Índice general
Ayuda al estudio de Hechos
Autor:
Ayuda al estudio de la Palabra de Dios
Serie:1 - Introducción
El Señor había revelado a Pedro que iba a construir su Iglesia –la Asamblea (Mat. 16:18). Este libro nos muestra el comienzo y el crecimiento de la Iglesia en el primer siglo, a pesar de los intensos e incesantes esfuerzos del enemigo para impedirlo. Está claro que esta obra es la obra del Espíritu Santo a través de los apóstoles. Pedro, a quien se le habían confiado las llaves del reino de los cielos (Mat. 16:19), es el apóstol elegido para abrir la puerta a los judíos, a los samaritanos y luego a las demás naciones (Hec. 1:8). Lo vemos trabajar hasta el capítulo 12. Pablo, a quien se le revelará el misterio de la Iglesia, se encargará de extender la obra entre los gentiles.
2 - Esquema del libro
2.1 - Capítulo 1
Con el propósito de dejar claro que el Señor es el maestro de obras de su Iglesia, Lucas, el autor de este libro (v. 1; véase Lucas 1:3), retoma los dos últimos párrafos de su evangelio (24:36-53), donde tenemos los últimos mandatos del Señor resucitado para los suyos antes de su ascensión. Debían esperar para recibir la «promesa del Padre»: el Espíritu Santo (v. 1-5), y luego ser testigos del Señor «hasta los confines de la tierra», por el poder del Espíritu Santo (v. 6-8). Después de ver al Señor levantado de la tierra al cielo (v. 9) y de oír a los ángeles asegurarles su regreso (v. 10-11), los discípulos regresan al aposento alto y se dedican a la oración mientras esperan la promesa (v. 12-14). Pedro, con la comprensión de la Escritura, muestra que Judas debe ser reemplazado (v. 15-22), y confían en el Señor para esto (v. 23-26).
2.2 - Capítulos 2-12: El comienzo de la Iglesia; el ministerio de Pedro
2.2.1 - Capítulo 2
La promesa del Padre se cumple: los discípulos son bautizados colectivamente con el Espíritu Santo (v. 1-2): desde ahora forman la Iglesia o Asamblea (ver Efe. 2:22). El Espíritu Santo también trabaja en cada uno individualmente (v. 3-4). El testimonio de este acontecimiento trascendental se da a muchos judíos de la dispersión, presentes en la fiesta judía de Pentecostés: escuchan cada uno en su propio idioma «las maravillas de Dios» (v. 5-13). Pedro les dice que esta circunstancia milagrosa es el cumplimiento de una profecía de Joel (v. 14-21; Joel 2:28-32). Se debe al poder del Espíritu Santo enviado por Aquel a quien crucificaron y que ahora está resucitado y glorificado a la derecha de Dios, según los Salmos 16 y 110 (v. 22-36). Pedro los llama a arrepentirse y a recibir el Espíritu Santo (v. 37-41). El capítulo termina con una visión general de la vida individual y colectiva de estos primeros creyentes, una vida para gloria de Dios (v. 42-47).
2.2.2 - Capítulo 3
Pedro realiza un milagro de gracia, como lo habría hecho su maestro, mientras sube al templo. La ruptura con el judaísmo aún no se ha hecho realidad (v. 1-11). Esta es la oportunidad de anunciar a las personas que fueron testigos de estas cosas que fue por el poder de Aquel a quien crucificaron y que resucitó que se realizó este milagro (v. 12-18). Pedro los invita a arrepentirse, para que el Mesías pueda restaurar su reino terrenal (v. 19-26).
2.2.3 - Capítulo 4
En lugar de obedecer al llamado a arrepentirse, los líderes religiosos hacen que los apóstoles sean arrestados y llevados ante su tribunal (v. 1-7). Pedro da el mismo testimonio delante de estos líderes religiosos. Temiendo perder su notoriedad, estos líderes les prohíben «hablar y enseñar en el nombre de Jesús», lo que los apóstoles declaran imposible (v. 8-22). Entonces pueden unirse a otros creyentes, alabando a Dios y pidiendo audacia en la proclamación de la Palabra (v. 23-31). Los versículos 32 a 37 describen un hermoso cuadro de la bendición traída por el cristianismo que el enemigo busca sofocar.
2.2.4 - Capítulo 5
Después de este primer ataque, por intimidación, contra la nueva obra del Espíritu Santo, Satanás trata de corromperla desde adentro; la mentira es descubierta por el Espíritu Santo y severamente reprimida (v. 1-5a; 1 Juan 5:16). Un santo temor del nombre del Señor se apodera de todos (v. 5b-11). Estos ataques no impiden que la gracia de Dios opere con poder a través de los apóstoles (v. 12-16). El enemigo actúa ahora violentamente para silenciar a los apóstoles, pero el Señor los libera por medio de un ángel para que continúen predicando (v. 17-21). Confundidos, los líderes religiosos no admiten la derrota, pero Pedro resiste y sigue llamándolos al arrepentimiento (v. 22-32). Dios permite que los apóstoles sean liberados de sus manos a través de la sabiduría de uno de sus doctores (v. 33-40), y el trabajo puede continuar (v. 33-42).
2.2.5 - Capítulo 6
Un nuevo ataque viene desde el interior a través de la expresión del descontento. Los apóstoles resolverán esta dificultad estableciendo siervos en lo referente a cosas materiales, para no entorpecer el servicio de la Palabra (v. 1-4). La elección de los sirvientes se deja a la responsabilidad de los discípulos, a diferencia de los dones de gracia que son concedidos por el Espíritu Santo (v. 5-7). El poderoso testimonio de Esteban despierta una violenta oposición (v. 8-15).
2.2.6 - Capítulo 7
En respuesta a las acusaciones hechas en su contra (6:11, 13), Esteban traza la historia del pueblo desde Abraham hasta la construcción del templo, y enfatiza la fidelidad de Dios al pueblo, que era incrédulo y rebelde, y que rechazó a aquellos que él les envió (v. 1-50). Luego reprocha fuertemente a sus acusadores por ser rebeldes como sus padres y por haber dado muerte a Cristo (v. 51-54). Llenos de un odio implacable, los líderes religiosos dieron muerte a Esteban, quien, lleno del Espíritu, contempla al Señor en el cielo y lo imita hasta su último aliento (v. 55-60). Esta escena, que es como una repetición de lo que pasó en la cruz, confirma la puesta de lado de Israel.
2.2.7 - Capítulo 8
Satanás redobla sus esfuerzos para contrarrestar la obra de Dios; la Iglesia es perseguida, devastada, dispersada (v. 1-4). Pero la persecución tiene el efecto de difundir la Palabra de Dios; así se anuncia a los samaritanos despreciados por los judíos, que la reciben con alegría (v. 5-8). El enemigo no se rinde e intentará infiltrar a uno de sus agentes entre los creyentes, Simón el mago (v. 9-13). Pedro y Juan, que habían venido de Jerusalén para sellar su autoridad apostólica sobre esta obra del Espíritu Santo y para expresar la unidad de la Iglesia, desenmascaran a Simón y lo repelen (v. 14-25). La gracia continúa su curso y ahora llega a un descendiente de Cam que estaba bajo la maldición de Génesis 9:22, 26-27; 10:6, Cus = Etiopía V.M. (v. 26-40).
2.2.8 - Capítulo 9
El adversario no se desarma y, siempre intentando detener la propagación del cristianismo (el «Camino»), envía a uno de sus más fieles agentes (Saulo de Tarso) a Damasco, mucho más allá de Samaria (v. 1-2). Pero el Señor mismo desploma a Saulo y se revela a él (v. 3-6), haciéndolo uno de sus más fieles servidores para difundir su Nombre por todas las naciones (v. 7-16). Habiendo recobrado la vista y habiendo sido bautizado, Saulo predica inmediatamente que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios (v. 17-22). Inmediatamente Satanás busca hacer desaparecer a Saulo (v. 23-25). Pero huyendo a Jerusalén, da testimonio de su conversión ante los apóstoles que lo enviarán a Tarso para protegerlo (v. 26-30).
El Señor vela por las iglesias que siguen en el temor de su Nombre y las mantiene en paz (v. 31). Pedro continúa caminando sobre las huellas del Señor, haciendo milagros de curación; muchas almas son llevadas al Señor (v. 32-43).
2.2.9 - Capítulo 10
En este capítulo se nota un giro en la historia de la Iglesia. Hasta aquí, el trabajo se había llevado a cabo en Judea y Samaria y ahora se extendería a las naciones no judías. El Señor empleará a Pedro a quien ha confiado las llaves del reino de los cielos. Un ángel es enviado a Cesarea, a Cornelio, un centurión romano temeroso de Dios, para decirle que haga venir a Pedro (v. 1-8). Pedro, por su parte, recibe una visión que le muestra claramente que las naciones ya no deben ser consideradas impuras (v. 9-16). Al mismo tiempo, llegan los enviados de Cornelio y Pedro entiende inmediatamente que debe seguirlos (v. 17-24). Cuando llegan a Cesarea, se cuentan sus visiones mutuas (v. 25-33); luego Pedro anuncia a Jesús y la obra de la cruz en la casa de Cornelio (v. 34-43). El Espíritu Santo viene entonces sobre todos los que escuchan la Palabra, y son bautizados. Así se abre la puerta a las naciones (v. 44-48).
2.2.10 - Capítulo 11
A su regreso a Jerusalén, Pedro se dirige a los judíos que todavía consideraban al pueblo de los gentiles como inmundos; da testimonio de lo que Dios había hecho y los convence (v. 1-18). La obra entre los gentiles no solo se incrementa a través de los apóstoles, sino también a través de aquellos que, como resultado de la persecución, fueron dispersados cada vez más lejos (v. 19-21). Bernabé, enviado por la iglesia a Jerusalén para presenciar esta obra, se regocija y discierne por el Espíritu que es el campo de misión de Saulo al que buscará en Tarso (v. 22-26). Un profeta de Jerusalén anuncia que está a punto de producirse una hambruna; será una oportunidad para manifestar la unidad de la Iglesia y el amor que unió a los creyentes, ya sean judíos o gentiles (v. 27-30).
2.2.11 - Capítulo 12
El enemigo se desata en Jerusalén, desencadenando una persecución contra los apóstoles. El rey Herodes hizo que mataran a Jacobo y que encarcelaran a Pedro (v. 1-4). Dios responde a las oraciones de la iglesia liberando milagrosamente a Pedro (v. 5-11) que va al encuentro de los que estaban orando, para confortarlos (v. 12-17). Esta es la última mención de Pedro en este libro de los Hechos. En cuanto a Herodes, a quien el pueblo incrédulo consideraba un dios, cae bajo el juicio de Dios (v. 18-23). Nada puede impedir que la obra de Dios crezca (v. 24-25).
2.3 - Capítulos 13 a 28: Extensión de la Iglesia; el ministerio de Pablo
2.3.1 - Capítulo 13
Ahora que la obra de Antioquía es plenamente aceptada por los creyentes en Jerusalén, el Espíritu Santo envía al apóstol Pablo para el servicio al que ha sido llamado, con la comunión de la iglesia de Antioquía (v. 1-3). La isla de Chipre es la primera etapa del primer viaje misionero de Pablo. Allí se encuentra con la oposición del enemigo, pero el Espíritu actúa poderosamente para vencerla (v. 4-12). La siguiente etapa es Antioquía de Pisidia, en el continente. Pablo predica primero a los judíos (véase Rom. 1:16), siendo bien recibido por ellos (v. 13-41). La semana siguiente, estos mismos judíos, celosos de las multitudes no judías que venían a escuchar la Palabra de Dios, se oponen a Pablo y a Bernabé y los expulsan (v. 42-52).
2.3.2 - Capítulo 14
Cuando Pablo y Bernabé llegan a Iconio, se repite la misma escena: muchas conversiones tienen lugar entre judíos y griegos, pero los judíos incrédulos persiguen a los apóstoles, obligándolos a huir a otras ciudades (v. 1-7). En Listra, Pablo realizó un milagro: curó los pies de un hombre impotente. La multitud consideraba entonces a Pablo y a Bernabé como dioses (v. 8-18), pero los judíos de Antioquía e Iconio hicieron que esa misma multitud esté en contra de los apóstoles y apedrearon a Pablo arrastrándolo fuera de la ciudad, creyéndolo muerto (v. 18-19). El Señor levantó a Pablo, y los apóstoles volvieron a Antioquía, de donde habían partido; recorrieron todas las ciudades donde habían predicado y fortalecieron a los que habían creído (v. 20-26). Cuando llegaron a Antioquía, encontraron a los suyos y les informaron de «todo lo que Dios había hecho con ellos» (v. 27-28).
2.3.3 - Capítulo 15
El enemigo trata de romper la unidad de la Iglesia separando a los creyentes judíos de los gentiles. Lo hace por medio de los judíos que permanecieron apegados a la Ley y buscaron imponerla a los creyentes no judíos. El Espíritu da sabiduría a los hermanos para examinar esta cuestión con los apóstoles en Jerusalén (v. 1-5). Tiene lugar una reunión entre hermanos durante la cual el pensamiento del Espíritu se impondrá a todos (v. 6-21). Se escribe una carta para comunicar este pensamiento a la iglesia en Antioquía (v. 22-29); traerá paz y consuelo a la iglesia local (v. 30-35). Aunque se preserva la unidad de la Iglesia, Satanás logra romper la comunión existente entre Pablo y Bernabé (v. 36-39). Pablo comienza su segundo viaje misionero para visitar de nuevo las iglesias (v. 40-41).
2.3.4 - Capítulo 16
Pablo asocia a Timoteo para el servicio y visita las iglesias siendo «confirmadas en la fe» y crecen (v. 1-5). Pablo propuso visitar esas mismas regiones de Asia, pero el Espíritu Santo no lo permite; los apóstoles serán enviados aún más lejos, a Europa (v. 6-12). Después de su llegada a Filipos, se forma rápidamente una iglesia en la casa de Lidia (v. 13-15), y el enemigo reacciona inmediatamente por medio de uno de sus propios agentes, para enviar a Pablo a la cárcel (v. 16-24). Pero el poder del Señor es mayor: un terremoto destruye la prisión y libera a los prisioneros que no huyen. Así es como se produce la conversión del carcelero y su casa, y se añaden a las filas de la Iglesia (v. 25-34). El Señor permite que el enemigo sea humillado públicamente; entonces Pablo continúa su camino (v. 35-40).
2.3.5 - Capítulo 17
Al llegar a Tesalónica, Pablo predica la Palabra a los judíos en la sinagoga; algunos creen, pero el hecho que los griegos estén entre ellos despierta una violenta oposición de los judíos incrédulos (v. 1-9). Los hermanos envían a Pablo a Berea donde sucede lo mismo que en Tesalónica; para proteger a Pablo, algunos hermanos lo llevan a Atenas (v. 10-15). En este lugar renombrado por su vana sabiduría humana, el apóstol expondrá la sabiduría de Dios, pero no encontrará una oposición violenta (v. 16-34).
2.3.6 - Capítulo 18
Pablo va a Corinto. Allí se une a Aquila y Priscila y se queda en su casa; hace el mismo trabajo que ellos (hacer tiendas), pero esto no le impide presentar la Palabra de Dios con celo (v. 1-4). Nuevamente encuentra oposición de los judíos, y ahora se dirige al pueblo de los gentiles (v. 5-8). El Señor silenciará a los opositores durante un año y medio para que Pablo pueda enseñar a todos los que se han convertido (v. 9-11). Luego, cuando la oposición de los judíos comenzó de nuevo con violencia (v. 12-17), el apóstol es llevado a dejar Corinto y regresar a Antioquía, vía Éfeso, donde deja a Aquila y Priscila (v. 18-22). Se pone en marcha en su tercer viaje (v. 23). Mientras tanto, en Éfeso, el Señor se sirve de Aquila y Priscila para enseñar a su siervo Apolo (v. 24-28).
2.3.7 - Capítulo 19
Pablo llega a Éfeso después de la partida de Apolo y llena los vacíos de la enseñanza que había dado allí (v. 1-7). Cuando la oposición se manifiesta nuevamente, Pablo se separa y se ocupa de los que quieren escuchar (v. 8-10). Dios concedió a su siervo realizar grandes milagros en el nombre de Jesús. ¡El enemigo busca imitarlo por medio de judíos exorcistas que son humillados por el mismo diablo (v. 11-16)! El miedo se apodera de todos en la ciudad de Éfeso y muchos creyentes testifican públicamente que rechazan todas las prácticas ocultas (v. 17-20). Pablo envía a dos de sus ayudantes a Macedonia para preparar su próxima llegada (v. 21-22). El enemigo se desata una vez más contra Pablo. Un orfebre, Demetrio, se aprovechaba de la idolatría que los efesios consagraban a la diosa Diana; al ver que su negocio declinaba debido al gran número de conversos, Demetrio alborota toda la ciudad contra Pablo (v. 23-41).
2.3.8 - Capítulo 20
Pablo va por última vez a Macedonia, luego a Grecia para fortalecer y animar a los creyentes; luego regresa a Troya (v. 1-6). Allí, el primer día de la semana, durante la reunión para el partimùiento del pan, un joven muere accidentalmente. Vuelve a la vida gracias a la intervención de Pablo y la reunión puede continuar hasta el amanecer (v. 7-12). En su camino de regreso a Jerusalén, Pablo se detiene en Mileto (v. 13-16) donde hace venir a los ancianos de Éfeso. Les recuerda el modelo que les ha dejado y les advierte que pronto vendrán ataques del enemigo; los encomienda a la gracia de Dios y se despide de ellos, porque no los volverá a ver (v. 17-38).
2.3.9 - Capítulo 21
Durante su viaje a Jerusalén, Pablo es advertido por el Espíritu en varias ocasiones de no ir allí, pero está dispuesto a dar su vida allí por amor a su pueblo y al Señor (v. 1-16). En Jerusalén, Pablo se encuentra con los ancianos que le persuaden en demostrar que se somete a la ley; con esto quieren protegerlo de los judíos que están apegados al judaísmo (v. 17-26). Esta artimaña es en vano; estos judíos alborotan a las multitudes y tratan de matar a Pablo (v. 27-31). Pero el comandante romano lo arrebató de la furiosa multitud y lo puso a salvo en la fortaleza (v. 32-40).
2.3.10 - Capítulo 22
Desde lo alto de los escalones de la fortaleza, le es permitido a Pablo hablar con los judíos, para que pueda dar testimonio de su conversión (v. 1-21). Pero en cuanto menciona que ha sido enviado a los gentiles, el orgullo que anima a los judíos los enfurece. Para calmarlos, el comandante romano quiere someter a Pablo a la tortura; pero cuando se entera de que es «romano» de nacimiento, solo lo dejan encerrado en la fortaleza (v. 22-30).
2.3.11 - Capítulo 23
Al día siguiente, Pablo fue llevado ante la corte judía. Observando la presencia de fariseos y saduceos, habla de la resurrección para provocar la disensión entre sus oponentes. Pablo es entonces traído otra vez a la fortaleza por el tumulto que causó (v. 1-10). Durante la noche siguiente, el Señor viene a fortalecerlo (v. 11). Los judíos conspiraron para matar a Pablo, pero fueron frustrados en este plan por el sobrino del apóstol, que supo de la emboscada (v. 12-22). Pablo es entonces llevado a salvo a Cesarea y entregado al cuidado del Gobernador Félix (v. 23-35).
2.3.12 - Capítulo 24
Los líderes religiosos vienen de Jerusalén, acompañados por un orador de renombre, para acusar a Pablo ante Félix (v. 1-9). Pablo puede defenderse. Afirma que estas acusaciones son falsas, pero confiesa que, en realidad, se trata de la cuestión de la resurrección (v. 10-21). Dado que es por un asunto de religión, Félix declara preferir esperar al tribuno dejándolo en prisión (v. 22-27).
2.3.13 - Capítulo 25
Festo sucede a Félix y los líderes religiosos repiten sus acusaciones contra Pablo. Festo ofrece a Pablo defenderse ante la corte judía de Jerusalén, pero Pablo se niega y apela al emperador César (v. 1-12). Sin saber qué razón invocar para justificar su aparición ante César, Festo pide una audiencia ante el rey Agripa para conocer su opinión (v. 12-27).
2.3.14 - Capítulo 26
Pablo da testimonio de su pasado y de su conversión delante de Agripa (v. 1-23). Festo, un extraño a los asuntos religiosos, lo toma por un loco. El apóstol interpela entonces a Agripa que sabe estas cosas, pero, desdichadamente, esto solo lo sacude, sin que su corazón sea tocado (v. 24-32).
2.3.15 - Capítulo 27
Pablo es enviado desde Cesarea a Roma, para presentarse ante César. Algunos amigos lo acompañan. Una espantosa tormenta hace manifiesta la nulidad de la sabiduría del hombre y demostrando su impotencia para dirigir el barco. Dios entonces confía a Pablo, el prisionero, la seguridad de la tripulación. El barco encalla en la isla de Malta; toda la tripulación está sana y salva (v. 1-44).
2.3.16 - Capítulo 28
La amabilidad de los indígenas que viven en esta isla contrasta con el odio de los judíos hacia Pablo. El enemigo, la antigua serpiente, intenta eliminar a Pablo por la mordedura de una víbora, pero la Palabra del Señor prevalece (véase Marcos 16:18). Pablo siente el deber de predicar el evangelio al pueblo de Malta (véase Rom. 1:14), y los sana a todos (v. 1-10). Continúa su viaje a Roma, donde los hermanos le esperan para animarle (v. 11-15). Se le permite cierta libertad (v. 16) que utiliza para hablar con los judíos en Roma. Algunos creen, pero «la fe no es para todos» (v. 17-29; véase 2 Tes. 3:2). Durante dos años puede enseñar en casa a quienes lo deseaban (v. 30-31).
3 - Algunos versículos clave
«Seréis bautizados con el Espíritu Santo, dentro de pocos días» (1:5).
«Todos fueron llenos del Espíritu Santo» (2:4).
«Siendo exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, él ha derramado esto que veis y oís» (2:33).
«Perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones» (2:42).
«Cada día el Señor añadía a la Iglesia los que iban siendo salvos» (2:47).
«La multitud de los creyentes era de un corazón y un alma» (4:32).
«Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor respondió: ¡Yo soy Jesús, a quien tú persigues!» (9:4-5).
«Entonces la Iglesia tenía paz por toda Judea, Galilea y Samaria, siendo edificada; y andando en el temor del Señor, y con la asistencia del Espíritu Santo, se multiplicaba» (9:31).
«Dios no hace diferencia de personas; sino que en cada nación el que le teme y practica justicia, es aceptado por él» (10:35).
«Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y tu casa» (16:31).
«Dios… ahora ordena a los hombres que todos, en todas partes, se arrepientan» (17:30).
«La iglesia de Dios, la que adquirió con su propia sangre» (20:28).
«Os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, la cual es poderosa para edificaros y daros herencia entre todos los santificados» (20:32).