Biblia paralela

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1 ¡OH si rasgaras los cielos y descendieras, para que las montañas se derritan a tu presencia; ¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes, ¡OH si rompiese los cielos, y descendieras, y á tu presencia se escurriesen los montes,
2 como el fuego prende el matorral y el fuego hace hervir el agua; para dar a conocer a tus enemigos tu Nombre, para que tiemblen las naciones a tu presencia! como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia! Como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre á tus enemigos, y las gentes temblasen á tu presencia!
3 Cuando hiciste cosas temerosas que no esperábamos, entonces descendiste; derritiéronse las montañas a tu presencia. Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti. Cuando, haciendo terriblezas cuales nunca esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti.
4 Porque nunca jamás oyeron los hombres, ni con los oídos percibieron, ni ojo de nadie ha visto, fuera de ti, oh Dios, las cosas que hará el Señor por aquel que le espera. Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera.a Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera.
5 Sales al encuentro del que se regocija en obrar justicia; de los que en tus caminos se acuerdan de ti: mas he aquí que tú estás enojado, por cuanto hemos pecado; en los pecados hemos perseverado de largo tiempo, ¿y podremos acaso ser salvos? Saliste al encuentro del que con alegría hacía justicia, de los que se acordaban de ti en tus caminos; he aquí, tú te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos? Saliste al encuentro al que con alegría obraba justicia, á los que se acordaban de ti en tus caminos: he aquí, tú te enojaste porque pecamos; en esos hay perpetuidad, y seremos salvos.
6 Pues nosotros todos somos como cosa inmunda; y como trapos asquerosos son todas nuestras justicias; y todos nosotros nos marchitamos como una hoja, y nuestras iniquidades, como el viento, nos han arrebatado. Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.
7 Y no hay quien invoque tu nombre, ni quien se despierte para echar mano de ti; porque has escondido tu rostro de nosotros, y nos has dejado perecer a causa de nuestras iniquidades. Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades. Y nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para tenerte; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.
8 Ahora empero, ¡oh Jehová! tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero nuestro; así que nosotros todos somos obra de tus manos. Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros. Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros lodo, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos, todos nosotros.
9 ¡No te enojes, oh Jehová, hasta el extremo, ni te acuerdes para siempre de la iniquidad! ¡he aquí, mira, te rogamos, que todos nosotros somos pueblo tuyo! No te enojes sobremanera, Jehová, ni tengas perpetua memoria de la iniquidad; he aquí, mira ahora, pueblo tuyo somos todos nosotros. No te aires, oh Jehová, sobremanera, ni tengas perpetua memoria de la iniquidad: he aquí mira ahora, pueblo tuyo somos todos nosotros.
10 Tus santas ciudades han venido a ser un desierto; Sión ha venido a ser un desierto; Jerusalem es una desolación. Tus santas ciudades están desiertas, Sion es un desierto, Jerusalén una soledad. Tus santas ciudades están desiertas, Sión es un desierto, Jerusalem una soledad.
11 Nuestra Casa tan santa y tan hermosa, en la cual nuestros padres cantaron tus alabanzas, ha sido quemada a fuego, y todos nuestros sitios deliciosos han sido desolados. La casa de nuestro santuario y de nuestra gloria, en la cual te alabaron nuestros padres, fue consumida al fuego; y todas nuestras cosas preciosas han sido destruidas. La casa de nuestro santuario y de nuestra gloria, en la cual te alabaron nuestros padres, fué consumida al fuego; y todas nuestras cosas preciosas han sido destruídas.
12 A vista de estas cosas ¿podrás contenerte, oh Jehová? ¿guardarás silencio, y nos afligirás hasta el extremo? ¿Te estarás quieto, oh Jehová, sobre estas cosas? ¿Callarás, y nos afligirás sobremanera? ¿Te estarás quieto, oh Jehová, sobre estas cosas? ¿callarás, y nos afligirás sobremanera?
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