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2 Reyes

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Capítulo 1

1 Y DESPUÉS de la muerte de Acab, rebelóse Moab contra Israel.

2 Sucedió también que cayó Ocozías por una ventana balaustrada de su cámara alta que tenía en Samaria, y enfermó. Por lo cual envió mensajeros, y les dijo: Id, consultad a Baal-zebub, dios de Ecrón, si acaso sanaré de esta enfermedad. 3 Entonces el ángel de Jehová dijo a Elías tesbita: Levántate, sube a encontrarte con los mensajeros del rey de Samaria, y les dirás: ¿Será que por no haber Dios en Israel, vosotros vayáis a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón? 4 Pues por esto, así dice Jehová: Decidle: De la cama adonde has subido, no descenderás, sino que de seguro morirás. Luego se fué Elías. 5 Volviéronse pues los mensajeros al rey; y él les dijo: ¿Cómo es esto que os habéis vuelto atrás? 6 Y le contestaron: Un hombre vino a encontramos, y nos dijo: Andad, volved al rey que os envió, y decidle: Así dice Jehová: ¿Será que por no haber Dios en Israel, tú envías a consultar a Baal-zebub; dios de Ecrón? Por tanto de la cama adonde has subido no descenderás, sino que de seguro morirás. 7 Y él les preguntó: ¿Cuál fue la traza del hombre que subió a encontraros y os habló estas palabras? 8 Y ellos le respondieron: Un varón con vestido de pelo, y que traía un cinto de cuero ceñido a sus lomos. Entonces él dijo: Elías tesbita es. 9 Por lo cual envió el rey un capitán de cincuenta hombres con sus cincuenta; el cual subió a donde él estaba; pues he aquí que estaba sentado sobre la cumbre de un monte; y le dijo: Varón de Dios, el rey ha dicho: Desciende. 10 Pero respondió Elías y dijo al capitán de cincuenta: Y bien, si yo soy varón de Dios, descienda fuego del cielo que te consuma a ti y a tus cincuenta. En efecto, descendió fuego del cielo y le consumió a él y a sus cincuenta. 11 Y el rey volvió a enviar a él otro capitán de cincuenta hombres con sus cincuenta; el cual respondiendo le dijo: Varón de Dios, así ha dicho el rey: Desciende presto. 12 Y respondiendo Elías, les dijo: Si varón de Dios soy, descienda fuego del cielo que te consuma a ti y a tus cincuenta. Y descendió el fuego de Dios desde el cielo, y le consumió a él y a sus cincuenta. 13 Entonces el rey volvió a enviar un tercer capitán de cincuenta hombres con sus cincuenta. Mas subió el tercer capitán de cincuenta, y llegado que hubo, hincóse de rodillas ante Elías, y rogóle les tuviese piedad, diciéndole: ¡Oh varón de Dios, ruégote que mi vida, y la vida de estos tus cincuenta siervos, sea preciosa en tu vista! 14 ¡He aquí que bajó fuego del cielo y consumió a los dos primeros capitanes de cincuenta, con sus cincuenta; sea pues ahora preciosa mi vida en tu vista!

15 Entonces el ángel de Jehová dijo a Elías: Baja con él; no tengas temor a causa de él. Levantóse pues, y fué con él al rey: 16 Y le dijo: Así dice Jehová: Por cuanto has enviado mensajeros para consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón, (como si no hubiese Dios en Israel), para inquirir de su oráculo, por tanto de la cama adonde has subido no descenderás, sino que de seguro morirás. 17 En efecto murió, conforme a la palabra de Jehová que habló Elías; y reinó Joram, hermano suyo, en su lugar, en el año segundo de Joram, hijo de Josafat, rey de Judá; porque no tenía hijo. 18 Y las demás cosas que hizo Ocozías ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

Capítulo 2

1 Y ACONTECIÓ que cuando Jehová iba a hacer que Elías subiese en un torbellino al cielo, partió Elías con Eliseo desde Gilgal. 2 Entonces dijo Elías a Eliseo: Ruégote te quedes aquí; porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Mas Eliseo le respondió: ¡Por vida de Jehová, y por vida tuya, que no te dejaré! Bajaron pues a Bet-el. 3 Y los hijos de los profetas que había en Bet-el salieron a recibir a Eliseo, y le dijeron: ¿Acaso sabes que hoy mismo Jehová va a quitar a tu señor de sobre ti? A lo que dijo: Yo también lo sé; ¡callad! 4 Le dijo de nuevo Elías: Eliseo, ruégote te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Mas él dijo: ¡Por vida de Jehová, y por vida tuya, que no te dejaré! De modo que fueron a Jericó. 5 Entonces los hijos de los profetas que había en Jericó se llegaron a Eliseo, y le dijeron: ¿Acaso sabes que hoy mismo Jehová va a quitar a tu señor de sobre ti? Y respondió: Yo también lo sé; ¡callad! 6 Elías le dijo otra vez: Ruégote te quedes aquí; porque Jehová me ha enviado al Jordán. Pero él le respondió: ¡Por vida de Jehová, y por vida tuya, que no te dejaré! Siguieron andando pues los dos. 7 Entonces cincuenta hombres de los hijos de los profetas fueron y se pararon enfrente, a lo lejos; y ellos dos se detuvieron junto al Jordán. 8 Luego tomó Elías su manto, y doblándolo, hirió las aguas; las cuales se dividieron en dos, a uno y otro lado; y pasaron entrambos en seco. 9 Y aconteció que cuando hubieron pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que he de hacer por ti, antes que sea quitado de contigo. Entonces dijo Eliseo: Ruégote que tenga yo, cual hijo tuyo, una porción doble de tu espíritu. 10 A lo que respondió: Cosa bien difícil has pedido; esto no obstante, si me vieres cuando fuere quitado de ti, te sucederá así; mas si no, no sucederá. 11 Y aconteció que mientras ellos seguían andando y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego, que los separaron al uno del otro; y subió Elías en un torbellino al cielo. 12 Y Eliseo le vió, y clamó repetidamente: ¡Padre mío! ¡padre mío! ¡carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vió. Trabando pues de sus vestidos, los rasgó en dos partes. 13 Alzó entonces el manto de Elías que se le había caído, y tornando atrás se detuvo junto a la ribera del Jordán. 14 Luego tomó el manto de Elías que se le había caído, e hirió con él las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios dé Elías? De modo que él también hirió las aguas; y se dividieron en dos, a uno y otro lado; y pasó Eliseo. 15 Y cuando vieron esto los hijos de los profetas que estaban junto a Jericó, frente a él, decían: ¡El espíritu de Elías descansa sobre Eliseo! Por lo cual fueron a recibirle, y se postraron a tierra ante él. 16 Y dijeron: He aquí que hay entre tus siervos cincuenta hombres fuertes; rogámoste pues que vayan y busquen a tu señor; no sea que le haya alzado el Espíritu de Jehová, y le haya arrojado sobre algún monte, o en algún valle. Mas él dijo: No enviéis. 17 Y porfiaron con él hasta que se avergonzó; dijo entonces: Enviad. Enviaron pues a los cincuenta hombres; los cuales buscaron tres días, mas no le hallaron. 18 Y cuando se volvieron a él (pues se había quedado en Jericó), les dijo: ¿No os dije yo: No vayáis?

19 Y dijeron los vecinos de la ciudad a Eliseo: He aquí que la situación de la ciudad es hermosa, como mi señor lo ve: pero las aguas son malas, y la tierra aborta sus frutos. 20 Entonces él dijo: Traedme una vasija nueva, y echad en ella sal. Y se la trajeron. 21 Y salió al manantial de las aguas, y echó allí la sal, diciendo: Así dice Jehová: ¡Yo he sanado estas aguas! ¡no haya más de aquí en adelante muerte ni aborto de frutos! 22 Y quedaron sanas aquellas aguas hasta el día de hoy, conforme a la palabra que habló Eliseo.

23 Después salió Eliseo de allí a Bet-el; y en tanto que iba por el camino cuesta arriba, unos mozuelos salieron de la ciudad, y se mofaron de él, diciéndole: ¡Sube, calvo! ¡sube, calvo! 24 Entonces volviéndose hacia atrás, los miró, y los maldijo en el nombre de Jehová: y salieron dos osas del bosque, que despedazaron de ellos cuarenta y dos muchachos. 25 Y se fué de allí al monte Carmelo; y de allí regresó a Samaria.

Capítulo 3

1 Y JORAM hijo de Acab comenzó a reinar sobre Israel, en Samaria, en el año diez y ocho de Josafat rey de Judá; y reinó doce años. 2 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová; mas no como su padre y su madre: porque quitó las estatuas de Baal que había hecho su padre; 3 bien que se adhirió a los pecados de Jeroboam hijo de Nabat que hizo pecar a Israel: nunca se apartó de ellos.

4 Y Mesa, rey de Moab, era ganadero, y pagaba de tributo al rey de Israel cien mil corderos, y cien mil carneros, con la lana; 5 pero sucedió que, muerto Acab, rebelóse el rey de Moab contra el rey de Israel. 6 Y el rey Joram salió de Samaria en aquel tiempo y pasó revista a todo Israel. 7 Y partiendo, envió a decir a Josafat rey de Judá: El rey de Moab se ha rebelado contra mí; subirás tú conmigo a la guerra contra Moab? Y respondió: , subiré; lo mismo soy yo que tú, lo mismo mi pueblo que tu pueblo, lo mismo mis caballos que tus caballos. 8 Y preguntó: ¿Por cuál camino subiremos? Y contestó Joram: Por el camino del desierto de Edom. 9 Partieron pues el rey de Israel y el rey de Judá, juntamente con el rey de Edom; y dieron una vuelta, jornada de siete días; y no había agua para el ejército y para las bestias que iban con ellos. 10 Entonces dijo el rey de Israel: ¡Ay de nosotros! porque Jehová ha convocado a estos tres reyes para entregarlos en mano de Moab! 11 Entonces preguntó Josafat: ¿No habrá aquí algún profeta de Jehová, por medio de quien podamos consultar a Jehová? Y respondió uno de los siervos del rey de Israel, diciendo: Aquí está Eliseo hijo de Safat, que echaba agua sobre las manos de Elías. 12 Y dijo Josafat: El tiene oráculo de Jehová. Descendieron pues a donde él estaba el rey de Israel y Josafat y el rey de Edom. 13 Entonces dijo Eliseo al rey de Israel: ¿Qué tengo yo que ver contigo? ¡Véte a los profetas de tu padre, y a los profetas de tu madre! Y le dijo el rey de Israel: ¡No tal; porque Jehová ha convocado a estos tres reyes para entregarlos en manos del rey de Moab! 14 Entonces dijo Eliseo: ¡Vive Jehová de los Ejércitos, delante de quien yo estoy en pie, cual siervo suyo, que si yo no tuviera respeto a la persona de Josafat rey de Judá, no miraría hacia ti, ni te viera! 15 Ahora pues, traedme un tañedor. Y fué así que mientras tocaba el tañedor, estuvo sobre el profeta la mano de Jehová. 16 Y dijo: Así dice Jehová: Haced en este valle fosos y más fosos; 17 porque así dice Jehová: No veréis viento, ni veréis lluvia; y sin embargo este valle se llenará de aguas, y beberéis vosotros, y vuestros ganados, y vuestras bestias. 18 Y aun esto es cosa liviana a los ojos de Jehová; porque entregará a Moab en vuestra mano: 19 y heriréis a filo de espada todas las plazas fuertes, y todas las ciudades hermosas; también tumbaréis todo árbol bueno, y cegaréis todos los manantiales de aguas; y a todo campo fértil lo arruinaréis con piedras.

20 Y aconteció que por la mañana, al tiempo de ofrecerse la oblación matutina, ¡he aquí las aguas que venían por el camino de Edom! y llenóse el país de aguas. 21 Y cuando todos los Moabitas oyeron que subían los reyes a pelear contra ellos, fueron convocados todos los que eran capaces de tomar armas, y para arriba, y se pusieron a esperarlos en la frontera. 22 Y cuando se levantaron por la mañana, luego que el sol derramó sus rayos sobre las aguas, vieron los Moabitas al frente de sí las aguas rojas como sangre; 23 y decían: ¡Esta es sangre! ¡seguramente han peleado entre sí los reyes, y han herido cada cual a su compañero! ¡Ahora pues a la presa, oh Moab! 24 Mas como llegasen al campamento de Israel, los Israelitas se pusieron en pie, e hirieron a los Moabitas, los cuales huyeron delante de ellos: y entraron tierra adentro, hiriendo a los Moabitas. 25 Y seguían derribando las ciudades, y sobre todo campo fértil echaban cada cual su piedra, llenándolo así de ellas; y cegaban todos los manantiales de agua, y tumbaban todo árbol bueno; hasta tanto que en Kir-hare-set no dejaron más que las piedras de ella; bien que los honderos la rodearon, e hiriéronla. 26 Y cuando vió el rey de Moab que la batalla era demasiado recia para él, tomó consigo setecientos hombres que sacaban espada, para abrirse paso al rey de Edom; mas no pudo. 27 Por lo cual tomó a su hijo, el primogénito, que debía de reinar en su lugar, y le ofreció en holocausto sobre el muro. Y hubo grande indignación contra Israel: y éstos levantaron el campamento de en contra de él, y se volvieron a su país.

Capítulo 4

1 Y CIERTA mujer de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido es muerto, (y sabes que tu siervo era temeroso de Jehová); y el acreedor ha venido con el fin de llevarse mis dos hijos por siervos. 2 Entonces le dijo Eliseo: ¿Qué podré yo hacer por ti? Dime ¿qué tienes en casa? Y ella respondió: Nada tiene tu sierva en casa sino una botija de aceite. 3 Y él dijo: Vé, pide prestadas, para tu uso, vasijas de afuera, de parte de todas tus vecinas, vasijas vacías; no dejes que sean pocas. 4 Luego vendrás, y cerrarás la puerta sobre ti y tus hijos, y vaciarás el aceite en todas aquellas vasijas; y en llenándose, las pondrás aparte. 5 Ella pues se retiró de él, y cerró la puerta sobre sí y sus hijos; ellos le llegaban las vasijas, y ella las iba llenando. 6 Y aconteció que estando ya todas llenas, dijo a su hijo: Alcánzame otra vasija más. Y él le respondió: No hay más vasija. Entonces se detuvo el aceite. 7 Luego ella fué, y se lo dijo al varón de Dios. Y él respondió: Vé, vende el aceite, y paga tus deudas; y tú y tus hijos viviréis de lo sobrante.

8 Y aconteció que un día pasó Eliseo hasta Sunem, donde había una mujer principal; y ella le hizo instancias para que comiese pan. Y sucedió después, siempre que pasaba, que se desviaba hacia allá para comer pan. 9 Por lo cual ella dijo a su marido: He aquí, ya entiendo que éste que pasa de continuo cerca de nosotros es un santo varón de Dios. 10 Ruégote pues que hagamos un cuartito en lo alto, sobre la pared de la casa; y pongamos para él allí una cama, y una mesa, y una silla, y un candelero; y será que siempre que venga a nosotros, se recogerá en él. 11 Aconteció pues cierto día, que llegó allá, y recogiéndose en el cuarto, acostóse allí. 12 Luego dijo a Giezi, su criado: Llama a esta sunamita. Él pues la llamó; y ella se presentó delante de él. 13 Entonces Eliseo le dijo a él: Quiero que le digas de mi parte: He aquí, te has afanado por nosotros con todo este esmero; ¿qué hay pues que hacer por ti? ¿Has menester que yo hable por ti al rey, o al jefe del ejército? A lo cual ella respondió: En medio de mi propio pueblo yo habito. 14 Entonces él dijo: ¿Que hay que hacer pues por ella? Y dijo Giezi: A la verdad que ella no tiene hijo, y su marido es ya viejo. 15 Él dijo pues: Llámala; y habiéndola llamado, ella se detuvo en la puerta. 16 Y él le dijo: A este tiempo el año que viene tú abrazarás un hijo. Mas ella respondió: No, señor mío, varón de Dios, no digas mentira a tu sierva. 17 En efecto, concibió la mujer y parió un hijo a ese tiempo, el año siguiente, como le había dicho Eliseo.

18 Y era ya bastante grande el niño, cuando sucedió un día que salió a su padre, a donde estaban los segadores. 19 Y dijo a su padre: ¡Mi cabeza! ¡mi cabeza! Y él dijo al mozo: Álzale, llévale a su madre. 20 Alzóle pues, y le trajo a su madre; y él estuvo sentado sobre sus rodillas hasta el mediodía, cuando murió. 21 Entonces ella subió, y le acostó sobre la cama del varón de Dios; luego cerró sobre él la puerta, y salió. 22 En seguida clamó a su marido, diciendo: Ruégote que me mandes uno de los mozos, y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios; y luego volveré. 23 Mas él dijo: ¿Por qué vas a verle hoy? no es nueva luna, ni es sábado. Pero ella respondió: Estará bien. 24 Hizo pues aparejar el asna, y dijo al mozo: ¡Arrea, y anda! no me detengas en el tránsito, sino cuando yo te lo diga.

25 Caminó pues, y vino al varón de Dios en el monte Carmelo. Mas cuando el varón de Dios la vió desde lejos, dijo a Giezi su criado: ¡He allí a esa Sunamita! 26 Ruégote que vayas corriendo a recibirla, y le dirás: ¿Te va bien a ti? ¿le va bien a tu marido? ¿le va bien al niño? Y ella contestó: ¡Bien! 27 Pero luego que llegó al varón de Dios en el monte Carmelo, ella le trabó de los pies. Entonces llegóse Giezi para echarla; mas díjole el varón de Dios: ¡Suéltala! porque su alma está acongojada dentro de ella, y Jehová me tiene encubierta la causa, y no me la ha revelado. 28 Entonces ella dijo: ¿Acaso pedí yo un hijo a mi señor? ¿No te dije: No me engañes? 29 Con lo cual él dijo a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi báculo en tu mano, y véte. Si alguno te encontrare, no le saludes; y si alguno te saludare, no le respondas: y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño. 30 Empero la madre del niño le dijo: ¡Vive Jehová, y vive tu alma, que no me apartaré de ti! Levantóse pues, y la siguió. 31 Mas Giezi pasó delante de ellos, y puso el báculo sobre el rostro del muchacho; pero no hubo voz, ni quien diese atención; por lo cual tornó a encontrarle, y se lo avisó, diciendo: ¡No ha despertado el niño! 32 Llegó entonces Eliseo a la casa, y ¡he aquí al niño muerto, tendido sobre su misma cama! 33 Y entrado que hubo, cerró la puerta sobre ellos dos, y oró a Jehová. 34 Subió después encima de la cama, y acostóse sobre el niño, y puso su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre sus manos, y tendióse así sobre él: y calentóse la carne del niño. 35 Luego volvió y anduvo por la casa, para acá y para allá. Subió entonces, y tendióse sobre él: y estornudó el muchacho siete veces; y abrió el muchacho los ojos. 36 Llamando pues Eliseo a Giezi le dijo: Llama a esta Sunamita. Y habiéndola llamado, ella vino a él; y dijo Eliseo: ¡Alza a tu hijo! 37 Entonces ella entró dentro, y cayó a sus pies, postrándose en tierra; luego alzó a su hijo y salió.

38 Y Eliseo se volvió a Gilgal. Había entonces hambre en el país; y estando los hijos de los profetas sentados delante de él, dijo a su criado: Pon la olla grande, y cuece potaje para los hijos de los profetas. 39 Salió entonces alguno al campo para coger verduras; y hallando una vid silvestre, cogió de ella calabazas silvestres, cuantas cupiesen en la doblez de su ropa: y vino, y rajándolas, las echó en la olla del potaje; pues no sabían lo que eran. 40 Sirvieron pues a los hombres para que comiesen; pero sucedió que mientras comían del potaje, todos ellos alzaron el grito, diciendo: ¡Hay muerte en la olla, oh varón de Dios! Y no lo pudieron comer. 41 Mas él dijo: Traed harina: y la echó en la olla. Entonces dijo: Sirve a la gente para que coma; y no hubo ya mal en la olla.

42 Y llegó un hombre de Baal-salisa que trajo al varón de Dios panes de primicias, (veinte panes de cebada, con espigas de trigo nuevo), en su alforja. Y él dijo: Dáselo a la gente, para que coma. 43 Mas respondió su asistente: ¡Qué! ¿tengo de poner esto delante de cien hombres? A lo que dijo Eliseo: Dáselo a la gente para que coma; porque así dice Jehová: Comerán, y les sobrará. 44 Él pues lo puso delante de ellos, y comieron; y les sobró, conforme a la palabra de Jehová.

Capítulo 5

1 Y NAAMÁN, jefe del ejército del rey de Siria, era un grande hombre para con su señor, y en alta estimación; pues que por su medio Jehová había salvado la Siria; y este hombre era guerrero esforzado; mas era leproso. 2 Y los Siros habían salido en guerrillas, y habían traído cautiva de la tierra de Israel una jovencita, la cual asistía á la mujer de Naamán. 3 Y dijo un día a su señora: ¡Ojalá que mi amo se presentara delante del profeta que hay en Samaria! pues él le sanaría de su lepra. 4 Y entró alguno y se lo avisó a su señor, diciendo: Así y así ha dicho la muchacha que vino de la tierra de Israel. 5 Y dijo el rey de Siria: ¡Ea, anda! que yo enviaré una carta al rey de Israel. Partió pues Naamán, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil siclos de oro, y diez mudas de vestidos. 6 Y llevó la carta al rey de Israel; la cual decía así: Ahora pues, cuando llegare a ti esta carta, sabrás que, he aquí, yo he enviado a ti a Naamán, siervo mío, para que tú le sanes de su lepra. 7 Y sucedió que como el rey de Israel leyese la carta, rasgó sus vestidos, diciendo: ¿Soy yo acaso Dios, que hace morir y que da vida, para que éste envíe a mí, a fin de que yo sane a un hombre de su lepra? Empero ruegoos tan sólo que consideréis y veáis cómo éste anda buscando pretextos contra mí.

8 Mas aconteció que cuando Eliseo, el varón de Dios, supo que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió al rey, diciendo: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Ruégote venga él a mí, y sabrá que hay profeta en Israel. 9 Naamán pues vino con sus caballos, y con su carro de guerra, y paróse a la puerta de la casa de Eliseo. 10 Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Anda, lávate siete veces en el Jordán, y se volverá sana tu carne, y serás limpio. 11 Mas Naamán estalló en ira, y se fué, diciendo: ¡He aquí que yo pensaba que seguramente él hubiera salido a recibirme, y que, puesto de pie, hubiera invocado el nombre de Jehová su Dios; y que pasando su mano sobre la parte llagada, sanaría la lepra! 12 Por ventura Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podré lavarme en ellos y ser limpio? Por lo cual volvió su rostro y se fué, ardiendo en ira.

13 Entonces se llegaron a él sus siervos, y hablaron con él, diciendo: Padre mío, si el profeta te hubiera mandado hacer alguna gran cosa, ¿no deberías hacerla? ¿Cuánto más pues cuando te dice: Lávate, y quedarás limpio? 14 Con lo cual él descendió, y bañóse en el Jordán siete veces, conforme al dicho del varón de Dios, y se volvió su carne como la carne de un niño pequeño, y quedó limpio. 15 Entonces volviéndose con toda su comitiva al varón de Dios, entró, y se presentó delante de él, y dijo: He aquí, yo ya conozco que no hay Dios en toda la tierra sino sólo en Israel. Ahora pues acepta, te lo ruego, un regalo de parte de tu siervo. 16 Mas él respondió: ¡Vive Jehová, delante de quien yo estoy en pie, que no lo admitiré! Y el otro porfió con él para que lo aceptara; mas él rehusó. 17 Luego dijo Naamán: Pues si no, ruégote que de la tierra de Israel se dé a tu siervo lo que puedan cargar un par de mulos; porque tu siervo de aquí en adelante no ofrecerá holocausto ni sacrificio a otro dios sino sólo a Jehová. 18 En esto, sin embargo, perdone Jehová a tu siervo: que cuando éntre mi señor a la casa de Rimón, para adorar allí, y él se apoye en mi mano, y yo tenga que inclinarme así en casa de Rimón, cuando yo me incline en casa de Rimón, perdone Jehová a tu siervo de esto. 19 Y él le dijo: Véte en paz. Fuése pues de él algún trecho.

20 Entonces Giezi, criado de Eliseo varón de Dios, dijo para consigo. He aquí que mi amo ha perdonado á este siro Naamán, en no admitir de su mano lo que le había traído. ¡Vive Jehová! que correré yo tras él, y tomaré de él alguna cosa. 21 Giezi pues fue en seguimiento de Naamán. Y cuando Naamán le vió corriendo en su alcance, bajóse de su carro para ir á recibirle, diciendo ¿Va todo bien? 22 Y él respondió: Bien va. Mi amo me ha enviado a decir: He aquí que ahora mismo acaban de llegar de la serranía de Efraim dos jóvenes, de los hijos de los profetas; ruégote les des a ellos un talento de plata, y dos mudas de vestidos. 23 Dijo empero Naamán: Consiente y toma dos talentos. Y le instó, y amarró dos talentos de plata en dos talegas, con dos mudas de vestidos; y diólo a dos mozos suyos para que lo llevasen delante de él. 24 Mas cuando llegó a la colina, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en casa; luego despachó a los hombres, y ellos se fueron. 25 Entonces él entró, y se estuvo en pie junto á su amo. Y le dijo Eliseo: ¿De dónde vienes? A lo que respondió: No ha ido tu siervo a ninguna parte. 26 Mas él le dijo: ¿No iba mi corazón contigo cuando el hombre volvió atrás, saltando de su carro para recibirte? ¿Es tiempo éste por ventura de recibir dinero, y de recibir ropas, y olivares, y viñas, y ovejas, y bueyes, y siervos, y siervas? 27 Por lo tanto la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu linaje para siempre. Y salió de su presencia leproso, blanco como la nieve.

Capítulo 6

1 Y LOS hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí que el lugar donde nos sentamos delante de ti, es muy estrecho para nosotros. 2 Vayamos, si te parece, al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga, y hagámonos allí un local donde habitemos. Y él respondió: ¡Id! 3 Mas uno de ellos le dijo: Ruégote consientas y vengas con tus siervos. A lo que dijo: Yo iré. 4 Fuése pues con ellos; y llegado que hubieron al Jordán, cortaron la madera. 5 Pero aconteció que mientras uno de ellos cortaba un árbol, el hierro se le cayó al agua; y él clamó, diciendo: ¡Ay, señor mío, y era cosa prestada! 6 Y dijo el varón de Dios: ¿A dónde cayó? Y habiéndosele enseñado el lugar, cortó un palo, y lo echó allí; y nadó el hierro. 7 Y dijo: Tómalo: y él alargando la mano, lo tomó.

8 Y el rey de Siria estaba en guerra contra Israel; y consultó con sus siervos, diciendo: En tal y tal parte voy a poner mi campamento. 9 Entonces vino el varón de Dios al rey de Israel, diciendo: Guárdate de pasar por tal parte; que por allí mismo van a bajar los Siros. 10 Envió pues el rey de Israel al lugar que le había indicado el varón de Dios, y de que le había amonestado; y se resguardó allí no una vez, ni dos. 11 Y estaba muy turbado el corazón del rey de Siria con motivo de esto; y llamando a sus siervos, les dijo: ¿No queréis decirme quién de nosotros es por el rey de Israel? 12 Dijo entonces uno de sus siervos: Ninguno, oh rey, señor mío; sino que Eliseo, el profeta que hay en Israel, declara al rey de Israel las palabras que tú dices en tu cámara de dormir. 13 Por lo cual él dijo: Id y averiguad en dónde está, y enviaré a prenderle. Y le avisaron, diciendo: He aquí, está en Dotán. 14 El pues envió allí caballos y carros de guerra, y un ejército formidable; los cuales vinieron de noche y cercaron la ciudad 15 Y cuando se levantó muy de mañana el criado del varón de Dios, y hubo salido fuera, he aquí el ejército que cercaba la ciudad en derredor, con los caballos y los carros. Entonces le dijo su criado: ¡Ay, señor mío! ¿qué hemos de hacer? 16 Pero él respondió: No tengas temor; porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. 17 Y oró Eliseo, diciendo: ¡Jehová, ruégote le abras los ojos, para que pueda ver! Y Jehová abrió los ojos del mozo, y vió; ¡y he aquí que el cerro estaba lleno de caballos y carros de fuego en derredor de Eliseo! 18 Y cuando los Siros bajaron contra él, Eliseo oró a Jehová, y dijo: ¡Ruégote que hieras esta gente con ceguera! En efecto, Jehová los hirió con ceguera, conforme al dicho de Eliseo. 19 Entonces les dijo Eliseo: No es este el camino, ni es esta la ciudad. Seguidme, y yo os llevaré al hombre que buscáis. Y los llevó a Samaria. 20 Y aconteció que cuando llegaron a Samaria, Eliseo dijo: ¡Jehová, abre los ojos de estos hombres para que vean! Jehová pues abrió sus ojos, y vieron; ¡y he aquí que estaban en medio de Samaria! 21 Entonces el rey de Israel, luego que los vió, dijo a Eliseo: ¿Los heriré, los heriré, padre mío? 22 Mas él dijo: No los hieras; ¿herirás tú acaso lo que has cautivado con tu arco y con tu espada? Pon delante de ellos pan y agua, para que coman y beban, y se vayan a su señor. 23 El pues les hizo una gran comida; y comieron y bebieron; luego los dejó ir, y se fueron a su señor. Y por entonces las guerrillas de los Siros no volvieron más a entrar en el país de Israel.

24 Y sucedió después de esto que Ben-hadad, rey de Siria, juntó todo su ejército, y subió y puso sitio a Samaria. 25 Y el hambre vino a ser gravísima en Samaria; porque he aquí que la sitiaron hasta que se vendía una cabeza de asno en ochenta siclos de plata, y la cuarta parte de un cabo del garbanzo estiércol de paloma, en cinco siclos de plata. 26 Y aconteció que un día el rey de Israel iba pasando sobre el muro, cuando una mujer clamó a él, diciendo: ¡Socorro, oh rey, señor mío! 27 A lo que dijo él: Cuando no te socorra Jehová, ¿de dónde te he de socorrer yo? ¿de la era, o del lagar? 28 Y le dijo el rey: ¿Qué tienes? Y ella contestó: Esta mujer me dijo: Da acá tu hijo para que le comamos hoy, y mañana comeremos a mi hijo. 29 Cocimos pues a mi hijo, y le comimos; mas cuando yo le dije a ella al otro día: Da acá a tu hijo, para que le comamos, ella escondió a su hijo. 30 Y sucedió que cuando oyó el rey las palabras de aquella mujer, rasgó sus vestidos; y como iba pasando sobre el muro, vió el pueblo que, he aquí, traía saco interiormente sobre sus carnes. 31 Dijo entonces el rey: ¡Así haga Dios conmigo, y más aún, si quedare la cabeza de Eliseo hijo de Safat sobre él hoy! 32 Entretanto Eliseo estaba sentado en su casa, y los ancianos de la ciudad estaban sentados con él; y envió el rey un hombre a este efecto. Mas antes que llegara el enviado a donde él estaba, dijo Eliseo a los ancianos: ¡Ved cómo ha enviado aquel hijo de homicida a quitarme la cabeza! Mirad que cuando llegue el enviado, le cerréis la puerta, y le rechacéis con la puerta misma; ¿acaso no se oye en pos de él el sonido de los pies de su señor? 33 Aun hablaba él con ellos, cuando, he aquí, acabó de llegar el enviado a donde él estaba, y el rey en pos de él; quien dijo: He aquí que esta calamidad es de parte de Jehová; ¿para qué tengo de esperar a Jehová más?

Capítulo 7

1 A LO que respondió Eliseo: ¡Oíd el oráculo de Jehová! Así dice Jehová: Como a estas horas el día de mañana, el seah de flor de harina se venderá por un siclo, y dos seahs de cebada por un siclo, en la puerta de Samaria. 2 Entonces el capitán sobre cuya mano el rey se apoyaba, contestó al varón de Dios, y dijo: He aquí, aun cuando hiciera Jehová compuertas en el cielo, ¿acaso pudiera suceder esto? Y le respondió: He aquí que tú lo verás con tus ojos, más no comerás de ello.

3 Había pues cuatro hombres leprosos a la entrada de la puerta de la ciudad, los cuales dijeron unos a otros: ¿Qué hacemos sentados aquí hasta que muramos? 4 Si dijéremos: Entremos en la ciudad, el hambre está dentro de la ciudad, y moriremos allí: y si nos sentamos aquí, moriremos también: ahora pues, pasémonos al campamento de los Siros: si ellos nos concedieren la vida, viviremos; y si nos hicieren morir, tan sólo moriremos. 5 Levantáronse pues en el crepúsculo vespertino, para irse al campamento de los Siros; y al llegar a un extremo del campamento de los Siros, ¡he aquí que no había allí ninguno! 6 Porque el Señor había hecho que el ejército de los Siros oyese estruendo de carros, y estruendo de caballos, es decir, el estruendo de un gran ejército; de modo que decían el uno al otro: ¡He aquí que el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los Heteos y a los reyes de los Egipcios, para que vengan contra nosotros! 7 Por lo cual se levantaron y echaron a huir en el crepúsculo vespertino, abandonando sus tiendas y sus caballos y sus asnos, en fin, el campamento tal cual estaba, y huyeron por sus vidas. 8 Llegaron pues aquellos leprosos al extremo del campamento, y entraron en una tienda, y comieron y bebieron; y llevaron de allí plata y oro y vestidos; y se fueron y lo escondieron. En seguida tornaron, y entrando en otra tienda, llevaron de allí también; y se fueron y lo escondieron. 9 Entonces decían el uno al otro: No es bueno lo que hacemos. Este día es día de albricias; si pues guardamos silencio y esperamos hasta la luz de la mañana, entonces nuestra iniquidad nos alcanzará. Venid pues, vamos a dar parte de ello en casa del rey. 10 En efecto, se fueron, y llamando al portero de la ciudad, les avisaron a él y a los demás, diciendo: Acabamos de ir al campamento de los Siros; y he aquí que no había allí nadie, ni voz de persona alguna, sino los caballos atados, y los asnos atados, y las tiendas lo mismo que estaban antes. 11 Entonces él llamó a los porteros; y éstos avisaron a la casa del rey adentro. 12 Levantóse luego el rey, de noche, y dijo a sus siervos: Yo os diré lo que nos han hecho los Siros. Ellos saben que estamos hambrientos; por lo cual han salido del campamento para esconderse en el campo, diciendo: Cuando salgan de la ciudad, los prenderemos vivos, y entraremos en la ciudad.

13 Entonces respondió uno de sus siervos, diciendo: Tómense, si bien te parece, cinco de los caballos restantes que han quedado en la ciudad, (he aquí que ellos son como toda la multitud de Israel que ha quedado en ella; he aquí que ellos son como toda la multitud de Israel, la cual está ya acabada), y enviemos, y veremos. 14 Y tomaron dos carros con caballos, y envió el rey en seguimiento del ejército de los Siros, diciendo: Id y ved. 15 Los siguieron pues hasta el Jordán; y he aquí que todo el camino estaba lleno de vestidos y de enseres, que los Siros habían desechado en la fuga precipitada. Y volvieron los enviados y se lo avisaron al rey. 16 Entonces salió el pueblo, y saqueó el campamento de los Siros: y así fué que en efecto se vendió un seah de flor de harina por un siclo, y dos seahs de cebada por un siclo, conforme a la palabra de Jehová. 17 Y el rey dió a aquel capitán en cuyo brazo él se apoyaba cargo de la puerta; y atropellóle el pueblo en la puerta, de modo que murió; conforme había dicho el varón de Dios que habló cuando bajó el rey a donde él estaba. 18 Porque cuando el varón de Dios habló al rey, diciendo: dos seahs de cebada por un siclo, y un seah de flor de harina por un siclo, habrá mañana, como a estas horas, en la puerta de Samaria, 19 aquel capitán respondió al varón de Dios, diciendo: He aquí, aun cuando Jehová hiciese compuertas en el cielo, ¿acaso pudiera suceder esto? y él le respondió: He aquí que tú lo verás con tus ojos, mas de ello no comerás. 20 Y así mismo le acaeció; porque el pueblo le atropelló en la puerta de manera que murió.

Capítulo 8

1 Y ELISEO avisó a la mujer cuyo hijo él había resucitado, diciendo: Levántate y véte, tú y tu casa, a habitar temporalmente en dondequiera que puedas; porque Jehová ha llamado el hambre; la cual también vendrá sobre el país por siete años. 2 Levantóse entonces la mujer, e hizo conforme al dicho del varón de Dios; pues se fué, ella y su casa, y habitó en el país de los Filisteos siete años. 3 Y aconteció que al fin de los siete años, volvió la mujer del país de los Filisteos; y salió a reclamar ante el rey su casa y su campo. 4 Y el rey estaba hablando con Giezi, criado del varón de Dios, y le había dicho: Ruégote me refieras todas las maravillas que ha hecho Eliseo. 5 Y él le estaba contando al rey de cómo había resucitado a un muerto, cuando he aquí a la mujer misma, cuyo hijo el profeta había resucitado, la cual venía a reclamar ante el rey su casa y su campo. Con lo cual dijo Giezi: ¡Oh rey, señor mío, ésta es la mujer, y éste su hijo a quien resucitó Eliseo! 6 En seguida le preguntó el rey a la mujer, y ella se lo contó. Entonces el rey le señaló cierto camarero, diciendo a éste: Haz que se le restituya todo lo suyo, con todos los frutos de su campo, desde el día que dejó el país hasta ahora.

7 Y fué Eliseo a Damasco; y Ben-hadad rey de Siria estaba enfermo. Y le fué dado aviso, diciendo: Acaba de llegar acá el varón de Dios. 8 Entonces dijo el rey a Hazael: Toma contigo un regalo, y véte a recibir al varón de Dios, y consulta a Jehová por medio de él, diciendo: ¿Sanaré de esta enfermedad? 9 Fué pues Hazael a recibirle, llevando consigo, por regalo, de todo lo más precioso de Damasco, la carga de cuarenta camellos: y vino y se presentó delante de él, diciendo: Tu hijo Ben-hadad, rey de Siria, me ha enviado a ti a preguntar: ¿Sanaré de esta enfermedad? 10 A lo que le dijo Eliseo: Véte, dile: De ella podrás ciertamente sanar; y sin embargo me ha revelado Jehová que él ciertamente morirá. 11 Luego fijó su semblante contemplándole, y se mantuvo así hasta que el otro se llenó de confusión: también lloró el varón de Dios. 12 Por lo cual le dijo Hazael: ¿Por qué llora mi señor? Y él respondió: Porque yo sé el mal que tú vas a hacer a los hijos de Israel: sus plazas fuertes entregarás a las llamas, y sus mancebos matarás a cuchillo, y estrellarás sus pequeñitos, y rajarás sus mujeres preñadas. 13 A lo cual respondió Hazael: Pues ¿quién es tu siervo, perro como soy, para que él haga esta cosa tan grande? Entonces le dijo Eliseo: Jehová me ha hecho verte a ti rey de Siria. 14 Él pues partió de Eliseo y volvió a su señor; el cual le preguntó: ¿Qué te ha dicho Eliseo? Y él contestó: Me ha dicho que ciertamente sanarás. 15 Mas aconteció que al otro día tomó un paño, y mojándolo en agua, lo tendió sobre el rostro del rey, de manera que murió; y reinó Hazael en su lugar.

16 Y en el año quinto de Joram hijo de Acab, rey de Israel, y siendo Josafat aún rey de Judá, comenzó a reinar Joram hijo de Josafat, rey de Judá. 17 De edad de treinta y dos años era cuando entró a reinar, y ocho años reinó en Jerusalem. 18 Y anduvo en los caminos de los reyes de Israel, conforme a lo que hacía la casa de Acab; porque la hija de Acab era su mujer; hizo pues lo que era malo a los ojos de Jehová. 19 Pero Jehová no quiso destruir a Judá, por causa de David su siervo, según le había prometido que le daría siempre una lámpara a él y a sus hijos. 20 En sus días rebelóse Edom, saliendo de bajo el dominio dé Judá; y constituyeron los Idumeos sobre sí un rey. 21 Joram pues pasó a Zair, y todos los carros de guerra con él: Y sucedió que levantándose de noche, hirió a los Idumeos, que le habían cercado a él y a los capitanes de los carros; de modo que huyó la gente a sus estancias. 22 Con todo rebelóse Edom, y salió de bajo el dominio de Judá hasta el día de hoy. Entonces rebelóse la ciudad de Libna al mismo tiempo. 23 Y las demás cosas de Joram, y todo lo que hizo, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 24 Y yació Joram con sus padres, y fué enterrado con sus padres en la ciudad de David; y reinó Ocozías su hijo en su lugar.

25 En el año doce de Joram hijo de Acab, rey de Israel, comenzó a reinar Ocozías hijo de Joram, rey de Judá. 26 De edad de veinte y dos años era Ocozías cuando entró a reinar, y un año reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Atalia, hija de la casa de Omri rey de Israel. 27 Y anduvo en el camino de la casa de Acab, e hizo lo que era malo a los ojos de Jehová, como la casa de Acab; porque era yerno de la casa de Acab. 28 Y fué con Joram hijo de Acab a la guerra contra Hazael rey de Siria, en Ramot-galaad, donde los Siros hirieron a Joram. 29 Por lo cual volvió el rey Joram para curarse en Jezreel de las heridas que le habían hecho los Siros en Ramá, cuando peleaba contra Hazael rey de Siria: y Ocozías hijo de Joram, rey de Judá, descendió a visitar a Joram hijo de Acab, en Jezreel, porque estaba allí enfermo.

Capítulo 9

1 ENTONCES el profeta Eliseo llamó a uno de los hijos de los profetas, y le dijo: Ciñe tus lomos, y tomando esta redoma de aceite en tu mano, anda a Ramot-galaad; 2 y llegado que hubieres allá, buscarás a Jehú hijo de Josafat, hijo de Namsi; y llegándote a él, harás que se levante de en medio de sus hermanos, y le llevarás a una cámara de adentro: 3 en seguida tomarás la redoma de aceite, y la derramarás sobre su cabeza, diciendo: Así dice Jehová: Yo te he ungido por rey de Israel. Luego abrirás la puerta y huirás; no esperes más. 4 Se fué pues el joven, criado del profeta, a Ramot-galaad; 5 y llegado que hubo, he aquí que los capitanes del ejército estaban sentados juntos; y él dijo: ¡Tengo un recado para ti, capitán! Y dijo Jehú: ¿Para cuál de todos nosotros? Y él respondió: ¡Para ti, oh capitán! 6 Jehú pues se puso en pie, y entró dentro de la casa; y el otro derramó el aceite sobre su cabeza, y le dijo: Así dice Jehová, el Dios de Israel: Yo te he ungido por rey sobre el pueblo de Jehová, sobre Israel. 7 Y herirás la casa de Acab tu señor, para que yo vengue la derramada sangre de mis siervos los profetas, y la derramada sangre de todos los siervos de Jehová, a mano de Jezabel. 8 Y perecerá toda la casa de Acab; y destruiré de Acab hasta los perros; tanto lo precioso como lo vil en Israel. 9 Y pondré la casa de Acab como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ahías. 10 Y a Jezabel la comerán los perros en el campo de Jezreel, sin que haya quien la entierre. Luego abrió la puerta y echó a huir.

11 Entonces Jehú salió a donde estaban los siervos de su señor; y uno le dijo: ¿Va todo bien? ¿Para qué vino a ti aquel loco? Y él le dijo: Vosotros conocéis al hombre y su recado sabéis. 12 A lo que dijeron ellos: ¡Mentira! Rogámoste nos lo digas. Y él respondió: Tal y tal cosa me habló, diciendo: Así dice Jehová: Yo te he ungido por rey de Israel. 13 Entonces ellos se dieron prisa, y tomando cada uno su vestido, los pusieron debajo de él, sobre el armazón de la escalera; y tocaron trompeta, diciendo: ¡Jehú es rey! 14 De este modo conspiró Jehú hijo de Josafat, hijo de Namsi, contra Joram. (Es de saber que Joram estaba sitiando a Ramot-galaad, él y todo Israel, a causa de Hazael rey de Siria; 15 y había vuelto el rey Joram para curarse en Jezreel de las heridas que le habían hecho los Siros, cuando estaba peleando contra Hazael rey de Siria.) Entonces dijo Jehú: Si es vuestro parecer, no salga ninguno, huyendo de la ciudad, para dar las nuevas en Jezreel. 16 Montó luego Jehú en su carro de guerra, y dirigióse a Jezreel; porque Joram estaba en cama allí; y Ocozías rey de Judá había descendido a visitar a Joram. 17 En esto, el atalaya que estaba sobre la torre en Jezreel, vió la comitiva de Jehú que venía; y dijo: ¡Estoy viendo un tropel de gente! Entonces dijo Joram: Toma un jinete y envía a encontrarlos, y pregunta: ¿Hay paz? 18 Fué pues un soldado, a caballo, a encontrarle; y dijo: Así dice el rey: ¿Hay paz? Y respondió Jehú: ¿Que tienes tú que ver con la paz? vuelve en pos de mí. De lo cual el atalaya dió aviso, diciendo: Llegó el mensajero hasta ellos, mas no vuelve. 19 De nuevo envió otro de a caballo; el cual en llegando a ellos, dijo: Así dice el rey: ¿Hay paz? A lo que dijo Jehú: ¿Qué tienes tú que ver con la paz? vuelve en pos de mí. 20 Luego avisó el atalaya, diciendo: Llegó hasta ellos, mas no vuelve: y el arrear se parece al de Jehú, hijo de Namsi, porque arrea los caballos como un loco. 21 Entonces dijo Joram: ¡Únzase el carro! Uncieron pues su carro; y salieron Joram rey de Israel y Ocozías rey de Judá, cada cual en su carro, dirigiéndose al encuentro de Jehú; y en efecto le encontraron en la porción del campo de Nabot jezreelita. 22 Y aconteció que cuando Joram vió a Jehú, le dijo: ¿Hay paz, Jehú? A lo que él respondió: ¿Qué paz, mientras duren las fornicaciones de Jezabel, tu madre, y sus muchas hechicerías? 23 Entonces volvió Joram las riendas, y echó a huir, diciendo a Ocozías: ¡Traición, Ocozías! 24 En esto Jehú entesó su arco cuanto pudo, e hirió a Joram por entre las espaldas, de modo que le atravesó la flecha el corazón; y él cayó en su carro. 25 Entonces dijo Jehú a Bidcar, capitán suyo: Álzale y échale en la porción del campo que era de Nabot jezreelita; pues acuérdate de que cuando yo y tú íbamos juntos en un carro siguiendo a Acab su padre, Jehová le impuso esta carga profética: 26 Por cierto, dice Jehová, yo ví ayer la derramada sangre de Nabot y la de sus hijos; y te lo voy a recompensar en este mismo terreno, dice Jehová. Ahora pues, álzale y échale en este terreno, conforme a la palabra de Jehová.

27 Entonces Ocozías rey de Judá, al ver esto, echó a huir por el camino de la Casa del Huerto; mas siguió tras él Jehú, exclamando: ¡También a éste heridle en el carro! lo cual hicieron en la subida de Gur, que está junto a Jibleam; y huyó a Meguido, y murió allí. 28 Y le llevaron sus siervos en un carro a Jerusalem, y le enterraron en su sepulcro, junto con sus padres, en la ciudad de David. 29 Y en el año undécimo de Joram hijo de Acab había comenzado a reinar Ocozías sobre Judá.

30 Entró pues Jehú en Jezreel. Y cuando oyó Jezabel lo sucedido, se pintó los ojos con antimonio, y adornando su cabeza, se puso a mirar desde una ventana. 31 Y como Jehú venía entrando por la puerta, ella dijo: ¿Lo pasó bien Zimri, que mató a su señor? 32 Mas él, alzando la cara hacia la ventana, dijo: ¿Quién hay de mi parte; quién? Y se le asomaron dos o tres camareros. 33 Y él dijo: ¡Echadla abajo! y la echaron; y su sangre salpico en la pared y en los caballos: y él mismo la holló. 34 Luego entró en la casa, y comió y bebió; después dijo: Ruégoos miréis por aquella maldita, y dadle sepultura; que al fin es hija de rey. 35 Fueron pues a enterrarla; pero no hallaron de ella más que la calavera y los pies y las palmas de las manos. 36 Volvieron pues, y se lo avisaron. Y él respondió: Oráculo de Jehová es este, que él habló por conducto de su siervo Elías tesbita, diciendo: ¡En el campo de Jezreel los perros comerán las carnes de Jezabel! 37 Y será el cadáver de Jezabel como estiércol sobre la haz del campo, en la porción de Jezreel; de suerte que nadie podrá decir: ¡Esta es Jezabel!

Capítulo 10

1 Y ACAB tenía setenta hijos en Samaria. Jehú pues escribió cartas, y las envió a Samaria, a los príncipes de Jezreel, a los ancianos, y a los ayos de los hijos de Acab, diciendo: 2 Ahora bien, cuando os llegue esta carta, ya que con vosotros están los hijos de vuestro señor, y tenéis carros de guerra, y caballos, y ciudad fuerte, y armas; 3 escoged el mejor y más aparente de los hijos de vuestro señor, y ponedle sobre el trono de su padre, y pelead por la casa de vuestro señor. 4 Mas ellos tuvieron grandísimo temor, y dijeron: He aquí que dos reyes no han podido parar delante de él, ¿cómo pues podremos resistirle nosotros? 5 Por lo cual el mayordomo de palacio y los magistrados de la ciudad, con los ancianos y los ayos, enviaron a decir a Jehú: Siervos tuyos somos, y todo lo que mandares haremos; no queremos hacer rey a ninguno; haz lo que bien te pareciere. 6 Él entonces volvió a escribir carta la segunda vez, diciendo: Si sois míos y a mi voz seréis obedientes, tomad las cabezas de aquellas personas, los hijos de vuestro señor, y venid a mí, como a estas horas el día de mañana, en Jezreel. Y los hijos del rey, en número de setenta personas, estaban con los grandes de la ciudad, que los criaban. 7 Aconteció pues que así como les llegó la carta, tomaron a los hijos del rey, y los degollaron, en número de setenta personas, y pusieron sus cabezas en canastos, y las enviaron a Jezreel. 8 Y llegado el mensajero, se lo avisó a Jehú, diciendo: Han traído las cabezas de los hijos del rey. Y él respondió: Ponedlas en dos montones a la entrada de la puerta de la ciudad, hasta la mañana. 9 Y sucedió que por la mañana salió, y puesto en pie allí, dijo a todo el pueblo: Vosotros sois justos; he aquí que yo conspiré contra mi señor, y le maté, pero ¿quién mató a todos estos? 10 Sabed pues que no caerá a tierra nada de la palabra de Jehová, que él habló contra la casa de Acab; pues que Jehová ha hecho lo que habló por conducto de su siervo Elías. 11 Entonces Jehú hirió a todos los que habían quedado de la casa de Acab en Jezreel, inclusos todos sus grandes, y sus amigos familiares, y sus ministros principales, hasta no dejarle ninguno que escapase.

12 En seguida se levantó y partió, yendo a Samaria. Mas estando en el camino, junto a una casa de esquileo de pastores, 13 Jehú se encontró con los hermanos de Ocozías rey de Judá, y les dijo: ¿Vosotros quiénes sois? Y ellos respondieron: Hermanos de Ocozías somos, y vamos bajando a saludar a los hijos del rey y a los hijos de la reina madre. 14 Entonces él dijo: ¡Prendedlos vivos! En efecto, los prendieron vivos, y los degollaron junto a la cisterna de la casa de esquileo, en número de cuarenta y dos personas, sin dejar ninguno de ellos.

15 Y pasando de allí adelante, halló a Jonadab hijo de Recab, que venía al encuentro de él; y le saludó, y dijo: ¿Es tu corazón recto, como mi corazón lo es para con tu corazón? Y respondió Jonadab: ¡Lo es, y lo es! ¡dame tu mano! Él pues le dió la mano, y le subió consigo en el carro. 16 Entonces Jehú le dijo: Ven conmigo, y verás mi celo por Jehová. De manera que le hicieron caminar con él en su carro. 17 Y Jehú, luego que vino a Samaria, hirió a todos los que habían quedado a Acab en Samaria, hasta exterminarle; conforme a la palabra que Jehová habló a Elías.

18 Entonces Jehú congregó a todo el pueblo, y les dijo: Acab sirvió a Baal un poco; Jehú le va a servir mucho. 19 Ahora bien, convocadme a todos los profetas de Baal, a todos sus adoradores, y a todos sus sacerdotes; no falte ni uno; porque tengo de ofrecer un gran sacrificio a Baal; quien quiera que faltare no vivirá. Pero Jehú lo hacía así con disimulo, y a fin de hacer perecer a todos los adoradores de Baal. 20 Dijo pues Jehú: Proclamad una asamblea solemnísima para Baal. Y la proclamaron. 21 Entonces Jehú envió aviso por todo Israel; y vinieron todos los adoradores de Baal, no quedó uno que no viniese; y entraron en la casa de Baal; y fué llena la casa de Baal de cabo a cabo. 22 Dijo entonces al que estaba sobre el guardarropa: Sacad vestiduras para todos los adoradores de Baal. Y él les sacó las vestiduras. 23 Luego entró Jehú, con Jonadab hijo de Recab, en la casa de Baal, y dijo a los adoradores de Baal: Buscad y ved que no haya aquí con vosotros ninguno de los siervos de Jehová, sino tan sólo los adoradores de Baal. 24 Y en tanto que éstos entraron dentro para ofrecer los sacrificios y los holocaustos, Jehú colocó a su servicio, de la parte de afuera, ochenta hombres; y les dijo: ¡Cualquiera que permitiere que escape uno solo de los hombres que tengo entregados en vuestra mano, su vida responderá por la vida de él! 25 Y aconteció que luego que acabóse de ofrecer el holocausto, dijo Jehú a la guardia real y a los capitanes: ¡Entrad, heridlos! ¡no dejéis salir a ninguno! Hiriéronlos pues a filo de espada; y los de la guardia real y los capitanes echaron fuera los cadáveres, los cuales llegaron hasta la ciudadela de la casa de Baal. 26 Después sacaron de la casa de Baal las estatuas, y las quemaron; 27 y derribaron la estatua de Baal; derribaron también la casa de Baal, y la convirtieron en letrinas, hasta el día de hoy. 28 De esta suerte Jehú extirpó a Baal del país de Israel. 29 Mas en cuanto a los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel, no se apartó Jehú de en pos de ellos; es decir, los becerros de oro que había en Bet-el y en Dan.

30 Entonces dijo Jehová a Jehú: Por cuanto has obrado bien en hacer lo que es recto a mis ojos para con la casa de Acab, conforme a todo lo que tenía en mi corazón, hijos tuyos hasta la cuarta generación se sentarán en tu lugar sobre el trono de Israel. 31 Pero Jehú no se cuidó de andar en la ley de Jehová, el Dios de Israel, con todo su corazón; no se apartó de los pecados de Jeroboam, el que hizo pecar a Israel.

32 En aquellos días comenzó Jehová a destrozar a Israel; pues que los hirió Hazael en todas las comarcas de Israel, 33 desde el Jordán hacia la parte donde nace el sol; todo el país de Galaad, los Gaditas y los Rubenitas, y los de Manasés; y desde Aroer que está situada sobre el torrente del Arnón, tanto Galaad como el Basán.

34 Y las demás cosas de Jehú, y todo lo que hizo y todas sus proezas, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 35 En fin, yació Jehú con sus padres, y le enterraron en Samaria; y reinó Joacaz su hijo en su lugar. 36 Y los días que Jehú reinó sobre Israel en Samaria fueron veinte y ocho años.

Capítulo 11

1 ENTONCES Atalia, madre de Ocozías, viendo que era muerto su hijo, levantóse y destruyó a toda la estirpe real. 2 Josaba empero, hija del rey Joram, hermana de Ocozías, tomó a Joás hijo de Ocozías, quitándole furtivamente de en medio de los hijos del rey que hubieron de ser muertos, a él y a su nodriza, estando en el aposento de dormir; y así le escondieron de la vista de Atalia; de modo que no fué muerto. 3 Y estuvo con ella en la casa de Jehová escondido, por seis años: entretanto Atalia reinaba sobre el país.

4 Pero en el año séptimo, el sacerdote Joiada envió y tomó a los capitanes de cientos, y de los Cariteos, y de la guardia real, y los hizo venir a sí, dentro de la Casa de Jehová: y entró en un pacto con ellos, y los juramentó en la Casa de Jehová; luego les mostró al hijo del rey. 5 Y les mandó, diciendo: Esto es lo que habéis de hacer: De vosotros que entráis de guardia el sábado, la tercera parte guardará la casa del rey; 6 y otra tercera parte se apostará a la puerta de Sur; y la otra tercera parte, a la puerta detrás de la guardia real; así haréis la guardia del palacio, ahuyentando a todo intruso. 7 Y de vosotros que debéis salir de guardia el sábado, dos partes harán la guardia de la Casa de Jehová, junto al rey: 8 y cercaréis al rey en derredor, cada uno con las armas en su mano; y cualquiera que entrare dentro de las filas, será muerto: y estad vosotros con el rey cuando saliere y cuando entrare. 9 Y los capitanes de cientos lo hicieron así, conforme a todo lo que había mandado Joiada el sumo sacerdote; pues tomaron cada uno sus hombres, así los que entraban de guardia el sábado, como los que salían el sábado; los cuales entraban a donde estaba el sacerdote Joiada. 10 Entonces el sacerdote dió a los capitanes de cientos las lanzas y los escudos que habían sido del rey David, que se guardaban en la Casa de Jehová. 11 Luego se colocó la guardia real, cada uno con sus armas en la mano, desde el costado derecho de la Casa, hasta el costado izquierdo, mirando hacia el altar y la Casa, junto al rey y en derredor suyo. 12 Joiada sacó entonces al hijo del rey, y puso sobre él la diadema real, y entrególe el libro del testimonio. Así le hicieron rey, ungiéndole; y dieron palmadas, y dijeron: ¡Viva el rey!

13 Y oyendo Atalia el estruendo de la guardia real y del pueblo, llegóse al pueblo en la Casa de Jehová; 14 y mirando, he aquí al rey que estaba de pie sobre el tablado, según la costumbre, y a los capitanes y los trompetas juntó al rey; en tanto que el pueblo del país hacía alegrías y tocaba trompetas. Entonces rasgó Atalia sus vestidos, y gritó: ¡Traición! ¡traición! 15 En esto, mandó el sacerdote Joiada a los capitanes de cientos que tenían el mando de la tropa, diciendo: ¡Dejadla salir por entre las filas; y al que la siguiere, matadle a cuchillo! porque había dicho el sacerdote: ¡No sea muerta en la Casa de Jehová! 16 Le dieron pues espacio, y ella misma salió por el camino por donde entran los caballos en la casa del rey; y fué muerta allí.

17 Entonces Joiada hizo un pacto entre Jehová de una parte y el rey y el pueblo de la otra, de que ellos serían pueblo de Jehová; hizo pacto también entre el rey y el pueblo. 18 En seguida entró todo el pueblo del país en la casa de Baal, y la derribaron; sus altares también y sus imágenes los hicieron menudos trozos; y a Mattán, sacerdote de Baal, le mataron delante de los altares. Y el sacerdote nombró superintendentes sobre la Casa de Jehová. 19 Luego tomó a los capitanes de cientos, y a los Cariteos, y a la guardia real, y a todo el pueblo del país, y bajaron al rey de la Casa de Jehová; y vinieron, por el camino de la puerta de la guardia real, a la casa del rey; y él se sentó sobre el trono de los reyes. 20 Así estuvo gozoso todo el pueblo del país; y la ciudad quedó tranquila, después que a Atalia le hubieron dado muerte a filo de espada, junto a la casa del rey.

21 De edad de siete años era Joás cuando entró a reinar.

Capítulo 12

1 EN el año séptimo de Jehú comenzó a reinar Joás, y cuarenta años reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Sibia de Beer-seba. 2 E hizo Joás lo que era recto a los ojos de Jehová todo el tiempo que le dirigía el sacerdote Joiada; 3 sólo que los altos no fueron quitados: siguió el pueblo aún sacrificando y quemando incienso en los altos.

4 Y dijo Joás a los sacerdotes: Todo el dinero de las cosas santificadas, que fuere traído a la Casa de Jehová, y el dinero de cada uno que pasare entre los empadronados, el dinero de las vidas, según su valuación; y todo el dinero que a cualquiera le viniere en voluntad traer a la Casa de Jehová, 5 tómenlo los sacerdotes, cada uno de parte de sus conocidos; y hagan reparar las quiebras de la Casa de Jehová, dondequiera que se hallare quiebra alguna.

6 Mas aconteció que hasta el año veinte y tres del rey Joás, los sacerdotes no habían reparado las quiebras de la Casa. 7 Por lo cual el rey Joás llamó al sacerdote Joiada, y a los demás sacerdotes, y les dijo: ¿Por qué no reparáis las quiebras de la Casa? Ahora pues, no recibáis más dinero de vuestros conocidos, sino entregadlo para reparar las quiebras de la Casa. 8 Consintieron entonces los sacerdotes en que ni recibirían más dinero del pueblo, ni tampoco repararían las quiebras de la Casa. 9 Mas el sacerdote Joiada tomó un arca, y abrió un agujero en la tapa de ella; y la colocó junto al altar, a la mano derecha de cualquiera que entraba en la Casa de Jehová; y los sacerdotes que guardaban la puerta echaban allí todo el dinero que ingresaba en la Casa de Jehová. 10 Y sucedió que cuando veían que había mucho dinero en el arca, subía el secretario del rey, con el sumo sacerdote, y ataban en talegas, después de contado, el dinero que fué hallado en la Casa de Jehová. 11 Y entregaban el dinero por peso en mano de los que hacían la obra, los cuales estaban encargados de la Casa de Jehová; y ellos lo expendían en pagar los carpinteros y los maestros que trabajaban en la Casa de Jehová; 12 Y en pagar los albañiles y los canteros, y en comprar maderas y piedras labradas, para reparar las quiebras de la Casa de Jehová, y en todo lo que se iba gastando en los reparos de la Casa. 13 Mas de aquel dinero que ingresaba en la Casa de Jehová, no hicieron para la Casa de Jehová tazas de plata, ni despabiladeras, ni tazones, ni trompetas, ni ningún utensilio de oro, ni ningún utensilio de plata; 14 sino que siguieron pagando a los que hacían la obra; y ellos repararon con ello la Casa de Jehová. 15 Y no entraban en cuentas con los hombres a quienes se daba el dinero, para dárselo a los que hacían la obra; porque ellos obraban con fidelidad. 16 El dinero de las ofrendas por la culpa, y de las ofrendas por el pecado, no ingresaba en la Casa de Jehová; de los sacerdotes era.

17 Entonces subió Hazael rey de Siria, y peleó contra Gat, y tomóla: en seguida Hazael fijó su rostro para subir contra Jerusalem. 18 Con lo cual Joás rey de Judá tomó todas las cosas santificadas, que habían santificado Josafat y Joram y Ocozías, padres suyos, reyes de Judá, y las santificadas por él mismo, juntamente con el oro que fué hallado en los tesoros de la Casa de Jehová, y en la casa del rey, y enviólo a Hazael rey de Siria; de modo que él se retiró de Jerusalem. 19 Y las demás cosas de Joás, y todo lo que hizo, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 20 Y se levantaron sus siervos, y entrando en conspiración, hirieron a Joás en Bet-millo, en el camino que baja a Sila; 21 porque Josacar hijo de Simeat, y Jozabad hijo de Somer, siervos suyos, le hirieron de modo que murió; y se le enterró con sus padres en la ciudad de David; y reinó Amasías su hijo en su lugar.

Capítulo 13

1 EN el año veinte y tres de Joás hijo de Ocozías, rey de Judá, comenzó a reinar Joacaz hijo de Jehú sobre Israel en Samaria; y reinó diez y siete años. 2 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová, siguiendo los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el cual hizo pecar a Israel; nunca se apartó de ellos. 3 Con lo cual se encendió la ira de Jehová contra Israel, y los entregó seguidamente en mano de Hazael rey de Siria, y en mano de Ben-hadad hijo de Hazael. 4 Mas Joacaz suplicó el favor de Jehová; (y le oyó Jehová, porque vió la opresión de Israel con que los oprimía el rey de Siria. 5 Y Jehová dió a Israel un salvador, de modo que salieron de bajo el dominio de la Siria, y habitaron los hijos de Israel en sus estancias como antes: 6 empero no se apartaron de los pecados de la casa de Jeroboam, el cual hizo pecar a Israel; en ellos anduvieron; y también la Ashera quedó en pie en Samaria:) 7 porque Hazael no había dejado a Joacaz más gente que cincuenta de a caballo, con diez carros de guerra, y diez mil hombres de a pie: pues que los había destruído el rey de Siria, y los había puesto como el polvo cuando se trilla. 8 Y las demás cosas de Joacaz, y todo lo que hizo, y sus hazañas, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 9 Y yació Joacaz con sus padres, y le sepultaron en Samaria; y reinó Joás su hijo en su lugar.

10 En el año treinta y siete de Joás rey de Judá, comenzó a reinar Joás hijo de Joacaz, sobre Israel, en Samaria; y reinó diez y seis años. 11 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová; no se apartó de todos los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel: en ellos anduvo. 12 Y las demás cosas de Joás, y todo lo que hizo, y su esfuerzo con que peleó contra Amasías, rey de Judá, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 13 Y yació Joás con sus padres, y sentóse Jeroboam sobre su trono: y fué sepultado Joás en Samaria con los reyes de Israel.

14 Mas estando Eliseo enfermo de aquella enfermedad suya de la cual había de morir, le fué a ver Joás rey de Israel; y lloró sobre su rostro, y decía: ¡Padre mío! ¡padre mío! ¡carro de Israel y su gente de a caballo! 15 Entonces le dijo Eliseo: Trae un arco y flechas; y habiéndosele traído arco y flechas, 16 Eliseo dijo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco; y él la puso. Luego colocó Eliseo sus manos sobre las manos del rey; 17 y le dijo: Abre la ventana que mira hacia el oriente; y él la abrió. Entonces dijo Eliseo: ¡Tira! y habiendo él tirado, dijo Eliseo: ¡Saeta de victoria por parte de Jehová; sí, saeta de victoria sobre los Siros! porque herirás a los Siros en Afec hasta acabarlos. 18 De nuevo le dijo: Toma las saetas; y él las tomó. Luego dijo Eliseo al rey de Israel: ¡Hiere la tierra! y él la hirió tres veces, y se detuvo. 19 Y estalló en ira contra él el varón de Dios, diciendo: ¡Deberías haberla herido cinco o seis veces: entonces hubieras herido a los Siros hasta acabarlos! ahora empero tres veces, no más, herirás la Siria.

20 Murió pues Eliseo, y le sepultaron. Y al entrar el año siguiente, las guerrillas de Moab hacían incursiones en el país. 21 Y aconteció que mientras algunas personas estaban enterrando a un hombre, he aquí que vieron una guerrilla; con lo cual echaron al hombre dentro del sepulcro de Eliseo; y el hombre fué rodando hasta tocar con los huesos de Eliseo, cuando revivió y se levantó sobre sus pies.

22 Y Hazael rey de la Siria había oprimido a Israel todos los días de Joacaz. 23 Pero les tuvo misericordia Jehová, y compadecióse de ellos, y volvió hacia ellos su rostro, a causa de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob; y no quiso destruirlos, ni desecharlos de su presencia, hasta entonces. 24 Y murió Hazael rey de Siria, y reinó Ben-hadad su hijo en su lugar. 25 Entonces Joás hijo de Joacaz, volvió a quitar de mano de Ben-hadad hijo de Hazael las ciudades que éste había quitado en guerra de mano de Joacaz su padre; tres veces le batió Joás, y recobró las ciudades de Israel.

Capítulo 14

1 EN el año segundo de Joás hijo de Joacaz, rey de Israel, comenzó a reinar Amasías hijo de Joás, rey de Judá. 2 De edad de veinte y cinco años era al entrar a reinar, y veinte y nueve años reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Joadán, de Jerusalem. 3 E hizo lo que era recto a los ojos de Jehová, no empero como David su padre: conforme a todo lo que había hecho su padre Joás, así hizo él. 4 Ni tampoco fueron quitados los altos; todavía el pueblo siguió sacrificando y quemando incienso en los altos. 5 Y sucedió, luego que se afirmó el reino en su mano, que mató a los siervos suyos que habían muerto al rey su padre. 6 Pero a los hijos de los homicidas no los hizo morir; conforme a lo escrito en el Libro de la Ley de Moisés, donde mandó Jehová, diciendo: No han de morir los padres por los hijos, ni los hijos han de morir por los padres; sino que cada cual morirá por su propio pecado. 7 Hirió de los Idumeos en el Valle de la Sal diez mil hombres, y apoderóse de Petra en guerra; y llamóla Jocteel; nombre que dura hasta el día de hoy.

8 Entonces envió Amasías mensajeros a Joás hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel, diciendo: ¡Ven, veámonos las caras! 9 Pero Joás rey de Israel envió a Amasías rey de Judá, diciendo: Un cardo que creció en el Líbano envió a un cedro que había en el Líbano, diciendo: Da tu hija a mi hijo por mujer; y una fiera que había en el Líbano pasó, y pisoteó el cardo. 10 Has batido, es cierto, a Edom, y se te ha elevado el corazón; gloríate de esto, y estáte en tu casa; pues ¿por qué quieres ponerte en contienda con la calamidad, para que te pierdas tú, y Judá contigo? 11 Mas no quiso escuchar Amasías; por lo cual subió Joás rey de Israel; y se vieron las caras, él y Amasías rey de Judá, en Bet-semes, que pertenece a Judá. 12 Y fué batido Judá delante de Israel; de modo que huyeron cada cual a su casa. 13 Y Joás rey de Israel prendió a Amasías rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Ocozías, en Bet-semes; luego fué a Jerusalem, y derribó el muro de Jerusalem, desde la puerta de Efraim hasta la puerta de la Esquina, cuatro-cientos codos. 14 Y tomó todo el oro y la plata, y todos los vasos que fueron hallados en la Casa de Jehová, y en los tesoros de la casa del rey; tomó rehenes también, y volvióse a Samaria. 15 Y las demás cosas que hizo Joás, y sus hazañas, y cómo peleó contra Amasías rey de Judá, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 16 Yació pues Joás con sus padres, y fué sepultado en Samaria con los reyes de Israel, y reinó Jeroboam su hijo en su lugar.

17 Y Amasías hijo de Joás, rey de Judá, vivió quince años después de la muerte de Joás hijo de Joacáz, rey de Israel. 18 Y las demás cosas de Amasías ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 19 E hicieron conspiración contra él en Jerusalem; por lo cual huyó a Laquís; mas enviaron en seguimiento de él hasta Laquís, y le dieron muerte allí: 20 y le trajeron sobre caballos a Jerusalem; y fué sepultado con sus padres en la ciudad de David.

21 Entonces tomó todo el pueblo de Judá a Azarías, que tenía diez y seis años de edad, y le hicieron rey en lugar de su padre Amasías. 22 Él edificó a Elat, y la restituyó a Judá, después de yacer el rey Amasías con sus padres.

23 En el año quince de Amasías hijo de Joás, rey de Judá, comenzó a reinar Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel, en Samaria; y reinó cuarenta y un años. 24 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová; no se apartó de todos los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. 25 Él restableció los límites antiguos de Israel, desde la entrada de Hamat hasta el Mar del Arabá; conforme a la palabra de Jehová, el Dios de Israel, la que él habló por conducto de su siervo Jonás el profeta, hijo de Amitai, que era de Gat-hefer. 26 Porque vió Jehová que la aflicción de Israel era amarga en extremo; pues no le quedaba cosa, ni preciosa ni vil; y no había quien ayudase a Israel: 27 y Jehová no había dicho que raería el nombre de Israel de debajo del cielo; por lo cual salvólos por mano de Jeroboam, hijo de Joás. 28 Y las demás cosas de Jeroboam, y todo lo que hizo, y el esfuerzo con que peleó, y cómo recobró a Damasco y a Hamat (que habían sido de Judá) para Israel, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 29 En fin, yació Jeroboam con sus padres, los reyes de Israel; y reinó Zacarías su hijo en su lugar.

Capítulo 15

1 EN el año veinte y siete de Jeroboam, rey de Israel, comenzó a reinar Azarías hijo de Amasías, rey de Judá. 2 De diez y seis años era cuando entró a reinar, y cincuenta y dos años reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Jecolía, de Jerusalem. 3 E hizo lo que era recto a los ojos de Jehová, conforme a todo lo que había hecho Amasías su padre. 4 Pero los altos no fueron quitados; el pueblo todavía siguió sacrificando y quemando incienso en los altos. 5 Y Jehová hirió al rey, de manera que fué leproso hasta el día de su muerte, y habitaba en una enfermería; mientras tanto Joatam, hijo del rey, tenía el cargo del palacio, juzgando al pueblo de la tierra. 6 Y las demás cosas de Azarías, y todo lo que hizo, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 7 Yació pues Azarías con sus padres, en la ciudad de David, y reinó Joatam su hijo en su lugar.

8 En el año treinta y ocho de Azarías rey de Judá, Zacarías hijo de Jeroboam comenzó a reinar sobre Israel en Samaria; y reinó seis meses. 9 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová, conforme a lo que habían hecho sus padres; no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. 10 Entonces conspiró contra él Sallum hijo de Jabés, y le hirió en presencia del pueblo, y le mató, y reinó en su lugar. 11 Y las demás cosas de Zacarías, he aquí que están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 12 Tal era la palabra que Jehová habló respecto de Jehú, diciendo: Hijos tuyos hasta la cuarta generación se sentarán en tu lugar sobre el trono de Israel; y así sucedió.

13 Sallum hijo de Jabés comenzó a reinar en el año treinta y nueve de Uzías rey de Judá, y reinó el espacio de un mes en Samaria. 14 Y subió Menahén hijo de Gadi, desde Tirsa, y vino a Samaria, e hirió a Sallum hijo de Jabés, en Samaria, y matóle, y reinó en su jugar. 15 Las demás cosas de Sallum, y la conspiración que tramó, he aquí que están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 16 Entonces hirió Menahén a Tipsa, y a todos los que había en ella, y a todo su territorio desde Tirsa; por cuanto no le habían abierto las puertas; por tanto la hirió; y a todas las mujeres preñadas que había en ella las hizo rajar.

17 En el año treinta y nueve de Azarías, rey de Judá, comenzó a reinar Manahén hijo de Gadi, sobre Israel; y reinó diez años en Samaria. 18 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová; no se apartó en todos sus días de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. 19 Vino Pul rey de Asiria contra la tierra; y Manahén dió a Pul mil talentos de plata para que su mano estuviese con él, a fin de afianzar el reino en su poder. 20 Y exigió Manahén aquel dinero de Israel, es decir, de todos los poderosos en riquezas, para dárselo al rey de Asiria; cincuenta ciclos de plata de cada uno: por lo cual el rey de Asiria se volvió, y no se detuvo allí en el país. 21 Las demás cosas de Manahén, y todo lo que hizo, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 22 Y yació Manahén con sus padres, y reinó Pecaya, su hijo, en su lugar.

23 En el año cincuenta de Azarías rey de Judá, Pecaya hijo de Manahén comenzó a reinar sobre Israel, en Samaria; y reinó dos años. 24 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová; no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. 25 Y conspiró contra él Peca hijo de Remalías, capitán suyo, y le hirió en Samaria, en la fortaleza de la casa del rey, con ayuda de Argob y Aryé; y con él había cincuenta hombres de los hijos de Galaad; y le dió muerte, y reinó en su lugar. 26 Y las demás cosas de Pecaya, y todo lo que hizo, he aquí que están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

27 En el año cincuenta y dos de Amasías, rey de Judá, comenzó a reinar Peca hijo de Remalías, sobre Israel en Samaria; y reinó veinte años. 28 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová; no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. 29 En los días de Peca rey de Israel, vino Tiglat-pilneser rey de Asiria, y tomó a Ijón, y a Abel-bet-maaca, y a Janoa, y a Cades, y a Hazor, y a Galaad, y a Galilea, y a toda la tierra de Neftalí; y deportó los habitantes a Asiria. 30 Y Oseas hijo de Ela, tramó una conspiración contra Peca hijo de Remalías, y le hirió, y le mató, y reinó en su lugar, en el año veinte de Joatam, hijo de Uzías. 31 Y las demás cosas de Peca, y todo lo que hizo, he aquí que están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

32 En el año segundo de Peca hijo de Remalías, rey de Israel, comenzó a reinar Joatam hijo de Uzías, rey de Judá. 33 De edad de veinte y cinco años era cuando entró a reinar, y diez y seis años reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Jerusa, hija de Sadoc. 34 E hizo lo que era recto a los ojos de Jehová: conforme a todo lo que había hecho Uzías su padre, así hizo él. 35 Pero los altos no fueron quitados; el pueblo aún siguió sacrificando y quemando incienso en los altos. Él edificó la puerta superior de la Casa de Jehová. 36 Y las demás cosas de Joatam, y todo lo que hizo, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 37 En aquellos días comenzó Jehová a enviar contra Judá a Resín rey de Siria, y a Peca hijo de Remalías. 38 Y yació Joatam con sus padres, y fué sepultado con sus padres en la ciudad de David su padre, y Acaz su hijo reinó en su lugar.

Capítulo 16

1 EN el año diez y siete de Peca hijo de Remalías, comenzó a reinar Acaz hijo de Joatam, rey de Judá. 2 De edad de veinte años era Acaz cuando entró a reinar, y diez y seis años reinó en Jerusalem; y no hizo lo que era recto a los ojos de Jehová su Dios, como lo hizo David su padre; 3 sino que anduvo en el camino de los reyes de Israel; y además, a su mismo hijo le hizo pasar por el fuego, conforme a las abominaciones de las naciones que desposeyó Jehová delante de los hijos de Israel. 4 Sacrificó también y quemó incienso en los altos, y sobre las colinas, y debajo de todo árbol frondoso. 5 Entonces Resín rey de Siria, y Peca hijo de Remalías, rey de Israel, subieron contra Jerusalem en guerra, y pusieron sitio a Acaz; mas no pudieron vencerle.

6 En aquel tiempo Resín rey de la Siria restituyó Elat a la Siria, y expulsó a los judíos de Elat; y los Siros vinieron a Elat, y han habitado allí hasta este día.

7 Entonces envió Acaz mensajeros a Tiglat-pilneser rey de Asiria, diciendo: Tu siervo soy, e hijo tuyo. Sube acá y sálvame de mano del rey de Siria y de mano del rey de Israel, los cuales se han levantado contra mí. 8 Y tomando Acaz la plata y el oro que se hallaban en la Casa de Jehová y en los tesoros de la casa real, lo envió como presente al rey de Asiria. 9 Y escuchóle el rey de Asiria; de manera que el rey de Asiria subió contra Damasco y apoderóse de ella, y deportó la gente de ella a Kir; y a Resín le dió muerte. 10 Fué pues el rey Acaz hasta Damasco para recibir a Tiglat-pilneser rey de Asiria; y allí vió el altar que había en Damasco. Y el rey Acaz envió al sumo sacerdote Urías el plan de aquel altar y su diseño, conforme a toda su hechura. 11 Entonces el sacerdote Urías edificó un altar conforme a todo lo que, desde Damasco, le había enviado a decir el rey Acaz; e hizo Urías el altar, para cuando el rey Acaz volviese de Damasco. 12 Y cuando el rey volvió de Damasco, el rey inspeccionó el altar; y llegándose el rey al altar, sacrificó sobre él. 13 Y quemó su holocausto y su ofrenda vegetal, y derramó su libación, y roció la sangre de sus ofrendas pacíficas sobre aquel altar. 14 Mas en cuanto al altar de bronce que estaba delante de Jehová, lo trajo de delante de la Casa, de entre el altar suyo propio y la Casa de Jehová, y lo colocó al lado de su altar, hacia el norte. 15 Entonces el rey Acaz mandó al sacerdote Urías, diciendo: Sobre el altar grande harás quemar el holocausto de la mañana, y la oblación de la tarde; también el holocausto del rey, y su ofrenda vegetal; asimismo los holocaustos de todo el pueblo de la tierra, y las ofrendas vegetales de ellos, y sus libaciones; y toda la sangre de los holocaustos, y toda la sangre de los demás sacrificios, la derramarás sobre él: mas el altar de bronce será mío, para consultar a Dios.

16 Y el sacerdote Urías hizo según todo lo que le había mandado el rey Acaz. 17 Y el rey Acaz cortó los entrepaños de las basas, y quitó de sobre ellas las fuentes; y bajó el mar de sobre los bueyes de bronce que había debajo de él, y lo asentó sobre un pavimento de piedras. 18 Asimismo el dosel para el día del sábado, que habían edificado en la Casa, juntamente con la entrada exterior para el rey, los pasó adentro a la Casa de Jehová, por causa del rey de Asiria. 19 Y las demás cosas que hizo Acaz ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 20 Y yació Acaz con sus padres, y fué sepultado con sus padres en la ciudad de David, y Ezequías su hijo reinó en su lugar.

Capítulo 17

1 EN el año doce de Acaz rey de Judá, Oseas hijo de Ela comenzó a reinar sobre Israel, en Samaria; y reinó nueve años. 2 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová; mas no como los reyes de Israel que habían sido antes de él. 3 Contra él subió Salmanasar rey de Asiria; y Oseas se hizo siervo suyo, y le pagó tributo. 4 Pero el rey de Asiria descubrió que Oseas tramaba una conspiración; porque había enviado embajadores a So rey de Egipto, y no le envió tributo al rey de Asiria, como solía hacer de año en año. Por lo cual el rey de Asiria le privó de libertad, y le encerró en una cárcel. 5 Porque pasando el rey de Asiria por todo el país, subió contra Samaria, y la tuvo sitiada tres años. 6 En el año noveno de Oseas el rey de Asiria tomó a Samaria, y a Israel lo deportó a Asiria; y los estableció en Halah, y en Habor, junto al río Gozán; y en las ciudades de los Medos.

7 Y sucedió así, por cuanto los hijos de Israel habían pecado contra Jehová su Dios, que los hizo subir de la tierra de Egipto, de bajo la mano de Faraón rey de Egipto: pues habían temido a otros dioses, 8 y andado en los estatutos de las naciones que Jehová desposeyó delante de los hijos de Israel, y en aquellos que habían hecho los reyes de Israel. 9 Además, los hijos de Israel hicieron disimuladamente cosas que no eran rectas delante de Jehová su Dios; pues edificaron para sí altos en todas sus ciudades, desde las torres de atalayas hasta las ciudades fortalecidas. 10 Y erigían para sí estatuas y Asheras sobre todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso; 11 y quemaron incienso allí en todos los altos, a la manera de las naciones que Jehová había quitado de delante de ellos; e hicieron cosas malas, provocando a ira a Jehová. 12 Y rindieron culto a ídolos; de los cuales les había dicho Jehová: ¡No habéis de hacer esto! 13 Y Jehová había testificado contra Israel y contra Judá, por medio de todos sus profetas y de todos los videntes, diciendo: ¡Volveos de vuestros malos caminos, y guardad mis mandamientos y mis estatutos, conforme a toda la ley que yo prescribí a vuestros padres, y que os he enviado por medio de mis siervos los profetas. 14 Mas ellos no quisieron escuchar, sino antes endurecieron su cerviz como la cerviz de sus padres, los cuales no creyeron en Jehová su Dios; 15 y desecharon sus estatutos, y su pacto que había hecho con sus padres, y sus testimonios que él les había prescrito; y anduvieron tras la vanidad y se hicieron vanos; siguiendo en pos de las naciones que estaban en derredor de ellos; respecto de quienes les había mandado Jehová que no hiciesen a la manera de ellas. 16 En fin, abandonaron todos los mandamientos de Jehová su Dios, e hicieron para sí imágenes de fundición, los dos becerros; hicieron además Asheras, y se postraron ante todo el ejército del cielo, y sirvieron a Baal. 17 También hicieron pasar a sus hijos y a sus hijas por el fuego; y practicaron la adivinación, y usaron de agüeros, y se vendieron a hacer lo que era malo a los ojos de Jehová, para provocarle a ira. 18 Por lo cual airóse Jehová mucho contra Israel, y quitólos de delante de su presencia: no quedó sino solamente la tribu de Judá. 19 Mas ni aun Judá guardó los mandamientos de Jehová su Dios; sino que anduvieron en los estatutos de Israel, que ellos habían hecho.

20 Por manera que desechó Jehová a toda la simiente de Israel, y afligiólos, y entrególos en mano de quienes los saqueaban; hasta que acabase de arrojarlos de su presencia. 21 Porque rasgó a Israel, quitándole de la casa de David; y ellos constituyeron rey a Jeroboam hijo de Nabat; y Jeroboam obligó a Israel a separarse de Jehová, y los hizo cometer un gran pecado. 22 Y los hijos de Israel anduvieron en todos los pecados de Jeroboam, que éste cometió; nunca se apartaron de ellos; 23 hasta tanto que Jehová quitó de su presencia a Israel, como habló por todos sus siervos los profetas. De esta manera Israel fué deportado de su tierra a la Asiria, hasta este día.

24 Entonces el rey de Asiria trajo gentes de Babilonia, y de Cuta, y de Ava, y de Hamat, y de Sefarvaim, y las estableció en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel: ellos pues poseyeron a Samaria y habitaron en las ciudades de ella. 25 Mas aconteció que cuando comenzaron a habitar allí, como no temiesen a Jehová, envió Jehová leones entre ellos, que los iban matando. 26 Por lo cual aquellas gentes enviaron a decir así al rey de Asiria: Las gentes que traspasaste y estableciste en las ciudades de Samaria, no entienden el uso del dios del país, y él ha enviado entre ellos leones que, he aquí, las están matando, por no entender ellos el uso del dios del país. 27 Entonces mandó el rey de Asiria, diciendo: Llevad allá uno de los sacerdotes que transportasteis de allí, para que vaya y habite allí, y les enseñe el uso del dios del país. 28 Vino pues uno de los sacerdotes que habían transportado de Samaria, y habitó en Bet-el, y les enseñó cómo habían de temer a Jehová. 29 Esto no obstante, ellos continuaban haciendo cada nación su propio dios; y los pusieron en las casas de los altos que los Samaritanos habían edificado, cada nación en las ciudades en donde habitaban. 30 Los hombres de Babilonia hicieron a Succot-benot; y los hombres de Cuta hicieron a Nergal; y los hombres de Hamat hicieron a Asima; 31 y los Aveos hicieron a Nibcaz y a Tartac; y los Sefarvitas continuaban quemando a sus hijos en el fuego a Adramelec y a Anamelec, dioses de Sefarvaim. 32 Y así temían a Jehová, y de la generalidad de ellos mismos hacían para sí sacerdotes de los altos; los cuales ofrecían sacrificios por ellos en las casas de los altos. 33 Temían a Jehová, mas servían a sus propios dioses, conforme a la costumbre de las naciones de donde ellos habían sido transportados. 34 Hasta este mismo día ellos continúan haciendo conforme a sus antiguas costumbres. No temen ellos a Jehová ni obran conforme a sus propios estatutos y sus propias costumbres, ni tampoco siguen la ley y el mandamiento que prescribió Jehová a los hijos de Jacob (a quien le puso el nombre de Israel), 35 y con quienes había hecho un pacto, y les había mandado, diciendo: No temáis a otros dioses, ni os postréis ante ellos, ni los sirváis, ni les ofrezcáis sacrificios; 36 sino que a Jehová, que os hizo subir de la tierra de Egipto con poder grande y con brazo extendido, a él habéis de temer, y a él adorar, y a él ofrecer sacrificios; 37 y los estatutos, y los juicios, y la ley, y el mandamiento que él os dió por escrito, cuidaréis de cumplirlos todos los días; y no habéis de temer a otros dioses. 38 Y el pacto que hice con vosotros no lo habéis de olvidar, ni temeréis a otros dioses: 39 sino que a Jehová vuestro Dios habéis de temer; y él os librará de mano de todos vuestros enemigos. 40 Empero ellos no escucharon; sino que conforme a su antigua costumbre están haciendo todavía. 41 Así pues continúan estas naciones temiendo a Jehová, y a sus propias esculturas continúan dando culto: sus hijos también hacen lo mismo, y los hijos de sus hijos: conforme hicieron sus padres, ellos siguen haciendo hasta el día de hoy.

Capítulo 18

1 Y ACONTECIÓ que en el año tercero de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías hijo de Acaz, rey de Judá. 2 De edad de veinte años era cuando entró a reinar, y veinte y nueve años reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Abí, hija de Zacarías. 3 E hizo lo que era recto a los ojos de Jehová, conforme a todo lo que había hecho David su padre. 4 Quitó los altos, y quebró las estatuas, y cortó la Ashera y rompió a martillazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés; porque hasta aquellos días seguían los hijos de Israel quemándole incienso; y lo apellidó Nehustán. 5 En Jehová, el Dios de Israel, confió; y después de él no hubo otro como él entre todos los reyes de Judá, ni tampoco lo hubo entre los que habían sido antes de él. 6 Porque adhirióse a Jehová; nunca se apartó de en pos de él, sino que guardó sus mandamientos que había prescrito Jehová a Moisés. 7 Jehová también era con él; a dondequiera que salía, tuvo buen suceso: rebelóse también contra el rey de Asiria, y no le sirvió. 8 Hirió a los Filisteos hasta Gaza y las comarcas de ella; talándolo todo, desde las torres de los atalayas hasta las ciudades fortalecidas.

9 Y sucedió en el año cuarto del rey Ezequías, que era el año séptimo de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, que subió Salmanasar rey de Asiria contra Samaria, y le puso cerco. 10 Y la tomaron al fin de tres años: en el año sexto de Ezequías, que era el año noveno de Oseas rey de Israel, fué tomada Samaria. 11 Y el rey de Asiria deportó los Israelitas a la Asiria, y los colocó en Halah, y en Habor, junto al río Gozán y en las ciudades de los Medos; 12 por cuanto no obedecieron la voz de Jehová su Dios, sino que traspasaron su pacto, es decir, todo lo que había mandado a Moisés, siervo de Jehová; pues no quisieron escucharlo, ni practicarlo.

13 En el año decimocuarto del rey Ezequías, subió Senaquerib rey de Asiria contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y apoderóse de ellas. 14 Entonces envió Ezequías rey de Judá al rey de Asiria, a Laquís, diciendo: Yo he pecado; retírate de mí: lo que me impusieres lo pagaré. Y el rey de Asiria impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de plata, y treinta talentos de oro. 15 Y le dió Ezequías todo el dinero que fué hallado en la Casa de Jehová, y en los tesoros de la casa real. 16 En aquel tiempo cortó Ezequías el oro de las puertas del templo de Jehová, y de las columnas que había cubierto el mismo Ezequías rey de Judá, y diólo al rey de Asiria.

17 Entonces el rey de Asiria envió a Tartán y a Rab-sarís y a Rabsaces, desde Laquís a Ezequías, con grande ejército hasta Jerusalem; los cuales subieron y se llegaron a Jerusalem. Subieron pues y se llegaron, e hicieron alto junto al acueducto del estanque superior, que está junto a la calzada del Campo del Batanero. 18 Entonces llamando ellos al rey, salió a tratar con ellos Eliaquim hijo de Helcías, mayordomo de palacio, con Sebna, secretario, y Joah hijo de Asaf, cronista. 19 Y les dijo Rabsaces: Ruégoos digáis a Ezequías: Así dice el gran rey, el rey de Asiria: ¿Qué confianza es ésta en que tú te apoyas? 20 Tú dices (empero son palabras vanas): Tengo consejo y esfuerzo para la guerra. Ahora pues, ¿en quién confías para que te rebeles contra mí? 21 Ahora bien, he aquí que confías en este báculo de caña cascada, es decir, en Egipto, en quien si alguno se apoyare, le entrará en la mano y se la traspasará. Tal es Faraón rey de Egipto para todos los que confían en él. 22 Y aun cuando me digáis: En Jehová, el Dios nuestro, confiamos, ¿no es el mismo cuyos altos y cuyos altares ha quitado Ezequías, diciendo a Judá y a Jerusalem: Delante de este altar, en Jerusalem, habéis de adorar? 23 Ahora pues, yo te ruego que canjees garantías con mi señor, el rey de Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si de tu parte puedes poner jinetes sobre ellos. 24 ¿Cómo entonces podrás hacer volver el rostro de un solo prefecto de los menores de los siervos de mi señor, poniendo tu confianza en Egipto para proveerte de carros y caballería? 25 ¿Acaso he subido yo ahora sin Jehová contra este lugar, para destruirlo? Jehová mismo me ha dicho: Sube contra esta tierra y destrúyela.

26 Dijo entonces Eliaquim hijo de Helcías, con Sebna y Joah, a Rabsaces: Ruégote hables con tus siervos en siriaco, que nosotros lo entendemos; y no nos hables en judaico, a comprensión de la gente que está sobre el muro. 27 Mas Rabsaces les respondió: ¿Por ventura me ha enviado mi señor a tu señor y a ti, para decir estas palabras? ¿No me ha enviado también a los hombres que están sentados sobre el muro, expuestos como están a comer su mismo estiércol y a beber sus orines con vosotros? 28 Entonces Rabsaces se puso en pie y clamó con voz grande en lengua judaica; y habló, diciendo: ¡Oíd la palabra del gran rey, el rey de Asiria! 29 Así dice el rey: No os engañe Ezequías; porque no podrá él libraros de mano del rey. 30 Ni tampoco os haga confiar Ezequías en Jehová, diciendo: De seguro que Jehová nos librará, y esta ciudad no será entregada en mano del rey de Asiria. 31 No escuchéis a Ezequías; porque así dice el rey de Asiria: Haced paz conmigo, y salid a mí; y comed cada cual de su vid y cada cual de su higuera, y bebed cada cual de las aguas de su cisterna; 32 hasta que yo venga, y os lleve a otra tierra parecida a la vuestra, tierra de trigo y de vino, tierra de pan llevar y de viñas, tierra de olivos aceitunos y de miel; con lo cual viviréis y no moriréis. No escuchéis pues a Ezequías, porque quiere alucinaros, diciendo: ¡Jehová nos librará! 33 ¿Acaso los dioses de las naciones han librado en manera alguna cada cual a su tierra de mano del rey de Asiria? 34 ¿Dónde están los dioses de Hamat, y de Arfad? ¿Dónde los dioses de Sefarvaim, de Hena, y de Iva? ¿Cuándo a Samaria libraron de mi mano los dioses suyos? 35 ¿Quiénes entre todos los dioses de los países son los que han librado sus tierras de mi mano, para que pueda Jehová librar a Jerusalem de mi mano? 36 Mas el pueblo permaneció callado y no le respondió palabra; porque ello era mandamiento del rey, diciendo: No le respondáis.

37 Entonces Eliaquim hijo de Helcías, mayordomo de palacio, y Sebna secretario, y Joah hijo de Asaf, cronista, volvieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le refirieron las palabras de Rabsaces.

Capítulo 19

1 Y ACONTECIÓ que como le oyese el rey Ezequías, rasgó sus vestidos, y cubriéndose de saco, entró en la Casa de Jehová. 2 Envió también a Eliaquim, mayordomo de palacio, y a Sebna, secretario, y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de saco, a Isaías profeta, hijo de Amoz. 3 Y ellos le dijeron: Así dice Ezequías: Día de angustia y de reconvención y de ultraje es este día; porque han llegado los hijos al punto de nacer, mas la que pare no tiene fuerzas. 4 Quizá oirá Jehová tu Dios todas las palabras de Rabsaces, a quien su amo, el rey de Asiria, ha enviado para vituperar al Dios vivo; y reprenderá las palabras que ha oído Jehová tu Dios: haz pues oración a favor del resto que aún nos queda. 5 Fueron pues los siervos del rey Ezequías a Isaías. 6 E Isaías les respondió: Así diréis a vuestro señor: Así dice Jehová: No temas a causa de las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria. 7 He aquí que yo pondré otro espíritu en él, y oirá un rumor, y se volverá a su tierra; y haré que caiga a espada en su propia tierra.

8 Volvió pues Rabsaces, y halló al rey de Asiria peleando contra Libna: porque supo que se había retirado de Laquís. 9 Mas cuando Senaquerib oyó decir de Tirhaca rey de Etiopía: He aquí que ha salido para hacer guerra contra ti; volvió a enviar mensajeros a Ezequías, diciendo: 10 Así hablaréis a Ezequías rey de Judá, diciendo: No te engañe tu Dios en quien confías, diciendo: Jerusalem no será entregada en mano del rey de Asiria. 11 He aquí que tú has oído lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, destruyéndolas completamente; ¿y acaso tú serás librado? 12 ¿Por ventura los dioses de las naciones a quienes destruyeron mis padres las libraron a ellas; como Gozán y Harán y Rezef y los hijos de Edén, que habitaban en Telassar? 13 ¿Dónde están el rey de Hamat y el rey de Arfad y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena, y de Iva?

14 Y Ezequías tomó la carta de mano de los mensajeros, y la leyó; luego subió a la Casa de Jehová, y la extendió Ezequías delante de Jehová. 15 Y oró Ezequías delante de Jehová, y dijo: ¡Oh Jehová, el Dios de Israel, que habitas entre los querubines! ¡tú solo eres el Dios de todos los reinos de la tierra: tú hiciste los cielos y la tierra! 16 Inclina, oh Jehová, tu oído y oye; abre, oh Jehová, tus ojos y ve; y atiende a las palabras de Senaquerib, el cual ha enviado a vituperar al Dios vivo. 17 Verdaderamente, oh Jehová, los reyes de Asiria han asolado las naciones y sus tierras; 18 y han echado sus dioses en el fuego; porque ellos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, palo y piedra; y por eso los pudieron destruir. 19 Ahora pues, ¡oh Jehová, Dios nuestro, sálvanos, te lo ruego, de su mano; y conozcan todos los reinos de la tierra que tú eres Jehová Dios, y tú solo!

20 Entonces Isaías hijo de Amoz envió a Ezequías, diciendo: Así dice Jehová, el Dios de Israel: Lo que me pediste en oración acerca de Senaquerib rey de Asiria, lo he oído. 21 Este es pues el oráculo que ha pronunciado Jehová acerca de él: ¡La virgen, hija de Sión, te desprecia, te escarnece! ¡tras de ti menea su cabeza la hija de Jerusalem! 22 ¿A quién has vituperado y blasfemado? ¿y contra quién has alzado la voz y levantado en alto tus ojos? ¡contra el Santo de Israel! 23 Por mano de tus mensajeros has vituperado al Señor, y has dicho: ¡Con la multitud de mis carros yo he subido a las alturas de las montañas, a lo más inaccesible del Líbano: cortaré pues sus altos cedros, y los más escogidos de sus abetos; alojaréme en sus más elevadas cumbres, el bosque de sus feraces campos! 24 ¡Yo he cavado y bebido las aguas extrañas; y secaré con las plantas de mis pies todos los ríos de Egipto! 25 ¿Acaso nunca has oído tú, orgulloso rey, que de luengos tiempos lo hice yo; que de los días de la antigüedad lo tengo yo ideado? ahora empero lo he hecho suceder; y tú serás para hacer desolaciones, tornando ciudades fortificadas en montones de escombros. 26 Por tanto sus habitantes se hallaban de corto poder; fueron acobardados y confundidos; vinieron a ser como la hierba del campo, y la verdura de legumbres, como hierba de los terrados, y como el trigo marchitado antes de su madurez. 27 Empero yo he conocido tu sentarte, y tu salida, y tu entrada, y tu rabia contra mí. 28 A causa de tu rabia contra mí, y por cuanto tu soberbia ha subido y entrado en mis oídos, yo pondré mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios; y te haré volver por el camino por donde viniste. 29 Y esto, oh Ezequías, te servirá de señal: Comed en este año lo sembrado de suyo, también en el segundo lo que de ello naciere; mas en el año tercero, sembrad y segad; plantad viñas también y comed su fruto. 30 Y volverá lo que ha escapado de la casa de Judá, un resto pequeño, a echar raíces hacia abajo, y llevará fruto hacia arriba. 31 Porque de Jerusalem saldrá un resto, y del monte de Sión algunos que se salven. El celo de Jehová de los Ejércitos hará esto.

32 Por tanto, así dice Jehová respecto del rey de Asiria: No vendrá a esta ciudad, ni disparará aquí flecha, ni presentará delante de ella escudo, ni levantará terraplén contra ella. 33 Por el camino que vino, por el mismo se volverá; y a esta ciudad nunca llegará, dice Jehová. 34 Porque yo amparare a esta ciudad para salvarla, por mi propia causa, y por amor de David, mi siervo.

35 Y aconteció que en aquella misma noche salió un ángel de Jehová, e hirió en el campamento de los Asirios ciento ochenta y cinco mil hombres: y cuando se levantaron por la mañana los que sobrevivieron, ¡he aquí que todos ellos eran cuerpos muertos! 36 Entonces Senaquerib rey de Asiria levantó el campamento, y se fué, y volvió a su tierra, y habitó en Nínive. 37 Y aconteció que estando él adorando en la casa de Nisroc, dios suyo, Adramelec y Sarezer, sus mismos hijos, le hirieron a espada; y escaparon al país de Armenia: y reinó Esar-hadón, hijo suyo, en su lugar.

Capítulo 20

1 EN aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y vino a verle el profeta Isaías hijo de Amoz; y le dijo: Así dice Jehová: Dispón tu casa; porque morirás y no vivirás. 2 Entonces él volvió su cara hacia la pared, y oró a Jehová, diciendo: 3 ¡Oh, Jehová! ¡acuérdate, te lo suplico, de cómo he andado delante de tu rostro fielmente, y con corazón sincero, y he hecho lo que es bueno ante tu vista! Y lloró Ezequías con llanto grande.

4 Y aconteció que antes que Isaías hubiese salido a la mitad del patio, tuvo revelación de Jehová, que decía: 5 Vuelve, y di a Ezequías, caudillo de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: He oído tu oración, he visto tus lágrimas; he aquí que te voy a sanar: al tercer día subirás a la Casa de Jehová. 6 Y añadiré a tus días quince años; y de la mano del rey de Asiria te libraré a ti, y a esta ciudad; pues yo ampararé esta ciudad a causa de mí mismo, y por amor de David mi siervo. 7 Y dijo Isaías: Traed una masa de higos secos. Y la trajeron y pusieron sobre la úlcera; y Ezequías sanó. 8 Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal me darás de que Jehová me va a sanar, y de que al tercer día subiré á la Casa de Jehová? 9 A lo que dijo Isaías: Esto te será señal de parte de Jehová, de que Jehová cumplirá la palabra que ha dicho: Ha bajado ya la sombra diez grados en este reloj de sol; ¿quieres que vuelva atrás diez grados? 10 Y respondió Ezequías: Cosa es de poca monta que la sombra decline diez grados; no, quiero antes que vuelva la sombra hacia atrás diez grados. 11 Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová, el cual hizo que la sombra volviese atrás diez grados, por los grados que ya había bajado en el reloj de sol de Acaz.

12 En aquel tiempo Berodac-baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y un presente a Ezequías; porque supo que Ezequías había estado enfermo. 13 Y Ezequías prestó oído a los mensajeros, y les mostró toda la casa de sus tesoros, plata, y oro, y especias, y aceite oloroso, y el almacén de sus armas; en fin, todo lo que se hallaba entre sus tesoros: no hubo nada en su casa y en todo su dominio, que no se lo mostrase Ezequías. 14 Entonces vino el profeta Isaías al rey Ezequías, y le dijo: ¿Qué te han dicho esos hombres? ¿y de dónde han venido a ti? Y respondió Ezequías: De una tierra lejana han venido, es a saber, de Babilonia. 15 De nuevo le dijo: ¿Qué han visto en tu casa? A lo que dijo Ezequías: Todo cuanto hay en mi casa lo han visto; no hay cosa entre mis tesoros que no les haya mostrado. 16 Entonces Isaías dijo a Ezequías: Oye el oráculo de Jehová: 17 He aquí que vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa; y cuanto han atesorado tus padres hasta este día, será llevado a Babilonia, sin que quede nada, dice Jehová. 18 Y de tus hijos que procedieren de ti, a quienes tú engendrares, algunos serán llevados, que serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia. 19 Y Ezequías respondió a Isaías: Buena es la palabra de Jehová que tú has hablado. Dijo también: ¿No es así, si hay paz y seguridad en mis días? 20 Y las demás cosas de Ezequías, y todo su poder, y cómo hizo el estanque y el acueducto con que introdujo agua en la ciudad, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 21 Y yació Ezequías con sus padres, y Manasés su hijo reinó en su lugar.

Capítulo 21

1 DE edad de doce años era Manasés cuando entró a reinar, y cincuenta y cinco años reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Hefzi-ba. 2 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová, conforme a las abominaciones de las naciones que desposeyó Jehová delante de los hijos de Israel. 3 Porque volvió a edificar los altos que Ezequías su padre había destruído; y levantó altares para Baal, e hizo una Ashera, como había hecho Acab rey de Israel; y postróse ante todo el ejército del cielo, y les rindió culto. 4 Edificó también altares dentro de la Casa de Jehová, de la cual había dicho Jehová: En Jerusalem pondré mi Nombre: 5 y edificó altares a todo el ejército del cielo en ambos atrios de la Casa de Jehová: 6 e hizo pasar a su mismo hijo por el fuego; y observaba los agüeros, y practicaba la adivinación, y tuvo trato con espíritu pitónico, y con los mágicos; e hizo mucha maldad a los ojos de Jehová, para provocarle a ira. 7 También la escultura de la Ashera que había hecho, la colocó en la Casa de la cual había dicho Jehová a David y a Salomón su hijo: En esta Casa, y en Jerusalem que yo he escogido entre todas las tribus de Israel, pondré mi Nombre para siempre; 8 y no volveré más a permitir que el pie de Israel se mueva del suelo que he dado a sus padres; con tal que cuiden de hacer conforme a todo lo que les tengo mandado, y a toda aquella ley que les prescribió mi siervo Moisés. 9 Mas ellos no escucharon; y Manasés les incitó a que hiciesen peor que las naciones que destruyó Jehová delante de los hijos de Israel.

10 Entonces habló Jehová por sus siervos los profetas, diciendo: 11 Por cuanto Manasés rey de Judá ha cometido estas abominaciones, haciendo peor que todo lo que hicieron los Amorreos que fueron antes de él; y ha hecho pecar a Judá también con sus ídolos; 12 por tanto, así dice Jehová el Dios de Israel: He aquí que voy a traer el mal sobre Jerusalem y Judá, tal que a cualquiera que lo oyere le retiñan ambos oídos. 13 Porque extenderé sobre Jerusalem el cordel de Samaria, y la plomada de la casa de Acab, y limpiaré a Jerusalem como suele uno limpiar una escudilla; la limpia, y la vuelve boca abajo. 14 Y desecharé los restos de mi herencia, y los entregaré en mano de sus enemigos; y serán presa y despojo para todos sus enemigos: 15 por cuanto han hecho lo que es malo a mis ojos, y han seguido provocándome a ira desde aquel día en que salieron sus padres de Egipto, hasta el día de hoy. 16 Además de esto, Manasés derramó la sangre inocente en grande abundancia, hasta llenar a Jerusalem de cabo a cabo; fuera de su pecado con que hizo pecar a Judá, haciendo lo que era malo a los ojos de Jehová. 17 Y las demás cosas de Manasés, y todo lo que hizo, y su pecado que cometió, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 18 En fin, yació Manasés con sus padres y fué enterrado en el jardín de su propia casa, el jardín de Uza; y Amón su hijo reinó en su lugar.

19 De edad de veinte y dos años era Amón cuando entró a reinar, y doce años reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Mesulemet hija de Haruz, de Jotba. 20 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová, como lo había hecho Manasés su padre; 21 y anduvo en todo el camino en que anduvo su padre; pues sirvió a los ídolos que había servido su padre, y postróse ante ellos: 22 y abandonó a Jehová, el Dios de sus padres, y no anduvo en el camino de Jehová. 23 Y conspiraron los siervos de Amón contra él, y mataron al rey en su propia casa. 24 Pero el pueblo del país mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón; y el pueblo del país hizo rey a Josías su hijo en su lugar. 25 Y las demás cosas que hizo Amón ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 26 Y fué sepultado en el sepulcro, en el jardín de Uza; y reinó Josías su hijo en su lugar.

Capítulo 22

1 DE edad de ocho años era Josías cuando entró a reinar, y treinta y un años reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Jedida hija de Adaya, de Boscat. 2 E hizo lo que era recto a los ojos de Jehová, y anduvo en todo el camino de David su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda.

3 Y aconteció que en el año diez y ocho del rey Josías, el rey envió a Safán hijo de Azalía, hijo de Mesullam, secretario, a la Casa de Jehová, diciendo: 4 Véte a Helcías sumo sacerdote, y díle que haga la suma del dinero que ha ingresado en la Casa de Jehová, que los porteros han recogido del pueblo; 5 y lo entreguen en mano de los sobrestantes que hacen la obra en la Casa de Jehová, y ellos lo darán a los que trabajan en la obra que haya que hacer en la Casa de Jehová, para que reparen las quiebras de la Casa: 6 es decir, a los carpinteros, y a los edificadores, y a los albañiles; y para que compren maderas y piedras labradas; a fin de hacer las reparaciones de la Casa. 7 Empero no se les ha de pedir cuenta del dinero que se da en su poder; porque ellos obran con fidelidad.

8 Entonces dijo Helcías sumo sacerdote, a Safán, secretario: He hallado un ejemplar del Libro de la Ley en la Casa de Jehová. Y Helcías dió el libro a Safán, el cual lo leyó. 9 Entonces Safán, secretario, volvió al rey, y le trajo razón, diciendo: Tus siervos han sacado el dinero que se halló en la Casa, y lo han entregado en mano de los sobrestantes que hacen la obra de la Casa de Jehová. 10 Luego el secretario Safán avisó al rey, diciendo: El sacerdote Helcías me ha dado un libro. Y leyólo Safán delante del rey. 11 Y sucedió que como oyese el rey las palabras del Libro de la Ley, rasgó sus vestidos. 12 Y el rey mandó al sacerdote Helcías, y a Ahicam hijo de Safán, y a Acbor hijo de Micaya, y a Safán secretario, y a Asaya siervo del rey, diciendo: 13 Id, consultad a Jehová por mí, y por el pueblo, y por todo Judá, con motivo de las palabras de este libro que ha sido hallado; porque grande es la ira de Jehová que se ha encendido contra nosotros; por cuanto nuestros padres no han escuchado las palabras de este libro, para hacer conforme a todo lo que nos estaba prescrito.

14 Entonces Helcías sacerdote, y Ahicam, y Acbor, y Safán, y Asaya fueron a Hulda profetisa, mujer de Sallum hijo de Ticva, hijo de Carcás, jefe del guardarropa, la cual habitaba en Jerusalem, en la ciudad segunda, y hablaron con ella. 15 Y ella les respondió: Así dice Jehová, el Dios de Israel: Decid al varón que os ha enviado a mí: 16 Así dice Jehová: He aquí que voy a traer el mal sobre este lugar, y sobre sus habitantes, a saber, todas las palabras del libro que acaba de leer el rey de Judá; 17 por cuanto me han dejado, y han quemado incienso a otros dioses, provocándome a ira con todas las obras de sus manos; de modo que ya arde mi ira contra este lugar, y no se apagará. 18 Empero en cuanto al rey de Judá que os ha enviado a consultar a Jehová, así le diréis: Así dice Jehová, el Dios de Israel; tocante a las palabras que has oído, 19 por cuanto fué tierno tu corazón, y te humillaste delante de Jehová, cuando oíste lo que yo he pronunciado contra este lugar, y contra sus habitantes, a saber, que vendrían a ser un asombro y una maldición; y has rasgado tus vestidos, y has llorado delante de mí; por lo mismo te he oído, dice Jehová. 20 Por lo cual te voy a recoger a tus padres, y serás recogido a tu sepulcro en paz, y no verán tus ojos todo el mal que voy a traer sobre este lugar. Y ellos llevaron al rey esta respuesta.

Capítulo 23

1 ENTONCES el rey expidió orden, y se juntaron a él todos los ancianos de Judá, y de Jerusalem. 2 Y subió el rey a la Casa de Jehová, y todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalem con él, y los sacerdotes, y los profetas, y todo el pueblo, chicos y grandes; y se leyeron, a oídos de ellos, todas las palabras del Libro del Pacto, que fué hallado en la Casa de Jehová. 3 En seguida el rey se puso de pie sobre el tablado, y renovó el pacto delante de Jehová; de que andarían en pos de Jehová, y que guardarían sus mandamientos, y sus testimonios, y sus estatutos con todo el corazón, y con toda el alma, y que cumplirían las palabras de este pacto, escritas en aquel libro: y todo el pueblo entró en el pacto. 4 Entonces el rey mandó a Helcías sumo sacerdote, y a los sacerdotes de segundo orden y a los porteros, que sacasen del Templo de Jehová todos los utensilios hechos para el culto de Baal, y para la Ashera, y para todo el ejército del cielo; y los quemaron fuera de Jerusalem, en los campos del Cedrón; y llevaron sus cenizas a Bet-el. 5 Y quitó a los kemarim que los reyes de Judá habían constituído para quemar incienso en los altos de las ciudades de Judá, y en los alrededores de Jerusalem; también a los que quemaron incienso a Baal, y al sol, y a la luna, y a las doce constelaciones, y a todo el ejército del cielo. 6 Y sacó a la Ashera de la Casa de Jehová, fuera de Jerusalem, al valle del Cedrón, y la quemó en el valle del Cedrón, y la molió a golpes, hasta reducirla a polvo; y arrojó su polvo sobre las sepulturas de la gente del pueblo. 7 Derribó también las moradas de los sodomitas que estaban en la Casa de Jehová, en donde las mujeres tejían pabellones para la Ashera. 8 Y trajo a todos los sacerdotes desde las ciudades de Judá; y profanó los altos en donde los sacerdotes quemaban incienso, desde Geba hasta Beer-seba. Y derribó los altos de las puertas, el que estaba a la entrada de la puerta de Josué, gobernador de la ciudad, y el que estaba a la izquierda del que entra por la puerta principal de la ciudad. 9 Empero los sacerdotes de los altos no podían subir al altar de Jerusalem; si bien comían de los panes ázimos en medio de sus hermanos. 10 Asimismo profanó a Tofet, situado en el Valle del Hijo de Hinom, para que nadie hiciese pasar a su hijo o su hija por el fuego a Moloc. 11 Asimismo los caballos que los reyes de Judá habían dado al sol, los quitó de la entrada de la Casa de Jehová, de junto al aposento del eunuco Natán-melec, que estaba en los Parvarim: y quemó a fuego los carros del sol. 12 Los altares también que estaban sobre el terrado de la cámara alta de Acaz, los que hicieron los reyes de Judá, y los altares que hizo Manasés en los dos atrios de la Casa de Jehová, los derribó el rey, y los arrojó de allí, e hizo echar su polvo en el torrente Cedrón. 13 Asimismo los altos que había frente a Jerusalem, que estaban a la derecha del monte de Corrupción, los que edificó Salomón rey de Israel para Astarot, ídolo detestable de los Sidonios, y para Cemos, ídolo detestable de Moab, y para Milcam, ídolo abominable de los hijos de Ammón, a todos los profanó el rey. 14 E hizo pedazos las estatuas, y cortó las Asheras; y llenó aquellos sitios de huesos humanos.

15 A más de esto, aquel altar en Bet-el y el alto que hizo Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel, así el altar como el alto los destruyó; pues quemó el alto, y molió a golpes el altar hasta reducirlo a polvo, y quemó la Ashera. 16 Entonces volviendo Josías el rostro echó de ver los sepulcros que había allí en el cerro, y envió y sacó los huesos de los sepulcros, y los quemó sobre el altar; y así los profanó, conforme a la palabra de Jehová que había proclamado aquel varón de Dios que anunció estas cosas. 17 Entonces dijo el rey: ¿Qué monumento es aquel que veo allá? Y le respondieron los hombres de la ciudad: El sepulcro es del varón de Dios que vino de Judá, y proclamó contra el altar de Bet-el estas cosas que tú acabas de hacer. 18 Él entonces dijo: ¡Dejadle; que nadie moleste sus huesos! De suerte que escaparon sus huesos, juntamente con los huesos del profeta que había venido de Samaria. 19 Asimismo todas las casas de los altos que había en las ciudades de Samaria, que habían hecho los reyes de Israel para provocar a ira a Jehová, las quitó Josías; e hizo con ellas conforme a todo lo que había hecho en Bet-el. 20 Sacrificó también a todos los sacerdotes de los altos que halló allí, sobre sus mismos altares; y quemó sobre ellos huesos humanos; y volvióse a Jerusalem. 21 Entonces mandó el rey a todo el pueblo, diciendo: Celebrad la Pascua a Jehová vuestro Dios, conforme a lo que está escrito en este Libro del Pacto. 22 Cierto que nunca fué celebrada Pascua como ésta desde los días de los jueces que juzgaron a Israel, ni en todos los días de los reyes de Israel, ni de los reyes de Judá: 23 mas en el año décimo octavo del rey Josías fué celebrada esta Pascua a Jehová en Jerusalem.

24 En fin, a los nigrománticos, y a los mágicos, y a los dioses familiares, y los ídolos, y todas las abominaciones que pudieron verse en la tierra de Judá y en Jerusalem, los extirpó Josías; a fin de dar efecto a las palabras de la ley, escritas en el libro que había hallado el sacerdote Helcías en la Casa de Jehová. 25 Y nunca hubo antes de él rey alguno como él que tornóse a Jehová con todo su corazón y con toda su alma y con todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él se ha levantado otro como él. 26 Sin embargo de esto, no volvió Jehová del ardor de su grande ira con que su ira ya ardía contra Judá, a causa de todas las provocaciones con que Manasés le había provocado. 27 Por lo cual dijo Jehová: A Judá también voy a quitar de mi presencia, como he quitado a Israel; y rechazaré con desprecio a esta ciudad, Jerusalem, que yo había escogido, y la Casa de que había dicho: Estará allí mi Nombre. 28 Y las demás cosas de Josías, y todo lo que hizo, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?

29 En sus días subió Faraón Necao, rey de Egipto, contra el rey de Asiria, junto al río Eufrates; y marchó el rey Josías a su encuentro; el cual le mató en Meguido, cuando le vió. 30 Y sus siervos le llevaron moribundo, en un carro, desde Meguido, y le trajeron a Jerusalem, y le enterraron en su propio sepulcro. Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, y le ungieron, y le hicieron rey en lugar de su padre.

31 De edad de veinte y tres años era Joacaz cuando entró a reinar, y tres meses reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Hamutal hija de Jeremías, de Libna. 32 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová, conforme a todo lo que habían hecho sus padres. 33 Y Faraón Necao le puso en prisiones en Ribla, en tierra de Hamat, para que no reinase en Jerusalem. E impuso al país una multa de cien talentos de plata y un talento de oro. 34 Y Faraón Necao hizo rey a Eliaquim hijo de Josías, en lugar de Josías su padre; y mudó su nombre en el de Joaquim. Mas a Joacaz se lo llevó: y fué a Egipto, y murió allí. 35 Entonces Joaquim dió la plata y el oro a Faraón; mas impuso al país una contribución personal para pagar el dinero, según el mandato de Faraón; exigió la plata y el oro del pueblo del país, de cada uno conforme a su valuación, para darlo a Faraón Necao.

36 De edad de veinte y cinco años era Joaquim cuando entró a reinar, y once años reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Zebuda hija de Pedaya, de Ruma. 37 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová, conforme a todo lo que habían hecho sus padres.

Capítulo 24

1 EN sus días subió Nabucodonosor, rey de Babilonia, y Joaquim fué siervo suyo por tres años; después de lo cual se volvió y rebelóse contra él. 2 Y envió Jehová contra él tropas de los Caldeos, y tropas de los Siros, y tropas de los Moabitas, y tropas de los hijos de Ammón; las cuales él envió contra Judá para destruirle, conforme a la palabra de Jehová, que había hablado por conducto de sus siervos los profetas. 3 Ciertamente por orden de Jehová sucedió esto contra Judá, para quitarle de su presencia, por causa de los pecados de Manasés, según todo lo que había hecho; 4 y también por la sangre inocente que derramó; pues que llenó a Jerusalem de sangre inocente, la cual Jehová no quiso perdonar. 5 Y las demás cosas de Joaquim, con todo lo que hizo, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 6 Y yació Joaquim con sus padres, y reinó Joaquín su hijo en su lugar. 7 Y el rey de Egipto no volvió más a salir de su tierra; porque el rey de Babilonia tomó todo lo que había sido del rey de Egipto, desde el torrente de Egipto hasta el río Eufrates.

8 De edad de diez y ocho años era Joaquín cuando entró a reinar, y tres meses reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Nehusta hija de Elnatán, de Jerusalem. 9 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová, conforme a todo lo que había hecho su padre. 10 En ese tiempo los siervos de Nabucodonosor rey de Babilonia subieron a Jerusalem; y la ciudad fué sitiada. 11 Vino también el mismo Nabucodonosor rey de Babilonia a la ciudad, mientras sus siervos la tenían cercada. 12 Entonces Joaquín rey de Judá salió al rey de Babilonia, él, y su madre, y sus siervos, y sus príncipes, y sus eunucos: de modo que le tomó el rey de Babilonia en el año octavo del reinado de éste. 13 Y sacó de allí todos los tesoros de la Casa de Jehová, y los tesoros de la casa real; y cortó en pedazos todas las alhajas de oro que había hecho Salomón rey de Israel para el Templo de Jehová; como lo había dicho Jehová. 14 Y llevó en cautiverio a toda Jerusalem, y a todos los príncipes, y a todos los hombres esforzados; diez mil fueron los cautivos, inclusos todos los artesanos y los herreros; no quedó ninguno, a excepción de los más pobres del pueblo del país. 15 Por manera que llevó cautivo a Babilonia a Joaquín, y a la madre del rey, y a las mujeres del rey, y a sus eunucos, y a la gente válida del país; a todos los llevó en cautiverio de Jerusalem a Babilonia. 16 Además, a todos los hombres de guerra, en número de siete mil, y a los artesanos y herreros, mil, todos ellos hombres esforzados, hechos a la guerra, el rey de Babilonia los llevó cautivos a Babilonia. 17 Y en lugar de Joaquín, el rey de Babilonia hizo rey a Natanías, tío suyo, y mudóle el nombre en el de Sedequías.

18 De edad de veinte y un años era Sedequías cuando entró a reinar, y once años reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Hamutal hija de Jeremías, de Libna. 19 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová, conforme a todo lo que había hecho Joaquim: 20 porque a causa de la ira de Jehová esto sucedió en Jerusalem y en Judá, hasta que los acabase de arrojar de su presencia. Rebelóse también Sedequías contra el rey de Babilonia.

Capítulo 25

1 ACONTECIÓ pues que en el año noveno de su reinado, en el mes décimo, a los diez del mes, vino el rey de Babilonia, él y todo su ejército, contra Jerusalem, y asentó campamento contra ella; y edificaron torres contra ella al rededor: 2 de modo que la ciudad fué sitiada hasta el año undécimo del rey Sedequías. 3 Y al día nueve del mes cuarto, cuando prevalecía ya el hambre en la ciudad en términos que no hubo pan para el pueblo de la tierra; 4 se efectuó una brecha en la ciudad; y todos los hombres de guerra huyeron de noche, por la vía secreta de la puerta, entre los dos muros, que había cerca del jardín del rey, mientras que los Caldeos tenían la ciudad cercada en derredor; y se fué el rey camino del Arabá. 5 Empero el ejército de los Caldeos siguió tras el rey; y le alcanzaron en los llanos de Jericó, estando todo su ejército disperso de al rededor de él. 6 Así prendieron al rey, y le llevaron al rey de Babilonia en Ribla; donde pronunciaron sentencia contra él. 7 Y a los hijos de Sedequías los degollaron ante su misma vista; luego le sacaron los ojos a Sedequías, y le sujetaron con grillos de bronce, y le llevaron a Babilonia.

8 En el mes quinto, al séptimo del mes (era el año diez y nueve del rey Nabucodonosor rey de Babilonia), Nabuzaradán, capitán de la guardia real y siervo del rey de Babilonia, llegó a Jerusalem. 9 Y quemó la Casa de Jehová y la casa del rey; también quemó a fuego todas las casas de Jerusalem, y todos los palacios. 10 Y todo el ejército de los Caldeos que acompañaba al capitán de la guardia, derribó los muros de Jerusalem al rededor. 11 Y al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, y los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia, con lo que quedaba de la gente común, los llevó en cautiverio Nabuzaradán, capitán de la guardia. 12 Sin embargo, de los más pobres del país el capitán de la guardia dejó algunos para que fuesen viñadores y labradores.

13 Asimismo las columnas de bronce que había en la Casa de Jehová, y las basas, y el mar de bronce que había en la Casa de Jehová, los hicieron pedazos los Caldeos, y llevaron el bronce de ellos a Babilonia. 14 Tomaron también los calderos, y las paletas, y las despabiladeras, y las cucharas, y todos los instrumentos de bronce con que se ministraba, 15 y los incensarios, y los tazones; lo que era de oro, en oro, y lo que era de plata, en plata: se lo llevó todo el capitán de la guardia. 16 En cuanto a las dos columnas, el un mar y las basas que había hecho Salomón para la Casa de Jehová, no hubo medio de pesar el bronce de todos estos enseres. 17 De diez y ocho codos era la altura de una columna; y había sobre ella un capitel de bronce, siendo la altura del capitel tres codos, con una obra de malla y granadas sobre el capitel en su derredor: todo era de bronce. E iguales dimensiones tenía la segunda columna, con su obra de malla.

18 Y el capitán de la guardia tomó a Seraya, primer sacerdote, y a Sofonías, segundo sacerdote, y a tres de los porteros; 19 y de los de la ciudad tomó a cierto oficial que tenía a su cargo los hombres de guerra, y cinco hombres de los que veían el rostro del rey, los cuales se hallaban en la ciudad, y al secretario del jefe del ejército, el que hacía las levas de la gente del país, con sesenta hombres del pueblo del país, que fueron hallados en la ciudad; 20 a éstos pues los tomó Nabuzaradán capitán de la guardia, y los llevó al rey de Babilonia en Ribla. 21 Y los hirió el rey de Babilonia, y les dió muerte en Ribla, en la tierra de Hamat. Así Judá fué llevado en cautiverio de sobre su propio suelo. 22 Mas en cuanto al pueblo que se quedó en la tierra de Judá, a quienes había dejado Nabucodonosor rey de Babilonia, nombró sobre ellos a Gedelías hijo de Ahicam, hijo de Safán.

23 Y cuando todos los capitanes de las tropas oyeron decir, ellos y sus hombres, que el rey de Babilonia había nombrado gobernador a Gedelías, vinieron a Gedelías en Mizpa; a saber, Ismael hijo de Netanías, y Johanán hijo de Carea, y Seraya hijo de Tanhumet, netofatita, y Jaazanías hijo del Maacateo; ellos y sus hombres. 24 Y Gedelías les hizo juramento, a ellos y a sus hombres, y les dijo: No tengáis temor de ser siervos de los Caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y os irá bien. 25 Pero aconteció que en el mes séptimo, vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de estirpe real, y diez hombres, con él, e hirió a Gedelías y le mató; mató asimismo a los Judíos y a los Caldeos que estaban con él en Mizpa. 26 Entonces se levantó todo el pueblo, así chicos como grandes, y los capitanes de las tropas, y se fueron a Egipto; porque temieron a causa de los Caldeos.

27 Y aconteció que en el año treinta y siete del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en el mes doce, a los veinte y siete días del mes, Evil-merodac rey de Babilonia, en el año que entró a reinar, elevó la cabeza de Joaquín rey de Judá, sacándole de la cárcel; 28 y habló con él cariñosamente, y puso su trono más alto que los tronos de los otros reyes que tenía consigo en Babilonia. 29 Y mudóle su traje de cárcel; y Joaquín comía pan en su presencia siempre, todos los días de su vida. 30 Y en cuanto a su manutención, le fué dada de parte del rey una manutención continua, a razón de un tanto por día, todos los días de su vida.

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