Primera Epístola a los Tesalonicenses
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En las diferentes Epístolas, Dios ha hecho una rica provisión de alimento espiritual adecuado para cada etapa del crecimiento cristiano. Las Epístolas a los Tesalonicenses fueron escritas a los jóvenes en la fe. Por tanto, no encontramos el desarrollo de los consejos de Dios, o del misterio de la Iglesia, como en Efesios y Colosenses. En la Primera Epístola tenemos los grandes rasgos prácticos del cristianismo –la fe, el amor y la esperanza–, que deberían caracterizar tanto a los más jóvenes como a los más ancianos. Además, el apóstol los consuela en sus pruebas y resuelve una dificultad que había surgido en cuanto a la esperanza del cristiano: la venida del Señor a por sus santos.
El apóstol se detiene en el capítulo 1 sobre los frutos prácticos del Evangelio recibidos en el poder del Espíritu; en el capítulo 2 sobre el cuidado especial de Dios por los corderos de su rebaño, guiándolos a través de todas las pruebas; en el capítulo 3 sobre cómo Dios usa las pruebas en el camino para fortalecer la fe, el amor y la santidad; en el capítulo 4 sobre el andar agradable a Dios, en vista de la venida del Señor a por sus santos; en el capítulo 5 sobre las exhortaciones en cuanto a la conducta consistente en caminar a la luz del día del Señor, así como exhortaciones generales y advertencias en cuanto a los peligros que acechan el camino cristiano.