Biblia paralela

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1 ¿PODRÁS tú sacar al Leviatán con anzuelo, o apretarle con una cuerda la lengua? ¿SACARÁS tú al leviathán con el anzuelo, Ó con la cuerda que le echares en su lengua?
2 ¿Podrás meterle una soga por las narices, u horadarle con un garfio la quijada? ¿Pondrás tú garfio en sus narices, Y horadarás con espinas su quijada?
3 ¿Acaso te hará muchas súplicas, o te hablará palabras sumisas? ¿Multiplicará él ruegos para contigo? ¿Hablaráte él lisonjas?
4 ¿Hará pacto contigo, para que le tomes por siervo para siempre? ¿Hará concierto contigo Para que lo tomes por siervo perpetuo?
5 ¿Juguetearás con él como con algún pajarillo, o le atarás para entretenimiento de tus niñas? ¿Jugarás tú con él como con pájaro, Ó lo atarás para tus niñas?
6 ¿Podrán ponerle trampas las cuadrillas de pescadores, y repartirle entre los pescaderos? ¿Harán de él banquete los compañeros? ¿Partiránlo entre los mercaderes?
7 ¿Podrás llenarle el cuero de garrochas, o penetrar su cabeza con arpón de pescar? ¿Cortarás tú con cuchillo su cuero, Ó con asta de pescadores su cabeza?
8 ¡Pon siquiera en él tu mano! ¡acuérdate de la batalla! ¡no lo volverás a hacer! Pon tu mano sobre él; Te acordarás de la batalla, y nunca más tornarás.
9 He aquí que la esperanza de cogerle es vana; ¿con sólo verle no desmaya cualquiera? He aquí que la esperanza acerca de él será burlada; Porque aun á su sola vista se desmayarán.
10 Ninguno hay tan osado que se atreva a despertarle: ¿quién pues es aquel que pueda mantenerse en pie delante de Mí? Nadie hay tan osado que lo despierte: ¿Quién pues podrá estar delante de mí?
11 ¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo tenga que recompensarle? ¡Cuanto existe debajo de todo el cielo es mío! ¿Quién me ha anticipado, para que yo restituya? Todo lo que hay debajo del cielo es mío.
12 No callaré sus partes admirables, ni lo de sus fuerzas, ni la gallardía de sus proporciones. Yo no callaré sus miembros, Ni lo de sus fuerzas y la gracia de su disposición.
13 ¿Quién jamás abrió la delantera de su cota de malla? dentro de los dobleces de sus mandíbulas ¿quién se meterá? ¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura? ¿Quién se llegará á él con freno doble?
14 Las puertas de su rostro ¿quién las abrió jamás? las hileras de sus dientes ¡cuán espantosas! ¿Quién abrirá las puertas de su rostro? Los órdenes de sus dientes espantan.
15 Su orgullo son sus escudos acanalados; (él está encerrado como bajo de sello apretado); La gloria de su vestido son escudos fuertes, Cerrados entre sí estrechamente.
16 uno a otro se acercan tanto, que el aire mismo no pasa entre ellos. El uno se junta con el otro, Que viento no entra entre ellos.
17 Cada uno está pegado a su compañero; se traban entre sí; no se pueden separar. Pegado está el uno con el otro, Están trabados entre sí, que no se pueden apartar.
18 Sus estornudos hacen resplandecer una luz, y sus ojos semejan los párpados de la aurora. Con sus estornudos encienden lumbre, Y sus ojos son como los párpados del alba.
19 De su boca proceden antorchas encendidas, y centellas de fuego se escapan. De su boca salen hachas de fuego, Centellas de fuego proceden.
20 De sus narices sale humo, como de una olla soplada o de cañas que arden. De sus narices sale humo, Como de una olla ó caldero que hierve.
21 Su resoplido enciende ascuas, y llamas salen de su boca. Su aliento enciende los carbones, Y de su boca sale llama.
22 En su cerviz reside la fuerza, y delante de él anda saltando el terror. En su cerviz mora la fortaleza, Y espárcese el desaliento delante de él.
23 Las partes más flojas de su carne están endurecidas; firmes en él están; no se pueden mover. Las partes momias de su carne están apretadas: Están en él firmes, y no se mueven.
24 Su corazón es firme como una piedra; sí, firme como la piedra inferior de un molino. Su corazón es firme como una piedra, Y fuerte como la muela de abajo.
25 Cuando se levanta, se espantan los poderosos; y a causa de los terrores están fuera de sí. De su grandeza tienen temor los fuertes, Y á causa de su desfallecimiento hacen por purificarse.
26 Si alguno le acometiere con la espada, no hace efecto; de nada sirve la lanza, ni el dardo, ni la loriga. Cuando alguno lo alcanzare, ni espada, Ni lanza, ni dardo, ni coselete durará.
27 Reputa como paja el hierro, y como leña podrida el bronce. El hierro estima por pajas, Y el acero por leño podrido.
28 Ningún arquero podrá hacerle huir; en hojarasca se le tornan las piedras de la honda. Saeta no le hace huir; Las piedras de honda se le tornan aristas.
29 Como hojarasca le son reputadas las mazas, y se ríe del blandir del venablo. Tiene toda arma por hojarascas, Y del blandir de la pica se burla.
30 Debajo de él, sus escamas son como agudos tiestos de olla: se extiende cual trillo sobre el cieno. Por debajo tiene agudas conchas; Imprime su agudez en el suelo.
31 Hace hervir como olla el abismo; al Nilo lo pone como caldero de ungüento. Hace hervir como una olla la profunda mar, Y tórnala como una olla de ungüento.
32 Tras de sí deja una estela reluciente: se creería que es canoso el abismo. En pos de sí hace resplandecer la senda, Que parece que la mar es cana.
33 No hay sobre la tierra quien se le parezca, animal hecho exento de temor. No hay sobre la tierra su semejante, Hecho para nada temer.
34 A cuanto es alto lo mira con desprecio, como quien es rey de todas las bestias soberbias. Menosprecia toda cosa alta: Es rey sobre todos los soberbios.
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