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Isaías
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1 VISIÓN de Isaías hijo de Amoz, que éste vió concerniente a Judá y Jerusalem en los días de Uzías, de Jotam, de Acaz y de Ezequías, reyes de Judá. 2 ¡Oíd, cielos! y ¡escucha, oh tierra! porque habla Jehová: Hijos he criado y los he educado; mas ellos se han rebelado contra mí. 3 El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su amo; Israel empero no conoce a su Señor; mi pueblo no considera. 4 ¡Ay de ti, nación pecadora, pueblo cargado de iniquidad, raza de malhechores, hijos de vida estragada! ¡han abandonado a Jehová, han despreciado al Santo de Israel, se me han extrañado, se han vuelto atrás! 5 ¿Por qué querréis ser castigados aún, para que sigáis rebelándoos más y más? la cabeza toda está ya enferma, el corazón todo desfallecido; 6 desde la planta del pie hasta la cabeza, no queda ya en él cosa sana, sino heridas y cardenales y llagas recientes; no han sido cerradas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. 7 Vuestra tierra está asolada, vuestras ciudades abrasadas a fuego; vuestro país, en vuestra misma presencia extraños lo devoran, y desolado está, como destruído por extraños. 8 Y la hija de Sión queda como enramada en una viña, como choza en melonar, como ciudad sitiada. 9 Si Jehová de los Ejércitos no nos hubiera dejado algunos restos escasos, hubiéramos sido como Sodoma, y fuéramos semejantes a Gomorra. 10 ¡Oíd el oráculo de Jehová, magistrados de Sodoma! ¡escucha la ley de nuestro Dios, oh pueblo de Gomorra! 11 ¿De qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios? dice Jehová. Harto estoy de holocaustos de carneros, y de sebos de animales engordados: no tengo complacencia en la sangre de toros, ni de corderos, ni de machos cabríos. 12 Cuando venís a presentaros delante de mí, ¿quién ha demandado esto de vuestras manos, para que holléis mis atrios? 13 No traigáis más ofrendas vegetales inútiles; el incienso me es ya abominación; el novilunio también, y el sábado, y la convocación de asambleas: ¡no puedo aguantar iniquidad y día solemne! 14 Vuestros novilunios y vuestras fiestas solemnes los tiene aborrecidos mi alma; me son una carga pesada; cansado estoy de llevarlos. 15 Y cuando extendáis vuestras manos, esconderé de vosotros mi rostro; y cuando hagáis muchas oraciones, no oiré: ¡vuestras manos están llenas de sangre! 16 ¡Lavaos, limpiaos; apartad la maldad de vuestras obras de delante de mis ojos; cesad de hacer lo malo; 17 aprended a hacer lo bueno; buscad lo justo; socorred al oprimido; mantened el derecho del huérfano, defended la causa de la viuda! 18 ¡Venid pues, y arguyamos juntos, dice Jehová! ¡Aunque vuestros pecados fuesen como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque fuesen rojos como el carmesí, como lana quedarán! 19 Si fuereis bien dispuestos y obedientes, de lo mejor de la tierra comeréis; 20 pero si rehusáis y os rebeláis, seréis devorados a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho. 21 ¡Cómo se ha convertido en ramera la ciudad fiel! ¡llena estaba de rectitud; justicia moraba en ella, mas ahora, homicidas! 22 Tu plata ha venido a ser escorias; tu vino está adulterado con agua: 23 tus príncipes son rebeldes y camaradas de ladrones; cada uno de ellos ama el cohecho y corre tras las dádivas: al huérfano no hacen justicia, ni llega a ellos la querella de la viuda. 24 Por tanto, dice el Señor, Jehová de los Ejércitos, el Poderoso de Israel: ¡Ah! ¡tomaré satisfacción de mis adversarios y me vengaré de mis enemigos! 25 y volveré mi mano sobre ti, y limpiaré enteramente tus escorias, y quitaré todo tu estaño; 26 y restituiré tus jueces como fueron al principio, y tus consejeros como de primero: después de lo cual serás llamada Ciudad de Justicia, Ciudad Fiel. 27 Sión será rescatada con juicio, y sus convertidos, con justicia. 28 Mas la destrucción de los transgresores y de los pecadores será a un mismo tiempo; y los que abandonan a Jehová serán consumidos. 29 Porque seréis avergonzados de las encinas en que os complacisteis, y os abochornaréis a causa de los jardines que os habíais escogido: 30 pues seréis como roble cuya hoja se marchita, y como jardín que no tiene aguas. 31 Y vendrá a ser el fuerte como estopa, y su obra como la chispa; y arderán entrambos, y no habrá quien los apague.
1 VISIÓN que tuvo Isaías hijo de Amoz concerniente a Judá y a Jerusalem: 2 Y acontecerá que en los postreros días, el monte de la Casa de Jehová será establecido como cabeza de los demás montes, y será ensalzado sobre los collados; y como ríos, fluirán a él todas las naciones. 3 Pues caminarán muchos pueblos, diciendo: ¡Venid, y subamos al monte de Jehová, a la Casa del Dios de Jacob! y él nos enseñará en cuanto a sus caminos, y nosotros andaremos en sus senderos; porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalem la palabra de Jehová. 4 Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y ellos forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces: no alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra. 5 ¡Oh casa de Jacob, venid, y andemos en la luz de Jehová! 6 Porque tú, Señor, has desechado a tu pueblo, la casa de Jacob; por cuanto están llenas de costumbres traídas de Oriente, y son agoreros como los Filisteos, y se enlazan con los hijos de los extraños: 7 su tierra también está llena de plata y de oro, y no tienen fin sus tesoros; su tierra también está llena de caballos, y no tienen fin sus carros de guerra; 8 su tierra también está llena de ídolos; ¡se postran ante la hechura de sus propias manos, delante de lo que han hecho sus mismos dedos! 9 ¡Y la plebe se postra, y los grandes se humillan; por tanto no les perdones! 10 ¡Entra en la peña y escóndete en el polvo, a causa del pavor de Jehová y de la gloria de su majestad! 11 Los ojos altivos del hombre serán abatidos, y la soberbia de los hombres será humillada, y Jehová solo será ensalzado en aquel día. 12 Porque Jehová de los Ejércitos tiene señalado un día contra todo lo elevado y lo soberbio, y contra todo lo ensalzado, para que sea abatido; 13 y contra todos los cedros del Líbano, soberbios y ensalzados, y contra todas las encinas de Basán; 14 y contra todas las montañas encumbradas, y contra todas las colinas ensalzadas; 15 y contra toda torre alta, y contra todo muro inexpugnable; 16 y contra todas las naves de Tarsis, y contra todas las preciadas obras de arte. 17 Y la altivez del hombre será postrada, y la soberbia da los hombres será abatida, y Jehová solo será ensalzado en aquel día. 18 Y en cuanto a los ídolos, todo esto pasará: 19 y los que les dan culto se meterán en las cavernas de las peñas y en los hoyos de la tierra, a causa del pavor de Jehová y de la gloria de su majestad, cuando se levantare para aterrar la tierra. 20 En aquel día el género humano arrojará sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que se han hecho para adorarlos- los arrojarán a los topos y a los murciélagos; 21 para meterse en las aberturas de las rocas, y en las hendiduras de los peñascos, a causa del pavor de Jehová y de la gloria de su majestad, cuando se levantare para aterrar la tierra. 22 ¡Dejaos pues del hombre, cuyo aliento está en su nariz! pues ¿en qué debe ser él estimado?
1 PORQUE he aquí que el Señor, Jehová de los Ejércitos va a quitar a Jerusalem y a Judá toda suerte de sostén, todo sustento de pan y todo sustento de agua; 2 el héroe y el hombre de guerra, el juez y el profeta, y el adivino y el anciano; 3 el capitán de cincuenta y el hombre respetable; el consejero también, y el perito artífice, y el hábil encantador. 4 Y pondré muchachos por sus príncipes, y niños de pecho los regirán. 5 Y el pueblo mismo se hará vejámenes uno al otro, y cada cual contra su prójimo: el muchacho se portará con insolencia contra el anciano, y el vil contra el honorable. 6 Entonces un hombre echará mano de otro, en casa de su padre, diciendo: ¡Ropa tienes; tú serás nuestro magistrado; y esta ruina estará bajo tu mano! 7 En aquel día el otro alzará la voz, diciendo: ¡Yo no puedo ser el senador de este mal; pues en mi casa no hay pan ni ropa; no me pongáis por magistrado de este pueblo! 8 Así sucederá, porque Jerusalem se desmorona, y Judá se cae, por cuanto sus palabras y sus hechos están contra Jehová, para provocar los ojos de su gloria. 9 El aspecto de su semblante testifica contra ellos; pues que publican su pecado como Sodoma; no lo encubren. ¡Ay de ellos! porque han allegado el mal para sí mismos. 10 Decid al justo que le irá bien; porque del fruto de sus caminos comerá. 11 ¡Ay del malo! pues mal le irá; porque la recompensa de lo que han hecho sus manos le será dada! 12 En cuanto a mi pueblo, muchachos son sus opresores, y mujeres los rigen. ¡Oh pueblo mío, tus guías te hacen errar, y pervierten la carrera de tus sendas! 13 Se levanta Jehová para defender su misma causa; se pone en pie para juzgar a los pueblos: 14 Jehová entrará en juicio con los ancianos de su pueblo y con sus príncipes; pues que vosotros habéis devorado la viña de Jehová; el despojo del pobre está en vuestras casas. 15 ¿Qué tenéis, para que majéis a mi pueblo, y moláis las caras de los pobres? dice el Señor, Jehová de la Ejércitos. 16 Además, ha dicho Jehová: Por cuanto las hijas de Sión son orgullosas, y andan con cuello erguido, y guiñan con ojos desvergonzados, caminando con pasos melindrosos, y produciendo retintines con los pies; 17 por lo tanto, pelará el Señor la mollera de las hijas de Sión, y Jehová pondrá en descubierto su desnudez. 18 En aquel día quitará el Señor la gallardía de las ajorcas de los pies, y las redecillas, y las media lunas: 19 y los pendientes, y los brazaletes, y los velillos; 20 los tocados, y las cadenas para los pies, y los ceñidores, y los pomos de esencias, y los amuletos; 21 los anillos, y los joyeles para la nariz; 22 las ropas de gala y las manteletas, y los chales y los bolsos; 23 los espejos y las camisas finas, y los turbantes y los velos. 24 Y acontecerá que en lugar de perfume habrá hedor; y en lugar de cinturón, una soga; y en lugar de cabellos rizados, calvez; y en lugar de ropa ancha, ceñimiento de saco; y quemadura en lugar de hermosura. 25 Tus hombres caerán a espada, y tu potencia en la batalla; 26 Y las puertas de Sión se lamentarán, y se vestirán de luto; ¡y ella, desolada, se sentará en tierra!
1 Y SIETE mujeres echarán mano de un solo hombre, en aquel día, diciendo: ¡Nuestro propio pan comeremos, y de ropa nuestra nos vestiremos; tan solo seamos llamadas de tu nombre! ¡quita tú nuestro oprobio! 2 En aquel día el Vástago de Jehová será espléndido y glorioso, y el fruto de la tierra excelente y hermoso, para los escapados de Israel. 3 Y será que los que fueren dejados en Sión, y los que quedaren en Jerusalem, serán llamados santos; es decir, todo aquel que está inscrito para la vida en Jerusalem: 4 cuando hubiere lavado el Señor la inmundicia de las hijas de Sión, y hubiere limpiado los homicidios de Jerusalem de en medio de ella, con espíritu de juicio y espíritu de ardimiento. 5 Y creará Jehová sobre toda la extensión del Monte de Sión, y sobre sus asambleas, una nube y un humo de día, y de noche el resplandor de un fuego que eche llamas; porque sobre toda la gloria habrá una cubierta; 6 la cual será un abrigo, para sombra contra el calor del día, y para refugio y escondedero contra el aguacero y el turbión.
1 DEJADME cantar del amado mío, el cántico de mi amigo respecto de su viña. Tuvo mi amado una viña en una colina muy feraz; 2 y cavóla, y despedrególa, y la plantó de la vid más escogida; y edificó en ella una torre, y también labró a pico un lagar en ella; y esperó para que diese uvas; y las dió silvestres. 3 Y ahora, oh moradores de Jerusalem y hombres de Judá, ruégoos que juzguéis entre mí y mi viña. 4 ¿Qué más había de hacer por mi viña, que no haya hecho ya por ella? ¿por qué pues cuando esperaba que diese uvas, las ha dado silvestres? 5 Ahora pues dejad que os haga saber lo que voy a hacer a mi viña: Quitaré su seto vivo, y será pastada; derribaré su tapia, y será hollada; 6 y la convertiré en una desolación: no será podada ni labrada, y subirán las zarzas y los espinos; y a las nubes impondré mandato que no lluevan gota sobre ella. 7 Porque la viña de Jehová de los Ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son la planta de su deleite; y él esperaba la equidad, ¡mas he aquí derramamiento de sangre! y justicia, ¡mas he aquí el clamor de los oprimidos! 8 ¡Ay de los que juntan casa con casa, de los que allegan campo con campo, hasta que les falta espacio; para que quedéis habitando vosotros solos en medio de la tierra! 9 En mis oídos ha dicho esto Jehová de los Ejércitos: De seguro que muchas casas vendrán a ser una desolación, casas grandes y hermosas, por falta de habitador. 10 Porque diez yugadas de viña producirán un bato; y un homer de semilla producirá un efa. 11 ¡Ay de aquellos que madrugan para correr tras la bebida embriagante, perseverando en ello hasta en la noche, hasta que el vino los enciende! 12 Y el arpa, y la viola, y el pandero, y la flauta, y el vino están en sus banquetes; mas la obra de Jehová no quieren mirar, ni consideran la obra de sus manos. 13 Por tanto mi pueblo se ha ido en cautiverio por falta de ciencia; y sus nobles están muertos de hambre, y su multitud abrasada de sed. 14 Por tanto también el sepulcro ha ensanchado su voraz anhelo, y ha abierto sin medida su boca; y descienden allí la gloria de ellos, y su multitud, y su algazara, y aquel que en ello se regocija. 15 Y así el hombre bajo es humillado, y el grande es abatido, y los ojos altaneros son abatidos: 16 mas Jehová de los Ejércitos es ensalzado en juicio, y el Dios santo es santificado en justicia. 17 Entonces los corderos pacerán como en su propia dehesa, y los desolados campos de los ricos se los comerán los nómades. 18 ¡Ay de aquellos que arrastran la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado como con coyundas de carreta; 19 los que dicen: ¡Dése prisa, apresure su obra, para que la veamos; y acérquese y venga pronto el propósito del Santo de Israel, para que lo conozcamos! 20 ¡Ay de los que llaman a lo malo bueno, y a lo bueno malo; que ponen tinieblas por luz, y luz por tinieblas; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! 21 ¡Ay de los que son sabios a sus propios ojos, y entendidos en su mismo parecer! 22 ¡Ay de los que son héroes para beber vino, y hombres esforzados para componer las bebidas embriagantes; 23 los que justifican al inicuo mediante una dádiva; y en cuanto al derecho del justo, se lo quitan! 24 Por tanto, como la lengua del fuego devora el rastrojo, y como la hierba seca se hunde en las llamas, así la raíz de ellos será como podredumbre, y su flor como polvo se levantará; por cuanto han rechazado la ley de Jehová de los Ejércitos, y han tratado con desprecio la palabra del Santo de Israel. 25 Por esta causa se ha encendido la ira de Jehová contra su pueblo, y él ha extendido su mano contra ellos, y los ha herido; de modo que tiemblan las montañas, y sus cadáveres son como basura en medio de las calles. ¡Con todo esto no se aparta su ira, sino que su mano está aún extendida! 26 Y alza una bandera a las naciones de lejos, y silba al enemigo desde los fines de la tierra; y he aquí que éste apresurándose, viene ligero. 27 No hay cansado ni hay quien tropiece entre ellos; ninguno dormita ni duerme; no se desata el cinto de sus lomos, ni se rompe la correa de su calzado. 28 Sus saetas están aguzadas, y todos sus arcos entesados; los cascos de sus caballos son reputados por pedernal, y las ruedas de sus carros son como el torbellino. 29 Su rugido es como de leona, y ruge como los leoncillos, y brama, y agarra la presa, y se la lleva con seguridad, sin que haya libertador. 30 Y bramarán contra ellos en aquel día, con bramido como del mar; y uno mirará hacia la tierra, mas he aquí tinieblas y angustia: y la luz estará obscurecida en las nubes de ella.
1 EN el año que murió el rey Uzías, yo ví al Señor sentado sobre un trono alto y excelso; y las faldas de su ropa llenaban el Templo. 2 Encima del trono estaban los serafines: seis alas tenía cada uno de ellos; con dos se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. 3 Y el uno clamaba al otro, diciendo: ¡Santo, santo, santo es Jehová de los Ejércitos, toda la tierra está llena de su gloria! 4 Y los cimientos de los umbrales se conmovieron con la voz del que clamaba; y la Casa se llenó de humo. 5 Entonces yo dije: ¡Ay de mí, pues soy perdido! porque soy hombre de labios inmundos, y en medio de un pueblo de labios inmundos habito; por cuanto mis ojos han visto al Rey, a Jehová de los Ejércitos. 6 Y voló, a donde yo estaba, uno de los serafines, y traía en su mano un ascua encendida, que con las tenazas había tomado de sobre el altar; 7 y con ella me tocó la boca, diciendo: ¡He aquí, ésta ha tocado a tus labios! ¡ya ha sido quitada tu iniquidad, y está perdonado tu pecado!
8 Oí también la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré? ¿y quién irá por nosotros? Y respondí: ¡Aquí estoy yo; envíame a mí! 9 Dijo pues: Anda, y di a este pueblo: Oyendo oiréis, mas no entenderéis, y viendo veréis, mas no percibiréis. 10 Embota el corazón de este pueblo, y haz que sean pesados sus oídos, y cierra sus ojos; para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, y con su corazón no entienda, ni se convierta, ni sea sanado. 11 Entonces yo dije: ¿Hasta cuándo, Señor? y respondió: Hasta que las ciudades queden desoladas, por falta de habitantes; y las casas, por no haber hombre en ellas; y la tierra venga a ser una desolación completa; 12 y Jehová haya alejado los hombres; y los lugares abandonados sean muchos en medio de la tierra. 13 Y si quedare aún en ella la décima parte, ésta volverá a ser destruída. Mas como el roble y la encina, que el ser cortados, aun queda vitalidad en ellos, así la santa semilla será la vitalidad de ella.
1 Y ACONTECIÓ en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de Judá, que subió Rezín, rey de Siria, y Peca hijo de Remalías, rey de Israel, a Jerusalem, para combatirla; mas no pudieron prevalecer contra ella. 2 Y cuando fué dado aviso a la casa de David, diciendo: la Siria se ha confederado con Efraim, conmovióse su corazón, y el corazón de su pueblo, como se agitan los árboles del bosque delante del viento.
3 Entonces dijo Jehová a Isaías: Sal pues a encontrarte con Acaz, tú y Sear-jasub tu hijo, al término del conducto del estanque superior, en la calzada del campo del batanero. 4 Y le dirás: ¡Ten cuidado, y estáte quieto! ¡no temas, y no se desfallezca tu corazón, a causa de estos dos cabos de tizones humeantes; a causa de la ira furiosa de Rezín y Siria, y del hijo de Remalías! 5 Por cuanto la Siria ha dado contra ti un consejo malicioso, Efraim también y el hijo de Remalías, diciendo: 6 ¡Subamos contra Judá, y hostiguemos la ciudad, y efectuemos en ella una brecha, y pongamos un rey en medio de ella, a saber, al hijo de Tabeal! 7 así dice Jehová el Señor: ¡No tendrá efecto, ni subsistirá! 8 Porque la cabeza de Siria es y será Damasco, y la cabeza de Damasco, Rezín; mientras que dentro de sesenta y cinco años más, Efraim será quebrantado, y dejará de ser pueblo. 9 También la cabeza de Efraim es y será Samaria, y la cabeza de Samaria, el hijo de Remalías. Si no creyereis, no tendréis estabilidad. 10 Y tornó Jehová a hablar a Acaz, diciendo: 11 Pide para ti una señal de parte de Jehová tu Dios; en lo profundo pídela, o en lo alto arriba. 12 Mas dijo Acaz: No la pediré, ni tentaré a Jehová. 13 Y el profeta contestó: Oíd pues, casa de David: ¿Os es tan poca cosa cansar a los hombres, que querréis cansar también a mi Dios? 14 Por tanto el Señor mismo os dará una señal: He aquí una virgen que concibe y da a luz un hijo, y le da el nombre de EMMANUEL. 15 Requesones y miel comerá, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno; 16 porque antes que sepa el niño desechar lo malo y escoger lo bueno, será abandonada la tierra, a causa de cuyos dos reyes tú estás aterrado. 17 Esto empero, traerá Jehová sobre ti, y sobre tu pueblo, y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca han venido desde el día que Efraim se apartó de Judá; Jehová traerá sobre ti al rey de Asiria. 18 Y será que en aquel día silbará Jehová a la mosca que está en lo más lejano de los ríos de Egipto, y a la abeja que está en la tierra de Asiria; 19 las cuales vendrán y asentarán todas ellas en los valles desolados, y en las hendiduras de las peñas, y en todos los zarzales, y en todas las dehesas. 20 En aquel día rasurará el Señor con una navaja alquilada, que está más allá del río, es decir, con el rey de Asiria, desde la cabeza hasta el pelo de los pies; y quitará también la barba. 21 Y sucederá que en aquel día, un hombre guardará la vida a una vaca y a dos ovejas; 22 y será que a causa de la abundancia de la leche que den, comerá requesones; porque requesones y miel comerán todos los que fueren dejados en la tierra. 23 Pues sucederá que en aquel día, sí, sucederá que todo lugar en donde hubiere habido mil vides, del valor de mil siclos, será abandonado a las zarzas y los espinos. 24 Con flechas y arco irán allí los cazadores; porque toda la tierra será zarzas y espinos. 25 Y en cuanto a todas las colinas que ahora se labran a azada, tampoco te llegarás allí por temor de zarzas y espinos; sino que serán para enviar allí el ganado vacuno, y para ser holladas de ovejas.
1 Y ME dijo Jehová: Tómate una tabla rasa grande, y escribe en ella con caracteres comunes: Para Maher-shalal-hash-baz; 2 y yo me tomaré por testigos fieles, para atestiguar la profecía, a Urías sacerdote, y a Zacarías hijo de Jeberequías. 3 Y lleguéme a la profetisa, la cual concibió y dió a luz un hijo; y Jehová me dijo: Ponle el nombre de Maher-shalal-hash-baz; 4 porque antes que sepa el niño decir: ¡padre mío! y ¡madre mía! las riquezas de Damasco y el despojo de Samaria serán arrebatados delante del rey de Asiria. 5 Y volvió Jehová a hablarme otra vez, diciendo: 6 Por cuanto este pueblo desprecia las aguas de Siloé, que corren mansamente, y hay entre ellos regocijo con respecto de Rezín y del hijo de Remalías; 7 por tanto, he aquí que el Señor va a hacer subir sobre ellos las aguas del río, fuertes y abundantes (el rey de Asiria con toda su gloria), el cual subirá sobre todas sus canales, y pasará sobre todas sus riberas; 8 y fluirá por Judá, inundará y pasará adelante; hasta la garganta llegará; y sus alas extendidas llenarán la anchura de tu tierra, ¡oh Emmanuel! 9 ¡Alborotaos, oh pueblos, y seréis quebrantados! ¡escuchad también, todas las tierras lejanas! ¡Ceñíos, y seréis quebrantados; ceñíos, y seréis quebrantados! 10 Tomad maduro consejo, más será frustrado; hablad la palabra, mas no tendrá efecto; porque Dios es con nosotros. 11 Porque así me ha dicho Jehová, siendo fuerte su mano sobre mí; y enseñóme a que no anduviese en el camino de este pueblo, diciéndome: 12 No llaméis conspiración a todo lo que llama este pueblo conspiración, ni participéis en su temor, ni os amedrentéis. 13 Santificad a Jehová de los Ejércitos; y sea él vuestro temor, y sea él vuestro pavor. 14 Y él será para santuario; y asimismo para piedra de tropiezo y para roca de caída a las dos casas de Israel; para red también y para lazo a los habitantes de Jerusalem. 15 Y muchos tropezarán entre ellos, y caerán, y serán quebrantados; asimismo serán enredados en el lazo y serán cogidos. 16 Ata el rollo del testimonio, y sella la ley entre mis discípulos. 17 Y yo aguardaré a Jehová, que ha escondido su rostro de la casa de Jacob; sí, le esperaré a él. 18 He aquí que yo y los hijos que me ha dado Jehová, somos para señales y para tipos en Israel, de parte de Jehová de los Ejércitos, que habita en el Monte de Sión. 19 Y cuando os dijeren: Acudid a los espíritus y a los adivinos, que chirrían y mascullan; responded: ¿No debe un pueblo acudir más bien a su Dios? ¿por los vivos acaso se ha de acudir a los muertos? 20 ¡A la ley y al testimonio! si no hablaren conforme a esta palabra, son aquellos, para quienes no ha amanecido. 21 Y pasarán por la tierra mal parados y hambrientos: y sucederá que cuando tuvieren hambre, se irritarán, y maldecirán a su rey y a su Dios, volviendo sus caras hacia arriba. 22 Luego mirarán a la tierra; y he aquí apretura y tinieblas y lobreguez de angustia: y serán expulsados a las densas tinieblas.
1 MAS no habrá siempre lobreguez para la que está ahora en angustia. Como en los tiempos anteriores hizo Dios que fuese despreciada la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí; así en los venideros la hará gloriosa, hacia el mar, en el recinto del Jordán, en Galilea de las Naciones. 2 Pues el pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz, y sobre los habitantes de la tierra de sombra de muerte, luz ha resplandecido. 3 Tú, oh Señor, has aumentado la nación, has hecho grande su gozo; se regocijan delante de ti como con el regocijo de la siega; como los guerreros se llenan de alborozo cuando reparten los despojos. 4 Porque el yugo de su carga, y la vara de su hombro, y el palo del que le oprimía, los has quebrado, como en el día de Madián. 5 Porque toda la armadura del guerrero en el tumulto de batalla, y los vestidos revolcados en sangre, serán para quemarse, y para pábulo del fuego. 6 Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos es dado: y el dominio estará sobre su hombro; y se le darán por nombres suyos: Maravilloso, Consejero, Poderoso Dios, Padre del siglo eterno, Príncipe de Paz. 7 Del aumento de su dominio y de su paz no habrá fin; se sentará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo, y para sustentarlo con juicio y justicia, desde ahora y para siempre. ¡El celo de Jehová de los Ejércitos hará esto! 8 Envió el Señor un oráculo contra Jacob, el cual cayó sobre Israel. 9 Y lo conoce el pueblo, todo él, tanto Efraim como los habitantes de Samaria; mas con arrogancia y terquedad de corazón están diciendo: 10 ¡Los ladrillos han caído, mas de piedra labrada volveremos a edificar; los sicómoros han sido cortados, mas con cedros los sustituiremos! 11 Por tanto, Jehová levantará contra él los adversarios de Rezín, y a sus propios enemigos incitará; 12 los Sirios por delante, y los Filisteos a las espaldas: los cuales devorarán a Israel a boca llena. ¡Con todo esto no se aparta su ira sino que su mano está aún extendida! 13 Pero el pueblo no se vuelve al que le hiere, ni buscan a Jehová de los Ejércitos. 14 Por tanto cortará Jehová de Israel la cabeza y la cola, el ramo de palma y el junco, en un mismo día. 15 El anciano y el hombre respetable son la cabeza, y el profeta que enseña mentiras es la cola; 16 pues son los guías de este pueblo los que le extravían; y los guiados por ellos caen en destrucción. 17 Por tanto el Señor no se regocijará en sus mancebos, ni tendrá compasión de sus huérfanos y de sus viudas; porque cada uno de ellos es un impío y un malhechor, y cada boca habla insensatez. ¡Con todo esto no se aparta su ira, sino que su mano está aún extendida! 18 Porque la maldad arde como un fuego; devora las zarzas y los espinos, y enciende las espesuras del bosque; las cuales se elevan, remolinándose, en columnas de humo. 19 Por la ira de Jehová de los Ejércitos está entenebrecida la tierra, y el pueblo es como pábulo del fuego; no hay hombre que perdone a su hermano; 20 sino que arremete a la derecha, mas tiene hambre, y devora a la izquierda, pero no se harta: comerán cada cual la carne de su mismo brazo. 21 Manasés devorará a Efraim, y Efraim a Manasés; y ellos juntos estarán contra Judá. ¡Con todo esto no se aparta su ira, sino que su mano está aún extendida!
1 ¡AY de los que ordenan leyes inicuas; y de los que ponen por escrito la sinrazón que decretan; 2 a fin de privar de justicia a los desvalidos, y de arrebatar a los pobres de mi pueblo su derecho! para que sean las viudas presa suya, y para saquear a los huérfanos. 3 ¿Y qué haréis en el día de la visitación, y en la desolación que de lejos viene? ¿a quién huiréis por auxilio? ¿y en dónde dejaréis vuestra gloria? 4 ¡Privados de mi auxilio, se doblegan bajo el yugo de prisionero, o caen debajo de montones de muertos! ¡Con todo esto no se aparta su ira, sino que su mano está aún extendida! 5 ¡Ah! Asiria, vara de mi ira: y el palo en su mano es instrumento de mi indignación. 6 Contra una nación impía le enviaré, y contra el pueblo de mi ira le daré comisión; para que se lleve los despojos, y arrebate la presa, y para hollarlos como el Iodo de las calles. 7 Pero él no tiene tal intento, ni lo piensa así su corazón; sino que en su corazón está el propósito de destruir y de exterminar naciones no pocas. 8 Porque dice: ¿Acaso mis príncipes no son otros tantos reyes? 9 ¿No es Calno como Carquemís? ¿no es Hamat como Arpad? ¿no es Samaria como Damasco? 10 Según halló mi mano el reino de los ídolos, (cuyas esculturas eran más numerosas que las de Jerusalem y de Samaria), 11 ¿no es cierto que como acabo de hacer a Samaria y a sus ídolos, así haré también a Jerusalem y a sus ídolos? 12 Por lo mismo, sucederá que cuando el Señor haya acabado de hacer toda su obra en el Monte de Sión y en Jerusalem, castigaré el fruto del orgulloso corazón del rey de Asiria, y la gloria de sus ojos altivos. 13 Porque ha dicho él: con el poder de mi mano yo he hecho todo esto, y por mi sabiduría; pues que soy entendido; y así cambio los linderos de los pueblos, y robo sus tesoros; y hago descender, como valiente que soy, a los sentados sobre tronos; 14 y mi mano ha hallado, cual nido, las riquezas de los pueblos: y como cualquiera recoge los huevos desamparados, así he recogido yo los tesoros de toda la tierra: y no hubo quien moviese ala, ni abriese el pico, ni chirriase. 15 ¿Acaso se gloría el hacha contra aquel que corta con ella? ¿o se engrandece la sierra contra aquel que la maneja? ¡eso sería como si la vara manejase a los que la alzan, o como si el palo alzase al hombre, que no es leño! 16 Por tanto enviará el Señor, Jehová de los Ejércitos, entre sus robustos la extenuación, y por debajo de su gloria arderá una hoguera, corno ardimiento de fuego. 17 Y será la Luz de Israel como fuego, y su Santo como llama, la cual devorará las zarzas y los espinos de Asiria, en un mismo día; 18 y consumirá totalmente la gloria de su bosque y de su campo fructífero: y ello será como el desfallecimiento de un enfermo. 19 Y los que sobraren de los árboles de su bosque, serán tan en corto número, que un niño los pueda escribir. 20 Y acontecerá en aquel día que no volverán más los que quedaren de Israel, y los escapados de la casa de Jacob, a apoyarse en aquel que le hirió; sino que se apoyarán en Jehová, el Santo de Israel, con verdad. 21 Un resto volverá, un resto de Jacob, al Todopoderoso Dios. 22 Porque ¿aunque tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, solo un resto de él volverá: la destrucción es decretada, rebosando en justicia: 23 porque destrucción, y esa decretada, el Señor Jehová de los Ejércitos va a hacer en toda la tierra. 24 Por tanto así dice el Señor, Jehová de los Ejércitos: ¡No temas, oh pueblo mío, que habitas en Sión, no temas a causa del Asirio, aunque con vara te hiera, y levante su palo contra ti a la manera de Egipto! 25 porque dentro de todavía un brevísimo tiempo se habrá cumplido mi indignación y mi ira en la destrucción de ellos. 26 Y Jehová de los Ejércitos despertará contra él un azote, como en el degüello de Madián, junto a la peña de Oreb; y su vara estará otra vez sobre la mar; y la alzará como la alzó en Egipto. 27 Y sucederá en aquel día que quitará su carga de tu hombro, y su yugo de sobre tu cerviz; y será destruído el yugo a causa de la unción. 28 ¡Llega el Asirio a Ayat; pasa a Migrón; en Micmás deposita su bagaje; 29 pasan ya el desfiladero; se alojan en Geba! ¡Ramá tiembla; Gabaa de Saúl se pone en fuga! 30 ¡Levanta el grito oh hija de Gallim! ¡Escucha, Laís! ¡Ah pobre Anatot! 31 ¡Madmena es fugitiva; los habitantes de Gebim se echan a huir! 32 Todavía por un día hace alto en Nob; levanta la mano, en son de amenaza, contra el Monte de la hija de Sión, la colina de Jerusalem. 33 Pero, he aquí que el Señor, Jehová de los Ejércitos, desgajará el ramaje con potencia aterradora; y los árboles de elevada estatura serán cortados, y los altos serán humillados. 34 Y talará las espesuras del bosque con hierro; y este Líbano por mano de un poderoso caerá.
1 Y SALDRÁ un Retoño del tronco de Isaí, y un Renuevo brotará de sus raíces; 2 y descansará sobre él el Espíritu de Jehová; Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y de fortaleza, Espíritu de conocimiento y del temor de Jehová. 3 Y será de aguda percepción en el temor de Jehová; y no juzgará según la vista de los ojos, ni fallará según el oír de los oídos; 4 sino que con justicia juzgará a los desvalidos, y fallará con rectitud por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el resuello de sus labios matará al inicuo. 5 Y la justicia será ceñidor de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de sus riñones. 6 Y habitará el lobo con el cordero, y el leopardo sesteará junto con el cabrito; también el becerro y el leoncillo y el cebón andarán juntos; y un niñito los conducirá. 7 Asimismo la vaca y la osa pacerán, y sus crías yacerán juntas; y el león comerá paja como el buey. 8 Y jugará el niño de pecho sobre el agujero del áspid, y el recién destetado pondrá la mano sobre la madriguera de la víbora. 9 No dañarán ni destruirán en todo mi santo monte; porque estará la tierra llena de conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar. 10 En aquel día, pues, habrá un Renuevo de la raíz de Isaí, que se presentará como bandera a los pueblos, y a él acudirán las naciones: y será glorioso su descanso. 11 Y acontecerá que en aquel día tornará el Señor la segunda vez a extender su mano para recobrar los restos de su pueblo que aun quedaren, de Asiria, y de Egipto, y de Patros, y de Cus, y de Elam, y de Sinar, y de Hamat, y de las islas del mar. 12 Y alzará bandera a las naciones; y recogerá los desterrados de Israel, y congregará los dispersos de Judá, de los cuatro cabos de la tierra. 13 Entonces será quitada la envidia de Efraim, y los adversarios de Judá serán exterminados; Efraim no envidiará a Judá, y Judá no hostigará a Efraim. 14 Antes bien, volarán los dos sobre el costado de los Filisteos, de la parte del occidente, y juntos despojarán a los hijos de Oriente: sobre Edom y Moab extenderán la mano; y los hijos de Ammón los obedecerán. 15 Y Jehová destruirá completamente la lengua del mar de Egipto: y levantará su mano sobre el río Eufrates, con su viento impetuoso, e hiriéndolo, lo partirá en siete arroyos; y hará que su pueblo lo pase a pie enjuto. 16 Y así habrá un camino real para los restos de su pueblo, para los que quedaren, desde la Asiria, así como lo hubo para Israel, en aquel día en que subió de la tierra de Egipto.
1 Y DIRÁS en aquel día: Yo te alabaré, oh Jehová, pues aunque te airaste contra mí, ya te vuelves de tu ira, y me das consolación. 2 He aquí que Dios es mi salvación; confiaré y no tendré temor; porque mi fortaleza y mi canción es Yah Jehová; el cual también se ha hecho mi salvación. 3 Por tanto con regocijo sacaréis agua de las fuentes de salvación. 4 Y diréis en aquel día: ¡Dad gracias a Jehová; proclamad su nombre; dad a conocer entre los pueblos sus obras grandiosas; haced recordar que es enaltecido su Nombre! 5 ¡Cantad a Jehová, porque gloriosas cosas ha hecho; sea conocido esto en toda la tierra! 6 ¡Alza el grito y canta de gozo, oh moradora de Sión; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel!
1 CARGA de Babilonia, que vió Isaías hijo de Amoz. 2 ¡Sobre una montaña escueta levantad la bandera! Alzad la voz para ellos, llamadlos con la mano, para que entren por las puertas de los nobles. 3 Yo he comisionado mis huestes consagradas; sí, he llamado mis héroes para ejecutar mi ira, los que se regocijan orgullosamente para hacer mi obra. 4 ¡Se oye estruendo de una multitud sobre las montañas, como de gente numerosa! estruendo de tumulto de los reinos de las naciones, que se juntan. ¡Jehová de los Ejércitos pasa revista a sus tropas para la guerra! 5 Vienen de tierra lejana, desde el fin de los cielos; a saber, Jehová y las armas de su indignación, para asolar toda la tierra de Babilonia. 6 ¡Aullad, porque cercano está el día de Jehová! vendrá como golpe poderoso, de parte del Todopoderoso. 7 Por tanto todas las manos serán débiles, y todo corazón de hombre se desleirá. 8 Y se desmayarán los Babilonios; angustias y dolores se apoderarán de ellos; se acongojarán como mujer que está de parto. Se mirarán asombrados los unos a los otros; sus caras serán caras de llamas. 9 He aquí que viene el día de Jehová, inexorable con indignación y con ira ardiente, para convertir la tierra en desolación, y para destruir de en medio de ella sus pecadores. 10 Porque a las estrellas del cielo y sus constelaciones no despedirán luz; se obscurecerá el sol en su salida, y la luna no hará resplandecer su luz. 11 Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y acabaré con la arrogancia de los presumidos, y humillaré la altivez de los terribles. 12 Y haré que sea un hombre más precioso que el oro fino, y un ser humano que el oro de Ofir. 13 Por tanto haré temblar los cielos, y se moverá la tierra de su lugar, en la indignación de Jehová de los Ejércitos, y en el día de su ira ardiente. 14 Y será que como gacela perseguida, o como ovejas que nadie recoge, así volverán las gentes cada uno a su pueblo, y huirán cada cual a su propia tierra. 15 Todo el que fuere hallado será traspasado, y todo aquel que fuere cogido caerá a cuchillo. 16 Sus niños serán estrellados delante de su vista; serán saqueadas sus casas, y forzadas sus mujeres. 17 He aquí que despertaré contra ellos a los Medos. que no estiman la plata, y en cuanto al oro, no se deleitan en él. 18 Y con sus arcos destrozarán a los jóvenes; y no tendrán compasión del fruto del seno; y sus ojos no perdonarán a los niños. 19 Y Babilonia, la gloria de los reinos, la hermosura y el orgullo de los Caldeos, vendrá a ser como cuando destruyó Dios a Sodoma y Gomorra. 20 Nunca jamás será habitada, ni morarán en ella de generación en generación; ni plantará allí el árabe su tienda; ni los pastores harán allí recostarse sus rebaños: 21 sino antes se recostarán allí las fieras del desierto; y las casas de ella estarán llenas de bestias aulladoras; y habitarán allí los avestruces, y las cabras salvajes saltarán allí: 22 los lobos también aullarán en sus palacios, y los chacales en sus templos de placer. Y cercano a llegar está su tiempo, y sus días no serán prolongados.
1 PORQUE se apiadará Jehová de Jacob, y escogerá otra vez a Israel; y los hará descansar en su misma tierra: y el extranjero será unido con ellos; pues que los tales serán adjuntos a la casa de Jacob. 2 Porque los pueblos los tomarán y los traerán a su propio lugar; y los poseerá la casa de Jacob en la tierra de Jehová, por siervos y por siervas. Así tomarán cautivos a aquellos que los cautivaron a ellos, y tendrán el dominio de sus opresores. 3 Y acontecerá en el día que te haga descansar Jehová de tus penas y de tu aflicción, y de la dura servidumbre con que te han hecho servir; 4 que entonarás este cántico triunfal respecto del rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo ha cesado de sus vejaciones el opresor! ¡el exactor de oro ha cesado! 5 Jehová ha hecho pedazos la vara de los inicuos, el cetro de los que tenían el dominio; 6 el cual hería los pueblos en saña, con golpe incesante, y hollaba las naciones en ira, con persecución desenfrenada. 7 ¡Ya descansa y está en quietud toda la tierra; prorrumpen los hombres en cánticos! 8 Aun los cipreses se regocijan a causa de ti, también los cedros del Líbano, diciendo: ¡Desde que tú falleciste, ningún cortador sube ya contra nosotros! 9 El infierno, allá abajo, se conmueve por tu causa, para recibirte a tu venida: despierta por ti a los espectros gigantescos, todos los grandes de la tierra; hace que se levanten de sus tronos todos los reyes de las naciones. 10 Todos ellos responderán y te dirán: ¿Tú también has venido a ser débil como nosotros? ¿tú has sido hecha semejante a nosotros? 11 ¡Ha descendido al sepulcro tu fausto, y el estruendo de tus violas; debajo de ti se extiende por cama tuya el gusano, y tus colchas son las lombrices! 12 ¡Como caíste de los cielos, oh Lucero hijo de la aurora! ¡has sido derribado por tierra, tú que abatiste las naciones! 13 Y tú eres aquel que dijiste en tu corazón: ¡Al cielo subiré; sobre las estrellas de Dios ensalzaré mi trono, y me sentaré en el Monte de Asamblea, en los lados del Norte; 14 me remontaré sobre las alturas de las nubes; seré semejante al Altísimo! 15 ¡Pero ciertamente al infierno serás abatido, a los lados del hoyo! 16 Los que te vieren clavarán en ti la vista, y de ti se cerciorarán, diciendo: ¿Es éste el varón que hizo temblar la tierra, que sacudió los reinos; 17 que convirtió el mundo en un desierto, y destruyó sus ciudades; y a sus prisioneros nunca los soltaba, para que volviesen a casa? 18 Todos los reyes de las naciones, sí, todos ellos yacen con gloria cada cual en su propia casa; 19 ¡mas tú, arrojado estás fuera de tu sepulcro, como un retoño despreciado; cubierto de muertos traspasados a espada, que descienden a las piedras del hoyo; como un cadáver pisoteado! 20 No serás unido con ellos en sepultura; porque has destruído tu tierra, has hecho perecer a tu pueblo. ¡No se nombre nunca jamás la estirpe de los malhechores! 21 Preparad el degüello para sus hijos, por la iniquidad de sus padres; no se levanten y posean la tierra, ni llenen la haz del mundo con ciudades. 22 Yo también me levantaré contra ellos, dice Jehová de los Ejércitos; y cortaré de Babilonia nombre y resto, y posteridad y descendencia, dice Jehová. 23 Y la tornaré en posesión de erizos, en charcos de agua; y la barreré con escoba de destrucción, dice Jehová de los Ejércitos. 24 Jurado ha Jehová de los Ejércitos, diciendo: Ciertamente así como lo tengo ideado, asimismo sucederá, y conforme lo he trazado, así permanecerá estable: 25 a saber, que yo quebrantaré al Asirio en mi tierra, y sobre mis montañas le pisotearé; entonces su yugo se quitará de sobre los siervos míos, y su carga será quitada de sobre su hombro. 26 Éste es el propósito determinado tocante a toda la tierra, y ésta la mano extendida sobre todas las naciones. 27 Pues Jehová de los Ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo invalidará? y su mano es la que está extendida, ¿y quién la volverá atrás? 28 En el año que murió el rey Acaz, hubo esta carga: 29 ¡No te regocijes, toda tú, oh Filistía, por cuanto se ha roto la vara que te hirió; porque de la raíz de la serpiente saldrá la víbora, y del fruto suyo, serpiente ardiente voladora! 30 Entonces los más pobres de los pobres pastarán tranquilamente, y los menesterosos reposarán con seguridad; porque haré morir de hambre tu raíz, y la espada matará los residuos de ti. 31 ¡Aúlla, oh puerta! ¡clama, oh ciudad! desmayada estás, toda tú, ¡oh Filistía! porque de la parte del norte viene una humareda; no hay rezagado entre sus huestes. 32 ¿Qué pues se responderá a los mensajeros de las naciones? ¡Que Jehová ha fundado a Sión, y en ella se refugiarán los afligidos de su pueblo!
1 LA carga de Moab: ¡Ciertamente en una sola noche Ar de Moab es asolada, es destruída! ¡Ciertamente en una sola noche Kir de Moab es asolada, es destruída! 2 Moab sube a la casa de ídolos, y Dibón a los altos, para llorar allí. Moab se lamenta sobre Nebo y sobre Medeba: en toda cabeza hay calvez, y toda barba está cortada. 3 En sus calles se ciñen de saco: sobre sus terrados y en sus plazas cada uno está aullando, deshecho en lágrimas. 4 Hesbón y Eleale alzan el grito; hasta Jahaz es oída su voz: por tanto los guerreros de Moab aúllan; su misma alma tiembla dentro de él. 5 Mi corazón da alaridos por Moab, cuyos fugitivos huyen hasta Zoar, como una novilla de tres años: porque por la cuesta de Luhit van subiendo con lloro; porque en el camino de Horonaim alzan el grito de quebranto: 6 porque las aguas de Nimrim se convierten en desolaciones; porque se ha secado el pasto, se ha acabado la hierba: no hay ya cosa verde. 7 Por tanto el residuo de lo que se han adquirido, y de sus tesoros, ellos se lo llevarán más allá del arroyo de los sauces. 8 Porque el clamor ha dado la vuelta de los términos de Moab; hasta Eglaim se oyen sus aullidos, y hasta Beer-elim sus aullidos. 9 Porque las aguas de Dimón están llenas de sangre; pues que traeré sobre Dimón todavía mayores males; traeré sobre los escapados de Moab leones, y sobre los que quedaren en la tierra.
1 ¡ENVIAD los corderos del tributo al soberano de la tierra, desde Petra, por el desierto, al Monte de la hija de Sión! 2 pues sucederá que como aves fugitivas, cuyo nido es desechado, así serán las hijas de Moab justo a los vados del Arnón. 3 ¡Dad consejo; haced lo justo; haz que tu sombra sea grata como la noche en los ardores del mediodía; esconde a los desterrados; no descubras al fugitivo! 4 Habiten mis desterrados contigo, ¡oh Moab! séles como escondedero de la presencia del desolador, hasta que haya cesado el opresor, y haya acabado el desolador, y haya desaparecido de la tierra el hollador. 5 Y el trono será establecido con misericordia; y se sentará uno sobre él, reinando con verdad, en el tabernáculo de David, que juzgue, y que busque lo justo, y que sea presuroso para hacer justicia. 6 Hemos oído hablar de la soberbia de Moab; él es muy orgulloso. ¡Ah, su arrogancia, y su orgullo, y su saña! sus vanas jactancias son una nada. 7 Por tanto aullará Moab por Moab; toda ella aullará: por las uvas pasas de Kir-hareset gemiréis, enteramente desconsolados. 8 Porque los campos de Hesbón están marchitos, y la vid de Sibma; los señores de las naciones han atropellado sus plantas escogidas, las cuales alcanzaron hasta Jazer, divagaron por el desierto; sus sarmientos se extendieron; pasaron la mar. 9 Por tanto, lloraré con el lloro de Jazer por la vid de Sibma; te regaré con mis lágrimas, oh Hesbón, y a ti, oh Eleale; porque sobre tus frutos de verano y sobre tus mieses ha caído el grito de batalla. 10 También el gozo se ha quitado, y el alborozo del campo fructífero; y en las viñas no habrá más canciones ni alegrías; ningún pisador exprimirá ya el vino en los lagares; he hecho cesar la algazara de la vendimia. 11 Por tanto mis entrañas sonarán cual arpa por Moab, y mi corazón por Kir-harés. 12 Y acontecerá que cuando se presentare Moab delante de sus dioses, y cuando se cansare de hacer ofrendas sobre el alto, entrará en su santuario para orar, mas nada podrá conseguir. 13 Esta es la palabra que habló Jehová respecto de Moab en lo pasado; 14 mas ahora habla Jehová, diciendo: Dentro de tres años, como los años de un jornalero, será despreciada la gloria de Moab, con toda su gran multitud; y los restos serán pocos, muy pocos, y de ningún valer.
1 CARGA de Damasco: ¡He aquí que Damasco ha cesado de ser ciudad, y ha venido a ser montón de escombros! 2 Abandonadas están las ciudades de Aroer: para los rebaños serán, los cuales sestearán allí, y no habrá quien los espante. 3 También la fortaleza dejará de existir en Efraim, y el reino en Damasco, y en lo que resta de la Siria: serán como la gloria de los hijos de Israel, dice Jehová de los Ejércitos. 4 Y acontecerá que en aquel día la gloria de Jacob se marchitará, y se extenuará la gordura de su carne. 5 Y será como cuando el segador recoge la mies, y su brazo recoge las espigas; sí, será como quien coge las espigas en el Valle de Refaim. 6 Pero quedarán en él rebuscos, así como, cuando se varea el olivo, quedan dos o tres aceitunas en la punta del ramo más alto, cuatro o cinco en las ramas fructíferas; dice Jehová el Dios de Israel. 7 En aquel día los hombres se dirigirán a su Hacedor, y sus ojos mirarán hacia el Santo de Israel; 8 y ya no se dirigirán a los altares, obra de sus propias manos; ni mirarán a lo que han hecho sus mismos dedos; ni a las Asheras, ni a las imágenes del sol. 9 En aquel día sus ciudades fortificadas serán como ruinas abandonadas, en el bosque, y sobre las cumbres de las montañas, que abandonaron los Cananeos delante de los hijos de Israel; y la tierra será desolada. 10 Porque has olvidado al Dios de tu salvación, y no te has acordado de la Roca de tu fortaleza; por tanto cultivarás plantíos de deleite, y los plantarás con los sarmientos de un dios extraño. 11 En el día que los plantares, los harás crecer, y por la mañana harás que tus plantas echen su flor; pero huirá la mies en un día de tristeza y de dolor desesperado. 12 ¡Ah! ¡el tumulto de muchos pueblos, (los cuales hacen estruendo como el estruendo de los mares), y el estrépito de las naciones! Rugen como rugido de poderosas aguas; 13 como rugido de muchas aguas rugen las naciones. Mas Dios reprende al enemigo, de modo que huye lejos, y es ahuyentado como el tamo de las colinas delante del viento, y como remolinos de polvo delante del huracán. 14 A la hora de la tarde, ¡he aquí el espanto! mas antes de la mañana ¡el enemigo ya no existe! ¡Ésta es la porción de los que nos despojan, y la suerte de los que nos saquean!
1 ¡AH! ¡la tierra que haces sombra con tus alas; que estás a la otra parte de los ríos de Etiopía; 2 que envías embajadores por el Nilo, y en barcos de papiro sobre la haz de las aguas! ¡Id, veloces mensajeros, a una nación tirada y despojada, a un pueblo terrible desde su principio y en adelante, una nación medida y hollada, cuya tierra dividen los ríos! 3 ¡Todos los moradores del mundo y los habitantes de la tierra, cuando fuere alzada la bandera sobre los montes, vedla! ¡y cuando fuere tocada la trompeta, oídla! 4 Porque así me ha dicho Jehová: Estaré quieto, y los miraré desde mi morada, como el genial calor sobre las hierbas, o como una nube de rocío entre los calores de la siega. 5 Porque antes de la siega, cuando se ha acabado la flor, y el agraz se va convirtiendo en uva madura, Jehová corta los tallos con podaderas, y quita las ramas, y las desmocha. 6 Serán dejados juntos los cadáveres para las aves rapaces de las montañas, y las ramas para las bestias de la tierra; y veranearán sobre ellos las aves rapaces, y todas las bestias de la tierra invernarán en ellas. 7 ¡En aquel tiempo será traído un presente a Jehová de los Ejércitos, de parte de un pueblo tirado y despojado, de un pueblo terrible desde su principio y en adelante; nación medida y hollada, cuya tierra dividen los ríos, al lugar del Nombre de Jehová de los Ejércitos, al Monte de Sión!
1 CARGA de Egipto: He aquí que Jehová cabalgará sobre una nube ligera, y entrará en Egipto: y se conturbarán los ídolos de Egipto a su presencia; y se derretirá el corazón de Egipto dentro de él. 2 Y yo incitaré a egipcios contra egipcios, y pelearán cada uno contra su hermano, y cada cual contra su compañero; ciudad contra ciudad, reino contra reino. 3 Y será vaciado el espíritu de Egipto dentro de él, y destruiré su prudencia; y acudirán a los ídolos, y a los encantadores, y a los espíritus pitónicos y a los adivinos. 4 Y entregaré a los Egipcios en mano de un señor duro; y un rey fiero los señoreará, dice el Señor, Jehová de los Ejércitos. 5 Y faltarán las aguas del Nilo, y el río se agotará y se secará; 6 y hederán los ríos, y se disminuirán y se secarán los canales de Egipto; las cañas y los juncos se marchitarán. 7 Los prados de junto al río, los de junto a la boca del río, y todo lo sembrado a lo largo del río, se secará, será arrebatado del viento, y desaparecerá. 8 Los pescadores también se lamentarán, y llorarán todos los que echan anzuelo en el río, y los que extienden la red sobre la haz de las aguas, desfallecerán. 9 Serán avergonzados también los que labran los linos cardados, y los tejedores de géneros blancos. 10 Y las columnas de Egipto serán derribadas; todos los que trabajan a salario apesadumbrados de alma serán. 11 Los príncipes de Soán son completamente necios; el consejo de los más sabios de los consejeros de Faraón ha venido a ser irracional. ¿Cómo podéis decir cada cual a Faraón: Hijo de sabios soy; hijo de reyes antiguos? 12 ¿En dónde están ahora tus sabios? que te declaren pues, o sepan siquiera ellos, cuál es el propósito de Jehová de los Ejércitos respecto de Egipto. 13 Se han entontecido los príncipes de Soán; se han engañado los príncipes de Nof; han hecho errar a Egipto los que son la piedra angular de sus tribus. 14 Jehová ha mezclado en medio de ella espíritu de vértigo; de modo que sus guías han hecho errar a Egipto en todo cuanto hace; a la manera que un borracho tambalea en su vómito. 15 Y no habrá para Egipto cosa alguna que cabeza ni cola, rama de palmo ni junco pueda hacer. 16 En aquel día será Egipto como mujeres; pues temerán y temblarán a causa de la mano amenazadora de Jehová de los Ejércitos, que él levantará contra ellos. 17 Y la tierra de Judá será el terror de Egipto; todo aquel a quien se le mencione, temerá, a causa del propósito de Jehová de los Ejércitos, que él ha determinado contra ellos. 18 En aquel día habrá cinco ciudades en la tierra de Egipto que hablarán la lengua de Canaán, y que jurarán lealtad a Jehová de los Ejércitos; de las cuales una será Llamada Ciudad de Destrucción. 19 Habrá en aquel día altar para Jehová en medio de la tierra de Egipto, y una columna para Jehová junto a su confín; 20 lo cual será para señal y para testimonio a Jehová de los Ejércitos en la tierra de Egipto; porque los Egipcios clamarán a Jehová a causa de sus opresores; y él les enviará un salvador y defensor, el cual los librará. 21 Así Jehová se dará a conocer a los Egipcios; de modo que conocerán los Egipcios a Jehová en aquel día, y le darán culto con sacrificios y ofrendas vegetales; también harán votos a Jehová, y los pagarán. 22 Porque Jehová herirá a Egipto, hiriendo y sanando; y ellos se convertirán a Jehová; y él se dejará rogar de ellos, y los sanará. 23 En aquel día habrá un camino real de Egipto a Asiria; y el Asirio entrará en Egipto, y el Egipcio en Asiria; y los Egipcios darán culto a Jehová juntamente con los Asirios. 24 En aquel día será Israel el tercero con Egipto y con Asiria, una bendición en medio de la tierra; 25 a quienes Jehová de los Ejércitos bendecirá, diciendo: ¡Bendito sea Egipto, pueblo mío, y Asiria, obra de mis manos, e Israel, herencia mía!
1 EN el año que vino Tartán a Asdod, cuando le envió Sargón rey de Asiria, y él había peleado contra Asdod y la había tomado; 2 en ese mismo tiempo habló Jehová por conducto de Isaías hijo de Amoz, diciendo: Véte, suelta el saco de sobre tus lomos, y quítate el calzado de tus pies. Y él lo hizo así, andando desnudo y descalzo. 3 Entonces dijo Jehová: De la manera que mi siervo Isaías ha andado desnudo y descalzo por tres años, como señal y tipo para Egipto y Etiopía; 4 así conducirá el rey de Asiria los cautivos de Egipto y los deportados de Etiopía, jóvenes y ancianos, desnudos y descalzos, y descubiertas las nalgas, para vituperio de Egipto. 5 Entonces los parciales suyos quedarán aterrados; y se avergonzarán de Etiopía, confianza suya, y de Egipto, su gloria. 6 Y el habitante de esta costa dirá en aquel día: ¡He aquí, tal es nuestra confianza, adonde nos habíamos huído por auxilio, para ser librados del rey de Asiria! ¿y cómo escaparemos nosotros?
1 CARGA del desierto de la mar: Como se lanzan los huracanes en el sur, así del desierto viene el enemigo, de una tierra terrible: 2 Visión dura me ha sido mostrada: El pérfido sigue obrando pérfidamente y el asolador sigue asolando. ¡Sube, Elam! ¡pon el sitio, oh Media! hice cesar todos los gemidos de los oprimidos de ella. 3 Por esto mis lomos están llenos de dolor; angustias se han apoderado de mí, como angustias de la que da a luz. Padezco dolores, de modo que no puedo oír; estoy confundido, de modo que no puedo ver. 4 ¡Mi corazón está aturdido; el horror me aterra; la noche de mi placer, Dios me la ha cambiado en espanto! 5 Ponen la mesa, colocan el atalaya; comen, beben. ¡Levantaos, oh príncipes! ¡ungid el escudo! 6 Porque así me ha dicho el Señor; Anda, coloca atalaya; diga éste lo que viere: 7 y si viere hombres montados, caballerías por pares, hombres montados en asnos, montados en camellos, escuchará con la mayor atención. 8 Y luego éste clamó como león: ¡Sobre la atalaya, señor, estoy continuamente de día, y en mi guarda permanezco noches enteras! 9 He aquí que esto es lo que viene: hombres montados, caballerías por pares. Y tornó a hablar, diciendo: ¡Ha caído, ha caído Babilonia, y todas las imágenes de sus dioses están destrozadas, derribadas por tierra! 10 ¡Oh trilladura mía, y el grano de mi era! lo que he oído de parte de Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel, os lo he declarado. 11 Carga de Duma: Alguien me da voces desde Seir: ¡Guarda! ¿qué hay de la noche? ¡Guarda! ¿qué hay de la noche? 12 Respondió el guarda: ¡La mañana viene, y también la noche! Si queréis preguntar, preguntad. ¡Volved; venid otra vez! 13 Carga sobre Arabia: En las espesuras de Arabia habéis de pernoctar, ¡oh caravanas de los Dedaneos! 14 Para encontrar al sediento, traen agua los habitantes de la tierra de Tema; con su pan salen a recibir al fugitivo: 15 porque huyen de las espadas; de la espada desnuda, y del arco entesado, y de la violencia de la guerra. 16 Porque así me ha dicho el Señor: Dentro de un año, según los años del jornalero, se acabará toda la gloria de Cedar; 17 y los que quedaren del número de los flecheros, los héroes de los hijos de Cedar, serán pocos; porque Jehová, el Dios de Israel, lo ha dicho.
1 CARGA del Valle de la Visión: ¿Qué tienes ahora, que has subido, con todos los tuyos, a los terrados? 2 ¡Oh tú, que estabas llena de bulla, ciudad tumultuaria ciudad alegre! tus muertos no están muertos a cuchillo, ni murieron en guerra. 3 Todos tus jefes huyen a la vez; por los flecheros son atados; todos los tuyos que son hallados, son atados juntos: a ti habían huído de lejos. 4 Por tanto dije: ¡Apartad de mí la vista, para que llore amargamente: no os empeñéis en consolarme de la desolación de la hija de mi pueblo! 5 Porque día es éste de conmoción, y de holladura, y de perplejidad; día del Señor, Jehová de los Ejércitos, en el valle de la Visión; día de derribar muros, y de clamores que llegan hasta las montañas. 6 Y Elam lleva la aljaba, con carros, infantería y caballería; y Kir descubre el escudo: 7 y ha acontecido que tus más escogidos valles están llenos de carros de guerra, y los jinetes se ponen en orden contra la puerta. 8 Se ha quitado también la cobertura de Judá; y tú diriges la vista en semejante día, a las armas de la casa del Bosque. 9 Y véis que son muchas las brechas en la ciudad de David; y recogéis las aguas del estanque de abajo; 10 y contáis las casas de Jerusalem; y derribáis las casas para fortalecer el muro; 11 y hacéis un depósito de aguas entre los dos muros, para recibir las aguas del estanque viejo: pero no miráis al que hace esto, ni dirigís la vista al que lo tiene preparado ya ha mucho. 12 Y el Señor, Jehová de los Ejércitos, llamó en aquel día a llanto y a lamentación, y a calvez y a ceñimiento de saco; 13 mas, al contrario, he aquí alegría y regocijo, matanza de bueyes y degüello de ovejas, el comer carne y beber vino: dicen: ¡Comamos y bebamos, porque mañana moriremos! 14 Por tanto Jehová de los Ejércitos ha revelado a mis oídos esto: De cierto que esta iniquidad no os será nunca perdonada, hasta que muráis, dice el Señor, Jehová de los Ejércitos. 15 Así dice el Señor, Jehová de los Ejércitos: Anda, véte a este tesorero, a Sebna, que preside en la casa real, y le dirás: 16 ¿Qué haces tú aquí? ¿y a quién tienes tú aquí, para que hayas labrado aquí para ti un sepulcro? ¡labrando en alto su sepulcro, esculpiendo en la roca una morada para sí! 17 He aquí que Jehová te derribará con violencia, ¡oh grande hombre! y te doblará con repetidos dobleces, 18 y te hará ovillo como pelota, y te botará a una tierra de anchas dimensiones, en donde morirás; y allí te llevarán las carrozas de tu gloria, ¡vituperio que eres de la casa de tu señor! 19 Porque yo te expulsaré de tu oficio, y de tu puesto serás derribado. 20 Y acontecerá que en aquel día llamaré a mi siervo Eliaquim hijo de Elcías; 21 y a él le vestiré de tu ropa de oficio, y con tu cinturón le fortaleceré, y pondré tu autoridad en su mano; y él será un padre a los habitantes de Jerusalem y a la casa de Judá. 22 Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y él abrirá, y ninguno cerrará, y cerrará, y ninguno abrirá. 23 Y le hincaré como clavo en un lugar seguro; y será como trono de gloria para la casa de su padre. 24 Y colgarán de él toda la gloria de la casa de su padre, los descendientes y las reliquias, inclusos todos los vasos pequeños, desde las copas hasta toda suerte de jarros. 25 Mas en aquel día, dice Jehová de los Ejércitos, será vencido el clavo hincado en el lugar seguro; pues será quebrado y caerá; y perecerá la carga que había sobre él; porque Jehová lo ha dicho.
1 CARGA de Tiro: ¡Aullad, oh naves de Tarsis! porque Tiro está desolada, de modo que no hay casa, ni adonde entrar: desde la tierra de Kitim se les dió el aviso. 2 ¡Callad, oh habitantes de la ciudad isleña! tú a quien los comerciantes de Sidón, pasando el mar, llenaron de riquezas. 3 Y, situada en grandes aguas, la sementera de Sihor, la cosecha del Nilo, era renta suya; y ella vino a ser emporio de las naciones. 4 ¡Avergüénzate, oh Sidón! porque habla el mar, es decir, el lugar fuerte del mar, diciendo: ¡Estoy cual si nunca estuviera de parto, ni hubiese tenido hijos, ni amaestrado mancebos, ni criado vírgenes! 5 Cuando llegue a Egipto la noticia, se angustiarán por las noticias de Tiro. 6 ¡Pasad hasta Tarsis; aullad, oh habitantes de la isla! 7 ¿Es esta vuestra ciudad alegre, cuya antigüedad es de tiempos muy remotos? sus mismos pies la conducirán lejos para morar temporalmente allí. 8 ¿Quién ha decretado esto contra Tiro, la repartidora de coronas; cuyos comerciantes son príncipes, y sus traficantes los honorables de la tierra? 9 Jehová de los Ejércitos lo ha decretado, para profanar la soberbia de toda gloria humana, y para degradar a todos los honorables de la tierra. 10 Pasa libremente por tu tierra, como el Nilo, oh hija de Tarsis! porque tus ataduras no existen ya. 11 El Señor ha extendido su mano sobre el mar, ha sacudido los reinos: Jehová ha dado mandamiento respecto de la nación mercante, para destruir sus plazas fuertes. 12 Y él ha dicho: ¡No te vanagloriarás ya más, oh violada virgen, hija de Sidón! ¡Levántate, pasa hasta Kitim! mas ni aun allí tendrás reposo. 13 ¡He aquí la tierra de los Caldeos! (este pueblo poco ha no existía; Asiria lo fundó para los habitantes del desierto); los cuales levantaron sus torres, y derribaron los palacios de ella: este pueblo pues la ha puesto en ruinas. 14 ¡Aullad, oh naves de Tarsis, porque es destruída vuestra plaza fuerte! 15 Y acontecerá en aquel día, que Tiro será olvidada setenta años, conforme a los días de un rey: mas al fin de los setenta años, sucederá a Tiro como a la canción de una ramera. 16 ¡Toma la cítara, da la vuelta por la ciudad, oh ramera olvidada! ¡toca bien, canta muchas canciones, para que se acuerde de ti! 17 Pues sucederá que al fin de los setenta años, Jehová visitará a Tiro; y ella volverá a su lucro, y tendrá comercio con todos los reinos del mundo, sobre la haz de la tierra. 18 Pero su ganancia y su lucro será consagrado a Jehová; no será atesorado, ni será guardado, sino que su ganancia será para los que habitan delante de Jehová, para que coman hasta la saciedad, y para vestido duradero.
1 HE aquí que Jehová vaciará la tierra, y la dejará desierta, y cual vaso, la volverá boca abajo, y dispersará sus habitantes. 2 Y sucederá que como al pueblo. así le irá al sacerdote; como al siervo, así a su amo; como a la criada, así a su señora; como al comprador, así al vendedor; como al prestador, así al que toma prestado; como al acreedor, así al deudor. 3 La tierra será enteramente vaciada y completamente saqueada; porque Jehová ha hablado esta palabra. 4 La tierra se pone de luto y se marchita, el mundo desfallece y se marchita; desfallece la gente encumbrada de la tierra. 5 La tierra también es profanada bajo sus habitantes; porque traspasaron la ley, cambiaron el estatuto, y quebrantaron el pacto eterno. 6 Por tanto la maldición ha devorado la tierra, y los que habitan en ella son culpables: por tanto son abrasados los habitantes de la tierra, y pocos hombres son dejados en ella. 7 La vendimia llora, la vid desfallece; suspiran todos los joviales de corazón. 8 Cesó ya la alegría de los panderos, acabóse la algazara de los que hacen fiesta, cesó la alegría de la cítara. 9 No se beberá el vino con canciones; amargo será el licor embriagante a los bebedores de él. 10 Derribada está la ciudad de confusión; cerrada está toda casa, de modo que nadie pueda entrar. 11 Hay clamores por el vino en las calles; se ha acabado ya todo regocijo; la alegría es desterrada de la tierra. 12 Lo que queda en la ciudad es desolación, y la puerta está derribada hasta quedar en ruinas. 13 Pues así será Jerusalem en medio de la tierra, entre los pueblos; como el vareo del olivo, como rebuscos cuando se haya acabado la vendimia. 14 Estos pocos levantarán la voz y cantarán; por la majestad de Jehová alzarán el grito desde la mar. 15 ¡Por tanto, en las regiones orientales glorificad a Jehová, en las islas del mar ensalzad el nombre de Jehová, el Dios de Israel! 16 Desde el extremo de la tierra hemos oído canciones: ¡Gloria al justo! mas yo dije: ¡Mi desdicha! ¡mi desdicha! ¡ay de mí! ¡los engañadores engañan, sí, con engaño los engañadores engañan! 17 ¡El espanto y el hoyo y el lazo están sobre ti, oh habitador de la tierra! 18 Y sucederá que el que huyere de la voz que espanta, caerá en el hoyo, y el que subiere de en medio del hoyo, quedará preso en el lazo; porque las ventanas desde lo alto están abiertas, y se bambolean los cimientos de la tierra. 19 ¡Completamente quebrantada está la tierra! ¡completamente despedazada está la tierra! ¡completamente sacudida está la tierra! 20 tambalea la tierra como un borracho; se columpia de acá para allá como hamaca, y pesa sobre ella su transgresión; y caerá, y no volverá a levantarse. 21 Y acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al ejército de lo alto en el alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra; 22 y serán juntados como se juntan los presos en el calabozo, y estarán encerrados en la cárcel; y después de muchos días serán sacados al suplicio. 23 ¡Y la luna será abochornada, y el sol se avergonzará; por cuanto Jehová de los Ejércitos reina ya en el Monte de Sión, y en Jerusalem, y delante de sus ancianos, gloriosamente!
1 ¡JEHOVÁ, Dios mío eres! ¡te ensalzaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas! ¡tus consejos, desde lejanos tiempos, son fieles y verdaderos! 2 ¡Porque has convertido aquella ciudad en montón de escombros, aquella ciudad inexpugnable en una ruina; has demolido el palacio de los extraños para que no sea ciudad; nunca jamás será reedificada! 3 Por tanto, te dará honra el pueblo fuerte, la ciudad de las naciones tiranas tendrán temor de ti: 4 porque has sido fortaleza para el desvalido, fortaleza para el pobre en su angustia, su refugio contra la tempestad, su sombra contra el calor, cuando el resoplido de los tiranos era como tempestad contra la pared. 5 ¡Como el calor en lugar de sequía se mitiga, así abates la algazara de los extraños; como se reduce el calor con la sombra de una nube; así se humilla la canción triunfal de los tiranos! 6 Y en este monte hará Jehová de los Ejércitos, para todas las naciones, un banquete de manjares pingües, banquete de vinos sobre las heces; de manjares pingües de mucho meollo, de vinos sobre las heces, bien refinados. 7 Y destruirá en este monte la cobertura de las caras, la que cubre todos los pueblos, y el velo que está tendido sobre todas las naciones. 8 ¡Tragado ha a la muerte para siempre; y Jehová el Señor enjugará las lágrimas de sobre todas las caras, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra! porque Jehová así lo ha dicho. 9 Y se dirá en aquel día: ¡He aquí, éste es nuestro Dios; le hemos esperado, y él nos salvará! ¡éste es Jehová, le hemos esperado; estaremos alegres, y nos regocijaremos en su salvación! 10 Porque la mano de Jehová descansará en este monte; y Moab será hollado debajo de él, como la paja es hollada en el agua del muladar. 11 Y extenderá sus manos en medio de ella, como las extiende el nadador para nadar; pero Dios abatirá su orgullo, juntamente con las tretas de sus manos. 12 Y abatirá la fortaleza de tus altos muros; los humillará, los derribará por tierra, hasta el mismo polvo.
1 EN aquel día se cantará este cántico en la tierra de Judá: ¡Ciudad fuerte tenemos; salvación pondrá Dios por muros y baluartes! 2 ¡Abrid las puertas, para que entre la nación justa, guardadora de verdad! 3 Guardarás en perfecta paz al alma que se apoya en ti, por lo mismo que en ti confía. 4 ¡Confiad en Jehová para siempre, porque en YAH JEHOVÁ está la Roca de la eternidad! 5 Porque él ha abatido a los que habitan en las alturas, la ciudad enaltecida: ¡la humillará, la humillará hasta la tierra, la derribará hasta el mismo polvo! 6 ¡La pisará el pie, los pies del pobre, los pasos del desvalido! 7 La vía del justo es perfectamente derecha: ¡oh recto Dios, tú allanas el camino del justo! 8 También en la vía de tus juicios, oh Dios, te hemos esperado; el deseo de nuestra alma ha sido hacia tu Nombre y hacia tu memorial. 9 Con mi alma te he deseado en la noche, y con mi espíritu en medio de mí madrugo para buscarte; porque cuando tus juicios están en la tierra, los habitantes del mundo aprenden justicia. 10 Pues aun cuando se mostrare favor al inicuo, no aprenderá justicia; en la tierra de justicia seguirá haciendo injusticias, y no mirará la majestad de Jehová. 11 Jehová, tu mano está alzada, mas ellos no ven: verán empero con vergüenza tu celo por tu pueblo; y el fuego devorará a tus contrarios. 12 Jehová, tú nos darás la paz; porque también todas nuestras obras las has hecho tú por nosotros. 13 Jehová, Dios nuestro, otros señores fuera de ti nos han señoreado; mas ahora, de ti solo y de tu Nombre haremos mención. 14 Muertos están ellos, no vivirán; difuntos, no se levantarán; porque tú los has visitado y destruído, has hecho perecer toda memoria de ellos. 15 Has añadido a la nación, oh Jehová, has añadido a la nación; te has glorificado; has ensanchado todos los términos de la tierra. 16 Jehová, en la angustia acudieron a ti; derramaron la oración cuando vino sobre ellos tu castigo. 17 Como la preñada, cuando se acerca al parto, se retuerce y clama en sus dolores; así hemos sido nosotros en tu presencia, oh Jehová. 18 Hemos estado como preñados, hemos tenido dolores de parto; mas hemos al parecer dado a luz viento: ningún salvamento hemos efectuado en la tierra, ni han caído los habitantes del mundo. 19 ¡Vivirán tus muertos; los cadáveres de mi pueblo se levantarán! ¡Despertad y cantad, vosotros que moráis en el polvo! porque como el rocío de hierbas es tu rocío, y la tierra echará fuera los muertos. 20 ¡Ven, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tus puertas sobre ti; escóndete por un corto momento, hasta que pase la indignación! 21 Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar a los habitantes de la tierra por su iniquidad; la tierra también descubrirá sus homicidios, y no encubrirá más sus muertos.
1 EN aquel día Jehová castigará con su espada, bien templada, grande y fuerte, al Leviatán, serpiente veloz, y al Leviatán, serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar. 2 En aquel día, he aquí una viña de vino rojo: cantad así de ella: 3 Yo Jehová soy quien la guardo; cada momento la regaré; para que nadie la toque, noche y día la guardaré. 4 Ya no tengo indignación contra ella: mas ¡pónganse las zarzas y los espinos en batalla contra mí! ¡marcharía contra ellos; los quemaría juntamente! 5 a menos que echen mano esos enemigos de mi fortaleza, y hagan paz conmigo. ¡Sí, que hagan paz conmigo! 6 En los tiempos venideros se arraigará Jacob; Israel retoñará y echará flor, y llenará la haz de la tierra con su fruto. 7 ¿Acaso el Señor le hirió como hirió a su heridor? ¿o le mató con la matanza de los muertos por Él? 8 Antes, con repudiar la amada tuya, contendiste con ella con moderación; mas a aquellos, Dios los remueve con su viento tempestuoso en el día del solano. 9 Por tanto, con esto será perdonada la iniquidad de Jacob; y este es todo el fruto de ello, a saber, el quitar su pecado; mientras Israel pone todas las piedras del altar idolátrico, como piedras de cal, hechas pedazos; de manera que nunca jamás vuelvan a levantarse las Asheras y las imágenes del sol. 10 Pero la ciudad inexpugnable está solitaria; morada desechada y abandonada, como el desierto: allí pastará el becerro, y allí se acostará, y consumirá los sarmientos de su vid. 11 Al secarse sus ramas, serán quebradas; las mujeres vendrán y las encenderán; porque no es pueblo de entendimiento; por tanto su Hacedor no tendrá compasión de él, y el que lo formó no le mostrará favor. 12 Mas sucederá en aquel día, que Jehová recogerá a su pueblo desde el cauce del río Eufrates hasta el torrente de Egipto; y seréis recogidos uno por uno, ¡oh hijos de Israel! 13 Y acontecerá en aquel día que sonará la gran trompeta; y vendrán los que habían sido perdidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados en la tierra de Egipto; y adorarán a Jehová en Jerusalem, el Monte Santo.
1 ¡AY de la orgullosa corona de los borrachos de Efraim, y de la caduca flor de su hermosura gloriosa, la cual está sobre la cabeza del valle feracísimo, de aquellos pecadores vencidos del vino! 2 He aquí que tiene Jehová un azote fuerte y alerta, el cual como tempestad de granizo, y torbellino destructor, y como tempestad de aguas poderosas que todo lo arrebatan, echará por tierra con violencia. 3 Con los pies será hollada la orgullosa corona de los borrachos de Efraim; 4 y la caduca flor de su hermosura gloriosa, la cual está sobre la cabeza del valle feracísimo, vendrá a ser como la breva temprana, antes del verano, que en viéndola el que la mira, apenas la tiene en su mano, la traga. 5 En aquel día, Jehová de los Ejércitos será corona de gloria y diadema de hermosura para el resto de su pueblo; 6 y espíritu de juicio para el que se siente en el tribunal de justicia, y valentía para los que tornan atrás la batalla en la puerta. 7 Mas éstos también tambalean a causa del vino, y se han extraviado a causa del licor fermentado; el sacerdote y el profeta tambalean a causa del licor fermentado; han sido tragados del vino, han sido extraviados por el licor fermentado; yerran en visión, tropiezan en juicio. 8 Porque todas las mesas están llenas de vómito y de suciedad, sin que haya lugar limpio. 9 ¿A quién (dicen ellos) quiere éste enseñar la ciencia? ¿y a quiénes quiere hacer entender el mensaje? ¿a los destetados de leche? ¿a los recién quitados de los pechos? 10 Porque es precepto sobre precepto, precepto sobre precepto, línea sobre línea, línea sobre línea, aquí un poco, allí otro poco. 11 Al contrario, con gente de labios extraños y de otra lengua, se hablará a este pueblo, 12 a quienes se les había dicho: Éste es el descanso con que habéis de hacer descansar al cansado, y ésta es la tranquilidad; mas no quisieron escuchar. 13 Y en efecto la palabra de Jehová les era precepto sobre precepto, precepto sobre precepto, línea sobre línea, línea sobre línea, aquí un poco, allí otro poco; a fin de que vayan adelante, y caigan hacia atrás, y sean quebrantados, y sean enredados y cogidos. 14 Por tanto escuchad el oráculo de Jehová, ¡oh hombres escarnecedores! que gobernáis este pueblo que está en Jerusalem: 15 Por cuanto habéis dicho: Hemos hecho pacto con la muerte, y con el infierno tenemos hecho convenio; cuando pasare el azote, cual torrente, no nos alcanzará; porque hemos puesto las mentiras por nuestro refugio, y entre los embustes nos hemos escondido; 16 por tanto, así dice Jehová el Señor: He aquí que yo pongo en Sión por cimiento una piedra, piedra probada, piedra angular preciosa de firmísimo asiento; y el que creyere no se apresurará. 17 También pondré el juicio por cordel, y la justicia por plomada; y la granizada barrerá el refugio de mentiras, y las aguas arrebatarán vuestro escondrijo. 18 Asimismo vuestro pacto con la muerte será anulado, y vuestro convenio con el infierno no quedará en pie: cuando pasare el azote, cual torrente, vosotros seréis hollados de este invasor. 19 Cuantas veces pasare, os arrebatará; porque todas las mañanas pasará, de día y de noche, y será una agitación constante el atender al rumor. 20 Porque la cama es muy corta para extenderse uno en ella, y la cubierta muy angosta para envolverse en ella. 21 Porque Jehová se levantará como en el monte Perasim, y se indignará como en el valle de Gabaón; para hacer su obra, su obra extraña, y para ejecutar su acto, su acto extraño. 22 Ahora bien, no seáis vosotros escarnecedores, no sea que se aprieten vuestras ligaduras; porque un exterminio, y ese decretado, es lo que tengo oído de parte del Señor Jehová de los Ejércitos, contra toda la tierra. 23 ¡Prestad atención y oíd mi voz! ¡escuchad, y oíd mi dicho! 24 ¿Acaso el arador estará siempre arando para sembrar? ¿estará siempre abriendo y gradando su terreno? 25 ¿No es así que cuando ha allanado su superficie, derrama entonces el eneldo, y esparce el comino, y pone en hileras el trigo, y la cebada en el lugar señalado, y la espelta en su aborde apropiado? 26 Así su Dios le enseña lo que es conveniente, y le instruye. 27 Porque no con el trillo se ha de trillar el eneldo, ni rueda de carro ha de rodar sobre el comino; sino que con un palo se ha de varear el eneldo, y el comino con una vara. 28 El trigo de pan se machaca con el trillo: empero no para siempre lo seguirá trillando; y aunque lo esparza con la rueda de su carro, sin embargo no lo machaca con sus corceles. 29 Esto también procede de Jehová de los Ejércitos, el cual es maravilloso en consejo y grande en sabiduría.
1 ¡AY de Ariel, de Ariel, ciudad donde habitó David! ¡Añadid año sobre año; las fiestas sigan en turno! 2 esto no obstante, pondré en estrecho a Ariel, y habrá duelo y dolor, y me será como Ariel. 3 Y acamparé contra ti en derredor, y te cercaré con campamentos, y levantaré contra ti atrincheramientos. 4 Y tú estarás abatida; desde el suelo hablarás; y tu habla será bajita, desde el polvo; y será tu voz, como de espíritu pitónico, desde la tierra, y tu habla sonará confusamente desde el polvo. 5 Empero la muchedumbre de tus enemigos será como el menudo polvo, y como el tamo volante, la multitud de los terribles: y esto sucederá en un momento, repentinamente. 6 Desde la presencia de Jehová de los Ejércitos será visitado el enemigo con truenos y terremoto y grande estrépito, con torbellino y tempestad, y llamas de fuego devorador. 7 Y como un sueño, como una visión de la noche, será la muchedumbre de las naciones que pelean contra Ariel; juntamente con todos los que la combaten a ella y a su fortaleza, los que la ponen en estrecho. 8 Y les sucederá como cuando duerme un hambriento, y he aquí que come; mas despierta, y está vacía su alma; o como cuando duerme un sediento, y he aquí que bebe; mas despierta, y he aquí que está desfalleciente, y su alma está aún con ansia de beber. Así será con la muchedumbre de las naciones que pelean contra el Monte de Sión. 9 ¡Deteneos y maravillaos! ¡gozaos y cegaos todavía más! ¡Ebrios están, mas no con vino; tambalean, mas no a causa de licor fermentado! 10 Porque Jehová ha derramado sobre vosotros el espíritu de sueño profundo, y os ha cerrado los ojos, a saber, los profetas; y ha cubierto vuestras cabezas, es decir, los videntes. 11 Y así toda visión os ha venido a ser como las palabras de un libro sellado, que se le da a uno que sabe leer, diciendo: Ruégote me leas esto; y responde: No puedo, porque está sellado: 12 luego se da el libro al que no sabe leer, diciendo: Ruégote me leas esto; y él responde: No sé leer. 13 Dice pues el Señor: Por cuanto este pueblo se me acerca con su boca, y con sus labios me honran, pero alejan de mí su corazón, y su temor de mí es solo un mandamiento de hombres, cosa que se les ha enseñado; 14 por tanto yo volveré a obrar maravillosamente con este pueblo; cosa asombrosa y maravillosa voy a hacer; y perecerá la sabiduría de sus sabios, y la inteligencia de sus entendidos desaparecerá. 15 ¡Ay de los que ahondan el consejo, a fin de ocultarlo a Jehová, y cuyas obras están envueltas en tinieblas; y dicen: ¿quién nos ve? y ¿quién nos conoce? 16 ¡Qué perversidad es la vuestra! ¿Acaso el alfarero será reputado como el barro, para que la obra diga de su hacedor: No me ha hecho; y la vasija diga del que la formó: No entiende? 17 ¿No es cierto que de aquí a muy poco el Líbano será tornado en campo fructífero, y el campo fructífero será reputado como selva? 18 Y los sordos oirán en aquel día las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán de en medio de obscuridad y de tinieblas. 19 Los mansos también aumentarán su gozo en Jehová, y los más desdichados de los hombres se regocijarán en el Santo de Israel. 20 Porque los violentos ya han dejado de existir, y se han acabado los escarnecedores, y están exterminados todos los que se desvelan por hacer iniquidad; 21 los que hacen ofensor a un hombre por una mera palabra, y arman lazos para aquel que reprende en la puerta, y pervierten la causa del justo en falsía. 22 Por tanto, Jehová que redimió a Abraham, dice así respecto de la casa de Jacob: Ya no se avergonzará más Jacob, y ya no palidecerá más su rostro. 23 Al contrario, cuando viere sus hijos, la obra de mis manos, en medio de él, padres e hijos santificarán mi nombre; sí, santificarán al Santo de Jacob, y temerán al Dios de Israel. 24 Y los extraviados de espíritu conocerán la inteligencia, y los murmuradores recibirán la instrucción.
1 ¡AY de los hijos rebeldes, dice Jehová, que toman consejo, mas no de mí, que ratifican pactos, pero sin mi Espíritu, para añadir pecado sobre pecado! 2 ¡los que van descendiendo a Egipto, sin inquirir de mi boca, para guarecerse con la fortaleza de Faraón, y para confiar en la sombra de Egipto! 3 Por tanto la fortaleza de Faraón será vuestra vergüenza, y la confianza en la sombra de Egipto, vuestra confusión. 4 Parque sus príncipes están ya en Soán, sus embajadores han llegado a Hanés; 5 mas todos ellos se avergüenzan de un pueblo que de nada les aprovechará; pues no sirven ni de auxilio, ni de provecho, sino antes de vergüenza, y hasta de afrenta. 6 ¡Cuán cargadas van las bestias del sur! Por una tierra de aflicción y de apretura, de donde son la leona y el león, la víbora y la serpiente ardiente voladora, llevan sobre tomos de pollinos sus riquezas, y sobre giba de camellos sus tesoros, a un pueblo que no les puede aprovechar. 7 Porque para nada y en vano os ayudarán los Egipcios; por esto la he apellidado Rahab-hemsabet. 8 Ahora pues, anda tú, escribe esto delante de ellos, en una tablilla, e inscríbelo en un libro, para que dure hasta el día postrero, para siempre jamás; 9 que pueblo rebelde es éste, hijos mentirosos; hijos que no quieren escuchar la ley de Jehová; 10 que dicen a los videntes: ¡No veáis! y a los profetas: ¡No profeticéis para nosotros cosas rectas! ¡habladnos cosas suaves, profetizadnos engaños! 11 ¡Salíos del camino, apartaos de la vía! ¡quitad de delante de nosotros al Santo de Israel! 12 Por tanto, así dice el Santo de Israel: Por cuanto despreciáis esta palabra, y os confiáis en opresión y perversidad, apoyándoos en ellas; 13 por tanto esta iniquidad os será como rotura que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene de repente, en un momento. 14 Pues será rota la pared, como se rompe un vaso de alfarero, que, sin perdonarlo, lo hace pedazos; de modo que no sea hallado entre sus fragmentos ni un tiesto, para coger fuego del hogar, o para sacar agua de un aljibe. 15 Porque así dice Jehová el Señor, el Santo de Israel: En volviéndoos a mí, y en descanso seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza: mas vosotros no quisisteis. 16 Antes habéis dicho: No, pues que a caballo huiremos; por tanto tendréis que huir: y, sobre veloces corceles cabalgaremos; por tanto serán veloces los que os persiguen. 17 Mil huirán por la amenaza de uno solo, y a la amenaza de cinco, huiréis todos; hasta que seáis dejados como un palo alto en la cumbre de un monte, y como bandera sobre una colina. 18 Por tanto, Jehová esperará para mostraros favor, y por tanto, se levantará para apiadarse de vosotros; porque Dios justo es Jehová: bienaventurados son todos los que le esperan. 19 Porque, ¡oh pueblo de Sión, que habitas en Jerusalem, tú no llorarás más! ¡muy compasivo será Dios, a la voz de tu clamor: luego que oyere, te responderá! 20 Aunque os haya dado el Señor pan de adversidad y agua de aflicción, no tendrán que esconderse más tus maestros, sino que tus ojos verán a tus maestros; 21 y tus oídos oirán una voz a tus espaldas, que diga: ¡Éste es el camino, andad en él! Siempre que os torciereis a la derecha o a la izquierda. 22 Entonces profanaréis las láminas que cubren tus esculturas de plata, y la chapa dorada de tus imágenes fundidas; las desecharás, como cosa asquerosa; ¡Afuera! les dirás. 23 Y Jehová dará la lluvia para tu sementera, con lo cual sembrarás los campos; y dará pan, del producto de la tierra, el cual será rico y nutritivo; y pacerán tus ganados en aquel día en pastos espaciosos. 24 Asimismo tus bueyes y tus pollinos, que labran la tierra, comerán pienso mixto, bien sazonado, que habrá sido aventado con pala y aventador. 25 Y habrá sobre toda alta montaña y sobre todo collado elevado, arroyos y ríos de aguas; en el día de la gran matanza, ciando cayeren las torres. 26 También, la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será septuplicada, como la luz de siete días; en el día en que vendare Jehová la contusión de su pueblo y sanare la llaga de su herida. 27 He aquí que viene el Nombre de Jehová de lejos; arde su ira, y es densa la humareda, sus labios están llenos de indignación, y su lengua es como fuego devorador, 28 y su resuello, como torrente inundador, que alcanza hasta la garganta; para zarandear las naciones con criba de destrucción, y para poner una brida descarriadora en las fauces de los pueblos. 29 Vosotros empero tendréis una canción coma en la noche en que se observa fiesta solemne, y gozo de corazón tendréis, como quien marcha con flauta, para ir al monte de Jehová, a la Roca de Israel. 30 Pues Jehová hará oír su gloriosa voz, y hará ver el descenso de su brazo, con indignación de ira, y con llamas de fuego devorador; con turbión y tempestad y granizada. 31 Porque con la voz de Jehová será hecho pedazos el Asirio; con la vara le herirá; 32 y cada pase de la vara justiciera que asiente Jehová sobre él, será con panderos y con arpas; y en batalla tumultuosa peleará él con ellos. 33 Porque ya ha mucho que les está aparejado Tofet; para el rey también está preparado; lo ha ahondado, lo ha ensanchado; su pira es de fuego y de leña abundante; el soplo de Jehová, como torrente de azufre, lo enciende.
1 ¡AY de los que bajan a Egipto por socorro, y se apoyan en caballos; y ponen su confianza en carros de guerra, porque son muchos, y en caballería, por ser muy fuerte; pero no miran al Santo de Israel, ni acuden a Jehová! 2 Aunque él también es sabio, y trae el mal, y no revoca sus palabras; sino que se levanta contra la casa de los malhechores, y contra el auxilio de los obradores de iniquidad. 3 Pero los Egipcios son hombres, y no Dios, y sus caballos son carne, y no espíritu; cuando pues Jehová extendiere su mano, tropezarán los ayudantes, y caerán los ayudados, y todos ellos fracasarán juntos. 4 Porque así me ha dicho Jehová: De la manera que cuando del león, o el leoncillo, gruñe sobre la presa, si se convoca contra él una multitud de pastores, de sus voces no se amedrenta, ni se acobarda a causa de su muchedumbre; así descenderá Jehová de los Ejércitos para pelear sobre el monte de Sión, y sobre su santa colina. 5 Como aves que vuelan al rededor de su nido, así Jehová de los Ejércitos escudará a Jerusalem; escudando, la librará, y pasando por encima, la salvará. 6 ¡Volveos a Aquel de quien se han rebelado con profundo intento los hijos de Israel! 7 Porque en aquel día cada cual rechazará con desprecio sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que vuestras manos os han hecho para pecado. 8 Y caerá el Asirio por espada, mas no de hombre, y espada, no de ser humano, le devorará: y se pondrá en fuga delante de la espada, y sus guerreros escogidos serán hechos tributarios. 9 Y su fortaleza se pasará a causa del terror, y sus príncipes se amedrentarán a la vista de una bandera: lo dice Jehová, cuyo fuego está en Sión, y su horno en Jerusalem.
1 HE aquí que para hacer justicia reinará un Rey, y príncipes gobernarán para ejecutar juicio. 2 Y será un Varón como escondedero contra el viento, y como abrigo contra la tempestad; como corrientes de aguas en un lugar de sequía, y como le sombra de una peña grande en tierra de cansancio. 3 Y no se cerrarán los ojos de los que ven, y los oídos de los que oyen escucharán; 4 también, el corazón de los inconsiderados entenderá la ciencia, y la lengua de los balbucientes hablará expedita y claramente. 5 El vil no será más llamado generoso, ni el tramposo será dicho dadivoso; 6 porque el vil hablará vilezas, y su corazón obrará iniquidad, para practicar la impiedad, y para hablar error contra Jehová; a fin de dejar vacía el alma de los hambrientos, y para hacer faltar la bebida de los sedientos. 7 Y en cuanto al tramposo, sus mañas son malas; él trama inicuas intrigas, para perder a los pobres con palabras mentirosas, aun cuando el necesitado sólo pide lo justo. 8 Mas el generoso piensa en cosas generosas, y él por cosas generosas será hecho estable. 9 ¡Mujeres descuidadas, levantaos! ¡oíd mi voz! ¡hijas confiadas, escuchad mi dicho! 10 En un año y algo más, os turbaréis, las que vivís sin recelo; porque se acabará la vendimia, la cosecha no vendrá. 11 ¡Temblad, las que estáis descuidadas! ¡turbaos, las que vivís sin recelo! ¡despojaos, desnudaos, ceñid los lomos de saco! 12 Golpearán el pecho, a causa de los campos deleitosos, a causa de la vid fructífera. 13 Sobre la tierra de mi pueblo subirán espinos y zarzas, sí, sobre todas las casas de placer en la ciudad alegre; 14 porque el palacio está abandonado, la ciudad populosa dejada; Ofel y la torre son madrigueras para siempre regocijo de asnos monteses, pasturaje para rebaños, 15 hasta que sea derramado sobre nosotros el Espíritu desde lo alto, y el desierto se convierta en campo fructífero, y el campo fructífero sea reputado como selva. 16 Entonces morará la rectitud en el desierto, y la justicia habitará en el campo fructífero; 17 y la operación de la justicia será la paz, y el resultado de la justicia, calma y confianza para siempre. 18 Y mi pueblo habitará en mansión de paz, en moradas seguras, en descansaderos tranquilos. 19 Pero caerá el granizo, y será derribado el bosque, y aquella ciudad enemiga será enteramente abatida. 20 ¡Bienaventurados vosotros que sembráis junto a todas las aguas; que enviáis a tales labores el pie del buey y del asno!
1 ¡AY de ti que saqueas, y tú no has sido saqueado, que obras pérfidamente, y no obraron pérfidamente contigo! cuando acabares de saquear, tú serás saqueado; y cuando dieres fin a obrar pérfidamente, obrarán pérfidamente contigo. 2 ¡Jehová, ten misericordia de nosotros! a ti te hemos esperado; ¡sé tú el sostén de los oprimidos cada mañana, la salvación nuestra también en el tiempo de apretura! 3 ¡A causa de una voz tumultuosa, huyen los pueblos; al levantarte tú, oh Jehová, son dispersadas las naciones! 4 Y será recogido vuestro despojo, como la oruga recoge la hierba; como corren de aquí para allá las langostas, así correrán los hombres sobre él. 5 ¡Ensalzado es Jehová; sí, él habita en las alturas; ha llenado a Sión de equidad y de justicia! 6 Y serán la estabilidad de tus tiempos y fortaleza de salvación, la sabiduría y la ciencia: y el temor de Jehová será su tesoro. 7 ¡He aquí que sus valientes claman afuera, nos embajadores de paz lloran amargamente! 8 Desoladas están las calzadas; ya no hay viandantes; el enemigo ha roto el pacto, desprecia las ciudades, no hace cuenta de hombre alguno. 9 La tierra está de luto y desfallece; el Líbano está avergonzado y languidece; Sarón se ha tornado en desierto, y el Basán y el Carmelo sacuden sus hojas. 10 ¡Ahora me levantaré, dice Jehová, ahora me ensalzaré, ahora me glorificaré! 11 ¡Ah enemigos, concebiréis hojarasca, pariréis paja; vuestro mismo resoplido enciende el fuego que os consumirá! 12 Y serán los pueblos como combustiones de cal; como espinos cortados, serán quemados en el fuego;
13 Escuchad, los que estáis lejos, lo que yo he hecho; reconoced, los que estáis cerca, mi poderío. 14 Aterrados están los pecadores en Sión, temblor se ha apoderado de los impíos. ¿quién de entre nosotros habitará el fuego devorador? ¿quién de entre nosotros habitará en los ardores eternos? 15 Aquel que anda en justicias y habla rectitudes, que rechaza con desprecio la ganancia de opresiones, que sacude sus manos de contacto con los sobornos, que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias, que cierra sus ojos para no ver el mal; 16 éste morará en las alturas; su guarida será en las fortificaciones de las peñas; su pan le es dado, su agua es segura. 17 Tus ojos contemplarán al Rey en su hermosura, mirarán la tierra que está muy lejos. 18 Tu corazón entonces recapacitará el terror de hoy, diciendo: ¿Dónde está el secretario? ¿dónde está el que pesaba el dinero? ¿dónde está el que contaba las torres? 19 No verás más a aquel pueblo fiero, pueblo de habla profunda, que no puedes comprender, de lengua extraña que no puedes entender. 20 ¡Mira a Sión, ciudad de nuestras fiestas solemnes! tus ojos verán a Jerusalem, morada tranquila, tienda que no ha de removerse; sus estacas no serán arrancadas jamás, ni ninguna de sus cuerdas será rota; 21 sino que allí, en majestad, Jehová será para nosotros como lugar de anchurosos ríos y corrientes; por donde no andará galera con remos, ni pasará gallardo navío. 22 Porque Jehová es nuestro Juez, Jehová es nuestra Legislador, Jehová es nuestro Rey; el nos salvará. 23 Tus jarcias, oh Asirio, están aflojadas; no pueden mantener derecho el mástil, no pueden extender la vela: se reparte entonces el botín de despojos abundantes; y hasta los cojos arrebatan la presa. 24 Y no dirá más el habitante: Estoy enfermo; al pueblo que mora en ella le habrá sido perdonada su iniquidad.
1 ¡ACERCAOS, oh naciones, para oír, y vosotros, pueblos, escuchad! ¡oiga la tierra y cuanto está en ella, el mundo y cuanto éste produce! 2 Porque Jehová tiene indignación contra todas las naciones, e ira ardiente contra toda la hueste de ellas; las ha destinado a destrucción, las ha entregado a matanza. 3 Y sus muertos serán desechados; y el hedor de sus cadáveres subirá; se desleirán las montañas con su sangre. 4 Y se consumirá todo el ejército del cielo; y los cielos se arrollarán como un libro; y toda su hueste caerá como la hoja marchita de la vid, o como la fruta ajada de la higuera. 5 Porque mi espada, dice Jehová, está ebria en el cielo; sobre Edom descenderá, y sobre el pueblo de mi anatema, para juicio. 6 La espada de Jehová está llena de sangre, está untada de sebo; de la sangre de corderos y machos de cabrío; del sebo de riñones de carneros: porque Jehová tiene un sacrificio en Bozra, y grande matanza en la tierra de Edom. 7 Y caerán con ellos los uros, becerros juntamente con toros; la tierra estará empapada de sangre, y su polvo será fertilizado con sebo. 8 Porque es el día de venganzas para Jehová, el año de recompensas en el pleito de Sión. 9 Y serán convertidos los ríos de Idumea en pez, y su polvo en azufre, y su tierra vendrá a ser como pez ardiente. 10 No se apagará de noche ni de día; para siempre subirá su humo; de siglo en siglo será un yermo; no habrá quien pase por ella para siempre jamás; 11 sino que la poseerán el pelícano y el erizo; y el buho y el cuervo morarán allí; pues que Dios extenderá sobre ella el cordel de confusión y la plomada de vacuidad. 12 De sus nobles no habrá allí ninguno a quien se pueda llamar al reino, y todos sus príncipes serán una nada. 13 Y en sus palacios crecerán espinos, ortigas y cardos en sus fortalezas; y vendrá a ser habitación de chacales, y morada de avestruces. 14 Y allí las fieras del desierto se encontrarán con las bestias aulladoras, y la cabra salvaje llamará a su compañero: también la zumacaya reposará allí, y hallará para sí descansadero. 15 Allí la culebra arrojadora tendrá su nido, y pondrá sus huevos, y sacará su cría; y la abrigará bajo su sombra: también allí se congregarán los milanos, cada uno con su compañera.
16 Inquirid en el Libro de Jehová, y leed: ninguno de éstos ha faltado, ninguna echa menos a su compañero; porque mía es la boca que lo ha mandado, y el Espíritu de Jehová es el que los ha congregado. 17 Pues Él les ha echado su suerte en Idumea, y su mano se la ha repartido con cordel; para siempre la poseerán, de siglo en siglo habitarán en ella.
1 EMPERO se alegrarán el desierto y el sequedal, y el yermo se regocijará y florecerá como la rosa. 2 Florecerá abundantemente y se regocijará hasta con alborozo y con canciones. La gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón: los hombres verán la gloria de Jehová, y la hermosura de nuestro Dios. 3 ¡Fortaleced pues las manos que están débiles, y corroborad las rodillas que titubean! 4 decid a los que son de corazón tímido: ¡Sed fuertes! ¡no temáis! ¡he aquí a vuestro Dios! ¡La venganza viene, la retribución de Dios! ¡él mismo viene, y os salvará! 5 Entonces serán abiertos los ojos de los ciegos, y los oídos de los sordos serán destapados; 6 entonces el cojo saltará como ciervo, y cantará la lengua del mudo: porque revientan aguas en el desierto, y arroyos en el yermo. 7 Y el espejismo se convertirá en laguna verdadera, y la tierra sedienta en manaderos de aguas; en la habitación de chacales, donde éstos se duermen, habrá criadero de cañas y de juncos. 8 Y habrá allí una calzada y camino, que será llamado camino de Santidad: no lo transitará el inmundo; sino que Él mismo estará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará. 9 Ningún león estará allí, ni bestia feroz subirá por él, ni será allí hallada; mas los redimidos andarán allí. 10 Y los rescatados de Jehová volverán, y vendrán a Sión con canciones; y regocijo eterno estará sobre sus cabezas; ¡alegría y regocijo recibirán, y huirán el dolor y el gemido!
1 Y ACONTECIÓ que en el año catorce del rey Ezequías, subió Senaquerib rey de Asiria contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y apoderóse de ellas. 2 Entonces el rey de Asiria envió a Rabsaces desde Laquís a Jerusalem, al rey Ezequías, con ejército grande; e hizo alto Rabsaces junto al acueducto del estanque superior, junto a la calzada del campo del Batanero. 3 Entonces salió a tratar con él Eliaquim hijo de Helcías, mayordomo de palacio, con Sebna secretario, y Joah hijo de Asaf, cronista. 4 Y les dijo Rabsaces: Ruégoos digáis a Ezequías: Así dice el gran rey, el rey de Asiria: ¿Qué confianza es ésta en que te apoyas? 5 Yo digo que el consejo y poderío para la guerra de que tú hablas no son más que palabras vacías. Ahora pues, ¿en quién confías para que te rebeles contra mí? 6 He aquí que confías en el báculo de esa caña cascada, es decir, Egipto, en quien si alguno se apoyare, le entrará en la mano, y se la traspasará. Tal es Faraón rey de Egipto para con todos los que confían en él. 7 Y aun cuando me digas: En Jehová, el Dios nuestro, confiamos, ¿no es acaso el mismo cuyos altos y cuyos altares ha quitado Ezequías, diciendo a Judá y a Jerusalem: Delante de este altar habéis de adorar? 8 Ahora bien, ruégote canjees garantías con mi señor, el rey de Asiria, ¡y yo te daré dos mil caballos, si de tu parte puedes poner jinetes en ellos! 9 ¿cómo pues podrás hacer volver el rostro de un solo prefecto de los menores de los siervos de mi señor, poniendo tu confianza en Egipto para proveerte de carros y caballería? 10 ¿Y acaso he subido yo ahora sin Jehová, contra esta tierra para destruirla? Jehová mismo me ha dicho: ¡Sube contra esta tierra y destrúyela!
11 Dijo entonces Eliaquim con Sebna y Joah a Rabsaces: Ruégote hables con tus siervos en siriaco, que nosotros lo entendemos, y no nos hables en judaico, a comprensión de la gente que está sobre el muro. 12 Mas respondió Rabsaces: ¿Por ventura me ha enviado mi señor a tu señor y a ti para decir estas palabras? ¿no me ha enviado más bien a los hombres que están sentados sobre el muro, expuestos como están a comerse su mismo estiércol y a beberse sus orines con vosotros? 13 Entonces Rabsaces se puso en pie y clamó con gran voz en lengua judaica, diciendo: ¡Oíd las palabras del gran rey, el rey de Asiria! 14 Así dice el rey: No os engañe Ezequías; porque no podrá él libraros. 15 Ni tampoco os haga confiar Ezequías en Jehová, diciendo: ¡De seguro que Jehová nos librará! ¡no será entregada esta ciudad en mano del rey de Asiria! 16 No escuchéis a Ezequías; porque así dice el rey de Asiria: Haced paz conmigo, y salid a mí; y comed cada uno de su vid, y cada uno de su higuera, y bebed cada uno de las aguas de su cisterna; 17 hasta que yo venga y os lleve a otra tierra parecida a la vuestra, tierra de trigo y d. vino, tierra de pan llevar y de viñas. 18 No os alucine Ezequías, diciendo: ¡Jehová nos librará! ¿Acaso los dioses de las naciones han librado cada cual su tierra de mano del rey de Asiria? 19 ¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arpad? ¿Dónde los dioses de Sefarvaim? Y ¿cuándo a Samaria libraron de mi mano los dioses suyos? 20 ¿Quiénes de entre todos los dioses de las tierras son los que han librado su tierra de mi mano, para que pueda Jehová librar de mi mano a Jerusalem? 21 Pero ellos quedaron callados, y no le respondieron palabra; porque ello era mandamiento del rey, que dijo: No le respondáis.
22 Entonces Eliaquim hijo de Helcías, mayordomo de palacio, y Sebna secretario, y Joah hijo de Asaf, cronista, volvieron a Ezequías, rasgados los vestidos, y le refirieron las palabras de Rabsaces.
1 Y ACONTECIÓ que como lo oyese el rey Ezequías, rasgó sus vestidos, y cubriéndose de saco, entró en la Casa de Jehová. 2 Y envió a Eliaquim, mayordomo de palacio, y a Sebna secretario, y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de saco, a Isaías profeta, hijo de Amoz. 3 Y ellos le dijeron: Así dice Ezequías: Día de angustia y de reconvención y de ultraje es este día; porque los hijos han llegado al punto de nacer, mas la que pare no tiene fuerzas. 4 Quizá oirá Jehová tu Dios las palabras de Rabsaces, a quien su amo, el rey de Asiria, ha enviado para vituperar al Dios vivo, y reprenderá las palabras que ha oído Jehová tu Dios; eleva pues la oración a favor del resto que aun nos queda. 5 Fueron pues los siervos del rey Ezequías a Isaías; 6 e Isaías les respondió: Así diréis a vuestro señor: Así dice Jehová: No temas a causa de las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria. 7 He aquí que yo pondré otro espíritu en él; y oirá un rumor, y se volverá a su tierra; y le haré caer a espada en su misma tierra.
8 Volvió pues Rabsaces, y halló al rey de Asiria peleando contra Libna: porque supo que k se había retirado de Laquís. 9 Mas Senaquerib oyó decir de Tirhaca rey de Etiopía: Ha salido para hacer guerra contra ti; y al oír esto, envió mensajeros a Ezequías, diciendo: 10 Así hablaréis a Ezequías rey de Judá, diciendo: No te engañe tu Dios, en quien confías, diciendo: Jerusalem no será entregada en mano del rey de Asiria. 11 He aquí que tú has oído lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, destruyéndolas completamente; ¿y acaso tú serás librado? 12 ¿Por ventura los dioses de las naciones a quienes destruyeron mis padres las libraron a ellas, como Gozán y Carán y Rezef y los hijos de Edén, que habitaban en Telasar? 13 ¿Dónde están el rey de Hamat, y el rey da Arpad, y el rey de la ciudad de Sefarvaim, Hena e Iva?
14 Y tomó Ezequías la carta de mano de los mensajeros, y la leyó; luego subió a la Casa de Jehová, y la extendió Ezequías delante de Jehová. 15 Y oró Ezequías a Jehová, y dijo: 16 ¡Oh Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel, que habitas entre los querubines! tú solo eres el Dios de todos los reinos de la tierra: tú hiciste los cielos y la tierra. 17 ¡Inclina, oh Jehová, tu oído y oye; abre, oh Jehová, tus ojos y ve; y atiende a todas las palabras de Senaquerib, el cual ha enviado a vituperar al Dios vivo! 18 Verdaderamente, oh Jehová, los reyes de Asiria han asolado todas las naciones y sus tierras; 19 y han echado sus dioses en el fuego; porque no eran dioses, sino obra de manos de hombres, palo y piedra; y por eso los pudieron destruir. 20 ¡Ahora pues, oh Jehová, Dios nuestro, sálvanos de su mano; y conozcan todos los reinos de la tierra que tú eres Jehová, y tú solo!
21 Entonces Isaías hijo de Amoz, envió a Ezequías, diciendo: Así dice Jehová, el Dios de Israel: En cuanto a lo que me pediste en oración acerca de Senaquerib rey de Asiria, 22 éste es el oráculo que ha pronunciado Jehová acerca de él: ¡La virgen, hija de Sión, te desprecia, te escarnece! ¡tras de ti menea su cabeza la hija de Jerusalem! 23 ¿A quién has vituperado y blasfemado? ¿y contra quién has alzado la voz y levantado en alto tus ojos? ¡contra el Santo de Israel! 24 Por mano de tus siervos has vituperado al Señor, y has dicho: ¡Con la multitud de mis carros he subido a las alturas de las montañas, a lo más inaccesibles del Líbano: cortaré pues sus altos cedros, y los más escogidos de sus abetos; alojaréme en sus más elevadas cumbres, el bosque de sus feraces campos! 25 ¡Yo he cavado y he bebido aguas; y secaré con las plantas de mis pies todos los ríos de Egipto! 26 ¿Acaso tú, orgulloso rey, nunca has oído que de luengos tiempos lo hice yo? ¿que de los días de la antigüedad lo tengo yo ideado? ahora empero lo he hecho suceder; y tú serás para hacer desolaciones, tornando ciudades fortificadas en montones de escombros. 27 Por tanto sus habitantes se hallaban de corto poder; fueron acobardados y confundidos; vinieron a ser como hierba del campo y como hortaliza verde, como hierba de los terrados, y como trigo marchito antes de su madurez. 28 Empero yo he conocido tu sentarte, y tu salida, y tu entrada, y tu rabia contra mí. 29 A causa de tu rabia contra mí, y por cuanto tu soberbia ha subido y entrado en mis oídos, yo pondré mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste. 30 Y esto, oh Ezequías, te servirá de señal: Comed en este año lo sembrado de suyo, y en el año segundo lo que de ello naciere; mas en el año tercero, sembrad y segad, plantad viñas también y comed su fruto. 31 Y volverá lo que ha escapado de la casa de Judá, un resto pequeño, a echar raíces hacia abajo, y llevará fruto hacia arriba. 32 Porque de Jerusalem saldrá un resto, y del monte de Sión algunos que se salven. El celo de Jehová de los Ejércitos hará esto. 33 Por tanto, así dice Jehová respecto del rey de Asiria: No vendrá a esta ciudad, ni disparará aquí flecha, ni presentará delante de ella escudo, ni levantará terraplén contra ella. 34 Por el camino que vino, por el mismo se volverá, y a esta ciudad nunca llegará, dice Jehová. 35 Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla, por mi propia causa, y por amor de David mi siervo. 36 En efecto, salió el ángel de Jehová, e hirió en el campamento de los Asirios ciento ochenta y cinco mil hombres; y cuando se levantaron por la mañana los que sobrevivieron, he aquí que todos ellos eran cuerpos muertos.
37 Entonces Senaquerib rey de Asiria levantó el campamento, y se fué y volvió a su tierra, y habitó en Nínive. 38 Y aconteció que estando él adorando en la casa de Nisroc, dios suyo, Adramelec y Sarezer, sus mismos hijos, le hirieron a espada; y escaparon al país de Armenia: y reinó Esar-hadón, hijo suyo, en su lugar.
1 EN aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y vino a verle el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Así dice Jehová: Dispón tu casa, porque morirás, y no vivirás. 2 Entonces volvió Ezequías su cara hacia la pared, y oró a Jehová; 3 y dijo: ¡Oh Jehová! ¡acuérdate, te suplico, de cómo he andado delante de tu rostro fielmente y con corazón sincero, y he hecho lo que es bueno ante tu vista! Y lloró Ezequías con llanto grande.
4 Entonces Isaías tuvo revelación de Jehová, diciendo: 5 Anda, y di a Ezequías: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: He oído tu oración, he visto tus lágrimas; he aquí que añadiré a tus días quince años; 6 y de mano del rey de Asiria te libraré a ti y a esta ciudad; pues yo ampararé a esta ciudad. 7 Y ésta te será la señal de parte de Jehová de que él hará esto que ha dicho: 8 He aquí que vuelvo a traer la sombra hacia atrás diez grados, de los grados que ha bajado con el sol en el reloj de Acaz. En efecto, volvió el sol diez grados, por los grados que había bajado.
9 Salmo que escribió Ezequías rey de Judá, cuando hubo enfermado, y se hubo repuesto de su enfermedad: 10 Yo dije: ¡En lo más floreciente de mis días entraré por las puertas del sepulcro! ¡he sido privado del resto de mis años! 11 Dije: No veré a Jehová, es decir, a Jehová en la tierra de los vivientes: ni miraré más al hombre, entre los moradores del silencio. 12 Mi morada ha sido arrancada, y me es quitada, como tienda de pastor; cual tejedor, he arrollado mi vida; del telar él me cortará; ¡del día a la noche tú acabarás conmigo! 13 Te tuve puesto delante de mí hasta la mañana, cual león, diciendo: ¡Así me romperá todos los huesos! ¡del día a la noche tú acabarás conmigo! 14 Como golondrina, o grulla, así chirriaba yo; gemía como paloma; debilitáronse mis ojos de mirar hacia arriba. ¡Oh Jehová, oprimido estoy! ¡sé tú mi fiador! 15 ¿Qué diré ahora? ¡Él me lo prometió, y también él mismo lo ha cumplido! Andaré humildemente todos mis años, a causa de aquella amargura de mi alma. 16 ¡Oh Señor, por estas disposiciones tuyas viven los hombres, y enteramente de ellas pende la vida de mi espíritu! ¡por tanto, vuélveme en salud, y hazme vivir! 17 ¡He aquí que se ha cambiado en paz mi amarga aflicción! y tú en amor hacia mi alma la libraste del hoyo de destrucción; porque has echado todos mis pecados tras de tus espaldas. 18 Porque no te ha de alabar el sepulcro; la muerte no te celebrará; ni esperarán en tu verdad los que bajan al hoyo. 19 El viviente, el viviente sí, él te alabará, como yo, el día de hoy; el padre a los hijos dará a conocer tu verdad. 20 ¡Jehová dióse prisa a salvarme! ¡Por tanto cantaremos mis canciones sobre instrumentos de cuerdas, todos los días de nuestra vida, en la Casa de Jehová!
21 Pues había dicho Isaías: Tomen una masa de higos, y aplíquenla triturada sobre la úlcera; y él vivirá. 22 Ezequías también había dicho: ¿Cuál es la señal de que he de subir a la Casa de Jehová?
1 EN aquel tiempo envió Merodac-baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, cartas y un presente a Ezequías; porque supo que Ezequías había estado enfermo, y que había sanado. 2 Y alegróse Ezequías de su venida, y mostróles la casa de sus cosas preciosas, plata, y oro, y especias, y aceite oloroso, y toda la casa de sus armas; en fin, todo lo que se hallaba entre sus tesoros: no hubo nada en su casa y en todo su dominio que no se lo mostrase Ezequías. 3 Entonces vino el profeta Isaías al rey Ezequías, y le preguntó: ¿Qué te han dicho esos hombres? ¿y de dónde han venido a ti? Y respondió Ezequías: De una tierra lejana han venido a mí; de Babilonia. 4 Le preguntó entonces: ¿Qué han visto en tu casa? A lo que dijo Ezequías: Todo cuanto hay en mi casa lo han visto; no hay cosa entre mis tesoros que no les haya mostrado. 5 Entonces dijo Isaías a Ezequías: Oye el oráculo de Jehová de los Ejércitos: 6 He aquí que los días van llegando en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa, y lo que han atesorado tus padres hasta este día, sin que quede nada, dice Jehová. 7 Y de entre tus hijos, que procederán de ti, a quienes tú engendrares, llevarán algunos que serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia. 8 Y dijo Ezequías a Isaías: ¡Buena es la palabra de Jehová que tú has hablado! Dijo también: Al menos habrá paz y seguridad en mis días.
1 ¡CONSOLAD, consolad a mi pueblo! dice vuestro Dios. 2 ¡Hablad al corazón de Jerusalem, y decidle a voces que se ha cumplido su milicia, que ha sido perdonada su iniquidad! porque ha recibido de la mano de Jehová el doble por todos sus pecados. 3 ¡Voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino de Jehová, enderezad en el yermo calzada para nuestro Dios! 4 ¡Todo valle será elevado, y todo monte y cerro, abatido, y lo torcido será enderezado, y lo áspero, allanado; 5 y será manifestada la gloria de Jehová, y la verá toda carne juntamente! por que la boca de Jehová lo ha dicho. 6 Una voz dice: ¡Clama! y otra le contesta: ¿Qué he de clamar? Que toda carne es hierba, y toda su hermosura como la flor del campo: 7 sécase la hierba, se marchita la flor; porque el resuello de Jehová sopla sobre ella; verdaderamente el pueblo es hierba: 8 ¡sécase la hierba, se marchita la flor, mas la palabra de nuestro Dios permanece para siempre! 9 ¡Súbete sobre un monte alto, oh Sión, anunciadora de buenas nuevas! ¡levanta con fuerza tu voz, oh Jerusalem, anunciadora de buenas nuevas! ¡levántala, no temas! ¡di a las ciudades de Judá: He ahí a vuestro Dios! 10 ¡He aquí que Jehová, el Señor, viene con poder, y su mismo brazo enseñoreará para él; he aquí, su premio está con él, y su recompensa delante de él! 11 Como pastor, apacentará su grey; en su brazo recogerá los corderitos, y los llevará en su seno, y conducirá suavemente a las recién paridas. 12 ¿Quién midió las aguas en el hueco de su mano, y tomó las dimensiones de los cielos con un palmo, y comprendió en una medida el polvo de la tierra, y pesó en romana las montañas, y los collados en balanzas? 13 ¿Quién ha enseñado al Espíritu de Jehová, y, siendo su consejero, le ha hecho saber? 14 ¿Con quién tomó él consejo, y quién le hizo entender, y le instituyó en la senda de justicia, y le enseñó la ciencia, y le hizo conocer el camino de la inteligencia? 15 He aquí que las naciones le son como una gota de agua, que cae del cubo; y como el menudo polvo las balanzas le son estimadas; he aquí, él alza las islas como cosa menudísima. 16 Y no bastan los bosques del Líbano para el fuego, ni sus bestias son suficientes para holocausto. 17 Todas las naciones son una nada delante de él; menos que la nonada y la vacuidad misma le son reputadas. 18 ¿A quién pues semejaréis a Dios, o qué comparación instituiréis para con él? 19 En cuanto a la imagen esculpida, el artífice la funde, y el platero la cubre con láminas de oro, y funde para ella cadenillas de plata. 20 Aquel que es demasiado pobre para tal ofrenda, escoge un árbol que no se apolille; busca para sí un artífice que le prepare una escultura que no se mueva. 21 ¿No querréis saber? ¿no querréis escuchar? ¿nunca se os ha anunciado desde el principio? ¿nunca lo habéis entendido desde que fueron echados los cimientos de la tierra? 22 Dios es aquel que se está sentado sobre el círculo de la tierra, y los habitantes de ella le son como langostas; el que extiende, como cendal, los cielos, y los despliega como pabellón que se tiende para habitación: 23 el que reduce los príncipes a la nada; a los jueces de la tierra los ha hecho como la vacuidad misma. 24 ¡No bien fueron plantados, no bien fueron sembrados, no bien habíase arraigado su tronco en la tierra, cando apenas sopla él sobre ellos, y se secan, y el torbellino se los lleva como hojarasca! 25 ¿A quién pues me compararéis, para que yo sea como él? dice el Santo. 26 ¡Levantad hacia arriba vuestros ojos, y ved! ¿Quién creó aquellos cuerpos celestes? ¿quién saca por cuenta su hueste? A todos ellos los llama por sus nombres; a causa de la grandeza de sus fuerzas y la pujanza de su poder, no deja de presentarse ni uno de ellos. 27 ¿Por qué dices pues, oh Jacob, y hablas, oh Israel, diciendo: Escondido está mi camino a Jehová, y mi causa va pasando desapercibida de mi Dios? 28 ¿Acaso tú no sabes? ¿acaso nunca lo has oído decir? ¡El Dios eterno, Jehová, el Creador de los fines de la tierra, no desfallece, ni aun se cansa: no hay quien escudriñe su entendimiento! 29 Él da, al desfallecido, esfuerzo, y a los que carecen de fuerzas les aumenta el poder. 30 Aun los mancebos desfallecerán y se cansarán, y los guerreros escogidos caerán por completo. 31 Pero los que esperan a Jehová adquirirán nuevas fuerzas; se remontarán con alas, como águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no desfallecerán.
1 ¡GUARDAD silencio delante de mí, oh tierras lejanas, y los pueblos tomen nuevas fuerzas! ¡Acérquense; entonces hablen! ¡lleguémonos juntos al tribunal! 2 ¿Quién ha levantado desde Oriente un guerrero, a quién llamó en justicia a sus pies? Entregó delante de él naciones, y le hizo enseñorearse de reyes; los dió como polvo a su espada, y como hojarasca arrebatada a su arco. 3 ¡Los perseguirá; pasará adelante con seguridad, por senda en que sus pies no solían andar! 4 ¿Quién lo ha obrado y lo ha hecho? Yo que llamo las generaciones desde el principio: yo Jehová, el primero de todos; y junto con los últimos, el mismo soy yo. 5 Tierras lejanas vieron esto, y tuvieron temor; los fines de la tierra temblaron; se acercaron y vinieron. 6 Se ayudaron unos a otros; cada cual a su compañero decía: ¡Esfuérzate! 7 Por tanto el artífice ayudó al platero, y el que alisaba con el martillo al que batía en el yunque, diciendo de la soldadura: ¡Buena está! luego se aseguró el ídolo con clavos, para que no se moviese. 8 Mas tú, oh Israel, siervo mío, y Jacob, a quien he escogido, simiente de mi amigo Abraham; 9 tú de quien he echado mano desde los extremos de la tierra, y desde los cabos de ella te he llamado, y te he dicho: Tú eres mi siervo; te he escogido, y no te he desechado: 10 ¡no temas, porque contigo estoy yo! ¡no desmayes, porque yo soy tu Dios! ¡te fortaleceré, sí, te ayudaré, sí, te sustentaré con la diestra de mi justicia! 11 He aquí que serán avergonzados y confundidos todos los que están airados contigo; serán como una nada, y perecerán los hombres que contienden contigo. 12 Los buscarás, mas no podrás hallarlos, es decir, a los que contienden contigo; serán como una nada y como una nonada los que guerrean contra ti. 13 Parque yo, Jehová tu Dios, soy quien tiene asida tu mano diestra, y quien te dice: ¡No temas, yo soy tu ayudador! 14 No temas, oh gusanillo Jacob, y vosotros, los hombres de Israel; yo soy tu ayudador, dice Jehová; y tu Redentor es el Santo de Israel. 15 He aquí, yo haré que seas un trillo cortante nuevo, armado de dientes. Trillarás las montañas y las desmenuzarás, y reducirás, como a tamo, los collados. 16 Los aventarás, y el viento se los llevará, y el torbellino los esparcirá: pero tú te regocijarás en Jehová, te gloriarás en el Santo de Israel. 17 Cuando los pobres y los menesterosos buscan agua y no la hay, y la lengua se les seca de sed; yo, Jehová, les escucharé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré. 18 Abriré para ellos ríos en los cerros pelados, y fuentes en medio de los valles; convertiré el desierto en lagunas, y la tierra seca en manaderos de aguas. 19 Plantaré en el desierto cedros y acacias, el arrayán y el oleastro; pondré en el yermo abetos y encinas y cipreses juntamente: 20 a fin de que vean los hombres y sepan, y consideren y entiendan juntamente, que la mano de Jehová ha hecho esto, y que el Santo de Israel lo ha creado. 21 ¡Presentad vuestra causa! dice Jehová; ¡producid vuestros fuertes alegatos! dice el Rey de Jacob. 22 Saquen a luz y nos declaren lo que ha de suceder: declarad las predicciones anteriores, sean cuales fueren, para que las consideremos, y sepamos en qué pararon; o, que nos hagan oír las cosas por venir. 23 ¡Declarad las cosas que vendrán en lo sucesivo, para que sepamos que sois dioses: más aún, haced cualquiera cosa, buena o mala, para que quedemos asombrados y la veamos juntos! 24 ¡He aquí que sois menos que la nada, y vuestra obra menos que la nonada! ¡abominable es aquel que os escoge! 25 Yo he levantado a uno desde el norte, y ya viene, desde el nacimiento del sol invocará mi nombre; y vendrá sobre príncipes como sobre lodo, y de la manera que el alfarero pisa el barro. 26 ¿Quién ha declarado esto desde el principio, para que lo sepamos; desde lo antiguo, para que digamos: Es verdad? Al contrario, no hubo ni uno que declarase; no, no hubo quien predijese; no, no hubo quien oyese siquiera vuestros dichos. 27 Yo dije el primero a Sión: ¡He aquí mis profetas; he ahí están! y daré a Jerusalem anunciador de buenas nuevas. 28 Otra vez miraré; mas no hay ninguno: sí, entre todos estos dioses consultaré; mas no hay quien aconseje; les sigo preguntando, mas no responden palabra. 29 ¡He aquí, todos ellos son una nada; una nonada son todas sus obras; viento y vacuidad son sus imágenes fundidas!
1 ¡HE aquí a mi Siervo, a quien yo sustento, mi Escogido, en quien se complace mi alma; he puesto mi Espíritu sobre él, y traerá justicia a las naciones! 2 No voceará, ni alzará su voz, ni la hará oír por las calles: 3 no quebrará la caña cascada, ni apagará él pabilo que aún humea: por medio de la verdad sacará la justicia. 4 No desfallecerá, ni se desalentará, hasta que establezca justicia en la tierra; y las islas esperarán su ley. 5 Así dice el Dios Jehová, el que crea los cielos y les da su expansión, el que extiende la tierra y sus productos, el que da aliento a la gente que sobre ella vive, y espíritu a los que caminan por ella: 6 Yo, Jehová, te he llamado en justicia, y tendré firmemente asida tu mano, y te guardaré; y te pondré por pacto del pueblo, y por luz de las naciones; 7 para que abras los ojos de los ciegos, y saques del calabozo a los presos, y de la cárcel a los sentados en tinieblas. 8 Yo soy Jehová; éste es mi nombre, mi gloria no la daré a otro, ni mi alabanza a las esculturas. 9 He aquí, las predicciones anteriores suceden ya, y cosas nuevas anuncio yo: antes que salgan a luz, os las hago saber. 10 ¡Cantad a Jehová un cántico nuevo, alabanza suya desde los fines de la tierra, las que bajáis a la mar, y cuanto hay en ella, las costas marítimas y los habitantes de ellas! 11 ¡Alcen la voz el desierto y sus poblaciones, los aduares donde Cedar habita! ¡canten los habitantes de Petra; desde las cumbres de las montañas, alcen el grito! 12 Tributen ellos gloria a Jehová, y anuncien sus alabanzas entre las tierras lejanas. 13 Jehová, cual hombre esforzado, saldrá, como varón de guerra, excitará sus celos; dará voces y alzará el grito; mostrará su poder contra sus enemigos. 14 Ya ha mucho que he estado quieto, diciendo: ¡Guardaré silencio, me refrenaré! mas ahora, clamaré como mujer que da a luz; destruiré y devoraré de una vez. 15 Tornaré en soledad montañas y collados, y agostaré todas sus plantas, y tornaré los ríos en tierra firme, y secaré las lagunas. 16 Y conduciré a los ciegos por un camino que no conocen; por senderos que no han conocido los guiaré; tornaré tinieblas en luz delante de ellos, y los caminos torcidos en vías rectas. Estas son mis promesas; las he cumplido, y no las he dejado sin efecto. 17 ¡Serán vueltos atrás, serán abochornados los que confían en las esculturas! los que dicen a las imágenes fundidas: ¡Vosotras sois nuestros dioses! 18 ¡Oíd, oh sordos, y mirad, vosotros ciegos, para que veáis! 19 Mas, ¿quién es el ciego sino mi siervo? ¿ni quién es tan sordo como el mensajero que yo envío? ¿quién es tan ciego como el amigo de Dios, y ciego como el siervo de Jehová; 20 tú, que ves muchas cosas, mas no observas; que abres los oídos, mas no oyes? 21 Jehová se complace con él a causa de su propia justicia; engrandece la ley, y la hace honorable. 22 Mas éste es un pueblo robado y saqueado; todos ellos están entrampados en hoyos, y en cárceles están escondidos: han venido a ser una presa, y no hay quien libre; un botín, y no hay quien diga: ¡Restituye! 23 ¿Quién de entre vosotros prestará oídos a esto, y escuchará, y oirá para lo venidero? 24 ¿Quién entregó Jacob para ser saqueado, y a Israel a los robadores? ¿No fué Jehová, contra quien hemos pecado? porque los suyos no quisieron andar en sus caminos, ni fueron obedientes a su ley. 25 Por tanto derramó sobre ellos el ardor de su ira, y la violencia de guerra; lo cual le ha incendiado todo en derredor, pero él no hace caso; y le consume, mas él no pone en ello su corazón.
1 MAS ahora, dice Jehová que te creó, oh Jacob, y el que te formó, oh Israel: No temas; porque yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. 2 Cuando pasares por las aguas, estaré yo contigo, y si por los ríos, no te anegarán; cuando anduvieres por en medio del fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti: 3 porque yo soy Jehová tu Dios, el Santo de Israel, Salvador tuyo: yo dí a Egipto por tu rescate, y a Etiopía y a Sabá en lugar de ti. 4 Desde que fuiste precioso en mi vista, has sido honorable, y yo te he amado; por tanto daré hombres en lugar de ti, y pueblos por tu vida. 5 ¡No temas; porque contigo estoy yo! traeré tus hijos desde el Oriente, y del Occidente te recogeré; 6 diré al Norte: ¡Da acá! y al Sur: ¡No detengas! ¡Traed a mis hijos de lejos, y a mis hijas desde los fines de la tierra! 7 a cada uno que es llamado de mi nombre, y a quien yo he creado para mi gloria: yo le he formado, sí, yo le he hecho. 8 ¡Saca al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos, que tienen oídos! 9 ¡Todas las naciones júntense a una, y congréguense los pueblos! ¿quién entre ellos anunciará esto, y nos hará oír las cosas anteriores? produzcan sus testigos para que sean justificados; o escuchen a mis testigos, y digan: Es verdad. 10 Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi Siervo, a quien he escogido; para que sepáis, y me creáis, y entendáis que yo soy. Antes de mí no fué formado dios alguno, ni después de mí habrá otro. 11 ¡Yo, yo soy Jehová, y fuera de mí no hay Salvador! 12 Yo lo he pronunciado, y yo he salvado; y yo os lo hice saber, y no había dios extraño entre vosotros: ¡vosotros pues sois mis testigos, dice Jehová, y yo soy Dios! 13 Y desde que el día existe, yo soy; y no hay quien libre de mi mano: yo haré, y ¿quién lo estorbará? 14 Así dice Jehová vuestro Redentor, el Santo de Israel: Por vuestra causa he enviado a Babilonia, y he hecho descender, como fugitivos, a todos ellos (es a saber, a los Caldeos) a las naves, que eran su regocijo. 15 ¡Yo, Jehová, soy vuestro Santo, el Creador de Israel, vuestro Rey! 16 Así dice Jehová, el que proveyó en el mar camino, y sendero en las poderosas aguas; 17 el que sacó el carro y el caballo, el ejército y la fuerza; ¡juntos se acuestan, no se levantarán! ¡extinguidos están; como el pabilo están apagados! 18 Mas no os acordéis de las cosas anteriores, ni consideréis las cosas antiguas; 19 pues he aquí que voy a hacer una cosa nueva, ahora saldrá a luz, ¿no lo habéis de conocer vosotros? Sí, voy a proveer en el desierto camino, y ríos en el yermo. 20 Las fieras del campo me honrarán, los chacales y las avestruces; por cuanto proveo aguas en el desierto y ríos en el yermo, para dar de beber a mi pueblo, mi pueblo escogido. 21 Este pueblo he formado para mí mismo, para que ellos cuenten mis alabanzas. 22 Pero a mí no me invocas, oh Jacob; porque te has cansado de mí, oh Israel. 23 No me has traído tus corderos para holocausto, y no me has honrado con tus sacrificios: yo no te he causado molestia con ofrendas vegetales, ni te he cansado con incienso. 24 No has comprado para mí caña aromática por dinero, y con el sebo de tus sacrificios no me has saciado; mas tú me has causado molestia con tus pecados y me has cansado con tus iniquidades. 25 Yo, yo soy aquel que borro tus transgresiones a causa de mí mismo, y no me acordaré más de tus pecados. 26 Si no, ¡hazme recordar! ¡entremos en juicio juntos! ¡alega lo que puedas, para justificarte! 27 Tu primer padre pecó, y tus intérpretes prevaricaron contra mí; 28 por tanto yo he profanado a los príncipes del Santuario, y he entregado a Jacob a la maldición, y a Israel al vituperio.
1 MAS ahora, escucha, oh Jacob, siervo mío, y tú, oh Israel, a quien he escogido: 2 Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el seno materno, el cual te ayudará: No temas, siervo mío, Jacob, y tú, Jesurún, a quien he escogido; 3 porque derramaré aguas sobre la tierra sedienta, y corrientes sobre el sequedal: derramaré mi Espíritu sobre tu linaje, y mi bendición sobre tu descendencia; 4 los cuales brotarán como matas en medio de la hierba, como los sauces junto a las corrientes de las aguas. 5 Este dirá: ¡De Jehová soy yo! y esotro se llamará del nombre de Jacob; y aquel escribirá con su mano: ¡De Jehová! y del nombre de Israel se apellidará. 6 Así dice Jehová, el rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los Ejércitos: Yo soy el Primero y yo el Último; y fuera de mí no hay Dios. 7 ¿Y quién proclamará lo venidero, y lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como yo lo he hecho desde que establecí el pueblo antiguo? Sí, las cosas venideras y las que han de suceder, declárenlas de parte suya. 8 ¡No os acobardéis, ni tengáis miedo! ¿acaso desde la antigüedad no te lo hice saber yo, y te lo declaré? Vosotros pues sois mis testigos: ¿habrá Dios fuera de mí? No, ni hay Roca alguna; yo no la conozco. 9 Los que dan forma a las esculturas, son todos ellos una vanidad, y sus obras preciadas no les aprovecharán; ellas mismas son testigos contra sí, (pues no ven, y nada entienden); para que ellos sean avergonzados. 10 ¿Quién es aquel que ha formado un dios, o fundido una escultura, que para nada sirve? 11 He aquí que todos sus adictos serán avergonzados; y artífices son de raza humana, ¡júntense todos, preséntense! ¡temblarán, serán avergonzados a una! 12 El artífice en hierro prepara la herramienta, y lo trabaja en las ascuas, y lo forma con martillos, y lo trabaja con su fuerte brazo; también tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y desfallece. 13 El artífice en madera extiende la regla; traza la imágen con almagre, le da forma con escoplo, y con el compás la traza, y la hace conforme a la figura de un hombre, según la hermosura de un ser humano, para que habite en un templo. 14 Corta para sí cedros; toma el ciprés y la encina, y escoge para sí entre los árboles del bosque; planta un haya y la lluvia la nutre. 15 Y así le sirve al hombre para arder; pues toma parte de ellos y se calienta; sí, la enciende y cuece pan; ¡sí, hace un dios y lo adora; hace una escultura y se postra ante ella! 16 Parte de él la quema en el fuego; con parte de él come carne; adereza asado, y se sacia; también, se calienta, y dice: ¡Ah, me he calentado, he visto la lumbre! 17 ¡Y de lo que sobra hace un dios! (escultura suya); se postra ante él, y lo adora, y le hace oración, y dice: ¡líbrame, porque tú eres mi dios! 18 ¡No saben, ni quieren entender! porque Él ha cerrado sus ojos, para que no vean, y su corazón, para que no entiendan. 19 Y nadie recapacita en su corazón, ni hay ciencia ni inteligencia para decir: Parte de él la quemé en el fuego, y también cocí pan sobre sus ascuas, asé carne, y me la he comido; ¿y de lo que sobra he de hacer una abominación? ¿delante del tronco de un árbol me he de postrar? 20 ¡Apaciéntase de ceniza, un corazón engañado le extravía, de modo que no pueda libertar a su alma, ni decir: ¿No hay acaso una mentira en mi mano derecha? 21 ¡Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel; porque tú eres mi siervo! te he formado, mi siervo eres tú; ¡oh Israel, tú no serás olvidado de mí! 22 He borrado, como nublado, tus transgresiones, y como una nube, tus pecados; ¡vuélvete a mí, porqué yo te he redimido! 23 ¡Cantad, oh cielos, porque Jehová ha hecho esto! ¡prorrumpid en aclamaciones, oh partes inferiores de la tierra! ¡romped en alabanzas, oh montañas, oh selva y todo árbol que hay en ella; porque Jehová ha redimido a Jacob, y se glorificará en Israel! 24 Así dice Jehová, tu Redentor, y el que te formó desde el seno materno: Yo soy Jehová; Creador de todas las cosas, el que da expansión a los cielos por sí solo, el que extiende la tierra, sin que haya nadie conmigo; 25 el que frustra las señales de los impostores, y enloquece a los adivinos; el que torna atrás a los sabios, y entontece su ciencia; 26 el que confirma la palabra de su siervo, y cumple el consejo de sus mensajeros; el que dice de Jerusalem: ¡Ella será habitada! y de las ciudades de Judá: ¡Serán reedificadas, y yo volveré a levantar sus desolaciones! 27 el que dice al profundo mar: ¡Sécate! ¡y yo secaré tus ríos! 28 el que dice de Ciro: ¡Pastor mío es, que cumplirá toda mi voluntad! y diciendo a Jerusalem: ¡Serás reedificada! y al Templo: ¡Serán echados tus cimientos!
1 ASÍ dice Jehová a su ungido, a Ciro, a quien tengo asido de su mano derecha, para sujetar delante de él naciones, y yo desataré los lomos de reyes; para abrir delante de él las puertas de dos hojas; y las puertas no estarán cerradas: 2 Yo iré delante de ti, y allanaré los lugares escabrosos, y haré pedazos las puertas de bronce, y cortaré en dos las barras de hierro; 3 y te entregaré los tesoros de las tinieblas, y las escondidas riquezas de lugares secretos; para que sepas que yo, Jehová, el que te llama por tu nombre, soy el Dios de Israel. 4 A causa de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, yo te llamo por tu nombre; te apellido, aunque no me has conocido. 5 Yo soy Jehová, y no hay otro; fuera de mí no hay Dios: yo te ciño, aunque no me has conocido; 6 a fin de que sepan los hombres, desde el nacimiento del sol, y desde el occidente, que no hay otro sino yo: ¡yo soy Jehová, y no hay otro! 7 Yo formo la luz, y creo las tinieblas; yo hago la paz, y creo la calamidad; yo, Jehová, hago todas estas cosas. 8 ¡Lloved, oh cielos, desde arriba, y derramen las nubes justicia! ¡ábrase la tierra; y produzcan ambas a dos salvación; y salga a luz la justicia juntamente con ella! Yo, Jehová, lo he creado. 9 ¡Ay de aquel que contiende con su Hacedor! (¡un tiesto de entre los tiestos de barro!) ¿Dirá acaso el barro al alfarero: qué haces? ¿o tu obra dirá de ti: no tiene manos? 10 ¡Ay de aquel que dice a su padre: ¿por qué engendras? o a la mujer: ¿por qué das a luz? 11 Así dice Jehová, el Santo de Israel y su Hacedor: ¡Preguntadme acerca de las cosas venideras! en cuanto a mis hijos y la obra de mis manos, ¡encomendadlos a mí! 12 Yo hice la tierra, y creé al hombre sobre ella; yo, sí, mis mismas manos extendieron los cielos; y doy mis órdenes a toda la hueste de ellos, 13 Yo levanto en justicia al ungido mío, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad y soltará mis cautivos, no por precio, ni por dádivas; dice Jehová de los Ejércitos. 14 Así dice Jehová: El fruto de las labores de Egipto y el tráfico de Etiopía, y los Sabeos, hombres de tamaño colosal, pasarán a ti, y tuyos serán; ellos mismos caminarán en pos de ti; en cadenas pasarán; delante de ti se postrarán, y a ti suplicarán, diciendo: ¡Cierto que Dios está en medio de ti; y no hay otro, no hay más Dios que él! 15 ¡Verdaderamente tú eres un Dios que te encubres, oh Dios de Israel, el Salvador! 16 ¡Avergonzados y hasta confundidos, serán todos aquellos; a una se irán en confusión los hacedores de ídolos! 17 ¡Israel empero será salvado en Jehová con salvación eterna: no serás avergonzado ni confundido por los siglos de la eternidad! 18 Porque así dice Jehová, Creador de los cielos (él solo es Dios), el que formó la tierra y la hizo, el cual la estableció;(no en vano la creó, sino que para ser habitada la formó): ¡Yo soy Jehová, y no hay otro Dios! 19 No he hablado en secreto, en algún sitio obscuro de la tierra; nunca he dicho a la simiente de Jacob: ¡Buscadme en vano! Yo, Jehová, hablo justicia, declaro cosas rectas. 20 ¡Congregaos, y venid; acercaos a una, los que habéis escapado de las naciones! ¡Nada saben los que cargan con un leño, escultura suya, y oran a un dios que no puede salvar! 21 ¡Pregonad, y hacedlos acercarse! sí, consulten ellos juntos. ¿Quién ha hecho saber esto desde la antigüedad? ¿quién desde remotos tiempos lo ha declarado? ¿Acaso no fuí yo, Jehová? y fuera de mí no hay Dios alguno. Dios justo y Salvador, no hay ninguno sino yo solo. 22 ¡Mirad hacia mí y sed salvos, todos los términos de la tierra; porque yo soy Dios, y no hay otro alguno! 23 Jurado he por mí mismo, la palabra ha salido de mi boca en justicia, y no será revocada, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua jurará lealtad. 24 Dice uno: ¡Solamente en Jehová tengo justicia y fuerza! a él vendrán los hombres, y serán avergonzados todos los que se enojan contra él. 25 ¡En Jehová serán justificados y se gloriarán todos los que son de la simiente de Israel!
1 ¡PÓSTRASE Bel, Nebo se abate! sus imágenes están puestas sobre bestias de carga, y sobre el ganado; esas cosas que vosotros solíais llevar, son alzadas, cual carga, sobre las bestias cansadas. 2 ¡Se abaten y se postran a una esos dioses; no pudieron librar a su pueblo de la carga profética, sino que ellos mismos van en cautiverio! 3 ¡Escuchadme a mí, oh casa de Jacob, y todo lo que queda de la casa de Israel; los por mí alzados en brazos desde el nacimiento, os llevados desde el seno maternal! 4 También hasta vuestra vejez soy yo el mismo, y hasta las canas yo cargaré con vosotros; yo lo he hecho así, y yo os seguiré llevando; sí, yo cargaré con vosotros, y yo os salvaré. 5 ¿A quién pues me semejaréis, y me igualaréis, y me compararéis, para que seamos semejantes? 6 Los que prodigan el oro de la talega, y pesan la plata en balanza, alquilan un platero; el cual hace de ello un dios; ¡y ellos se postran y le adoran! 7 Le alzan sobre el hombro, y cargan con él, y le colocan en su lugar, donde se quedará; de su sitio no se puede mover; además, se le invoca, mas él no responde; de su apretura no los puede librar. 8 ¡Acordaos de esto, y sed hombres! ¡recapacitadlo, apóstatas, en vuestro corazón! 9 ¡Acordaos de las cosas anteriores, desde los tiempos antiquísimos; porque yo soy Dios, y no hay otro alguno! Dios sí, y no hay ninguno como yo, 10 que declaro el fin desde el principio, y desde la antigüedad cosas aun no hechas, que digo: Mi consejo quedará firme, y haré todo mi placer; 11 que llamo desde el Oriente un ave de rapiña, y de una tierra lejana al hombre que ejecuta mi consejo. No sólo lo he dicho, sino que lo sacaré a luz; he trazado el plan, y lo voy a hacer. 12 ¡Escuchadme a mí, oh duros de corazón, los que estáis lejos de justicia! 13 Yo hago acercar mi justicia, no estaré lejos, y mi salvación no tardará; pondré la salud en Sión para Israel mi gloria.
1 ¡DESCIENDE, y siéntate en el polvo, oh virgen, hija de Babilonia! ¡siéntate en tierra, sin trono, oh hija de los Caldeos! porque no volverán más a llamarte tierna y delicada. 2 ¡Toma piedras de molino y muele harina! ¡quítate el velo, despójate del ropaje largo, desnuda la pierna, vadea los ríos! 3 ¡Descúbrase tu desnudez; sea vista también tu vergüenza! Yo me vengaré de ti; no habrá quien me pueda resistir. 4 En cuanto al Redentor nuestro, Jehová de los Ejércitos es su nombre, el Santo de Israel. 5 ¡Siéntate silenciosa, y entra en tinieblas, oh hija de los Caldeos! porque no volverán más a llamarte Señora de los reinos. 6 Yo me indigné contra mi pueblo, profané mi herencia, y la entregué en tu mano: tú no tuviste de ellos piedad alguna; hasta sobre los ancianos agravaste excesivamente tu yugo. 7 Y dijiste: Para siempre seré señora: por manera que no pusiste estas cosas en tu corazón; no te acordaste del paradero de ello. 8 Ahora pues, escucha esto, oh mujer voluptuosa. tú que habitas descuidada, tú que dices en tu corazón: ¡Yo soy, y fuera de mí no hay otra; nunca me sentaré como viuda, ni conoceré pérdida de hijos! 9 Mas estas dos cosas te sucederán de repente, en un mismo día: pérdida de hijos y viudez; en su medida cumplida ya vienen sobre ti, a pesar de la multitud de tus hechizos, y de tus más poderosos encantamientos. 10 Pues confiaste en tu maldad; dijiste: ¡Nadie me ve! Tu sabiduría y tu ciencia misma te han pervertido, de modo que dijiste en tu corazón: ¡Yo soy, y fuera de mi no hay otra! 11 Por tanto la calamidad vendrá sobre ti; tú no conocerás alba que le siga; y caerá sobre ti quebrantamiento que tú no podrás remediar; vendrá sobre ti ruina repentina, cuando menos lo esperas. 12 ¡Persevera, pues, en tus encantamientos, y en la multitud de tus hechizos, según has trabajado en ellos desde tu mocedad! ¡tal vez podrás aprovecharte; tal vez prevalecerás! 13 Te has cansado en la multitud de tus propósitos: preséntense, si quieres, y te salven los que reparten los cielos, los que contemplan las estrellas, los que en los novilunios forman pronósticos respecto de las cosas que te han de sobrevenir. 14 He aquí que son como hojarasca; el fuego los consume; no podrán librarse a sí mismos del poder de la llama. este fuego no es de ascuas, donde uno se caliente, ni lumbre delante de la cual uno se siente. 15 Así han venido a ser para ti las cosas en que has trabajado: aquellos con quienes has traficado desde tu mocedad, andarán errantes cada cual por su propio camino; no habrá quien te salve.
1 ¡OÍD esto, los de la casa de Jacob, los que sois llamados del nombre de Israel, y de la fuente de Judá tenéis vuestra procedencia! vosotros que juráis por el nombre de Jehová, y hacéis mención del Dios de Israel, mas no en verdad, ni en justicia. 2 Porque ellos se nombran de la ciudad santa, y se apoyan en el Dios de Israel; Jehová de los Ejércitos es su nombre. 3 Las cosas pasadas yo las anuncié desde la antigüedad; sí de mi boca salieron, y yo las hice conocer; repentinamente las efectué, y han acontecido. 4 Por cuanto conocí que eres duro, que tu cerviz es un nervio de hierro, y tu frente es de bronce; 5 por tanto te las declaré desde la antigüedad, antes que sucedieran te las hice saber, a fin de que nunca dijeses: ¡Mi ídolo las ha hecho; y mi escultura o mi imágen fundida las ha ordenado! 6 Tú lo oíste; ¡lo ves todo cumplido! ¿y vosotros, pueblo mío, no lo anunciaréis? Desde ahora te hago saber cosas nuevas, cosas reservadas, que no habías conocido. 7 Son hechas ahora, y no de antiguo tiempo, y antes del día de hoy nunca las oíste; a fin de que no puedas decir: ¡He aquí, ya yo las sabía! 8 Al contrario, no las oíste, ni las conociste, ni desde entonces tienes abiertos los ojos; porque yo sé que eres muy desleal, y transgresor desde el nacimiento, has sido llamado. 9 A causa de mi Nombre, diferiré mi ira, y por mi alabanza la reprimiré, de modo que no te destruya. 10 He aquí que te he acrisolado, mas no como la plata, te he escogido en el horno de aflicción. 11 Por mi propia causa, sí, por mi propia causa lo voy a hacer; porque ¿cómo debía ser profanado mi nombre? y mi gloria no la daré a otro. 12 Escúchame, oh Jacob, y tú, oh Israel, a quien he llamado: Yo soy; soy el Primero, también soy el Último; 13 además, mi mano fundó la tierra, y mi derecha extendió los cielos: los llamo, y todos se presentan juntamente. 14 ¡Reuníos, todos vosotros, y escuchad! ¿Quién de entre aquellos dioses ha anunciado estas cosas? Ciro, a quien ama Jehová, hará la voluntad de Él en Babilonia, y su brazo estará sobre los Caldeos. 15 Yo, yo he hablado, también le he llamado, le he traído, y él hará próspero su camino. 16 ¡Acercaos a mí, escuchad esto! no he hablado en secreto desde el principio; desde el tiempo que esto ha sido, allí he estado yo. Y ahora, Jehová el Señor me ha enviado, y también su Espíritu. 17 Así dice Jehová, tu Redentor, el Santo de Israel: Yo soy Jehová tu Dios, que te enseña para tu provecho; que te conduce en el camino por donde debes andar. 18 ¡Oh si hubieras escuchado mis mandamientos! entonces tu paz habría sido como un río, y tu justicia como las olas del mar: 19 tu linaje también hubiera sido como la arena, y el fruto de tus entrañas como los granitos de ella. Su nombre nunca sería cortado ni destruído de delante de mí. 20 ¡Salid de Babilonia, huíd de los Caldeos! con voz de cántico anunciad, sí, haced saber esto; haced salir las nuevas hasta los fines de la tierra; decid: ¡Jehová ha redimido a su siervo Jacob! 21 Y no padecieron sed, cuando por los desiertos los guiaba; aguas de la peña hizo correr para ellos; pues partió la peña, y fluyeron las aguas. 22 ¡Mas no hay paz, dice Jehová, para los inicuos!
1 ¡ESCUCHADME, oh islas; y atended, oh pueblos lejanos! Jehová me ha llamado desde el seno; desde las entrañas de mi madre, ha hecho mención de mi nombre; 2 y ha hecho mi boca como una espada aguda: en la sombra de su mano me ha encubierto; y me ha hecho como una saeta reluciente; dentro de su aljaba me ha escondido: 3 y me ha dicho: ¡Tú eres mi siervo, oh Israel, en quien me glorificaré! 4 Mas yo dije: ¡En balde me he fatigado, y para nada y en vano he gastado mis fuerzas! pero ciertamente mi causa está con Jehová, y mi obra con mi Dios. 5 Ahora pues dice Jehová que me formó desde el seno materno como siervo suyo, para que yo conduzca a Jacob nuevamente a él; y para que Israel le sea restaurado; (porque soy honorable a los ojos de Jehová, y mi Dios es mi fuerza); 6 sí, él me ha dicho: Es cosa muy liviana que seas tú mi Siervo, a fin de que vuelvas a levantar las tribus de Jacob, y hagas volver los preservados de Israel; pues yo te pondré por luz de las naciones, para que alcance mi salvación hasta los fines de la tierra. 7 Así dice Jehová, el Redentor de Israel y su Santo, al despreciado de los hombres, al abominado de la nación, al siervo de los gobernantes: Reyes te verán y se levantarán; príncipes, y se postrarán; a causa de Jehová, que es fiel, es a saber, el Santo de Israel, que te ha escogido. 8 Así dice Jehová: En tiempo acepto te he respondido, y en día de salvación te he ayudado; te preservaré también, y te pondré por pacto del pueblo; a fin de que vuelvas a levantar la tierra, y hagas poseer las herencias desoladas; 9 diciendo a los que están presos: ¡Salid! y a los que están en tinieblas: ¡Manifestaos! Pacerán al lado de los caminos, y sobre todos los cerros pelados serán sus pastos. 10 No tendrán hambre, ni tendrán sed, y no los herirá calor ni sol; porque Aquel que tiene de ellos compasión, los conducirá, y junto a los manaderos de aguas los guiará. 11 Y convertiré todas mis montañas en camino real, y mis calzadas serán levantadas. 12 ¡He aquí que éstos vendrán de lejos; y he aquí, éstos del norte y del oeste, y éstos de la tierra de Sinim! 13 ¡Cantad, oh cielos, y alégrate, oh tierra; y romped en alabanzas, oh montañas: porque Jehová ha consolado a su pueblo, y tendrá compasión de sus afligidos! 14 Sión empero ha dicho: ¡Me ha abandonado Jehová, y el Señor se ha olvidado de mí! 15 ¿Se olvidará acaso la mujer de su niño mamante, de modo que no tenga compasión del hijo de sus entrañas? ¡Aun las tales le pueden olvidar; mas no me olvidaré yo de ti! 16 He aquí que sobre las palmas de mis manos te traigo esculpida; tus muros están perpetuamente delante de mí. 17 Tus hijos se apresurarán a venir, tus destruidores y los que te asuelan saldrán de ti. 18 ¡Alza tus ojos, mira al rededor, y ve; todos ellos se congregan y vienen a ti! ¡Vivo yo! dice Jehová, que de todos ellos te arroparás como de adorno. y te los ceñirás como se ciñe una novia. 19 Porque en cuanto a tus desiertos y tus lugares asolados, y tu tierra dejada en ruinas, ésta será entonces demasiado estrecha los habitantes; y los que te devoraban estarán ya muy lejos. 20 Los hijos de tu estado desamparado dirán en tus oídos: ¡el lugar es demasiado estrecho para mí! ¡dame campo, para que yo pueda habitar! 21 Entonces dirás en tu corazón: ¿Quién dio a luz éstos para mí? y yo había sido privada de hijos y estéril, cautiva y errante; éstos pues ¿quién los ha criado? He aquí, yo fuí dejada solitaria; éstos ¿dónde han estado? 22 Así dice Jehová el Señor: He aquí que yo alzaré mi mano a las naciones, y levantaré mi bandera a los pueblos; y ellos traerán a tus hijos en sus brazos, y tus hijas sobre sus hombros serán llevadas. 23 Y reyes serán tus padres adoptivos, y sus reinas tus amas de leche; rostro a tierra, tus enemigos se inclinarán ante ti, y lamerán el polvo de tus pies; y tú conocerás que yo soy Jehová; pues no serán avergonzados los que me esperan. 24 ¿Por ventura será quitada la presa al poderoso? ¿o será librado el cautivo legítimo? 25 Esto no obstante, así dice Jehová: Hasta los cautivos del poderoso serán quitados, y la presa de los terribles será librada: porque yo contenderé con los que contienden contigo, y salvaré a tus hijos. 26 Y haré que los que te oprimen coman sus mismas carnes; y serán embriagados con su propia sangre, como con vino nuevo; y conocerá toda carne, que yo, Jehová, soy tu Salvador y tu Redentor, el poderoso Dios de Jacob.
1 ASÍ dice Jehová: ¿Dónde está la carta del divorcio de vuestra madre, con la cual yo la repudié? ¿o a cuál de mis acreedores os he vendido? He aquí que por vuestras iniquidades fuisteis vendidos; y por vuestras transgresiones fué repudiada vuestra madre. 2 ¿Por qué, cuando vine, no hubo quien me recibiera? ¿cuando llamé, no hubo quien me respondiera? ¿Se ha acortado acaso mi mano, de modo que no pueda redimir? ¿o no tengo yo poder para librar? He aquí que a mi reprensión seco la mar, y convierto los ríos en yermo; hieden sus peces por falta de agua, y mueren de sed. 3 Yo visto los cielos de tinieblas, y pongo saco por su cobertura: 4 Jehová el Señor me ha dado la lengua de los instruídos, para que sepa sustentar con palabras al cansado; despierta mañana tras mañana, despierta mi oído para oír como los instruídos. 5 Jehová el Señor abrió mi oído; y yo no fui rebelde, ni me retraje. 6 Dí mi espalda a los que me herían, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba; no escondí mi rostro de la afrenta y del esputo. 7 Pero Jehová el Señor me ayudará; por tanto no he sido abochornado; por tanto he puesto mi rostro como pedernal, y sé que no seré avergonzado. 8 Cercano está el que me justifica; ¿quién contenderá conmigo? ¡presentémonos juntos! ¿quién es mi adversario? ¡acérquese a mí! 9 He aquí que Jehová me ayudará; ¿quién es el que me condenará? he aquí que todos ellos serán gastados como un vestido; en polilla los consumirá. 10 ¿Quién hay de entre vosotros que teme a Jehová, que escucha la voz de su siervo; que sin embargo anda en tinieblas y no tiene luz? ¡Confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios! 11 ¡Mas he aquí, todos vosotros que encendéis fuego, que os cercáis de teas encendidas! ¡andad a la luz de vuestro fuego, y de las teas que habéis encendido! de mi mano recibiréis esto: ¡yaceréis entre dolores!
1 ¡ESCUCHADME, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová! ¡mirad a la roca de donde fuisteis cortados, y al socavón de la cantera de donde fuisteis excavados! 2 Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dió a luz; pues cuando era uno solo le llamé, y le bendije, y le multipliqué. 3 Porque Jehová ha consolado a Sión, ha consolado todas sus desolaciones; y ha convertido su desierto en un Edén, y su soledad en jardín de Jehová; regocijo y alegría serán hallados en ella, acciones de gracias y voz de melodía. 4 ¡Estadme atentos, oh pueblo mío, y prestadme oídos, oh nación mía! porque de mí procederá una ley, y estableceré mi ordenanza para luz de los pueblos. 5 Cercana está mi justicia, y ha salido ya mi salvación, y mi brazo juzgará los pueblos; las tierras lejanas me esperarán, y en mi brazo confiarán. 6 ¡Alzad vuestros ojos hacia los cielos y contemplad la tierra acá abajo! porque los cielos se desvanecerán como el humo, y la tierra, como un vestido, se gastará, y los que la habitan morirán de igual manera: pero mi salvación durará para siempre, y mi justicia nunca será abolida. 7 ¡Escuchadme, los que conocéis la justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley! no temáis el vituperio de los hombres, ni os acobardéis con motivo de sus ultrajes: 8 porque como a un vestido, los consumirá la polilla, y, como a lana, los consumirá el gusano; mas mi justicia durará para siempre, y mi salvación de siglo en siglo. 9 ¡Despiértate, despiértate! ¡vístete de fortaleza, oh brazo de Jehová! ¡despiértate, como en los días de antaño, en las generaciones de la antigüedad! ¿No eres tú el mismo que tajaste a Egipto, y traspasaste al cocodrilo? 10 ¿No eres tú el mismo que secaste el mar, las aguas del grande abismo? ¿el que convertiste en camino las honduras del mar, para que pasaran los redimidos? 11 ¡Así pues los rescatados de Jehová se volverán, y vendrán a Sión con canciones, y regocijo eterno estará sobre sus cabezas; alegría y regocijo alcanzarán, y huirán el dolor y el gemido! 12 Yo, yo soy el que os consuela; ¿quién eres tú, para que temas del hombre que ha de morir, y del hijo de Adam que debe reputarse como hierba; 13 y te olvides de Jehová, tu Hacedor, que extendió los cielos, y cimentó la tierra, y te aterres continuamente, todos los días, a causa de la furia del opresor, cuando se apresta para destruir? ¿En dónde pues está ahora la furia del opresor? 14 El preso, agobiado bajo las cadenas, será presto soltado, y no morirá en la mazmorra, y no faltará su pan. 15 Porque yo soy Jehová tu Dios, el que aterra el mar, de modo que se ponen en consternación sus ondas; Jehová de los Ejércitos es su nombre. 16 Y yo he puesto mis palabras en tu boca, Siervo mío, y en la sombra de mi mano te he escondido, para que extiendas los cielos y fundes de nuevo la tierra, y digas a Sión: ¡Pueblo mío eres tú! 17 ¡Despiértate, despiértate! ¡ponte en pie, oh Jerusalem, tú que has bebido, de la mano de Jehová, la copa de su ardiente ira! has bebido la honda y anchurosa copa de vértigo, y has apurado las heces. 18 No hay quien la conduzca entre todos los hijos que ha dado a luz; ni hay quien la tome de la mano entre todos los hijos que ha criado. 19 Estas dos cosas te han acontecido; (¿quién se condolecerá contigo?) desolación y quebranto, hambre y espada; ¿por medio de quién te consolaré? 20 Tus hijos han desfallecido; tendidos están en las encrucijadas de todas las calles, como antílope en una red, llenos de la ira de Jehová, de la reprensión de tu Dios. 21 Por tanto, oye esto, ¡oh afligida! embriagada también, mas no con vino: 22 Así dice Jehová, el Señor tuyo, y tu Dios que defiende la causa de su pueblo: He aquí que he quitado de tu mano la copa de vértigo, la honda y anchurosa copa de mi ardiente ira; tú no la volverás más a beber; 23 sino que yo la pondré en manos de los que te afligen; los cuales han dicho a tu alma: ¡Póstrate, para que nosotros pasemos por encima! y en efecto tú has puesto tu cuerpo como el suelo, y como la calle, para los que pasaban por encima.
1 ¡DESPIÉRTATE, despiértate! ¡vístete de tu fortaleza, oh Sión! ¡vístete tus ropas de hermosura, oh Jerusalem, ciudad santa! Porque no volverá más a entrar en ti el incircunciso y el inmundo. 2 ¡Sacúdete del polvo, ponte en pie! ¡siéntate sobre tu trono, oh Jerusalem! ¡Suéltate las ataduras de tu cuello, oh cautiva hija de Sión! 3 Porque así dice Jehová: Por nada fuisteis vendidos, y sin dinero seréis redimidos. 4 Porque así dice Jehová el Señor: A Egipto descendió mi pueblo en un principio, tan solo para habitar temporalmente allí; el Asirio también los oprimió sin causa. 5 Ahora pues, ¿qué hago yo aquí, dice Jehová, cuando mi pueblo es quitado por nada, y los que le rigen alzan el grito de triunfo, dice Jehová, y continuamente es blasfemado mi nombre todo el día? 6 Por tanto conocerá mi pueblo la virtud de mi Nombre: por tanto en aquel día conocerán que yo soy aquel que dice: ¡Heme aquí! 7 ¡Cuán hermosos sobre las montañas son los pies de aquel que trae buenas nuevas, del que publica la paz; que trae buenas nuevas de felicidad, que publica la salvación; que dice a Sión: ¡Tu Dios reina! 8 ¡La voz de tus atalayas! Alzan la voz, cantan juntos; porque ojo a ojo verán cuando Jehová se volviere a Sión. 9 ¡Prorrumpid en regocijos, cantad juntas, oh ruinas de Jerusalem! porque Jehová tiente compasión de su pueblo, y ha redimido a Jerusalem. 10 Jehová ha desnudado su santo brazo, a la vista de todas las naciones; y todos los fines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios. 11 ¡Apartaos, apartaos! ¡salid de aquí! ¡no toquéis cosa inmunda! ¡salid de en medio de ella! ¡sed limpios, los que lleváis los vasos de Jehová! 12 Porque no saldréis con alarma, ni con fuga os iréis; sino que Jehová irá delante de vosotros, y el Dios de Israel será vuestra retaguardia. 13 He aquí que mi Siervo se portará sabiamente; será elevado, y puesto en alto, y muy ensalzado. 14 De la manera que muchos quedaban asombrados de ti, (tan desfigurado, era su aspecto más que el de cualquier hombre, y su forma más que la de los hijos de Adam), 15 así rociará a muchas naciones; delante de él reyes cerrarán la boca; porque verán lo que nunca les había sido contado, y lo que nunca habían oído referir, entenderán.
1 ¿QUIÉN ha creído a nuestro mensaje? ¿Y a quién ha sido revelado el brazo de Jehová? 2 Pues creció delante de él como una planta tierna, y como renuevo de una raíz de tierra seca: no tiene forma ni hermosura, para que le miremos; ni tiene buen parecer, para que le deseemos. 3 ¡Despreciado y desechado de los hombres; varón de dolores y que sabe de padecimientos! y como uno de quien se aparta la vista, despreciado fué, y no hicimos aprecio de él. 4 Ciertamente él ha llevado nuestros padecimientos, y con nuestros dolores él se cargó; mas nosotros le reputamos como herido, castigado de Dios y afligido. 5 Pero fué traspasado por nuestras transgresiones, quebrantado fué por nuestras iniquidades, el castigo de nuestra paz cayó sobre él, y por sus llagas nosotros sanamos. 6 Nosotros todos, como ovejas, nos hemos extraviado; nos hemos apartado cada cual por su propio camino; y Jehová cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros. 7 Fué oprimido; pero él mismo se humilló, y no abre su boca: como cordero, es conducido al matadero; y como es muda la oveja delante de los que la esquilan, así él no abre su boca. 8 Por medio de la opresión y del juicio fué quitado; y en cuanto a los de su generación, ¿quién entre ellos pensaba que fué cortado de le tierra de los vivientes, por la transgresión de mi pueblo; hecho maldición por ellos? 9 Y ordenaron su sepulcro con los inicuos, (mas con un rico lo tuvo en su muerte), aunque no había hecho violencia, ni hubo engaño en su boca. 10 Esto no obstante, Jehová quiso quebrantarle; le ha afligido: cuando hiciere su vida ofrenda por el pecado, verá linaje, prolongará sus días, y el placer de Jehová prosperará en su mano. 11 Verá el fruto del trabajo de su alma, y quedará satisfecho: con su ciencia mi justo Siervo justificará a muchos; pues que él mismo cargará con sus iniquidades. 12 Por tanto yo le daré porción con los grandes, y con los poderosos repartirá los despojos; por cuanto derramó su alma hasta la muerte, y con los transgresores fué contado: y él mismo llevó el pecado de muchos, y por los transgresores intercedió.
1 ¡CANTA, oh estéril, tú que no dabas a luz hijos! ¡rompe en alabanzas y alza el grito, tú que nunca estuviste de parto! porque más son los hijos de la desolada que los hijos de la casada, dice Jehová. 2 ¡Ensancha el lugar de tu tienda, y extiéndanse las cortinas de tu habitación! ¡no seas parca en ello! ¡alarga tus cuerdas, y haz más fuertes tus estacas! 3 ¡Porque te extenderás hacia la derecha y hacia la izquierda; y tu simiente heredará las naciones, y volverán a poblar las ciudades que están ahora desoladas! 4 ¡No temas, porque no serás avergonzada! ¡ni te ruborices, porque no serás abochornada! porque te olvidarás de la afrenta de tu juventud, y del oprobio de tu viudez no te acordarás más. 5 Porque marido tuyo es tu Hacedor, Jehová de los Ejércitos es su nombre; y tu Redentor es el Santo de Israel: Dios de toda la tierra será llamado. 6 Porque Jehová te ha vuelto a llamar coma a una mujer dejada, y afligida de espíritu; y como a una mujer, casada joven, cuando haya sido desechada, dice tu Dios. 7 Por un breve momento te dejé; mas con grandes misericordias te volveré a recoger: 8 en un acceso pasajero de ira, te escondí momentáneamente mi rostro; pero con compasiones eternas tendré misericordia de ti, dice Jehová, Redentor tuyo. 9 Pues esto para mí es semejante a las aguas de Noé: porque de la manera que he jurado que las aguas de Noé no hayan más de pasar sobre la tierra, asimismo he jurado que no me airaré más contigo, ni te reprenderé. 10 Porque las montañas se alejarán, y los collados serán removidos; pero mi compasión no se alejará de ti, ni será removido mi pacto de paz, dice Jehová que se compadece de ti. 11 ¡Oh afligida, combatida de tempestad y no consolada! he aquí que yo asentaré tus piedras con cemento de antimonio, y echaré tus fundamentos con zafiros. 12 Y haré que sean tus almenas rubíes, y tus puertas carbunclos; y todo tu recinto, piedras de deleite. 13 Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y grande será la paz de tus hijos. 14 Por medio de la justicia serás hecha estable: estarás lejos de la opresión, porque no tendrás de qué temer; y del terror, pues no se acercará a ti. 15 He aquí que bien pueden juntarse contra ti tus enemigos; mas no será por llamado mío: cualesquiera que se juntaren contra ti, delante de ti caerán. 16 He aquí que yo he creado al herrero, que sopla el fuego de carbón, y que saca el arma para su obra; y yo he creado al asolador para destruir. 17 Ninguna arma forjada contra ti tendrá éxito; y a toda lengua que en juicio se levantare contra ti, condenarás. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su justicia es de mí, dice Jehová.
1 ¡TODOS los sedientos, venid a las aguas! aquel también que no tiene dinero; ¡venid, comprad y comed! ¡sí, venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche! 2 ¿Por qué gastáis dinero por lo que no es pan, y os afanáis por lo que no os puede satisfacer? ¡Escuchadme con atención y comed lo que es bueno, y deléitense vuestras almas en grosura! 3 ¡Inclinad vuestro oído, y venid a mí! ¡escuchad, y vivirá vuestra alma! y yo haré con vosotros un pacto eterno, las misericordias segurísimas prometidas a David. 4 He aquí que le he puesto a él por testigo a los pueblos, por caudillo y comandante a los pueblos. 5 He aquí que llamarás a nación que no conoces, y naciones que no te han conocido correrán a ti; a causa de Jehová tu Dios, y por el Santo de Israel; por cuanto él te ha glorificado. 6 ¡Buscad a Jehová mientras pueda ser hallado, invocadle en tanto que esté cercano! 7 ¡deje el malo su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá compasión de él, y a nuestro Dios, porque es grande en perdonar! 8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos, dice Jehová. 9 Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos que vuestros pensamientos. 10 Porque de la manera que desciende la lluvia, y la nieve, del cielo, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la fecunda, y la hace producir, de modo que dé simiente al que siembra, y pan al que come; 11 así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin fruto, sino que efectuará lo que yo quiero, y prosperará en aquello a que yo la envié. 12 Porque con gozo saldréis, y con paz seréis conducidos; ¡las montañas y los collados delante de vosotros prorrumpirán en canciones, y todos los árboles del campo darán palmadas! 13 ¡En vez del espino subirá el abeto, y en lugar de la zarza subirá el arrayán; y será a Jehová para renombre, para señal eterna, que nunca será quitada!
1 ASÍ dice Jehová: Guardad el derecho y haced justicia; porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para ser revelada. 2 Bienaventurado el hombre que hace esto, y el hijo de Adam que se esfuerza en ello, es decir, que guarda el día del descanso para no profanarlo, y que retrae su mano de hacer todo mal. 3 Y el hijo de tierra extraña que se ha unido a Jehová, no hable, diciendo: ¡Jehová me separa totalmente de su pueblo! ni diga el eunuco: ¡He aquí que yo soy un árbol seco! 4 Porque así dice Jehová, respecto de los eunucos que guardan mis días del descanso, y escogen las cosas en que yo me complazco, y se esfuerzan en cumplir mi pacto: 5 Yo les daré en mi Casa, y dentro de mis muros, memorial y nombre mejor que el de hijos e hijas: les daré un nombre eterno que nunca les será quitado. 6 Asimismo respecto de los hijos de tierra extraña que se unen a Jehová, para asistirle, y para amar el nombre de Jehová, para ser siervos suyos; todo aquel que guarda el día del descanso para no profanarlo, y se esfuerza en cumplir mi pacto; 7 yo también los traeré a ellos a mi santo monte, y los haré gozosos en mi Casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre mi altar: porque mi Casa será llamada Casa de oración, por todos los pueblos. 8 Así dice Jehová el Señor, el que recoge los dispersos de Israel. Juntaré a él otros todavía, además de los suyos que están ya recogidos. 9 ¡Todas las fieras del campo, escuchad! ¡Venid y comed, todas las fieras del bosque! 10 Los atalayas de Israel son ciegos todos ellos; nada saben; todos ellos son perros mudos; no pueden ladrar; soñadores, echados en tierra, amantes del sueño. 11 Además, los perros son comilones, no conocen la hartura; también los mismos pastores nada saben de inteligencia, todos ellos se apartan por su propio camino; cada cual va tras su ganancia, sin excepción alguna. 12 ¡Venid (así dicen), yo traeré vino y nos saciaremos de licor embriagante! ¡y mañana será como el día de hoy, día grande, o mucho más abundante!
1 EL justo perece, mas ninguno hace caso de ello; y los hombres piadosos mueren, sin que nadie reflexione, que el justo es quitado de delante del mal que viene. 2 Entra en la paz; los tales descansan sobre sus camas; cada uno que anduvo en su rectitud. 3 Mas en cuanto a vosotros, ¡llegaos acá, hijos de la hechicera, prole de la adúltera y de la ramera! 4 ¿Con quién os habéis chanceado? ¿contra quién habéis ensanchada la boca y soltado la lengua? ¿No sois hijos de transgresión, linaje espúreo, 5 los que os inflamáis con ídolos debajo de todo árbol frondoso, y degolláis a los niños en las cañadas, debajo de las hendiduras de las peñas? 6 En medio de las piedras pulidas del valle es tu porción; ellas, ellas son tu suerte predilecta; sí, a ellas has derramado libación, has presentado ofrenda vegetal. ¿Acaso he de estarme yo quieto acerca de estas cosas? 7 Sobre una montaña elevada y encumbrada has puesto tu cama; y allí subes para ofrecer sacrificio; 8 detrás de las puertas y de los postes pones tu memorial; porque te has desnudado a otro que a mí; y has subido, has ensanchado tu cama, y has hecho tu pacto con ellos: amaste su cama; proveíste el lugar. 9 También fuiste al rey con ungüentos, y aumentaste tus perfumes; y enviaste tus mensajeros muy lejos, y te has degradado hasta el infierno. 10 Te has cansado en el largo camino, mas no dijiste: Desistiré; hallaste en ello el avivamiento de tu fuerza; por tanto no te desalentaste. 11 Mas ¿a causa de quién te has avergonzado y has temido, para que faltases a tu fe, y no te acordases de mí, ni reflexionases en tu corazón? ¿No es cierto que yo he guardado silencio por largo tiempo? por tanto tú no me temes. 12 Yo declararé la justicia que tienes; pues en cuanto a tus obras, no te pueden aprovechar. 13 Cuando clamas por auxilio, ¡líbrete tu turba de dioses! Mas el viento se los llevará a todos ellos; un soplo los disipará: pero el que pusiere su confianza en mí, poseerá la tierra, y heredará mi santo monte. 14 Y será dicho: ¡Alzad, alzad la calzada, despejad el camino; quitad los tropiezos del camino de mi pueblo! 15 Porque así dice el Alto y el Excelso, que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en el lugar alto y santo; habito también con aquel que es de espíritu contrito y humilde; para vivificar el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los contritos. 16 Pues no contenderé para siempre, ni guardaré perpetuamente la ira; porque el espíritu desfallecería delante de mí, y las almas que yo he hecho. 17 A causa de la iniquidad de su codicia, me indigné, y le castigué repetidas veces; escondí mi rostro, estando indignado: y él siguió andando perversamente en el camino de su corazón. 18 Yo he visto sus caminos, y le sanaré; le conduciré también, y le devolveré consuelos a él y a sus penitentes; 19 yo que creo el fruto de los labios, paz, paz al que está lejos y al cercano, dice Jehová; yo pues le sanaré. 20 Pero los inicuos son como la mar cuando está en tormenta, la cual no puede sosegarse, y sus aguas revuelven el barro y el cieno. 21 ¡No hay paz, dice mi Dios, para los inicuos!
1 ¡CLAMA a voz en cuello, no te detengas! ¡eleva tu voz como trompeta! ¡declara a mi pueblo su transgresión, a la casa de Jacob sus pecados! 2 Y con todo, me buscan de día en día, y tienen deleite en aprender mis caminos, como si fuera nación que obra justicia, y que no abandona la ley de su Dios; me piden las ordenanzas de justicia, y se complacen en acercarse a Dios. 3 ¿Por qué, dicen ellos, hemos ayunado, y tú no ves? ¿por qué hemos afligido nuestra alma, y tú nos desatiendes? he aquí, en vuestro día de ayuno halláis vuestro propio gusto, y exigís todos vuestros trabajos. 4 He aquí que ayunáis para ira y contención, y para herir con el puso de maldad: no habéis de ayunar como el día de hoy, para hacer que en lo alto se oiga vuestra voz. 5 ¿Acaso como éste ha de ser el ayuno que yo escojo, día en que aflija el hombre su alma? ¿es por ventura traer encorvada su cabeza como junco, y que entienda saco y ceniza debajo de sí? ¿a esto llamaréis ayuno, día acepto a Jehová? 6 ¿No es más bien este el ayuno que yo escojo; Soltar las ligaduras de maldad, desatar las coyundas del yugo, enviar libres a los oprimidos, y que rompas todo yugo? 7 ¿No es repartir al hambriento tu pan, y que a los pobres que no tienen hogar, los acojas en tu casa; que cuando veas al desnudo, le cubras, y que no te retires desapiadadamente de tu misma carne? 8 Entonces sí, amanecerá, como el alba, tu luz, y brotará repentinamente el remedio de tu mal; tu justicia también irá delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. 9 Entonces llamarás, y Jehová te responderá; clamarás por auxilio, y él dirá: ¡Heme aquí! con tal que apartares de en medio de ti el yugo, el extender con irrisión el dedo, y el hablar vanidad. 10 Si pues extendieres tu alma al hambriento, y satisfacieres al alma afligida, entonces en medio de tinieblas nacerá tu luz, y tu obscuridad será como el mediodía. 11 También, Jehová te guiará de continuo, y saciará tu alma en tiempos de sequía y vigorizará tus huesos; de modo que seas como jardín bien regado, y como manantial de agua, cuyas aguas nunca faltan. 12 Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas: tú volverás a levantar los cimientos de muchos siglos; y serás llamado reparador de brechas, restaurador de senderos donde se pueda habitar. 13 Si apartares tu pie del día del descanso, de hacer tu gusto en mi día santo, y llamares al día del descanso una delicia, santo a Jehová y honorable; y le hicieres honra, no andando en tus propios caminos, ni hallando tu propio placer, ni hablando palabras ociosas; 14 entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré cabalgar sobre las alturas de la tierra, y te alimentaré de la herencia de tu padre Jacob; porque así lo ha dicho la boca de Jehová.
1 He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová, de modo que no puede salvar, ni es sordo su oído, de modo que no puede oír; 2 sino que vuestras iniquidades separan entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han escondido de vosotros su rostro, de modo que él no oirá. 3 Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos con iniquidad; vuestros labios hablan mentira, y vuestras lenguas profieren maldad. 4 No hay quien pleitee con justicia, ni quien litigue de buena fe: confían en vanidad y hablan embustes; conciben vejación y paren iniquidad. 5 Empollan huevos de áspid, y tejen telas de araña; muere el que come de sus huevos, y si uno de éstos se rompe, sale una víbora. 6 Sus telas nunca llegarán a ser vestidos, ni ellos podrán cubrirse con sus obras; sus obras son obras de iniquidad, y actos de violencia están en sus manos. 7 Sus pies corren hacia el mal, y se apresuran a derramar la sangre inocente; sus pensamientos son pensamientos de iniquidad; desolación y destrucción están en sus caminos. 8 No conocen el camino de la paz, ni hay derecho en sus pasos; han hecho para sí senderos torcidos; cualquiera que anduviere en ellos no conocerá la paz. 9 Por tanto la rectitud se aleja de nosotros, y no nos alcanza la justicia; esperamos la luz, mas he aquí tinieblas; los resplandores del día, pero andamos en obscuridad. 10 Palpamos la pared como ciegos; sí, palpamos como los que no tienen ojos; tropezamos al mediodía, como en el crepúsculo, estamos en obscuridades como los ya muertos. 11 Gruñimos como osos, todos nosotros, y gemimos tristemente como palomas; esperamos la justicia, mas no la hay; la salvación, pero se aleja de nosotros. 12 Porque se han multiplicado nuestras transgresiones delante de ti, y nuestros pecados testifican contra nosotros; porque nuestras transgresiones están con nosotros, y en cuanto á nuestras iniquidades, las conocemos; 13 traspasando la ley, y mintiendo contra Jehová, y volviendo atrás de en pos de nuestro Dios; hablando opresión y rebelión; concibiendo y profiriendo del corazón palabras de mentira. 14 Por tanto la rectitud se ha vuelto hacia atrás, y la justicia se mantiene a lo lejos; por cuanto la verdad está caída en la calle, y la rectitud no puede entrar. 15 Más aún, la verdad no se puede hallar, y el que se aparte del mal a sí mismo se hace presa. Y Jehová lo vió, y lo llevó a mal que no hubiese justicia. 16 Vió también que no había hombre, y asombróse que no hubiera quien se pusiese de por medio; por tanto salvóle su propio brazo, y su justicia misma le sostuvo. 17 Y vistióse de justicia, como de una coraza, y púsose yelmo de salvación sobre la cabeza; se vistió también de ropas de venganza, como de vestidura, y cubrióse de celo como de un manto. 18 Conforme a sus fechorías, conformemente recompensará ira a sus adversarios, retribución a sus enemigos; a tierras lejanas dará la retribución. 19 Y así temerán el nombre de Jehová desde el oeste, y su gloria desde el nacimiento del sol: cuando viniere el adversario, cual avenida de aguas, el Espíritu de Jehová alzará bandera contra él. 20 Y el Redentor vendrá a Sión, es decir, a los que se vuelven de la transgresión en Jacob, dice Jehová. 21 Y en cuanto a mí, éste será mi pacto con ellos, dice Jehová: ¡Mi Espíritu que está sobre ti, y mis palabras que he puesto en tu boca, no se apartarán de tu boca, ni de la boca de tu simiente, ni de la boca de la simiente de tu simiente, dice Jehová, desde ahora en adelante y para siempre!
1 ¡LEVÁNTATE! ¡resplandece, oh Sión! porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. 2 Pues he aquí que las tinieblas cubrirán la tierra, y densas tinieblas las naciones; mas Jehová, cual sol, se levantará sobre ti, y en ti será vista su gloria. 3 Y naciones vendrán a tu luz, y reyes a tu naciente resplandor. 4 ¡Alza tus ojos, mira al rededor y ve! todos estos se reunen y vienen a ti: tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos. 5 Entonces tú lo verás, y rebosarás de gozo; y pasmaráse tu corazón y se ensanchará; porque las riquezas del mar serán derramadas sobre ti; los caudales de las naciones vendrán a ti. 6 Un diluvio de camellos te cubrirá, también los dromedarios de Madián y de Efa; todos los de Sabá vendrán; traerán oro y olíbano; traerán también buenas nuevas de las alabanzas de Jehová. 7 Todos los rebaños de Cedar serán juntados para ti, los carneros de Nabayot serán para tu servicio; subirán con acepción sobre mi altar; y glorificaré la Casa de mi gloria, 8 ¿Quiénes son estos que vuelan como una nube, o a la manera de las palomas que vuelven en bandadas a sus ventanas? 9 Porque me esperarán tierras lejanas, y las naves de Tarsis, como al principio, para traer tus hijos de lejos, y con ellos su plata y su oro, por amor al nombre de Jehová tu Dios, y a causa del Santo de Israel; porque él te ha glorificado. 10 Asimismo los hijos de tierra extraña edificarán tus muros, y sus reyes te asistirán; porque en mi ira te castigué, mas en mi favor tengo compasión de ti. 11 También tus puertas estarán abiertas de continuo; no se cerrarán día ni noche; para que se traiga a ti la riqueza de las naciones, y sus reyes conducidos juntamente con ellas. 12 Porque la nación o el reino que no te sirviere, perecerá; sí, aquellas naciones serán completamente asoladas. 13 La gloria del Líbano vendrá a ti; el abeto también, la encina y el ciprés juntamente, para hermosear el lugar de mi Santuario; y yo haré glorioso el lugar de mis pies. 14 Asimismo vendrán a ti, postrándose, los hijos de los que te afligieron; y a las plantas de tus pies se encorvarán todos los que te trataron con desprecio; y te llamarán la ciudad de Jehová; la Sión del Santo de Israel. 15 En vez de estar abandonada y aborrecida, en grado que nadie pasaba por ti, haré que seas una gloria eterna, el gozo de todos los siglos. 16 Te alimentarás con la leche de las naciones; mamarás el pecho de los reyes; y conocerás que yo, Jehová, soy Salvador tuyo, y que tu Redentor es el poderoso Dios de Jacob. 17 En lugar de bronce, traeré oro, y en vez de hierro traeré plata, y en vez de madera, bronce, y en lugar de piedras, hierro; y pondré por tu magistratura la paz, y por tus gobernantes la justicia. 18 No se oirá más la violencia en tu tierra, la desolación ni la destrucción dentro de tus términos; sino que llamarás a tus muros Salvación, y a tus puertas Alabanza. 19 El sol no será más tu luz de día, ni para resplandor te dará la luna su luz; porque Jehová mismo será tu luz eterna, y tu Dios tu gloria. 20 No se pondrá más tu sol, y tu luna nunca se retirará; porque Jehová será tu luz eterna, y los días de tu llanto se habrán ya acabado. 21 Y tu pueblo, todos ellos justos, heredarán para siempre la tierra; renuevos plantados por mí mismo, obra de mi mano, para que yo sea glorificado. 22 El pequeño vendrá a ser mil, y el chico, nación fuerte: yo, Jehová, me apresuraré a hacer esto a su tiempo.
1 EL Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, por cuanto Jehová me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los mansos; me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar a los cautivos libertad, y a los aprisionados abertura de la cárcel; 2 para proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de la venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran; 3 para comunicar la alegría a los que lloran en Sión, dándoles hermosura en lugar de ceniza, el aceite de gozo en vez de lamentos, y el manto de alabanza en lugar de espíritu de pesadumbre; para que sean llamados árboles de justicia, plantados por Jehová mismo, para que él sea glorificado. 4 Y edificarán las ruinas antiguas; y volverán a levantar las desolaciones anteriores; y restaurarán las ciudades arruinadas, las desolaciones de muchos siglos. 5 Se presentarán también loa extranjeros, y apacentarán vuestros rebaños; y los hijos de tierra extraña serán vuestros gañanes y vuestros viñadores. 6 Mas en cuanto a vosotros, seréis llamados sacerdotes de Jehová; se os apellidará ministros de nuestro Dios: comeréis las riquezas de las naciones, y entraréis en posesión de su gloria. 7 En lugar de vuestra vergüenza, tendréis doble honra; y a trueque de ignominia, mis siervos se regocijarán en su porción: por tanto en su propia tierra poseerán el doble; hará para ellos regocijo eterno. 8 Porque yo, Jehová, amo la justicia; aborrezco la rapiña para holocausto; mas a aquellos les daré su recompensa fielmente; haré con ellos un pacto eterno. 9 Y su simiente será conocida entre las naciones, su linaje también en medio de los pueblos; cuantos los vieren, los reconocerán, que son ellos la simiente que ha bendecido Jehová. 10 Con sumo gozo me regocijaré en Jehová; mi alma se alegrará en mi Dios: porque me ha hecho vestir ropas de salvación, me ha cubierto con manto de justicia; como el novio, cual sacerdote, se viste espléndidamente, y como la novia se engalana con sus joyas. 11 Porque de la manera que la tierra brota sus productos, y como el jardín hace crecer sus plantas, así Jehová hará crecer justicia y alabanza en presencia de todas las naciones.
1 A CAUSA de Sión no guardaré silencio, y a causa de Jerusalem no descansaré; hasta que salga, como resplandor, su justicia, y su salvación como antorcha que arde. 2 Y verán las naciones tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y serás llamada de un nombre nuevo, que la boca de Jehová pronunciará. 3 Tu también serás una corona de hermosura en la mano de Jehová, y una diadema real en la mano de nuestro Dios. 4 Ya no serás llamada Azuba, y tu tierra en adelante no será llamada Asolamiento; sino que serás llamada Héfzi-ba, y tu tierra, Beúla; porque Jehová se deleita en ti, y tu tierra será poseída. 5 Porque como un mancebo se casa con una virgen, así tus hijos te poseerán a ti; y de la manera que el novio se regocija sobre la novia, así tu Dios se regocijará sobre ti. 6 Sobre tus muros, ¡oh Jerusalem! he puesto centinelas, los cuales todo el día y toda la noche nunca guardarán silencio. ¡Los que recordáis a Jehová sus promesas, no toméis vosotros descanso, 7 ni le concedáis descanso a él, hasta que establezca a Jerusalem, y hasta que la ponga por alabanza en la tierra! 8 Jehová ha jurado por su mano derecha, y por el brazo de su fortaleza: Yo no daré más tu trigo para manutención de tus enemigos, ni los hijos de tierra extraña beberán más tu vino, por el cual tú te has fatigado; 9 sino que los que lo cosecharon lo comerán, y alabarán a Jehová; y los que lo vendimiaron lo beberán en los atrios de mi Santuario. 10 ¡Pasad, pasad por las puertas! ¡preparad el camino para el pueblo! ¡alzad, alzad la calzada! ¡recoged las piedras! ¡levantad bandera para los pueblos! 11 He aquí que Jehová ha hecho proclamación hasta los fines de la tierra: ¡Decid a la hija de Sión: He aquí que viene tu Salvador! ¡he aquí que su premio está con él, y su recompensa delante de él! 12 Y se les llamará Pueblo Santo, los Redimidos de Jehová; y serás tú llamada la Buscada, ciudad no desamparada.
1 ¿QUIÉN es éste que viene de Edom, con ropas teñidas, desde Bozra; éste tan magnífico en su traje, caminando majestuosamente en la grandeza de su poder? ¡Yo, que hablo en justicia, poderoso para salvar! 2 ¿Por qué es rojo tu traje, y tus ropas, como del que pisa el lagar? 3 Pisado he yo solo el lagar, y de los pueblos no había hombre de mi parte: yo pues los seguí pisando en mi ira, y los hollaba en mi indignación; de modo que su sangre fué salpicada sobre mis ropas, y tengo teñido todo mi traje. 4 Porque el día de venganza estaba en mi corazón, y el año de mis redimidos había llegado. 5 Y miré en derredor, mas no hubo quien ayudase, y quedé asombrado por no haber quien sostuviese; por tanto mi propio brazo me salvó, y mi indignación misma me sostuvo: 6 y pisoteaba los pueblos en mi ira, y embriaguélos en mi indignación; y derramaba por tierra su sangre. 7 Yo haré recordar las misericordias de Jehová y las alabanzas de Jehová, según todos los beneficios que Jehová nos ha hecho, y su grande bondad para con la casa de Israel; los cuales él les ha hecho, conforme a sus compasiones, y conforme a la multitud de sus misericordias. 8 Pues que dijo: ¡Ciertamente ellos son mi pueblo, hijos que no se portarán falsamente! y así él se hizo Salvador suyo. 9 En todas sus aflicciones él fué afligido, y el Ángel de su presencia los salvaba; en su amor y en su compasión los redimió, y los alzaba en brazos, y los llevaba todos los días de la antigüedad. 10 Ellos empero se rebelaron, y contristaron su Espíritu Santo; por lo cual se convirtió en enemigo suyo, y él mismo peleó contra ellos. 11 Acordóse entonces de los tiempos antiguos, de Moisés y de su pueblo, diciendo: ¿Dónde está Aquel que los hizo subir del Mar Rojo, con los pastores de su grey? ¿Dónde está Aquel que puso dentro de ellos su Espíritu Santo; 12 el que los condujo por la diestra de Moisés, y por su mismo brazo glorioso; el que dividió las aguas delante de ellos, haciendo para sí renombre eterno; 13 el que los condujo por entre los abismos, como se guía un caballo por el desierto sin tropezar? 14 Así como desciende el ganado a un valle, el Espíritu de Jehová los hizo descansar. De esta manera tú condujiste a tu pueblo, a fin de hacer para ti un nombre glorioso. 15 ¡Mira, pues, desde el cielo, oh Jehová, y ve, desde tu morada de santidad y de hermosura! ¿Dónde están ahora tu celo y tus obras poderosas? ¿Hase restringido la conmoción de tus entrañas y de tus compasiones hacia mí? 16 ¡Míranos! porque tú eres nuestro Padre, aunque Abraham no nos reconoce, e Israel nada sabe de nosotros: tú, ¡oh Jehová! eres nuestro Padre: ¡Redentor nuestro desde la eternidad, es tu nombre! 17 ¿Por qué, oh Jehová, nos permites errar de tus caminos, y endurecer nuestro corazón contra tu temor? ¡Vuélvete a causa de tus siervos, las tribus de tu herencia! 18 Por un breve espacio la ha poseído tu santo pueblo: nuestros adversarios han pisoteado tu Santuario. 19 Nosotros hemos venido a ser como aquellos que tú jamás señoreaste, como los que nunca fueron llamados de tu nombre.
1 ¡OH si rasgaras los cielos y descendieras, para que las montañas se derritan a tu presencia; 2 como el fuego prende el matorral y el fuego hace hervir el agua; para dar a conocer a tus enemigos tu Nombre, para que tiemblen las naciones a tu presencia! 3 Cuando hiciste cosas temerosas que no esperábamos, entonces descendiste; derritiéronse las montañas a tu presencia. 4 Porque nunca jamás oyeron los hombres, ni con los oídos percibieron, ni ojo de nadie ha visto, fuera de ti, oh Dios, las cosas que hará el Señor por aquel que le espera. 5 Sales al encuentro del que se regocija en obrar justicia; de los que en tus caminos se acuerdan de ti: mas he aquí que tú estás enojado, por cuanto hemos pecado; en los pecados hemos perseverado de largo tiempo, ¿y podremos acaso ser salvos? 6 Pues nosotros todos somos como cosa inmunda; y como trapos asquerosos son todas nuestras justicias; y todos nosotros nos marchitamos como una hoja, y nuestras iniquidades, como el viento, nos han arrebatado. 7 Y no hay quien invoque tu nombre, ni quien se despierte para echar mano de ti; porque has escondido tu rostro de nosotros, y nos has dejado perecer a causa de nuestras iniquidades. 8 Ahora empero, ¡oh Jehová! tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero nuestro; así que nosotros todos somos obra de tus manos. 9 ¡No te enojes, oh Jehová, hasta el extremo, ni te acuerdes para siempre de la iniquidad! ¡he aquí, mira, te rogamos, que todos nosotros somos pueblo tuyo! 10 Tus santas ciudades han venido a ser un desierto; Sión ha venido a ser un desierto; Jerusalem es una desolación. 11 Nuestra Casa tan santa y tan hermosa, en la cual nuestros padres cantaron tus alabanzas, ha sido quemada a fuego, y todos nuestros sitios deliciosos han sido desolados. 12 A vista de estas cosas ¿podrás contenerte, oh Jehová? ¿guardarás silencio, y nos afligirás hasta el extremo?
1 ME dejé consultar de los que no preguntaban por mí; me dejé hallar de los que no me buscaban; dije: ¡Heme aquí! ¡heme aquí! la nación que no era llamada de mi nombre. 2 Pero todo el día he extendido mis manos a un pueblo rebelde, que anda en un camino que no es bueno, tras de sus propios pensamientos: 3 pueblo que me provoca continuamente en mi misma cara; que sacrifica en los jardines, y quema incienso sobre altares de ladrillo; 4 que se sientan en los sepulcros, y tienen la noche en las bóvedas; que comen carne de cerdo, y en sus ollas hay caldo de cosas abominables; 5 que dicen: ¡Estáte aparte; no te acerques a mí, porque más santo soy yo que tú! ¡Éstos son como humo en mis narices, fuego que arde todo el día! 6 He aquí que esto esta escrito delante de mí: no guardaré silencio, sino que recompensaré, sí, recompensaré en su mismo seno 7 vuestras iniquidades y las iniquidades de vuestros padres juntamente, dice Jehová; los cuales quemaron incienso sobre las montañas, y sobre los collados me blasfemaron: por tanto derramaré la plena recompensa de sus obras antiguas en su mismo seno. 8 Así dice Jehová: Como cuando se halla el mosto en un racimo bueno, se dice: ¡No lo destruyas, porque hay bendición en él! así haré yo, a causa de mis siervos, no destruyéndolos a todos: 9 al contrario, sacaré de Jacob linaje, y de Judá quien herede mis montañas: pues que mis escogidos heredarán la tierra, y mis siervos habitarán allí. 10 Y Sarón vendrá a ser redil para rebaños, y el Valle de Acor, lugar donde se recueste el ganado, a beneficio de mi pueblo que me ha buscado. 11 Mas en cuanto a vosotros que abomináis a Jehová, que os olvidáis de mi santo monte, que aderezáis una mesa para la Fortuna, y henchís de vino mixto la copa para el Hado; 12 yo os numeraré a la espada, y todos vosotros os doblaréis para el degüello; por lo mismo que cuando yo llamé, no respondisteis, cuando hablé, no escuchasteis; sino que hicisteis lo que fué malo en mi vista, y escogisteis aquello en que no me complacía. 13 Por tanto, así dice Jehová el Señor: He aquí que mis siervos comerán, mas vosotros tendréis hambre; he aquí que mis siervos beberán, mas vosotros tendréis sed; he aquí que mis siervos se alegrarán, mas vosotros seréis avergonzados; 14 he aquí que mis siervos cantarán por gozo de corazón, mas vosotros clamaréis por dolor de corazón, y aullaréis por quebranto de espíritu. 15 Y dejaréis vuestro nombre por execración a mis escogidos; puesto que Jehová el Señor te matará a ti, y a sus siervos les dará otro nombre: 16 de manera que quien se bendijere en la tierra, se bendiga en el Dios de verdad; y quien jurare en la tierra, jure por el Dios de verdad; porque habránse olvidado las aflicciones anteriores, y porque estarán encubiertas a mis ojos. 17 Porque he aquí que voy a crear nuevos cielos y una tierra nueva, y las cosas anteriores no serán recordadas, ni vendrán al pensamiento. 18 Mas alegraos vosotros, y regocijaos hasta la eternidad en lo que voy a crear; pues he aquí que voy a crear a Jerusalem, que sea un regocijo, y su pueblo, un gozo. 19 También yo me regocijaré en Jerusalem, y gozaréme en mi pueblo; y no se oirá más en ella voz de lloro ni voz de clamor. 20 No habrá de allí en adelante un niño de pocos días, ni anciano que no haya cumplido el número de sus días; sino que el niño morirá siendo de cien años, y el pecador de cien años será maldito. 21 Edificarán casas también, y habitarán en ellas; plantarán viñas, y comerán su fruto. 22 No edificarán más para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque como los días de un árbol, serán los días de mi pueblo, y mis escogidos agotarán el usufructo de la obra de sus manos. 23 No se fatigarán en vano, y no darán a luz para perturbación; porque son simiente de los benditos de Jehová, y su descendencia juntamente con ellos. 24 Y sucederá que antes que clamaren, yo responderé, y estando ellos aún hablando, yo oiré. 25 El lobo y el corderito apacentarán en compañía, y el león, cual buey, comerá paja, y polvo será el alimento de la serpiente: no dañarán ni destruirán en todo mi santo monte, dice Jehová.
1 ASÍ dice Jehová: El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies; ¿qué manera de Casa edificaréis para mí? ¿y cuál será el lugar de mi descanso? 2 Porque en cuanto a todas estas cosas, mi mano las hizo, y así existen todas estas cosas, dice Jehová: a este hombre empero miraré, a saber, al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra. 3 El que degüella un toro, es como el que mata a un hombre; el que sacrifica una oveja, como el que corta la cabeza a un perro; el que hace ofrenda vegetal, como quien presenta sangre de cerdo; el que quema incienso, como el que bendice a un ídolo: sí, ellos han escogido sus propios caminos, y sus almas se complacen en sus abominaciones. 4 Yo también pues escogeré sus calamidades, y traeré sobre ellos las cosas que temen; por lo mismo que cuando yo llamé, no hubo quien respondiese, cuando hablé, ellos no escucharon; sino que hicieron lo que fué malo a mis ojos, y escogieron aquello en que no me complacía. 5 ¡Oíd el oráculo de Jehová, los que reverenciáis su palabra! Vuestros hermanos que os odian, y que os han echado fuera a causa de mi nombre, dicen: ¡Sea glorificado Jehová! mas él aparecerá para gloria vuestra, y ellos serán avergonzados. 6 ¡Voz de alboroto que procede de la ciudad! ¡voz que procede del Templo! ¡voz de Jehová; que da la recompensa a sus enemigos! 7 Antes que estuviese de parto, dió a luz Sión; antes que le vinieran los dolores, produjo un hijo varón. 8 ¿Quién oyó jamás tal cosa? ¿quién ha visto cosa semejante? ¿La tierra será hecha producir en un solo día? ¿o nacerá una nación de una vez? pues luego que Sión estuvo de parto, dió a luz sus hijos. 9 ¿Por ventura traeré al punto de nacer, y no haré dar a luz? dice Jehová. ¿o yo que hago dar a luz, estorbaré el nacimiento? dice nuestro Dios. 10 ¡Regocijaos con Jerusalem y gloriaos en ella, todos los que la amáis! ¡alegraos con ella hasta con alborozo, todos los que os lamentáis por ella! 11 para que maméis, y os saciéis de los pechos de sus consolaciones; para que sorbáis, y os deleitéis con la abundancia de su gloria, 12 Porque así dice Jehová: He aquí que yo haré pasar sobre ella la paz como un río. y, como un torrente inundador, la gloria de las naciones; y mamaréis el pecho de ellas; seréis llevados en brazos, y sobre las rodillas seréis acariciados. 13 ¡Como alguno a quien su madre consuela, así os consolaré yo a vosotros, y seréis consolados en Jerusalem! 14 Entonces al ver esto, vuestro corazón saltará de gozo, y vuestros huesos florecerán como la hierba, y será manifestada la mano de Jehová hacia sus siervos, y él se indignará contra sus enemigos. 15 ¡Pues he aquí que Jehová con fuego vendrá, y como torbellino, sus carros de guerra; para devolver su ira con ardiente indignación, y su reprensión con llamas de fuego! 16 Porque con fuego Jehová pleiteará, y con su espada, para con toda carne; y serán muchos los que serán muertos por Jehová. 17 Los que se santifican, y practican lustraciones, para entrar a los jardines, caminando tras de uno al interior de ellos; los que comen carne de cerdo, y bichos abominables, y el ratón, serán destruídos juntamente, dice Jehová. 18 Porque yo conozco sus obras y sus pensamientos; viene el tiempo para juntar todas las naciones y las lenguas; las cuales vendrán y verán mi gloria. 19 Y pondré en medio de ellas señales; y enviaré los escapados de ellas a las naciones; a Tarsis, y a Pul y a Lud, que manejan el arco, a Tubal y a Javán, a las tierras lejanas que no han oído mi fama, ni han visto mi gloria; y ellos anunciarán mi gloria entre las naciones. 20 Y traerán a todos vuestros hermanos, de entre todas las naciones, como ofrenda a Jehová, en caballos, y en carros, y en literas, y en mulos, y en dromedarios, a mi santo monte de Jerusalem, dice Jehová; como traen los hijos de Israel su ofrenda, en vaso limpio, a la Casa de Jehová. 21 Y también de ellos tomaré para sacerdotes y levitas, dice Jehová. 22 Porque así como los nuevos cielos y la nueva tierra que voy a hacer, permanecerán delante de mí, dice Jehová, así también permanecerá vuestro linaje y vuestro nombre. 23 Y sucederá que de novilunio en novilunio, y de sábado en sábado, vendrá toda carne para adorar delante de mí, dice Jehová. 24 Y saldrán, y mirarán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; cuyo gusano no morirá, y su fuego nunca se apagará; y serán un objeto de horror para toda carne.