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Nuevo Testamento

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Marcos 13

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Destrucción de Jerusalén y venida del Hijo del hombre
Mateo 24:1-51Lucas 21:5-36; comp. Mateo 10:16-23Lucas 17:22-37

1 Al salir él del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, ¡mira qué piedras, y qué edificios! 2 Jesús le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. 3 Estando él sentado en el monte de los Olivos, frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron en privado: 4 Dinos, ¿cuándo será esto y cuál será la señal de que todo esto está a punto de cumplirse?

5 Jesús comenzó a decirles: Mirad que nadie os engañe. 6 Muchos vendrán en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y a muchos engañarán. 7 Pero cuando oigáis de guerras, y rumores de guerras, no os asustéis; es necesario que todo esto suceda, pero todavía no es el fin. 8 Porque nación se levantará contra nación, y reino contra reino. Habrá terremotos en varios sitios, y habrá hambres; esto es solo el principio de dolores como de parto.

9 Pero mirad por vosotros mismos; os entregarán a los concilios, y en las sinagogas seréis golpeados; y compareceréis ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos. 10 Es necesario que el evangelio sea predicado primero a todas las naciones. 11 Pero cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de lo que vais a decir; y lo que se os dé en aquel momento, eso diréis; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. 12 Un hermano entregará a su hermano a la muerte, el padre a su hijo; y se rebelarán los hijos contra sus padres y les causarán la muerte. 13 Seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin será salvo.

Mateo 24:15-51Lucas 21:20-36Lucas 17:22-37

14 Pero cuando veáis la abominación de la desolación puesta donde no debe (el que lee entienda), entonces los que estén en Judea huyan a las montañas, 15 el que esté en la azotea, no baje ni entre a llevarse nada de su casa; 16 y el que esté en el campo, no regrese para llevarse su manto. 17 Pero ¡ay de las que estén encinta y de las que amamanten en aquellos días! 18 Orad para que no suceda en invierno. 19 Porque en aquellos días habrá tal tribulación como nunca ha habido desde el principio de la creación que creó Dios hasta ahora, ni la habrá jamás. 20 Si el Señor° no hubiese acortado dichos días, nadie sería salvo; pero por causa de los escogidos, a quienes eligió, acortó esos días. 21 Entonces, si alguno os dice: Mira, aquí está el Cristo; o mira, allí está, no le creáis; 22 porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas y harán señales y prodigios a fin de desviar, si fuese posible, a los escogidos. 23 Pero vosotros estad alerta; os he dicho todo de antemano.

24 En aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá y la luna no dará su luz; 25 las estrellas estarán cayendo del cielo y los poderes en los cielos serán sacudidos. 26 Entonces verán al Hijo del hombre venir en las nubes, con gran poder y gloria. 27 Entonces enviará a los ángeles y reunirá a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. 28 De la higuera aprended la parábola: Cuando su rama ya está tierna y hace que broten las hojas, sabéis que el verano está cerca. 29 Así también vosotros, cuando veáis que esto sucede, sabed que está cerca, a las puertas. 30 En verdad os digo, que no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 32 Pero acerca de aquel día o de la hora, nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre. 33 ¡Estad atentos y velad!, porque no sabéis cuándo es el tiempo.

34 Es como un hombre que, saliendo de viaje, dejó su casa y dio a sus siervos autoridad, a cada uno su tarea, y al portero mandó velar. 35 Velad, pues, porque no sabéis cuándo volverá el dueño de la casa; si a la tarde, a medianoche, al canto del gallo o a la mañana; 36 no sea que, viniendo de repente, os halle durmiendo. 37 Lo que os digo a vosotros, se lo digo a todos: ¡Velad!

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