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Nuevo Testamento

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Hechos 2

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Pentecostés: el Espíritu desciende del cielo
Juan 14:16-17, 26; Hechos 1:8

1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. 2 De repente vino del cielo un estruendo, como de un viento fuerte e impetuoso, y llenó toda la casa donde estaban sentados. 3 Aparecieron lenguas divididas como de fuego, y se repartieron posándose sobre cada uno de ellos. 4 Todos fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en diversas lenguas, según el Espíritu les daba que hablaran. 5 Se alojaban en Jerusalén judíos, hombres piadosos venidos de toda nación existente bajo el cielo. 6 Cuando esto se supo, se juntó la multitud, y estaban confusos porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 7 Estaban atónitos y, en su asombro, decían: ¿No son galileos todos estos que hablan? 8 ¿Cómo pues los oímos hablar, a cada cual en la lengua del país en que nacimos? 9 Partos, medos, elamitas, habitantes de Mesopotamia, de Judea, de Capadocia, de Ponto y Asia, 10 de Frigia y de Panfilia, de Egipto y las regiones de Libia junto a Cirene, y los forasteros romanos, 11 tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras propias lenguas sobre las grandes obras de Dios. 12 Todos estaban admirados y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13 Pero otros burlándose, decían: ¡Están llenos de vino nuevo!

El discurso de Pedro en Pentecostés

14 Entonces Pedro, puesto en pie con los once, alzó la voz y les declaró: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, que esto os sea notorio, y escuchad bien mis palabras. 15 Porque estos no están ebrios, como suponéis, puesto que es la hora tercera del día; 16 sino que esto es lo que se dijo por medio del profeta Joel: 17 «Y sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; y vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños. 18 Y hasta sobre mis siervos y sobre mis siervas, en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. 19 Haré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra; sangre y fuego, y vapor de humo; 20 el sol se cambiará en tinieblas y la luna en sangre, antes de que venga el día del Señor°, grande y notable. 21 Sucederá que todo aquel que invoque el nombre del Señor°, será salvo.» [Isaías 49:6] 22 ¡Varones israelitas, escuchad estas palabras! Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo mediante él en medio de vosotros (como vosotros mismos sabéis), 23 a este, entregado por el determinado designio y presciencia de Dios, vosotros matasteis crucificándolo por mano de hombres inicuos. 24 A él Dios resucitó, liberándolo de las ataduras de la muerte, por cuanto no era posible que él fuese retenido por ella. 25 Porque David dice de él: «Contemplaba al Señor° siempre delante de mí; pues está a mi diestra para que yo no sea conmovido. 26 Por eso se alegró mi corazón y se gozó mi lengua, y aun mi carne reposará en esperanza; 27 porque no dejarás mi alma en el hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción. 28 Me hiciste conocer las sendas de la vida; me llenarás de gozo en tu presencia.» [Salmo 16:8-11] 29 ¡Varones hermanos! Permitidme que os diga con franqueza del patriarca David, que no solo murió, sino que fue sepultado y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. 30 Pero él, siendo profeta y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que uno de sus descendientes se sentaría sobre su trono, 31 previéndolo, habló acerca de la resurrección del Mesías, que no sería dejado en el hades, ni su carne vería corrupción. 32 A este Jesús lo ha resucitado Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33 Siendo exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, él ha derramado esto que veis y oís. 34 Porque David no subió a los cielos, pero dice él: Dijo el Señor° a mi Señor: ¡Siéntate a mi derecha, 35 hasta que yo ponga a tus enemigos por estrado de tus pies! 36 Que toda la casa de Israel lo sepa con certeza: ¡Dios ha hecho Señor y Cristo a este mismo Jesús a quien vosotros crucificasteis!

Zacarías 12:10; Lucas 5:10Juan 16:8

37 Al oír esto, se sintieron compungidos de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: ¡Hermanos! ¿Qué tenemos que hacer? 38 Pedro les dijo: ¡Arrepentíos, y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo! 39 Porque la promesa es para vosotros, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para todos a cuantos llame el Señor° Dios nuestro. 40 Con otras muchas palabras testificaba y los exhortaba diciendo: ¡Salvaos de esta generación perversa! 41 Los que recibieron su palabra fueron bautizados; y fueron añadidas en aquel día como 3.000 almas. 42 Perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. 43 El temor se apoderó de todos; y muchos prodigios y señales se hacían por medio de los apóstoles. 44 Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común. 45 Vendían sus posesiones y sus propiedades, y las repartían entre todos según la necesidad de cada cual. 46 Con constancia diariamente asistían al templo; partían el pan en las casas, compartían el alimento con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo. Y cada día el Señor añadía a la Iglesia los que iban siendo salvos.

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