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Inédito Nuevo En desarrollo

Los Salmos


person Autor: Hamilton SMITH 92


Believer’s Bookshelf, Canadá y EBLC, Suiza, 2011

La palabra gentil(es) ha sido preservada en todas partes; significa solo «no judío».

1 - Prefacio de la editorial

Los Salmos no son el primer libro de Hamilton Smith que publicamos. Sin embargo, este libro requiere alguna explicación por parte del editor.

El manuscrito en nuestro poder se compone de dos partes que ha sido mantenido en la edición francesa como en la española:

  • La primera, presenta un doble resumen de los Salmos, uno por libro con una indicación de las secciones principales y su contenido; el otro por salmo.
  • La segunda ofrece un comentario sobre cada salmo, en el estilo conciso y claro de Hamilton Smith.

El libro fue publicado en 1992 por Believer’s Bookshelf en Canadá, sin la primera parte. Anteriormente, solo porciones de los salmos 1 al 105 habían aparecido en la revista inglesa “Precious Things” (1957 al 1962).

No nos fue posible saber si la intención del autor era publicar la primera parte o si se trataba de documentos de trabajo. A pesar de algunas lagunas menores en el manuscrito, pensamos que sería útil poner estas páginas a disposición del lector hispanófono, que ofrecen una rápida visión general de todos los Salmos, o que pueden ser un feliz recordatorio de esta lectura, si se leen después de la segunda parte.

Pedimos la bendición del Señor sobre este libro que trata de una porción tan preciosa de su Palabra.

2 - Resumen de las secciones (grupos) de los salmos

2.1 - Resumen de las secciones (grupos) de los salmos del Primer libro: Salmos 1 al 41

Las circunstancias, experiencias y ejercicios del alma del piadoso remanente de la nación judía en la tierra de Israel, como resultado del rechazo de Cristo por parte del pueblo, en los últimos días de la economía actual. Las bendiciones en las que los fieles serán introducidos en virtud de la identificación de Cristo con ellos en sus sufrimientos y su muerte por ellos en la cruz.

Sección 1: Salmos 1 y 2

El carácter de los fieles que heredarán la bendición terrenal a través del juicio de los malvados, ejecutado por Cristo –el Hijo de Dios– rechazado por los hombres, pero ungido por Dios para ser Rey.

Sección 2: Salmos 3 al 8

Las experiencias del piadoso remanente judío en presencia de sus enemigos, desde el momento en que Cristo es rechazado como el Hijo de Dios, hasta el día en que reina como Hijo del hombre.

Sección 3: Salmos 9 y 10

Una visión profética de las circunstancias experimentadas por el piadoso remanente judío en la tierra de Israel en los días inmediatamente anteriores a la venida de Cristo al poder.

Sección 4: Salmos 11 al 15

Un anuncio de las experiencias que el piadoso remanente judío hará durante el reinado del Anticristo.

Sección 5: Salmos 16 al 18

Cristo ocupa su lugar entre los hombres, identificándose con los fieles de Israel.

Sección 6: Salmos 19 al 21

Los diferentes testimonios presentados por Dios a los hombres.

Sección 7: Salmos 22 al 24

Los sufrimientos expiatorios de Cristo y los resultados que fluyen de ellos, para la bendición del hombre y para la gloria de Dios.

Sección 8: Salmos 25 al 39

El alma ejercitada del piadoso remanente judío en los últimos días. Resultado del conocimiento de la gracia de Dios, actuando en justicia en virtud de la muerte expiatoria de Cristo.

Sección 9: Salmos 40 y 41

La bendición asegurada al pueblo de Dios por la identificación de Cristo con los fieles en sus aflicciones.

2.2 - Resumen de las secciones (grupos) de los salmos del Segundo libro: Salmos 42 al 72

El Segundo libro de los salmos presenta los ejercicios de los judíos piadosos, expresando proféticamente las experiencias del remanente fiel de la nación, cuando su ciudad es pisoteada por los gentiles y ellos mismos son rechazados. Este libro presenta la confianza de los fieles en Dios durante este tiempo de prueba y sufrimiento. También muestra a Cristo identificándose con los sufrimientos de su pueblo, y la liberación final que trabajará por su pueblo para su elevación; esto lleva al establecimiento en gloria del reino de Cristo, cuando reine, durante el Milenio, para la bendición del hombre, la gloria de su propio nombre y la alabanza de Dios.

Sección 1: Salmos 42 y 43

Los ejercicios de los judíos que forman el remanente fiel cuando son expulsados de la tierra de Israel.

Sección 2: Salmos 44 y 48

La liberación final de Israel de todos sus enemigos a través de la intervención de Cristo.

Sección 3: Salmos 49 al 51

Advertencias a los hombres para que no pongan su confianza en las riquezas o en las formas externas de la religión, con exhortaciones al arrepentimiento, en vista de los juicios de Dios que vendrán sobre los malvados.

Sección 4: Salmos 52 al 55

Las experiencias de los judíos pertenecientes al remanente piadoso. Ellos exponen las angustias de sus almas en presencia del mal durante el reinado del Anticristo, en el día por llegar.

Sección 5: Salmos 56 al 63

Las experiencias de los judíos del remanente piadoso, mostrando los consuelos y la seguridad que encuentran en Dios durante las pruebas de la gran tribulación.

Sección 6: Salmos 64 al 68

Dios revelado en toda la tierra a través de su juicio.

Sección 7: Salmos 69 al 72

Cristo entrando en los sufrimientos de su pueblo por parte de los hombres, y la respuesta a sus sufrimientos en su reino de gloria por venir.

2.3 - Resumen de las secciones (grupos) de los salmos del Tercer libro: Samos 73 al 89

Sección 1: Salmos 73 al 83

(El resumen de la sección 1 (salmos 73 al 83) falta en el manuscrito del autor).

Sección 2: Salmos 84 al 87

Los caminos del Señor para liberar a su pueblo de la cautividad y establecerlo en Sion, por medio de Cristo, su Ungido.

Sección 3: Salmos 88 y 89

Los defectos del hombre y la fidelidad de Dios. Colocado bajo el juicio de Dios debido a sus pecados, Israel es salvado del juicio e introducido en la bendición a través de la bondad y fidelidad de Dios.

2.4 - Resumen de las secciones (grupos) de los salmos del Cuarto libro: Salmos 90 al 106

Jehová, único recurso del hombre caído, dando liberación a Israel y bendición al mundo por medio de Cristo el hombre perfecto.

Sección 1: Salmos 90 al 92

La bendición para el hombre a través de Cristo, el hombre perfecto.

Sección 2: Salmos 93 al 100

El reino de Cristo.

Sección 3: Salmos 101 y 102

Los principios del reino.

Sección 4: Salmos 103 y 104

La alabanza milenaria de Israel restaurado.

Sección 5: Salmos 105 y 106

La fidelidad del Señor que introduce a Israel en el reino.

2.5 - Resumen de las secciones (grupos) de los salmos del Quinto libro: Salmos 107 al 150

Los caminos y los propósitos de Dios para la bendición del hombre por medio de Cristo, así como las experiencias y ejercicios, que conducen a la restauración final y a la bendición del pueblo, por los que pasará Israel, y a la alabanza universal de Jehová.

Sección 1: Salmos 107 al 110

Los caminos de Dios hacia el hombre, en vista de su propósito para la gloria de Cristo y la bendición de los suyos.

Sección 2: Salmos 111 al 113

Jehová celebrado por sus magníficas obras, por la bendición dada a su pueblo y para la gloria de su nombre.

Sección 3: Salmos 114 al 118

Jehová en medio del Israel restaurado, liberando a los fieles de todos sus enemigos y asegurando, para Él, la alabanza universal para siempre.

Sección 4: Salmo 119

La Palabra de Dios escrita en el corazón y expresada en la vida de los fieles.

Sección 5: Salmos 120 al 134

Las experiencias de los fieles en Israel con ocasión de la liberación definitiva del cautiverio y durante su restauración en el país.

Sección 6: Salmos 135 y 136

La alabanza dada a Jehová por Israel restaurado.

Sección 7: Salmos 137 al 145

Las experiencias del remanente fiel, pasando de las lágrimas en la tierra del cautiverio a la entonación del cántico nuevo y eterno en el reino sin fin de Jehová.

Sección 8: Salmos 146 al 150

Jehová, viviendo en medio del Israel restaurado, une la alabanza de la tierra y del cielo.

3 - Resumen de los salmos individuales, agrupados en secciones

3.1 - Resumen de los salmos individuales del Primer libro

3.1.1 - Sección 1: Salmos 1 y 2

Las bendiciones del pueblo terrenal de Dios aseguradas por el juicio de los malvados, que es ejecutado por Cristo, el Rey ungido.

Salmo 1: El hombre piadoso, en medio de un mundo impío, esperando que Dios se ocupe, en su gobierno, de los malvados e introduzca a los justos en la bendición.

Salmo 2: El consejo de Dios al Mesías, rechazado por los hombres, pero elegido por Dios para ejercer su gobierno. A través de él, los malvados serán juzgados y los creyentes serán introducidos en la bendición.

3.1.2 - Sección 2: Salmos 3 al 8

La confianza en Dios, adquirida a través de los ejercicios espirituales y de las experiencias que el piadoso remanente está llamado a conocer durante el período del rechazo de Cristo (Sal. 2), hasta el día de su gloria real como Hijo del hombre (Sal. 8).

Salmo 3: Confianza del alma en la presencia de sus enemigos, basada en su fe en Dios cuando, externamente, todo está en su contra.

Salmo 4: Confianza en la presencia de los enemigos, siendo consciente el fiel de su integridad y habiendo experimentado la gracia de Dios.

Salmo 5: Confianza en Dios, basada en el conocimiento de su gobierno justo e inmutable.

Salmo 6: La confianza de un alma piadosa que, identificándose con el pueblo de Dios bajo el castigo, prueba el favor personal de Dios.

Salmo 7: La confianza del alma en Dios, cuando sufre a causa de la justicia.

Salmo 8: Los fieles en Israel conduciendo las alabanzas de toda la tierra, cuando Cristo, como Hijo del hombre, es establecido sobre toda la creación. Todos sus enemigos son entonces puestos bajo sus pies y su nombre es embellecido por toda la tierra.

3.1.3 - Sección 3: Salmos 9 y 10

Una visión profética de las circunstancias del piadoso remanente de los judíos en la tierra de Israel en los días que inmediatamente precederán a la venida de Cristo al poder.

Salmo 9: La condición y las circunstancias en que se encontrarán los fieles cuando Cristo venga a reinar.

Salmo 10: La confianza en Dios del remanente judío, en los días de su profunda angustia, bajo el reinado del Anticristo.

3.1.4 - Sección 4: Salmos 11 al 15

Un anuncio de los ejercicios del piadoso remanente, en medio de la nación judía apóstata, durante el reinado del Anticristo.

Salmo 11: Los ejercicios de los fieles que se encuentran en un mundo cuyos fundamentos morales son destruidos.

Salmo 12: Jehová y sus palabras, el recurso del justo cuando los fieles han desaparecido de entre los hombres, y prevalece la iniquidad.

Salmo 13: La fe de los fieles en circunstancias en las que, en apariencia, son olvidados por Dios.

Salmo 14: La fe de los fieles cuando la maldad del mundo alcanza su apogeo, justo antes de la aparición del juicio.

Salmo 15: El carácter moral de los que heredarán las bendiciones milenarias, después de la ejecución del juicio sobre el mundo.

3.1.5 - Sección 5: Salmos 16 al 18

Cristo ocupando su lugar entre los hombres, identificándose con los fieles de Israel.

Salmo 16: Cristo identificándose con los excelentes de la tierra, en el camino de la vida ante Dios.

Salmo 17: Cristo identificándose con los fieles en el camino de la justicia ante los hombres.

Salmo 18: Cristo identificándose con los sufrimientos de Israel, en la muerte, durante la travesía del desierto y en conflicto con el enemigo, hasta las bendiciones que caracterizan su reinado.

3.1.6 - Sección 6: Salmos 19 al 21

Los diferentes testimonios presentados por Dios sobre la responsabilidad de los hombres.

Salmo 19: El testimonio de la creación y la ley dada a los gentiles y a los judíos.

Salmo 20: El testimonio de Cristo, Persona viva, testigo fiel en medio de hombres impíos.

Salmo 21: El testimonio de Cristo como Rey, exaltado por encima de todos sus enemigos.

3.1.7 - Sección 7: Salmos 22 al 24

Los sufrimientos expiatorios de Cristo y sus resultados en gloria y bendición.

Salmo 22: Cristo, la víctima santa, abandonado por Dios cuando llevaba los pecados de su pueblo.

Salmo 23: Cristo, el Pastor, guiando a su pueblo en la peregrinación por el desierto.

Salmo 24: Cristo, el Rey, introduciendo a su pueblo en las glorias de su reino.

3.1.8 - Sección 8: Salmos 25 al 39

Los ejercicios de alma del piadoso remanente en Israel en los últimos días. Resultan del conocimiento de la gracia de Dios actuando en justicia sobre la base de la obra de Cristo, y revelan el estado moral de los fieles, antes que las circunstancias particulares en las que se encontrarán.

Salmo 25: A la luz de la bondad y de la justicia de Dios, los fieles confiesan sus pecados.

Salmo 26: Los justos piden ser sondeados por Dios, para que todos los obstáculos para la adoración y el testimonio ante el mundo sean juzgados.

Salmo 27: La confianza del creyente en presencia de los enemigos, y los ejercicios que el alma conoce ante Jehová.

Salmo 28: La oración del creyente, que pide ser guardado en la separación de un mundo que va hacia el juicio.

Salmo 29: Los fieles aprenden que el que cuida de ellos es más poderoso que los poderosos de este mundo.

Salmo 30: Los fieles experimentan la liberación de Jehová cuando se encuentran en las profundidades de la angustia.

Salmo 31: La confianza de los fieles cuando parecen estar abandonados, por un tiempo, en manos de sus enemigos.

Salmo 32: La bendición del hombre cuyo pecado es perdonado.

Salmo 33: Los fieles invitados a celebrar a Jehová por adelantado por su intervención en favor de ellos.

Salmo 34: Las experiencias por las cuales los fieles aprenden a someterse a Dios en todo momento.

Salmo 35: Una llamada a Dios para que actúe contra los enemigos de su pueblo de la misma manera que actuaron contra los fieles.

Salmo 36: Los impíos, presentados en contraste con Dios, y la bendición de los que confían en Jehová.

Salmo 37: Los fieles advertidos para que no se dejen perturbar por la prosperidad temporal de los malvados.

Salmo 38: El alma piadosa abandonada por sus amigos y culpada por sus enemigos, cuando está bajo el castigo de Jehová.

Salmo 39: El fiel mudo en presencia de sus enemigos, porque está bajo el castigo de Dios.

3.1.9 - Sección 9: Salmos 40 y 41

Las bendiciones del pueblo de Dios, que resultan del hecho de que Cristo entró en las aflicciones causadas por los pecados de los fieles o por el oprobio de sus enemigos.

Salmo 40: Cristo, habiendo cumplido perfectamente la voluntad de Dios, es escuchado y liberado de todas las aflicciones en las que había entrado por causa de su pueblo.

Salmo 41: La felicidad que consiste en pensar en los pobres del rebaño de Dios, con los que Cristo se identificó cuando estaban bajo el oprobio de sus enemigos.

3.2 - Resumen de los salmos individuales del Segundo libro

3.2.1 - Sección 1: Salmos 42 y 43

Los ejercicios espirituales del piadoso remanente, cuando es expulsado del país durante la gran tribulación de los últimos días.

Salmo 42: La confianza de los judíos piadosos en el Dios vivo, cuando son expulsados del país en los últimos días.

Salmo 43: El remanente piadoso esperando a Dios para ser liberado de sus enemigos y devuelto al lugar santo, al monte santo de Dios.

3.2.2 - Sección 2: Salmos 44 al 48

La liberación final de Israel de todos sus enemigos a través de la intervención de Cristo.

Salmo 44: Confiando por fe en lo que Dios ha hecho en el pasado, el fiel lo llama para que venga en ayuda de su pueblo liberándolo de sus enemigos.

Salmo 45: Cristo presentado como la respuesta al grito de fe, como aquel por quien Dios librará a su pueblo.

Salmo 46: Confianza en Dios adquirida por el remanente piadoso a través de la experiencia de la bondad divina en el día de la angustia.

Salmo 47: La celebración de la liberación hecha por Dios. Israel está puesta por encima de las naciones que se unen al pueblo para alabar a Jehová.

Salmo 48: El rey estableció en Sion, el centro del gobierno y de la bendición para toda la tierra.

3.2.3 - Sección 3: Salmos 49 al 51

Advertencias a los hombres para que no confíen en las riquezas (49), o en la forma externa de la piedad (50), con una exhortación al arrepentimiento (51), en vista de los juicios de Dios que van a venir sobre la tierra.

Salmo 49: En vista de los juicios inminentes de Dios, se advierte al hombre del mundo que no debe confiarse en las riquezas.

Salmo 50: Un testimonio de Dios que advierte al hombre religioso a no confiarse en las formas externas de la religión.

Salmo 51: La confesión de pecado del hombre arrepentido; reconociendo que la forma externa de la religión es inútil, se confía en la bondad de Dios.

3.2.4 - Sección 4: Salmos 52 al 55

Las experiencias del piadoso remanente de los judíos bajo el reinado del Anticristo, en un día por venir.

Salmo 52: La fe del remanente piadoso que discierne el carácter del Anticristo y su inminente juicio. Los fieles confían en la bondad de Dios y esperan la liberación.

Salmo 53: La condición del mundo bajo la dirección del Anticristo (el insensato) que niega la existencia de Dios.

Salmo 54: La oración del justo pidiendo a Dios que actúe de acuerdo con su nombre, salvando a los fieles de sus enemigos.

Salmo 55: La oración del justo cuando es perseguido por el Anticristo. Sí mismo se levantó en Jerusalén, negó a Dios y rompió su pacto.

3.2.5 - Sección 5: Salmos 56 al 63

El consuelo y la seguridad del justo, en la confianza que ha puesto en Dios. Los Salmos 52 al 55 presentan la angustia del alma fiel en presencia del mal. Los Salmos 56 al 63 hablan de la bondad de Dios que sostiene el alma en tiempos de angustia.

Salmo 56: La confianza del salmista en Dios y en su palabra, frente a la oposición diaria.

Salmo 57: Dios, el refugio del alma hasta que pasen las calamidades.

Salmo 58: El remanente espera que Dios establezca su gobierno en la tierra a través del juicio de los malvados.

Salmo 59: El remanente espera que Dios juzgue a las naciones que han oprimido a su pueblo sin causa, para que se sepa que Dios domina en Jacob hasta los confines de la tierra.

Salmo 60: Aunque está bajo el castigo de Dios por sus iniquidades, el remanente de los judíos lo espera como su única esperanza. Solo Dios puede traer de vuelta a su pueblo y reparar las brechas.

Salmo 61: La confianza de un alma abrumada que clama a Dios desde los confines de la tierra.

Salmo 62: La confianza de un alma apacible que confía solo en Dios en todo momento.

Salmo 63: La confianza de un alma sedienta que se regocija en Dios en una tierra árida y alterada.

3.2.6 - Sección 6: Salmos 64 al 68

Dios manifestado al mundo entero a través de sus juicios.

Salmo 64: El justo juicio que caerá sobre los impíos, llevará al mundo a temer a Dios, y a los justos a regocijarse.

Salmo 65: Habiendo caído el juicio sobre los impíos, Sion se convierte en el centro de alabanza y oración para toda la tierra.

Salmo 66: Dios manifestado a toda la tierra por los terribles juicios ejecutados sobre sus enemigos.

Salmo 67: Dios manifestado a toda la tierra a través de sus medios gubernamentales hacia Israel.

Salmo 68: Dios manifestado a toda la tierra por el despliegue de su bondad a lo largo de la historia de Israel.

3.2.7 - Sección 7: Salmos 69 al 72

Los sufrimientos de Cristo por parte de los hombres, y la respuesta a estos sufrimientos por parte de Dios.

Salmo 69: Los sufrimientos de Cristo por parte de los hombres.

Salmo 70: Los deseos de Cristo cuando sufría por parte de los hombres.

Salmo 71: La restauración de Israel en respuesta a los deseos de Cristo.

Salmo 72: Las glorias del reino de Cristo; la respuesta a sus sufrimientos infligidos por los hombres.

3.3 - Resumen de los salmos individuales del Tercer libro

3.3.1 - Sección 1: Salmos 73 al 83

Salmo 73: La bondad de Dios para con Israel, aunque por un tiempo, en los caminos santos de Dios, su pueblo debe sufrir mientras que los malvados prosperan.

Salmo 74: Una llamada a Dios, para que intervenga en el juicio contra los impíos, en favor de su pueblo y para su propia gloria.

Salmo 75: El anuncio de que el tiempo fijado por Dios para su intervención en juicio está cerca. Esta es la respuesta a la llamada de los fieles del Salmo 74 que preguntan: «¿Hasta cuándo?» (v. 9-10).

Salmo 76: La anticipación del juicio de las naciones y la celebración de sus resultados.

Salmo 77: Confianza en Dios en el día de la angustia.

Salmo 78: El camino de Dios en medio de las faltas de Israel, para su gloria y la bendición de su pueblo.

Salmo 79: La confesión, por el hombre piadoso, del pecado y de la miseria total del pueblo de Dios. Una llamada a Dios para que actúe en favor de los suyos, según sus tiernas misericordias y para la gloria de su gran nombre.

Salmo 80: Un triple llamado a Dios para que restaure a los suyos y los libere de sus enemigos (v. 3, 7, 19).

Salmo 81: Israel restaurado, introducido a la luz del favor de Dios, discierne el camino que Jehová ha seguido para llevar a los suyos a la bendición.

Salmo 82: La condenación de los líderes injustos del pueblo de Dios –de aquellos que fueron establecidos en un lugar de autoridad para representar a Dios.

Salmo 83: El juicio de las naciones reunidas contra Dios y contra su pueblo Israel.

3.3.2 - Sección 2: Salmos 84 al 87

Los caminos de Jehová para liberar a su pueblo de la cautividad y establecerlo en Sion, por medio de Cristo, su Ungido.

Salmo 84: El camino del sufrimiento que conduce a Sion, caracterizado por la gracia y que termina en gloria, asegurado por Cristo, el Ungido de Dios

Salmo 85: La bendición de Israel restaurado, cuando se encontraron la bondad y la verdad, y se abrazaron la justicia y la paz.

Salmo 86: El siervo que espera ser instruido en el camino de Jehová y salvado de todos sus enemigos.

Salmo 87: La gloria de Sion –la ciudad de Dios.

3.3.3 - Sección 3: Salmos 88 y 89

Las faltas del hombre y la fidelidad de Dios. Colocado bajo el juicio de Dios debido a sus pecados, Israel es salvado del juicio e introducido en la bendición a través de la bondad y fidelidad de Dios.

Salmo 88: Las infracciones del pueblo y la ira de Dios contra el pecado.

Salmo 89: La fidelidad de Dios y su bondad para con su pueblo.

3.4 - Resumen de los salmos individuales del Cuarto libro

3.4.1 - Sección 1: Salmos 90 al 92

La bendición para el hombre mortal a través de Cristo, el hombre perfecto.

Salmo 90: El Dios eterno, en contraste con el hombre mortal, morada y recurso de su pueblo en todas las generaciones.

Salmo 91: Cristo, el hombre dependiente, que se encuentra bajo las circunstancias del hombre mortal, y que vive en la morada secreta del Altísimo.

Salmo 92: Cristo, entrando en las circunstancias del hombre mortal, introduce el descanso milenario.

3.4.2 - Sección 2: Salmos 93 al 100

La segunda sección del Cuarto libro de los Salmos presenta el reino milenario de Cristo. Este reino implica el juicio de sus enemigos, la restauración de la nación de Israel, la bendición de toda la tierra y la gloria de Jehová.

Salmo 93: El reinado de Jehová y el carácter de su trono.

Salmo 94: La intercesión de los fieles, antes de la venida del Rey.

Salmo 95: La nación de Israel llamada a volverse hacia Jehová, como el Rey que está por encima de todos.

Salmo 96: Los gentiles llamados a volverse a Jehová, como Aquel que viene a reinar en justicia sobre toda la tierra.

Salmo 97: El reinado de Jehová, caracterizado por el juicio de los impíos, la bendición del pueblo de Dios y la gloria de Jehová.

Salmo 98: La intervención de Jehová en favor de su pueblo suscita un nuevo cántico, y llega a ser un testimonio para todos los confines de la tierra.

Salmo 99: El Rey reinante, sentado entre los querubines. La respuesta a la llamada del remanente fiel.

Salmo 100: Jehová reinando en sus atrios se convierte en el centro de reunión de toda la tierra.

3.4.3 - Sección 3: Salmos 101 y 102

Los principios que gobiernan el reinado de Cristo, y el camino seguido por Cristo para establecer su reino.

Salmo 101: Cristo como Rey presentando los principios de su reino.

Salmo 102: Cristo estableciendo su reino, identificándose como hombre con los fieles y como Dios con Jehová.

3.4.4 - Sección 4: Salmos 103 y 104

La alabanza milenaria de Israel restaurada.

Salmo 103: La alabanza milenaria de Israel a Jehová como Redentor.

Salmo 104: La alabanza milenaria de Israel a Jehová como Creador.

3.4.5 - Sección 5: Salmos 105 y 106

La fidelidad de Jehová para con su pueblo.

Salmo 105: La fidelidad de Jehová a su pacto, presentada en el cuidado de su pueblo y en el cumplimiento de su promesa.

Salmo 106: La fidelidad del Señor a su pueblo a pesar de la infidelidad de su pueblo.

3.5 - Resumen de los salmos individuales del Quinto libro

3.5.1 - Sección 1: Salmos 107 al 110

Los caminos de Dios con los hombres en vista de su propósito para la gloria de Cristo y la bendición de su pueblo.

Salmo 107: Los caminos de Dios hacia Israel y la humanidad, proclamando la bondad de Jehová.

Salmo 108: El propósito de Dios para Israel, al cual están dirigidos todos sus caminos.

Salmo 109: Los caminos de Dios hacia Cristo en la humillación.

Salmo 110: El propósito de Dios para Cristo en la gloria.

3.5.2 - Sección 2: Salmos 111 al 113

Jehová celebrado por sus magníficas obras, por la bendición dada a su pueblo y por la gloria de su nombre.

Salmo 111: Jehová celebrado en medio de la asamblea por sus magníficas obras.

Salmo 112: Jehová celebrado por las bendiciones dadas al hombre que le teme.

Salmo 113: Jehová celebrado por la grandeza de su nombre.

3.5.3 - Sección 3: Salmos 114 al 118

La presencia de Jehová en medio de Israel restaurado, trayendo a los fieles la liberación de todos sus enemigos y asegurando para siempre, para Él, la alabanza universal.

Salmo 114: La presencia de Jehová en medio de su pueblo, protegiendo a los fieles de sus enemigos y asegurando su bendición.

Salmo 115: Toda la gloria atribuida a Jehová por las bendiciones que su presencia trae a su pueblo, ya sea en el pasado o en el futuro.

Salmo 116: La respuesta del pueblo a la bondad de Dios en la liberación.

Salmo 117: Israel restaurado llama a las naciones a alabar a Jehová.

Salmo 118: Israel restaurado reconoce que sus pruebas son la consecuencia del rechazo de Cristo por parte de la nación, y que su restauración debe ser precedida por la confesión a Cristo. Después de su restauración, los fieles son invitados a celebrar a Jehová por su bondad que permanece para siempre.

3.5.4 - Sección 4: Salmo 119

La Palabra de Dios escrita en el corazón y expresada en la vida de un hombre que teme a Dios.

Divisiones del Salmo 119

1. La bendición del hombre íntegro en el camino.

2. El deseo del hombre piadoso de gozar de la bendición de aquel que es íntegro.

3. El siervo de Jehová, un extranjero en el mundo.

4. Jehová, el único recurso en tiempos de angustia.

5. Petición a ser enseñado por Dios y tener la inteligencia abierta.

6. Petición a ser liberados por Jehová, para silenciar a los malvados.

7. Confianza en la Palabra de Jehová, a pesar de la burla del mundo.

8. Bendición que resulta de tener a Jehová por la porción de su alma.

9. Bendición que resulta del castigo de Jehová.

10. Dios reconocido como Creador y justificado en sus caminos.

11. Ejercicios de aquel cuya oración no es respondida por un tiempo.

12. La fidelidad constante de Dios a su Palabra inmutable.

13. El efecto de la Palabra cuando es amada por sí misma.

14. El efecto de la Palabra en el camino del creyente.

15. Dios y su Palabra, el recurso de quien rechaza los vanos pensamientos del hombre.

16. Dios y su Palabra, el recurso del creyente en un mundo maduro para el juicio.

17. El efecto de la Palabra de Dios como luz en el alma.

18. El mantenimiento de los derechos de Dios en un mundo malvado.

19. Dependencia total de Jehová en presencia de los adversarios.

20. Fidelidad en la persecución, odio al mal y amor a la verdad.

21. Las bendiciones del que es guiado por la autoridad suprema de la Palabra.

22. Alabanza a Dios y testimonio al hombre por parte de un alma restaurada.

3.5.5 - Sección 5: Salmos 120 al 134

Las experiencias de los fieles en Israel en el último día, durante la liberación final del cautiverio y la restauración de su país.

Los quince salmos que componen esta serie llevan la mención «cánticos graduales». En Esdras 7:7, la palabra hebrea para «graduales» se traduce como «ascender» (más exactamente, «subir»); se usa en este versículo para describir el trayecto (el ascenso) de Babilonia a Jerusalén por un remanente judío de la cautividad.

El propósito principal de estos salmos parecería ser la presentación profética de los ejercicios del piadoso remanente de Israel, en la futura liberación de los fieles de las manos de sus enemigos, y en la restauración de su país, su ciudad y su templo. El retorno parcial a Esdras y Nehemías puede haber sido una anticipación momentánea de este restablecimiento final, pero de ninguna manera representa el cumplimiento de las predicciones de estos salmos (véase Sal. 125:2, 5; 128:5-6; 132:13-18; 133; 134).

El Salmo 126:1, aclara que el gran tema es la liberación de Israel de su larga cautividad. Otros pasajes mostrarán que la liberación de los fieles es con el propósito de regresar a la casa de Jehová en Jerusalén (Sal. 122:1-2; 127:1; 132:5-7; 134:1-2). El uso frecuente del nombre «Israel» indica que estos salmos están destinados no solo a la restauración de las dos tribus, sino también a la recuperación y reunión de toda la nación.

Salmo 120: El remanente piadoso de Israel encuentra su recurso en Jehová, en medio de las angustias de la cautividad.

Salmo 121: Los fieles asegurados del apoyo de Jehová cuando quitarán la tierra de la cautividad para subir a la casa de Jehová.

Salmo 122: La alegría de los fieles al subir a la casa de Jehová.

Salmo 123: Los ejercicios de los fieles ante los insultos y el desprecio de los soberbios.

Salmo 124: Los fieles celebran Jehová que los ha liberado del cautiverio.

Salmo 125: Los fieles experimentan la fidelidad de Jehová cuando salen del cautiverio.

Salmo 126: Los redimidos de Jehová vuelven a Sion con cánticos y alegría eterna.

Salmo 127: Jehová, el constructor de la casa y el guardián de la ciudad.

Salmo 128: Los fieles anticipan la bendición milenaria de los que temen a Jehová.

Salmo 129: Los fieles reconocen la justicia de Jehová en sus caminos hacia Israel y los enemigos del pueblo.

Salmo 130: Los fieles expresan la angustia de sus almas por los pecados de Israel.

Salmo 131: Los fieles manifiestan un espíritu de sumisión después de la confesión de su pecado.

Salmo 132: Un llamado a Jehová para que recuerde las aflicciones de David y la promesa de Jehová.

Salmo 133: La bendición de Israel restaurado y reunido.

Salmo 134: Los fieles de Israel, al final de su peregrinación, celebran a Jehová en su lugar santo, y son bendecidos por Jehová de Sion.

3.5.6 - Sección 6: Salmos 135 y 136

Las alabanzas dadas a Jehová en un día venidero por Israel restaurado, como resultado de las experiencias de los fieles. Estas se describen en los cánticos graduales.

Salmo 135: Llamados a Israel para que celebren a Jehová.

Salmo 136: La respuesta de Israel a los llamados para la alabanza.

3.5.7 - Sección 7: Salmos 137 al 145

Las experiencias y ejercicios del piadoso remanente de Israel en los últimos días. Estas pruebas harán que los fieles pasen de llorar durante el cautiverio a cantar «eternamente y para siempre» en el reino de Jehová.

Salmo 137: Los cautivos de Jehová solo pueden llorar, sus afectos estando ligados a Sion, a sus himnos y a su alegría.

Salmo 138: Jehová celebrado por responder al grito de los fieles en medio de la angustia.

Salmo 139: El hombre piadoso desea ser indagado y liberado de todo camino de dolor, para ser conducido al camino eterno.

Salmo 140: El hombre piadoso encuentra en Jehová su recurso todo suficiente frente a los enemigos de afuera.

Salmo 141: El hombre piadoso desea que sus oraciones sean agradables a Dios y rápidamente respondidas.

Salmo 142: El hombre piadoso espera a Jehová, su refugio cuando faltan todos los demás refugios.

Salmo 143: El hombre piadoso, en profunda angustia de alma, invoca la justicia de Jehová, pidiéndole que actúe a su favor.

Salmo 144: El hombre piadoso encuentra su recurso en la grandeza de Jehová, en contraste con la fragilidad del hombre que se le opone.

Salmo 145: El hombre piadoso celebra el poder, la gracia y la gloria del reino de Jehová.

3.5.8 - Sección 8: Salmos 146 al 150

Jehová, morando en medio de su pueblo terrenal, une las alabanzas del cielo y de la tierra.

Salmo 146: Israel restaurado, liberado de todos sus enemigos, reconoce la insensatez de confiar en el hombre, y la bendición de tener a Jehová para su ayuda y esperanza.

Salmo 147: Israel, reunido, llamado a celebrar a Jehová por su gracia restauradora, su bondad providencial y sus cuidados.

Salmo 148: Los cielos y la tierra llamados a celebrar a Jehová, el Creador.

Salmo 149: Israel restaurado llamado a celebrar a Jehová, su Rey, como participante de su gloria y gobierno.

Salmo 150: Los cielos y la tierra están llamados a unirse en la alabanza de Jehová.

4 - Comentarios de los Salmos: Primer libro

4.1 - Salmo 1

El hombre piadoso en medio de un mundo impío, esperando que Dios se ocupe de los malvados en su gobierno e introduzca a los justos en la bendición.

El carácter moral del hombre que heredará la bendición terrenal del gobierno de Dios.

Este Salmo presenta principios aplicables en todo momento a los que temen a Dios durante el período del rechazo de Cristo. En un sentido literal, se refiere al piadoso remanente judío que se encuentra en medio de la nación que está en abierta rebelión contra Dios y su Ungido. Presenta las características morales de este remanente piadoso y los caminos gubernamentales de Dios según los cuales los malvados serán juzgados y los fieles establecidos y bendecidos en la tierra. Este carácter moral fue manifestado en toda su perfección en el mismo Cristo, que se identificó con el remanente fiel de los judíos. Por lo tanto, este Salmo no se refiere a Cristo como persona, sino que lo presenta moralmente.

V. 1 – Los malvados son mostrados como yendo siempre más lejos en el mal. Tienen su «consejo»; tienen su «manera» de llevar a cabo sus planes; finalmente tienen su «asiento» y están satisfechos donde se ejerce el poder, en desprecio de la autoridad de Dios. Es en estas circunstancias que se describe la vida externa del hombre piadoso, su vida interior y su prosperidad. Su vida externa se caracteriza por una completa separación del mundo que lo rodea. Él no participa en los consejos, caminos o satisfacciones de los hombres impíos.

V. 2 – Sin embargo, la separación no es simplemente externa y formal; va paralela con una vida interior de consagración a Dios. El placer del hombre piadoso está en la ley de Jehová; y la Palabra en la que encuentra su placer se convierte en el tema de su meditación día y noche.

V. 3 – Además, su vida depende enteramente de los recursos infalibles que están en Dios, como el árbol que crece cerca de las corrientes de agua. Y esta separación del mal, esta consagración a Dios y esta dependencia se manifiestan en una vida que da fruto. El resultado de esta vida está simbolizado por un fruto que agrada a Dios. Entonces, ante los hombres, la profesión de piedad del creyente, representada por la «hoja», no se ensucia ni se empaña por ninguna inconsecuencia. Finalmente es bendecido en todo lo que hace.

V. 4-5 – Este no es el caso de los malos. Pueden parecer establecidos donde se ejerce la autoridad, pueden parecer estar sentados y satisfechos. Pero, en el gobierno de Dios, serán expulsados como la corteza del grano frente al viento. Por el momento, puede ser que los malvados prosperen y los fieles sufran; el gobierno de Dios parece no haber tenido efecto. Esto resalta el importante principio de que, para la plena manifestación del santo gobierno de Dios, ya sea para la bendición de los fieles o para la condenación de los malvados, debemos esperar la intervención de Dios en juicio en el día futuro. Entonces veremos que los malvados no subsistirán en el juicio, pero que los fieles serán establecidos, manifestados y bendecidos en la asamblea de los justos.

V. 6 – Mientras tanto, el alma piadosa es consolada por la aprobación secreta de Jehová. Porque Jehová conoce el camino de los justos, y lo que Jehová aprueba permanecerá, mientras que todo lo demás perecerá.

4.2 - Salmo 2

Los consejos de Dios a propósito del Mesías, rechazado por los hombres, pero escogido por Dios para ejercer su gobierno por el cual los impíos serán juzgados y los creyentes introducidos en la bendición.

Los consejos de Dios a propósito del Mesías, hechos público por decreto y cumplidos con poder, a pesar de los consejos de los hombres. “La vanidad de la resistencia contra él y la bendición de la confianza en él”.

V. 1-3 – Los primeros versículos presentan un mundo en rebelión contra la autoridad de Dios. Las naciones son descritas, tratando en vano, en un estado de agitación tumultuosa contra Dios y contra Cristo, de deshacerse de la autoridad divina y de sus obligaciones. Dicen: «Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas». En el capítulo 4 de los Hechos (4:26-27), el Espíritu de Dios aplica este pasaje al rechazo de Cristo por «los gentiles y el pueblo de Israel». Este pacto contra Dios y contra Cristo se formó en la cruz; sigue siendo el principio que gobierna el mundo; tendrá su pleno desarrollo y encontrará su justo juicio después del arrebato de la Iglesia al cielo.

V. 4-6 – De un mundo en rebelión, pasamos a la atmósfera serena del cielo, para aprender los pensamientos de Dios sobre los esfuerzos vanos del hombre. Los grandes de la tierra –sus dirigentes políticos, sus científicos, sus filósofos– pueden unir sus fuerzas para oponerse a lo que haría conocer a Dios, pero el Cristo de Dios, indiferente a todos sus esfuerzos, «mora en el cielo» y se ríe de la rebelión del hombre. Los hombres se agitan en la tierra; Dios se ríe de ellos en el cielo. Nociones humanas se usan aquí para expresar el desprecio de los cielos por la locura del hombre.

Dios no solo se burla de estos esfuerzos de los hombres, sino que llega el momento en que «hablará a ellos en su furor». Durante muchos siglos, Dios ha hablado en gracia y ha permanecido en silencio ante la rebelión del hombre contra su autoridad. Sin embargo, no era indiferente a «todas las [palabras] duras que los impíos pecadores hablaron contra él» (Juda 15). El silencio de Dios va a ser roto, y cuando Dios hablará, será en su ira: entonces «los turbará con su ira».

Finalmente, los consejos de Dios a propósito de Aquel a quien el hombre ha rechazado ciertamente se cumplirán. A pesar de todo lo que los hombres dicen o hacen, Dios ha establecido a su Rey en el monte santo de Sion. Los consejos de Dios son tan firmes que puede hablar de ellos como si ya se hubieran cumplido: «He puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte». El poder divino cumple los consejos divinos. Los hombres rebeldes serán juzgados y el Ungido de Dios reinará.

V. 7-9 – En estos versículos, se nos concede escuchar al Rey contar el decreto de Dios que lo concierne. Este decreto habla de la gloria de su persona, de la extensión de su heredad y de la grandeza de su poder. Él es Aquel que nació en el tiempo –«hoy»– y como tal, es reconocido por Jehová como el Hijo de Dios. No se trata del Hijo eterno, sino de su relación con Dios como hombre nacido en el tiempo. Los hombres preguntan: «¿No es este el carpintero, hijo de María?» (Marcos 6:3) Dios dice: «La santa Criatura que nacerá, será llamada Hijo de Dios» (Lucas 1:35).

Después de la gloria de la Persona, el decreto evoca la grandeza del Reino. Los hombres rechazan los derechos de Cristo para reclamar la herencia para ellos (Marcos 12:7). Actúan como si la tierra estuviera a su disposición. En su vanidad, ignoran a Dios y al diablo. Olvidan que si, por un tiempo, el diablo puede dar los reinos de la tierra habitada a quien quiera (Lucas 4:5-6), Dios ha reservado para su propia autoridad el derecho de disponer definitivamente de este mundo; Cristo solo tiene que pedir para que Dios le dé las naciones por herencia, y por su posesión, los confines de la tierra.

Finalmente, el decreto nos advierte del poder irresistible con el que Cristo extirpará todo escándalo de su reino. Los reinos de los hombres serán descuartizados, desgarrados como un jarro de alfarero, sin que quede ninguna posibilidad de reconstrucción.

V. 10-12 – Siguiendo las advertencias contenidas en el decreto, se hace un llamamiento a los dirigentes de la tierra. Antes de que Cristo venga a reinar en justicia, las naciones son invitadas a someterse a él, y a reconciliarse con el Hijo, para que no perezcan cuando su ira se encienda ligeramente. El juicio vendrá sobre las naciones, pero en medio de ellas hay personas que pondrán su confianza en Jehová. Ellas serán los bienaventurados.

Si es verdad que el Espíritu de Dios aplica los primeros tres versículos al rechazo de Cristo por los hombres en la cruz, el desarrollo completo de este rechazo es todavía futuro. De la misma manera, cuando se dice que Aquel que mora en el cielo se burlará de los esfuerzos vanos de los habitantes de la tierra para rechazar los derechos de Dios, no se trata de la actitud presente de Dios hacia el mundo. Y el llamado a someterse al Rey tampoco es el Evangelio proclamado hoy. Este Salmo se cumplirá plenamente cuando la verdadera Iglesia de Dios sea arrebatada de la tierra. Entonces las naciones se unirán para rechazar la autoridad de Dios, y los cielos se burlarán de sus esfuerzos. Entonces también el Evangelio del reino será predicado antes de que el juicio golpee a las naciones. Los que recibirán este Evangelio serán preservados para la bendición milenaria (Apoc. 14:6-7).

4.3 - Salmo 3

La confianza del alma frente a sus enemigos, resultante de su fe en Dios, cuando externamente todo está en su contra.

La confianza en Dios cuando todo está exteriormente contra el fiel; cuando el enemigo es poderoso y aparentemente no hay socorro en Dios.

V. 1-2 – En el Salmo 2, el mundo consulta «contra Jehová»; en este Salmo, el hombre piadoso dice: «Muchos… son los que se levantan «contra mí». Enemigos de todas partes, sin intervención pública de Dios en favor del fiel: es una oportunidad para que el enemigo declare: «No hay para él salvación en Dios».

V. 3 – A pesar de las apariencias externas, la fe ve en Jehová un escudo para el fiel, su gloria, Dios en quien se glorifica, y que, a su debido tiempo, levantará la cabeza del hombre piadoso, aunque por el momento el enemigo parezca triunfar (Sal. 27:5-6; 110:7).

V. 4-6 – Con esta fe sencilla, el alma confía en Jehová –clama a Jehová y es escuchada. El fiel puede entonces acostarse y dormir, aunque las circunstancias no hayan cambiado. Más todavía, se despierta y puede enfrentarse sin miedo a miríadas de oponentes.

V. 7:8 – Espera a Jehová que se levantará y actuará a su favor, anticipando el momento en el que todos sus enemigos serán golpeados por el juicio, y cuando aquellos que pertenecen a Jehová disfrutarán de la bendición final.

Las experiencias por las que pasa el alma, así como los deseos expresados, muestran claramente que, en este Salmo, se trata ante todo de un judío piadoso que espera la bendición terrenal y milenaria a la que llegará a través del juicio de las naciones presentes. El cristiano, para quien las bendiciones son celestiales, espera la bendición completa y final no por el juicio de sus enemigos, sino por la venida del Señor que lo introducirá en el cielo.

Sin embargo, este Salmo contiene principios que son muy útiles para los cristianos en las dificultades que encuentran al cruzar un mundo en el que Cristo está ausente.

Hay momentos en que nos enfrentamos a muchos desafíos, no solo a uno. Los perturbadores y los trastornos son «multiplicados». En medio de las dificultades, aisladas o numerosas, el creyente puede encontrar en Jehová su «escudo». Esta pieza defensiva de armadura se coloca entre un hombre y su enemigo. ¡Qué bendición para la fe saber que Dios se pone entre nosotros y todas nuestras dificultades! No importa entonces que el número de nuestros enemigos sean «muchos». Si se trata de nosotros y del enemigo, solo un oponente es ya demasiado fuerte para nosotros; si se trata de Dios y del enemigo, ya sea que tengamos un hombre contra nosotros o miríadas, no hay diferencia.

El que es nuestro escudo contra el enemigo se convierte en nuestro recurso. Si recurrimos a él –echando nuestras preocupaciones sobre él, nuestros corazones se llenarán de su paz. La oración no necesariamente transforma el curso de nuestras circunstancias, pero puede tener por efecto de operar un cambio en nosotros. En vez de ser infelices y preocupados, somos mantenidos en paz y sostenidos en la prueba (Fil. 4:6-7). Las experiencias del salmista ilustran esta situación de una manera muy hermosa. En medio de sus difíciles circunstancias, grita a Jehová, es consciente de ser escuchado y entonces, aunque sus pruebas siguen ahí, es apacible: duerme y es sostenido; se despierta plenamente consciente de la prueba, pero puede afrontarla sin miedo.

4.4 - Salmo 4

Confianza en presencia de los enemigos, como consecuencia de la integridad del creyente y de la experiencia de la gracia de Dios.

La confianza en Dios ante los enemigos; nace de la conciencia de la integridad y de la experiencia de la gracia de Dios en las dificultades que la han precedido.

V. 1 – Este Salmo comienza con una oración que expresa la confianza del alma en Dios. El salmista, teniendo una conducta separada del mal que lo rodea, puede dirigirse a Dios como Aquel que conoce la integridad de su conducta y que, al mismo tiempo, es la fuente de su justicia. La confianza en Dios fluye del conocimiento de la gracia. El salmista hizo la experiencia en pruebas pasadas. Recuerda que los períodos de tensión habían sido oportunidades de enriquecimiento para su alma. Entonces esta es animada a esperar la gracia de Dios en tiempos difíciles.

V. 2-5 – Habiendo sido “puesto en libertad” en Dios, el salmista dirige llamadas y advertencias a los hombres impíos. La expresión «hijos de los hombres» se refiere a los que tienen una posición elevada; se refiere a los grandes de la tierra que han rechazado al Ungido de Dios (Sal. 2:2). El Rey era la gloria distintiva de Israel. Al rechazarlo, los hijos de los hombres habían cubierto de vergüenza la gloria del piadoso remanente. La nación había sido dejada a la vanidad y a la mentira. Sus consejos y maneras no serían más que un vano engaño. El rechazo del Ungido de Dios conducirá a la energía de la mentira bajo el hombre de pecado (2 Tes. 2).

También se advierte a los hijos de los hombres que, al oponerse a los fieles, se oponen a aquellos a quienes Jehová ha apartado para sí mismo y cuyas oraciones escucha.

Finalmente, se dice a los impíos: «Temblad, y no pequéis». Que tiemblen ante un Dios santo y se desvíen de sus pecados. Que aprovechen la soledad de las vigilias nocturnas para juzgarse a sí mismos. Y después de arrepentirse de su maldad, que ofrezcan sacrificios de justicia, y se confíen en Jehová.

V. 6-8 – El salmista termina derramando su alma ante Jehová. Viendo el mal que los rodea y la aparente prosperidad de los malvados, muchos se verían tentados a decir: «¿Quién nos mostrará el bien?» Pero la fe discierne que el favor de Dios –la luz de su rostro– del que disfruta un remanente sufriente, es infinitamente mejor que la prosperidad externa de los malvados. El favor de Dios pone gozo en el corazón, un gozo que excede por mucho el disfrute de las bendiciones temporales. Al probar este favor, el fiel puede acostarse y dormir en paz, con seguridad, sin sentirse abrumados por la ansiedad de la maldad del mundo. Como en el Salmo anterior, el número de enemigos puede ser innumerable, pero «solo tú, Jehová, me haces vivir confiado».

Proféticamente, este Salmo tiene a la vista las mismas circunstancias que las descritas en el Salmo 2 –la futura apostasía contra Dios y contra su Cristo– y encontramos las experiencias del hombre separado del Salmo 1 (comp. Sal. 1:1-2 con Sal. 4:3-4). En la práctica, los principios del Salmo 4 son válidos para el cristiano que atraviesa un mundo fútil en el que el mal prevalece cada vez más entre los que profesan el nombre de Cristo en la tierra. Viendo que «los hombres malos y los impostores irán mal en peor» (2 Tim. 3:13), el creyente puede ser tentado a decir: «¿Quién nos mostrará el bien?», si su confianza en Dios no se sostenía. Este Salmo presenta de una manera muy hermosa la manera en que la confianza es preservada, y el alma aprende que en medio de los fracasos de todos lados, Dios se ha apartado para sí mismo a los fieles; escucha su clamor; solo él puede sostener su alma.

4.5 - Salmo 5

Confianza en Dios, basada en el conocimiento de su gobierno justo e inmutable.

Un llamado a Dios, basado en la justicia de su gobierno y la inmutabilidad de su carácter, para que el juicio sea ejecutado sobre los malvados y para permitir que los fieles disfruten de sus bendiciones.

V. 1-3 – El Salmo se abre con la expresión de la dependencia diaria del alma hacia Dios. «De mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré». El título dado a Jehová, «Rey mío», implica la noción de gobierno, mientras que la expresión «Dios mío» subraya su carácter divino.

V. 4-10 – La oración que sigue pone ante el alma el carácter de Dios (v. 4-6), las necesidades del fiel (v. 7-8) y la maldad del impío (v. 9-10).

El salmista piensa primero en Dios, porque su oración se basa en el hecho de que es un Dios justo que no puede pasar por alto el pecado; en su gobierno, debe juzgar al malvado. Por su mismo «carácter», Dios no puede complacerse en la maldad ni admitir que el mal subsista en su presencia; también en el «gobierno» de Dios, la criatura que hace el mal es necesariamente juzgada y se convierte en un objeto de abominación para Dios (v. 4-6).

El salmista reconoce que el hombre piadoso no puede entrar en la Casa de Dios –en presencia de Dios– que sobre la base de la «bondad». Sin embargo, frente a sus enemigos, el fiel espera en Dios, para que lo guíe en la justicia, y pide que el camino de Dios sea claramente trazado ante él (v. 7, 8).

Los impíos se caracterizan por la corrupción ante los hombres y la rebelión contra Dios. La adulación está en su lengua, la rebelión en su corazón. El hombre piadoso espera en Dios que ejecutará el juicio sobre ellos (v. 9, 10).

V. 11-12 – El juicio de los malvados será seguido por la bendición de los que confían en Dios. Mientras tanto, el favor de Jehová es un escudo para los justos.

Este Salmo resalta claramente el carácter distintivo de la bendición terrenal del judío piadoso, en contraste con las bendiciones celestiales del cristiano. “La parte del judío que está en la tierra… desea, para su propio descanso, la destrucción del hombre engañoso y violento. La parte del cristiano es diferente: deja al hombre violento en la tierra y va al cielo” (J.N. Darby). De ahí el llamado al juicio de los enemigos que encontramos en estos versículos y en muchos otros. El cristiano es invitado a orar por sus enemigos. Por lo tanto, este Salmo no presenta la experiencia cristiana, aunque el carácter justo de Dios y los principios de su gobierno expuestos en él son siempre ciertos.

4.6 - Salmo 6

Los ejercicios de un alma piadosa que se identifica con el castigo que ha caído sobre el pueblo de Dios; aunque, por su humillación, muestra su separación moral de la nación.

V. 1 – En el Salmo anterior, el alma piadosa comprendía que Dios no se complacía en la maldad; ahora reconoce que la nación ha incurrido en la «ira» y en la «furia» de Jehová. Mientras se somete a los reproches y castigos de Jehová tan bien merecidos, busca apartar la ira de Jehová y pide su favor. Los siguientes versículos describen las experiencias del alma que recupera la luz del favor de Dios.

V. 2-3 – Después de reconocer que Dios había actuado en justicia castigando, el alma llama a la intervención de Jehová, primero en virtud de su bondad y, segundo, porque no puede ser indiferente a la angustia de los suyos, y que pondrá fin a esta angustia. Por eso, por la fe, los fieles pueden preguntar: «Y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?».

V. 4-5 – Con creciente confianza, el alma espera a que Jehová la restaure en la bendición, para ser liberada de la muerte y del Seol, y que viva en la tierra en alabanza a Jehová.

V. 6-7 – Aunque el alma se somete al castigo de Jehová, encuentra que la nación en su conjunto no se arrepiente, que se opone a él y se convierte en su enemiga. Estar solo en medio de una nación de adversarios, como Jeremías en su tiempo, es causa de profunda angustia para el alma.

V. 8-10 – A través de estos ejercicios, el alma llega a conocer el favor personal de Jehová. El creyente comprende que Jehová no es insensible a sus lágrimas; ha escuchado sus súplicas y ha recibido su oración. Pero el fiel entiende que esto implicará la vergüenza y la derrota de sus enemigos.

Mientras presenta proféticamente las experiencias del remanente en medio de la nación judía culpable en un día por venir, los ejercicios de esta alma piadosa son ilustrados de una manera muy hermosa en la escena donde vemos a los miembros del remanente sometiéndose al bautismo de Juan el Bautista. Aquí también, identificándose con el Remanente, el Señor reconocía que la nación estaba bajo la reprensión y castigo de Dios. Los cielos se abrieron de inmediato, y la voz del Padre proclamó su infinito placer en el Señor. El remanente arrepentido, identificado con Cristo, goza del mismo favor y escapa de la ira que se extiende sobre la nación.

El principio de reconocer el castigo del pueblo de Dios y de buscar refugio en la gracia divina se aplica a todos los tiempos de ruina; sin embargo, la experiencia descrita en este Salmo es claramente la de un santo terrenal. La bendición del cristiano está en la resurrección, más allá de la muerte, en la escena celestial. En cuanto al salmista, espera una bendición terrenal sin pasar por la muerte.

4.7 - Salmo 7

La confianza del hombre devoto que entrega su alma a Dios cuando está perseguido a causa de la justicia.

V. 1-2 – La confianza del alma en Dios cuando está perseguida por un enemigo que, cegado por el odio, actúa como un león que rasga y hace pedazos, sin misericordia ni razón.

V. 3-5 – La expresión de la integridad del alma y, más aún, la conciencia de ir más allá de las exigencias de la justicia, mostrando bondad hacia los que, sin causa, son sus enemigos.

V. 6-7 – Sabiendo que Dios ha mandado juicio para los malvados, el alma se dirige a Dios; argumenta que ha llegado el momento para Él de levantarse contra la ira de sus enemigos e intervenir a favor de su pueblo perseguido. Entonces Jehová morará en medio de una asamblea de tribus que lo alabarán.

V. 8-9 – El juicio del mal marcará el establecimiento del reinado de justicia en medio de un pueblo justo, no solo externamente, sino moralmente de acuerdo con el Dios justo que sondea «la mente y el corazón». El alma languidece después del momento en que el reinado de los malvados terminará y el reinado de los justos podrá ser establecido.

V. 10-16 – Mientras espera la intervención divina, en medio del mal creciente, el alma piadosa está sostenida por el conocimiento del carácter de Dios y de sus caminos gubernamentales. Dios libera a los rectos de corazón; Dios es un juez justo; lejos de ser indiferente al mal, es un Dios que se enoja todo el día contra el malvado. Dios da al malvado tiempo para que se arrepienta, pero si “no se arrepiente”, la espada del juicio está lista para caer sobre el que está trabajando para la iniquidad, que concibe la angustia y profiere mentiras. Según el gobierno de Dios, el alborotador caerá en el pozo que cavó para otros.

V. 17 – La intervención de Dios en juicio sobre los malvados transformará la oración del hombre devoto en alabanza.

Vimos en el Salmo 6, que el castigo de Dios era reconocido; consecuentemente, el creyente apelaba a la gracia de Dios. En el Salmo 7, tenemos el sufrimiento soportado a causa del bien, así que es la justicia de Dios que se invoca. Proféticamente estos versículos presentan la experiencia del judío piadoso perseguido por el Anticristo (vean en particular los v. 14 al 16). Solo Cristo, en perfección, sufrió por haber hecho el bien: «El cual no hizo pecado, ni fue hallado engaño en su boca; quien, siendo insultado, no respondía con insultos, cuando sufría, no amenazaba, sino que encomendaba su causa a aquel que juzga justamente» (1 Pe. 2:22-23). El cristiano está llamado a sufrir haciendo el bien, y así disfrutar de la simpatía de Cristo. El remanente judío hará lo mismo en un día venidero. En circunstancias similares, el cristiano también puede hacer suya la confianza expresada en este Salmo, sin por ello asumir el llamado al juicio de sus enemigos (1 Pe. 4:19).

4.8 - Salmo 8

El salmista, que representa el piadoso remanente en Israel, celebra anticipadamente la dominación universal que Dios tiene en cuenta en sus consejos. Será dada a Aquel a quien Israel ha rechazado como Rey.

El Salmo 2 pone ante nosotros el rechazo del Rey, el Ungido de Dios. Aunque sea rechazado, no perderá ninguna de sus glorias reales. En el momento elegido por Dios, será establecido Rey en Sion. Pero el Salmo 8 nos dice que Dios tiene en reserva glorias aún más extensas para su Ungido; y que el rechazo por Israel de Cristo como Rey es una oportunidad para revelarnos estas grandes glorias. No solo será rey en Sion, sino que su dominio se extenderá a «toda la tierra»: su gloria superará todas las glorias de la tierra. Ella será establecida por encima de los cielos.

V. 1-2 – El remanente anticipa la alabanza que será dirigida a su Rey, el Ungido, cuando entre en su mayor gloria como Hijo del hombre. La alabanza comienza por la boca del remanente despreciado, representado por los niños pequeños y los que maman. Dios se sirve de la alabanza de los débiles y de los despreciados para silenciar cualquier oposición a Cristo, ya sea de los adversarios en el país, de los enemigos del exterior o de la maldad de Satanás, el vengador.

V. 3-9 – El resto del Salmo revela y exalta las glorias de Aquel que reinará sobre toda la tierra como Hijo del hombre.

Su gloria es resaltada por el contraste establecido entre el Hijo del hombre y el hombre mortal. Comparado con el vasto universo estelar, el hombre (literalmente, el «débil», el «mortal») es muy insignificante. Pero esta misma creación, comparada con Cristo –el Hijo del hombre– se hace muy pequeña, porque está él establecido sobre todas las obras de las manos de Dios y todas las cosas le están sometidas. No será el Hijo del hombre, como de los otros reyes que pueden ser levantados en una posición de autoridad, pero cuyos sujetos, continuamente en rebelión, deben aprender la sumisión. El Hijo del hombre dominará, no solo, sobre todo, sino que todas las cosas le estarán sometidas.

Comparado con los ángeles, el Hijo del hombre también tiene una gloria insuperable. Ciertamente, debido a la pasión de la muerte, fue hecho un poco menos que los ángeles, pero es coronado con gloria y honor, infinitamente por encima de ellos. ¡Así, otros nombres pueden ser olvidados, pero el suyo es magnífico por toda la tierra!

4.9 - Salmo 9

Una profecía que evoca los efectos de la venida de Cristo para reclamar sus derechos, ejecutar el juicio sobre los malvados, liberar a su pueblo y establecer su reino en justicia en la tierra.

Los primeros 8 Salmos ponen ante nosotros los principios del gobierno de Dios (Sal. 1); los consejos de Dios con respecto a su Ungido, el Mesías (Sal. 2); un mundo que ha rechazado al Ungido de Dios e ignora su gobierno, con los ejercicios que fluyen de él para el hombre piadoso (Sal. 3 - 7), hasta el día de la gloria de Cristo como Hijo del hombre (Sal. 8).

Con los principios del gobierno de Dios establecidos, se nos concede ver en los Salmos 9 y 10 las circunstancias en las que se encontrarán el remanente piadoso, bajo la opresión del Anticristo y de las naciones impías, justo antes de la venida de Cristo para reinar.

V. 1-2 – El judío piadoso, anticipando el momento en que será liberado de todos sus enemigos por la venida en gloria de Jehová, habla de las maravillosas obras de Jehová y lo celebra como el Altísimo.

V. 3 – Las bendiciones de este Salmo son introducidas por la “presencia” de Jehová y por el resplandor de su venida en gloria. En el día de su humillación, sus enemigos «cayeron y perecieron» delante de él; el día de su gloria venidera, no solo tropezarán ante él, sino que caerán y perecerán.

Todo lo que sigue resulta de la presencia de Cristo. Las palabras «Delante de ti» forman la clave de este Salmo.

V. 4 – El primer efecto de la presencia de Jehová será justificar a los fieles y mantener su causa. La progresión y el triunfo temporal del mal, en la cruz, durante la ausencia de Cristo, o en el nivel supremo durante los últimos días, podrían dar la impresión de que Dios es indiferente al mal o impotente para detenerlo. La presencia de Cristo en gloria, y la destrucción de sus enemigos como consecuencia, mostrarán que Dios no ha permanecido insensible a la forma en que los hombres han tratado a Cristo y a los suyos. Al decir: «Has mantenido mi derecho y mi causa», el remanente expresa no solo lo que lo concierne personalmente, sino también lo que se relaciona a Cristo.

V. 5-6 – La presencia de Cristo tendrá otros efectos; las naciones serán reprendidas y el Anticristo será destruido. La palabra «malo» en el versículo 5, luego en el versículo 16, está en singular; se aplica al Anticristo, el enemigo cuya aniquilación será para siempre, perpetuamente.

V. 7-10 – Una vez que el Anticristo sea destruido y su dominación haya terminado, el reino de Cristo será establecido. Se caracterizará por la justicia para todo el mundo. Los oprimidos encontrarán una gran salvaguardia en Cristo. Aquellos que se confiarán en Jehová y lo buscan experimentarán que no están abandonados.

V. 11 – Además, la venida de Cristo traerá la alabanza a Jehová establecido en Sion, y un testimonio a Jehová entre los pueblos.

V. 12-14 – Esta alabanza y testimonio será dado por el remanente perseguido y afligido hacia el cual Jehová será misericordioso. Traerá a los judíos piadosos de las puertas de la muerte, para que puedan contar todas las alabanzas de Dios en las puertas de Sion.

V. 15-17 – En contraste con los fieles que son levantados para la bendición, las naciones se hunden en el pozo que han hecho. Su rebelión contra Cristo selló su destino, y el juicio les hizo conocer al Dios con el que rehusaron ser reconciliados. El Anticristo (el «malo» del v. 16) y las naciones que lo siguen (los «malos» del v. 17) son empujados hasta el Seol, con todas las naciones (aquellas fuera de la esfera del Anticristo) que se olvidan de Dios.

V. 18 – Las naciones pueden olvidar a Dios, pero Dios no olvida a los pobres o a los afligidos entre ellos; su liberación se efectuará paralelamente a la destrucción de los malvados.

V. 19-20 – Con vista a la liberación de los fieles, se eleva un grito para pedir a Jehová que se levante e intervenga en juicio.

4.10 - Salmo 10

La expresión de confianza en Dios del remanente judío en los días de su más profunda angustia, bajo el reinado del Anticristo.

Proféticamente, este Salmo presenta la posición del judío piadoso en la tierra de Israel, en medio de la nación apóstata, bajo la dominación del Anticristo al final de los tiempos.

V. 1 – La angustia del remanente se debe no solo a la maldad del Anticristo que alcanza su punto más alto, sino también al hecho de que, en esta situación, el Anticristo parece prosperar extremadamente, mientras que los fieles pasan por el sufrimiento. Además, Dios aparentemente esconde su rostro, como si fuera indiferente tanto a la prosperidad del malvado como a los sufrimientos del fiel.

V. 2-11 – La descripción del malvado, de su maldad y de su prosperidad. En todo este pasaje, la palabra «malvado» está en singular. Esto parece indicar que la descripción dada es característica de los hombres malos, aunque tiene su plena expresión en un hombre: el Anticristo. Así, este pasaje presenta el carácter del Anticristo, sin dar una profecía separada acerca de él.

1. Su actitud hacia los hombres. El malvado persigue al hombre pobre que teme a Dios. Bendice al avaro y desprecia a Jehová (v. 2-3).

2. Su actitud hacia Dios. No teme a Dios. Dios no tiene lugar en sus pensamientos (v. 4).

3. No tiene consciencia de lo que está bien o mal en sus caminos. Los juicios de Dios sobre el bien y el mal son demasiado altos para que él los considere (v. 5).

4. Su éxito sobre todos sus enemigos le hace imaginar que la suerte está de su lado, de forma que nunca sea sacudido, ni conocerá la adversidad (v. 6).

5. Su lenguaje se caracteriza por la violencia, el engaño y la vanidad (v. 7).

6. Sus acciones están marcadas por la astucia, detrás de la cual se esconde la violencia de una bestia. Sus víctimas son los fieles: los inocentes y los desdichados (v. 8-10).

7. Sus triunfos sobre todos estos enemigos, y sobre el pueblo de Dios aparentemente indefenso, le llevan a pensar erróneamente que «Dios ha olvidado; ha encubierto su rostro; nunca lo verá» (v. 11).

V. 12-15 – La fe de los fieles a través de esta terrible prueba. Claman a Dios: «¡Alza tu mano!» Suplican a Dios que intervenga, primero por el sufrimiento de su pueblo afligido, segundo porque Dios mismo es despreciado. En efecto, el malvado dijo en su corazón: Dios no preguntará. Los sufrimientos del pueblo de Dios y la reivindicación del carácter de Dios requieren su intervención en juicio (v. 12-13).

A pesar de las apariencias externas, el fiel sabe por la fe que Dios ha visto todo el mal; él rendirá por su mano; Dios es la ayuda de los que están indefensos (v. 14).

De ahí la llamada directa a Dios para quebrar el brazo del malvado y buscar toda su iniquidad (v. 15).

V. 16-18 – Anticipando la intervención de Dios, los fieles lo celebran y alaban por su respuesta a su clamor. El juicio de los malvados, que culmina en el del Anticristo, introducirá el reino eterno del Señor: «Jehová es Rey eternamente y para siempre». En cuanto a los fieles, sus oraciones serán escuchadas, sus corazones establecidos, sus sufrimientos terminados, y ya no tendrán miedo del «hombre de la tierra».

4.11 - Salmo 11

El recurso de la fe en un mundo que está fuera del curso normal de los acontecimientos –el malvado prosperando y el justo oprimido.

V. 1 – Frente a la oposición, el alma confía en Jehová; por eso la sugerencia, dictada por la prudencia humana, de huir de la batalla, no puede ser aceptada.

V. 2-3 – Los versículos 2 y 3 ponen ante nosotros el carácter del mal con el que se enfrentan los fieles. La oposición no es abierta, pero opera «en oculto». Los hombres rectos de corazón son atacados en secreto, así como los fundamentos de su fe. Ante estos peligros ocultos, ¿qué hará el justo?

V. 4 – El versículo 4 da la respuesta. Jehová es el recurso del justo; el palacio de su santidad está en la tierra; su trono está en el cielo. El palacio (o: el templo) evoca el lugar de su morada; no importa cuán afligido y contaminado esté el templo, el creyente reconoce por la fe que Dios tiene una morada en la tierra. Su trono –que habla de su gobierno– está siempre en el cielo, donde el mal no puede entrar. Jehová todavía arregla todo. El hombre busca deshacerse de la presencia de Dios en la tierra, y a rechazar el gobierno ejercido desde el cielo. A pesar de estos esfuerzos, la casa de Dios y el trono de Dios –el fundamento de todas las bendiciones para los hombres– permanecen.

V. 5-7 – Durante el reinado del Anticristo, sin embargo, el gobierno de Dios no se ejerce públicamente. Abunda el mal, los malvados triunfan, y los fieles son probados. Sin embargo, el creyente sabe por fe que Dios odia a los malvados y a los violentos, y que concede su favor al hombre recto. Esto será manifestado por el juicio que pronto vendrá sobre los malvados; pero, por el momento, Jehová se abstiene de tratar con el mal. Utiliza las circunstancias para probar a los hombres rectos, para su bendición y para su gloria.

Aunque este Salmo trata de la futura prueba de los fieles que vivirán bajo el reinado del Anticristo, los principios mencionados se aplican a los hijos de Dios de todos los tiempos en ausencia de Cristo, cuando el mal, similar a la levadura que la mujer ha escondido en la harina, opera en secreto, socavando los cimientos de la fe cristiana. La confianza del creyente radica en la certeza de que Dios todavía está en el trono en el cielo. Conociendo el carácter de Dios, el fiel sabe que, en el momento oportuno, Dios cuidará del mal e introducirá a su pueblo en la bendición, aunque actualmente se sirva del mal para el bien de su propio pueblo.

4.12 - Salmo 12

Jehová y sus palabras, el recurso del justo en el día en que los fieles han desaparecido de entre los que profesan el nombre de Dios, cuando la iniquidad y la maldad prevalecen por todas partes.

Este Salmo contrasta con el Salmo 11. En este último, el mal opera en secreto; aquí, se propaga en público. Estas 2 situaciones a veces existen en paralelo. Una mala obra puede socavar secretamente todo lo que es de Dios; y al mismo tiempo el hombre manifiesta públicamente su iniquidad.

V. 1 – El hombre devoto clama a Jehová, y le expone el mal que prevalece. El alma es probada por la ausencia de «los piadosos»: los que temen a Dios; y de «fieles»: aquellos en quienes se puede confiar para mantener la verdad entre el pueblo de Dios.

V. 2-5 – «Hablan con labios lisonjeros» traicionan su verdadero carácter, marcado por la exaltación y la voluntad propia. Tratan de elevarse halagando a los demás y fanfarroneando: dicen grandes cosas. Expresan su propia voluntad rechazando cualquier autoridad; dicen: «¿Quién es señor de nosotros?» Como siempre, quien exige con más fuerza para sí mismo la libertad de expresión y de acción, es el primero en negársela a los demás. Él es el opresor de los fieles. Sin embargo, estos se dan cuenta de que Jehová se ocupará de los malvados y preservará a los pobres y los afligidos.

V. 6-8 – «Las palabras de Jehová». En contraste con las palabras vanas de los hombres, palabras de adulación y jactancia, los fieles disponen de las palabras puras de Jehová, con las que no se mezcla ninguna escoria. Los justos, confiando en estas palabras puras, tienen la seguridad de ser guardados y preservados de esta generación –aquellos que se caracterizan por el espíritu inicuo de aquel tiempo– aunque los malvados caminen por todos lados, en un período en que la piedad es despreciada y «la vileza es exaltada».

4.13 - Salmo 13

La fe del remanente piadoso en circunstancias donde parece ser olvidado por Dios.

En este grupo de Salmos (Salmos 11 al 15), aumenta la angustia del alma piadosa. En el Salmo 11, ve desaparecer los “fundamentos”; en el Salmo 12, el hombre devoto ya no existe y los fieles han desaparecido de entre los hijos de los hombres; en el Salmo 13, el alma alcanza el punto más profundo de angustia, pues las circunstancias parecen mostrar que Dios mismo la ha olvidado.

V. 1 – Aunque probada por el mal en el exterior y por los temores en el interior, el alma está sostenida por la gracia de Dios. De ahí el grito: «¿Hasta cuándo?» Es el lenguaje de la fe que se vincula a Dios, sabiendo que él pondrá fin a las pruebas de los suyos y a la iniquidad de los malvados. La fe puede preguntar: «¿Hasta cuándo, Jehová?» en medio de circunstancias que parecen decir: «Me olvidarás para siempre».

V. 2 — Bajo la presión de las circunstancias, el alma se vuelve sobre sí misma; se consulta a sí misma, independientemente de Dios. El doloroso razonamiento de la mente no trae ningún alivio. Cuidar de uno mismo siempre llena el corazón de dolor y le da al enemigo la oportunidad de ganar una victoria sobre el alma.

V.3 – La oración alivia en que aleja el alma de sí misma y la dirige hacia Jehová; los ojos son iluminados inmediatamente –la vista espiritual se esclarece. Estar ocupado con sí mismo abruma el corazón; mirar hacia Jehová ilumina los ojos.

V. 4-5 – Con ojos iluminados, el alma discierne claramente los propósitos del enemigo; también ve que el recurso de los fieles estaba en la bondad y la salvación de Jehová. El hombre ocupado consigo mismo solo puede ver su debilidad y el poder del enemigo sobre él. Una vez que se ha vuelto hacia Jehová, es respecto a Jehová que ve al enemigo. El corazón estaba abrumado cuando se ocupaba de su propio razonamiento (v. 2); ahora se regocija ante la perspectiva de la bondad y la salvación de Jehová.

Habiéndose vuelto hacia Jehová, el alma capta por la fe la bondad de Jehová y pone su confianza en ella, y ya no en su propio mérito, ni en la justicia de su causa. Luego se calma y pasa de la angustia causada por las circunstancias adversas a la alegría que resulta de la perspectiva de la salvación de Jehová. El gozo del corazón se expresa a través de la alabanza de los labios. El alma se derrama en un cántico a Jehová porque le ha dado bienestar. Cuando estaba ocupada con las obras del enemigo, se sumergió en la más profunda angustia. Cuando piensa en los caminos de gracia de Jehová, canta.

4.14 - Salmo 14

El recurso del fiel cuando, en los últimos días, la maldad del mundo alcanza su apogeo y Dios está a punto de ejecutar el juicio.

Los cimientos son destruidos en el Salmo 11; los fieles han desaparecido de entre los hijos de los hombres en el Salmo 12; Dios parece desinteresarse y parece permanecer oculto en el Salmo 13; en el Salmo 14, la cima de la maldad es alcanzada por el insensato y los obreros de iniquidad que aparecen ante la escena.

Este Salmo pone ante nosotros, en pocas palabras, el terrible estado del mundo durante el reinado del Anticristo, cuando todos los fundamentos morales han desaparecido, cuando los fieles ya no estarán, cuando Dios estará escondido, que prevalecerá la apostasía total y el pecado se levantará contra Dios.

V. 1 – El hombre característico de este tiempo terrible será «el necio», el que no teme a Dios. Dice en su corazón: «No hay Dios»; su vida corrupta manifiesta el pensamiento de su corazón.

V. 2-3 – La maldad ha alcanzado su apogeo, el mundo está maduro para el juicio, y Dios mira desde el cielo a los hijos de los hombres, listo para intervenir. No es solo la mirada de Dios de la que nada escapa, lo que siempre es verdad; aquí es “la mirada que precede al juicio”. Jehová bajó para ver antes de juzgar a Babel. Miró hacia Sodoma antes de destruir la ciudad (Gén. 18:16); y también leemos que Jehová miró al ejército de los egipcios antes de destruirlo (Éx. 14:24). Dios comprueba que la maldad del hombre ha llegado a tal punto que el juicio es la única manera de reclamar su majestad. Ya no hay nadie entre los hijos de los hombres que busque a Dios. Todos se han separado, todos se han corrompido. «No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno».

V. 4 – Dios ha mirado esta escena de maldad sin parangón; ahora habla. Él pregunta: «¿No tienen discernimiento todos los que hacen iniquidad?» ¿El hombre se ha vuelto tan estúpido como los animales? (vean Is. 1:3). La respuesta a esta pregunta viene dada por la manera en que los hombres tratan al pueblo de Dios. Completamente indiferentes a Jehová, maltratan a su pueblo, así como comen su pan sin preocuparse por Él. Además, el hombre continúa su camino en la más completa independencia de Dios: «A Jehová no invocan». Así, por su propia corrupción e iniquidad, por la manera en que trata al pueblo de Dios y por su total independencia de Dios, el mundo demuestra que está maduro para el juicio.

V. 5-6 – Sin embargo, cuando Dios habla, vemos claramente que está en medio de la generación justa. Entonces los hombres comenzarán a tener miedo y los fieles se darán cuenta de que Jehová es su refugio.

V. 7 – Anticipando la pronta intervención de Dios, el fiel celebra el gozo y la felicidad que brotarán de la liberación del pueblo de Jehová.

4.15 - Salmo 15

El carácter del remanente preservado de los judíos que recibirán las bendiciones de Jehová y participarán en su gobierno –el «tabernáculo» y el «monte»– cuando Jehová reine en Sion.

V. 1 – Surge una pregunta: ¿Quién será preservado a través de las persecuciones y sufrimientos del reinado del Anticristo, para gozar de las bendiciones milenarias de la tienda y de la montaña santa de Sion? Este Salmo responde a esto, presentando los rasgos morales del fiel.

V. 2 – Primero, es presentado el carácter personal del creyente. El fiel se distingue por una marcha honesta, actos justos y lenguaje puro.

V. 3 – En segundo lugar, la relación del fiel con el prójimo. El justo no maldice con su lengua, no hace daño a su compañero, se niega a hacer «mal a su prójimo». La expresión “hacer mal” tiene el significado de “recibir para propagar”.

V. 4-5 – En tercer lugar, la actitud del fiel hacia los que obran iniquidad. El hombre pervertido es condenado, sin importar su posición o sus aptitudes naturales.

En cuarto lugar, la actitud del fiel hacia su hermano. Él honra a los que temen a Jehová, sin importar su posición social.

En quinto lugar, su comportamiento hacia el mundo. En sus relaciones de negocios, el fiel no reniega de su palabra, sino que rechaza la usura y la corrupción.

El que tiene este carácter nunca será sacudido. Según el primer versículo, «habitará» en el tabernáculo de Dios, y «morará» en su santo monte.

4.16 - Salmo 16

Cristo identificándose con el fiel en Israel, expresando la vida de fe ante Dios.

El Salmo 16 es una descripción profética del Señor Jesús en su humilde caminar en la tierra. No es visto en su carácter divino como siendo igual a Dios, aunque esto es siempre cierto, sino en el lugar de dependencia perfecta, como el siervo de Jehová. Este Salmo presenta la vida interior de fe ante Dios, antes que la vida exterior manifestada ante los hombres. Es una vida que tiene a Dios como su objeto: por lo tanto, es vivida para Dios tanto como ante Dios.

V. 1 – Cristo toma el lugar de un hombre y expresa su perfecta dependencia de Dios y su perfecta confianza en él. «¡Guárdame, oh Dios!», es el lenguaje de la dependencia; «porque en ti he confiado», es la expresión de la confianza.

V. 2 – Cristo toma el lugar no solo de un hombre, sino también de un siervo. Puede decir a Jehová: «Tú eres mi Señor». Su bondad –su perfecta obediencia como siervo– no tenía la intención de darle un lugar ante Dios o asegurarle una ventaja; era para el beneficio de los santos. Se hizo siervo para servir a otros en amor.

V. 3 – En su humildad, Cristo no se contenta con tomar el lugar de siervo, sino que en gracia se asocia al remanente piadoso –los excelentes de la tierra– en el que encuentra sus deleites.

V. 4 – Aunque en gracia Cristo fue el compañero de los santos, fue totalmente fiel a Dios. No quería oír hablar de ningún otro dios que no fuera Jehová. En su perfecta fidelidad a Jehová, rechazaba todo lo que podría llamarse «otro». Cristo era el hombre separado.

V. 5-6 – En su camino en la tierra, no solo estaba separado de todo lo que puede intervenir entre Dios y el hombre; su corazón estaba satisfecho con Jehová. Jehová era su porción; y al pasar por la herencia terrenal que Dios había planeado para él, probaba de la copa en su camino: el gozo de la heredad. Consciente del favor de Jehová, podía decir: «Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos».

V. 7 – En el camino a la heredad, Cristo podía bendecir a Jehová por su consejo. Instruido por el consejo de Jehová, sus propios pensamientos íntimos le traían luz y enseñanza.

V. 8 – Guiado por el consejo de Jehová y siempre proponiéndose a Jehová ante él, Cristo encontraba su apoyo en Dios en todo momento.

V. 9-10 – Sostenido así, Cristo podía regocijarse, incluso en vista de la muerte; podía atravesar este valle oscuro con firme esperanza. Sabía que su alma no sería abandonada al Seol y que su cuerpo no conocería corrupción (Hec. 2:25-28).

V. 11 – Cristo veía el camino de la vida más allá de la muerte, en la resurrección, un camino que lleva a la diestra de Dios, donde hay una saciedad de gozo y de placeres para siempre (Hebr. 12:2).

4.17 - Salmo 17

Cristo se identifica con los fieles en Israel, para mantener la justicia en medio del mal.

El Salmo 16 nos mostró a Cristo caminando delante de Dios por el camino de la vida. En el Salmo 17, lo vemos siguiendo el camino de la justicia donde encuentra las tentaciones del diablo y el odio implacable de los hombres. En el Salmo 16, tenemos una evocación de la «vida interior» ante Dios; aquí está más bien la «vida exterior» ante los hombres. Solo Cristo vivió esta vida en la perfección, aunque otras personas están asociadas a ella (vean v. 7: «aquellos», y v. 11: «nosotros»).

V. 1-3 – El grito está dirigido a Dios por Aquel que puede afirmar su perfecta integridad para ser escuchado. Solo Cristo podía tomar este lugar de una manera absoluta. Sus palabras no se elevaron con labios engañosos. Todo en él era de igual valor, o justo, bajo el escrutinio de Dios. Su corazón fue sondeado, pero solo para mostrar que su pensamiento secreto no iba más allá de su palabra. No dijo una cosa cuando se refería a otra.

V. 4-5 – A través de sus obras, los hombres de este siglo han caído bajo el poder del diablo y reciben su parte en este mundo. Cristo caminó en dependencia de Dios y de su Palabra; así fue guardado de las acciones de los hombres y de los caminos del destructor. Si el diablo hubiera podido apartar al Señor de esta dependencia, le habría dado todos los reinos de este mundo. Cristo rechazó la porción en esta vida (v. 14), para recibir una mejor participación en la resurrección (v. 15).

V. 6-9 – A causa de su justicia, el hombre perfecto y recto se encuentra con muchos oponentes que se levantan contra él. Son enemigos mortales que buscan destruirlo (Lucas 4:29; 6:11; 19:47). Habiendo rechazado las acciones del hombre y las tentaciones del diablo, habiendo tomado el camino de la dependencia, Cristo puede esperar confiadamente que Dios intervenga por él y por los remanentes piadosos asociados con él. La perfecta integridad de su caminar le da la perfecta confianza en Dios y el sentimiento de que es precioso para él; así puede decir: «Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas».

V. 10-12 – En contraste con el Justo, los versículos 10 al 12 presentan el carácter de los hombres de este siglo que se levantan contra Cristo y contra los suyos. El egoísmo y el lujo que los distinguen los hace indiferentes a las miserias de los demás, y su orgullo los lleva a exaltarse a sí mismos. Ellos cuidan de los justos y de los que están asociados con ellos para derribarlos, y planean su destrucción (Marcos 3:2-6; Juan 11:53; 12:10).

V. 13 – Un llamado a Dios para que frustre los planes del enemigo, juzgue a los malvados y libere a los justos. Los malvados son la espada (*) que Dios usa para ejecutar su gobierno. Por lo tanto, la espada puede ser fácilmente desviada de los fieles y usada para la destrucción de los malvados.

(*) Nota del traductor: «(por) tu espada» o quizás «que es tu espada».

V. 14-15 – Los versículos 10 al 12 nos muestran el carácter de los malvados; ahora aprendemos cuál es su parte en contraste con la de Cristo, el justo. A los hombres se les llama «mundanos», o «en esta vida»; estas expresiones aluden al carácter transitorio de este mundo que pertenece solo al tiempo y que, por lo tanto, desaparece con su lujuria. La porción de los hombres está en esta vida y en los bienes terrenales dados por Dios. En cuanto a Cristo, no solo no tuvo una parte en la tierra, sino que se negó a recibirla, ya sea del destructor (Lucas 4:5-8) o del hombre (Juan 6:15). Para usar la expresión de este Salmo (v. 5), podría decir: «Jehová es la porción de mi herencia» (16:5). Su parte está en la esfera de la resurrección –en la presencia de Dios– según sus propias palabras: «Veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza». Este es el glorioso final del camino de la justicia.

4.18 - Salmo 18

Cristo se identifica con los sufrimientos de Israel, y es el fundamento de todos los caminos de Dios hacia Israel, ya sea en las pasadas liberaciones en el momento de la salida de Egipto o en la liberación final que introducirá el reino milenario de Cristo.

En este Salmo, las circunstancias de la vida de David –sus sufrimientos y victorias– se usan para presentar a Cristo y las liberaciones hechas por Israel a través de Sus sufrimientos y victorias.

V. 1-3 – El comienzo del Salmo muestra a Cristo en las circunstancias del piadoso remanente de Israel. Cristo es visto como Aquel que se consagra a Dios: «¡Te amo, oh Jehová!» Como Aquel que depende de Dios: «En él confiaré», e invoca a Jehová cuando está rodeado de enemigos: «Invocaré a Jehová».

V. 4-6 – La prueba es fortalecida, porque en los versículos 4 al 6 vemos a Cristo rodeado de las cuerdas de la muerte, rodeado de los torrentes de iniquidad, y teniendo ante sí el Seol y las redes de la muerte. Desde la angustia, invoca a Dios y es escuchado. Esto introduce el gran tema de este Salmo. Toda liberación para Israel depende de Cristo que entró en la angustia de los suyos y, en este lugar, invocó a Jehová. Para todos, la liberación depende de un hombre perfecto que ha tomado su causa en sus manos, y que ha invocado a Dios. La liberación de Cristo y la liberación de los que están asociados con él es la respuesta a este grito. Este Salmo no presenta los sufrimientos expiatorios de Cristo, sino sus sufrimientos, incluso hasta la muerte, por parte de los hombres. Estos son sufrimientos que el pueblo de Dios puede encontrar; Cristo entra en ellos en perfección; expresa perfectamente el clamor del pueblo de Dios, y es escuchado.

Es verdad que los sufrimientos expiatorios de Cristo son absolutamente necesarios para la bendición de los hombres. Sin embargo, Dios, en sus formas de gobierno en la tierra, bendice con una liberación terrenal en virtud de la buena voluntad que encuentra en los fieles. Este principio está ilustrado en la historia de Sodoma. Abraham le pide a Dios que libere a Sodoma de la destrucción temporal si encuentra a 10 personas justas en la ciudad; y Dios estaba dispuesto a hacerlo.

V. 7-15 – Estos versículos nos llevan de vuelta a la liberación que Dios trajo al mar Rojo para enseñarnos el primer gran resultado adquirido por Cristo que entró en los sufrimientos del pueblo de Dios. El juicio sobre Faraón y sus ejércitos está descrito por magníficas imágenes de las convulsiones de la naturaleza: terremotos, fuego, viento, nubes gruesas, granizo y relámpagos.

V. 16-19 – Cristo experimentó estos sufrimientos. También después de hablar de la liberación de Israel del mar Rojo, el Espíritu de Dios pasa a Cristo a través de la muerte cuando ha sido abrumado por las olas de hombres impíos. Desde arriba intervino Dios, y Cristo puede decir: «Me tomó, me sacó de las muchas aguas. Me libró de mi poderoso enemigo» y «Jehová fue mi apoyo».

V. 20-24 – Estos versículos presentan la razón por la cual Cristo es escuchado en el día de su angustia y liberado de todos sus enemigos. Es en respuesta a su perfecta sumisión a la ley. Por lo tanto, el camino de la obediencia perfecta que él ha seguido en la tierra es puesto ante nosotros. La respuesta será dada en su exaltación y triunfo cuando él reine durante el Milenio. Así Cristo puede decir: «Jehová me ha premiado conforme a mi justicia; conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado». Solo Cristo ha respondido en perfección a las justas demandas de Dios. Solo él podía decir de manera absoluta: «He guardado los caminos de Jehová»; «no me ha apartado de sus estatutos»; «fui perfecto para con él».

Versículo 23: «Me he guardado de mi maldad» presenta una dificultad para aplicar esta parte del Salmo a Cristo personalmente. Es obvio que el Señor no podía hablar de «mi maldad» en el sentido del pecado que habita en nosotros. Se ha sugerido que el Señor pudo haber usado este lenguaje en relación con las tentaciones especiales que experimentó en el camino por el que pasó (J.N. Darby). Otros sugirieron una traducción diferente, como: “Me abstuve de cometer maldad” (H.F.W. Gesenius), o “Me abstuve de la iniquidad” (John James Stewart Perowne).

V. 25-26 – En estos 2 versículos, los principios del gobierno terrenal de Dios están claramente establecidos. Según él, cosechamos lo que sembramos. Encontramos gracia si usamos la gracia, y seremos recompensados si actuamos con justicia. Esto nos muestra que las bendiciones de este Salmo no son la consecuencia de la expiación, sino la recompensa de la piedad.

V. 27-29 – En el justo gobierno de Dios, la liberación de los «afligidos» y el juicio de los soberbios resultará de la identificación de Cristo con su pueblo sufriente.

V. 30-42 – Estos versículos nos llevan al futuro: vemos a Cristo sometiendo a todos sus enemigos en el ejercicio de su poder victorioso. Este poder por el cual él derrota a todos sus adversarios es atribuido a Dios (v. 30-36). En el poder de su fuerza, Cristo persigue a sus enemigos hasta que todos son puestos bajo sus pies y expulsados como el polvo del viento (v. 37-42).

V. 43-45 – Liberado de todos sus enemigos, Cristo aparece en el reino glorioso que sigue a sus victorias; es establecido sobre todas las cosas y todos están sometidos a él.

V. 46-50 – Estos versículos presentan a Cristo convirtiendo sus victorias, su exaltación y la sumisión de todos sus enemigos a la gloria y alabanza de Dios.

4.19 - Salmo 19

El testimonio de la creación al mundo entero, con el testimonio particular de la Ley a Israel.

V. 1-6 – Los primeros versículos de este Salmo dan testimonio del poder y la sabiduría de Dios, dados al mundo entero. 3 partes de la creación están involucradas en este testimonio. Primero, los cielos y su vasta extensión; segundo, la manifestación continua del día y la noche; tercero, la salida y puesta del sol.

Por lo tanto, el Espíritu de Dios ha escogido aquellas partes de la creación que el hombre no puede corromper. La tierra ha sido dada al hombre y, en la medida en que ha sido corrompida, deja de dar verdadero testimonio de la gloria de Dios. Los cielos permanecen intactos, y las 3 esferas de la creación ante nosotros dan testimonio universal de las partes habitables de la tierra. Este testimonio se extiende por todo el mundo, hasta los confines de la tierra.

V. 7-11 – El testimonio de la creación es seguido por el de la ley sobre el horror que Dios siente por el pecado; se dirige especialmente a la nación de Israel y a la conciencia del hombre. El testimonio de la Ley se presenta como «perfecto»: da una regla perfecta de vida al hombre en la tierra. Es «fiel», «recto», «puro», «permanece para siempre»; su valor es inestimable; por medio de él, los que guardan los preceptos de Jehová reciben una gran recompensa.

V. 12-14 – La oración de los fieles pidiendo que estos testimonios, que apelan a la conciencia, sean beneficiosos para ellos. El alma desea ser sondeada por la Palabra para discernir lo que solo Dios ve como pecado, para ser preservada de los pecados cometidos con orgullo; y, así purificada y custodiada, desea ser agradable en palabra y en meditación de su corazón a Aquel que es su Redentor.

4.20 - Salmo 20

El testimonio de Cristo –el testigo fiel– en medio de un mundo malvado.

Este Salmo repasa toda la historia de Cristo en su camino de sufrimiento en la tierra. Los fieles ven en él como el testigo seguro de Dios; Cristo les asegura todas sus bendiciones. También su única garantía ante Dios es Cristo, su sacrificio y sus peticiones. Ya no es el testimonio de la creación como en el Salmo 19, sino el de una Persona viva –el Ungido de Dios– que descendió en medio de un pueblo impío, y sufriendo en las manos de los hombres.

Este Salmo anticipa a los judíos fieles reconociendo al Ungido de Dios –su Salvador– en Cristo sufriendo y rechazado. En el tiempo del Evangelio, Simeón ve en Cristo la salvación de Dios, reconociendo al mismo tiempo que será rechazado por la nación, que será «señal que será contradicha» (Lucas 2:34). Simeón y los asociados con él representan al remanente fiel del fin. Antes del Remanente, hacen los mismos experimentos.

V. 1 – Identificándose con Cristo rechazado, los fieles lo ven «en el día de conflicto» rodeados de sus enemigos y miran a Jehová para que proteja a su Ungido.

V. 2 – Ven un aumento de la angustia. Getsemaní es alcanzado, y ellos confían en Jehová para dar ayuda y fuerza a Cristo (Lucas 22:43).

V. 3 – La cruz está a la vista, y el deseo fiel de que el sacrificio supremo sea levantado como un olor dulce ante Jehová.

V. 4 – En virtud de la aceptación del sacrificio, esperan que Jehová responda a los deseos del corazón de Cristo.

V. 5 – Los fieles expresan su gozo y confianza en Dios, conscientes de que su bendición está ligada a la liberación de Cristo de la muerte por intervención divina. Dicen: «Nos alegraremos en tu salvación, y alzaremos pendón en el nombre de nuestro Dios». Reconociendo que todas las bendiciones dependen de Cristo, y no de ellos, dicen: «Conceda Jehová todas tus peticiones» ... te defienda... te ayude... haga memoria de todas «tus» ofrendas... acepte «tu» holocausto... cumpla todo tu consejo... ¡todas tus peticiones!»

V. 6-9 – Asegurado por la fe que Cristo será escuchado, y que Jehová intervendrá «desde sus santos cielos con la potencia salvadora de su diestra», que librará a su Ungido en el poder de la resurrección, el Remanente tiene confianza en que todos sus enemigos caerán y que él será levantado. De esta manera, Cristo resucitado y glorificado se convierte en el recurso de su pueblo.

4.21 - Salmo 21

El testimonio del Cristo vivo, exaltado sobre sus enemigos.

Aquí tenemos la respuesta completa a los deseos expresados por los fieles en el Salmo 20, que presentaba a Cristo como el testigo fiel de Dios en medio de sus enemigos; aquí lo vemos como el testigo glorificado de Dios sobre todos sus adversarios.

V. 1 – El Cristo glorificado llega a ser un testigo del poder y la salvación de Jehová. Los fieles pueden decir: «El rey se alegra en tu poder, oh Jehová; y en tu salvación, ¡cómo se goza».

V. 2 – Además, la exaltación de Cristo es un testimonio de que todos los deseos de su corazón estaban de acuerdo con los pensamientos de Dios, porque los fieles dicen: «Le has concedido el deseo de su corazón, y no le negaste la petición de sus labios».

V. 3-6 – La exaltación de Cristo confirma también la plena satisfacción de Dios y su infinita buena voluntad en Aquel a quien los hombres han rechazado. Contemplando a Cristo en gloria, los fieles pueden decir: «Porque le has salido al encuentro con bendiciones de bien; corona de oro fino has puesto sobre su cabeza». Sus días han sido acortados por las manos de los hombres; de Dios, recibe «largura de días eternamente y para siempre». Lo cubrieron de vergüenza y desprecio, Dios le dio gloria, honor y majestad. Los hombres han acumulado pruebas y dolores en su camino, Dios lo ha bendecido para siempre y lo ha llenado de gozo a través de su favor divino.

V. 7 – Esta exaltación y bendición son consideradas como la respuesta directa a la fidelidad de Cristo cuando sufrió a manos de los hombres. «Por cuanto el rey confía en Jehová, y en la misericordia del Altísimo, no será conmovido», dice el remanente fiel.

V. 8-12 – En los versículos 3 al 7, la exaltación de Cristo da testimonio del gobierno justo de Dios. Es justicia pura que Aquel que ha sido testigo fiel de Dios en medio del mal sea exaltado en gloria. En los versículos 8 al 12, el juicio ejecutado sobre los enemigos de Cristo da testimonio del gobierno justo de Dios. Es pura justicia que aquellos que han rechazado a Cristo –el testigo fiel de Dios– sean juzgados (Juan 16:9-11). Aquel a quien el hombre ha rechazado es llamado a ejecutar el juicio (Hec. 17:31). «Tu mano» alcanzará a todos tus enemigos. Tu diestra encontrará a los que te aborrecen». No solo los malvados serán juzgados, sino que el «fruto» de su maldad perecerá de sobre la tierra. La total impotencia de todos aquellos que se oponen a Jehová se manifestará. No podían llevar a cabo el mal que habían tejido y los malos designios que habían imaginado.

V. 13 – Finalmente, la exaltación de Cristo, con el juicio de sus enemigos como parte de ella, llevará a los fieles a alabar a Dios: «Cantaremos y alabaremos tu poderío».

4.22 - Salmo 22

Cristo, la santa Víctima, abandonado por Dios cuando realizó la expiación en la cruz.

Estos versículos ocupan un lugar muy especial en el libro de los Salmos: encontramos en ellos el fundamento correcto sobre el que se basan todas las bendiciones de los redimidos, descritas en los otros Salmos.

V. 1-2 – Los 2 primeros versículos dan el gran tema de este pasaje: los sufrimientos expiatorios de Cristo. En el curso del Salmo se nos presentan otros sufrimientos, pero solo para llegar a él: el dolor supremo, el abandono de Dios.

En estos versículos, ya no se trata de los hombres y de los tormentos que infligieron a Cristo, el santo mártir, sino que se nos concede considerar los sufrimientos que el Señor ha conocido de Dios, como la santa Víctima, cuando fue sacrificado a causa del pecado. Los Evangelios nos dan la historia externa de esta maravillosa obra; el Salmo 22 describe los sentimientos y pensamientos de Cristo cuando lo estaba haciendo.

Así vemos en este Salmo a Aquel que ha sido completamente abandonado por Dios. En su angustia no encontró ayuda en Dios. «Las palabras de su clamor» no tienen eco con Dios. Su grito no recibe respuesta de Dios. La noche no le trae descanso de Dios. Sin embargo, Aquel que experimenta tal abandono es el único hombre perfectamente justo en la tierra. Además, este Justo, aunque abandonado, mantiene una confianza inquebrantable en Dios. Todavía puede decir: «Dios mío», y en la conciencia de su propia perfección, puede preguntar: «¿Por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?»

V.3 – El abandono de un hombre en apuros perfectamente recto parece completamente incompatible con los caminos de Dios hacia los hombres. Sin embargo, sabemos que no puede haber injusticia en Dios. Así aprendemos de los labios del mismo Cristo que en esta ocasión única y solemne, Dios fue perfectamente justo al abandonar al justo perfecto; de hecho, el Señor puede decir: «Tú eres santo». El que es abandonado por Dios, por lo tanto, justifica plenamente a Dios. Sin embargo, estas palabras hacen más que garantizar la santidad de Dios a través del abandono de Cristo en la cruz. Subrayan la necesidad absoluta de que Cristo sea abandonado cuando cargó con los pecados, para que la santidad de Dios pueda ser satisfecha y el hombre pueda ser bendecido.

Así, pues, en este Salmo maravilloso, la cruz es puesta ante nosotros, no para exponer la maldad del hombre, que debe ser juzgado, sino para presentar la obra expiatoria de Cristo. Mantiene la gloria de Dios, asegura la bendición del creyente y sienta las bases necesarias para el cumplimiento de todos los consejos de Dios.

En su vida de perfecta obediencia, Cristo glorificó a Dios a través de su perfecta bondad. En su muerte, glorificó a Dios en que fue hecho pecado y trajo sobre él el juicio debido al pecado; por lo tanto, declaró una vez por todas que Dios es un Dios santo que odia el pecado y no puede pasar por alto el pecado.

Además, llevando los pecados y el juicio debido al pecado, siendo hecho pecado y sufriendo el castigo del pecado, Cristo asegura la bendición eterna del creyente.

Finalmente, a través del trabajo expiatorio, se establece la base correcta para el cumplimiento de todo el consejo de Dios. Dios ha ofrecido vivir entre un pueblo que lo alaba. Aquí es la alabanza de Israel lo que está especialmente a la vista; pero esta misma obra por la cual Dios podrá morar durante el reino milenario en medio de un pueblo que lo alaba, le permitirá morar con los hombres y reconocerlos como su pueblo –lo reconocen como su Dios– en los cielos nuevos y en la tierra nueva en el estado eterno (Apoc. 21:1-3).

V. 4-5 – El caso único del hombre justamente abandonado se pone de relieve por el contraste con los caminos de Dios hacia todos aquellos que han puesto su confianza en él. Toda la historia prueba que los padres que confiaron en Dios fueron liberados. Ciertamente los justos pueden haber sufrido el martirio, pero nunca antes un hombre justo había sido abandonado por Dios.

V. 6-8 – A diferencia de los padres, aquí vemos a Aquel que fue tratado como menos que un hombre. Debe haber conocido el alcance total del desprecio, expresado aquí en siete formas diferentes. Es considerado como menos que un hombre: «Un gusano»; como sin valor: «No hombre»; es humillado: «Oprobio de los hombres»; despreciado por los judíos: «Desprecio del pueblo»; burlado por los hombres...: «Me escarnecen»; es objeto de sus insultos: «Estiran la boca» contra él; su hazmerreír: «Menean la cabeza: Se encomendó a Jehová; líbrele él, sálvele puesto que en él se complacía».

V. 9-11 – Sin embargo, Aquel a quien los hombres despreciaban y a quien Dios abandonó era el único hombre absolutamente justo, aquel que desde el momento en que entró en el mundo se caracterizó por su perfecta confianza en Dios; podía decir: «Pero tú eres… el que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre». También era totalmente dependiente, porque podía añadir: «Desde el vientre de mi madre», y perfectamente sumiso: «Tú eres mi Dios». Y, sin embargo, el único cuya confianza, dependencia y sumisión a Dios fueron absolutamente perfectas desde el principio hasta el final de su vida; en la tierra está sumido en la angustia más profunda: «No hay quien ayude».

V. 12-15 – En los versículos que siguen, la prueba siempre se presenta como dada por Dios, aunque se considera más especialmente que viene de la mano del hombre. En los versículos 12 al 15, se trata del odio mortal de la nación judía. En los versículos 16 al 20, es la oposición de los gentiles a Cristo. Finalmente, en la primera parte del versículo 21, el Señor es llamado a encontrar el poder del diablo.

Cerrando los ojos a la razón e indiferentes a la justicia, con violencia desenfrenada y rabia, como el toro mostrando toda su inmensa fuerza cuando se excita, los líderes de la nación judía usaron su posición de poder para oponerse mortalmente al Señor. Como un león que ruge ante su presa, estaban decididos a dar muerte a Cristo.

Ningún sufrimiento corporal fue ahorrado al Señor, pues en esta terrible situación tuvo que soportar la prueba bajo todas sus formas. La postración total, el alargamiento de cada miembro de su cuerpo, la sed; todo está puesto ante nosotros en este Salmo.

Sin embargo, el Señor no se detiene ante el hombre que es la causa directa de estos sufrimientos: ve la mano de Dios. Puede decir: «Me has puesto en el polvo de la muerte». Él tiene ante su alma santa no solo la maldad del hombre, sino la santidad de Dios que emplea al hombre para llevar a cabo su voluntad.

V. 16-18 – Los versículos 16 al 20 ponen ante nosotros la oposición de los gentiles a Cristo. Como los perros, que actúan sin corazón y sin conciencia, entregan hasta la muerte a Aquel a quien reconocen inocente. Le perforan las manos y los pies, y con brutalidad e insensibilidad, ignorando la vergüenza y la compasión, lo miran y echan suerte sobre sus ropas.

V. 19-21a – Dos veces en el curso de este Salmo, Cristo, la Santa Víctima, clamó a Dios, pidiéndole que no se alejara de él en sus sufrimientos (v. 1 y 11); por tercera vez aquí se apartó de sus perseguidores y de sus sufrimientos para mirar más allá de los hombres, a Dios; puede decir: «Y tú, Jehová, no te alejes». Es claro, pues, que la oposición de los hombres se nos presenta no tanto para mostrar su terrible maldad, una maldad que, en otros Salmos, exige juicio, sino más bien para subrayar que incluso en los sufrimientos causados por los hombres, el Señor no ha obtenido la ayuda de Dios. Así, pues, el abandono total de la cruz, en vista de la expiación, es puesto ante nosotros. Sin embargo, en la angustia, la confianza de Cristo en Dios permanece inquebrantable. Si en su perfecta sensibilidad ha sentido los sufrimientos infligidos por el hombre, los recibe como provenientes de Dios (v. 15). Así que es solo de Dios que busca ayuda y alivio.

Se espera una triple liberación: primero de la espada del juicio, luego del poder del hombre y finalmente del poder de Satanás –de la boca del león. Sin embargo, el Señor debe pasar por un juicio antes de que pueda tener lugar la liberación. La palabra del Jehová pronunciada por el profeta debe cumplirse en primer lugar: «Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos» (Zac. 13:7).

V. 21b) – El sufrimiento bajo todas sus formas ha sido soportado: la enemistad de los judíos, la oposición descarada de los gentiles, la maldad de Satanás, y sobre todo el abandono de Dios durante la expiación. Cuando todo se completa, cuando se realiza la infinita obra expiatoria, cuando se alcanza la culminación del sufrimiento, representado por los cuernos de los búfalos, entonces solo se oye el grito de la Santa Víctima y llega la respuesta. Cristo puede decir: «Líbrame de los cuernos de los búfalos». La resurrección es para la humanidad la prueba de que Cristo ha sido escuchado y que su obra ha sido aceptada. Sin embargo, Cristo mismo es consciente de ser escuchado y aceptado en el mismo momento en que se completa la obra de expiación. Por lo tanto, los Evangelios nos muestran al Señor para que se exprese inmediatamente en el lenguaje de la comunión perfecta. Ya no dice: «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has desamparado?» sino «¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!» (Lucas 23:46).

Inmediatamente pasamos por el campo de la resurrección y luego, en la segunda parte del Salmo, tenemos los benditos resultados de la obra de Cristo en la cruz. Los sufrimientos de Cristo en la cruz tienen un doble carácter. El Señor sufrió como un mártir paciente por parte de los hombres; sufrió como la Víctima santa bajo la mano de Dios. Sus dolores como mártir reclaman el juicio de un Dios santo que no puede permanecer indiferente a los insultos acumulados sobre Cristo; también los Salmos que presentan sus sufrimientos soportados como mártir, como el Salmo 69, hablan también del juicio de sus enemigos. Sus dolores como Víctima santa abren el camino para bendecir al hombre. En nuestro Salmo tenemos entonces un río de gracia que fluye de la cruz y se ensancha a medida que fluye.

V. 22-24 – Esta bendición está ligada a la declaración del nombre de Dios. Sabemos que es el nombre del Padre, que revela el corazón del Padre y todas las bendiciones que él mismo se ha ofrecido. Este nombre es anunciado por Cristo resucitado a los pocos discípulos que había reunido en torno a él en la tierra, y a los que nombra por primera vez sus «hermanos» en su mensaje: «Vete a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, y a mi Dios y vuestro Dios» (Juan 20:17).

Poco después, cuando los discípulos estaban reunidos, con las puertas cerradas, el Señor apareció en medio de ellos y llenó sus corazones de gozo –cantó alabanzas. La bendición no se limita a los pocos que están reunidos con el Señor en medio de ellos. Afecta a todos los fieles de Israel que temen a Jehová. Necesitan saber que Dios ha aceptado el gran sacrificio. «Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó». Podemos apreciar solo débilmente la inmensidad de la expiación, pero nuestra bendición no depende de la medida de nuestra estimación, sino de la perfecta apreciación de Dios y de su infinita satisfacción con la obra de Cristo.

V. 25-26 – El río de la gracia se ensancha aún más, porque ahora se le llama la «gran congregación». Es Israel como un todo, reunido y restaurado para la bendición del Milenio. Cristo guiará la alabanza de los suyos y cumplirá cada promesa hecha. Entonces los deshuesadores comerán y serán saciados, Jehová será alabado, y no habrá más corazones rotos y vacíos, sino que serán corazones que vivirán para siempre en la plenitud del gozo.

V. 27-29 – La bendición todavía se extiende para abrazar los confines de la tierra y todas las familias de las naciones. Todos recordarán lo que Cristo hizo en la cruz; se volverán a Jehová y lo adorarán. El que ha sido rechazado por los hombres gobernará entre las naciones. La bendición llegará a todas las clases: los que están en la prosperidad –la grasa de la tierra, los que están en la miseria– listos para descender al polvo, y los pobres que no pueden sostener sus almas.

V. 30-31- Finalmente la bendición será derramada a lo largo del Milenio hasta las generaciones futuras. Su justicia –manifestada en la expiación, en la exaltación de Cristo y en la abundancia de bendiciones– será contada a una generación que nacerá. Y la inmensa multitud de los redimidos querrá reconocer «que él hizo esto». Este vasto río de bendición, que apareció como un pequeño arroyo entre unos pocos discípulos en el día de la resurrección, que se hinchó con el paso del tiempo y volverá a fluir en el Milenio, ampliándose para abarcar todos los confines de la tierra y extendiéndose a generaciones que aún no han nacido, tiene sus raíces puras en los sufrimientos expiatorios de Cristo: «Él hizo esto».

La respuesta al grito expresado en las tinieblas de la cruz: «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has desamparado?» vendrá de en medio de una multitud innumerable de adoradores, introducidos en la bendición eterna, y que podrán decir mirando hacia atrás, en la cruz: «Él hizo esto».

4.23 - Salmo 23

Cristo, como pastor, la confianza de los fieles al pasar por este mundo.

El Salmo 22 presenta a Cristo en la cruz reclamando los derechos de Dios y propiciando por su pueblo. En el Salmo 23, vemos a Cristo satisfaciendo las necesidades diarias de su pueblo y guiándolo a través del desierto. La primera aplicación es para el remanente fiel de Israel que, a través de todas las pruebas, será introducido en la bendición milenaria, en relación con la casa de Jehová en la tierra. Pero estos caminos de Dios hacia Israel y la bendición en la que se introducen los judíos hablan en figura de las bendiciones superiores que, por gracia, son parte del cristiano. Por lo tanto, este Salmo es rico en instrucción y consuelo para nuestros días. Su tema principal es la confianza de los fieles en Cristo, el Pastor, basada en la experiencia de lo que él es en todas las circunstancias.

V. 1 – El Salmo se abre con la seguridad de los fieles de que el Jehová es su Pastor. Todo lo demás se deriva de esta seguridad. El que murió por el creyente es conocido como Aquel que vive y cuida de sus ovejas. Es en esta confianza que se considera la travesía del desierto y que se satisfacen las diversas necesidades.

Primero, hay necesidades relacionadas con esta escena, pero confiando en Jehová, el creyente dice: «Nada me faltará».

V. 2 – En segundo lugar, además de las necesidades diarias inherentes a la existencia terrenal, hay también necesidades espirituales relacionadas con la vida divina. Al Pastor le gusta responderlas. Él restaura el alma en verdes pastos y la conduce a aguas tranquilas.

V. 3 – En tercer lugar, desafortunadamente, puede haber fracasos y, aunque no haya pecado obvio, el alma puede experimentar una somnolencia que resulta del contacto con las cosas de este mundo. Pero el Pastor la restaura; la conduce por senderos de justicia, por su nombre.

V. 4 – En cuarto lugar, el creyente puede ser confrontado con su propia muerte. El alma tendrá entonces que cruzar el valle de la sombra de la muerte. También aquí el Pastor está presente: guía con su vara y apoya con su bastón.

V. 5 – En quinto lugar, los enemigos muestran su enemistad. Jehová es más grande que todos nuestros enemigos; incluso en su presencia nos alimenta, nos cubre de bendiciones y hace que nuestra copa se desborde.

V. 6 – En sexto lugar, el camino que tenemos por delante puede causarnos aprensión. La experiencia de lo que el Pastor ha sido para él en el pasado le da al creyente una confianza inquebrantable para el futuro. El salmista puede decir: «Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida». En séptimo lugar, la eternidad está ante nosotros. Pero no asusta a nadie que pueda decir: «Jehová es mi pastor», porque, con la más absoluta confianza, el alma puede concluir: «En la casa de Jehová moraré por largos días».

4.24 - Salmo 24

Cristo, el Rey de gloria, asociando a su pueblo cuando entra en su reino sobre toda la tierra.

En el Salmo 22, Cristo es visto como la Víctima sin mancha, sufriendo por su pueblo. En el Salmo 23, él es el Pastor que guía a su pueblo a través de un mundo hostil. El Salmo 24 lo presenta como el Rey, asociando a su propio pueblo en su reino de gloria.

Este Salmo pone ante nosotros de una manera muy preciosa el triple fundamento sobre el cual Cristo toma posesión de su reino. Primero, como creador (v. 1-2); segundo, en respuesta a su perfección intrínseca (v. 3-5); tercero, en virtud de su poderosa obra en la cruz (v. 8).

V. 1-2 – El reino de Cristo se extenderá a todo el mundo y a todos los que viven en él. La tierra y todo lo que contiene pertenece legítimamente al Señor, porque él es el creador de todas las cosas: «Porque él la fundó» (comp. Apoc. 4:11).

V. 3-6 – Además, el reino de Cristo será la respuesta, no solo a sus derechos como creador, sino a la perfección intrínseca de su vida. Se hace una pregunta: «¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?» La montaña –la colina de Sion– habla del reino de justicia establecido en gracia. El lugar santo es una alusión al templo y un acceso a Dios para la adoración. ¿Quién entonces es moralmente capaz de gobernar desde Sion sobre los hombres y quién puede acercarse a Dios en su templo?

El versículo 4 da la respuesta. Solo puede ser el que, en su andar y en sus caminos, es recto hacia Dios y hacia el prójimo. Aquel que, ante los ojos de Dios, tiene manos inocentes y un corazón puro. ¿Quién sino Cristo nunca ha amado a Dios con todo su corazón, alma y mente? ¿Y quién sino Cristo nunca ha amado a su prójimo como a sí mismo?

¿No habrá una respuesta o recompensa por tal perfección en la gloria venidera? Ciertamente habrá uno; el versículo 5 habla de ello: «Recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación». Pero si solo Cristo satisface estas demandas en perfección, una generación también ha caminado en temor de Dios buscando su rostro. Esta generación estará asociada con Cristo en su reino, se encontrará en el piadoso remanente de Israel, así como en un grupo de creyentes de entre los gentiles, a quienes se dice «los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob». (*)

(*) Este parece ser el significado más probable de este pasaje un tanto difícil: la primera parte del versículo se refiere a los judíos fieles, la segunda parte a los gentiles fieles que buscan el rostro de Dios en medio de Israel.

V. 7-10 – Los últimos versículos del Salmo celebran la entrada de Cristo, como el Rey de Gloria, en el santuario entre su pueblo. La pregunta es: «¿Quién es este rey de gloria?» La respuesta proclama la gloria de su persona y de su obra. Es «Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla». Por su pueblo ganó la gran victoria de la cruz sobre todos los enemigos. De esta manera, discernimos no solo sus derechos al reino como creador, o sus derechos como hombre perfecto, sino también el fundamento correcto de cualquier bendición para su pueblo: la brillante victoria de la cruz.

Una vez más se plantea la pregunta: «¿Quién es este rey de gloria?» Entonces aprendemos no solo que él es Jehová poderoso en la batalla, sino también el «Jehová de los ejércitos». Él es el que se une al inmenso ejército de los redimidos. Él es el Fuerte y Poderoso que ha mantenido la santidad de Dios y ha ganado una gran victoria para su pueblo en la cruz. Él es el que, como el Pastor, guio a su pueblo por el desierto, y que, como el Rey de Gloria y Jehová de los ejércitos, llevará a su pueblo a la bendición milenaria del reino.

4.25 - Salmo 25

La confianza del piadoso remanente en la bondad y la justicia de Jehová, manifestada por la confesión de los pecados y el derramamiento del corazón ante Dios.

Grupos anteriores de Salmos nos han mostrado las experiencias de los fieles en circunstancias difíciles y en la presencia de sus enemigos durante los próximos días del Anticristo.

En este Salmo y en los siguientes, estas son todavía las experiencias del Remanente fiel, pero hay una diferencia. Entre estos dos grupos, en los Salmos 20 al 24, se presentaba a Cristo; por lo tanto, los ejercicios del alma que se describen en esta nueva serie de Salmos son el resultado del conocimiento de la gracia de Dios que obra en justicia sobre la base de la obra de Cristo. Los ejercicios toman entonces una forma más espiritual que antes, y por primera vez se confiesa el pecado.

V. 1-3 – El Salmo se abre con una expresión de «sumisión» a Jehová: «A ti, Jehová, levantaré mi alma»; de «confianza» en Jehová: «En ti confío»; y de «dependencia» de Jehová, los que «esperan en ti». El creyente está seguro de que nunca se confundirá.

V. 4-7 – Esta expresión de confianza en Jehová va seguida de una oración: que el alma sea dirigida y conducida de una manera que esté en armonía con la naturaleza misma de Dios. Por lo tanto, el alma habla de «tus caminos», «tus sendas», «tu verdad», «tus misericordias», «tu bondad».

V. 8-10 – En estos versículos, el alma reconoce que todos los caminos de Dios hacia los pecadores están de acuerdo con su naturaleza, y por lo tanto son ejercidos en bondad y justicia; a la luz del cristianismo, diríamos que la gracia reina a través de la justicia. La bendición es para los que son humildes y obedientes.

V. 11 – En virtud de estos caminos de Dios hacia los pecadores, el alma confiesa sus pecados y pide el perdón divino sobre la base de todo lo que Jehová es: «Por amor de tu nombre».

V. 12-15 – El alma piadosa, guiada por el Espíritu, anticipa la respuesta a la confesión de los pecados. El que reconoce su pecado teme a Dios y será guiado por el camino que Dios escoge. Su alma prosperará, heredará las bendiciones terrenales, conocerá el secreto de Jehová y escapará de las trampas del enemigo.

V. 16-22 – En los últimos versículos, el corazón se derrama ante Jehová. El alma está apesadumbrada, abrumada, confrontada con ejercicios profundos, afligida, entristecida y consciente de sus deficiencias, rodeada de enemigos animados por un odio cruel. Como al principio del Salmo, expresa de nuevo su confianza en Dios: «He en ti confié»; su dependencia de Dios: «En ti he esperado»; y mira a Dios para no confundirse en su espera: sabe que Dios redimirá a Israel y pondrá fin a todas las angustias del pueblo.

4.26 - Salmo 26

El hombre piadoso que pide en su integridad ser sondeado por Dios, para que, separado de los pecadores, pueda adorar en el altar de Dios, y contar ante el mundo las maravillas de Jehová.

En el Salmo 25, vimos la confianza en la gracia y justicia de Dios, con la resultante confesión de pecados. El resultado se muestra en este Salmo. La confesión de los pecados es seguida por la conciencia de la integridad ante Dios, la separación de las malas asociaciones, la adoración y el testimonio.

V. 1-2 – Consciente de la justicia de su corazón, el hombre devoto confía en Jehová y le invita a examinar sus pensamientos y afectos. Pide a Dios que lo investigue y lo ponga a prueba, para que todo engaño desaparezca de sus motivos y afectos.

V. 3-5 – El salmista establece entonces las razones que lo llevan a invitar a Jehová a sondearlo. Primero, la bondad de Jehová está ante su alma. Se da cuenta de que Dios está lleno de gracia para responder a todo lo que Su examen traerá a la luz. En segundo lugar, su funcionamiento práctico está de acuerdo con lo que es apropiado para un hombre piadoso. Él puede decir: «Ando en tu verdad». Tercero, se había mantenido en la separación práctica de los pecadores.

V. 6-8 – En estos versículos, el salmista habla de los resultados que resultan de un caminar en la verdad y del mantenimiento de la separación del mal. Primero, los fieles pueden acercarse al altar de Dios con manos puras para adorar; segundo, pueden contar todas las maravillas de Jehová ante el mundo.

V. 9-10 – La separación del mal, la consagración a Dios y el testimonio de Dios se verán opuestos por los pecadores y los hombres violentos, caracterizados por sus malas intenciones y corrupción. Por lo tanto, el alma pide ser preservada de los malvados.

V. 11-12 – Protegido del mal, caminando en integridad, liberado de sus enemigos y rodeado de la gracia de Dios, el hombre piadoso, de manera unida, bendecirá a Jehová con el pueblo de Dios.

4.27 - Salmo 27

La confianza del creyente cuando está rodeado de enemigos, y los ejercicios de su alma ante Jehová.

En la primera parte del Salmo (v. 1-6), el creyente tiene gran confianza ante la presencia de enemigos por lo que ha encontrado en Jehová: luz y salvación. En el segundo (v. 7-14), pasa por ejercicios profundos del alma ante Jehová a causa de lo que descubre en sí mismo.

V. 1 – Este versículo presenta el fundamento de la confianza del creyente. Puede decir: «Jehová es mi luz y mi salvación» y «Jehová es la fortaleza de mi vida». Es de Jehová que tiene «luz» en medio de las tinieblas que lo rodean; el fiel sabe que será liberado de todos sus enemigos en el momento elegido por Jehová. Mientras tanto, puede contar con el apoyo divino.

V. 2-3 – Con Jehová como su «luz», su «salvación» y su «fuerza», el creyente sigue confiando ante la presencia de sus enemigos, ya sea que vengan individualmente a atacar su alma como una bestia sin conciencia, ya sea que acampen contra él como un «ejército» o que el ataque siga siendo una «guerra».

V. 4 – Liberados del temor de sus enemigos, los fieles, de corazón recto y ocupados en un solo objeto, pueden desear habitar en la casa de Jehová, «contemplar» su belleza e «inquirir» por él.

V. 5-6 – Liberado del temor de sus enemigos y gozando de la presencia de Jehová, el creyente es sostenido en los días difíciles: Dios «me esconderá» y «me ocultará». En el futuro, cuando estos tiempos malos terminen, los fieles serán elevados públicamente por encima de todos sus enemigos y, desde este lugar de gloria, alabarán a Jehová.

V. 7-10 – En estos versículos, tenemos los ejercicios del creyente en presencia de Jehová. Ante el enemigo ha descubierto la fuerza de Jehová; ante Jehová se da cuenta de su propia debilidad. Animada por Dios a buscar su rostro, el alma se vuelve hacia él; entonces ve su pecado, un pecado que merece la ira divina. Sin embargo, es en la presencia de la gracia, que puede responder a todo, que los fieles descubren la maldad de su propio corazón, porque ¿no es la gracia de Jehová que dijo: «Buscad mi rostro»? El hombre debe ser abandonado por su pecado, pero la gracia, a diferencia de la naturaleza, no dejará a los desdichados (comp. Pedro en Lucas 5:8-11).

V. 11-12 – El creyente, consciente de la gracia, implora a Jehová. Le pidió que se le enseñara el camino a seguir y se le guiara por un camino unido, para que el enemigo no encontrara algo que reprochar en su marcha. Porque muchos son los que se oponen a los fieles, dispuestos a acusarlos falsamente y a oponerse a ellos violentamente.

V. 13-14 – A pesar de la maldad del hombre, el alma espera la bondad de Jehová, que traerá al creyente a la tierra de los vivos después de los días malos. Los fieles tendrán que esperar algún tiempo para recibir la plenitud de la bendición, pero mientras tanto, Jehová fortalecerá su corazón.

4.28 - Salmo 28

El deseo del creyente de mantenerse separado de un mundo que está por delante del juicio.

V. 1-3 – En medio de una nación malvada que desciende al abismo, el judío devoto ruega a Jehová que responda a su clamor y que no permita que se deje llevar por los malvados o engañar por la bella apariencia que se pueden dar a sí mismos: «Hablan paz con sus prójimos, pero la maldad está en su corazón».

V. 4-5 – El judío piadoso espera el juicio de los impíos. Este juicio les llegará, primero por sus pecados: la obra de sus manos; y segundo, porque desprecian las obras de Jehová.

Estos son los principios permanentes de los caminos de Dios en el juicio. Dios no puede pasar por alto el pecado, pero tiene un recurso para quitarlo: la muerte de Cristo. Si los hombres rechazan lo que Dios ha previsto en gracia, su mano caerá sobre ellos en el juicio. Pero este juicio no es solo la consecuencia de su pecado. También vendrá sobre ellos porque descuidan a Cristo (Hebr. 2:3).

V. 6-8 – El alma piadosa sabe que Jehová ha oído su clamor. Ella puso su confianza en Dios, fue rescatada y se regocija. Cristo es el fundamento de su confianza; el alma puede decir que Jehová no es solo la fuerza de los fieles, sino que es «Jehová es la fortaleza de su pueblo, y el refugio salvador de su ungido». Por lo tanto, los fieles se vuelven al recurso de Dios en gracia e invocan al Ungido –Cristo– que intervino y sufrió en su lugar, y que fue liberado de todos sus sufrimientos (Sal. 22:21).

V. 9 – Si el Ungido ha sido liberado de sus sufrimientos, aquellos por quienes los soportó serán salvos. El salmista puede entonces decir con confianza a Dios: «Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad». Incluso si por un tiempo los creyentes deben pasar por el sufrimiento y dar la apariencia de ser rechazados, Dios, sin embargo, pastoreará a los suyos y eventualmente los elevará para siempre, en contraste con aquellos que descienden al abismo (v. 1).

4.29 - Salmo 29

Estímulo para los fieles cuando los grandes del mundo se oponen a ellos. El que cuida de ellos es más poderoso que los poderosos de este mundo.

El Salmo 29 no es una oración de los fieles, ni una declaración de su angustia, ni la expresión de sus ejercicios. Es un testimonio claro de la fuerza y la gloria de Jehová, para el aliento de su pueblo cuando es oprimido en los últimos días por las grandes potencias de este mundo.

V. 1-2 – El Salmo comienza con la llamada a los grandes hombres de la tierra a reconocer a Jehová: Dadle «gloria y poder», adoradle «en la hermosura de su santidad».

El significado literal de la expresión «hijo de los poderosos» (o: grande, poderoso) es: «dioses», palabra que, según una interpretación ampliamente aceptada, no se refiere nunca a «Dios», sino siempre a «los dioses» (Éx. 15:11; Dan. 11:36). Estos no son seres angélicos, sino personas poderosas que son responsables ante Dios, como sus representantes en el gobierno de la tierra (Juan 10:34-35). Todos ellos han fracasado inevitablemente, primero al tratar de gobernar con su “propia fuerza”, y segundo, al usar su posición de autoridad para avanzar en su “propia gloria”. Así Nabucodonosor, la primera cabeza de las naciones, se jactaba del poder de su fuerza y de la gloria de su magnificencia para su propia ruina (Dan. 4:30-31). Asimismo, en un futuro próximo, el último imperio de las naciones, confiando en su fuerza y gloria, será invitado a rendir homenaje «a quien hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas» (vean Apoc. 14:7). A pesar de los juicios que vendrán sobre las naciones, sabemos que los hombres no se arrepentirán para dar gloria a Dios (Apoc. 14:6-7; 16:9). Esta negativa a dar gloria a Dios conducirá al juicio final y total de las naciones vivas en Armagedón.

V. 3-9a) – Este gran juicio final del día de Jehová se presenta bajo la imagen de una tormenta que cae de norte a sur sobre la tierra de Israel. Ella nos habla del poder irresistible de Jehová en el juicio. Oímos la voz de Jehová en el rugido de las aguas y el sonido del trueno de las olas, cuando la tormenta se abate sobre las costas y estalla en toda su furia sobre las montañas del Líbano y del Hermón, rompiendo los poderosos cedros. Los surcos de los relámpagos son seguidos por el estruendo de los truenos sobre el desierto de Cades. Detrás de estas fuerzas destructivas de la naturaleza, encontramos el inmenso poder de Dios que caerá sobre las naciones en la próxima tormenta de juicio. Isaías, en su descripción del juicio que introducirá el día de Jehová, usa imágenes similares. Habla de los cedros del Líbano como representantes de los grandes del mundo. También dijo que Jehová «para castigar la tierra» en el día del juicio (Is. 2:12-13, 19).

V. 9b) – La segunda parte del versículo 9 nos transporta más allá de la tormenta a la calma perfecta del templo de Jehová, donde todo dice: ¡Gloria! Pero esta es la gloria de Jehová. En su templo se manifiesta la gloria de Dios.

V. 10-11 – Los últimos versículos presentan la bendición de los fieles que estaban en el templo y adoraban a Jehová en santa gloria. Se dan cuenta de que Jehová está por encima de las tormentas de este mundo, no importa cuán intensas sean. Por muy poderosos que sean los grandes de la tierra, Jehová es más poderoso. Tal vez los hombres son fuertes por un tiempo: Jehová es «Rey para siempre».

El que es más poderoso que los poderosos, puede dar fuerza a su pueblo y mantenerlo en perfecta paz.

4.30 - Salmo 30

La liberación de Jehová a favor de los fieles cuando se encuentran en la profundidad de su angustia.

Las bendiciones de Israel, principalmente terrestres y materiales, contrastan con las de los cristianos, que son celestiales y espirituales. Cuando estaban en prosperidad, el pueblo de Israel confiaba en sus bendiciones materiales más que en el Dios que se las dio. En este Salmo, el fiel habla de las experiencias de su vida y de los ejercicios de su alma, a través de los cuales ha aprendido que todas las verdaderas bendiciones provienen del favor de Jehová.

V. 1-3 – Al principio del Salmo, encontramos el resultado de estas experiencias de los fieles; a continuación, se muestra el camino que conduce a esta meta. El salmista está llevado a alabar a Jehová, porque desde lo más profundo de su angustia –mientras estaba rodeado de enemigos y muy cerca de la fosa– fue liberado de sus enemigos y preservado de descender a la fosa.

V. 4-5 – Otros están llamados a regocijarse con él; porque si aun Jehová debe castigar a sus santos por su bien, es solo por un corto tiempo. «Un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida». La noche de llorar termina con la mañana de alegría.

V. 6-10 – En estos versículos encontramos las experiencias del salmista. En los días de su prosperidad, confiando en las circunstancias favorables y olvidando a su Dios, había dicho: «No seré jamás conmovido». Pero aprende que la estabilidad de su situación personal, similar a la fuerza de una montaña, es solo un favor de Jehová. Si Dios escondiera su rostro, el salmista se asustaría inmediatamente, a pesar de la aparente seguridad que conocía en su vida.

En su prosperidad se había olvidado de Jehová; cuando se enfrenta a la angustia, se acuerda de él, le grita y le suplica. Descubrió que, en presencia de la muerte, las circunstancias favorables eran inútiles. En este doloroso final, solo cuentan la gracia y la ayuda de Jehová.

V. 11-12 – En su angustia, el salmista experimentó la liberación de Jehová que transformó una noche de luto en una mañana de alegría, para que el hombre devoto pudiera «cantar» a Jehová y «alabarlo».

4.31 - Salmo 31

La confianza del hombre piadoso, sumido en la angustia; será liberado de todos sus enemigos por la justicia de Dios.

Este Salmo narra la confianza en Jehová del piadoso Remanente que pasa a través de la angustia de los días del fin. Por un tiempo, Dios permanecerá en silencio ante el grito del judío fiel y aparentemente lo abandonará en las manos de sus enemigos. Cristo entró plenamente en tal sufrimiento. Por lo tanto, aunque estos versículos no se aplican literalmente al Señor, encontramos en este pasaje expresiones usadas por el mismo Cristo.

V. 1-5 – Para ser liberado de todos sus enemigos, el hombre piadoso confía en la justicia de Dios y espera a Jehová. Dios, en su justicia absoluta, se convierte en la roca sobre la que puede descansar la fe, la fortaleza contra la que el enemigo no puede hacer nada. Siendo Dios su roca y su lugar fuerte, el creyente espera ser guiado, y guiado por su nombre, ser liberado por el poder de Dios de toda trampa escondida y ser guardado en su espíritu, porque él es uno de sus redimidos.

V. 6-8 – La confianza del alma piadosa no se basa en las vanas supersticiones del hombre, sino en Jehová mismo y en su bondad, en Aquel que ha visto su aflicción y ha conocido sus angustias. Con esta seguridad, los fieles se dan cuenta de que lejos de ser entregados a las manos de sus enemigos, están de pie ante Dios en una posición de libertad en cuanto a su alma.

V. 9-13 – Sin embargo, con respecto a la apariencia externa, el alma está entregada al poder del enemigo. Las circunstancias de esta prueba son puestas ante Jehová. Todo el cuerpo de los fieles se ve afectado; su vida se consume en la tristeza y sus años en el gemido; sus fuerzas se debilitan a causa de su angustia («iniquidad» puede ser más exactamente representada por la “miseria” o “angustia”).

Comparado con otros hombres, el creyente es una vergüenza para sus enemigos; sus vecinos y los que lo conocen lo evitan por temor a tener que compartir su vergüenza y su prueba. Prefieren olvidar a los fieles y tratarlos como un recipiente de desechos inutilizable. Muchos lo calumnian; el hombre piadoso es objeto de terror por todas partes; y algunos conspiran para quitarle la vida.

V. 14-18 – A pesar de esta profunda angustia, sabiendo que sus tiempos están en manos de Jehová, el alma confía en él. Por lo tanto, ella espera que Dios la libere de sus enemigos y desea que el rostro de Dios brille sobre ella. Los fieles no piden ser confundidos, porque él ha invocado a Jehová, sino que los impíos que han despreciado a los justos sean confundidos y obligados a callar.

V. 19-22 – En los últimos versículos encontramos la respuesta al grito del hombre piadoso. Por oscuras que sean las circunstancias, el creyente descubre que la bondad de Dios es «guardada» para los que le temen, aunque, por un tiempo, los hijos de los hombres parezcan tener éxito. Cualesquiera que sean los acontecimientos externos, Dios puede mantener a los suyos escondidos en el lugar secreto de su rostro, cubrirlos con los desafíos de las lenguas y finalmente, manifestar su admirable bondad. Abrumados por las circunstancias, los fieles habían dicho en su agitación: «Cortado soy de delante de tus ojos». Sin embargo, en el tiempo de la angustia más profunda, cuando aparentemente Dios había permanecido en silencio, la voz de la súplica del hombre piadoso había sido escuchada.

V. 23-24 – Como resultado de sus experiencias, el alma llama a todos los fieles a amar a Jehová, a ser fortalecidos y a tener en él la expectativa de ellos.

4.32 - Salmo 32

La bienaventuranza de aquel cuyo pecado ha sido perdonado y en cuya mente no hay fraude.

El principio rector de este Salmo es la confesión completa del pecado a Dios, una confesión que conduce al perdón. Como cristianos, sabemos que en virtud de la muerte de Cristo –por su preciosa sangre– este principio es cierto, ya sea el perdón eterno para el pecador que se acerca a Dios, o el perdón gubernamental para un niño que ha caído y regresa al Padre. En este Salmo, tenemos exclusivamente el perdón del gobierno para el piadoso remanente en Israel.

V. 1-2 – Los primeros versículos indican el tema del Salmo: la bienaventuranza de aquel cuya transgresión es perdonada y cuyo pecado está cubierto. Él es bendecido, no porque no haya pecado, sino porque está cubierto: no es imputado. El pecado no es negado, excusado o disminuido: sería un fraude. Está completamente confesado.

V. 3-5 – Estos versículos muestran a través de qué experiencias ha pasado el salmista para alcanzar esta bienaventuranza. Cuando se callaba, negándose a confesar sus pecados, la mano de Dios moraba en él; su conciencia no le dejaba descansar, ni de día ni de noche. Finalmente, bajo el peso de la mano de Dios, hay una confesión completa. El pecado es reconocido ante Dios, nada se le oculta, y entonces todo es perdonado.

V. 6-7 – Dios es ahora conocido como un Dios de perdón. Por eso –porque es un Dios de perdón– los fieles siempre pueden acercarse a él con confianza, en el momento en que lo encuentran. Vienen días en que los hombres buscarán a Dios, pero no lo encontrarán. Hoy es el tiempo agradable en que, en virtud de la obra de Cristo, se encuentra. El rechazo de la gracia lleva al juicio: entonces los hombres ya no encontrarán a Dios, sino que Dios los encontrará.

Volviéndose con confianza a Dios, el salmista se da cuenta de su seguridad a pesar de los enemigos y dificultades que lo acosan como un diluvio de grandes aguas. Conociendo a Dios como un Dios de perdón, confía en Él y encuentra en preciosa a Aquel que es un refugio en la tempestad, que guarda en la angustia y que da los «cánticos de liberación».

V. 8-11 – Además, el que se dirige a Dios no solo es custodiado, sino también guiado en el camino. Dios guía a los fieles en su camino; tiene sus ojos en nosotros, como Aquel que se interesa profundamente por los suyos. Además, nos da para discernir su pensamiento, para que no seamos como el caballo o el mulo que no tienen inteligencia. Por supuesto, que son dirigidos, pero sin ningún entendimiento de su parte. Si estamos en el camino por donde Dios desea que caminemos, estaremos rodeados de bondad; la justicia de corazón nos llevará a regocijarnos en Jehová y a conocer el gozo.

4.33 - Salmo 33

Los fieles de Israel invitan a celebrar la intervención de Dios en nombre de la nación.

Este Salmo celebra la liberación total de Israel de todos sus enemigos, y muestra que esta liberación no será efectuada por el consejo de los hombres, la victoria de los ejércitos o la fuerza humana, sino por el mismo Jehová.

V. 1-3 – La victoria viene de Jehová, así que los justos son invitados a regocijarse «en Jehová», «aclamad a Jehová» y «cantarle cántico nuevo».

V. 4-5 – Esta gran liberación manifiesta que la «palabra» y las «obras» de Jehová son correctas. Sus palabras y obras dan a conocer su carácter. Jehová «ama justicia y juicio», y la bondad está ligada a su justicia.

V. 6-9 – Por su palabra creó todas las cosas. El mundo entero y todos los habitantes están llamados a reconocer a Dios como el Creador Todopoderoso.

V. 10:11 – Además, destruyendo los consejos de las naciones, su palabra y sus obras muestran que los propósitos de Jehová no solo se cumplirán, sino que durarán para siempre.

V. 12-17 – «Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová». Puede que le faltara mucho, pero Dios, habiendo escogido a Israel, cumplirá los “pensamientos de su corazón” hacia la nación. Los hombres se oponen, pero Dios ha visto a todos los hijos de los hombres. Conoce sus corazones, considera sus obras. Los hombres confían en sus reyes, en sus ejércitos y en su «mucha fuerza», pero Jehová tiene todo a su disposición según sus propósitos.

V. 18-19 – Mientras tanto, los ojos de Jehová están puestos en los que le temen y esperan su bondad. Él los liberará de la muerte y los preservará durante los tiempos de hambruna.

V. 20-22 – El Salmo termina con la respuesta de los fieles a la bondad de Jehová, manifestada en su palabra y en sus obras. Ellos esperan a Jehová y se regocijan en él.

4.34 - Salmo 34

Las experiencias del Remanente piadoso, expresadas por el salmista; experiencias por las cuales aprende a someterse a Dios en todas las circunstancias, y así bendecir a Jehová en todo momento.

La alabanza de este Salmo es expresada por un santo cuya voluntad ha sido quebrantada. Conoció el temor (v. 4); puede haber pasado por un camino oscuro (v. 5); estaba rodeado de angustia (v. 6-7), e incluso conocía la necesidad (v. 9-10), pero debido a que su mente estaba rota y humillada, su voluntad no operaba en secreto para hacer que se opusiera en sus pensamientos contra su duro destino. Así que no hay irritación ni enojo, signos seguros de la propia voluntad. Encuentra a Jehová más grande que todos sus temores.

V. 1-3 – Los 3 primeros versículos indican el tema del Salmo. Los fieles bendicen a Jehová, se glorifican en él, lo magnifican, y esto «en todo tiempo». Esta alabanza en todo momento es el pensamiento distintivo de este Salmo. Es fácil alabar a Jehová cuando las circunstancias son favorables, cuando no hay miedo y no hay nubes en el cielo, cuando no hay angustia que nos abrume, ni peligro que enfrentar. Bendecir a Jehová «en todo momento», tanto en los días malos como en los buenos, es una experiencia que solo pueden tener los desconsolados y los desanimados (v. 18). Esto es lo que este Salmo presenta de una manera tan conmovedora.

V. 4-7 – Los siguientes versículos enumeran las circunstancias en las que el salmista aprendió a alabar a Jehová en todo momento. Los «temores» lo atacaban; el miedo a las desgracias que parecían inminentes lo abrumaba. Pero él buscó a Jehová y fue liberado de todos sus temores (v. 4).

Las tinieblas parecían cubrir el camino del pueblo de Dios; pero «los que miraron a él fueron alumbrados» (v. 5). Los dolores aplastaron a este hombre afligido; pero él «clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias» (v. 6). Los peligros están atacando al pueblo de Dios. Todos los poderes invisibles de la maldad están contra él; pero aun así experimenta que «el ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende».

V. 8-10 – Los fieles han encontrado en Jehová al amigo íntimo que está a su lado en su angustia; ha llegado a conocer a Dios a través de experiencias vividas. Entonces puede invitar a otros a saborear y ver que Jehová es bueno, a temerle y a buscarle, a descubrir que a los que lo hacen, su recurso «nada falta a los que le temen».

V. 11-18 – Pero las bendiciones de las que habla el salmista requieren una marcha de cierto carácter (v. 11-17) y un buen estado de ánimo (v. 18). Esto lleva al autor del Salmo a trazar el camino de la paz a través de un mundo turbulento. Para conocer este camino, asegurémonos de hacerlo: alejar nuestra lengua del mal; nuestros labios de pronunciar engaño –de pronunciar palabras hermosas con malos motivos; apartarnos del mal y, 4° hacer el bien; buscar la paz y perseguirla. Los que siguen este camino se darán cuenta de que los ojos de Jehová miran a los justos y que sus oídos están abiertos a su grito. No es indiferente a su angustia: los ve a todos; no es sordo a sus gritos; oye el suspiro del más débil (v. 15).

Además, Jehová es perfectamente consciente de todo mal, porque su rostro está en contra de los que lo practican (v. 16); cuando los caminos de Dios lleguen a su fin, la memoria del que hace el mal será cortada, mientras que el justo será liberado de todas sus angustias (v. 16-18).

Pero no solo hay que seguir un buen camino, sino que el estado del alma debe corresponder a este camino. Esto es lo que encontramos en «los quebrantados de corazón» y «los contritos de espíritu». La marcha hacia afuera, por correcta que sea, no es suficiente para recibir la verdadera bendición en el día de la angustia. Si la prueba produce irritación y enojo, aunque solo sea en el pensamiento, es una señal segura de que la propia voluntad está funcionando. La mente puede rebelarse en la prueba, irritarse con la perversidad de los individuos que persiguen el mal y rechazan el bien. El alma piadosa, en su deseo de otra cosa, puede impacientarse y conocer el problema viendo que no se sigue lo que considera el camino correcto. Pero cuando, quebrantado por el mal, el corazón se somete completamente a todo lo que Dios permite en su gobierno, entonces –la voluntad ya no funciona– el creyente encontrará una gran bendición en la prueba, y bendecirá a Jehová «en todo tiempo».

V. 19-22 – Sin embargo, si el hombre recto encuentra así una gran bendición espiritual, esto no significa que se librará del sufrimiento en un mundo malo. Porque «muchas son las aflicciones del justo». Pero Jehová lo liberará de todas sus aflicciones en el momento oportuno y de la manera que él escoja. Mientras tanto, se queda con sus santos: «Él guarda todos sus huesos». El juicio golpeará a los malvados: «Los que aborrecen ala justo serán condenados». «Jehová redime el alma de sus siervos, y no serán condenados cuantos en él confían».

4.35 - Salmo 35

Un llamado a Dios para que trate a sus enemigos de la misma manera en que ellos tratan a los fieles.

V. 1-3 – Este Salmo comienza con un llamado a Dios para que trate a los malvados como ellos trataron a los justos. «Disputa, oh Jehová, con los que contra mí contienden; pelea contra los que me combaten». El alma pide a Dios que intervenga activamente contra sus perseguidores y a favor del perseguido.

V. 4-10 – En estos versículos, el salmista presenta sus razones para pedir la destrucción de sus enemigos. Buscaron la vida del hombre devoto; tramaron su desgracia; prepararon secretamente una red en un pozo para la ruina de su alma. Todo esto se hizo sin una causa. Cuando la destrucción venga sobre ellos, los justos se regocijarán en la salvación de Dios, y Jehová será exaltado. Se dirá: «¿Quién es como tú?»

V. 11-16 – En los versículos siguientes, el salmista pone ante Jehová la situación y la conducta del hombre devoto en esta prueba. Los falsos testigos lo acusaron de cosas de las que era inocente. Devolvieron el mal por el bien. En estas circunstancias dolorosas, el afligido no se indignó; no insultó ni se rebeló contra este estado. Al contrario, se sometió a Dios: «Afligí con ayuno mi alma», y mostró gracia hacia sus perseguidores: «Como por mi compañero, como por mi hermano andaba». Sin embargo, sus enemigos «sin descanso»; y su hostilidad no tuvo ningún efecto, «crujieron contra mí sus dientes» contra los fieles.

V. 17-18 – Después de haber presentado su causa a Jehová, el devoto le pregunta: «Señor, ¿hasta cuándo verás esto?». Sabe que debe haber un límite a la persecución. La fe espera que Jehová libere el alma de la destrucción de los malvados. Entonces los fieles celebrarán a Jehová «en la grande congregación»: Israel restaurado, y «entre numeroso pueblo»: todas las naciones.

V. 19-28 – En estos versículos, el salmista reclama la intervención de Jehová por 2 razones. Primero, por la iniquidad de los impíos; segundo, para hacer justicia, ya sea la justicia de Jehová (v. 24) o la causa justa de los fieles (v. 27).

La iniquidad de los enemigos se manifiesta en su odio infundado hacia los fieles (v. 19). Provocan peleas contra los que están por la paz: «los mansos de la tierra» (v. 20). Ellos dan falsos testimonios, proclamando altamente que han visto el mal en los fieles (v. 21).

Pero Jehová ha visto la maldad de estos enemigos, y no puede permanecer indiferente al mal. Por lo tanto, el alma le pide que intervenga y juzgue la causa de los fieles de acuerdo con la justicia divina, para que no permita que los malvados triunfen sobre aquel cuya causa es justa (v. 22-27).

Habiendo hecho esto, Jehová será exaltado, y su siervo será prosperado; los fieles serán testigos de la justicia de Jehová y guiarán su alabanza (v. 27-28).

4.36 - Salmo 36

El carácter de los malvados contrasta con Dios y con la bendición de aquellos que confían en Dios.

V. 1-4 – El Salmo comienza con una descripción de los malvados. El conocimiento del carácter de tal hombre no nos permite creer sus declaraciones. Su vida muestra que actúa sin el temor de Dios. Aun cuando su iniquidad se presenta para ser odiada, él demuestra por su jactancia que está sin conciencia delante de los hombres.

V. 5-7 – En contraste con los malvados, el conocimiento del carácter de Dios invita a los hijos de los hombres a confiar más en Él. Los cielos, con el sol y la luna, son un testimonio perpetuo de la bondad de Dios (Mat. 5:45). La fidelidad de Dios a su propia Palabra es atestiguada por el arco en la nube (Gén. 9:16). Su justicia es tan estable como las montañas, y sus juicios son tan profundos como un gran abismo. El cuidado de Dios se extiende a todas sus criaturas: «al hombre y al animal».

Además, la bondad de Dios ha sido revelada a los hombres. Por lo tanto, a pesar de su pecado, los hijos de los hombres pueden refugiarse bajo la sombra de sus alas.

V. 8-9 – La bendición de los que ponen su confianza en Dios. Estarán abundantemente satisfechos con la grasa de su casa y regados por sus deleites en el río: estas son todas las bendiciones que Dios se ha ofrecido a sí mismo en su corazón por el hombre. A la luz de Jehová, los fieles verán la luz: la luz de lo que Dios es ilumina todo para los que están en la luz.

V. 10-12 – Oración para que su bondad continúe hacia los que conocen a Dios. El salmista pide que los justos sean preservados de los malvados que, según se predice, serán derrocados y nunca podrán volver a levantarse.

4.37 - Salmo 37

Una exhortación a los fieles a confiar en Jehová y a no dejarse perturbar por la prosperidad pasajera de los malvados.

V. 1-2 – Los 2 primeros versículos introducen el tema del Salmo: una advertencia a los fieles para que no se irriten en sus mentes a causa de la prosperidad actual de los malvados. Pronto serán derribados como la hierba.

V. 3-11 – La fe en Jehová es la manera de evitar esta trampa. Por eso se dice al alma devota: «Confía en Jehová»; «deleitate… en Jehová»; «encomienda a Jehová tu camino»; «guarda silencia ante Jehová» y «espera» a Jehová.

En vez de irritarse, que los fieles confíen en Jehová, y él verá al malvado «destruido», mientras habita la tierra y está satisfecho.

En vez de estar irritado por los que hacen el mal, el creyente se regocijará en Jehová, y estará satisfecho.

En vez de ser confundidos y desviados del camino correcto debido a la prosperidad de los malvados, los justos dependerán de Jehová. Por muy difícil que sea la situación actual, Dios mantendrá el camino del hombre piadoso y manifestará la justicia de aquellos que perseveran en su confianza en Jehová.

En vez de impacientarse porque el hombre malvado prospera temporalmente en sus caminos, y el alma se queda quieta, apoyándose en Jehová, y lo espera. Confiando en él, ella estará protegida de ceder a la ira y a la ira cuando vea que los deseos de los malvados se hacen realidad. La irritación solo llevaría al alma al mal. En el tiempo del Señor, los impíos serán destruidos, y los que le esperan heredarán la tierra.

Además, la paciencia no tendrá que ser ejercida por mucho tiempo, porque «de aquí a poco» y los malvados ya no lo estarán, pero los buenos serán bendecidos.

V. 12-15 – Estos versículos presentan la actitud de Jehová hacia los malvados. Si nos preocupamos demasiado por la prosperidad de los malvados, podemos irritarnos y concebir ira e impaciencia; pero Jehová se ríe de los malvados que conspiran contra los justos, pues ve venir el día en que, en el gobierno de Dios, los malvados caerán por la misma violencia que han ejercido contra los justos. Aquellos que tomen la espada perecerán por la espada.

V. 16-20 – En estos versículos, descubrimos la actitud de Jehová hacia los fieles. Lo poco de los justos es mejor que la abundancia de los malvados, porque este poco es sostenido por Jehová: «El que sostiene a los justos es Jehová». Jehová conoce sus días y tiene una herencia eterna para su pueblo. Y aunque, para lograr esta herencia, tengan que pasar por tiempos de prueba y días de hambre, los creyentes no se verán confundidos o abandonados en la necesidad. Los malvados perecerán, se irán como el humo.

V. 21-38 – Estos versículos ponen ante nosotros el camino de los fieles, su parte presente y su fin, en contraste con los malvados.

Los malvados piden prestado sin restricciones y son malditos; el uso justo de la gracia da y es bendecido (v. 21:22).

Los pasos del hombre devoto son establecidos por Jehová. El creyente puede caer, pero no será completamente destruido, porque Jehová lo apoya (v. 23-24).

Las necesidades de los justos son satisfechas, incluso para que él pueda dar a otros. Por tanto, que los fieles se retiren del mal y hagan el bien, porque Jehová no abandona a sus santos; los guarda para siempre y los introduce en la tierra de su elección; los malvados serán destruidos (v. 25-29).

«La boca de los justos habla sabiduría, y su lengua justicia»: brotan de un corazón que ama la Ley de Dios. Los pasos del hombre devoto no vacilan, porque Jehová no lo dejará en manos de los que lo espían para matarlo. Sabiendo que él heredará la tierra, mientras que los que tratan de derribarlo serán destruidos, los fieles deben esperar a Jehová y guardar su camino (v. 30-34).

Ciertamente el malvado puede tener una gran apariencia de prosperidad –como un árbol verde– por un tiempo, pero pasará y ya no será encontrado. El hombre de integridad puede tener que pasar por la prueba, pero su fin es la paz, mientras que el fin de los malvados debe ser cortado (v. 35-38).

V. 39-40 – No importa cuán recto caminen y cuán recto vayan, se invita a los fieles a no olvidar que su salvación viene de Jehová. Él es su fuerza en tiempos de angustia, su ayuda en las necesidades y el que libera de los impíos a todos los que confían en él.

4.38 - Salmo 38

Los fieles abandonados por amigos y conocidos, cubiertos de oprobio por los enemigos, mientras sufren bajo el castigo de Dios por su propio pecado.

Los Salmos 38 y 39 presentan los caminos de gobierno de Jehová hacia un creyente como resultado directo del pecado y del fracaso individual. No es, como en muchos otros Salmos, el pecado de la nación. Estas experiencias del alma bajo castigo nos muestran indudablemente los ejercicios de los Remanentes piadosos de los judíos en un día venidero. Pero también contienen principios importantes que son aplicables en todo momento a un santo que ha experimentado una caída.

V. 1-5 – El alma reconoce plenamente que sus sufrimientos vienen de Jehová por un lado y, por otro, que son el resultado directo del pecado. Ella puede decir: «Sobre mí ha descendido tu mano» y también en cuanto al castigo, que es «a causa de mi pecado», «mis iniquidades» y «mi locura».

V. 6-8 – Se concede al santo que no ha podido sentir y expresar, a causa de su pecado, miseria, humillación y debilidad de su condición. El creyente debe decir: «Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera», «Estoy debilitado y molido en gran manera».

V. 9-12 – Sin embargo, no se permite que su fe vacile. Su alma encuentra ayuda en Jehová. Se consuela al pensar que, si su pecado está ante Jehová, también lo está su gemido: «Mi suspiro no te es oculto». Cuando su fuerza lo abandona (v. 10), cuando los que lo aman, sus compañeros y sus parientes se alejan (v. 11), y cuando sus enemigos aprovechan su caída para cubrirlo de vergüenza, buscar su mal, hablar de infortunios y hablar de engaño, el santo que ha fallado se vuelve hacia Jehová.

V. 13-15 – A pesar de todo lo que el enemigo dice o hace, los fieles permanecen mudos y no toman represalias, porque son conscientes de haber pecado. Se ponen en las manos de Jehová, que responderá si cree que es bueno para el enemigo: «En ti, oh Jehová, he esperado». «Tú responderás, Jehová Dios mío».

V. 16-20 – Exaltándose a sí mismo, el enemigo que no conoce el amor al bien ni el odio al mal aprovecha el paso en falso de los fieles para regocijarse en la caída que sigue. En cuanto a los fieles, su pecado los llevó a darse cuenta de su propia debilidad: «Estoy a punto de caer». Siempre está consciente de su pecado y lo llora. Sus enemigos aprovechan la oportunidad para perseguirlo, no por su fracaso, sino porque persigue lo que es bueno.

V. 21-22 – Todos pueden haberse apartado de él, pero él confía en que Jehová no lo abandonará. Los fieles esperan que Dios los ayude y los libere.

4.39 - Salmo 39

El silencio de un alma piadosa castigada por Dios por su pecado, frente a las acusaciones de los malvados.

V. 1-3 – Los fieles permanecen en silencio en presencia de los malvados. Dios lo castiga por su fracaso: por eso no es apropiado que el creyente responda a sus acusaciones, aunque sepa que están motivados por su odio contra él. Podría haber tomado represalias, pero eso lo habría llevado a pecar con su lengua. Por lo tanto, se abstuvo de hacerlo; guardó silencio, incluso con respecto a la propiedad. Sin embargo, si ha permanecido en silencio, su corazón se ha calentado dentro de él.

V. 4-6 – Cuando finalmente habla, se dirige a Jehová. Su propio fracaso y la maldad de los hombres que aprovechan la caída de los santos para exaltarse, recuerdan a los fieles la fragilidad humana. A través de esta prueba, aprenderá a conocer la brevedad de la vida, la debilidad de la carne y la vanidad del mundo. Los hombres vagan entre lo que no es más que una apariencia vana y se mueven para amasar bienes que tendrán que abandonar.

V. 7-11 – El devoto mira más allá de “lo que solo tiene apariencia”, espera a Jehová: en él tiene su esperanza. Es de Jehová que espera la liberación tanto de sus transgresiones como de la vergüenza del necio que han causado contra él. No se atreve a defenderse, porque es Jehová quien ha atacado. Solo aquellos que han intervenido a través de esta disciplina pueden ponerle fin. Bajo el castigo de Jehová, toda la belleza del hombre declina como el esplendor pasajero de la mariposa.

V. 12-13 – Habiendo confesado su pecado y debilidad, los fieles ponen su confianza en Dios. Jehová escuchará su oración. Las lágrimas del creyente hablarán a su favor, para que se salve y recupere sus fuerzas antes de abandonar el lugar de su peregrinación.

4.40 - Salmo 40

Cristo entrando personalmente en las aflicciones de su pueblo, experimentando, para aliento de este, la liberación de Jehová operó a favor del que se somete a Dios y espera pacientemente su ayuda.

V. 1-4 – Los primeros versículos dan el gran tema del Salmo. Cristo esperó pacientemente que Jehová lo sacara del pozo de la destrucción. Entró en él por la voluntad de Dios y para bendición de su pueblo. Ahora ha sido oído, entregado, establecido sobre una roca, y un nuevo himno ha sido puesto en su boca.

Así muchos serán animados a confiar en Jehová. El camino seguido por el Señor implicaba de hecho que él era afligido y pobre en este mundo (v. 17). Sin embargo, bienaventurado el que, animado por el ejemplo de este hombre afligido y pobre, pone su confianza en Dios, no mira a la apariencia exterior y tampoco tiene consideración por los soberbios.

V. 5 – Además, los caminos de Dios hacia Cristo manifiestan también la belleza de sus obras y de sus pensamientos hacia nosotros. Cuando consideramos a Cristo hecho hombre, dando testimonio fiel de Dios en el mundo, entrando en nuestros sufrimientos, esperando a Dios, liberado y establecido sobre una roca más allá de todo sufrimiento, vemos los pensamientos de Dios sobre nosotros.

V. 6-8 – La revelación de estos pensamientos hacia nosotros comienza con la encarnación de Cristo. Él viene de acuerdo con el propósito eterno de Dios para hacer la voluntad de Dios. Habiendo venido Cristo, todo el sistema levítico es dejado de lado: no responde a los deseos de Dios ni a las necesidades de los hombres. Para reemplazar estos sacrificios ineficaces, Cristo vino en un cuerpo preparado para él, para cumplir la voluntad de Dios.

V. 9-10 – En su camino de servicio, Cristo fue el testigo fiel. Hizo perfectamente la voluntad de Dios en medio de Israel, la gran congregación. Allí mostró una fidelidad absoluta a Jehová. No retuvo sus labios, ni guardó la verdad dentro de su corazón por temor a las consecuencias. Él pudo decir: «No encubrí tu justicia... he publicado de tu fidelidad y tu salvación; no oculté tu misericordia y tu verdad».

V. 11-12a) – Cristo espera que Jehová lo proteja con la bondad y la verdad que tan fielmente ha proclamado; porque en respuesta a su testimonio fiel, ha sido objeto de oposición por parte de aquellos que, en su odio, buscaron destruirlo. «Me han rodeado males sin nombre», dijo.

V. 12b-13 – El cumplimiento de la voluntad de Dios ha llevado a Cristo a un sufrimiento aún más profundo. Es la voluntad de Dios que, a través de la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, su pueblo sea apartado de todo lo que no es conveniente ante él. Y el cumplimiento de esta voluntad implica necesariamente que Cristo lleva los pecados de su pueblo. Así que vemos aquí a Cristo confesando como suyos los pecados de su pueblo, y llevando el peso de ellos.

Este pasaje no nos lleva hasta el Salmo 22, donde Cristo sufre la ira justa de Dios por los pecados: una obra indispensable, que solo él puede hacer y en la que nadie más puede entrar. En el Salmo 40, se trata de la confesión y la carga del pecado; otros pueden conocerlos, pero solo Cristo los conoció plenamente. Ciertamente, el creyente debe sentir el horror de sus pecados y confesarlos; sin embargo, siempre es consciente de que lo hace de manera imperfecta y que siente su gravedad muy ligeramente. Pero, para nuestro consuelo, sabemos que han sido plenamente confesados y que todo su horror se ha realizado plenamente. Confesando nuestros pecados como suyos, el Señor podría decir: «Me ha alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista». En esta terrible prueba, fue el modelo perfecto para los demás: esperaba solo en Jehová para ser liberado y rescatado.

V. 14-16 – Estos versículos distinguen el Remanente piadoso en Israel de la masa de la nación que rechaza a Cristo. Aquellos que han rechazado el testimonio fiel de Cristo en su vida y muerte serán avergonzados. Aquellos que buscan al Señor y su salvación se regocijarán y glorificarán a Jehová.

V. 17 – Así el Señor termina su camino en este mundo como los afligidos y los pobres. Pero, habiendo cumplido perfectamente la voluntad de su Padre, está seguro de que Dios está pensando en él, y que él será su ayuda y el que lo libera. Esto lleva al glorioso logro mencionado en los primeros versículos. Cristo es oído, liberado, establecido sobre la base de la resurrección, como Aquel que canta un nuevo cántico, «Jehová sea enaltecido».

4.41 - Salmo 41

La humillación de los Remanentes piadosos pero despreciados en medio de una nación impía. La identificación de Cristo con el Remanente y la bendición resultante para los judíos fieles.

V. 1-3 – Estos versículos muestran la bendición de quien considera (o «piensa») la posición del piadoso Remanente en Israel, llamado aquí «el pobre». Como nos enseñan los Evangelios, Cristo entró plenamente en esta posición y probó las aflicciones de los fieles (vean Mat. 5:3; Lucas 6:20). Por lo tanto, aunque este Salmo en su conjunto no puede ser aplicado exclusivamente a Cristo, encontramos en él expresiones usadas por el Señor. Sin embargo, Cristo entra tan perfectamente en la posición y en las aflicciones de los pobres del rebaño que la bendición consiste no solo en considerar el pobre Remanente, sino sobre todo en reconocer a Cristo como el pobre que se identificó con los fieles.

Una bendición puede venir ciertamente de la atención que se presta a los que, como los pobres del rebaño, y a Cristo que se ha hecho pobre, son objeto del cuidado especial de Jehová. Serán liberados en el día malo, custodiados, mantenidos vivos y bendecidos en el país cuando hayan sido liberados de todos sus enemigos. Serán fortalecidos en su debilidad y sanados de sus enfermedades.

V. 4-9 – Estos versículos describen en detalle las humillaciones infligidas por una nación impía a los fieles en Israel. Pero primero el alma se rechaza a sí misma en la gracia de Jehová, y confiesa sus pecados que atrajeron el castigo de Jehová a ella.

Aprovechando este castigo, los enemigos expresan su odio; desean la muerte de los fieles. Sin embargo, actúan con la mayor hipocresía: lo verán para luego revelar acusaciones imaginarias o reales en su contra. Conspiran y conciben el mal contra los fieles, los difaman y les desean un final rápido. El creyente es traicionado por el que dice ser su amigo íntimo –una prueba que el Señor ha conocido (Juan 13:18).

V. 10-12 – En presencia de estas humillaciones, Jehová es el recurso del hombre devoto que espera encontrar gracia y liberación. Se da cuenta de que Jehová se complace en él, ya que no permite que el enemigo triunfe. Es mantenido en su camino de integridad y está establecido ante la faz de Jehová para siempre.

V. 13 – Porque Cristo entró en los sufrimientos de los fieles de una manera tan hermosa, Jehová, el Dios de Israel, será bendecido de eternidad en eternidad: este es el resultado glorioso de todos los caminos de Dios hacia su pueblo.

5 - Comentarios de los Salmos: Segundo Libro

5.1 - Salmo 42

La experiencia de un hombre devoto, cuando fue expulsado de Jerusalén, expresando la confianza en Dios del remanente judío que creyó en los últimos días.

El gran tema de este Salmo es la fe de los fieles en Dios mismo. Expulsado del país y privado de las bendiciones del santuario, se aferra a Dios, su único recurso cuando todos los demás han desaparecido.

V. 1-2 – Las circunstancias tan dolorosas hacen que el alma tenga sed de Dios, del Dios vivo. Así como el ciervo alterado es reanimado por las corrientes de agua, el alma que mira a Dios, el Dispensador de la vida, es reanimada, esperando el momento en que aparecerá ante él en su santuario.

V. 3-4 – Las aflicciones del hombre piadoso vienen del hecho de que ya no tiene sus privilegios y está rodeado de burladores. Los burladores se aprovechan de esta situación, cuando el alma parece abandonada, para repetir continuamente: «¿Dónde está tu Dios?» Además, el alma sufre al ver al enemigo ocupar el templo donde una vez adoró a Dios en la compañía de su pueblo. Ahora que los privilegios de los que antes disfrutaba se han perdido, los fieles los aprecian más profundamente que entonces.

V. 5 – Pero el recuerdo de las bendiciones saboreadas en el pasado lleva al alma a culparse por su desánimo. Ella espera a Dios aún más para el futuro. Nuestra expectativa es que Dios está en sí mismo y no en una intervención de su parte en un momento dado. «Alma mía... espera en Dios». Mirando más allá de las tinieblas temporales, el hombre devoto puede decir: «Aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío». El enemigo está contra él, pero el rostro de Dios se vuelve hacia el creyente; y si Dios está por él, ¿quién estará contra él?

V. 6-8 – Sin embargo, las circunstancias actuales son tales que el alma está abatida, aunque no deja de recordar a Dios, de las áridas montañas más allá del Jordán, donde los fieles han sido desterrados. Allí sus calamidades son comparadas con las olas y los torrentes enviados por Dios para sumergir su alma. Pero el creyente espera el día en que «mandará Jehová su misericordia». Mientras tanto, él será consolado por la noche por la alabanza y la oración (vean Hec. 16:25).

V. 9-11 – En la seguridad del día venidero, el hombre piadoso descansa sobre Dios, su Roca. Puede que tenga que enfrentarse a tormentas de oposición de enemigos que lo abruman y ultrajan diciéndole constantemente: «¿Dónde está tu Dios?» Pero ninguna tormenta puede alcanzar o sacudir la Roca en la que los justos confían. Las circunstancias pueden hacerle gritar: «¿Por qué te has olvidado de mí?» Sin embargo, porque Dios es su Roca, puede luchar de nuevo contra la tendencia natural a la desesperación diciendo: «¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios». Y con renovada confianza, el alma puede añadir: «Porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío». El favor del rostro de Dios (v. 5) se convierte aquí en la salvación del rostro de los fieles.

5.2 - Salmo 43

El hombre devoto que busca a Dios para ser liberado de sus enemigos, y llevado de vuelta al santuario, al monte santo de Dios, para alabarlo.

V. 1-2 – El gran tema del Salmo 42 es el alma que languidece por el Dios vivo. En el Salmo 43, el deseo profundo del hombre devoto es ser liberado de sus varios enemigos –«gente impía»: los judíos; «el hombre engañoso e inicuo»: el Anticristo, y «la opresión del enemigo»: los gentiles.

Conscientes de su extrema debilidad, los fieles se dan cuenta de que Dios es el Dios de su fuerza. Sin embargo, sus circunstancias externas –está expulsado del país– sugieren que está rechazado por Dios.

V. 3-4 – Él pide no estar engañado por las tinieblas que lo rodean ni juzgado según las apariencias, sino estar guiado por la luz y la verdad de Dios. A juzgar por las circunstancias y la vista, sería arrastrado lejos de Dios. Dirigido por la luz y la verdad de Dios, será llevado a «tu santo monte» de Dios y a sus «moradas».

Así, liberado de todo enemigo, y guiado por la luz y la verdad, el deseo del corazón del salmista es que finalmente esté encontrado en el altar de Dios, como adorador en la Casa de Jehová.

V. 5 – Animado por esta perspectiva, el salmista se reprocha de nuevo su cansancio y las angustias que afligen su alma. Se estimula a sí mismo a esperar a Dios, a quien seguirá celebrando. Su rostro será entonces iluminado en el pleno disfrute del favor de Dios.

5.3 - Salmo 44

La fe del remanente piadoso, confiando en lo que Dios ha hecho por su pueblo en el pasado y reconociendo a Dios como su Rey. Los fieles esperan que Jehová venga en su ayuda y los libere de todos sus enemigos.

V. 1-3 – Aunque rechazado del país y oprimido por sus enemigos, el piadoso remanente se aferra con simple fe a lo que sus padres le dijeron acerca de las poderosas obras de Dios para su pueblo en el pasado. En aquellos días, no fue por su propio poder que el pueblo de Dios había sido conducido al país y sus enemigos habían sido expulsados. La «diestra» de Dios, su «brazo», había introducido a Israel en la bendición, porque Dios era favorable a su pueblo y se complacía en él.

V. 4-8 – Ahora que el enemigo tiene el país otra vez y el pueblo de Dios está expulsado de él, el remanente creyente de Dios como de su Rey y espera en Él. Una vez más, se le pide a Dios que libere a su pueblo de sus enemigos por su poder. Los fieles no ponen su confianza en su arco o espada, sino en el Dios que una vez los liberó de sus adversarios. Se glorificarán a sí mismos en Dios y celebrarán Su nombre para siempre.

V. 9-16 – Los justos exponen a Dios las condiciones presentes de aquellos que profesan su apego a Jehová, y los caminos de Dios hacia los suyos, que ya no son lo que eran en el pasado. No solo los judíos son rechazados, derrotados, robados por sus enemigos y dispersados entre las naciones, sino que es Dios mismo, que una vez operó a su favor, quien los rechazó, los hizo retroceder ante sus adversarios y los dispersó. Reconocen que la mano de Dios está sobre ellos en el gobierno, que Dios los ha vendido a la cautividad y los ha convertido en un «escarnio», en una «burla» y en un «proverbio» entre las naciones. Así el alma piadosa se enfrenta continuamente a la confusión y a la vergüenza del pueblo de Dios, porque la voz de los que insultan y abusan de ellos habla incesantemente en su contra.

V. 17-22 – Sin embargo, en medio de toda su confusión y vergüenza, los fieles pueden invocar su integridad. No han olvidado a Dios. Frente a los insultos y blasfemias del enemigo, no tienen nada que decir, pues son conscientes del fracaso total de la nación; pero en la presencia de Dios, todavía pueden alegar que no lo han olvidado y que no se han apartado de su pacto o de sus caminos.

Los fieles están «quebrantados» y cubiertos «con sombra de muerte»; sin embargo, no han olvidado el nombre de Dios ni han extendido sus manos a un dios extranjero. Si lo hubieran hecho, Dios lo habría sabido, porque conoce «los secretos del corazón». Los justos, por lo tanto, invocan el perfecto conocimiento de Dios. Lejos de volverse hacia un dios extranjero, sufren cada día, están expuestos a la muerte porque se adhieren al verdadero Dios.

V. 23-26 – Claman a Dios: «Despierta… no te alejes para siempre». Invocan su profunda miseria y Su gracia infinita. Están en aflicción y opresión, doblados y aplastados; pero en Dios, encuentran ayuda y bondad.

Este Salmo desarrolla principios muy importantes, que podemos aplicar en cualquier momento al pueblo de Dios en días de ruina. Primero, en el día equivocado siempre debemos apreciar el poder y la bondad de Dios de acuerdo con la manera en que actuó hacia su pueblo al principio de la dispensación, y tener cuidado de no juzgar a Dios de acuerdo con el bajo estado en que se encuentra el pueblo de Israel debido a sus faltas (v. 1-3).

En segundo lugar, a pesar de todas sus faltas, el pueblo debe confiar en Dios como el único que puede traer la liberación. Los fieles no pueden remediar a su propio estado con sus esfuerzos (v. 4-8).

Tercero, en un día de ruina, es apropiado que el pueblo de Dios se incline bajo la mano de Jehová en castigo, que mire más allá de las causas secundarias, y que reconozca que es Dios mismo quien ha permitido que su pueblo sea estigmatizado y proverbial (v. 9-16).

Cuarto, a pesar de los fracasos y del castigo divino que ha resultado, los creyentes no deben abandonar la verdad en ninguna circunstancia, ni deben pensar que una falta cometida los libera temporalmente de la responsabilidad de obedecer la Palabra o de caminar continuamente en el camino trazado por Dios. En un día de ruina, su privilegio y responsabilidad sigue siendo guardar el pacto, caminar en el camino de Dios, aferrarse a su nombre y sufrir por él (v. 17-22).

Finalmente, mientras confiesan sus defectos, los fieles deben esperar solo de Dios: «Levántate, ayúdanos» (v. 23-26).

5.4 - Salmo 45

Un himno del Amado: Cristo se presenta allí en respuesta al llamado de los fieles en el Salmo 44. Se le ve en su perfección moral, como el que es poderoso en la batalla, y finalmente como el Rey reinando en justicia, con Israel restaurado bajo la imagen de una reina.

V. 1 – El salmista canta con un corazón que «rebosa… palabra buena». Está lleno, se desborda, porque el tema de su himno es el Rey en su belleza. Sus palabras no son una simple repetición de lo que otros han dicho: habla de las glorias que él mismo ha discernido en el Rey. Su lenguaje es la pluma de un escritor hábil. Un corazón vacío resulta en una lengua silenciosa. Un corazón burbujeante desata la lengua: de la abundancia del corazón habla la boca.

V. 2 – El salmista, dirigiéndose al Amado y expresando los sentimientos de la esposa terrenal, puede decir: «Eres más hermoso que los hijos de los hombres». El Rey supera a todos los demás en belleza y excelencia moral. Además, su perfección moral pone la gracia en sus labios: «La gracia se derramó en tus labios». La gracia de sus palabras es el resultado del amor de su corazón. «Por tanto», dice el salmista, –en virtud de su valor intrínseco– «Dios te ha bendecido para siempre». Otros son bendecidos por la obra del Señor y su valor; solo Cristo entre todos los hombres es bendecido por su propia excelencia.

V. 3-5 – Por su excelencia, por su perfección moral, el Rey ha encontrado la enemistad de hombres que no quieren reconocer sus derechos como Rey. Por lo tanto, el juicio de sus enemigos debe preceder al establecimiento de su trono. El hombre piadoso invita al Rey a ceñir su espada para el día de la batalla. El Rey no solo es moralmente perfecto: es todopoderoso, un «valiente».

La espada ceñida marca el final del día de su humillación; ha llegado el momento de que se vista de gloria y magnificencia. Cuando avance en su esplendor, como el que es poderoso en la batalla, prosperará, porque luchará contra las fuerzas del mal «por la verdad, la humildad y la justicia». Él mantendrá la verdad, vengará a los oprimidos y establecerá la justicia. En las guerras de este mundo, los reyes de la tierra se preocupan poco por la verdad; los débiles son aplastados y con demasiada frecuencia la fuerza prevalece sobre la ley. Un reino próspero y un trono permanente no pueden establecerse por tales medios. Pero aquí tenemos a Aquel que hace la guerra no solo para conquistar territorios o hacerse un nombre, sino para establecer la justicia y bendecir a los débiles de la tierra. Con estos motivos y propósitos, el rey, el día de la batalla, «cabalga sobre palabra de verdad» a través de las filas enemigas y triunfará sobre todos los obstáculos. Los pueblos caerán bajo él, sus oponentes serán derrotados y nunca más se levantarán.

V. 6-7 – Él establecerá así un trono que será para siempre y a perpetuidad, cuyo cetro será manejado con justicia. Y entonces, en ese día, el Rey será reconocido como una persona divina, y será llamado Dios. El Rey es nada menos que el Hijo de Dios. Sin embargo, se hizo hombre y, como hombre, amaba la justicia y odiaba la maldad; se podía decir de él: «Te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros». La justicia debe ser la base de un reino que permanece para siempre; de ella fluirán el gozo y la felicidad. Otros compartirán las glorias del reino, pero Cristo, como Rey, siempre tendrá el primer lugar.

Así nos ha sido presentado el Rey en su perfección moral (v. 2), como Aquel que es poderoso en la batalla y triunfa sobre todos los enemigos (v. 3-5), y finalmente como Aquel que reina en justicia, en la gloria de su persona, exaltado sobre sus compañeros en la dignidad real (v. 6-7).

V. 8 – Ahora se nos concede contemplar al Rey en una nueva gloria, como el Esposo en el día de su boda. Cuando Cristo sea reconocido en el cielo como el Rey Todopoderoso, las bodas del Cordero tendrán lugar (Apoc. 19:6-8); así como cuando Cristo aparece en la tierra para reinar como Rey de reyes, Israel será restaurado y se convertirá en la esposa terrenal.

Cristo una vez se vistió de humillación; luego salió a la guerra en una prenda empapada de sangre. Ya pasaron los días de su humillación, su victoria es total, y aparece con vestiduras que hablan de un carácter impregnado de toda gracia. No solo viene el gozo de su trono (v. 7), sino que él mismo se regocija en el gozo de su pueblo. Finalmente, él vive entre las alabanzas de Israel (Sal. 22:3).

V. 9 – Las naciones, representadas bajo la imagen de las «hijas de reyes», rendirán tributo al rey. Pero el lugar de honor estará reservado para el Israel restaurado, evocado ante nosotros bajo la figura de la reina que está a la diestra del rey (Is. 54:5; Jer. 3:1; Oseas 2:19-20).

V. 10-12 – El salmista, usando la imagen de una esposa, invita a Israel restaurado a considerar la nueva relación en la que entrará la nación, y a olvidar un pasado doloroso marcado por tantos fracasos e infidelidades hacia Jehová. Entonces los líderes de la nación se habían glorificado en sus padres y rechazaron a Cristo. El Israel restaurado está llamado a reconocer que, como parte del pueblo, ha perdido todo derecho a la bendición. Ahora debe aprender que, si hereda la bendición, es solo a través de Cristo y en relación con Él –Aquel que sus padres rechazaron. El remanente fiel está invitado a separarse de la nación culpable para ser enteramente para Cristo. Solo así puede Jehová regocijarse en Israel, e Israel adora a Jehová.

Consagrado así a Jehová, Israel ejercerá una poderosa atracción sobre las naciones, representada por «las hijas de Tiro» e «implorarán tu favor los ricos del pueblo» (*). Vendrán con su ofrenda para buscar el favor de la nación en la que el Rey ha encontrado su placer. En el mismo espíritu, Isaías puede decir: «Vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, y a las pisadas de tus pies se encorvarán todos los que te escarnecían» (Is. 60:14).

(*) Nota del traductor: «el más rico del pueblo» o «el más rico de los pueblos».

V. 13-15 – La nación judía restaurada tiene un lugar especial de honor, en sumisión y consagración al rey. Las naciones han traído su ofrenda, sometiéndose a Israel. Ahora Israel restaurado y los de las naciones que se han convertido, representados en figura por la esposa y sus compañeras, están preparadas para el rey y presentadas a Cristo con alegría y gozo, para disfrutar de un lugar de intimidad y cercanía: «Entrarán en el palacio del rey».

V. 16-17 – En los últimos versículos de este Salmo, escuchamos la voz del Señor, hablando por medio del salmista. El Señor anuncia que el Israel restaurado no mirará hacia atrás a sus padres, por quienes se perdieron todas las bendiciones; sino que se regocijará en sus hijos, que serán establecidos como príncipes en toda la tierra. Sobre todo, Cristo será exaltado y celebrado para siempre. Otros nombres serán olvidados, pero el nombre de Cristo será recordado en todas las generaciones, y él mismo será objeto de alabanza entre todos los pueblos por los siglos de los siglos.

5.5 - Salmo 46

Confianza en Dios manifestada por los judíos del Remanente, confianza adquirida a través de la experiencia de lo que Dios fue para su pueblo en tiempos de angustia.

V. 1 – En el Salmo 45, los fieles contemplaban a Cristo, presentado como Aquel que vencerá a todos sus enemigos y establecerá un reino de justicia. Así que pueden decir con la máxima confianza: «Dios es nuestro amparo y fortaleza». Además, no solo pueden declarar que han «oído» las grandes cosas que Dios ha hecho por su pueblo en el pasado, como en el Salmo 44:1-8, sino que, teniendo una experiencia más profunda de la bondad de Dios, pueden añadir: «Dios es... nuestro pronto auxilio en las tribulaciones».

V. 2-3 – Con la plena confianza de que Dios es siempre una ayuda fácil de encontrar en la angustia, los fieles pueden afrontar circunstancias que requieren «amparo», «fuerza» y «auxilio». En una escena de confusión y revuelta, la tierra es movida o “transportada de su lugar”; las montañas, imágenes de gobiernos estables (Mat. 21:21), son derrocadas entre las naciones que conocen el desorden. El rugido de las masas, que se rebelan contra cualquier forma de gobierno constitucional, siembra terror en los corazones: «Desfalleciendo los hombres de temor, en espera de lo que vendrá sobre la tierra» (Lucas 21:26; Is. 5:26-30). Pero, teniendo a Dios como refugio, los fieles pueden decir: «Por tanto, no temeremos».

V. 4-7 – Liberados del temor de las circunstancias presentes, por terribles que sean, los fieles pueden considerar tranquilamente lo que Dios tiene ante ellos según el propósito de su corazón. Ven «la ciudad de Dios» y las «moradas del Altísimo» regocijadas por el río de Dios. Las montañas que los rodean pueden ser derribadas, pero la ciudad a la que van «no será conmovida». Además, disciernen que el amanecer está cerca, cuando Dios ayudará a su ciudad (v. 5). Las naciones se pueden desatar y sus reinos estar sacudidos, pero nada puede obstaculizar el cumplimiento del propósito de Dios. Todo lo que tiene que hacer es hacer oír su voz y cualquier enemigo se derretirá. Pero si Dios está contra las naciones, como Jehová de los ejércitos está con los fieles; y porque está con ellos, es su alto retiro, como estaba con Jacob cuando le dijo: «He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra» (Gén. 28:15; Hebr. 13:5-6). Y como Eliseo también experimentó en Dotán, cuando dijo a su siervo: «No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos» (2 Reyes 6:14-17).

V. 8-9 – Además, teniendo el propósito de Dios delante de sus almas, los fieles ven que, a través de la devastación de la tierra, Dios trabaja para el cumplimiento de Su propósito, y que a su debido tiempo él pondrá fin a las guerras. Porque si envía la desolación, también establece la paz.

V. 10-11 – Así, pues, entendiendo el propósito de Dios y las formas de gobierno en que lo ejecuta, los fieles solo tienen que permanecer tranquilos y esperar a que Dios actúe. Cuando llegue el momento, Dios será exaltado en la tierra; entonces se manifestará que Jehová de los ejércitos está con su pueblo, y que el Dios de Jacob es un gran retiro para él.

5.6 - Salmo 47

Israel, anticipando su liberación y victoria sobre sus enemigos, celebra el triunfo de Dios e invita a las naciones a unirse a él para alabar a Dios.

V. 1-4 – Por medio del Apocalipsis, sabemos que en el día de la prueba antes del reinado de Cristo, una gran multitud de naciones serán salvas. Aparentemente es esta gran multitud, «de los pueblos se reunieron como pueblo del Dios de Abraham» (v. 9), que son invitados en este Salmo a expresar su gozo con gritos de triunfo, porque Dios ha vencido a todos sus enemigos. Jehová, el Altísimo, ha sido terrible para los que se niegan a reconocer sus derechos. No es solo un rey: es un «rey grande» ante el que nadie puede resistirse. Sometió a los gentiles y exaltó a Israel por encima de las naciones; y en su gracia soberana, eligió la tierra de Israel, «la hermosura de Jacob, al cual amó».

V. 5-9 – El salmista, anticipando el momento en que Dios se habrá apoderado de su trono terrenal, invita a todos a cantar con inteligencia la alabanza a Dios, rey de toda la tierra, que gobierna sobre las naciones y cuyo trono se caracteriza por la santidad. Todos los enemigos que han sido subyugados bajo los pies de Israel, los de los pueblos que son de buena voluntad serán reunidos con el pueblo del Dios de Abraham, y por cuidado divino, toda la tierra será protegida de todo mal («los escudos de la tierra»). Entonces la bendición se esparcirá por toda la tierra y Dios mismo será exaltado.

5.7 - Salmo 48

La celebración del reinado del rey en Sion, la ciudad de Dios, finalmente liberada del enemigo y establecida como el centro de gobierno para toda la tierra.

Este Salmo completa la serie que comenzó con el Salmo 44. En este último, habiendo oído a sus padres hablar de las liberaciones que Dios les había traído ante ellos, los fieles esperan que Dios venga en su ayuda y los redima del poder del enemigo. El Salmo 45 presenta a Cristo como la respuesta al clamor que los fieles elevaron a Dios por ayuda. Él es Aquel por quien vendrá la liberación. El Salmo 46 expresa la confianza en Dios adquirida por la experiencia de su bondad en el presente, y no simplemente por la evocación de lo que ha hecho en el pasado. El Salmo 47 celebra la intervención de Dios en favor de su pueblo: estableció a Cristo como «rey sobre toda la tierra», exaltó a Israel por encima de las naciones, e invitó a las naciones a unirse con Israel para alabar a Jehová. El Salmo 48 presenta al Rey establecido en Sion, el centro de gobierno de toda la tierra. Por eso, los fieles dicen: «Hemos oído», aludiendo al Salmo 44, “como lo hemos visto”.

V. 1-3 – El Salmo comienza con una expresión de alabanza a Jehová que estableció su trono en Sion, «la ciudad de nuestro Dios». Luego viene una descripción de la gloria de la ciudad. Se describe como «su santo monte», que es adecuado para el lugar donde habita Jehová. Con la santidad establecida, la ciudad que estaba desolada ahora se vuelve bella, el gozo de toda la tierra. La expresión «a los lados del norte» parece indicar la bendición de la ciudad a los ojos del mundo. Los enemigos del pueblo de Dios habían venido una vez del norte. Ahora Dios vive en la ciudad: es su defensor y su alto refugio. Así la ciudad es reconocida públicamente como santa, bella, alegre y acogedora para el pueblo de Dios.

V. 4-7 – Tenemos entonces una descripción viva del juicio repentino por el cual la ciudad había sido liberada de los enemigos del pueblo de Dios. Una confederación de reyes se había reunido contra la ciudad. Pasaron en revista a sus ejércitos marchando en orden de batalla: descubrieron entonces que no solo estaban tratando con el hombre, sino con la omnipotencia de Dios. Sorprendidos y preocupados, huyeron, atrapados en un repentino pánico, temblando como una mujer sorprendida por los dolores del parto, y quebrados como un barco en una tormenta.

V. 8-10 – Los fieles pueden entonces no solo decir: «Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado, la obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos» (Sal. 44:1), sino que: «Como lo oímos, así lo hemos visto en la ciudad de Jehová de los ejércitos». Además, la ciudad liberada ahora se establecerá «para siempre». Cuando los judíos fueron expulsados del país, habían pensado en la bondad de Dios (Sal. 42:8); ahora que la ciudad ha sido liberada del enemigo, los fieles pueden regocijarse en la bondad de Dios «en medio de tu templo». La alabanza de Dios, según todo lo que es –expresada por «tu nombre»– se extenderá hasta los confines de la tierra, y el poder de su mano derecha será conocido en justicia por todo el mundo.

V. 11-14 – El Salmo termina con el llamado al monte Sion a que se regocije, y a las hijas de Judá para que se alegren. En paz los habitantes pueden contemplar la belleza de Sion manifestada en sus murallas y palacios, y entonces pueden contar esta gran liberación a las generaciones futuras, reconociendo que el Dios que los ha liberado es su Dios para siempre y a perpetuidad. Nunca más las naciones irán tras la idolatría. Así, hasta la muerte, Dios será su Dios y su guía.

5.8 - Salmo 49

En vista de los juicios de Dios que están a punto de caer sobre el mundo, se advierte a todos los habitantes contra la locura de confiar en las riquezas para afrontar “el día malo”. Este Salmo muestra la vanidad de las riquezas y el fin de los que se glorifican en sus bienes. Anima a los fieles en el día malo a confiar en Dios que, no solo redime la muerte, sino que después recibe el alma.

V. 1-4 – Todos los habitantes de este mundo que pasa, independientemente de su posición social, sean ricos o pobres, están invitados a escuchar la sabiduría de quien habla con inteligencia o «sabiduría». El salmista se expresa como alguien que ha escuchado la voz de Dios y es capaz de explicar el enigma de la vida con toda la confianza de la inspiración.

V. 5 – El salmista comienza su advertencia con una palabra de aliento para el hombre piadoso que vive en un día malo, rodeado de aquellos que buscan derribarlo. ¿Por qué debería temer? Los siguientes versículos, al exponer la vanidad total de aquellos que confían en su riqueza, responden a esta pregunta. Para los que confían en Dios no hay temor.

V. 6-14 – El salmista denuncia la locura de confiar en la prosperidad, de jactarse de la riqueza. A pesar de todas sus posesiones, el hombre no puede redimir a su hermano de la muerte, ni puede asegurar la bendición de Dios. La redención del alma es preciosa, más que todas las riquezas del mundo; solo Dios tiene el poder de redimir de la muerte. Es imposible ignorar lo que es común a todos los hombres, sabios, necios o insensatos: todos mueren, y cuando mueren deben dejar sus riquezas a los demás. Pueden tratar de asegurar a sus descendientes, mantener sus hogares y perpetuar su nombre. Sin embargo, si en esta vida el hombre logra ser honrado, no está en su poder prolongar sus días. La muerte frustra sus planes y pone de relieve la locura de sus caminos, aunque los que vienen después de él aprueben sus palabras. A pesar de sus pensamientos internos, expresados en sus “propósitos”, su riqueza queda atrás y sus espléndidas viviendas se reducen a una estrecha tumba. Su belleza tiene su fin en la corrupción.

V. 15 – Esta es la respuesta a la pregunta del pobre que confía en Dios. “¿Por qué debería temer al día malo?” A diferencia de los que confían en las riquezas, el que confía en Dios puede decir: «Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, porque él me tomará consigo». El alma redimida por Dios será recibida por él después de que la muerte haya puesto fin a la vida presente.

V. 16-20 – Por eso aquellos que confían en Dios no tienen nada que temer cuando el éxito y la prosperidad en la tierra llenan al hombre del mundo. No necesitan temer de haberse equivocado al confiar en Dios o que han perdido mucho de lo que el mundo disfruta. Que recuerden que cuando el hombre del mundo muere, no lleva nada consigo. No había sido rico en cuanto a Dios. Lo deja todo atrás y no ha acumulado ningún tesoro para el mundo venidero. Ni las riquezas terrenales ni la gloria del mundo pueden seguirlo en la tumba. Puede haber hecho “bien” en esta vida, y ser considerado por otros como un hombre feliz. Al final, muere, como sus padres antes que él. Él nunca verá la luz y, en lo que concierne a este mundo, es como las bestias que perecen.

5.9 - Salmo 50

Un testimonio de Dios a los cielos y a la tierra, para reprender a los que se contentan con una religión de formas sin el poder.

El Salmo 49 censura la locura del hombre del mundo que confía en sus riquezas; el Salmo 50 reprende al hombre religioso que confía en una religión de formas.

V. 1-2 – Dios, en su majestad, como el Dios fuerte, Jehová, habla a toda la tierra, desde el sol naciente hasta el sol poniente. Él habla desde Sion y sus palabras, por lo tanto, se dirigen al hombre como una bendición soberana.

V. 3-6 – Estos versículos proclaman que, a través del juicio, Dios ha llegado al trono de bendición en Sion. Durante muchos siglos, Dios guardó silencio a medida que el mundo maduraba para el juicio. Al final, el silencio se romperá y Dios vendrá con el fuego devorador del juicio.

Purificada la escena por el juicio, Dios reúne en torno a él a los que se relacionan con él sobre la base del sacrificio: la muerte de Cristo. La tierra ha manifestado la injusticia del hombre; ahora, por fin, los cielos declararán la justicia de Dios que, por una parte, juzga a los que han rechazado a Cristo y, por otra, bendice a los que confían en Cristo.

V. 7-13 – Estos versículos exponen el testimonio de Dios a Israel; reprocha a los judíos de confiarse en la forma externa de la religión. Dios no los reprende en cuanto a los sacrificios, que no los toma en cuenta. No pide sacrificios al hombre: busca la justicia. Dios está cansado de los sacrificios que los religiosos le ofrecen continuamente, como si les pidiera ganado o como si tuviera hambre y necesidad de carne. Cada animal en el bosque es suyo, así como las bestias en 1.000 montañas. El mundo, y todo lo que hay en él, está a su disposición.

V. 14-15 – Dios pide un espíritu de alabanza y el cumplimiento práctico de los votos. Quiere que el hombre confíe en él y lo invoque en el día de la angustia.

V. 16-21 — ¡Ay! Mientras observan une serie de ceremonias religiosas, aquellos que profesan ser el pueblo de Dios odian la corrección y rechazan las palabras de Dios con desprecio. Es posible que no sean culpables de pecados graves, como robar, sino que se han complacido con el ladrón, y han tenido su parte con los adúlteros, aunque solo fuera en el pensamiento y la imaginación. Usaron sus bocas para malinterpretar, engañar y calumniar.

Y como Dios guardaba silencio y era paciente, los hombres creían que todo estaba bien y que, como ellos, se satisfacía con las prácticas religiosas externas. Sin embargo, cuando Dios habla, plantea la cuestión de la iniquidad del hombre. «Estas cosas hiciste». La religión del hombre consiste en formas externas y no causa ninguna perturbación de la conciencia. Dios comienza con la conciencia y hace la pregunta: «¿Qué es lo que has hecho?» (vean Gén. 3:13; 4:10).

V. 22-23 – El formalista puede ser religioso, pero se olvida de Dios. ¡Que tenga cuidado de no dejarse sorprender por el juicio! Que glorifique a Dios sacrificando alabanzas a él y regulando su camino; entonces verá la salvación de Dios.

5.10 - Salmo 51

Las experiencias de un alma arrepentida, anticipando la confesión de los pecados del piadoso remanente de los judíos en los últimos días, cuando se humillarán ante Dios por haber rechazado y matado a Cristo (v. 14).

El Salmo 49 nos advierte contra el hombre del mundo que confía en sus riquezas. El Salmo 50 reproduce al hombre religioso que confía en las formas externas de la religión, como los sacrificios y los holocaustos. El Salmo 51 presenta al hombre arrepentido que, reconociendo que los sacrificios y los holocaustos son inútiles (v. 16), se humilla ante Dios y confía en su gracia para ser purificado.

V. 1-3 – Al principio de este Salmo, el hombre arrepentido invoca la gracia y la bondad de Dios. Él ha discernido la “grandeza” de las compasiones de Dios y, por lo tanto, que la gracia de Dios es mayor que su pecado. El hijo pródigo de la parábola podría decir: «¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan…!» (vean Lucas 15:17).

A la luz de la gracia de Dios, el hombre arrepentido puede reconocer sus transgresiones y su pecado y mirar a Dios para que borre sus pecados de delante de su rostro y lo purifique del pecado que está continuamente delante de él.

V. 4 – Cualesquiera que sean nuestras transgresiones contra los hombres, todo pecado es contra Dios. El hombre arrepentido está profundamente convencido del verdadero carácter del pecado: está en contra de Dios y es a sus ojos que es malo. Pecar es desafiar a Dios, para que Dios sea justificado cuando juzgue al pecador.

V. 5-6 – Además, el salmista se remonta al origen del pecado para mostrar que no se trata solo de actos malvados, sino de una naturaleza malvada. El pecador, por lo tanto, no solo necesita ser purificado de sus pecados presentes, sino también tener una nueva naturaleza en «lo íntimo».

V. 7-8 – Habiendo confesado su pecado, el hombre arrepentido pide a Dios que lo purifique con hisopo. Aquí nos referimos a la purificación del leproso y de aquellos que habían sido ensuciados por el contacto con un cadáver. El hisopo fue empapado en sangre y luego rociado sobre la persona que iba a ser purificada. Esto habla claramente del fundamento correcto sobre el cual Dios puede purificar: la preciosa sangre de Cristo. Una vez purificada, el alma recupera el gozo y la felicidad.

V. 9-13 – La purificación del pecador arrepentido no es la única preocupación del salmista. Expresa todavía el deseo de que Dios mismo esconda su rostro de sus pecados, y que la purificación no sea solo exterior, sino interior, para que pueda tener un «corazón limpio» y un «espíritu recto». Que puedan estar en la presencia de Dios y llenos del Espíritu, los fieles encontrarán entonces el gozo de su salvación. Apoyado por un «espíritu noble» me sustente, que contrasta con sus actividades pasadas de desprecio de Dios, el pecador arrepentido, ahora restaurado, podrá enseñar a sus semejantes los caminos de Dios, para que los pecadores se vuelvan a Dios.

V. 14-15 – Después de buscar la purificación de sus propios pecados, el salmista pide la liberación de la sangre derramada de la nación, que ha tomado la sangre de su Mesías (Mat. 27:25). Entonces, en efecto, cantará de la «justicia» de Dios, expresada, como sabemos, en la muerte de Cristo. Declarar la justicia de Dios llevará a anunciar la alabanza al Señor.

V. 16-17 – Habiendo aprovechado el testimonio de Dios en el Salmo 50, el alma ya no confía en los sacrificios legales. Se da cuenta de que, si espera que la gracia de Dios la purifique, el único estado adecuado es un «espíritu quebrantado» y un «corazón contrito y humillado»: Dios no despreciará a ninguno de los 2.

V. 18-19 – El arrepentimiento del remanente de los judíos, presentado de antemano en este Salmo, abre el camino para la restauración de Sion, según la buena voluntad de Dios. Entonces se deleitará en los sacrificios ofrecidos, no en el pensamiento legal de obtener la bendición, sino como un testimonio del fundamento sobre el cual la nación es bendecida (vean Ez. 43:18, 27; 45:15-25).

5.11 - Salmo 52

La fe del piadoso remanente ante el Anticristo, denunciando su verdadero carácter, desafiando su poder y prediciendo su destino, mientras que los judíos fieles confían en la bondad de Dios y esperan su liberación.

V. 1 – El primer versículo pone ante nosotros al Anticristo –el inicuo– que se jacta del mal y ocupa un lugar de poder: un «poderoso». Puede parecer por un tiempo que todo cede ante él; sin embargo, el mal no durará, mientras que la bondad de Dios permanece.

V. 2-4 – Luego tenemos una descripción de este hombre malvado como lo ve el hombre piadoso. Para aquellos que no están en guardia, sus palabras pueden sonar hermosas, pero causan estragos, como una navaja afilada que corta antes de que alguien se dé cuenta. Así, este personaje será reconocido como practicando «la mentira más que la verdad». Además, ama más el mal que el bien; así, más adelante, el apóstol tendrá la oportunidad de anunciar que el Anticristo se opondrá a «todo lo que se llama Dios». Este hombre malvado también ama «la mentira más que la vedad»; de nuevo el apóstol puede decir que este hombre de pecado se caracterizará por «todo engaño de injusticia». Finalmente, sus palabras son «prodigios de mentira» que actúan como «energía de error» sobre los que caen bajo su dominio (comp. con 2 Tes. 2:3-12).

V. 5 – El salmista predice el juicio absoluto y final de este hombre malvado que será desarraigado de la tierra de los vivos (comp. con 2 Tes. 2:8; Apoc. 19:20).

V. 6-7 – El juicio de este inicuo está seguido por la explosión de gozo de los justos que ven la destrucción de los que se oponen a Dios y confían en la abundancia de sus riquezas.

V. 8-9 – En contraste con el malvado, el hombre devoto, en vez de ser arrancado de su tienda (v. 5), prosperará «como olivo verde en la casa de Dios». Se «confiará» en la misericordia de Dios por los siglos de los siglos; «alabará» a Dios para siempre por lo que ha hecho; «esperará» a todo lo que Dios es y que encuentra su expresión en su nombre. Así, la confianza, la alabanza y la expectativa se ponen ante los santos de Dios como lo que es bueno.

5.12 - Salmo 53

La condición del mundo bajo la guía del Anticristo –el hombre rechazando todo conocimiento de Dios.

V. 1 – El Anticristo del último día, en el cual el «insensato» tendrá su expresión suprema, negará a Dios, oponiéndose y levantándose contra todo lo que se llama Dios o que es objeto de adoración (2 Tes. 2:4). Reunirá en torno a él discípulos caracterizados por la corrupción y la perversidad. Como siempre, la locura que niega a Dios da rienda suelta a la degradación del hombre caído. La infidelidad y la inmoralidad van de la mano. No tener “ningún Dios” en el corazón conduce a “ningún bien” en la vida.

V. 2-3 – Sin embargo, el Dios a quien los hombres niegan, observa pacientemente al hombre. Dios no juzga precipitadamente. Dios «desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido que buscara a Dios». El resultado de su investigación es que «no hay quien haga el bien». Sin la gracia de Dios, toda la raza humana se encuentra en la corrupción.

V. 4-5 – Hay, sin embargo, aquellos en los que Dios ha operado: aquellos a los que puede llamar «mi pueblo». Los impíos que niegan a Dios devoran a su pueblo sin el más mínimo temor de Dios (Jer. 10:25; Lam. 2:16).

Aquellos que se «sobresaltaron de pavor» parecen aludir a la nación infiel de los judíos, asociada con el Anticristo (Is. 33:14). Temen cuando ven a los ejércitos acampados contra Sion. De hecho, no habrá motivo para temer, pues Dios destruirá a los adversarios, despreciará y confundirá a aquellos que no lo hayan mencionado.

V. 6 – Este versículo nos presenta el deseo del hombre piadoso, deseando que la salvación de Israel, alcanzada por la fe, ya haya llegado. Cuando Dios reine en Sion, entonces Israel será restaurado con gozo y alegría.

5.13 - Salmo 54

La oración del piadoso remanente de los judíos pidiendo ser liberados «por tu nombre» –el Nombre de Dios: por lo que está de acuerdo con todo lo que significa la revelación de Dios.

V. 1-3 – En la primera parte de este Salmo, descubrimos la oración de un hombre piadoso que invoca el «Nombre» y el «poder» de Dios. El salmista pide que Dios, según la revelación dada por él mismo, actúe con poder para hacer justicia a su pueblo.

Habiendo recordado su dependencia de Dios, el salmista presenta su prueba ante él. Está oprimido por extranjeros: los enemigos externos de la nación; y hombres violentos: enemigos entre el pueblo de Dios. A diferencia de los fieles, estos adversarios no pusieron «a Dios delante» de ellos. Al no tener ningún temor de Dios, no son dependientes de él.

V. 4-7 – La segunda parte del Salmo da una respuesta a la oración por adelantado. El salmista confía en que Dios responderá a su oración, porque Dios es su ayuda; y, aunque otros buscan su vida (v. 3), Él es el que sostiene el alma del creyente. Jehová está entre los que sostienen su alma, pero devolverá el mal a los enemigos de su pueblo y los destruirá según su verdad.

Liberado de sus enemigos, el hombre devoto ofrecerá con franca voluntad su sacrificio a Jehová. La ofrenda de los fieles ya no será el cumplimiento de una obligación legal o la simple observación de una forma externa, sino la expresión de un corazón agradecido que discierne que el nombre de Jehová es bueno. El salmista puede decir que Dios ha respondido a su oración liberándolo de toda angustia y permitiéndole ver la destrucción de sus enemigos.

5.14 - Salmo 55

La oración de un hombre piadoso, expresando los ejercicios del remanente creyente de la nación judía, cuando el Anticristo rechaza a Dios, rompe el pacto y persigue a los fieles.

V. 1-3 – Este Salmo se abre con la súplica del hombre piadoso y las causas de su aflicción: la voz del enemigo y la opresión del malvado. La voz del malvado calumnia al hombre piadoso, que puede decir: «Sobre mí echaron iniquidad». Como siempre, la calumnia va seguida de persecución: «Con furor me persiguen».

V. 4-8 – Estos versículos ponen ante nosotros la miseria del piadoso remanente en Jerusalén durante el reinado del Anticristo. Mientras que dentro de él su corazón está angustiado, fuera, el hombre devoto está acosado por temores mortales. Desea huir lejos de la ciudad inmunda, a una tierra tranquila, donde escaparía del viento de la tormenta y del huracán del juicio listo para caer sobre la ciudad condenada (Mat. 24:15-22).

V. 9-11 – Una descripción viva de Jerusalén en los días del Anticristo sigue. Las murallas que deberían haber protegido a la ciudad de los ataques solo contienen violencia y peleas. La iniquidad y la perversidad están en el centro de la ciudad, y sus plazas se caracterizan por la opresión y el fraude. Desde el centro hasta los muros, todo es corrupción y violencia.

V. 12-15 – Entonces tenemos lo que podría ser una descripción del carácter apóstata del Anticristo. Había profesado pertenecer a los fieles, de los cuales era un amigo íntimo y familiar. Había ido con la multitud a la Casa de Dios con el pueblo de Dios. Ahora se había vuelto contra los fieles, cubriéndolos de vergüenza y desatando su odio contra ellos, mientras buscaba crecer por encima de todo lo demás (Dan. 11:37-38).

El salmista anuncia un juicio repentino y completo para este hombre malvado y los que están asociados con él (Apoc. 19:20).

V. 16-21 – A diferencia de los malvados que se caracterizan por la violencia y las riñas «día y noche» (v. 10), el hombre piadoso clama al Señor «tarde y mañana y a mediodía». Él sabe que Dios oirá y salvará su alma, y que golpeará a los que rehúsan arrepentirse y de darle gloria (Apoc. 16:9). Además, el malvado no solo se niega a glorificar a Dios, sino que extiende sus manos contra los fieles y profana el pacto que hizo con ellos, a pesar de todas las dulces palabras que había dicho (Dan. 11:31; 12:11; Mat. 24:15.)

V. 22-23 – El salmista termina con una hermosa expresión de confianza en Jehová. Los fieles están invitados, en su angustia, a trasladar su carga a Aquel que no cambia, que nunca romperá su alianza con su pueblo. Jehová no permitirá que los justos sean sacudidos, sin importar las aflicciones por las que tengan que pasar. En contraste con los fieles, el hombre violento y engañoso que se ha exaltado a sí mismo será destruido. Los fieles pueden concluir con estas palabras: «En ti confiaré».

5.15 - Salmo 56

La confianza del justo en Dios y en su Palabra, a pesar de las circunstancias adversas que ponen a prueba la fe.

V. 1-3 – Rodeado de enemigos que durante todo el día le hacen la guerra, le oprimen y quieren envolverle, el hombre piadoso se libra de sus temores volviéndose hacia Dios y confiando en él.

V. 4 – Además, confía en que Dios cumplirá su Palabra; por eso se eleva por encima de sus temores y puede decir no solo: «El día que temo, yo en ti confío», sino que, al elevarse, puede añadir: «En Dios he confiado; no temeré». Con Dios y la Palabra divina ante su alma, puede gritar triunfalmente: «¿Qué puede hacerme el hombre?».

V. 5-9 – Exponiendo su prueba a Dios con más detalle, el salmista contrasta la maldad de los que están en su contra con la bondad de Dios que está por él. Durante todo el día el enemigo tuerce las palabras de los fieles; con malas intenciones los adversarios se consultan y observan en secreto los pasos del justo, buscando matarlo. Consciente de que la iniquidad no puede quedar impune, el alma espera que Dios derrote a los que se oponen a su pueblo.

En contraste con lo que los malvados hacen a su propio pueblo, Dios cuenta todos los pasos de los fieles, recoge sus lágrimas en sus vasos y tiene un libro en el que registra sus aflicciones. Disfrutando del tierno cuidado de Dios, el alma puede esperar ser liberada de sus enemigos, y afirma con infalible seguridad: «Dios está por mí».

V. 10-11 – Una vez más, el salmista puede declarar con confianza: «En Dios alabaré su palabra», siendo esta la prueba de la fidelidad de Dios; y porque ha puesto su confianza en la Palabra de Dios, no temerá lo que el hombre pueda hacerle.

V. 12-13 – El salmista está dispuesto a hacer su sacrificio de alabanza. El hombre había buscado su vida, pero Dios había liberado su alma de la muerte. Los hombres buscan sorprender al justo en sus pasos (v. 6), pero Dios impide que sus pies se estremezcan. Sus pasos se fortalecen para que pueda caminar «delante de Dios en la luz de los vivos», para que pueda vivir para Dios a la luz de Dios.

5.16 - Salmo 57

La confianza del alma en Dios, su refugio, hasta que pasen las calamidades, el alma liberada, Dios exaltado y su gloria esparcida por toda la tierra.

V. 1 – De en medio de las calamidades que lo acosan por todas partes, el hombre piadoso confía en la bondad de Dios y encuentra su refugio y su morada en el tierno amor de Dios, presentado a imagen y semejanza por «la sombra de tus alas».

V. 2-3 – Consciente de que llevará todo a buen término para él, el salmista dirige su clamor al Dios Altísimo. Dios enviará desde el cielo y salvará al hombre piadoso, mientras que avergonzará a los que quieran tragarlo. Dios enviará su bondad para liberar a los fieles y su verdad para actuar contra los malvados. Su juicio será de acuerdo con la verdad.

V. 4-5 – Mientras tanto, en cuanto a sus circunstancias actuales, el hombre devoto está en medio de leones que soplan la destrucción: los hijos de los hombres que, llenos de rabia y maldad, rechinan sus dientes contra él. Con Dios como su refugio, y consciente de que él mismo llevará todo a buen término, el salmista puede mirar más allá de la violencia de los hombres, hasta el momento en que Dios será elevado por encima de los cielos y su gloria será sobre toda la tierra.

V. 6 – Los malvados bien pueden haber preparado una red para los pasos del hombre piadoso y cavado un hoyo para precipitar su caída, pero según los caminos de Dios como recompensa, serán atrapados en sus propias artimañas.

V. 7-11 – Aunque el creyente tiene que enfrentar calamidades, está rodeado de hombres violentos y está rodeado de trampas a cada paso, su corazón permanece firme y confiado, porque Dios es su refugio. Él reunirá todas las cosas para su propia gloria y la salvación de su pueblo. Por eso, el salmista canta alabanzas; su himno anticipa un nuevo día para el mundo será: «Me levantaré de mañana». Al amanecer de este nuevo día, la alabanza de Dios se extenderá «entre las naciones». El cielo y la tierra se unirán para proclamar la verdad de Dios. Así Dios será exaltado y su gloria resplandecerá sobre toda la tierra.

5.17 - Salmo 58

El remanente creyente de la nación judía espera que Dios establezca su gobierno en la tierra a través del juicio de los malvados.

V. 1-5 – La primera parte de este Salmo describe el estado del mundo, justo antes del juicio de las naciones vivas. Será evidente que el gobierno de la tierra confiado a manos humanas ha sido un fracaso total. Los hijos de los hombres ya no hablan y actúan con justicia.

Como en los días antes del diluvio, los hombres estaban corruptos y llenos de violencia en sus caminos (Gen. 6:11), manifestarán de nuevo que sus corazones están completamente corruptos y sus manos llenas de violencia, antes de que el juicio caiga sobre el mundo presente. Aparecerá que los hombres están lejos de Dios no solo por naturaleza, sino también por su comportamiento habitual: dicen mentiras y esparcen el veneno del error. Además, son sordos a cualquier llamado de la gracia, a pesar de la predilección y la sabiduría con la que se les presenta. De esta manera, los hombres sellan su destino y se revelan maduros para el juicio.

V. 6-9 – A través de una serie de imágenes, el salmista pide a Dios que ejecute el juicio. Que los malvados sean como leones jóvenes cuyos dientes han sido rotos y que han perdido así su poder, como el agua que fluye, como un arquero que dispara flechas rotas y por lo tanto inofensivas. Ya sea como una babosa que solo deja un rastro de limo o como un aborto sin futuro; pues «los arrebatará él con tempestad», como se lleva las espinas ardientes antes de que hayan calentado las calderas.

V. 10-11 – El final del Salmo expresa el gozo de los justos a la vista del juicio de los malvados. El justo «sus pies lavará en la sangre del impío». Obtiene la bendición a través del juicio de sus enemigos. Veremos entonces que hay una recompensa para los justos y que hay un «Dios que juzga en la tierra».

Bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales, el cristiano será liberado del sufrimiento y del mal, cuando sea retirado de esta escena corrupta para estar con el Señor; por lo tanto no pide el juicio de sus enemigos. El judío devoto cuyas bendiciones son terrenales, siendo divinamente instruido, sabe que el tiempo de bendición para la tierra solo puede ser introducido por el juicio del mal; por lo tanto, él espera con razón el juicio de sus enemigos.

5.18 - Salmo 59

El piadoso remanente de los judíos pide a Dios que juzgue a los enemigos de fuera que, para lograr sus propios fines egoístas, se han opuesto a la nación de Israel. Entonces sabremos que Dios domina en Jacob hasta los confines de la tierra.

V. 1-5 – Al principio de este Salmo, el remanente sufriente espera que Dios lo libere y proteja de los enemigos inicuos, violentos y poderosos que se levantan contra Israel, aunque el pueblo no haya causado ningún daño a las naciones que se enfrentan a él. Exige la intervención de Dios en el juicio, sin misericordia, a aquellos que no han usado de gracia hacia su pueblo.

V. 6-8 – Como un perro callejero que aúlla de noche, los enemigos de Israel recorren la ciudad, tramando el mal contra el pueblo de Dios, sin conciencia, «porque, dicen: ¿Quién oye?». Sin embargo, para usar el lenguaje de los hombres, Jehová se reirá de ellos.

V. 9-10 – Consciente de la fuerza del enemigo y de su propia debilidad, el hombre recto encuentra su alto retiro en Dios. Está plenamente convencido de la bondad de Dios, que responderá liberando a los fieles de todos sus enemigos.

V. 11-13 – El salmista no pide que el enemigo de Israel sea matado en un instante por el gran poder de Dios; preferiría que aquellos que han prolongado los sufrimientos del pueblo de Dios también conozcan un fin duradero, como un ejemplo para el pueblo de Dios de justicia en retribución.

Las palabras de los labios traicionan el orgullo de los corazones. La maldición y las mentiras habladas por los enemigos de Israel exigen un juicio que haga saber que Dios domina en Jacob hasta los confines de la tierra.

V. 14-17 – Antes del juicio de Dios, los fieles ya ven a sus enemigos privados de sus presas y aullando como un perro hambriento paseando por la ciudad por la tarde. Cuando la larga noche de sufrimiento haya terminado, el hombre piadoso cantará en la mañana la fuerza y la bondad de Dios. Porque Dios fue su gran refugio contra el enemigo y su refugio en la tormenta en el día de la angustia.

5.19 - Salmo 60

Aunque rechazado por sus iniquidades, el remanente de los judíos reconoce en Dios su única esperanza: el único que puede reparar las grietas.

V. 1-3 – Mirando más allá de todas las causas secundarias, el Remanente reconoce que Dios, debido a su ira, rechazó y dispersó a la nación. Los judíos fieles también se dan cuenta de que el que ha dispersado es el único que puede restaurar.

Reconocen que fue Dios quien hizo temblar la tierra. Ahora esperan que Aquel que la «dividió» «sana sus roturas». Dios hizo ver a su pueblo «cosas duras»; les dio a «beber un vino de aturdimiento». Los judíos no se rebelan contra los caminos de Dios hacia ellos; no buscan justificarse a sí mismos; no confían en sí mismos ni en otros para estar restaurados en su posición. Ellos esperan a Dios solo.

V. 4-5 – El Remanente ha alcanzado así un estado de ánimo que permite a Dios bendecirlo. Por eso los fieles pueden decir: «Has dado a los que te temen bandera». La bandera es lo que agrupa y une a las tribus de Dios. Este centro de reunión está en medio de los que temen a Dios. La bandera es la manifestación de la verdad, y por lo tanto un medio de liberación para el amado pueblo de Dios.

V. 6-8 – El salmista se dirige ahora a las promesas de la Palabra de Dios, fundamento de todas las esperanzas del Remanente. «Dios ha dicho». Y lo que Dios dijo está totalmente garantizado por su propia naturaleza: Él habló en su santidad. Dios afirma su derecho sobre todo el país, ya sea en la orilla occidental del Jordán: Siquem, o en la orilla oriental: Sucot. Afirma que las tribus de Israel, Galaad y Manasés representan a su pueblo al este del Jordán; al oeste, son Efraín y Judá. Una es la tribu más grande del norte y la otra es la tribu más grande del sur. Así, el país en todas sus direcciones está reclamado por Dios. Desde un punto de vista político, estas 2 tribus tienen un lugar dominante: Efraín es la tribu guerrera (Deut. 33:17) y Judá es la tribu gobernante (Gén. 49:10).

Finalmente, Dios subyugará completamente a los antiguos enemigos de su pueblo. Moab será reducido a un estado de esclavitud ignominiosa: está comparado con el lavabo en el que su dueño se lava los pies; Edom es como un esclavo al que su amo le arroja una sandalia desgastada; la Filistea, que tan a menudo ha triunfado sobre el pueblo de Dios, ahora está llamada a «gritar» a causa de la victoria de Dios.

V. 9-12 – Fortalecida por las promesas de Dios, el alma confía en él para que la lleve a la victoria. La pregunta es: «¿Quién me llevará a la ciudad fortificada?», de la que la montañosa ciudad de Edom es un buen ejemplo. Su confianza en Dios le dio inmediatamente la respuesta. El Dios que rechazó a los hijos de Israel a causa de sus transgresiones es el que les dará ayuda, porque la liberación que viene del hombre es vana. Por Dios harán actos de valor porque, dicen: «Él hollará a nuestros enemigos».

5.20 - Salmo 61

El grito de un hombre proscrito, cuyo espíritu está abrumado, pero que sin embargo espera a Dios, su Roca, para ser protegido de los raudales que lo rodean.

V. 1-2 – El salmista clama a Dios desde los confines de la tierra (o «país»). Por lo tanto, el enemigo está en posesión del santuario, mientras que el hombre piadoso es rechazado. Aunque abrumado por la angustia, su alma discernía la existencia de una roca que era más alta que las olas. A pesar de su aflicción, los fieles confían en que Dios lo conducirá a este refugio seguro; puede decir: «Llévame a la roca».

V. 3 – La confianza del creyente en Dios se deriva de la experiencia que ha adquirido. Dijo: «Tú has sido mi refugio, y torre fuerte delante del enemigo». Los fieles han encontrado en Dios refugio de la tormenta y una fortaleza de sus adversarios.

V. 4 – Teniendo a Dios ante su alma, el creyente se eleva por encima de las olas impetuosas y puede vislumbrar con confianza un futuro brillante: su morada en la presencia de Dios para siempre. Hasta entonces, los fieles confiarán en el cuidado y protección de Dios: al refugio de sus alas.

V. 5-8 – Sabiendo que es comprendido, el justo está seguro de que heredará la porción de los que temen el nombre de Dios, aunque por el momento se encuentre en los confines «de la tierra». La base de su confianza es que Cristo, el Rey, pasó por las circunstancias de los fieles y que sus años se extendieron, de modo que está «para siempre delante de Dios». Si el Rey mora para siempre delante de Dios (v. 7), los que están sujetos al Rey morarán en su tienda «para siempre» (v. 4). El que permanece para siempre cantará alabanzas a Dios a perpetuidad.

5.21 - Salmo 62

La confianza que espera solo a Dios y descansa en él, esperando su liberación.

V. 1-2 – En el Salmo anterior, el hombre piadoso, aunque mira a Dios, se siente abrumado en su espíritu. Aquí, él espera solo a Dios y es animado. Puede decir: «En Dios solamente está acallada mi alma». En el Salmo 61, el creyente confía en que será conducido a la roca, aquí ha llegado a la roca; entonces puede decir de Dios: «Él solamente es mi roca». Confiando en él, añade: «No resbalaré mucho».

V. 3-4 – Volviéndose hacia sus enemigos, el salmista desaprueba sus ataques secretos contra un hombre debilitado al que compara con una «pared desplomada», como «cerca derribada». Exteriormente, los oponentes pretenden defender a los fieles; interiormente los maldicen y consultan secretamente para derrocarlos. Este es, en efecto, un tipo de sufrimiento que el Señor ha experimentado en toda su extensión.

V. 5-8 – Sin embargo, las tramas de los malvados no pueden sacudir la confianza en Dios del hombre piadoso. No busca defenderse, no busca la ayuda de los demás. Él dijo: «Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza. Él solamente es mi roca y mi salvación». Esperando a Dios, el creyente está seguro de que no será sacudido; también se da cuenta de que Dios no es solo su salvación, sino su gloria. Cuando llegue el momento, Dios levantará a aquel a quien el hombre trata como una «pared desplomada y como cerca derribada».

Así, en virtud de su experiencia que ha tenido de Dios, el hombre piadoso puede exhortar a los demás a confiar en Dios «en todo tiempo». Cualquiera que sea la circunstancia, confía en Dios; a pesar de todas las dificultades, «derramad delante de él vuestro corazón» (comp. con Fil. 4:6).

V. 9-12 – Después de su exhortación a confiar en Dios, el salmista advierte contra la propensión a confiar en el hombre, sea elevado o humilde. ¡Ay! El hombre es corrupto: mentiroso, o violento; oprime y roba; o codicioso: pone su corazón en sus posesiones. ¡Que los fieles tengan cuidado de no poner su confianza en la posición social, en las malas intenciones, en el poder humano y en las riquezas terrenales! Dios ha dicho en más de una ocasión que la fuerza y la bondad son suyas y que devolverá a cada uno según su trabajo. ¡Qué bendición, pues, que el alma piadosa confíe solo en Dios, que lo espere pacientemente, sin pretender ascender ni atacar a sus enemigos! Los hombres pueden tener cierto poder, pero no recurrir a la bondad; o pueden mostrar bondad, pero sin justicia. El poder es de Dios, pero con el poder Dios une la bondad, y con la bondad mantiene la justicia, porque da a cada uno según su obra.

5.22 - Salmo 63

La confianza de un alma piadosa que anhela a Dios en una tierra árida y alterada –una escena donde no hay nada para sostener a los justos.

El Salmo 61 es el grito de un alma abrumada; el Salmo 62, el grito de un alma en espera; el Salmo 63, el grito de un alma que languidece.

V. 1-2 – Los primeros versículos expresan la sed de Dios que siente el corazón de un judío piadoso, rechazado del país y alejado del Lugar Santo. El alma y el cuerpo –todo el hombre– languidecen de Dios mientras están todavía en una escena desértica donde no hay agua: nada que refresque el alma.

El deseo del alma está formado por el conocimiento de Dios adquirido en el Lugar Santo. Dentro de su misma morada, Dios se manifiesta en su fuerza y gloria.

V. 3-7 – El salmista dará una doble razón por el placer que encuentra en Dios. Primero, descubrió que la bondad de Dios es mejor que la vida. El gozo en Dios es mejor que los gozos de esta vida terrena; por eso, dice el salmista, «te bendeciré en mi vida». Regocijándose en Dios, su alma está llena de médula y grasa, y sus labios están llenos de alabanza, aunque todavía está en una tierra árida y alterada, sin agua. Además, durante las vigilias nocturnas, cuando toda la agitación de la naturaleza está silenciada y el alma está sola, meditará en Dios.

Como segunda razón de su placer en Dios, el salmista evoca la ayuda que ha encontrado en Él en todas sus aflicciones, una ayuda que le lleva a regocijarse en la protección de Dios.

V. 8-10 – El resultado práctico de este placer en Dios se describe a continuación. El alma se adhiere a Dios para seguirlo y está sostenida por la mano derecha de su poder. Si Dios es así para él, ¿quién estará en su contra? Por lo tanto, puede decir con confianza que sus enemigos caerán bajo la espada del juicio y serán la porción de los zorros en el campo de batalla.

V. 11 – La destrucción de sus enemigos llevará a la manifestación del Rey en su victoria, regocijándose en Dios. Todos aquellos que confían en el Rey se jactarán, mientras que aquellos que han buscado ascender a través de la mentira serán confundidos.

Este hombre piadoso anhela ver la manifestación del poder de Dios en la tierra (v. 2). En los versículos 8 al 10, ya se refiere al “poder” de Dios que apoyará a los suyos y juzgará a todos los que se oponen a su pueblo; en el versículo 11, anticipa la “gloria”, cuando el juicio de los malvados es seguido por el reino de Cristo como Rey.

5.23 - Salmo 64

La descripción de los malvados y sus propósitos; el justo juicio que vendrá sobre ellos, conduciendo al temor de Dios y al gozo de los justos ante Jehová.

Este Salmo habla de un día futuro, cuando el mal en el mundo alcanzará su apogeo y será juzgado públicamente por Dios; entonces todos los hombres serán conducidos a temer a Dios.

V. 1 – Este pasaje comienza con la oración del hombre piadoso que pide ser preservado no solo del enemigo, sino también del «temor» del enemigo.

V. 2-6 – El salmista, consciente de que los malvados forman consejos secretos contra él, coloca sus malos designios ante Dios. La “multitud tumultuosa”, excitada por los planes secretos de los conductores injustos, está empujada a ejecutar sus maquinaciones. Con palabras agudas y amargas, como un vuelo de flechas lanzadas a la aventura, los obreros de iniquidad hablan en contra de todo lo que es de Dios. Ataques difamatorios se hacen sin escrúpulos ni remordimientos. Los malvados se hacen más fuertes en el mal. No solo disparan las flechas secretas de la calumnia, sino que también ponen trampas para los fieles. Hablan bellas palabras y muestran motivos piadosos para lograr sus malas metas. Confiados en sí mismos, imaginan que nadie verá las maquinaciones excepto en su duplicidad que han tramado diligentemente.

V. 7-8 – Sin embargo, actuando sin temor (v. 4) y pensando que nadie puede ver sus trampas, se olvidan de Dios, para quien todo está descubierto y que puede leer “en el interior de cada uno”, tan profundamente como esté escondido en el corazón. El Dios que sabe todo traerá sobre ellos su justo juicio. La flecha que han disparado a otros se volverá contra ellos; las amargas palabras pronunciadas contra otros caerán sobre ellos.

V. 9-10 – El juicio de los impíos llevará a todos los hombres a temer a Dios y a considerar sus obras. Los justos se regocijarán en Jehová, y confiarán en él, y se jactarán de la derrota de los impíos.

5.24 - Salmo 65

El piadoso remanente espera con confianza y gozo la intervención de Dios en respuesta a sus oraciones, cuando Sion se convierte en un centro de alabanza y oración para toda la tierra, cuando se establece el gobierno, cuando cesa la guerra y cuando la tierra será introducida en la bendición.


V. 1-2 – En su meditación ante Dios, mirando más allá de sus circunstancias actuales, el salmista reconoce que Sion será el centro de alabanza para toda la tierra. No solo Israel, sino «toda carne» vendrá a Sion para alabanza y oración. Sin embargo, el momento de la alabanza universal aún no ha llegado: «Tuya es la alabanza en Sion».

V. 3-4 – Los fieles confiesan la razón del silencio en Sion. Sus iniquidades prevalecieron en su contra. Sin embargo, están seguros de que Dios los perdonará, son conscientes de que son objetos de la gracia soberana. Esto lleva al salmista a describir la bienaventuranza del hombre que Dios ha escogido: Dios lo acerca; y el que se acerca a Dios estará satisfecho con el bien de su casa.

V. 5-8 – Los fieles anticipan el juicio de los malvados y su propia liberación en respuesta a sus oraciones. La intervención de Dios traerá «tremendas cosas» para las naciones, pero traerá salvación para su pueblo terrenal. El gobierno estará asegurado por el poder de Dios: es por «su poder» que «afirma los montes»; la paz será establecida y la agitación de los pueblos apaciguada. Las «maravillas» o signos de la intervención de Dios serán universalmente reconocidos y temidos.

Los hombres ya no tendrán miedo del futuro; ya no temerán lo que cada mañana puede traer. «Las salidas de la mañana y de la tarde» cantarán de gozo.

V. 9-13 – Los últimos versículos presentan un cuadro magnífico de la bendición milenaria de la tierra, cuando todo el mal haya sido juzgado. Con la maldición quitada, o reprimida, Dios visitará la tierra en bendición. Dará el trigo y preparará la tierra para que dé fruto; él controlará la sucesión de las estaciones. El desierto se transformará en pastos para el ganado, las llanuras se cubrirán de trigo, y los cánticos de alabanza y gozo se alzarán por encima de todo.

5.25 - Salmo 66

Toda la tierra fue llamada a someterse a Dios y a dar gloria a su nombre, antes de que se desplegara la grandeza de su fuerza en el juicio de los enemigos de Israel, y ante sus caminos gubernamentales hacia el remanente piadoso y hacia la nación.

V. 1-4 – Todas las naciones están llamadas a dar gloria a Dios, cuyas terribles obras se han manifestado hacia los enemigos de su pueblo Israel. Aquellos que se han levantado y se han rebelado contra Dios tendrán que someterse cuando el Todopoderoso desplegará la grandeza de su poder en juicio. Entonces toda la tierra se inclinará ante Dios y alabará su nombre.

V. 5-7 – Se invita a las naciones a considerar los caminos gubernamentales de Dios hacia los hijos de los hombres, tal como fueron manifestados en la historia de Israel, desde el tiempo en que los guio a través del mar Rojo hasta su liberación final de todos sus enemigos. Esto demuestra claramente que Dios es todopoderoso –dominando «por su poder para siempre», y omnisciente: «sus ojos atalayan sobre las naciones». Por eso, «los rebeldes no serán enaltecidos».

V. 8-12 – Los fieles en Israel dan testimonio de los caminos de Dios hacia ellos. A través de todas sus pruebas, Dios mantuvo sus almas vivas, y en todos sus movimientos, Dios mantuvo sus pies. Sin embargo, fueron conducidos por un camino difícil. Han sido probados en el horno de la aflicción, como la plata que se refina para eliminar la escoria. Cayeron en las manos del oponente, como un animal atrapado en la trampa del cazador. Fueron esclavizados por sus enemigos, como una bestia de carga que cae bajo una pesada carga. Fueron derrotados, como alguien que sería arrojado al suelo y pisoteado por un enemigo salvaje. Han pasado por el fuego de la persecución y se han enfrentado a las aguas de la muerte.

Reconocen que, durante su larga historia de dolor y sufrimiento, Dios ha actuado hacia ellos en su propia santidad y para su bendición. Así, mirando más allá de la maldad de los hombres, los judíos fieles reciben sus pruebas de Dios. Dicen: “Tú” has hecho estas cosas. Reconocen también que, si Dios pone a su pueblo a prueba, es para su bendición al final, para que puedan añadir: «Nos sacaste a abundancia».

V. 13-15 – Las pruebas por las que pasaron prepararon a los fieles para acercarse a Dios como adoradores. Por eso, el salmista, hablando en su nombre, puede decir: «Entraré en tu casa con holocaustos». Liberado de sus enemigos, cumplirá los votos que hizo en los días de la prueba.

V. 16-20 – El hombre piadoso, al final, no solo es libre para adorar ante Dios, sino que puede dar testimonio ante los hombres de lo que Dios ha hecho por su alma. En su prueba, había gritado a Dios y lo había alabado. Los fieles no habían mirado la iniquidad en su corazón ni la habían dejado sin juzgar. Dios había escuchado y respondido su oración, y la había transformado en alabanza.

5.26 - Salmo 67

El piadoso remanente espera que Dios lo bendiga, para que, a través del Israel restaurado, el conocimiento de Dios se extienda entre las naciones y toda la tierra sea llevada a temer a Dios.

V. 1-2 – El fiel desea que la gracia de Dios, su bendición y su favor se manifiesten en la restauración de Israel, para que haya entre todas las naciones un testimonio de los caminos de Dios en bendición y salvación.

V. 3-4 – Evocando de antemano el resultado que derivará de este testimonio de la salvación de Dios, el salmista anuncia la bendición milenaria de la tierra. Pueblos otrora en rebelión contra Dios lo alabarán. En lugar del dolor y la miseria causados por la propia voluntad del hombre, habrá gozo y felicidad en un mundo juzgado con rectitud y sometido a Dios.

V. 5-6 – Una vez las naciones sometidas a Dios, la tierra dará su fruto. La maldición será quitada y la tierra dará una abundancia de frutos para la alabanza de Dios y para la bendición del hombre.

V. 7 – El salmista termina reafirmando que la bendición del Israel arrepentido llevará a todos los confines de la tierra a temer a Dios.

5.27 - Salmo 68

Dios se reveló en todos los reinados de la tierra a través de la manifestación de su bondad a través de la historia de Israel.

V. 1-3 – Este Salmo muestra, en primer lugar, cómo Dios toma su lugar a la cabeza de su pueblo y dispersa a sus enemigos; cómo los impíos perecen ante él mientras los justos se regocijan. Comienza con la fórmula usada por Moisés cuando el campamento de Israel se fue al cruzar el desierto (Núm. 10:35).

V. 4-6 – Entonces, de una manera muy hermosa, el carácter de Aquel que dirige a su pueblo es puesto ante nosotros. Él actúa como un Padre amoroso y un Juez justo. Los pobres, los oprimidos, los solitarios y los cautivos son los objetos de su cuidado, pero los rebeldes son dejados para que cosechen los resultados de su propia locura: perecen en el desierto.

V. 7-14 – La historia de Israel se resume para mostrar no los defectos del pueblo, sino la bondad de Dios.

Dios guio a su pueblo a través del desierto y manifestó su presencia en el Sinaí (v. 7-8). Hizo que su pueblo habitara en el país; en su bondad, veló sobre los que estaban cansados y cuidó de los pobres (v. 9-10). Por su Palabra y su guía, les dio la victoria sobre todos sus enemigos: los reyes huyeron y el botín permaneció con ellos, todos ellos participaron (v. 11-12). El Israel victorioso, una vez miserable y pobre, ahora está manifestado en toda la belleza de la que Dios lo ha revestido (comp. con Ez. 16:1-14), mientras que los enemigos están dispersos por toda la tierra (v. 13-14).

V. 15-19 – Israel está establecido en el país, y entonces vemos a Dios escogiendo a Sion para su morada. Las potencias del mundo, representadas por montañas con varios picos, pueden mirar a Sion con celos. Sin embargo, es el lugar que Jehová deseaba habitar allí para siempre, como el centro del gobierno terrenal; es servido por los ejércitos de ángeles, ejecutores de su voluntad.

Además, toda su bondad hacia Israel proviene del hecho de que Cristo ascendió a la cima. El salmista puede haber entrado solo un poco en el significado profundo de sus propias palabras (1 Pe. 1:11); pero, como nos enseña la cita de este versículo en Efesios 4:8, el Espíritu de Dios tenía a Cristo en mente. En su lugar de gloria, recibió regalos para los hombres. En Efesios, los dones están relacionados con la Iglesia; aquí, con Israel, aunque el pueblo era rebelde. Así, a través de sus dones de gracia, Dios asegura a un pueblo en cuyo medio puede habitar. En el Salmo 22:2-3, vimos a Cristo abandonado en la cruz, para que Jehová habite entre un pueblo que lo alaba. En nuestro Salmo, sube a la cima para tener un pueblo que lo alabe. Por eso se dice: «Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación».

V. 20-23 – La bendición de su pueblo Israel implica la destrucción de los enemigos de Dios. Jehová traerá de nuevo a su pueblo fuera del mundo, mostrado aquí por Basán, mientras que sus enemigos serán completamente aplastados, dejados como cadáveres en el campo de batalla.

V. 24-27 – Todos los enemigos han sido destruidos, y el Rey está aclamado cuando toma su lugar en el Lugar Santo en medio de su pueblo con gozo, quienes, divididos desde hace mucho tiempo, son finalmente reunidos (Is. 52:8).

V. 28-31 – El Rey finalmente tiene su legítimo lugar entre su pueblo reunido, un pueblo fortificado ahora que el mundo entero está sometido. Los reyes de la tierra vendrán con sus dones, se someterán al Rey, extenderán sus manos a Dios, en dependencia.

V. 32-35 – Finalmente, todos los reinados de la tierra están llamados a alabar a Jehová, que está sobre todas las cosas creadas, que es poderoso de palabra y de obra y que ha manifestado su poder en su pueblo Israel.

5.28 - Salmo 69

Los sufrimientos personales de Cristo cuando entró en la angustia que sobrevino a los fieles en Israel a causa de los pecados de la nación, por los cuales están golpeados en el gobierno de Dios.

Solo Cristo ha entrado plenamente en las experiencias descritas en este Salmo, aunque hasta cierto punto puedan ser conocidas por otros. Este hecho indica claramente que los sufrimientos aquí no implican expiación y lo que sigue, el abandono de Dios: solo Cristo podría soportarlo, como vemos en el Salmo 22.

Además, aunque el Señor conoció en parte durante su vida en la tierra los sufrimientos descritos en estos versículos, estos culminaron en la cruz; porque solo allí fue donde el Señor fue golpeado por Dios. Pero, aunque se aborde el aspecto de la parte de Israel bajo los golpes de Dios, son sobre todo los dolores resultantes de la hostilidad de la culpable nación judía los que dominan. Tal maldad merece juicio; por lo tanto, en este Salmo tenemos el llamado al juicio en lugar de la expectativa de la gracia que trae bendición al hombre.

Pero el juicio de la nación culpable abre el camino a la restauración de Israel que completa este Salmo.

V. 1-3 – Los primeros versículos presentan los sufrimientos personales del Señor en la cruz. Más adelante en este Salmo, encontraremos la enemistad de los hombres, que Cristo soportó en el camino que lleva a la cruz. Aquí, el dolor supremo, el dolor que el Señor conoció en su propia alma, está puesto primero ante nosotros. Todo lo que los fieles de Israel experimentaron hasta cierto punto, lo sintieron plenamente, como solo el hombre perfecto podía hacer. La nación no tenía «donde hacer pie» ante Dios; el Señor entró en espíritu en esta posición en la cruz. Sin embargo, en este estado, el Remanente esperaba a Dios; esta confianza fue perfectamente expresada por Cristo que, en medio de su angustia, puede decir: «Esperando a mi Dios».

V. 4 – El odio de la nación judía hacia el remanente piadoso fue perfectamente sentido por el Señor en la cruz. Su infinita perfección le permitió decir de manera absoluta que era «sin causa» que lo odiaban, y que los que querían destruirlo eran sus enemigos. Además, eran numerosos y poderosos. En cuanto a él, en la cruz, tuvo que lidiar no solo con la hostilidad de un individuo, sino con el odio de la nación, impulsado por sus poderosos líderes. Para él, la conocida expresión se hizo realidad: «He de pagar lo que no robé». Como alguien dijo: Fue como decir: “Aunque inocente, soy tratado como culpable” (vean Jer. 15:10).

V. 5 – Apartándose de la ira de las naciones reunidas en la cruz, la santa Víctima mira a Dios. Israel sufría por sus pecados bajo el gobierno de Dios. El Señor ha entrado en este sufrimiento. Puede clamar a Dios en el conocimiento de la verdadera causa de sus sufrimientos: los pecados de la nación, que confiesa como propios. Aquí, sin embargo, se trata de «mis pecados no te son ocultos», y no del “juicio de los pecados” para expiarlos, como en el Salmo 22.

V. 6 – El Señor espera a Dios (v. 3), pero hay otros que esperan a Jehová de los ejércitos. Para estos, Cristo se dirige a Dios, para que no se avergüencen y se confundan por los sufrimientos de Aquel a quien miran para obtener la redención (comp. con Lucas 24:19-24).

V. 7-12 – En estos versículos se nos permite considerar los sufrimientos del Señor en el camino que lo condujo a la cruz. Debido a su fidelidad a Dios, experimentó oprobio y vergüenza de un mundo que amaba más las tinieblas que la luz.

En su país y en su casa, fue tratado como un extraño y como desconocido (Mat. 13:54-58).

Además, su celo por la Casa de Dios, que le llevó, en 2 ocasiones, a purificar el templo, le valió el oprobio por parte de los hombres: llevaron su odio contra Dios sobre Cristo (Juan 2:13-17; Lucas 19:45-48).

Si lloraba y su alma ayunaba pensando en la miseria que los pecados de su pueblo traerían sobre la nación, también era un oprobio para él. Fuera de la ciudad, él lloró sobre los pecadores que, dentro, estaban conspirando para quitarle la vida (Lucas 19:41-48). Si los pecados de la nación han hecho de él un hombre de dolor y sabiendo lo que la languidez, el mismo dolor, simbolizado por el saco, ha sido la oportunidad que los hombres han usado para hacer de él un proverbio y así evitar que otros lo sigan. Sus protestas públicas contra la impiedad le ganaron el odio de los conductores: los que se sientan en la puerta; lo convirtieron en el hazmerreír de los depravados: sirvió de cántico a los bebedores.

V. 13-19 – El Señor ha enumerado los sufrimientos que ha experimentado por parte del hombre. Vemos aquí que fueron una oportunidad para manifestar la perfección de su confianza en Dios. A diferencia de nosotros, no había nada en él que lo llevara a una expresión de resentimiento o exasperación. La maldad del hombre solo lo ha arrojado de nuevo a Dios. «Pero yo a ti oraba, oh Jehová». El Señor se dirige a Dios con toda confianza para ser escuchado, pues se dirige a él «al tiempo de tu buena voluntad». Cuando Cristo sufrió por el pecado bajo la mano de Dios, el Salmo 22 nos muestra que él lloró, pero no fue escuchado. Aquí, donde se trata de sufrimiento por parte de los hombres, se recibe su grito. Su confianza en la grandeza de la bondad de Dios y en la verdad de su poder en la salvación no es sacudida por todo lo que él soporta. Espera que Dios lo libere de la angustia, de los que lo odian y de la muerte.

El Señor habla como alguien que conoce por experiencia la bondad de Jehová y la grandeza de sus tiernas misericordias, y como alguien que necesita estas misericordias divinas como un siervo de Jehová rodeado de enemigos. El consuelo del hombre perfecto es que Dios lo sabe todo. El Dios de la bondad y de la compasión es Aquel que conoce su oprobio, su vergüenza, su deshonra; incluso sus oponentes están todos ante Dios.

V. 20-21 – Así el Señor mira solo a Dios el día en que el oprobio de los hombres le quebrantó el corazón. Recurrir a otro lugar para encontrar compasión habría sido inútil, porque en este mundo no hay nadie que tenga misericordia. Cristo buscó a alguien que tuviera compasión, consuelo, pero no encontró a nadie. Lejos de sentir lástima y compasión, sus perseguidores le dieron hiel y vinagre en respuesta a su grito.

V. 22-28 – El rechazo de la gracia del Salvador y el odio injustificado que lo clavó en la cruz dejan a los hombres expuestos al juicio, porque ellos rechazaron a Aquel que solo podía protegerlos de ese juicio. Entonces tenemos la petición de que el juicio en retribución recaiga sobre aquellos que se han manifestado como enemigos sin causa de Cristo. Es un juicio que golpea a los hombres en este mundo, aunque puede llevar al juicio eterno. El Señor había advertido a la ciudad de Jerusalén, instruido a sus discípulos al respecto y advertido a las hijas de Jerusalén (Lucas 19:42-44; 21:20-24; 23:28-31).

La prosperidad terrenal del mundo se convertirá en su trampa; y con el fracaso de todo aquello en lo que confiaban los hombres, el mundo se sumergirá en las tinieblas en cuanto a su espíritu. Como los pueblos no sabrán cómo actuar, habrá «angustia de las naciones, perplejas en la tierra (vean Lucas 21:25). Sus entrañas vacilarán continuamente: los hombres entregarán sus almas con temor a causa de la expectativa de las cosas que vendrán sobre la tierra. La ira de Dios será derramada sobre ellos y sus hogares serán destruidos. Sus casas serán desoladas y sus ciudades pisoteadas por los gentiles.

Este juicio golpea a los hombres debido a la crueldad despiadada con la que disfrutaban persiguiendo a Aquel a quien Dios golpeaba. Otros pueden compartir este sufrimiento. El mismo dolor de aquellos cuyos espíritus están heridos por el pecado de la nación atrae aún más persecución sobre esta nación. El rechazo de la gracia de Cristo es el pecado supremo que se añade a sus iniquidades. No entrarán en la justicia de Dios que trae salvación, no tendrán parte en el libro de la vida, ni en la porción de los justos.

V. 29-31 – Pero si los sufrimientos padecidos por Cristo por parte de los hombres conducen al juicio de la nación, ellos también tendrán una respuesta gloriosa cuando Cristo sea exaltado. Por eso, aunque esté «afligido y miserable», el Señor puede decir: «Tu salvación, oh Dios, me ponga en alto». Su elevación irá acompañada de alabanzas a Dios, alabanzas que Cristo cantará y que sustituirán los sacrificios del pasado.

V. 32-36 – Si el Señor dirige la alabanza, los humildes seguidores de Cristo que buscan a Dios se regocijarán cuando vean esta respuesta dada a su clamor de los pobres, y aprenderán que Jehová no despreciará a su pueblo atrapado, aunque los hombres lo persigan.

Además, la alabanza que comienza con el Mesías exaltado será tomada por los cielos y la tierra, los mares y todo lo que se mueve en ellos. Sion será salvada; las ciudades de Judá serán restauradas y habitadas de nuevo, y la simiente de los siervos de Jehová heredará la tierra. Los que aman su nombre se quedarán allí.

De esta manera aprendemos que los sufrimientos del Señor por parte de la nación culpable conducen al juicio sobre ella, pero también a la exaltación de Cristo. Además, la ejecución del juicio sobre la nación abre el camino a la bendición del remanente piadoso y a la restauración de Israel.

5.29 - Salmo 70

La experiencia del remanente piadoso en Israel, cuando sufrirá de los hombres en los últimos días, expresando el mismo deseo que el de Cristo cuando sufrió de los hombres en la cruz.

V. 1 – La oración del que solo espera a Dios para ser liberado de sus enemigos, pero pide a Jehová que se apresure a ayudarlo.

V. 2-3 – El alma afligida desea que aquellos que buscan su vida, que se complacen en su desgracia, que se burlan de sus sufrimientos, sean confundidos y sean golpeados por el juicio como recompensa (comp. con Marcos 15:29).

V. 4 – El salmista desea que los que temen a Dios y esperan su salvación se animen y se regocijen en Jehová. Que los que aman la salvación de Dios digan continuamente: «Engrandecido sea Dios» Para que vean que los sufrimientos están soportados y que se espera la liberación, para que Dios sea glorificado (Juan 12:27-28; 13:31).

V. 5 – Para magnificar a Dios, el que sufre acepta ser «afligido y menesteroso»; sin embargo, está seguro de que Dios es su «ayuda mía» y «mi libertador». Él confía en Jehová que pronto intervendrá para su liberación (comp. con Juan 13:32).

5.30 - Salmo 71

La experiencia de un israelita piadoso, que ilustra los caminos de Dios hacia Israel desde el comienzo de su historia hasta el renacimiento de la nación en un día por venir.

V. 1-3 – El Salmo comienza con una expresión de confianza en Dios y una llamada: que Jehová intervenga en justicia para liberar de la esclavitud. El alma encuentra en Dios sus recursos infalibles, y en sus palabras, el fundamento de toda seguridad. Si Dios ha ordenado que Israel sea bendecido, el alma creyente puede apelar a la justicia de Jehová para ejecutar su Palabra.

V. 4-9 – Estos versículos recuerdan la bondad de Dios manifestada en el pasado. El hombre piadoso está en manos de hombres malos, injustos y crueles; pero debido a la bondad de Dios en el pasado, los fieles esperan al Señor, Jehová. Dios fue su refugio desde su nacimiento y, a través de todas las vicisitudes de su larga historia, fue sostenido por Jehová, de modo que su liberación apareció a muchos como un milagro. Ahora, al final de su historia, espera que Dios lo guarde para alabanza y gloria de Dios, y que no sea rechazado en el día de su debilidad.

¡Qué verdadero testimonio no dan estas experiencias a los caminos de Dios hacia Israel! A lo largo de una larga historia, siempre ha habido un «remanente según [la] elección de [la] gracia» (vean Rom. 11:5) –prueba segura de que Dios no rechazó a la nación. Su preservación como una nación separada de los gentiles, a pesar de su esclavitud a los poderes del mundo debido a los pecados cometidos, sigue siendo un milagro para el mundo.

V. 10-13 – Pero el piadoso se encuentra en medio de enemigos que conspiran contra él sin prestar atención a las consecuencias; dicen: «Dios lo ha desamparado». Así, en los últimos días, los gentiles perseguirán a la nación judía sin temer a Dios. Las circunstancias realmente sugieren que Dios ha olvidado a su pueblo.

V. 14-16 – Este tiempo de prueba ejercitará la fe de los fieles que clamarán a Dios, pidiéndole que se apresure a ayudarles cubriendo de vergüenza a sus enemigos. El creyente repetirá entonces «todo el día» las alabanzas de Dios y dirá durante todo el día su justicia, tanto que están más allá de cualquier apreciación humana. Así que cuando su fuerza está consumida (v. 9), el hombre piadoso se vuelca sobre el poder del Señor Jehová.

V. 17-18 – La historia de este hombre piadoso da testimonio a las «maravillas» de Dios. En su vejez, todavía quiere ser testigo de la fuerza y del poder de Dios para las generaciones venideras. De la misma manera, la historia de Israel a lo largo de los siglos ha sido un testimonio de las maravillosas obras de justicia de Dios y, en la vejez de la nación, seguirá estando en relación con el gran poder de Dios en la liberación y restauración del pueblo.

V. 19-20 – Las crueles pruebas que el pueblo ha tenido que soportar han demostrado la justicia de Dios: no pasa por alto el mal. En cuanto a su poder vigorizante, se manifestará cuando dé nueva vida a la nación. Entonces Dios sacará a su pueblo de las profundidades de la tierra donde han estado enterrados por tanto tiempo entre las naciones.

V. 21-24 – La grandeza y la gloria del Israel restaurado sobrepasará la primera grandeza de la nación. Después de sus crueles pruebas, Dios se volverá y consolará a su propio pueblo. Liberados de sus enemigos, serán alabados por Dios, el Santo de Israel, el que los redimió en justicia y confundió a todos los malvados.

5.31 - Salmo 72

El reinado milenario de Cristo; la respuesta a los sufrimientos de Cristo presentados en el Salmo 69; el cumplimiento de los deseos de Cristo expresados en el Salmo 70, como resultado de la restauración de Israel predicha en el Salmo 71.

V. 1 – El Salmo se abre con una oración a Dios: que el Rey sea dirigido por la justicia divina y que pueda entonces tomar decisiones o juicios de acuerdo con la voluntad de Dios. Por lo tanto, parece claro que la bendición del reinado depende enteramente de un rey que ejecuta los juicios de Dios de acuerdo con la justicia divina. Este Rey solo puede ser Cristo –el Hijo de David, del cual Salomón es solo un tipo.

V. 2-11 – El carácter que tomará el reinado gobernado por un rey de acuerdo con el pensamiento de Dios está entonces presentado. Se distinguirá por la «paz», y «florecerá en su día justicia», según la cual los «menesterosos», los «afligidos» serán objeto de una atención especial por parte del Rey.

Además, estando establecido en justicia, no solo será un reinado de paz, sino un reinado “estable”, caracterizado por el temor de Dios «de generación en generación» (v. 5).

Será también un reinado “próspero” tanto espiritual como materialmente. La influencia del Rey en su reinado será como la lluvia que riega la tierra. «Florecerá en sus días justicia», para su pueblo y «muchedumbre de paz» (v. 6-7).

En cuanto a su extensión, el reinado será “universal”, «de mar a mar, y desde el río a los confines de la tierra» (v. 8).

Además, si es universal en su alcance, será “supremo en su poder”. Todos los enemigos se someterán al Rey y, reconociendo su subyugación, traerán dones, se inclinarán ante el Rey y lo servirán (v. 9-11).

V. 12-14 – Estos versículos dan la razón por la cual este glorioso reinado, caracterizado por la justicia y la paz, la duración, la prosperidad, la universalidad y la supremacía, debe regresar a Cristo. Solo él es digno de recibir riquezas, honor, gloria y poder; porque lo usará para liberar a los afligidos y a los pobres que le claman, para ayudar a los desdichados y para redimir a los hombres de la corrupción y la violencia. A sus ojos, las vidas de los pobres y miserables serán preciosas.

V. 15-16 – Además, se asegura que el Rey, que reparte tales bendiciones al mundo, nunca será cortado por la muerte: «Vivirá». Las riquezas de este mundo le serán dadas; se orará por él, para que la bendición de su reinado sea perpetuada y bendecida durante todo el día. Así habrá abundancia de bendiciones para todas las partes de la tierra: valles, montañas y ciudades.

V. 17 – La gloria y la bendición de su reinado llevarán a la fama perpetua de su nombre, porque todos serán bendecidos en él y todos lo bendecirán.

V. 18-20 – Finalmente, la alabanza dada al Rey llevará a los hombres a alabar a Dios. Dirán: «Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel, el único que hace maravillas. Bendito su nombre glorioso para siempre». Así, por el reinado de Cristo en justicia, toda la tierra estará llena de la gloria de Dios. En esta gloriosa perspectiva, David puede decir: «Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí». ¿Qué más podría pedir David en sus oraciones? Todo lo que tiene que hacer es decir con todos los demás: «¡Amén! ¡Sí, amén!»

Continuará próximamente