Inédito Nuevo

0 - Introducción

Epístola a los Hebreos


Unas palabras preliminares pueden ser útiles, antes de considerar el capítulo en sus detalles.

El autor de la Epístola a los Hebreos fue guiado por el Espíritu Santo para suprimir tanto su propio nombre como el nombre de aquellos a quienes la escribió [1].

[1] N.d.T. A causa de este hecho, nosotros no podemos ni debemos atribuir la autoría de esta Epístola ni a Pablo ni a cualquier otro siervo del Señor.

Sin embargo, casi cada línea de esta atestigua que fue dirigida a los creyentes hebreos, y hay en ella un número de pequeñas alusiones que nos pueden hacer pensar que fue escrita por Pablo. Si es así, tenemos en ella esa Epístola a los creyentes judíos que Pedro, en su Segunda Epístola, menciona como escrita por «nuestro amado hermano Pablo» (2 Pe. 3:15).

A medida que la repasemos, veremos que el motivo de ella era que un cierto cansancio se había apoderado de estos santos, sus manos estaban caídas y sus rodillas débiles en la carrera cristiana, y estos síntomas inquietantes suscitaron temores de que esta tendencia al retroceso pudiera significar que algunos de ellos cayeran en una apostasía abierta.

Veremos también que su carga principal es la inconmensurable superioridad del cristianismo sobre el judaísmo, aunque este apelaba a la vista y aquel solo a la fe. Incidentalmente, también les pedía que cortaran sus últimos lazos con el desgastado sistema judío, al que tenían tanta tendencia a aferrarse, como nos muestran los Hechos de los Apóstoles. Debió de escribirse pocos años antes de que el imponente ritual del judaísmo cesara con la destrucción de Jerusalén.

No se puede exagerar la importancia de esta Epístola para la hora presente. Multitudes de creyentes hoy en día, aunque gentiles y por lo tanto de ninguna manera conectados con el judaísmo, están sin embargo enredados en formas pervertidas de cristianismo, que consisten en gran medida en formas, ceremonias y rituales, que a su vez son en gran parte una imitación de ese ritual judío, una vez ordenado por Dios para llenar el tiempo hasta que Cristo viniera. Puede ser que la mayoría de nuestros lectores estén, por la misericordia de Dios, libres de estos sistemas hoy en día, sin embargo, la mayoría de nosotros hemos tenido algo que ver con ellos, y casi insensiblemente la influencia de ellos se aferra a nosotros.

Si nuestra fe se aviva al leerla; si nuestros ojos espirituales reciben una nueva visión de las inconmensurables glorias de Cristo, y de la realidad de todas aquellas verdades espirituales que están establecidas en él, nos encontraremos completamente fortalecidos para que «corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante» (Hebr. 12:1).


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