una tempestad de viento en el lago; y henchían de agua, y peligraban.
24 Acercándose a él, lo despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, perecemos! Y él despertó, reprendió al viento y al oleaje; y se calmaron, y se hizo bonanza. Y llegándose a él, le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, perecemos! Y él despertó, y reprendió al viento y a la furia del agua; y cesaron, y se siguió la calma. Y vinieron a él y le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza. Y llegándose á él, le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Y despertado él increpó al viento y á la tempestad del agua; y cesaron, y fué hecha bonanza.
25 Entonces les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Ellos, atemorizados, se maravillaban, diciéndose unos a otros: ¿Quién es este, que aun a los vientos y al agua ordena, y le obedecen? Entonces les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Mas ellos, llenos de pavor, se maravillaban, diciéndose unos a otros: ¿Quién, pues, es éste, que aun a los vientos y al agua los manda, y le obedecen? Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Quién es este, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen? Y les dijo: ¿Qué es de vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, diciendo los unos á los otros: ¿Quién es éste, que aun á los vientos y al agua manda, y le obedecen?
26 Arribaron a la región de los gadarenos, que está frente a Galilea. Y arribaron al país de los Gadarenos, que está frente a Galilea. Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta a Galilea. Y navegaron á la tierra de los Gadarenos, que está delante de Galilea.
27 Cuando él llegó a tierra, le salió al encuentro un endemoniado de aquella ciudad; este hacía mucho tiempo que no llevaba ropa ni moraba en una casa, sino entre los sepulcros. Y habiendo salido a tierra, le vino al encuentro cierto hombre de aquella ciudad, que hacía mucho tiempo que tenía demonios, y no vestía ropa alguna, ni moraba en casa, sino en los sepulcros. Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros. Y saliendo él á tierra, le vino al encuentro de la ciudad un hombre que tenía demonios ya de mucho tiempo; y no vestía vestido, ni estaba en casa, sino por los sepulcros.
28 Cuando vio a Jesús, gritó y cayó a tierra ante él, y dijo a gran voz: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te ruego que no me atormentes! Mas cuando vió a Jesús, gritó, y cayó en tierra delante de él, y dijo a gran voz: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Ruégote no me atormentes! Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes. El cual, como vió á Jesús, exclamó y se postró delante de él, y dijo á gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Ruégote que no me atormentes.
29 Porque ordenaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, ya que durante mucho tiempo se había apoderado de él; aunque lo ataban con cadenas y grilletes para mantenerlo bajo custodia, rompía las ataduras y era impulsado por el demonio a los desiertos. Pues mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre: porque hacía mucho tiempo que se había apoderado de él: y aunque procuraban sujetarle, amarrándole con cadenas y con grillos, rompía las prisiones, y era arrebatado del demonio a los desiertos. (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo las cadenas, era impelido por el demonio a los desiertos.) (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre: porque ya de mucho tiempo le arrebataba; y le guardaban preso con cadenas y grillos; mas rompiendo las prisiones, era agitado del demonio por los desiertos.)
30 Jesús le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Legión; porque muchos demonios habían entrado en él. Y Jesús le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? Y él dijo: Legión; porque muchos demonios habían entrado en él. Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él. Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Qué nombre tienes? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él.
31 Y le rogaban que no les ordenara ir al abismo. Y le rogaban que no los mandase ir al abismo. Y le rogaban que no los mandase ir al abismo. Y le rogaban que no les mandase ir al abismo.
32 Había allí una piara de muchos cerdos paciendo en la montaña; y le rogaron que les permitiese entrar en ellos. Y se lo permitió. Pero había allí una piara de muchos cerdos paciendo en la montaña: y le rogaron los demonios que les permitiese entrar en ellos. Y se lo permitió. Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y les dio permiso. Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y los dejó.
33 Entonces los demonios, saliendo del hombre, entraron en los cerdos; y la piara se precipitó por el despeñadero al lago y se ahogó. Entonces los demonios, saliendo del hombre, entraron en los cerdos; y la piara lanzóse furiosamente por un despeñadero en el lago, y se ahogó. Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó. Y salidos los demonios del hombre, entraron en los puercos; y el hato se arrojó de un despeñadero en el lago, y ahogóse.
34 Al ver lo sucedido, los que los apacentaban huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos. Mas los que los apacentaban, al ver lo sucedido, huyeron, y lo contaron en la ciudad y por los campos. Y los que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos. Y los pastores, como vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por las heredades.
35 La gente salió a ver lo que había ocurrido; y vinieron a Jesús y hallaron sentado al hombre de quien habían salido los demonios, vestido, en su juicio cabal y a los pies de Jesús; y tuvieron miedo. Y salieron las gentes a ver lo que había acontecido: y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, a los pies de Jesús, sentado, vestido, y en su juicio cabal; y tuvieron temor. Y salieron a ver lo que había sucedido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio; y tuvieron miedo. Y salieron á ver lo que había acontecido; y vinieron á Jesús, y hallaron sentado al hombre de quien habían salido los demonios, vestido, y en su juicio, á los pies de Jesús; y tuvieron miedo.
36 Los que lo habían visto les contaron cómo fue sanado el endemoniado. También los que lo habían visto, les contaron cómo fué sanado el que había sido endemoniado. Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado. Y les contaron los que lo habían visto, cómo había sido salvado aquel endemoniado.
37 La multitud de alrededor de la región de los gadarenos le rogó que se fuera de allí; porque se había apoderado de ellos un gran temor; y él, subiendo en la barca, se volvió. Y toda la muchedumbre de la región de los Gadarenos en derredor, le rogaron que se retirase de ellos; porque se había apoderado de ellos un gran temor: y subiendo en la barca, él se volvió. Entonces toda la multitud de la región alrededor de los gadarenos le rogó que se marchase de ellos, pues tenían gran temor. Y Jesús, entrando en la barca, se volvió. Entonces toda la multitud de la tierra de los Gadarenos alrededor, le rogaron que se fuese de ellos; porque tenían gran temor. Y él, subiendo en el barco, volvióse.
38 El hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le permitiese estar con él; pero le respondió diciendo: Mas el hombre de quien habían salido los demonios, le rogaba le permitiese estar con él. Jesús empero la despidió, diciendo: Y el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él; pero Jesús le despidió, diciendo: Y aquel hombre, de quien habían salido los demonios, le rogó para estar con él; mas Jesús le despidió, diciendo:
39 Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti. Y él se fue, publicando por toda la ciudad todo lo que Jesús había hecho por él. Vuelve a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios por ti. Y él se fué, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho por él Jesús. Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él. Vuélvete á tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fué, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.
40 Cuando volvió Jesús, la multitud lo acogió, porque todos lo esperaban. Y al volver Jesús, la multitud le recibió gozosa; porque todos le estaban esperando. Cuando volvió Jesús, le recibió la multitud con gozo; porque todos le esperaban. Y aconteció que volviendo Jesús, recibióle la gente; porque todos le esperaban.
41 Vino un hombre llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y cayendo a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa; Y he aquí un hombre llamado Jairo, el cual era jefe de la sinagoga, vino, y cayendo a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa; Entonces vino un varón llamado Jairo, que era principal de la sinagoga, y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa; Y he aquí un varón, llamado Jairo, y que era príncipe de la sinagoga, vino, y cayendo á los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa;
42 porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo. Y mientras él iba, la multitud lo apretaba. porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo. Pero mientras iba Jesús, el tropel de gente le apretaba. porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo.
Y mientras iba, la multitud le oprimía.
Porque tenía una hija única, como de doce años, y ella se estaba muriendo. Y yendo, le apretaba la compañía.
43 Y una mujer que hacía doce años sufría de flujo de sangre, y no había podido ser sanada por nadie, Y una mujer que hacía doce años que padecía flujo de sangre, la cual había gastado en médicos todo su sustento, y no había podido ser sanada por ninguno, Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, Y una mujer, que tenía flujo de sangre hacía ya doce años, la cual había gastado en médicos toda su hacienda, y por ninguno había podido ser curada,
44 se acercó por detrás de él y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. llegándose por detrás de él, tocó el borde de su vestido; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. Llegándose por las espaldas, tocó el borde de su vestido; y luego se estancó el flujo de su sangre.
45 Y Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Negándolo todos, dijo Pedro y los que con él estaban: ¡Maestro, la multitud te aprieta y oprime! Y tú dices: ¿Quién me ha tocado? Y dijo Jesús: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negándolo todos, dijo Pedro, y los que con él estaban: ¡Maestro, las turbas de gente te aprietan y oprimen! y tú dices: ¿Quién me ha tocado? Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que estaban con él: Maestro, la compañía te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado?
46 Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he notado que de mí ha salido poder. Pero Jesús dijo: Alguien me tocó; porque yo sentí que ha salido virtud de mí. Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. Y Jesús dijo: Me ha tocado alguien; porque yo he conocido que ha salido virtud de mí.
47 Viendo la mujer que no pasaba desapercibida, se acercó temblando; y postrándose ante él, declaró en presencia de todo el pueblo por qué lo había tocado, y cómo había sido sanada al instante. Viendo pues la mujer que no se escondía, vino temblando, y postrándose delante de él, declaró en presencia de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. Entonces, como la mujer vió que no se había ocultado, vino temblando, y postrándose delante de él declaróle delante de todo el pueblo la causa por qué le había tocado, y cómo luego había sido sana.
48 Él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; véte en paz. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz. Y él dijo: Hija, tu fe te ha salvado: ve en paz.
49 Aún estaba él hablando, cuando llegó uno de la casa del jefe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; no molestes al Maestro. Estando él aún hablando, viene uno de casa del jefe de la sinagoga, diciendo: Ya murió tu hija; no molestes al Maestro. Estaba hablando aún, cuando vino uno de casa del principal de la sinagoga a decirle: Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro. Estando aún él hablando, vino uno del príncipe de la sinagoga á decirle: Tu hija es muerta, no des trabajo al Maestro.
50 Pero Jesús, al oírlo, le respondió: No temas; cree solamente, y ella sanará. Pero Jesús, habiéndolo oído, le respondió: No temas; cree solamente, y ella sanará. Oyéndolo Jesús, le respondió: No temas; cree solamente, y será salva. Y oyéndolo Jesús, le respondió: No temas: cree solamente, y será salva.
51 Al llegar a la casa, no dejó pasar con él a nadie, salvo a Pedro, a Juan, a Jacobo, y al padre y a la madre de la niña. Entrando entonces en la casa, no permitió entrar consigo a nadie sino a Pedro, y a Juan, y a Santiago, y al padre y a la madre de la niña. Entrando en la casa, no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, a Jacobo, a Juan, y al padre y a la madre de la niña. Y entrado en casa, no dejó entrar á nadie consigo, sino á Pedro, y á Jacobo, y á Juan, y al padre y á la madre de la moza.
52 Todos lloraban y se afligían por ella. Pero él dijo: No lloréis más; no ha muerto, sino que duerme. Entretanto todos lloraban, y la plañían. Mas él dijo: No lloréis; porque no ha muerto, sino que duerme. Y lloraban todos y hacían lamentación por ella. Pero él dijo: No lloréis; no está muerta, sino que duerme. Y lloraban todos, y la plañían. Y él dijo: No lloréis; no es muerta, sino que duerme.
53 Y se burlaban de él, sabiendo que había muerto. Y ellos se reían de él, sabiendo que estaba muerta. Y se burlaban de él, sabiendo que estaba muerta. Y hacían burla de él, sabiendo que estaba muerta.
54 Pero él la tomó de la mano y la llamó: ¡Muchacha, levántate! Mas él, tomándola de la mano, clamó, diciendo: ¡Niña, levántate! Mas él, tomándola de la mano, clamó diciendo: Muchacha, levántate. Mas él, tomándola de la mano, clamó, diciendo: Muchacha, levántate.
55 Su espíritu volvió y al instante se levantó. Y él ordenó que le diesen de comer. Y volvió el espíritu de ella, y al instante se levantó. Y él mandó que le diesen de comer a la niña. Entonces su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó; y él mandó que se le diese de comer. Entonces su espíritu volvió, y se levantó luego: y él mando que le diesen de comer.
56 Sus padres se asombraron; pero él les ordenó que a nadie contasen lo sucedido. Y sus padres quedaron asombrados, mas él les mandó que a nadie dijesen lo que había sucedido. Y sus padres estaban atónitos; pero Jesús les mandó que a nadie dijesen lo que había sucedido. Y sus padres estaban atónitos; á los cuales él mandó, que á nadie dijesen lo que había sido hecho.
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