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Juan el Bautista, mensajero de Dios
Mateo 3:1-12; Lucas 3:1-18; véase Juan 1:19-28
1 Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
2 Conforme está escrito en Isaías el profeta: «He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, que preparará tu camino.» [Malaquías 3:1] 3 «Voz de uno que grita en el desierto: ¡Preparad el camino del Señor°, Enderezad sus sendas!» [Isaías 40:3]
4 Apareció Juan bautizando en el desierto, y predicando el bautismo de arrepentimiento, para remisión de pecados. 5 Y llegaban a él todos los de la región de Judea y todos los de Jerusalén, y él los bautizó en el río Jordán, y confesaban sus pecados. 6 Juan iba vestido de pelo de camello, y llevaba un cinto de cuero alrededor de sus lomos; comía langostas y miel silvestre; 7 y predicaba, diciendo: Viene tras de mí uno más poderoso que yo, a quien no soy digno de inclinarme a desatar la correa de sus sandalias. 8 Yo os bautizo con agua, mas él os bautizará con el Espíritu Santo.
El bautismo y la tentación de Jesús
Mateo 3:13-17; 4:1-11; Lucas 3:21-23; 4:1-13
9 Sucedió en aquellos días que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 Luego, al salir del agua, vio que se abrían los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. 11 Y se oyó una voz de los cielos: Tú eres mi amado Hijo; en ti me complazco.
12 Inmediatamente el Espíritu le impulsó a ir hacia el desierto. 13 Estuvo en el desierto 40 días, tentado por Satanás; estaba con las fieras; y los ángeles le servían.
Los primeros discípulos
Mateo 4:12-22; Lucas 4:14-15; 5:1-11; comp. Juan 1:35-43
14 Después de que Juan fuera encarcelado, Jesús vino a Galilea, predicando el evangelio de Dios, 15 diciendo: Se ha cumplido el tiempo y se ha acercado el reino de Dios. Arrepentíos y creed el evangelio.
16 Al pasar por la orilla del lago de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano echando la red en el mar, porque eran pescadores. 17 Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. 18 Al instante, dejando sus redes, le siguieron. 19 Un poco más adelante vio a Jacobo el [hijo] de Zebedeo y a Juan su hermano, [que estaban] también en la barca remendando sus redes. 20 Al instante los llamó; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, lo siguieron.
Diversas curaciones
Mateo 8:14-17; Lucas 4:31-44; Hechos 10:38
21 Entraron en Capernaum; y al llegar el sábado, entró en la sinagoga y enseñaba. 22 Y se asombraban de su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no a la manera de los escribas. 23 Había en la sinagoga a la que acudían un hombre con espíritu inmundo; que alzó la voz, 24 diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos? ¡te conozco! ¡Sé quién eres tú, el Santo de Dios! 25 Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él! 26 Y el espíritu inmundo, agitándolo con violencia y gritando a gran voz, salió de él. 27 Todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué nueva enseñanza es esta?, pues con autoridad ordena aun a los espíritus inmundos y le obedecen. 28 Inmediatamente su fama se divulgó por todas partes, en toda la región alrededor de Galilea.
29 Luego, al salir de la sinagoga, entraron en casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan. 30 La suegra de Simón yacía enferma con fiebre; y enseguida le hablaron de ella. 31 Acercándose, la levantó tomándola de la mano; y la fiebre la dejó, y les servía. 32 Por la tarde, cuando se puso el sol, le traían a todos los que estaban enfermos, y a los endemoniados; 33 y toda la ciudad se juntó a la puerta. 34 Sanó a muchos que estaban enfermos de diversas dolencias, y expulsó a muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque lo conocían.
35 Muy temprano, siendo aún muy oscuro, se levantó y salió a un lugar solitario, y allí oraba. 36 Y fueron a buscarlo Simón y los que con él estaban; 37 y habiéndolo hallado, le dijeron: Todos te buscan. 38 Pero él les dijo: Vamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que predique también allí; porque para esto salí. 39 Entró en sus sinagogas por toda la Galilea, predicando y expulsando a los demonios.
Un leproso sanado
Mateo 8:2-4; Lucas 5:12-16; comp. Lucas 17:12-19
40 Y vino a él un leproso, rogándole, arrodillándose, y diciéndole: ¡Si quieres, puedes limpiarme! 41 Compadecido, extendió la mano y lo tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. 42 Al instante lo dejó la lepra, y quedó limpio. 43 Después de avisarle severamente, lo despidió, 44 y le dijo: Mira, no digas nada a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece para tu purificación lo que Moisés mandó; para testimonio a ellos. 45 Pero él, saliendo, comenzó a publicar y a divulgar continuamente el hecho; de manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en una ciudad, sino que se quedaba fuera en los lugares desiertos. Y venían a él de todas partes.
Jesús sana a un paralítico
Mateo 9:1-8; Lucas 5:17-26
1 Unos días más tarde entró de nuevo en Capernaum; y corrió la voz de que estaba en casa. 2 Y se juntaron muchos, de modo que ni siquiera cabían delante de la puerta; y les predicaba la palabra. 3 Y unos vinieron trayendo un paralítico, que era llevado entre cuatro. 4 No pudiendo acercarse a él a causa de la multitud, abrieron el techo [por] donde él estaba; y tras hacer sitio, bajaron la camilla donde el paralítico yacía. 5 Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
6 Pero había allí algunos de los escribas sentados, que razonaban en sus corazones: 7 ¿Por qué habla este así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino solo Dios? 8 Y enseguida, sabiendo Jesús en su espíritu que así razonaban entre sí, les dijo: ¿Por qué razonáis tales cosas en vuestros corazones? 9 ¿Qué es más fácil?, decir al paralítico: [Tus] pecados te son perdonados; o decirle: Levántate, toma tu camilla y anda. 10 Pero, para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): 11 A ti te digo: ¡Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa! 12 Y se levantó, tomó al instante su camilla y salió delante de todos ellos; de modo que todos quedaron asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: ¡Jamás vimos semejante cosa!
Jesús llama a Leví a seguirlo
Mateo 9:1-17; Lucas 5:27-39
13 Salió otra vez a la orilla del mar; y toda la multitud acudió a él, y les enseñaba. 14 Al pasar, vio a Leví [hijo] de Alfeo, sentado en su puesto de recaudación de impuestos, y le dijo: ¡Sígueme! Y él se levantó, y lo siguió. 15 Sucedió que, estando sentado a comer en casa de este, muchos cobradores de impuestos y muchos pecadores se sentaron a comer juntamente con Jesús y sus discípulos; porque eran muchos, y le seguían. 16 Mas los escribas de los fariseos, al verle comer con cobradores de impuestos y pecadores, decían a sus discípulos: ¿Cómo es que está comiendo con cobradores de impuestos y con pecadores? 17 Oyéndolo Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos; no vine a llamar a justos, sino a pecadores.
Jesús habla del ayuno
18 Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando. Y se acercaron y le dijeron: ¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, mas tus discípulos no ayunan? 19 Jesús les dijo: ¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar mientras el esposo está con ellos? Mientras tienen al esposo con ellos, no pueden ayunar. 20 Pero vendrán días en que les quitarán al esposo y en esos días ayunarán. 21 Nadie cose remiendo de tela nueva sobre vestido viejo; porque entonces el mismo remiendo tira de él, lo nuevo de lo viejo, y se hace peor la rotura. 22 Ni nadie pone vino nuevo en odres viejos; porque entonces el vino romperá los odres, y el vino se perderá con los odres; pero el vino nuevo se echa en odres nuevos.
El Hijo del hombre es Señor del sábado
Mateo 12:1-4; Lucas 6:1-11
23 Aconteció que pasaba él por entre los sembrados en sábado, y sus discípulos, mientras andaban, comenzaron a arrancar las espigas. 24 Los fariseos le dijeron: ¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no es lícito? 25 Él les dijo: ¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y padeció hambre, él y los que con él estaban? 26 ¿Cómo entró en la casa de Dios, en tiempos de Abiatar, [sumo] sacerdote, y comió los panes de la proposición; que no era lícito comer, salvo a los sacerdotes; y dio también a los que con él estaban? 27 Les dijo: El sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. 28 Así que el Hijo del hombre es Señor también del sábado.
Un hombre con la mano paralizada es curado por Jesús
1 Entró Jesús otra vez en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. 2 Y le observaban disimuladamente [para ver] si lo sanaría en sábado, para poder acusarle. 3 Y dijo al hombre que tenía la mano paralizada: Levántate y ponte en medio. 4 Y les dijo: ¿Es lícito en sábado hacer bien o hacer mal, salvar una vida o matar? Pero ellos callaban. 5 Mirándolos a su alrededor con indignación, apenado a causa de la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende la mano. Y la extendió; y la mano le fue curada. 6 Enseguida, saliendo los fariseos con los herodianos, conspiraban contra él, para ver cómo podrían matarlo.
Una gran multitud sigue a Jesús
Mateo 10:1-15; Lucas 6:12-19; Hechos 1:13
7 Jesús, con sus discípulos, se retiró al mar; y le siguió una gran multitud de Galilea, de Judea, 8 de Jerusalén, de Idumea, de más allá del Jordán. Y de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran multitud, al oír lo que hacía, acudía a él. 9 Y dijo a sus discípulos que preparasen una barca para él, a causa de la multitud, para que no le oprimiesen; 10 porque había sanado a muchos, de modo que se le echaban encima para tocarle todos los que tenían algún mal. 11 Los espíritus inmundos también, cuando le veían, caían ante él y gritaban diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios! 12 Y él los reprendía sin cesar, para que no lo pusieran de manifiesto.
Jesús designa a los doce apóstoles
13 Subió a la montaña, y llamó junto a él a los que él mismo quiso; y fueron a él. 14 Designó a doce para que estuviesen con él, para enviarlos a predicar 15 y tener autoridad de expulsar los demonios. 16 Los doce eran: Simón, (a quien puso por sobrenombre Pedro); 17 Jacobo el de Zebedeo, Juan hermano de Jacobo (a quienes puso por sobrenombre Boanerges, que significa: Hijos del trueno); 18 Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo el de Alfeo, Tadeo, Simón el zelote 19 y Judas Iscariote, el cual le entregó.
El pecado contra el Espíritu Santo
Mateo 12:22-37; Lucas 11:14-23
20 Llegaron a una casa, y se juntó otra vez tal multitud, que no podían ellos ni siquiera comer pan. 21 Cuando lo oyeron sus familiares, salieron para echar mano de él; porque decían: Está fuera de sí. 22 Los escribas que vinieron de Jerusalén decían: ¡Tiene a Beelzebú; y por el príncipe de los demonios expulsa a los demonios! 23 Él los llamó a sí, y les dijo en parábolas: ¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? 24 Si un reino se divide contra sí mismo, no puede permanecer aquel reino. 25 Si una casa se divide contra sí misma, no podrá permanecer aquella casa.
26 Y si Satanás se levanta contra sí mismo y se divide, no puede permanecer, sino que su fin ha llegado. 27 Ninguno puede entrar en la casa del fuerte, y saquear sus bienes, si primero no ata al fuerte; entonces saqueará su casa. 28 En verdad os digo que todo pecado será perdonado a los hijos de los hombres, y sus blasfemias; 29 pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo jamás tendrá perdón, sino que es culpable de un eterno pecado; 30 porque decían: espíritu inmundo tiene.
La madre y los hermanos de Jesús
Mateo 12:46-50; Lucas 8:19-21
31 Llegaron su madre y sus hermanos, y quedándose fuera, enviaron a llamarlo. 32 Una multitud estaba sentada alrededor de él, y le dijeron: He aquí tu madre y tus hermanos te buscan fuera. 33 Pero él les respondió: ¿Quién es mi madre, y [quiénes son] mis hermanos? 34 Mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 35 Porque el que cumple la voluntad de Dios, este es mi hermano, y hermana, y madre.
La parábola del sembrador
Mateo 13:1-23; Lucas 8:1-15
1 De nuevo se puso a enseñar junto al mar; y se le acercó una inmensa multitud, de manera que, entrando en una barca, se sentó en el mar; y toda la multitud estaba en la orilla frente al mar. 2 Les enseñaba muchas cosas en parábolas; y les decía en su enseñanza: 3 Escuchad: He aquí un sembrador salió a sembrar. 4 Sucedió que, al sembrar, una parte cayó junto al camino; y vinieron las aves, y se la comieron. 5 Otra parte cayó sobre pedregales, donde no tenía mucha tierra; y pronto brotó, por no tener la tierra profundidad; 6 pero cuando salió el sol, se quemó; y como no tenía raíz, se secó. 7 Otra parte cayó entre espinos; y crecieron los espinos y la ahogaron, y no dio fruto. 8 Pero otras semillas cayeron en tierra buena, y daban fruto subiendo y creciendo; y producían hasta treinta, sesenta y cien. 9 Y dijo: Quien tenga oídos para oír, que escuche.
10 Cuando estuvo solo, los que estaban con los doce junto a él le preguntaron acerca de la parábola. 11 Él les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; pero a los de afuera todo se les enseña en parábolas; 12 para que, viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; no sea que se conviertan, y sean perdonados.
13 Y les dijo: ¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo entenderéis todas las parábolas? 14 El sembrador siembra la palabra. 15 Los de junto al camino son los que reciben la palabra sembrada; pero cuando la han oído, enseguida viene Satanás y arrebata la palabra que en ellos fue sembrada. 16 Asimismo, los sembrados sobre pedregales son los que, cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; 17 pero no tienen raíz y duran poco; así, cuando llega la aflicción o la persecución por motivo de la palabra, enseguida tropiezan. 18 Los sembrados entre los espinos son los que oyen la palabra; 19 pero las preocupaciones del siglo, el engaño de la riqueza y las codicias de otras cosas, entrando, ahogan la palabra, y viene a quedar sin fruto. 20 Los que son sembrados en tierra buena son los que oyen la palabra, y la aceptan; y dan fruto a treinta, sesenta y cien.
La parábola de la lámpara
Lucas 8:16-18
21 Les dijo: ¿Se trae por ventura una lámpara para que sea puesta debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No la traen en cambio para que sea puesta sobre el candelero? 22 Porque nada hay oculto, que no llegue a hacerse manifiesto, ni nada guardado en secreto, que no salga a plena luz. 23 Si alguno tiene oídos para oír, escuche.
24 Y les decía: Poned atención a lo que oís; con la medida con que medís, os será medido, y os será añadido. 25 Porque al que tiene, le será dado; mas al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
La semilla
El grano de mostaza
Mateo 13:31-32; Lucas 13:18-19
26 Y dijo: Así es el reino de Dios, como un hombre que echa semilla sobre la tierra; 27 y se acuesta y se levanta, noche y día; y no sabe cómo la semilla brota y crece. 28 La tierra de sí misma da fruto; primero hierba, luego espiga, luego grano lleno en la espiga. 29 Cuando el fruto está maduro, enseguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.
30 Y decía: ¿A qué compararemos el reino de Dios? ¿O en qué parábola lo pondremos? 31 Es como un grano de mostaza, que cuando se siembra en la tierra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, 32 pero después de sembrado, crece y se hace más grande que todas las hortalizas y echa grandes ramas; de manera que las aves del cielo pueden anidar bajo su sombra. 33 Con muchas parábolas semejantes les explicaba la palabra, conforme a lo que podían comprender; 34 pero sin parábola no les hablaba; y en privado lo explicaba todo a sus propios discípulos.
La tempestad calmada
Mateo 8:18-27; Lucas 8:22-25
35 Aquel mismo día, al anochecer, les dijo: Pasemos al otro lado. 36 Despidiendo a la multitud, lo recibieron en la barca, así como estaba; y había también con él otras barcas. 37 Se levantó una gran tempestad de viento; y las olas embestían contra la barca, tanto que ya se llenaba la barca. 38 Y él estaba en la popa durmiendo sobre el cabezal; y lo despertaron y le dijeron: ¡Maestro! ¿No te importa que perezcamos? 39 Levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: ¡Calla! ¡Sosiégate! Y se calmó el viento, y se hizo gran calma. 40 Y les dijo: ¿Por qué tenéis miedo? ¿Todavía no tenéis fe? 41 Ellos temieron mucho y se decían unos a otros: ¿Quién, pues, es este, que incluso el viento y el mar le obedecen?
Un endemoniado sanado
Mateo 8:28-34; Lucas 8:26-39
1 Llegaron al otro lado del lago, al país de los gadarenos. 2 Al salir él de la barca, enseguida se le acercó, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo, 3 que moraba en los sepulcros, y nadie podía atarlo ni aun con cadenas; 4 porque muchas veces había sido atado con grilletes y cadenas; y había roto las cadenas, y había hecho pedazos los grilletes; y nadie tenía fuerzas para domarle. 5 Sin cesar, noche y día, en los sepulcros y en las montañas, iba dando voces e hiriéndose con piedras. 6 Al ver a Jesús de lejos, corrió y se postró ante él; 7 y gritando con fuerza, decía: ¿Qué tengo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios: ¡No me atormentes! 8 Porque le había dicho: Sal de este hombre, espíritu inmundo. 9 Y le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? Y él dijo: Legión es mi nombre; porque somos muchos. 10 Y le rogaba con insistencia para que no los enviase fuera de la región.
11 Había allí, cerca del monte, una gran piara de cerdos, paciendo. 12 Y le rogaron diciendo: Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos. 13 Y se lo permitió. Saliendo los espíritus inmundos, entraron en los cerdos; y la piara (como 2.000) se lanzó por un despeñadero en el mar, y todos se ahogaron. 14 Los que los apacentaban huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos. Y vinieron a ver qué era lo que había sucedido. 15 Llegaron a Jesús y vieron al endemoniado sentado, vestido y en su cabal juicio; el mismo que había tenido a legión; y tuvieron miedo. 16 Los que lo habían visto contaron cómo había ocurrido aquello al endemoniado, y lo de los cerdos. 17 Y comenzaron a rogarle que se fuera de su distrito. 18 Al entrar él en la barca, aquel que había estado endemoniado le rogaba que le permitiese estar con él. 19 Pero no lo consintió; sino que le dijo: Ve a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor° ha hecho por ti, y [cómo] tuvo compasión de ti. 20 Se fue y comenzó a proclamar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho por él; y todos se maravillaban.
La resurrección de la hija de Jairo
Una mujer enferma desde hacía doce años
Mateo 9:18-26; Lucas 8:40-56
21 Cuando Jesús pasó otra vez en la barca al otro lado, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba a la orilla del mar. 22 Vino uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al verle, cayó a sus pies, 23 y le suplicó, diciendo: Mi hija está agonizando. ¡Ven y pon tus manos sobre ella para que sane y viva! 24 Fue con él; y lo seguía una gran multitud apretujándole.
25 Pero una mujer que hacía doce años padecía flujo de sangre, 26 y había sufrido mucho por parte de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, sin sacar ningún provecho, sino que iba cada vez peor; 27 al oír hablar de Jesús, vino entre la multitud por detrás y tocó su manto; 28 porque decía: ¡Si tan solo toco su manto, sanaré! 29 Y al instante se secó el flujo de su sangre, y conoció en su cuerpo que estaba sana de aquel azote. 30 Y enseguida Jesús, dándose cuenta del poder que había salido de él, se volvió en medio de la multitud, y dijo: ¿Quién tocó mi manto? 31 Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta por todas partes y dices: ¿Quién me tocó? 32 Y miraba alrededor para ver quién había sido. 33 La mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que le había sucedido, vino y cayó ante él, diciéndole toda la verdad. 34 Pero él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz, y queda sana de tu azote. 35 Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del jefe de la sinagoga diciendo: Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas más al Maestro? 36 Pero Jesús, sin hacer caso a lo que se decía, dijo al jefe de la sinagoga: No temas; cree solamente. 37 Y no permitió que nadie le acompañara, sino Pedro, Jacobo y Juan, hermano de Jacobo. 38 Llegaron a casa del jefe de la sinagoga, y oyó gran alboroto, y a los que lloraban y se lamentaban de viva voz. 39 Entrando, les dijo: ¿Por qué hacéis alboroto y lloráis? La niña no está muerta, sino que duerme. 40 Y se burlaban de él. Pero tras echar a todos, tomó al padre y a la madre de la niña y a los que con él estaban, y entró donde estaba la niña. 41 Tomándola de la mano le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate. 42 Al instante la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y ellos se asombraron mucho. 43 Y les dio órdenes estrictas de que nadie lo supiese; y dijo que le dieran de comer a la niña.
Jesús en Nazaret
Mateo 13:54-58; Lucas 4:16-30
1 Salió de allí y volvió a su tierra; y sus discípulos le seguían. 2 Cuando llegó [el] sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos al oírle se asombraron, diciendo: ¿De dónde [tiene] este estas cosas? ¿Qué sabiduría es esta que le ha sido dada? ¿Y los milagros hechos por sus manos? 3 ¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros? Y se escandalizaban de él. 4 Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honor, sino en su tierra, entre sus parientes y en su casa. 5 No podía hacer allí ningún milagro, sino que puso las manos sobre unos pocos enfermos, y los sanó. 6 Y estaba asombrado a causa de su incredulidad, y andaba por las aldeas del contorno, enseñando.
La misión de los doce apóstoles
Mateo 10:5-14; Lucas 9:1-6; Lucas 10:1-20
7 Llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos; 8 y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente un bastón; ni bolsa, ni pan, ni dinero en el cinto; 9 solo que calzasen sandalias; y que no vistiesen dos túnicas. 10 Les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, permaneced allí hasta que salgáis de aquel lugar. 11 Donde no os reciban, ni os escuchen, al salir de allí, sacudid el polvo que quedó bajo vuestros pies en testimonio contra ellos. En verdad os digo que será más llevadera la condena de Sodoma o Gomorra en el día del juicio que la de aquella ciudad. 12 Y saliendo, predicaban que se arrepintiesen; 13 y expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.
La muerte de Juan el Bautista
Mateo 14:1-12; Lucas 3:19-20; 9:7-9
14 Lo oyó el rey Herodes (porque el nombre de Jesús se había hecho manifiesto), y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos, y por eso estos poderes obran en él. 15 Otros decían: Es Elías. Y otros: Un profeta, o alguno de los profetas. 16 Pero cuando lo oyó Herodes, decía: ¡Es Juan, a quien yo hice decapitar; él ha resucitado!
17 Porque el mismo Herodes envió y prendió a Juan, y le encadenó en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues se había casado con ella. 18 Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano. 19 Herodías le guardaba rencor y lo quería matar, pero no podía; 20 porque Herodes, sabiendo que era hombre justo y santo, temía a Juan y lo protegía; y cuando le oía se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba con gusto.
21 Pero llegó un día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus grandes, a los tribunos y a los principales de Galilea. 22 Cuando entró la hija de la misma Herodías y danzó, gustó a Herodes y a los que le acompañaban en la mesa; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré. 23 Y le juró: Todo cuanto me pidas te lo daré, hasta la mitad de mi reino. 24 Saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le dijo: La cabeza de Juan el Bautista. 25 Al instante entró apresuradamente ante el rey, y le pidió: Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista. 26 El rey se puso muy triste, pero a causa del juramento y de los que estaban a la mesa, no quiso rechazarla. 27 Envió enseguida a un verdugo, y le mandó traer su cabeza. El verdugo fue y lo decapitó en la cárcel; 28 trajo su cabeza en una bandeja, la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. 29 Cuando sus discípulos lo supieron, vinieron, se llevaron su cadáver y lo pusieron en un sepulcro.
Cinco panes y dos peces
Mateo 14:13-21; Lucas 9:10-17; Juan 6:1-14
30 Los apóstoles, reuniéndose con Jesús, le dieron cuenta de todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. 31 Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni tenían tiempo para comer. 32 Se fueron en la barca a un lugar desierto y apartado. 33 Pero muchos los vieron irse y los reconocieron; y de todas las ciudades concurrieron allá a pie, y llegaron antes que ellos. 34 Al desembarcar, vio una gran multitud, y se compadeció de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas. 35 Como ya era una hora tardía, llegaron a él sus discípulos, diciendo: Este lugar es desierto, y la hora muy avanzada; 36 despídelos, para que se vayan a los campos y las aldeas de alrededor, y compren algo de comer. 37 Pero él, respondiendo, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y le dijeron: ¿Iremos a comprar doscientos denarios de pan, y les daremos de comer? 38 Él les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id a ver. Y ellos, al saberlo, dijeron: Cinco, y dos pescaditos. 39 Y les mandó que se recostaran todos por grupos sobre la hierba verde. 40 Se recostaron por grupos de cien, y de cincuenta. 41 Y tomando los cinco panes y los dos pescaditos, alzó los ojos al cielo, y los bendijo; y partiendo los panes, los dio a los discípulos para que se los pusiesen delante; y repartió los dos pescaditos entre todos. 42 Comieron todos, y se saciaron; 43 y recogieron doce cestos llenos de pedazos de pan y de las sobras de los pescaditos. 44 Los que comieron de los panes eran cinco mil hombres.
Jesús anda sobre el mar
Mateo 14:22-36; Juan 6:15-22
45 Inmediatamente obligó a sus discípulos a entrar en la barca e ir delante, a la otra orilla, a Betsaida, mientras él despedía a la multitud. 46 Tras despedirse de ellos, se retiró a la montaña para orar.
47 Cuando anochecía, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra. 48 Cuando los vio cansados de remar porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche, fue a ellos andando sobre el mar. E hizo como que iba a pasarlos. 49 Pero ellos, cuando lo vieron andando sobre el mar, pensaron: ¡Es un fantasma! Y gritaron 50 porque todos le vieron, y se turbaron. Pero al instante él habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy; no tengáis miedo! 51 Subió junto a ellos en la barca; y se calmó el viento, y ellos se quedaron muy asombrados; 52 porque no habían entendido lo de los panes; sino que su corazón estaba endurecido.
53 Después de atravesar el lago, llegaron a la tierra de Genesaret, y desembarcaron en la playa. 54 Cuando salieron de la barca, enseguida lo reconocieron; 55 y corriendo por toda aquella región, comenzaron a llevar en sus camillas a los enfermos, adonde oían decir que estaba. 56 Dondequiera que entraba, en aldeas, o en ciudades, o en los campos, ponían a los enfermos en las plazas, y le rogaban que les permitiese tocar siquiera el borde de su manto; y cuantos lo tocaban, quedaban sanos.
Los fariseos y la tradición
Mateo 15:1-9; Lucas 11:37-41
1 Los fariseos y algunos escribas que venían de Jerusalén se reunieron junto a él. 2 Estos habían visto a varios de sus discípulos comer pan con manos impuras, es decir, sin lavar. 3 (Porque los fariseos y todos los judíos, si no se lavan las manos muy a conciencia, no comen; aferrados a la tradición de los ancianos. 4 Y [al volver] de la plaza, si no se lavan, no comen; y muchas otras cosas hay que recibieron para cumplir, [como] lavamientos de copas, de jarros, de vasos de cobre y de los lechos). 5 Y le preguntaron los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de los ancianos, sino que comen con manos impuras? 6 Pero él les dijo: Bien profetizó Isaías sobre vosotros, hipócritas, como está escrito: «Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón está lejos de mí. 7 En vano me rinden culto, enseñando como doctrinas preceptos de hombres.» [Isaías 29:13] 8 Dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres, como los lavamientos de jarros y de copas; y muchas otras cosas semejantes a estas hacéis. 9 Les dijo: Bien desecháis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. 10 Porque Moisés dijo: «Honra a tu padre y a tu madre;» [Éxodo 20:12] y: «El que maldiga a padre o madre, muera de muerte.» [Éxodo 21:17] 11 Pero vosotros decís: Si un hombre dice a su padre o a su madre: Es corbán (es decir, ofrenda a Dios) todo lo que te pudiera dar; 12 no le dejáis hacer nada por su padre o por su madre. 13 Invalidáis la palabra de Dios al transmitir vuestra tradición; y muchas cosas semejantes a estas hacéis. 14 Llamando otra vez a la multitud para que se le acercase, les dijo: Escuchad todos, y entended. 15 Nada hay fuera del hombre que entrando en él lo pueda contaminar; mas las cosas que proceden de él son las que contaminan al hombre.
17 Cuando entró en casa, lejos de la multitud, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola. 18 Él les dijo: ¿Así que vosotros tampoco entendéis? ¿No sabéis que todo lo que de fuera entra en el hombre, no puede contaminarlo, 19 porque no entra en su corazón, sino en su vientre, y sale a la letrina, purificando todos los alimentos? 20 Y dijo: Lo que del hombre procede, eso contamina al hombre. 21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen malos pensamientos, inmoralidades sexuales, robos, homicidios, 22 adulterios, codicias, maldades, engaño, lascivia, ojo maligno, blasfemia, soberbia, insensatez. 23 Todas estas cosas malas, de dentro salen y contaminan al hombre.
La mujer griega
Mateo 15:21-28
24 Levantándose, se fue de allí a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, deseaba que nadie lo supiese; pero no pudo estar oculto. 25 Porque al oír de él una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, vino y se arrojó a sus pies. 26 La mujer era griega, siro-fenicia de raza, y le rogaba que expulsara de su hija al demonio. 27 Pero él le dijo: Deja que se sacien primero los hijos; porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros. 28 Pero ella respondió y le dijo: ¡Sí, Señor!; pero también los perros, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. 29 Y él le dijo: A causa de esta respuesta, vete; el demonio ha salido de tu hija. 30 De vuelta a su casa, halló a la niña acostada sobre la cama; el demonio había salido.
La curación de un sordomudo
Mateo 15:29-31
31 Partiendo otra vez del territorio de Tiro, atravesó Sidón y vino al mar de Galilea, en medio de la región de Decápolis. 32 Le trajeron un sordo que hablaba con dificultad, y le rogaban que pusiera la mano sobre él. 33 Y sacándole aparte de la multitud, le metió los dedos en sus oídos, y habiendo escupido, tocó su lengua; 34 y mirando hacia el cielo, suspiró y dijo: ¡Efata!, que significa: ¡Ábrete! 35 Entonces se le abrieron los oídos, se desató la atadura de su lengua y hablaba correctamente. 36 Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, con tanto más celo lo divulgaban; 37 y quedaban muy asombrados, diciendo: Bien lo ha hecho todo; a los sordos hace oír y a los mudos hablar.
Siete panes y unos pocos peces
Mateo 15:32-39; Marcos 6:35-44; 2 Reyes 4:42-44
1 En aquellos días había otra vez una gran multitud y no tenían qué comer; [Jesús] llamó a sus discípulos y les dijo: 2 Tengo compasión del pueblo, porque ya hace tres días que permanecen conmigo, y no tienen nada que comer. 3 Si los envío en ayunas a sus casas, desfallecerán en el camino; y algunos de ellos han venido de lejos. 4 Sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de panes a todos estos aquí en un desierto? 5 Les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Y dijeron: Siete. 6 Mandó que la multitud se recostase sobre la tierra; y tomó los siete panes, y dando gracias, los partió, y los dio a sus discípulos, para que se los pusiesen delante; y ellos los sirvieron a la multitud. 7 Tenían también unos pececillos; y bendiciéndolos, mandó que se los sirvieran también. 8 Comieron y se saciaron; y recogieron los pedazos que sobraron, siete cestas. 9 Los que comieron eran como cuatro mil; y los despidió.
Una señal del cielo
La levadura de los fariseos
Mateo 16:1-12; comp. Mateo 12:38-39; Lucas 11:16, 29
10 Entrando seguidamente en la barca con sus discípulos, fue a la región de Dalmanuta. 11 Salieron los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiendo de su parte una señal del cielo, para tentarlo. 12 Pero suspirando profundamente en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide esta generación una señal? En verdad os digo que no se dará señal alguna a esta generación. 13 Dejándolos, se embarcó otra vez y pasó a la otra orilla. 14 Los discípulos habían olvidado llevar panes, y no tenían consigo en la barca más que un solo pan. 15 Jesús les mandó diciendo: Mirad, tened cuidado con la levadura de los fariseos, y con la levadura de Herodes. 16 Ellos razonaban entre sí que sería porque no tenían pan. 17 Sabiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué razonáis así porque no tenéis pan? ¿No sabéis aún, ni entendéis? ¿Tenéis vuestro corazón endurecido? 18 ¿Teniendo ojos, no veis, y teniendo oídos, no oís? ¿Y no os acordáis? 19 Cuando partí los cinco panes para los cinco mil, ¿cuántos cestos llenos de pedazos recogisteis? Le dijeron: Doce. 20 Cuando [partí] los siete para los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Le dijeron: Siete. 21 Él les dijo: ¿No entendéis todavía?
La curación de un ciego
Comp. Marcos 10:46-52; Juan 9:1-11
22 Llegaron a Betsaida y le trajeron a un ciego, rogándole que lo tocase. 23 Tomando al ciego de la mano, lo sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, puso las manos sobre él, y le preguntó: ¿Ves algo? 24 Y él, alzando los ojos, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo caminar. 25 Jesús volvió a poner las manos sobre sus ojos y miró fijamente; y quedó curado, y veía todo claramente. 26 Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea.
La confesión de Pedro
Jesús anuncia sus sufrimientos y su muerte
Mateo 16:13-28; Lucas 9:18-27
27 Salió Jesús con sus discípulos a las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que yo soy? 28 Ellos respondieron: Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros, uno de los profetas. 29 Él preguntó: Pero vosotros, ¿quién decís que yo soy? Pedro, respondiendo, le dijo: ¡Tú eres el Cristo! 30 Les mandó rigurosamente que a nadie dijesen nada sobre él.
31 Comenzó a enseñarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciese muchas cosas, y fuese desechado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y los escribas, y que fuese matado, y que resucitase después de tres días. 32 De estas cosas les hablaba con toda franqueza. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reprenderlo. 33 Pero él se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Apártate de mi vista, Satanás! Porque no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
34 Llamando a la multitud con sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me siga. 35 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mi causa y por causa del evangelio, la salvará. 36 Porque ¿qué aprovecha a un hombre ganar el mundo entero, y sufrir la pérdida de su alma? 37 O, ¿qué rescate dará el hombre por su alma? 38 Porque el que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, de él también el Hijo del hombre se avergonzará, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
1 Les dijo: En verdad os digo, que hay algunos de los que están aquí, que no pasarán por la muerte, hasta que hayan visto el reino de Dios venir con poder.
La transfiguración
Mateo 17:1-13; Lucas 9:28-36; 2 Pedro 1:16-18
2 Seis días después Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan y los llevó a un monte alto, en un lugar apartado; y se transfiguró ante ellos. 3 Sus ropas se volvieron resplandecientes, y muy blancas, tanto como ningún lavandero en la tierra las hubiera podido emblanquecer. 4 Y se les apareció Elías con Moisés; y estaban hablando con Jesús. 5 Interviniendo Pedro, dijo a Jesús: ¡Rabí, bueno es que estemos aquí! Hagamos tres tiendas; una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. 6 Porque no sabía qué decir; pues estaban atemorizados. 7 Se formó una nube que los cubrió; y de la nube salió una voz: Este es mi amado Hijo; escuchadle. 8 De repente, mirando alrededor, ya no vieron a nadie, excepto a Jesús solo con ellos.
9 Mientras bajaban del monte, les ordenó encarecidamente que a nadie dijesen lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de los muertos. 10 Retuvieron este dicho para sí mismos, razonando entre ellos qué sería lo de resucitar de los muertos. 11 Le preguntaron entonces: ¿Por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero? 12 Él les dijo: Elías, en verdad, viene primero y lo restaurará todo; y como está escrito del Hijo del hombre, que debe sufrir muchas cosas, y ser menospreciado. 13 Pues en realidad os digo que Elías ha venido, y le hicieron todo cuanto quisieron; conforme está escrito de él.
La curación de un muchacho endemoniado
Mateo 17:14-21; Lucas 9:37-43
14 Cuando se encontraron con los discípulos, vieron una gran multitud a su alrededor, y a unos escribas que discutían con ellos. 15 La multitud, después de verle, quedó muy asombrada; y corriendo hacia él, lo saludaron. 16 Y les preguntó: ¿De qué discutís con ellos? 17 Uno de entre la multitud le respondió: Maestro, te traje a mi hijo, porque tiene un espíritu mudo; 18 y dondequiera que se apodera de él, lo derriba; echa espumarajos, cruje los dientes y se está consumiendo; hablé a tus discípulos para que le expulsaran, y no pudieron. 19 Pero él, respondiéndoles, dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os soportaré? Traédmelo. 20 Y se lo trajeron. Pero al verle, en el acto el espíritu le produjo convulsiones y, cayendo al suelo, se revolcaba echando espumarajos. 21 Jesús preguntó a su padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Le dijo: Desde niño; 22 muchas veces lo echa al fuego, o en el agua, para matarlo; pero si puedes hacer algo, ¡ten compasión de nosotros y ayúdanos! 23 Jesús le dijo: Lo de si puedes, todo es posible al que cree. 24 Al instante, gritando el padre del muchacho, dijo con lágrimas: ¡Creo! ¡Ayuda mi incredulidad! 25 Al ver Jesús que se agolpaba rápidamente la multitud, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: ¡Espíritu mudo y sordo, yo te lo ordeno: Sal de él, y jamás vuelvas a entrar en él! 26 Después de gritar y producirle gran cantidad de convulsiones, salió; y el [muchacho] quedó como muerto; de modo que muchos decían: ¡Está muerto! 27 Pero Jesús tomándolo de la mano, lo alzó; y él se levantó. 28 Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué no pudimos nosotros echarlo? 29 Él les dijo: Esta clase con nada puede salir, sino con oración y ayuno.
Jesús anuncia su muerte y su resurrección
Mateo 17:22-23; Lucas 9:43-45; Marcos 8:31-33
30 Saliendo de allí, pasaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiera. 31 Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará. 32 Pero ellos no entendían esto; y no se atrevían a preguntarle.
¿Quién es más grande?
El hombre que expulsaba demonios
Las ocasiones de caída
Mateo 18:1-9; 5:29-30; Lucas 9:46-50; Marcos 10:35-45
33 Llegaron a Capernaum; y cuando estuvieron en la casa, les preguntó: ¿De qué discutíais en el camino? 34 Pero ellos callaron; porque en el camino iban discutiendo quién era mayor entre ellos. 35 Sentándose, llamó a los doce y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el último de todos y el servidor de todos. 36 Tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándolo en brazos, les dijo: 37 El que recibe en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, no me recibe a mí, sino a aquel que me envió. 38 Le dijo Juan: Maestro, vimos a uno que en tu nombre expulsaba demonios; y se lo prohibimos, porque no nos sigue. 39 Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; pues nadie hay que haga milagro en mi nombre, que pueda fácilmente hablar mal de mí. 40 Porque el que no está contra nosotros, a favor de nosotros está. 41 Pues el que os dé de beber un vaso de agua en mi nombre, por cuanto sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa. 42 Pero el que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino de asno, y que fuese echado al mar. 43 Si tu mano te es causa de tropiezo, córtala; es mejor entrar manco en la vida, que tener las dos manos e ir a la gehena, al fuego inextinguible; 45 Si tu pie te es causa de tropiezo, córtalo; es mejor entrar cojo en la vida, que tener los dos pies e ir a la gehena, al fuego inextinguible; 47 Si tu ojo te es causa de tropiezo, sácalo; es mejor entrar en el reino de Dios con un solo ojo, que tener los dos ojos y ser echado al fuego de la gehena; 48 donde su gusano no muere, y el fuego no se apaga.
49 Porque todo será salado con fuego, y cada sacrificio será salado con sal. 50 Buena es la sal; mas ¿si la sal se hace insípida, con qué la sazonaréis? Tened en vosotros mismos sal, y vivid en paz los unos con los otros.
El divorcio
Mateo 19:1-12; Deuteronomio 24:1-4; Mateo 5:31-32
1 Levantándose de allí fue a la región de Judea, al otro lado del Jordán. Las multitudes volvieron a reunirse a su alrededor; y, según tenía por costumbre, de nuevo les enseñaba.
2 Acercándose unos fariseos, le preguntaron, para tentarle: ¿Le es lícito a un hombre repudiar a su mujer? 3 Él les respondió: ¿Qué os mandó Moisés? 4 Ellos dijeron: Moisés permitió escribir carta de divorcio y repudiarla. 5 Jesús les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento; 6 pero desde el principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. 7 Por lo tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer; 8 y serán los dos una sola carne. Así que ya no son dos, sino una sola carne. 9 Por tanto, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre. 10 En casa los discípulos volvieron a preguntarle acerca de esto. 11 Y les dijo: El que repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra ella. 12 Si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.
Los niños
Mateo 19:13-15; Lucas 18:15-17
13 Le trajeron unos niños para que los tocara; pero los discípulos reprendieron a los que los presentaban. 14 Cuando Jesús lo vio se indignó y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis; porque de ellos es el reino de Dios. 15 En verdad os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. 16 Luego los tomó en sus brazos y los bendecía, poniendo las manos sobre ellos.
El joven rico
Mateo 19:16-30; Lucas 18:18-30
17 Cuando salió al camino, vino uno corriendo y arrodillándose ante él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué he de hacer para heredar la vida eterna? 18 Jesús le dijo: ¿Por qué me dices bueno? Nadie es bueno, excepto uno, Dios. 19 Conoces los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no hurtes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre. 20 Él le dijo: ¡Maestro, todo esto he guardado desde mi juventud! 21 Y mirándole Jesús, lo amó y le dijo: Una cosa te falta, ve, vende cuanto tienes, y dalo a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo. Y ven, sígueme. 22 Pero se puso triste con estas palabras, y se fue afligido; porque tenía grandes posesiones. 23 Entonces Jesús, mirando a su alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 24 Los discípulos quedaron asombrados por sus palabras. Pero Jesús respondiendo, les volvió a decir: Hijos, ¡cuán difícil es entrar en el reino de Dios! 25 Más fácil es que pase un camello por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios. 26 Ellos se quedaban muy atónitos, diciendo entre sí: ¿Quién podrá salvarse? 27 Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres esto es imposible, pero no para Dios; pues todo es posible con Dios.
28 Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros hemos dejado todo, y te hemos seguido. 29 Jesús, respondiendo, dijo: En verdad os digo, nadie hay que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o tierras, por mi causa y por causa del evangelio, 30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, con persecuciones y en el siglo venidero vida eterna. 31 Pero muchos de los primeros serán los últimos; y los últimos, los primeros.
Jesús anuncia su muerte y su resurrección
Mateo 20:17-19; Lucas 18:31-34; comp. Marcos 8:31-33
32 Estaban en el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús iba delante; ellos estaban asombrados y le seguían con temor. Y tomando otra vez a los doce, comenzó a decirles lo que le iba a suceder: 33 Ya veis que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los escribas; y lo condenarán a muerte, lo entregarán a los gentiles, 34 se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; pero después de tres días resucitará.
La petición de los hijos de Zebedeo
Mateo 20:20-28; comp. Lucas 22:24-27; Juan 13:3-17
35 Se le acercaron Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, diciéndole: Maestro, queremos que hagas por nosotros lo que te pidamos. 36 Él les dijo: ¿Qué queréis que yo haga por vosotros? 37 Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. 38 Pero Jesús les dijo: No sabéis qué estáis pidiendo. ¿Podéis beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? 39 Ellos contestaron: Podemos. Y Jesús les dijo: La copa que yo bebo, beberéis; y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; 40 pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no soy yo quien lo concede; sino que será para los que ha sido preparado. 41 Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a indignarse a causa de Jacobo y de Juan. 42 Jesús, llamándolos para que se acercasen, dijo: Sabéis que los que parecen gobernar a los gentiles se enseñorean de ellos; y sus grandes ejercen su autoridad sobre ellos. 43 Pero no es así entre vosotros, sino que el que quiera ser grande entre vosotros, será vuestro servidor; 44 y el que quiera ser el primero entre vosotros, será el siervo de todos. 45 Porque ni aun el Hijo del hombre vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.
El ciego de Jericó
Mateo 20:29-34; Lucas 18:35-43
46 Llegaron entonces a Jericó. Y al salir de Jericó con sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino. 47 Cuando oyó que era Jesús de Nazaret, comenzó a gritar y a decir: ¡Jesús!, Hijo de David, ¡ten piedad de mí! 48 Muchos lo reprendían para que se callara; pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten compasión de mí! 49 Parándose Jesús, dijo: Llamadle. Y llamaron al ciego, diciéndole: ¡Ten ánimo; levántate, te llama! 50 Él, arrojando lejos su manto, dando un salto vino hasta Jesús. 51 Preguntándole Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? El ciego le dijo: ¡Rabboni, que recobre la vista! 52 Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha sanado. Y al instante recobró la vista, y lo seguía en el camino.
Jesús entra en Jerusalén
Mateo 21:1-11, 14-17; Lucas 19:20-44; Juan 12:12-19
1 Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al monte de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, 2 y les dijo: Id a la aldea que está frente a vosotros, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, que nadie ha montado todavía; desatadlo y traedlo. 3 Si alguien os pregunta ¿Por qué hacéis esto? Decid: El Señor lo necesita; y al instante os lo enviará. 4 Fueron y hallaron un pollino atado a una puerta, fuera, en la calle; y lo desataron. 5 Algunos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? 6 Ellos les dijeron tal y como Jesús había dicho; y los dejaron ir. 7 Trajeron el pollino a Jesús. Echaron sobre el pollino sus mantos, y Jesús se sentó sobre él. 8 Muchos tendieron asimismo sus mantos por el camino y, otros, ramas, habiéndolas cortado en el campo. 9 Tanto los que iban delante como los que seguían, gritaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor°! 10 ¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas! 11 Entró en Jerusalén, en el templo; y después de mirar todo a su alrededor, siendo ya tarde, se dirigió hacia Betania con los doce.
Jesús maldice la higuera
Los vendedores expulsados del templo
Mateo 21:18-19, 12-13; Lucas 19:45-48; comp. Juan 2:13-17; Lucas 13:6-9
12 Al día siguiente, cuando salían de Betania, él tuvo hambre. 13 Viendo a lo lejos una higuera que tenía hojas, fue por si algo podía encontrar en ella. Y cuando llegó, nada halló, sino hojas, porque no era el tiempo de higos. 14 Al darse cuenta, le dijo: De aquí en adelante que nadie coma fruto de ti jamás. Y sus discípulos lo oyeron.
15 Llegaron a Jerusalén. Y entrando en el templo, comenzó a echar a los que vendían y a los que compraban en el templo; volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas; 16 y no permitía que nadie transportara objeto alguno por el templo. 17 Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: «Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones?» [Isaías 56:7] Pero vosotros la habéis hecho una cueva de ladrones. 18 Lo oyeron los jefes de los sacerdotes y los escribas, y buscaban cómo matarlo; porque le temían, pues la multitud estaba asombrada de su enseñanza. 19 Al atardecer, salieron de la ciudad.
20 Por la mañana, al pasar, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. 21 Acordándose Pedro, le dijo: Mira, Rabí, la higuera que maldijiste se ha secado. 22 Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. 23 En verdad os digo: El que diga a esta montaña: Quítate, y échate en el mar, y no dude en su corazón, sino crea que se cumple lo que dice, lo tendrá. 24 Por eso os digo que todo por lo que oráis y pedís, creed que lo habéis recibido, y lo tendréis. 25 Cuando estéis en pie orando, perdonad, si tenéis algo contra alguien; para que vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras ofensas. 26 Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.
La autoridad de Jesús
Mateo 21:23-27; Lucas 20:1-8
27 Llegaron otra vez a Jerusalén; y andando él por el templo, los jefes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercaron a él, 28 y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio esta autoridad para que las hagas? 29 Jesús les dijo: Os preguntaré una sola cosa, respondedme y os diré con qué autoridad hago esto. 30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme. 31 Pero ellos razonaban entre sí, diciendo: Si respondemos: Del cielo dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 32 Si decimos: De los hombres, temían al pueblo (porque todos tenían a Juan por verdadero profeta); 33 y respondieron a Jesús: No sabemos. Y Jesús les dijo: Ni yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.
La parábola de los labradores
Mateo 21:33-46; Lucas 20:9-19; comp. Isaías 5:1-7
1 Comenzó a hablarles en parábolas: Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, edificó una torre, la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. 2 A su debido tiempo envió un siervo a los labradores, para recibir de ellos el fruto de la viña. 3 Ellos lo tomaron, lo apalearon y lo enviaron con las manos vacías. 4 Volvió a enviarles otro siervo; a este hirieron en la cabeza y lo humillaron. 5 Envió a otro; y a este lo mataron; así envió a otros muchos; y los labradores golpeaban a unos y mataban a otros. 6 Tenía aún un único amado hijo; a este les envió, el último, diciendo: Respetarán a mi hijo. 7 Pero aquellos labradores se dijeron entre ellos: Este es el heredero; venid, matémoslo, y la heredad será nuestra. 8 Lo tomaron, lo mataron y lo echaron fuera de la viña. 9 ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y destruirá a los labradores, y dará la viña a otros. 10 ¿No habéis leído esta Escritura?: «La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo; 11 de parte del Señor° se hizo esta, y es maravillosa a nuestros ojos.» [Salmo 118:22, 23] 12 Procuraban prenderlo; pero temían al pueblo (porque se dieron cuenta de que contra ellos había dicho la parábola), y dejándolo, se fueron.
El impuesto a César
Mateo 22:15-22; Lucas 20:20-26
13 Le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para atraparlo en alguna palabra. 14 Cuando llegaron, le dijeron: Maestro, sabemos que eres veraz, y que no te dejas influir por nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que enseñas con verdad el camino de Dios: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Pagaremos, o no pagaremos? 15 Pero él, sabiendo que eran hipócritas, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para que lo vea. 16 Ellos lo trajeron. Y les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? Ellos le dijeron: De César. 17 Jesús les dijo: Pagad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaban de él.
Los saduceos y la resurrección
Mateo 22:23-33; Lucas 20:27-40
18 Se acercaron a él unos saduceos, los cuales dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: 19 Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muere, y deja mujer, pero no deja hijos, su hermano debe tomar a la mujer y dar descendencia al hermano fallecido. 20 Había siete hermanos, el primero tomó mujer y al morir, no dejó descendencia. 21 El segundo la tomó y murió sin dejar descendencia; el tercero de la misma manera; 22 y ninguno de los siete dejó descendencia. Al final murió también la mujer. 23 En la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer. 24 Jesús les dijo. ¿No es esta la razón por la que erráis, porque no conocéis las Escrituras ni el poder de Dios? 25 Porque cuando resuciten de entre los muertos, ni se casarán, ni se darán en matrimonio; sino que son como ángeles en los cielos. 26 Pero en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no leísteis en el Libro de Moisés, cuando describe lo de la zarza?, como le habló Dios, diciendo: «Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» [Éxodo 3:6] 27 No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados.
El mayor mandamiento
Mateo 22:34-45; comp. Lucas 10:25-37; Romanos 13:8-10
28 Se acercó uno de los escribas, el cual, oyéndolos discutir, y viendo que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? 29 Jesús respondió: El primero es: Oye, oh Israel: El Señor° nuestro Dios, el Señor° uno solo es; 30 y amarás al Señor° tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. 31 El segundo es este: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» [Levítico 19:18] No hay otro mandamiento mayor que estos. 32 Le dijo el escriba: Bien, Maestro, con verdad has dicho que él es uno solo, y no hay otro fuera de él; 33 y amarlo a él con todo el corazón, y con toda el alma, y con todo el entendimiento, y con todas las fuerzas, y el amar al prójimo como a sí mismo, más importante es que todos los holocaustos y sacrificios. 34 Viendo Jesús que había respondido con sensatez, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y nadie a partir de entonces se atrevía a preguntarle.
Cristo, ¿es hijo de David?
Mateo 22:41-45; Lucas 20:41-44
35 Enseñando Jesús en el templo, preguntó: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? 36 David mismo dice en el Espíritu Santo: Dijo el Señor° a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que yo ponga a tus enemigos debajo de tus pies. 37 Así que, si David mismo le llama Señor, ¿cómo es su hijo? Y la multitud le oía con gusto.
Los escribas censurados por Jesús
Mateo 23:1-14; Lucas 20:45-47
38 En su enseñanza dijo: Tened cuidado con los escribas, a quienes gusta pasearse con ropas largas, aman los saludos en las plazas, 39 los primeros asientos en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes; 40 que devoran las casas de las viudas, y simulan hacer largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación.
La ofrenda de la viuda
Lucas 21:1-4
41 Sentado frente al arca de las ofrendas, observaba cómo la multitud echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. 42 Vino también una viuda pobre, y echó dos monedas de cobre, que es un cuadrante. 43 Llamando a sus discípulos, les dijo: En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos los que han echado en el arca de las ofrendas; 44 porque todos ellos echaron de lo que les sobra; pero esta, de su pobreza, ha echado todo cuanto tenía, todo su sustento.
Destrucción de Jerusalén y venida del Hijo del hombre
Mateo 24:1-51; Lucas 21:5-36; comp. Mateo 10:16-23; Lucas 17:22-37
1 Al salir él del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, ¡mira qué piedras, y qué edificios! 2 Jesús le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. 3 Estando él sentado en el monte de los Olivos, frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron en privado: 4 Dinos, ¿cuándo será esto y cuál será la señal de que todo esto está a punto de cumplirse?
5 Jesús comenzó a decirles: Mirad que nadie os engañe. 6 Muchos vendrán en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y a muchos engañarán. 7 Pero cuando oigáis de guerras, y rumores de guerras, no os asustéis; es necesario que todo esto suceda, pero todavía no es el fin. 8 Porque nación se levantará contra nación, y reino contra reino. Habrá terremotos en varios sitios, y habrá hambres; esto es solo el principio de dolores como de parto.
9 Pero mirad por vosotros mismos; os entregarán a los concilios, y en las sinagogas seréis golpeados; y compareceréis ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos. 10 Es necesario que el evangelio sea predicado primero a todas las naciones. 11 Pero cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de lo que vais a decir; y lo que se os dé en aquel momento, eso diréis; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. 12 Un hermano entregará a su hermano a la muerte, el padre a su hijo; y se rebelarán los hijos contra sus padres y les causarán la muerte. 13 Seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin será salvo.
Mateo 24:15-51; Lucas 21:20-36; Lucas 17:22-37
14 Pero cuando veáis la abominación de la desolación puesta donde no debe (el que lee entienda), entonces los que estén en Judea huyan a las montañas, 15 el que esté en la azotea, no baje ni entre a llevarse nada de su casa; 16 y el que esté en el campo, no regrese para llevarse su manto. 17 Pero ¡ay de las que estén encinta y de las que amamanten en aquellos días! 18 Orad para que no suceda en invierno. 19 Porque en aquellos días habrá tal tribulación como nunca ha habido desde el principio de la creación que creó Dios hasta ahora, ni la habrá jamás. 20 Si el Señor° no hubiese acortado dichos días, nadie sería salvo; pero por causa de los escogidos, a quienes eligió, acortó esos días. 21 Entonces, si alguno os dice: Mira, aquí está el Cristo; o mira, allí está, no le creáis; 22 porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas y harán señales y prodigios a fin de desviar, si fuese posible, a los escogidos. 23 Pero vosotros estad alerta; os he dicho todo de antemano.
24 En aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá y la luna no dará su luz; 25 las estrellas estarán cayendo del cielo y los poderes en los cielos serán sacudidos. 26 Entonces verán al Hijo del hombre venir en las nubes, con gran poder y gloria. 27 Entonces enviará a los ángeles y reunirá a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. 28 De la higuera aprended la parábola: Cuando su rama ya está tierna y hace que broten las hojas, sabéis que el verano está cerca. 29 Así también vosotros, cuando veáis que esto sucede, sabed que está cerca, a las puertas. 30 En verdad os digo, que no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 32 Pero acerca de aquel día o de la hora, nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre. 33 ¡Estad atentos y velad!, porque no sabéis cuándo es el tiempo.
34 Es como un hombre que, saliendo de viaje, dejó su casa y dio a sus siervos autoridad, a cada uno su tarea, y al portero mandó velar. 35 Velad, pues, porque no sabéis cuándo volverá el dueño de la casa; si a la tarde, a medianoche, al canto del gallo o a la mañana; 36 no sea que, viniendo de repente, os halle durmiendo. 37 Lo que os digo a vosotros, se lo digo a todos: ¡Velad!
Una conjuración contra Jesús
Mateo 26:1-5; Lucas 22:1-2
1 Dos días después era la Pascua y la fiesta de los ázimos; y los jefes de los sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderlo con engaño para matarlo. 2 Porque decían: No durante la fiesta, no sea que el pueblo se subleve.
El frasco de ungüento
Mateo 26:6-13; Juan 12:1-8; comp. Lucas 7:36-50
3 Estando Jesús en Betania, sentado a la mesa en casa de Simón el leproso, vino una mujer que tenía un frasco de alabastro con ungüento de nardo puro de gran precio; y quebrando el frasco de alabastro, le derramó todo el ungüento sobre la cabeza. 4 Algunos se indignaron y decían entre sí: ¿Para qué se ha hecho tanto desperdicio del ungüento? 5 Porque este ungüento se podía haber vendido por más de trescientos denarios, y dar el dinero a los pobres. Y la reprendían con severidad. 6 Pero Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué le causáis molestias? Ella ha hecho una buena obra conmigo. 7 Porque a los pobres siempre los tenéis con vosotros, y cuando queráis podéis hacerles bien; pero a mí no me tendréis siempre. 8 Ella ha hecho lo que podía; se anticipó a ungir mi cuerpo para la sepultura. 9 En verdad os digo: Dondequiera que sea predicado el evangelio en todo el mundo, también lo que ella ha hecho será contado para memoria suya.
La traición de Judas
Mateo 26:14-16; Lucas 22:3-6
10 Judas, uno de los doce, fue a los jefes de los sacerdotes para entregarles a Jesús. 11 Ellos, al oírle, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él buscaba el momento oportuno para entregarlo.
La institución de la Cena
Mateo 26:17-36; Lucas 22:7-18, 21-39; Juan 13:1-38; 1 Corintios 11:23-25
12 El primer día de los ázimos, cuando se sacrificaba la Pascua, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la Pascua? 13 Él envió a dos de sus discípulos y les dijo: Id a la ciudad y saldrá a vuestro encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle. 14 Donde entre, decid al dueño de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está mi aposento en el que pueda comer la Pascua con mis discípulos? 15 Él os mostrará un gran aposento alto, amueblado y listo; preparad para nosotros allí. 16 Fueron los discípulos y llegaron a la ciudad y encontraron tal y como les había dicho; y prepararon la Pascua.
17 Al atardecer, fue con los doce. 18 Y estando sentados a la mesa comiendo, Jesús dijo: En verdad os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar. 19 Ellos empezaron a ponerse tristes y a preguntarle uno por uno: ¿Acaso soy yo? 20 Él les dijo: Uno de los doce, el que moja conmigo en el plato. 21 En verdad, el Hijo del hombre se va, conforme está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien es entregado el Hijo del hombre! Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido.
22 Estando ellos comiendo, Jesús tomó un pan y bendijo, lo partió, les dio y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo. 23 Tomando una copa, después de dar gracias, se la dio a ellos; y bebieron de ella todos. 24 Y les dijo: Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos. 25 En verdad os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios. 26 Después de cantar un himno, salieron al monte de los Olivos.
Jesús anuncia la negación de Pedro
Mateo 26:31-35; Lucas 22:31-34; Juan 13:36-38
27 Jesús les dijo: Todos os escandalizaréis, porque está escrito: «Heriré al pastor, y las ovejas se dispersarán.» [Zacarías 13:7] 28 Pero después de que yo haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. 29 Le dijo Pedro: ¡Aunque todos se escandalicen, yo no! 30 Jesús le dijo: En verdad te digo que hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. 31 Pero él dijo con más insistencia: ¡Si es necesario moriré contigo, y de ningún modo te negaré! También todos decían lo mismo.
Getsemaní
Mateo 26:36-46; Lucas 22:40-46
32 Llegaron a un huerto llamado Getsemaní; y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí hasta que haya orado. 33 Tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a sentir espanto y angustia. 34 Y les dijo: Mi alma está muy triste hasta la muerte; permaneced aquí y velad. 35 Yendo un poco más adelante, cayó en tierra, y oraba que, si era posible, pasara de él aquella hora. 36 Y dijo: ¡Abba, Padre, todo te es posible! ¡Aparta de mí esta copa! Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú. 37 Volvió y los encontró durmiendo y dijo a Pedro: ¡Simón! ¿Duermes? ¿No tuviste fuerza para velar una sola hora? 38 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 39 Otra vez fue y oró diciendo las mismas palabras. 40 Volviendo de nuevo, los halló dormidos, porque sus ojos les pesaban, y no sabían qué responderle. 41 Volvió la tercera vez y les dijo: Dormid lo que resta y descansad. ¡Basta!, la hora ha llegado. Mirad, el Hijo del hombre es entregado en manos de pecadores. 42 ¡Levantaos! ¡Vamos! Mirad, el que me entrega ya está aquí.
Arresto de Jesús
Mateo 26:47-56; Lucas 22:47-53; Juan 18:2-12
43 En ese momento, mientras él aún hablaba, se presentó Judas (uno de los doce), y con él una multitud con espadas y palos, de parte de los jefes de los sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. 44 El que le entregaba les había dado una contraseña, diciendo: Al que yo bese, él es; prendedle y llevadle con seguridad. 45 Cuando llegó, sin tardanza se acercó a él, y le dijo: ¡Rabí! Y lo besó repetidas veces. 46 Ellos le echaron mano y lo prendieron. 47 Pero uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja.
48 Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos para prenderme? 49 Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Pero es así para que se cumplan las Escrituras. 50 Dejándolo, huyeron todos. 51 Cierto joven le seguía, cubierto con una sábana sobre su cuerpo desnudo; y lo prendieron. 52 Pero él, dejando la sábana, huyó desnudo.
Jesús ante el Sanedrín
Mateo 26:57-68; Lucas 22:54, 63-65; Juan 18:13-24
53 Llevaron a Jesús al [sumo] sacerdote; y se reunieron todos los [jefes de los] sacerdotes, los ancianos y los escribas. 54 Pedro lo seguía de lejos, hasta dentro del patio del [sumo] sacerdote; y estaba sentado con los guardias, calentándose al fuego.
55 Los [jefes de los] sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban [un] testimonio contra Jesús, para darle muerte; y no lo hallaban. 56 Porque muchos daban falso testimonio contra él, pero sus testimonios no coincidían. 57 Levantándose algunos, dieron falso testimonio contra él, diciendo: 58 Nosotros le oímos decir: Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré otro no hecho con mano. 59 Y ni así concordaban sus testimonios. 60 Se levantó el [sumo] sacerdote hacia el centro y preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada a lo que estos testifican contra ti? 61 Pero él callaba y nada respondía. Otra vez el [sumo] sacerdote le preguntó, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? 62 Jesús le dijo: Yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder y viniendo con las nubes del cielo. 63 El [sumo] sacerdote, rasgando sus vestiduras, dijo: ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? 64 Oísteis la blasfemia, ¿qué os parece? Y todos ellos le condenaron como digno de muerte. 65 Algunos comenzaron a escupirle, a cubrirle el rostro, a darle bofetadas y a decirle: ¡Profetiza! Los guardias también lo recibieron a bofetadas.
La negación de Pedro
Mateo 26:59-75; Lucas 22:55-62; Juan 18:15-18, 25-27
66 Estando Pedro abajo en el patio, vino una de las criadas del [sumo] sacerdote, 67 y viendo a Pedro que se calentaba, lo miró y le dijo: ¡Tú estabas con Jesús el nazareno! 68 Pero él negó, diciendo: No sé, ni entiendo lo que estás diciendo. Y salió fuera a la entrada; y cantó un gallo. 69 Viéndole la criada, comenzó otra vez a decir a los que estaban allí: ¡Este es uno de ellos! 70 Pero él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro: ¡Verdaderamente eres de ellos; porque también eres galileo! 71 Él comenzó a maldecir y a jurar: ¡No conozco a este hombre de quien habláis! 72 Y al instante, por segunda vez, cantó un gallo. Y Pedro recordó la palabra que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres veces. Y pensando en ello, Pedro lloraba.
Mateo 27:1-2; Lucas 22:66-71
1 Cuando amaneció, los [jefes de los] sacerdotes, tras consultar con los ancianos y los escribas y con todo el Sanedrín, ataron a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato.
Jesús ante Pilato – La flagelación
Mateo 27:11-31; Lucas 23:1-4, 13-25; Juan 18:28-40; 19:1-16
2 Y le preguntó Pilato: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Él le respondió: Tú lo dices. 3 Los [jefes de los] sacerdotes le acusaban de muchas cosas. 4 Pilato le preguntó otra vez: ¿No respondes nada? ¡Mira de cuántas cosas te están acusando! 5 Pero Jesús no le respondió nada más; de manera que Pilato se asombraba.
6 En cada fiesta les liberaba al preso que ellos pedían. 7 Había uno llamado Barrabás, encarcelado con sus compañeros de sedición, los cuales en la revuelta habían cometido un homicidio. 8 La multitud vino y comenzó a pedirle [que hiciera] como solía hacer. 9 Pilato les respondió: ¿Queréis que os libere al Rey de los judíos? 10 Porque sabía que los jefes de los sacerdotes lo habían entregado por envidia. 11 Pero los jefes de los sacerdotes incitaron al pueblo para que les liberara más bien a Barrabás. 12 Pilato, respondiendo otra vez, les preguntó: Y ¿qué haré del que llamáis Rey de los judíos? 13 Ellos volvieron a gritar: ¡Crucifícalo! 14 Pilato les preguntaba: Pero, ¿qué mal ha hecho? Y ellos gritaban con más fuerza: ¡Crucifícalo! 15 Pilato, deseando satisfacer al pueblo les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarlo, para que fuese crucificado.
16 Los soldados lo llevaron al interior del atrio, que es el pretorio, y convocaron a toda la cohorte. 17 Lo vistieron de púrpura, y habiendo tejido una corona de espinas, se la colocaron sobre la cabeza; 18 y comenzaron a saludarlo: ¡Salve, Rey de los judíos! 19 Le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían e hincando las rodillas, se postraban ante él. 20 Cuando se habían burlado de él, lo despojaron de la púrpura y lo vistieron con sus ropas. Y lo condujeron fuera para crucificarlo. 21 Obligaron a uno que pasaba, Simón cireneo, el padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que llevara la cruz.
Jesús crucificado
Mateo 27:32-56; Lucas 23:26-49; Juan 19:17-37
22 Lo llevaron al lugar [llamado] Gólgota, que se traduce: Lugar de la Calavera. 23 Le daban vino mezclado con mirra; pero él no lo tomó. 24 Lo crucificaron y se repartieron sus vestiduras, echando suertes sobre ellas, [para ver] lo que cada cual se llevaría. 25 Era la hora tercera cuando lo crucificaron. 26 Sobre la cruz colocaron la inscripción de su acusación: El rey de los judíos. 27 Con él crucificaron a dos malhechores, uno a su derecha y otro a su izquierda.
29 Los que pasaban lo injuriaban, moviendo sus cabezas y diciendo: ¡Ah!, ¡tú que derribas el templo y lo edificas en tres días, 30 sálvate a ti mismo y desciende de la cruz! 31 También de manera semejante se burlaban los [jefes de los] sacerdotes con los escribas, diciendo entre ellos: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar. 32 ¡El Cristo, el Rey de Israel! ¡Baje ahora de la cruz para que veamos y creamos! Y los crucificados con él también lo insultaban.
33 Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra, hasta la hora novena. 34 A la hora novena, Jesús clamó a gran voz: ¡Eloi, Eloi! ¿Lama sabactaní?, que traducido significa ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado? 35 Algunos de los que allí estaban, al oírlo, decían: ¡Mira, llama a Elías! 36 Corrió uno y empapó una esponja en vinagre, la puso en una caña y le dio de beber, diciendo: ¡Dejad, veamos si viene Elías a bajarle!
37 Pero Jesús, dando una fuerte exclamación, expiró. 38 Y la cortina del templo se rasgó en dos, desde arriba hasta abajo. 39 Cuando el centurión que estaba frente a él vio que expiró de esta manera, dijo: ¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios! 40 También había algunas mujeres contemplando de lejos, entre las que estaban María Magdalena, María madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé; 41 las cuales, cuando él estaba en Galilea, lo seguían y le servían; y otras muchas que subieron con él a Jerusalén.
Jesús puesto en la tumba
Mateo 27:57-61; Lucas 23:50-56; Juan 19:38-42
42 Llegado el atardecer (puesto que era la Preparación, lo que es la víspera del sábado), 43 vino José de Arimatea, miembro honorable del Sanedrín, quien también esperaba el reino de Dios, se envalentonó y entró hasta Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. 44 Pero Pilato se asombró de que ya hubiese muerto; y llamando al centurión, le preguntó si hacía tiempo que había muerto. 45 Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José, 46 quien, tras comprar una sábana, lo bajó, lo envolvió en ella y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en una roca; e hizo rodar una piedra sobre la puerta del sepulcro. 47 María Magdalena y María la madre de José contemplaban dónde lo ponían.
La resurrección de Jesús
Mateo 28:1-8; Lucas 24:1-8; Juan 20:1-2
1 Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María, la [madre] de Jacobo y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.
2 Muy temprano, el primer día de la semana, llegaron al sepulcro cuando el sol ya había salido. 3 Y decían entre ellas: ¿Quién nos rodará la piedra de la puerta del sepulcro? 4 Alzando los ojos, vieron que la piedra ya había sido rodada; porque era muy grande. 5 Entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de larga ropa blanca; y se asustaron. 6 Pero él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús, el nazareno, el que fue crucificado; no está aquí, ha resucitado; mirad el lugar donde lo pusieron. 7 Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, como os dijo. 8 Saliendo huyeron del sepulcro; porque les había entrado temblor y espanto; y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.
9 [[Después de haber resucitado en la madrugada del primer día de la semana, Jesús apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. 10 Ella fue y lo hizo saber a los que habían estado con él, los cuales estaban de duelo y llorando. 11 Ellos, al oír que vivía y que ella lo había visto, no lo creyeron. 12 Después apareció de forma diferente a dos de ellos que iban de camino al campo. 13 Ellos también fueron y lo anunciaron a los demás; pero ni a ellos creyeron. 14 Por último, se apareció a los once mientras estaban sentados para comer, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. 15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16 El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será condenado. 17 Estas señales acompañarán a los que creen: En mi nombre expulsarán demonios; hablarán en nuevas lenguas; 18 cogerán serpientes con las manos; y si algo mortífero beben, no les dañará; sobre enfermos impondrán las manos, y sanarán.
Jesús asciende al cielo
19 El Señor, después de hablarles, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la derecha de Dios. 20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, con la colaboración del Señor, confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.]]