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Nuevo Testamento

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Lucas

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Capítulo 1

La dedicatoria del libro a Teófilo
Marcos 1:1; Hechos 1:1-3

1 Ya que muchos han intentado compilar un relato sobre los hechos que ocurrieron entre nosotros, 2 según nos los transmitieron los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la Palabra, 3 a mí también me pareció bien, después de investigar todos esos hechos con exactitud desde su origen, escribírtelos por orden excelentísimo Teófilo; 4 para que conozcas la verdad exacta sobre las cosas en las que fuiste instruido.

El anuncio del nacimiento de Juan el Bautista

5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la familia de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón y se llamaba Elisabet. 6 Ambos eran justos delante de Dios, cumpliendo irreprochablemente todos los mandamientos y ordenanzas del Señor°. 7 Y no tenían hijos, porque Elisabet era estéril; y ambos eran de edad avanzada.

8 Aconteció que, mientras él servía como sacerdote delante de Dios, en el turno de su familia, 9 conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó por sorteo entrar en el templo del Señor° para quemar incienso. 10 Toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.

11 Y le apareció un ángel del Señor°, de pie, a la derecha del altar del incienso. 12 Al verle, Zacarías se turbó, y el temor se apoderó de él. 13 Pero el ángel le dijo: No temas, Zacarías; porque tu oración fue oída, tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Juan. 14 Tendrás gozo y alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento; 15 porque será grande delante del Señor°; y no beberá vino ni licor fermentado; y estará lleno del Espíritu Santo, aun desde el seno de su madre; 16 y a muchos de los hijos de Israel les hará volver al Señor° su Dios. 17 Irá delante del Señor, en el espíritu y poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres hacia los hijos y de los desobedientes a la sensatez de los justos; preparando un pueblo bien dispuesto para el Señor°.

18 Dijo Zacarías al ángel: ¿Cómo conoceré esto? Porque yo soy anciano, y mi mujer es de edad avanzada. 19 Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy en la presencia de Dios, y he sido enviado para hablarte y darte estas buenas noticias. 20 Ahora quedarás mudo y sin poder hablar, hasta el día en que esto se cumpla; por cuanto no creíste mis palabras, las que se cumplirán a su debido tiempo. 21 Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de su tardanza en el santuario. 22 Pero cuando salió, no les podía hablar; y comprendieron que había tenido una visión en el templo, pues les hacía señas, y permaneció mudo. 23 Cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa.

24 Después de aquellos días, su mujer Elisabet concibió, y se ocultó durante cinco meses, diciendo: 25 Así ha hecho conmigo el Señor°, en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres.

El anuncio del nacimiento de Jesús
Mateo 1:18-23

26 Al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen comprometida con un varón llamado José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 28 Entrando donde ella estaba, le dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor° está contigo. 29 Mas ella se turbó mucho con estas frases, y se preguntaba qué significaba este saludo. 30 El ángel le dijo: ¡No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios! 31 He aquí que concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor° Dios le dará el trono de su padre David; 33 y reinará sobre la casa de Jacob eternamente; y su reino no tendrá fin. 34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto, ya que no conozco varón? 35 El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también la santa Criatura que nacerá, será llamada Hijo de Dios. 36 Mira tu parienta Elisabet; ella también ha concebido un hijo en su vejez; y este es el sexto mes para la que fue llamada estéril. 37 Porque para Dios ninguna cosa será imposible. 38 María dijo: He aquí la sierva del Señor°; que se cumpla en mí conforme a tu palabra. Y el ángel la dejó.

La visita de María a Elisabet
1 Samuel 2:1-10; Salmo 113

39 Levantándose María en esos días, fue con premura a una ciudad de Judá en una región montañosa; 40 y entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet. 41 Sucedió que cuando oyó Elisabet el saludo de María, la criatura dio saltos en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, 42 y exclamó a gran voz: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! 43 ¿A qué se debe que venga a verme la madre de mi Señor? 44 Porque en cuanto llegó a mis oídos la voz de tu saludo, la criatura dio saltos de alegría en mi vientre. 45 ¡Dichosa la que ha creído que se cumplirán las cosas que le fueron dichas por parte del Señor°!

El cántico de María

46 María dijo: ¡Glorifica mi alma al Señor°; 47 y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador! 48 Porque ha mirado el humilde estado de su sirvienta. Pues, he aquí, desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones. 49 Porque me hizo grandes cosas el Poderoso, santo es su Nombre. 50 Su misericordia va de generación en generación para los que le temen. 51 Hizo proezas con su brazo; a los soberbios con corazones orgullosos dispersó. 52 Bajó a los poderosos de sus tronos, y exaltó a los humildes. 53 A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos despidió con las manos vacías. 54 Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia, 55 según habló a nuestros padres, a Abraham y a su simiente para siempre.

Nacimiento de Juan el Bautista

56 María se quedó con ella unos tres meses; y se volvió a su casa. 57 Le llegó a Elisabet el tiempo de dar a luz; y dio a luz un hijo. 58 Oyeron sus vecinos y sus parientes que el Señor° había mostrado gran misericordia hacia ella; y se alegraron con ella. 59 Sucedió que al día octavo fueron para circuncidar al niño, y lo llamaban con el nombre de su padre, Zacarías. 60 Respondiendo su madre, dijo: No, sino que será llamado Juan. 61 Y le dijeron: Nadie hay de tu parentela que se llame con ese nombre. 62 Entonces preguntaron por señas a su padre, cómo quería llamarle. 63 Pidiendo una tablilla, escribió: Juan es su nombre. Y todos se asombraron. 64 Al instante se abrió su boca, y [se soltó] su lengua y habló bendiciendo a Dios. 65 Todos los que moraban a su alrededor sintieron temor; y por toda la región montañosa de Judea se comentaban todas estas cosas. 66 Y todos los que las oían las guardaban en sus corazones, diciendo: ¿Qué será, pues, este niño? Y la mano del Señor° estaba con él.

La profecía de Zacarías

67 Su padre Zacarías fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: 68 ¡Bendito sea el Señor°, Dios de Israel! Porque visitó y redimió a su pueblo; 69 y nos levantó un poderoso Salvador, en la casa de su siervo David – 70 conforme a lo que dijo desde la antigüedad por sus santos profetas: 71 Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecen; 72 para ser misericordioso con nuestros padres, y recordar su santo pacto. 73 Juramento que juró a nuestro padre Abraham, 74 concedernos que, librados de la mano de nuestros enemigos, le sirvamos sin temor, 75 en santidad y justicia, delante de él todos nuestros días. 76 ¡Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo! Porque irás delante del Señor° para preparar sus caminos; 77 para que su pueblo conozca la salvación en la remisión de sus pecados; 78 por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con la que nos visitará un amanecer desde lo alto, 79 para resplandecer sobre los que están sentados en tinieblas y en sombra de muerte; para dirigir nuestros pies en un camino de paz.

80 El niño crecía y se fortalecía en espíritu; y estuvo en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.

Capítulo 2

Nacimiento de Jesús
Mateo 1:18-25; Miqueas 5:1-2; Isaías 7:14; 9:5

1 Aconteció en aquellos días que [salió] un edicto de César Augusto, para que toda la tierra habitada fuera empadronada. 2 Este primer censo tuvo lugar siendo Cirenio gobernador de Siria. 3 Todos iban para ser empadronados, cada cual a su propia ciudad. 4 José subió de la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, porque era de la casa y familia de David, 5 para ser empadronado con María su esposa, la cual estaba encinta. 6 Aconteció que, mientras ellos estaban allí, le llegó el día del parto, 7 y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada.

Los pastores de Belén

8 En aquella región había pastores que vivían en el campo, turnándose para guardar su rebaño durante las vigilias de la noche. 9 Y un ángel del Señor° se puso junto a ellos, y la gloria del Señor brilló a su alrededor, y tuvieron gran temor. 10 Pero el ángel les dijo: ¡No temáis!, porque os traigo buenas noticias de gran gozo que será para todo el pueblo; 11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador que es Cristo el Señor. 12 Esto os servirá de señal: Hallaréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. 13 De pronto apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, alabando a Dios, y diciendo: 14 ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, y su buena voluntad para con los hombres! 15 Aconteció que cuando los ángeles subieron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Vayamos hasta Belén y veamos lo que ha sucedido, que el Señor nos ha dado a conocer. 16 Fueron a toda prisa, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17 Cuando lo vieron, divulgaron la noticia que les habían dado acerca de este niño. 18 Cuantos la oyeron se asombraron de lo que los pastores les decían. 19 Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. 20 Se volvieron los pastores, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído, así como les fue dicho.

Jesús presentado al Señor° en el templo

21 Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, fue llamado Jesús; nombre que le puso el ángel antes de que él fuese concebido en el vientre. 22 Cuando se cumplieron los días en que, según la ley de Moisés, ellos debían purificarse, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor°; 23 como está escrito en la ley del Señor°: Todo varón primogénito será llamado santo para el Señor°; 24 y para ofrecer el sacrificio, conforme a la ley del Señor°: Un par de tórtolas, o dos palominos.

La profecía de Simeón

25 Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre que era justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. 26 Le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes de que viese al Cristo del Señor°. 27 Y por el Espíritu fue al templo; y al llevar los padres al niño Jesús, para hacer con él conforme al rito de la ley, 28 él lo tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: 29 Ahora, Soberano Señor°, despide en paz a tu siervo conforme a tu palabra; 30 porque mis ojos han visto tu salvación, 31 que preparaste en presencia de todos los pueblos; 32 luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel. 33 José y María estaban asombrados de las cosas que se decían acerca de él. 34 Los bendijo Simeón, diciendo a María su madre: Mira, este niño está puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha, 35 (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.

La profecía de Ana

36 Estaba allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser; esta, de gran edad, viuda tras siete años de matrimonio, 37 tenía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo noche y día con ayunos y oraciones. 38 Presentándose en aquella misma hora, daba gracias al Señor, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.

La niñez de Jesús en Nazaret

39 Cuando cumplieron todo, conforme a la ley del Señor°, regresaron a Galilea, a su propio pueblo, Nazaret. 40 El niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.

Jesús en el templo a los doce años

41 E iban sus padres cada año a Jerusalén, a la fiesta de la Pascua. 42 Cuando él tuvo doce años, fueron a la fiesta según la costumbre. 43 Acabados los días [de la fiesta], al regresar ellos, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres se dieran cuenta. 44 Suponiendo que estaba entre el grupo de viajeros, caminaron durante un día; y lo buscaban entre los parientes y conocidos. 45 Como no lo hallaron, volvieron a Jerusalén, buscándolo. 46 Después de tres días lo hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndoles y preguntándoles. 47 Todos los que lo oían se asombraban de su inteligencia y de sus respuestas. 48 Cuando ellos lo vieron, se quedaron asombrados, y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? ¡Mira que tu padre y yo te hemos buscado angustiados! 49 Él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que debo estar en los asuntos de mi Padre? 50 Pero no entendieron lo que les decía. 51 Descendió con ellos y vino a Nazaret; y les estaba sometido. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. 52 Jesús crecía en sabiduría, en estatura y favor ante Dios y los hombres.

Capítulo 3

Juan el Bautista, mensajero de Dios
Mateo 3:1-12; Marcos 1:1-8; Juan 1:6-8, 19-28

1 En el año quince del reinado de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, tetrarca de Galilea Herodes, tetrarca de Iturea y de la región de Traconite su hermano Felipe, y tetrarca de Abilinia Lisanias, 2 siendo [sumos] sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. 3 Y pasó por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo de arrepentimiento para perdón de los pecados; 4 como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías: «Voz del que clama en el desierto: ¡Preparad el camino del Señor°, enderezad sus sendas! 5 ¡Todo valle será colmado, y todo monte y collado abatido; los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos escabrosos allanados; 6 y todos verán la salvación de Dios.» [Isaías 40:3-5] 7 Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Engendro de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8 Producid frutos dignos de arrepentimiento y no comencéis a decir entre vosotros: A Abraham tenemos por padre; porque os digo, que puede Dios levantar hijos a Abraham de estas piedras. 9 Ya está puesta el hacha en la raíz de los árboles y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y echado al fuego. 10 Le preguntaban las multitudes: ¿Qué debemos hacer? 11 Él les respondió: El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga alimentos, que haga lo mismo. 12 Vinieron también unos cobradores de impuestos para ser bautizados y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? 13 Y les contestó: No exijáis más de lo que os está ordenado. 14 Le preguntaron también unos soldados: Y ¿qué haremos también nosotros? Les contestó: No cometáis extorsión ni acuséis falsamente a nadie; y conformaos con vuestros sueldos.

15 Estando el pueblo en expectativa, preguntándose todos en sus corazones acerca de Juan, si acaso él sería el Cristo, 16 Juan les respondió a todos: Yo, en verdad, os bautizo con agua; pero viene el que es más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; 17 su aventador está en su mano para limpiar con esmero su era y recoger el trigo en su granero; pero consumirá la paja en el fuego inextinguible. 18 Con muchas y variadas exhortaciones evangelizaba al pueblo. 19 Pero Herodes el tetrarca, siendo reprendido por él a causa de Herodías, mujer de su hermano, y por todas las maldades que había cometido, 20 añadió esta también a las otras, encerró a Juan en la cárcel.

El bautismo de Jesús
Mateo 3:13-17; Marcos 1:9-11; Juan 1:32-34

21 Aconteció que, cuando todo el pueblo era bautizado, Jesús también fue bautizado, y mientras oraba el cielo se abrió 22 y descendió sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como paloma; y se oyó una voz del cielo, que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.

La genealogía de Jesús
1 Crónicas 2:3-15; Mateo 1:1-17

23 Al comenzar su ministerio, Jesús mismo tenía unos treinta años, siendo hijo (según se creía) de José, de Elí, 24 de Matat, de Leví, de Melqui, de Jana, de José, 25 de Matatías, de Amós, de Nahum, de Esli, de Nagai, 26 de Maat, de Matatías, de Semei, de José, de Judá, 27 de Joana, de Resa, de Zorobabel, de Selatiel, de Neri, 28 de Melqui, de Adi, de Cosam, de Elmodam, de Er, 29 de Josué, de Eliezer, de Jorim, de Matat, de Leví, 30 de Simeón, de Judá, de José, de Jonán, de Eliaquim, 31 de Melea, de Mainán, de Matata, de Natán, de David, 32 de Isaí, de Obed, de Booz, de Salmón, de Naasón, 33 de Aminadab, de Aram, de Esrom, de Fares, de Judá, 34 de Jacob, de Isaac, de Abraham, de Taré, de Nacor, 35 de Serug, de Ragau, de Peleg, de Heber, de Sala, 36 de Cainán, de Arfaxad, de Sem, de Noé, de Lamec, 37 de Matusalén, de Enoc, de Jared, de Mahalaleel, de Cainán, 38 de Enós, de Set, de Adán, de Dios.

Capítulo 4

La tentación de Jesús
Mateo 4:1-11; Marcos 1:12-13

1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán, y por el Espíritu fue conducido al desierto, 2 siendo tentado por el diablo durante cuarenta días. Y no comió nada en aquellos días; pero cuando acabaron esos días, tuvo hambre. 3 El diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. 4 Jesús le respondió: Está escrito: No solo de pan vivirá el hombre. 5 Llevándolo a una altura, el diablo le mostró en un instante todos los reinos de la tierra habitada. 6 Y le dijo el diablo: Te daré toda esta autoridad y la gloria de estos reinos, porque me ha sido entregada, y la doy a quien yo quiero. 7 Si tú, pues, te postras ante mí, todo será tuyo. 8 Jesús le respondió: Está escrito: «¡Al Señor° tu Dios adorarás y solo a él servirás!» [Deuteronomio 6:13] 9 Lo condujo a Jerusalén, y lo puso sobre la parte más alta del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; 10 porque está escrito: «A sus ángeles mandará junto a ti, que te guarden;» [Salmo 91:11] 11 y «sobre sus manos te llevarán, para que tu pie no tropiece con ninguna piedra.» [Salmo 91:12] 12 Jesús le respondió: Dicho está: «No tentarás al Señor° tu Dios.» [Deuteronomio 6:16]

13 Cuando el diablo acabó toda tentación, se apartó de él hasta un momento oportuno.

Jesús en Nazaret

14 Jesús regresó en el poder del Espíritu a Galilea; y su fama se extendió por toda la comarca. 15 Enseñaba en sus sinagogas, siendo glorificado por todos. 16 Vino a Nazaret, donde había sido criado; y como era su costumbre, entró el día del sábado en la sinagoga, y se levantó a leer. 17 Le fue dado el libro del profeta Isaías; y tras abrirlo, halló el lugar donde estaba escrito: 18 «El Espíritu del Señor° está sobre mí; porque me ungió para anunciar buenas noticias a los pobres; me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y a los ciegos que recobren la vista; para poner en libertad a los oprimidos; 19 para proclamar el año de gracia del Señor°.» [Isaías 61:1, 2] 20 Cerrando el libro, lo entregó al asistente, y se sentó. Y los ojos de todos en la sinagoga se fijaron en él. 21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura como la oís. 22 Todos le daban testimonio y estaban admirados ante las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es este el hijo de José? 23 Él les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, ¡cúrate a ti mismo! Haz también aquí, en tu tierra, todo lo que hemos oído que hiciste en Capernaum. 24 Les dijo: En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su tierra. 25 De cierto os digo, que había muchas viudas en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y toda la tierra sufrió gran hambre; 26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en Sidón. 27 Muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; y ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio. 28 Todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira al oír estas cosas. 29 Y levantándose, lo echaron fuera de la ciudad, y lo condujeron a la cumbre del monte sobre el que estaba edificada su ciudad, para despeñarlo. 30 Pero él se fue, pasando en medio de ellos.

Diversas curaciones

31 Descendió a Capernaum, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. 32 Estaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra era con autoridad. 33 Había en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo, y gritó con fuerza: 34 ¡Ah! ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Viniste a destruirnos? ¡Sé quién eres, el Santo de Dios! 35 Jesús lo reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él! El demonio, derribándolo en medio [de ellos], salió de él sin hacerle daño. 36 Todos quedaron asombrados, y decían unos a otros: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder ordena a los espíritus inmundos, y salen? 37 Su fama se iba divulgando por toda la comarca.

Jesús sana a la suegra de Pedro

38 Levantándose [salió de] la sinagoga y entró en casa de Simón; la suegra de Simón yacía postrada de una fuerte fiebre; y le rogaron por ella. 39 Se inclinó sobre ella, reprendió a la fiebre y [la fiebre] la dejó; y ella, al instante se levantó y les servía.

40 Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas dolencias los traían a él; y poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. 41 También salían demonios de muchos, gritando y diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero él los reprendía y no les permitía hablar; porque sabían que él era el Cristo.

Jesús recorre Galilea

42 Cuando amaneció, Jesús salió a un lugar desierto; y las multitudes lo buscaban; venían a él y procuraban detenerlo, para que no se apartara de ellos. 43 Pero él les dijo: Es necesario que yo predique también en las demás ciudades las buenas nuevas del reino de Dios; porque para esto fui enviado. 44 E iba predicando por las sinagogas de Galilea.

Capítulo 5

La pesca milagrosa
Mateo 4:18-22; Marcos 1:16-20

1 Aconteció que, estando Jesús junto al lago de Genesaret, la muchedumbre se echaba sobre él para oír la palabra de Dios; 2 y vio dos barcas que estaban junto al lago; pero los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. 3 Entró en una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la apartase un poco de tierra; y él se sentó, y enseñaba desde la barca a la multitud. 4 Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: Remad mar adentro y echad vuestras redes para pescar. 5 Simón le respondió: Maestro, después de trabajar toda la noche, nada pescamos; pero porque tú me lo dices, echaré la red. 6 Cuando lo hicieron, pescaron una gran cantidad de peces; y la red se rompía. 7 E hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles. Y vinieron y llenaron ambas barcas, de tal manera que se iban hundiendo. 8 Al ver esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, y dijo: ¡Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador! 9 Porque el temor se apoderó de él y de todos los que estaban con él, a causa de la pesca recogida; 10 y asimismo se apoderó de Jacobo y de Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Y Jesús dijo a Simón: ¡No temas, desde ahora serás pescador de hombres! 11 Llevando sus barcas a tierra, lo dejaron todo y le siguieron.

Un leproso sanado
Mateo 8:2-4; Marcos 1:40-45

12 Estando él en una de las ciudades, sucedió que había allí un hombre lleno de lepra; cuando vio a Jesús, cayó rostro en tierra, y le suplicaba: ¡Señor, si quieres, puedes limpiarme! 13 Extendiendo él la mano, lo tocó, diciendo: Quiero; queda limpio. Y al instante la lepra lo dejó. 14 Y le mandó que no lo dijese a nadie, sino: ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación, conforme mandó Moisés, en testimonio para ellos. 15 Pero su fama se extendía cada vez más; y se juntaban grandes multitudes para oírlo y ser sanados de sus enfermedades. 16 Pero él se retiraba a lugares solitarios y oraba.

Jesús sana a un paralítico
Mateo 9:1-8; Marcos 2:1-12

17 Un día que él enseñaba, estaban presentes unos fariseos y doctores de la ley que habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y de Jerusalén. Y el poder del Señor° estaba [con él] para sanar. 18 Entonces llegaron unos hombres trayendo sobre una camilla a un hombre que estaba paralítico, a quien trataban de introducir y poner delante de él. 19 Al no encontrar la manera de llevarlo dentro a causa de la multitud, subieron a la azotea y, quitando las tejas, lo bajaron con su camilla y lo pusieron en medio, delante de Jesús. 20 Al ver le fe de ellos, él dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. 21 Los escribas y fariseos comenzaron a razonar, diciendo: ¿Quién es este que blasfema? ¿Quién puede perdonar pecados que no sea Dios? 22 Pero Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: ¿Qué razonáis en vuestros corazones? 23 ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? 24 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, dijo al paralítico: A ti te digo: ¡Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa! 25 Al instante se levantó delante de todos, y tomando aquello en que yacía, se fue a su casa glorificando a Dios. 26 Todos quedaron asombrados y glorificaban a Dios; y llenos de temor, decían: ¡Hoy hemos visto cosas sorprendentes!

Jesús llama a Leví a seguirlo
Mateo 9:9-17; Marcos 2:13-22

27 Después de esto salió y vio a un cobrador de impuestos llamado Leví, sentado en el banco de los tributos, y le dijo: ¡Sígueme! 28 Dejándolo todo, se levantó y lo siguió. 29 Leví le hizo un gran banquete en su casa, y había muchos cobradores de impuestos y otros que estaban a la mesa con ellos. 30 Pero los fariseos y sus escribas murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con cobradores de impuestos y pecadores? 31 Jesús les respondió: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos; 32 no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.

Jesús habla del ayuno

33 Ellos le contestaron: Los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, así como los de los fariseos; pero los tuyos comen y beben. 34 Jesús les respondió: ¿Podéis acaso hacer ayunar a los amigos del esposo mientras que el esposo está con ellos? 35 Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces ayunarán en esos días. 36 Les dijo también una parábola: Nadie pone un retal de un vestido nuevo para remendar un vestido viejo; porque entonces no solo romperá el nuevo, sino que tampoco al viejo le quedará bien el retal quitado al nuevo. 37 Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque entonces el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán; 38 sino que un vino nuevo debe echarse en odres nuevos. 39 Nadie que bebió del añejo, desea el nuevo; porque dice: El añejo es mejor.

Capítulo 6

El Hijo del hombre es Señor del sábado
Mateo 12:1-14; Marcos 2:23-28; 3:1-6

1 Aconteció un sábado que, pasando Jesús por unos sembrados, sus discípulos cogían espigas, las desmenuzaban en sus manos y se las comían. 2 Y algunos de los fariseos dijeron: ¿Por qué hacéis el sábado lo que no es lícito? 3 Jesús les respondió: ¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, cuando tuvo hambre él y los que le acompañaban, 4 cómo entró en la casa de Dios y tomó los panes de la proposición, comió y dio también a los que con él estaban; panes que solo es lícito comer a los sacerdotes? 5 Y les decía: El Hijo del hombre es Señor del sábado.

El hombre con la mano paralizada

6 Ocurrió también otro sábado cuando entró en la sinagoga y enseñaba, que había allí un hombre que tenía paralizada la mano derecha. 7 Los escribas y los fariseos lo acechaban, para ver si el sábado lo sanaría, a fin de hallar algo de qué acusarlo. 8 Pero él, quien sabía los pensamientos de ellos, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: Levántate y ponte en medio. Y levantándose, se quedó en pie. 9 Jesús les dijo: Yo os pregunto: ¿Es lícito el sábado hacer el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla? 10 Y mirándolos a todos a su alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Él lo hizo, y la mano le fue curada. 11 Pero ellos se enfurecieron y discutían entre sí qué harían a Jesús.

Jesús designa a los doce apóstoles
Marcos 3:13-19; Mateo 10:1-15; Hechos 1:13

12 Sucedió en aquellos días que él fue a la montaña a orar; y pasó la noche orando a Dios. 13 Cuando amaneció, llamó a sus discípulos y escogió doce de ellos, a quienes llamó apóstoles: 14 a Simón, a quien también llamó Pedro, y a Andrés su hermano, a Jacobo y a Juan, a Felipe y a Bartolomé, 15 a Mateo y a Tomás, a Jacobo [hijo] de Alfeo, y a Simón llamado Zelote, 16 y a Judas [hermano] de Jacobo, y a Judas Iscariote, quien fue traidor.

17 Habiendo bajado con ellos, se detuvo en un lugar llano donde había una gran multitud de sus discípulos, y una gran muchedumbre del pueblo de toda Judea, de Jerusalén y del litoral de Tiro y Sidón que habían venido para oírle y para ser sanados de sus enfermedades; 18 y también los atormentados de espíritus inmundos fueron sanados. 19 Toda la multitud procuraba tocarlo; porque emanaba de él un poder que sanaba a todos.

El sermón en el monte
Mateo 5:2-12

20 Dirigiendo la mirada hacia sus discípulos, les dijo: Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. 21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. 22 Bienaventurados sois cuando los hombres os odien, os alejen de ellos, os injurien y rechacen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. 23 Regocijaos en ese día y saltad de gozo; porque vuestra recompensa será grande en el cielo; porque así hacían sus padres con los profetas.

24 Pero ¡ay de vosotros, ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. 25 ¡Ay de vosotros los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros los que ahora reís!, porque os lamentaréis y lloraréis. 26 ¡Ay de vosotros cuando todos los hombres os ensalcen!, porque del mismo modo hacían sus padres con los falsos profetas.

Amar a los enemigos
Mateo 5:38-48; Romanos 12:17-21

27 Pero a vosotros que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian, 28 bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os maltratan. 29 Al que te golpee en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no [le niegues] la túnica. 30 A todo el que te pida, dale; y al que te quite lo tuyo, no se lo reclames. 31 Como queréis que los hombres os hagan, hacedles vosotros igualmente. 32 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tenéis? Porque los pecadores también aman a los que los aman. 33 Si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué recompensa tenéis? Porque incluso los pecadores hacen lo mismo. 34 Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué recompensa tenéis? Porque también los pecadores prestan a pecadores, para recuperar otro tanto. 35 Por el contrario, vosotros amad a vuestros enemigos, haced bien y prestad sin esperar nada a cambio; vuestra recompensa será grande y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno con los ingratos y malvados. 36 Sed misericordiosos, así como vuestro Padre es misericordioso.

Juzgar a otros
Mateo 7:1-5, 15-20; 12:33-37

37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. 38 Dad, y os será dado; medida buena, prensada, sacudida y rebosante os darán en vuestro regazo; porque con la misma medida que midiereis, seréis medidos.

39 Les dijo también una parábola: ¿Puede el ciego guiar al ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? 40 El discípulo no es superior a su maestro; pero el discípulo bien instruido, será como su maestro. 41 Y ¿por qué miras la brizna que está en el ojo de tu hermano, y no percibes la viga que está en tu propio ojo? 42 ¿Cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, deja que saque la brizna de tu ojo; cuando tú mismo no ves la viga que está en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claramente para sacar la brizna que está en el ojo de tu hermano.

Por sus frutos los conoceréis

43 Pues no es árbol bueno el que da malos frutos, ni tampoco el árbol malo el que da buenos frutos. 44 Pues cada árbol se conoce por su propio fruto. Porque de los espinos no se recogen higos, ni de las zarzas se vendimian uvas. 45 El hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el malvado, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Poner en práctica la Palabra
Mateo 7:21-29; 2 Pedro 1:5-10

46 ¿Por qué me llamáis: ¡Señor, Señor!, y no hacéis lo que yo digo? 47 Os mostraré a quien es semejante el que viene a mí, oye mis palabras y las cumple. 48 Es semejante a un hombre que edificó una casa, cavó, ahondó y echó el cimiento sobre la roca. Cuando llegó una inundación, el torrente dio con ímpetu contra aquella casa, y no la pudo mover, porque estaba bien edificada. 49 Pero el que oye y no cumple, es semejante a un hombre que edificó su casa sobre la tierra sin cimiento; contra la cual el torrente dio con ímpetu, y al instante se derrumbó; y fue grande la ruina de aquella casa.

Capítulo 7

Jesús sana al siervo del centurión
Mateo 8:5-13

1 Cuando terminó sus palabras a oídos del pueblo, Jesús entró en Capernaum. 2 El siervo de un centurión, a quien este estimaba mucho, estaba muy enfermo, a punto de morir. 3 Cuando oyó hablar de Jesús, le envió ancianos de los judíos a pedirle que fuera a sanar a su siervo. 4 Ellos fueron a Jesús y le rogaban con insistencia, diciendo: Es digno de que le concedas esto; 5 porque ama a nuestra nación y nos edificó la sinagoga. 6 Jesús fue con ellos. No estaba lejos de la casa cuando el centurión le envió unos amigos para decirle: Señor, no te molestes; porque no soy digno de que entres bajo mi techo; 7 por lo cual no me consideré digno de ir a ti; pero di una palabra y el muchacho quedará sano. 8 Porque también yo, que soy hombre bajo autoridad, tengo soldados bajo mi mando; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 9 Al oír esto Jesús, se maravilló de él; y volviéndose, dijo a la multitud que lo seguía: Os digo que ni aun en Israel he encontrado fe tan grande. 10 Al regresar a la casa, los enviados hallaron sano al siervo.

Jesús resucita al hijo de la viuda de Naín

11 Al día siguiente iba [Jesús] a una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y una gran multitud. 12 Llegando cerca de la puerta de la ciudad, vio que llevaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, y ella era viuda. Y la acompañaba una gran multitud de la ciudad. 13 Viéndola el Señor, tuvo compasión de ella, y le dijo: ¡No llores más! 14 Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se pararon. Y dijo: ¡Joven, yo te digo: Levántate! 15 El muerto se incorporó y comenzó a hablar; y lo dio a su madre. 16 Todos se llenaron de temor y alababan a Dios, diciendo: ¡Un gran profeta se ha levantado entre nosotros! ¡Dios ha visitado a su pueblo! 17 Este dicho sobre él salió por toda Judea y por toda la comarca alrededor.

La pregunta de Juan el Bautista
Mateo 11:2-19

18 Los discípulos de Juan le informaron de todas estas cosas. 19 Entonces Juan, llamando a dos de ellos, los envió a preguntar al Señor: ¿Eres tú el que viene, o debemos esperar a otro? 20 Cuando los hombres se acercaron a él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a preguntarte: ¿Eres tú el que viene, o debemos esperar a otro? 21 En aquella hora sanó a muchos de enfermedades, de plagas y de espíritus malignos; y a muchos ciegos les dio la vista. 22 Y les respondió: Id y contad a Juan las cosas que habéis visto y oído: Los ciegos recobran la vista, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y los pobres son evangelizados. 23 ¡Y bienaventurado aquel que no tropieza por mi causa!

24 Cuando se fueron los mensajeros de Juan, Jesús comenzó a hablar de Juan a la multitud: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 25 Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre vestido con ropa fina? Mirad que los que visten ropas finas y viven rodeados de lujos, están en los palacios de los reyes. 26 Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta. 27 Este es de quien está escrito: «He aquí envío mi mensajero ante ti, que preparará tu camino delante de ti.» [Malaquías 3:1] 28 Os digo que, entre los nacidos de mujer, ninguno hay mayor que Juan; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él. 29 Al oír esto, todo el pueblo y los cobradores de impuestos justificaron a Dios, habiendo sido bautizados con el bautismo de Juan. 30 Pero los fariseos y los doctores de la ley rechazaron el propósito de Dios para con ellos, no habiendo sido bautizados por Juan. 31 ¿A quién, pues, compararé a los hombres de esta generación, y a qué son semejantes? 32 Son como niños sentados en la plaza, que dan voces a los otros, y les dicen: ¡Os tocamos la flauta, y no bailasteis; entonamos un canto fúnebre, y no llorasteis! 33 Porque vino Juan el Bautista que no comía pan ni bebía vino, y decís: ¡Demonio tiene! 34 Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe y decís: ¡He aquí un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de cobradores de impuestos y de pecadores! 35 Pero la sabiduría es justificada por todos sus hijos.

Jesús perdona a una pecadora

36 Le pidió uno de los fariseos que comiera con él; y entrando en casa del fariseo, se sentó a la mesa. 37 Entonces una mujer pecadora de la ciudad, cuando se enteró de que él estaba sentado a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de perfume de alabastro; 38 y llorando, se puso detrás, a sus pies; y comenzó a humedecerle los pies con sus lágrimas y los secaba con sus cabellos; los besaba con fervor y los ungía con el perfume. 39 Cuando vio esto el fariseo que le había invitado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le toca, porque es pecadora. 40 Jesús le dijo: Simón, tengo que decirte algo. Y él respondió: Di, Maestro. 41 Le dijo Jesús: Un acreedor tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta. 42 No teniendo ellos con qué pagar, perdonó la deuda a ambos. ¿Cuál de ellos le amará más? 43 Simón le respondió: Supongo que aquel a quien más perdonó. Y él le dijo: Correctamente juzgaste. 44 Vuelto hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Cuando entré en tu casa no me diste agua para mis pies; pero ella ha lavado mis pies con lágrimas y los limpió con sus cabellos. 45 No me diste beso; pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46 No ungiste mi cabeza con aceite; pero ella con perfume ha ungido mis pies. 47 Por lo cual te digo que le son perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho; pero al que poco se le perdona, poco ama. 48 Le dijo a ella: Tus pecados te son perdonados. 49 Y los que estaban sentados a la mesa con él comenzaron a decir entre ellos: ¿Quién es este que hasta perdona pecados? 50 Y dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado; vete en paz.

Capítulo 8

Mujeres que seguían a Jesús

1 Sucedió después, que recorría todas las ciudades y aldeas, predicando y proclamando el evangelio del reino de Dios; y con él [iban] los doce, 2 y algunas mujeres que habían sido sanadas por él de espíritus malignos y de enfermedades: María, la llamada Magdalena (de quien habían salido siete demonios), 3 y Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes, y Susana, y otras muchas que les servían con lo que poseían.

La parábola del sembrador
Mateo 13:1-23; Marcos 4:1-25

4 Juntándose una gran multitud, y los que venían a él de cada ciudad, les habló por una parábola, diciendo: 5 Un sembrador salió a sembrar su semilla. Y al sembrar, parte cayó junto al camino y fue pisoteada, y las aves del cielo se la comieron. 6 Otra parte cayó sobre pedregales; y cuando creció, se secó, porque no tenía humedad. 7 Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que crecieron con ella, la ahogaron. 8 Otra parte cayó en tierra buena, y al crecer, dio fruto a ciento por uno. Al decir estas cosas, clamó: ¡El que tenga oídos para oír, que oiga! 9 Y sus discípulos le preguntaron el significado de esta parábola. 10 Él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás [les hablo] por parábolas; para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. 11 Esto es, pues, lo que significa la parábola: La semilla es la palabra de Dios. 12 La semilla que cayó junto al camino son los que oyen, pero luego viene el diablo y quita de sus corazones la palabra, para que no crean y se salven. 13 La semilla que cayó sobre pedregales son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo; pero estos no tienen raíz, por algún tiempo creen, pero en el momento de prueba se apartan. 14 La que cayó entre espinos son los que oyen y, siguiendo su camino, son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida, y su fruto no madura. 15 Pero la que cayó en tierra buena, son los que, con corazón recto y bueno, habiendo oído la palabra, la retienen y llevan fruto con paciencia.

La parábola de la lámpara
Marcos 4:21-26

16 Nadie que enciende una lámpara la cubre con una vasija, o la pone debajo de la cama; sino que la pone en el candelero, para que los que entren vean la luz. 17 Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni nada escondido, que no haya de ser conocido y descubierto. 18 Mirad, pues, cómo oís; porque al que tiene, le será dado, y al que no tiene, aun lo que parece tener le será quitado.

La madre y los hermanos de Jesús
Mateo 12:46-50; Marcos 3:31-35

19 Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él; pero no se le podían acercar a causa de la multitud. 20 Y le avisaron: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte. 21 Pero él les respondió: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la cumplen.

La tempestad calmada
Mateo 8:23-27; Marcos 4:35-41

22 Aconteció en uno de esos días, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos a la otra orilla del lago; y partieron. 23 Mientras ellos navegaban, él se durmió. Y se desató una tempestad sobre el lago, e iban hundiéndose y peligraban. 24 Acercándose a él, lo despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, perecemos! Y él despertó, reprendió al viento y al oleaje; y se calmaron, y se hizo bonanza. 25 Entonces les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Ellos, atemorizados, se maravillaban, diciéndose unos a otros: ¿Quién es este, que aun a los vientos y al agua ordena, y le obedecen?

El endemoniado gadareno
Mateo 8:28-34; Marcos 5:1-20

26 Arribaron a la región de los gadarenos, que está frente a Galilea. 27 Cuando él llegó a tierra, le salió al encuentro un endemoniado de aquella ciudad; este hacía mucho tiempo que no llevaba ropa ni moraba en una casa, sino entre los sepulcros. 28 Cuando vio a Jesús, gritó y cayó a tierra ante él, y dijo a gran voz: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te ruego que no me atormentes! 29 Porque ordenaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, ya que durante mucho tiempo se había apoderado de él; aunque lo ataban con cadenas y grilletes para mantenerlo bajo custodia, rompía las ataduras y era impulsado por el demonio a los desiertos. 30 Jesús le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Legión; porque muchos demonios habían entrado en él. 31 Y le rogaban que no les ordenara ir al abismo. 32 Había allí una piara de muchos cerdos paciendo en la montaña; y le rogaron que les permitiese entrar en ellos. Y se lo permitió. 33 Entonces los demonios, saliendo del hombre, entraron en los cerdos; y la piara se precipitó por el despeñadero al lago y se ahogó. 34 Al ver lo sucedido, los que los apacentaban huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos. 35 La gente salió a ver lo que había ocurrido; y vinieron a Jesús y hallaron sentado al hombre de quien habían salido los demonios, vestido, en su juicio cabal y a los pies de Jesús; y tuvieron miedo. 36 Los que lo habían visto les contaron cómo fue sanado el endemoniado. 37 La multitud de alrededor de la región de los gadarenos le rogó que se fuera de allí; porque se había apoderado de ellos un gran temor; y él, subiendo en la barca, se volvió. 38 El hombre de quien habían salido los demonios le rogaba [que le permitiese] estar con él; pero le respondió diciendo: 39 Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti. Y él se fue, publicando por toda la ciudad todo lo que Jesús había hecho por él.

La resurrección de la hija de Jairo
Una mujer enferma desde hacía doce años
Mateo 9:1, 18-26; Marcos 5:21-43

40 Cuando volvió Jesús, la multitud lo acogió, porque todos lo esperaban. 41 Vino un hombre llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y cayendo a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa; 42 porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo. Y mientras él iba, la multitud lo apretaba. 43 Y una mujer que hacía doce años sufría de flujo de sangre, y no había podido ser sanada por nadie, 44 se acercó por detrás de él y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. 45 Y Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Negándolo todos, dijo Pedro y los que con él estaban: ¡Maestro, la multitud te aprieta y oprime! Y tú dices: ¿Quién me ha tocado? 46 Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he notado que de mí ha salido poder. 47 Viendo la mujer que no pasaba desapercibida, se acercó temblando; y postrándose ante él, declaró en presencia de todo el pueblo por qué lo había tocado, y cómo había sido sanada al instante. 48 Él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz. 49 Aún estaba él hablando, cuando llegó uno de la casa del jefe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; no molestes al Maestro. 50 Pero Jesús, al oírlo, le respondió: No temas; cree solamente, y ella sanará. 51 Al llegar a la casa, no dejó pasar con él a nadie, salvo a Pedro, a Juan, a Jacobo, y al padre y a la madre de la niña. 52 Todos lloraban y se afligían por ella. Pero él dijo: No lloréis más; no ha muerto, sino que duerme. 53 Y se burlaban de él, sabiendo que había muerto. 54 Pero él la tomó de la mano y la llamó: ¡Muchacha, levántate! 55 Su espíritu volvió y al instante se levantó. Y él ordenó que le diesen de comer. 56 Sus padres se asombraron; pero él les ordenó que a nadie contasen lo sucedido.

Capítulo 9

La misión de los doce apóstoles
Mateo 10; Marcos 6:7-13

1 Tras reunir a los doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para curar enfermedades. 2 Los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos. 3 Y les dijo: No llevéis nada para el camino, ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni dos túnicas. 4 En la casa en que entréis, permaneced allí, y de allí partid. 5 Donde no os reciban, al salir de aquella ciudad sacudid el polvo de vuestros pies, en testimonio contra ellos. 6 Ellos partieron y recorrieron las aldeas, predicando el evangelio y sanando por todas partes.

La perplejidad de Herodes
Mateo 14:1-2; Marcos 6:14-16

7 Herodes el tetrarca oyó todo lo que iba sucediendo; y estaba muy perplejo, porque algunos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; 8 otros decían que Elías había aparecido; y otros, que alguno de los antiguos profetas había resucitado. 9 Dijo Herodes: A Juan yo lo decapité. ¿Quién, pues, es este de quien oigo tales cosas? Y deseaba verlo.

Cinco panes y dos peces
Mateo 14:13-21; Marcos 6:30-44; Juan 6:1-14

10 Cuando los apóstoles regresaron, contaron a Jesús todo lo que habían hecho. Y tomándolos con él, se retiró aparte a una ciudad llamada Betsaida. 11 Pero al saberlo la multitud, lo siguió; él la recibió, le hablaba del reino de Dios y sanaba a los que tenían necesidad de curación. 12 El día comenzó a declinar, y acercándose los doce, le dijeron: Despide a la multitud para que se vaya a las aldeas y a los campos de alrededor, para que encuentren comida y alojamiento; porque aquí estamos en un lugar desierto. 13 Él les dijo: Dadles vosotros de comer. Ellos dijeron: No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar alimentos para toda esta multitud. 14 Porque eran unos cinco mil hombres. Y él dijo a sus discípulos: Haced que se sienten en grupos como de cincuenta. 15 Lo hicieron así, pidiendo a todos que se recostaran. 16 Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, miró al cielo y los bendijo, los partió y los dio a los discípulos para que los presentasen ante la multitud. 17 Todos comieron y se saciaron; y de los pedazos que sobraron recogieron doce cestos.

La confesión de Pedro
Mateo 16:13-28; Marcos 8:27 al 9:1

18 Aconteció, al estar él orando aparte, que los discípulos estaban con él; y les preguntó: ¿Quién dice la gente que soy yo? 19 Ellos le respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado. 20 Les dijo entonces: Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro le respondió: El Cristo de Dios.

Jesús anuncia sus sufrimientos

21 Pero él les mandó encarecidamente que a nadie dijeran esto, 22 diciendo: Es necesario que el Hijo del hombre padezca muchas cosas; que sea rechazado por los ancianos, [los jefes de] los sacerdotes y los escribas; que lo maten y que resucite al tercer día.

23 Les decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. 24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la salvará. 25 Porque ¿qué provecho saca un hombre ganando todo el mundo, si se pierde o se destruye a sí mismo? 26 Porque todo el que se avergüence de mí y de mis palabras, de este el Hijo del hombre se avergonzará cuando venga en su gloria, y en la del Padre y de los santos ángeles. 27 Pero os digo en verdad, que hay algunos de los que aquí están que no probarán la muerte, hasta que vean el reino de Dios.

La transfiguración
Mateo 17:1-9; Marcos 9:2-10; 2 Pedro 1:16-18

28 Sucedió, unos ocho días después de estas palabras que, tomando a Pedro, a Juan y a Jacobo, subió al monte para orar. 29 Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió; y su vestido se hizo blanco resplandeciente. 30 Y he aquí que dos varones hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías, 31 quienes apareciendo en gloria, hablaban de su muerte, que iba a cumplirse en Jerusalén. 32 Pero Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño; y al despertarse, vieron su gloria y a los dos varones que estaban con él. 33 Cuando ellos lo dejaban, Pedro dijo a Jesús: ¡Maestro, bueno es que estemos aquí! Hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías; sin saber lo que decía. 34 Mientras él hablaba, vino una nube que los cubrió; y ellos tuvieron miedo al entrar en la nube. 35 Y hubo una voz de la nube, que decía: ¡Este es mi Hijo, el elegido, oídle a él! 36 Tras oírse la voz, Jesús fue hallado solo. Y ellos callaron, y en aquellos días nada dijeron a nadie de lo que habían visto.

La curación de un muchacho endemoniado
Mateo 17:14-21; Marcos 9:14-29; 1:23-27

37 Al día siguiente, cuando bajaban del monte, una gran multitud vino a su encuentro. 38 De repente un hombre de entre la multitud levantó la voz: ¡Maestro, te ruego que atiendas a mi hijo, porque es el único que tengo! 39 Un espíritu se apodera de él y de repente da voces y sufre convulsiones, echando espumarajos; y destrozándolo, a duras penas se va de él. 40 Rogué a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido. 41 Jesús respondió: Oh generación incrédula y perversa, ¿hasta cuándo estaré con vosotros y os soportaré? ¡Trae aquí a tu hijo! 42 Cuando el muchacho se acercaba, el demonio lo derribó y le produjo convulsiones. Y Jesús reprendió al espíritu inmundo, sanó al muchacho y se lo devolvió a su padre. 43 Todos estaban atónitos ante la grandeza de Dios.

Jesús anuncia su muerte y su resurrección
Mateo 17:22-23; Marcos 9:30-32

Y mientras todos se maravillaban de todas las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: 44 Que estas palabras penetren en vuestros oídos; porque el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. 45 Pero ellos no entendían estas palabras, porque les estaban encubiertas para que no las percibieran; y temían preguntarle acerca de ellas.

¿Quién es el mayor?
El hombre que expulsaba demonios
Mateo 18:1-7; Marcos 9:33-42

46 Surgió entre ellos una discusión sobre cuál de ellos sería el mayor. 47 Sabiendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño y lo puso junto a él, 48 y les dijo: Quien reciba a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me reciba a mí, recibe al que me envió. Porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ese es grande. 49 Tomando Juan la palabra dijo: Maestro, vimos a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y se lo prohibimos, porque no te sigue con nosotros. 50 Jesús les dijo: No se lo prohibáis; porque el que no está contra vosotros, por vosotros está.

Una aldea de los samaritanos

51 Como el tiempo de su ascensión al cielo se acercaba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén. 52 Y envió mensajeros delante de él, los cuales entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. 53 Pero estos no lo recibieron, porque su decisión era ir a Jerusalén. 54 Al ver esto los discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que pidamos que descienda fuego del cielo y los consuma, como hizo Elías? 55 Pero volviéndose él, los reprendió. [Y les dijo: ¿No sabéis de qué espíritu sois? 56 Porque el Hijo del hombre no vino para perder las vidas de los hombres, sino para salvarlas.] Y se fueron a otra aldea.

¿Cómo seguir a Jesús?
Mateo 8:19-22

57 Andando ellos por el camino, un hombre le dijo: Te seguiré adondequiera que vayas. 58 Jesús le dijo: Las zorras tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza. 59 Y dijo a otro: ¡Sígueme! Él respondió: Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre. 60 Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú, ve y anuncia el reino de Dios. 61 Otro también le dijo: Te seguiré, Señor; pero permíteme primero que me despida de los de mi casa. 62 Pero Jesús le dijo: Ninguno que ha puesto la mano en el arado y mira atrás es apto para el reino de Dios.

Capítulo 10

La misión de los setenta
Comp. Mateo 10:7-16

1 Después de estas cosas, el Señor designó a otros setenta, a los que envió de dos en dos delante de él, a toda ciudad y lugar adonde él mismo iba a ir. 2 Y les decía: La cosecha en verdad es abundante, pero los obreros son pocos; rogad, pues, al Señor de la cosecha que envíe obreros a recogerla. 3 Id; mirad que os envío como a corderos en medio de lobos. 4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; ni saludéis a nadie por el camino. 5 En la casa donde entréis, primero decid: ¡Paz sea a esta casa! 6 Si hay allí un hijo de paz, vuestra paz descansará sobre él; y si no, se volverá a vosotros. 7 Quedaos en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario; no paséis de casa en casa. 8 En cualquier ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan delante; 9 y sanad a los enfermos que haya en ella, y decidles: ¡Se ha acercado a vosotros el reino de Dios! 10 Pero en cualquier ciudad en que entréis, y no os reciban, salid a sus calles, y decid: 11 ¡Incluso el polvo de vuestra ciudad, que se nos pegó a los pies, lo sacudimos contra vosotros! Pero esto sabed: El reino de Dios se ha acercado. 12 Os digo que será más soportable para Sodoma en aquel día, que para esa ciudad. 13 ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, hace mucho que se habrían arrepentido, sentadas en cilicio y ceniza. 14 Pero será más soportable para Tiro y Sidón en el juicio, que para vosotras. 15 Y tú, Capernaum, ¿acaso serás elevada hasta el cielo? ¡Hasta el hades serás abatida! 16 El que os oye, a mí me oye; el que os rechaza, a mí me rechaza; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió.

17 Volvieron los setenta con gozo, diciendo: ¡Señor, hasta los demonios se nos sometían en tu nombre! 18 Él les dijo: Yo veía a Satanás cayendo del cielo como un rayo. 19 Mirad, os he dado autoridad para pisar serpientes y escorpiones y sobre todo el poder del enemigo; y nada os dañará. 20 Pero no os alegréis porque los espíritus se os someten; sino alegraos de que vuestros nombres estén escritos en el cielo.

El Evangelio revelado a los niños
Mateo 11:25-27

21 En ese instante Jesús se alegró en el Espíritu Santo, y dijo: ¡Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y entendidos, y las revelaste a los niños! ¡Sí, Padre, porque así te pareció bien! 22 Todas las cosas me son entregadas por mi Padre; y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo. 23 Volviéndose hacia sus discípulos, les dijo aparte: Bienaventurados los ojos que ven las cosas que veis; 24 porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver las cosas que veis, y no las vieron; y oír las cosas que oís, y no las oyeron.

La parábola del samaritano

25 Entonces un doctor de la ley se levantó para tentarlo, diciendo: Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? 26 Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? 27 Él respondió: «Amarás al Señor° tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente;» [Deuteronomio 6:5] y «a tu prójimo como a ti mismo.» [Levítico 19:18] 28 Jesús le dijo: Has respondido bien. Haz esto y vivirás. 29 Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? 30 Jesús le contestó: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de ladrones; los cuales le quitaron todo lo que tenía y, tras herirlo, se fueron dejándolo medio muerto. 31 Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino; y cuando lo vio, se fue por el lado opuesto. 32 De igual manera un levita llegó junto al lugar, lo vio y se fue por el lado opuesto. 33 Pero un samaritano, que viajaba, llegó junto a él y, cuando lo vio, sintió compasión de él; 34 y acercándose, le vendó las heridas derramando sobre ellas aceite y vino, y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él. 35 Al día siguiente, sacando dos denarios, los dio al mesonero y le dijo: Cuida de él, y todo lo que gastes de más, a mi regreso yo te lo pagaré. 36 ¿Quién de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? 37 Le respondió: El que tuvo misericordia de él. Jesús entonces le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.

Jesús visita a Marta y María

38 Mientras ellos iban de camino, él entró en una aldea; y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. 39 Esta tenía una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 40 Pero Marta estaba atareada con muchos quehaceres; y acercándose, le dijo: Señor ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile, pues, que me ayude. 41 El Señor le respondió: ¡Marta, Marta!, estás ansiosa e inquieta por muchas cosas; 42 pero una sola cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, que no le será quitada.

Capítulo 11

Enséñanos a orar
Mateo 6:9-13; 7:7-11

1 Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando acabó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. 2 Les dijo: Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. 3 Danos hoy nuestro pan cotidiano. 4 Perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en la tentación.

La eficacia de la oración
Mateo 7:7-11; 15:22-28; Lucas 18:1-8; Santiago 1:5-7; 1 Juan 5:14-15

5 Y les dijo: ¿Quién de vosotros tendrá un amigo, y acudirá a él a medianoche y le dirá: Amigo, préstame tres panes; 6 porque un amigo mío ha llegado de viaje a mi casa, y no tengo qué ofrecerle; 7 y aquel, respondiendo desde adentro, le dirá: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos están conmigo en la cama; no puedo levantarme y dártelos? 8 Os digo que, aunque no se levante a darle por ser su amigo, sin embargo, por su importunidad se levantará y le dará cuantos necesite. 9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 10 Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 11 ¿Y quién de vosotros que sea padre, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O [si le pide] un pescado, en su lugar le dará una serpiente? 12 ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? 13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

Una casa dividida no permanece
Mateo 12:22-45; Marcos 3:22-30

14 Estaba expulsando a un demonio que era mudo; y sucedió que, al salir el demonio, el mudo habló, y las multitudes se maravillaron. 15 Pero algunos de ellos dijeron: Por Beelzebú, el príncipe de los demonios, echa fuera a los demonios. 16 Mientras otros, para tentarlo, le pedían una señal del cielo. 17 Pero él, que conocía sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y una casa [dividida] contra sí misma se derrumba. 18 Si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá su reino? Porque decís que por Beelzebú yo expulso a los demonios. 19 Si, pues, yo por Beelzebú expulso a los demonios, vuestros hijos ¿por quién los expulsan? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. 20 Pero si yo con el dedo de Dios expulso a los demonios, entonces os ha llegado el reino de Dios. 21 Cuando el fuerte bien armado guarda su casa, todos sus bienes están seguros. 22 Pero cuando viene otro más poderoso que él y lo vence, le quitará su armadura en la que confiaba y repartirá su botín. 23 El que no está conmigo, contra mí está; y el que conmigo no recoge, desparrama. 24 Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares áridos buscando reposo; al no encontrarlo, dice: Regresaré a mi casa de donde salí. 25 Y cuando llega, la halla barrida y adornada. 26 Entonces va y toma consigo a otros siete espíritus peores que él; y entrando, se establecen allí; y el estado final de aquel hombre viene a ser peor que el primero. 27 Aconteció que, mientras él decía esto, una mujer en medio de la multitud levantó la voz y le dijo: ¡Bienaventurado el vientre que te trajo, y los pechos que mamaste! 28 Pero él respondió: Antes, bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y se guían por ella.

Una señal rechazada
Mateo 12:38-42

29 Como las multitudes se agrupaban, comenzó a decirles: Esta es una generación perversa; busca una señal, y no se le dará señal, sino la de Jonás. 30 Porque como Jonás fue señal para los ninivitas, así será también el Hijo del hombre para esta generación. 31 La reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y hay más que Salomón en este lugar. 32 Los ninivitas se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás; y mirad, hay algo más que Jonás aquí.

La luz del cuerpo
Mateo 5:15; 6:22-23

33 Nadie que enciende una lámpara la oculta, ni la pone debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz. 34 La lámpara del cuerpo es tu ojo; cuando tu ojo es simple, también todo tu cuerpo está iluminado; pero cuando es malo, también todo tu cuerpo está oscuro. 35 Mira, pues, que la luz que hay en ti, no sea tinieblas. 36 Por tanto, si todo tu cuerpo está iluminado, sin tener oscura ninguna parte, estará totalmente lleno de luz, como cuando una lámpara te ilumina con su fulgor.

Jesús censura a los escribas y a los fariseos
Comp. Mateo 23:1-36

37 Mientras él hablaba, un fariseo le rogó que comiera con él; y al entrar, se puso a la mesa. 38 Pero al ver [esto] el fariseo, se extrañó de que no se hubiera lavado antes de comer. 39 Entonces el Señor le dijo: Así vosotros, los fariseos, limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero vuestro interior está lleno de codicia y de maldad. 40 ¡Insensatos! ¿El que hizo lo de fuera, no hizo también lo de dentro? 41 Antes, dad más bien limosna de lo que tenéis dentro, y todo os será puro. 42 Pero, ¡ay de vosotros, fariseos! Porque dais el diezmo por la menta, la ruda y toda hortaliza; y desatendéis la justicia y el amor de Dios. Esto debíais hacer sin desatender aquello. 43 ¡Ay de vosotros, fariseos!, que amáis los primeros asientos en las sinagogas y los saludos en las plazas. 44 ¡Ay de vosotros! Porque sois como sepulturas disimuladas, y los hombres que andan por encima no lo saben.

45 Respondiendo entonces uno de los doctores de la ley, le dijo: ¡Maestro, diciendo esas cosas nos ofendes también a nosotros! 46 Él entonces dijo: ¡Ay de vosotros también, los doctores de la ley! Porque imponéis a los hombres cargas insoportables, y vosotros ni siquiera las tocáis con un dedo. 47 ¡Ay de vosotros! Porque edificáis los sepulcros de los profetas a quienes vuestros padres mataron. 48 ¡Así que sois testigos y consentidores de las obras de vuestros padres; porque en verdad ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros! 49 Por esto también la sabiduría de Dios dijo: Les enviaré profetas y apóstoles; y a muchos de ellos matarán y perseguirán; 50 para que sea reclamada a esta generación la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la fundación del mundo; 51 desde la sangre de Abel, hasta la sangre de Zacarías, que falleció entre el altar y el santuario; en verdad os digo que esto le será reclamado a esta generación. 52 ¡Ay de vosotros doctores de la ley! Porque habéis quitado la llave del conocimiento; vosotros no entrasteis, y a los que estaban entrando se lo impedisteis.

53 Mientras les decía estas cosas, los escribas y los fariseos comenzaron a fustigarlo con dureza y a provocarlo para que hablase de muchas cosas; 54 acechándolo para cazar alguna palabra suya y poder acusarlo.

Capítulo 12

La levadura farisaica
Mateo 6:12; 10:16-39

1 Entretanto se había juntado una multitud de miles de personas, tantas que se pisoteaban unos a otros. Jesús comenzó a decir primero a sus discípulos: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía; 2 porque nada hay encubierto que no se descubrirá; ni oculto que no se conocerá. 3 Por eso, lo que habéis dicho en la oscuridad, a la luz será oído; y lo que en las alcobas habéis hablado al oído, será pregonado desde las azoteas. 4 Pero yo os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. 5 Yo os enseñaré a quién debéis temer: Temed al que después de matar tiene poder para echar en la gehena; en verdad os digo: A él temed. 6 ¿No se venden cinco gorriones por dos centavos? Y ni uno de ellos está olvidado ante Dios. 7 Pero incluso los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. ¡No temáis; vosotros valéis más que muchos gorriones! 8 Os digo que todo el que me reconozca delante de los hombres, el Hijo del hombre también lo reconocerá delante de los ángeles de Dios. 9 Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. 10 Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no le será perdonado. 11 Cuando os lleven ante las sinagogas, los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o de qué responderéis o diréis; 12 porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel instante lo que debéis decir.

El rico insensato

13 Uno de la multitud le dijo: Maestro, di a mi hermano que reparta conmigo la herencia. 14 Pero él le contestó: Hombre ¿quién me ha puesto sobre vosotros [como] juez o repartidor? 15 Entonces les dijo: Mirad y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no está en la abundancia de sus bienes. 16 Entonces les dijo una parábola: Las tierras de cierto hombre rico habían producido mucho; 17 y él razonaba para sí, diciendo: ¿Qué haré? Porque no tengo donde almacenar mis frutos. 18 Y se dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré más grandes; y allí almacenaré todos mis productos y mis bienes; 19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años. Descansa, come, bebe, alégrate. 20 Pero Dios le dijo: ¡Insensato! Esta noche tu alma te será reclamada, y lo que has acumulado ¿de quién será? 21 Así es el que atesora para sí, y no es rico para con Dios.

De camino a Jerusalén
Mateo 6:19-34

22 Y dijo a sus discípulos: Por tanto, os digo: No os preocupéis por vuestra vida, por lo que comeréis; ni por vuestro cuerpo, por lo que vestiréis. 23 Porque la vida es más que la comida, y el cuerpo más que el vestido. 24 Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan; no tienen granero ni despensa, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves! 25 Y ¿quién de vosotros, por mucho que se inquiete, puede añadir un codo a su estatura? 26 Pues si ni siquiera podéis hacer lo mínimo, ¿por qué os inquietáis por lo demás? 27 Considerad cómo crecen los lirios. No trabajan ni hilan; y os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. 28 Si Dios viste así la hierba que hoy está en el campo y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? 29 Así que no os preocupéis por lo que habéis de comer, o de beber, ni estéis inquietos. 30 Porque las gentes del mundo buscan todas estas cosas; y vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de ellas. 31 Antes, buscad su reino, y estas cosas os serán añadidas.

El verdadero tesoro

32 No temas, pequeño rebaño, porque le ha agradado a vuestro Padre daros el reino. 33 Vended lo que poseéis y dad limosna; haceos bolsas que no envejecen, tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla destruye; 34 porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.

Feliz el siervo vigilante
Mateo 24:42-51; Marcos 13:33-37

35 Estén ceñidos vuestros lomos y encendidas vuestras lámparas; 36 y sed vosotros semejantes a hombres que esperan a que su señor regrese de las bodas; para que cuando llegue y llame, le abran al instante. 37 ¡Bienaventurados aquellos siervos a los que, llegando el señor, encuentre velando! En verdad os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa y, acercándose, les servirá. 38 Y si llega en la segunda o en la tercera vigilia, y los halla así, bienaventurados son aquellos siervos. 39 Pero esto sabed, que si el amo de casa hubiera sabido a qué hora iba a venir el ladrón, hubiera velado y no hubiera dejado forzar su casa. 40 Estad vosotros también preparados, porque el Hijo del hombre viene a la hora que no pensáis.

La recompensa de los fieles

41 Pedro entonces dijo: Señor, ¿dices esta parábola para nosotros, o también para todos? 42 El Señor dijo: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, a quien su señor pondrá sobre su servidumbre, para darles la ración a su tiempo? 43 Bienaventurado el siervo a quien su señor, cuando venga, encuentre haciendo así. 44 En verdad os digo que lo pondrá sobre todos sus bienes. 45 Pero si aquel siervo se dice en su interior: Mi señor tarda en venir; y comienza a golpear a los criados y a las criadas, a comer, a beber y a embriagarse; 46 vendrá el señor de aquel siervo un día que no espera y a una hora que no sabe; y lo castigará con severidad, y le dará su parte con los infieles. 47 Porque el siervo que supo la voluntad de su señor y no se preparó ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48 Pero el que no la sabía, e hizo cosas dignas de azotes, será castigado con pocos. Porque a todo aquel a quien se ha dado mucho, mucho se le exigirá; y a quien se le ha confiado mucho, más se le reclamará.

Jesús causa división
Mateo 10:34-42

49 Vine a echar fuego en la tierra, ¿y qué quiero, si ya está encendido? 50 Pero, tengo que ser bautizado con un bautismo, ¡y cómo me angustio hasta que se cumpla! 51 ¿Pensáis que vine para dar paz en la tierra? Os digo que no, sino división. 52 Porque a partir de ahora estarán divididos cinco en una casa, tres contra dos, y dos contra tres. 53 Se dividirán padre contra hijo, e hijo contra padre; madre contra hija, e hija contra madre; suegra contra nuera, y nuera contra suegra.

54 Decía también a la multitud: Cuando veis una nube que surge en occidente, decís: Viene lluvia, y así sucede. 55 Y cuando sopla el viento del sur, decís: Hará calor, y lo hace. 56 ¡Hipócritas! Sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿y cómo no sabéis distinguir las señales de este tiempo? 57 ¿Y por qué también por vosotros mismos no juzgáis lo que es justo? 58 Cuando vas, pues, con tu adversario ante el magistrado, procura reconciliarte con él en el camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te eche en la cárcel. 59 Te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado aun el último centavo.

Capítulo 13

El llamado al arrepentimiento

1 Llegaron entonces algunos que le contaron el caso de los galileos, cuya sangre Pilato había mezclado con la de sus sacrificios. 2 Él les respondió: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los galileos, porque padecieron esto? 3 Os digo que no; pero si no os arrepentís, todos pereceréis de igual manera. 4 O aquellos dieciocho, sobre quienes cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que ellos eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? 5 Os digo que no; pero si no os arrepentís, todos pereceréis de igual manera.

La parábola de la higuera estéril

6 Y dijo esta parábola: Un hombre tenía una higuera plantada en su viña; y vino buscando fruto en ella, pero no lo halló. 7 Dijo entonces al viñador: Mira, hace tres años que vengo buscando fruto en esta higuera y no lo encuentro; ¡córtala! ¿Por qué ocupa inútilmente sitio en el terreno? 8 Pero él le respondió: Señor, déjala también este año, hasta que yo cave a su alrededor y le eche abono; 9 y si da fruto en el futuro, bien; y si no, la cortarás.

Jesús sana a una mujer en sábado

10 Un sábado estaba enseñando en una de las sinagogas. 11 Y había allí una mujer a la que un espíritu tenía enferma desde hacía dieciocho años; andaba encorvada y no se podía enderezar. 12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, quedas curada de tu enfermedad. 13 Puso las manos sobre ella, y al instante ella se enderezó, y alababa a Dios. 14 Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús curase el sábado, dijo al pueblo: Hay seis días en los que se debe trabajar; en estos venid y sed curados, y no el sábado. 15 El Señor entonces le respondió: ¡Hipócritas! ¿No desata cada uno de vosotros su buey o su asno del pesebre el sábado y lo lleva a beber? 16 Pero esta hija de Abraham, a quien Satanás tenía atada desde hace dieciocho años, ¿no debía ser suelta de esta atadura el sábado? 17 Al decir él esto, todos sus adversarios quedaron avergonzados; y todo el pueblo se alegraba de todos los milagros que él hacía.

Las parábolas del grano de mostaza y de la levadura
Mateo 13:31-33; Marcos 4:30-32

18 Dijo entonces: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y a qué lo compararé? 19 Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su huerto; y creció y se hizo árbol; y las aves del cielo anidaron en sus ramas.

20 Y dijo otra vez: ¿A qué compararé el reino de Dios? 21 Es como la levadura que una mujer tomó y ocultó en tres medidas de harina, hasta que todo quedó fermentado.

La puerta estrecha
Mateo 7:13-14, 21-23; 8:11-12

22 De camino a Jerusalén pasaba por las ciudades y aldeas enseñando. 23 Uno le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él le respondió: 24 Esforzaos para entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos procurarán entrar y no podrán. 25 Una vez que el amo de la casa se haya levantado y haya cerrado la puerta, y vosotros estando fuera comencéis a llamar diciendo: Señor, ábrenos, y él os responda: No os conozco, [ni sé] de dónde sois; 26 entonces empezaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas has enseñado. 27 Él os dirá: No sé de dónde sois; apartaos todos de mí, obreros de iniquidad. 28 Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros rechazados de él. 29 Vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. 30 Sabed que hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Jesús de camino a Jerusalén
Mateo 23:34-39

31 En aquel momento vinieron unos fariseos y le dijeron: Sal, y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte. 32 Él les respondió: Id y decid a ese zorro: Expulso demonios y hago curaciones hoy y mañana, y el tercer día acabo mi obra. 33 Pero es necesario que yo camine hoy, mañana y pasado mañana; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén. 34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise cobijar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! 35 Así, pues, vuestra casa es abandonada; y os digo que no me veréis más, hasta que venga el día en que proclaméis: Bendito el que viene en el nombre del Señor°.

Capítulo 14

La curación de un enfermo en sábado
Lucas 6:6-11; 13:10-17

1 Ocurrió que, al entrar en casa de uno de los jefes de los fariseos en sábado, para comer pan, ellos lo observaban con disimulo. 2 Había delante de él un hombre hidrópico. 3 Entonces Jesús dijo a los doctores de la ley y a los fariseos: ¿Es lícito curar en sábado o no? 4 Pero ellos callaron. Y tomándolo lo sanó y lo despidió. 5 Y a ellos dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en un pozo, no lo sacará el sábado? 6 Y no le podían responder a estas preguntas.

El que se humilla será ensalzado

7 Observando cómo los invitados escogían los primeros asientos en la mesa, les dijo una parábola: 8 Cuando seas invitado a una boda, no te sientes en el primer puesto, no sea que otro más honorable que tú sea invitado también; 9 y viniendo el que os invitó a los dos, te diga: Da el lugar a este; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar. 10 Antes bien, cuando seas invitado, ve y siéntate en el último lugar; para que cuando venga el que te invitó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de todos los que se sientan a la mesa contigo. 11 Porque todo el que se exalta, será humillado; y el que se humilla, será exaltado.

12 Dijo también al que le había invitado: Cuando hagas una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez también te inviten, y esa sea tu recompensa. 13 Pero cuando des un banquete, llama a pobres, a mancos, a cojos y a ciegos; 14 y serás bienaventurado, porque ellos no tienen con qué recompensarte; y serás recompensado en la resurrección de los justos.

La parábola de la gran cena
Mateo 22:2-14

15 Oyendo esto uno de los comensales, le dijo: ¡Bienaventurado aquel que comerá pan en el reino de Dios! 16 Él respondió: Un hombre preparó una gran cena e invitó a muchos. 17 A la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: Venid, que ya está preparado. 18 Todos unánimemente comenzaron a excusarse. El primero le dijo: He comprado un campo y es necesario que vaya a verlo; te ruego que me excuses. 19 Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. 20 Y otro dijo: Acabo de casarme y por eso no puedo ir. 21 Al volver el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces el amo de casa se irritó y dijo a su siervo: Sal ahora mismo por las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a pobres, mancos, ciegos y cojos. 22 Le dijo el siervo: Señor, se ha hecho lo que mandaste, y aún hay lugar. 23 Dijo el señor al siervo: Sal por los caminos y vallados, y obliga a entrar a los que encuentres, para que se llene mi casa. 24 Porque os digo que ninguno de los hombres que fueron invitados, probará mi cena.

¿Cómo seguir a Jesús?
Mateo 10:37-39

25 Grandes multitudes acompañaban a Jesús, y volviéndose él, les dijo: 26 Si alguno viene a mí, y no odia a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y aun su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. 28 Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula el gasto, [a ver] si tiene lo suficiente para acabarla? 29 No sea que después de poner el cimiento, no pueda acabarla, y todos los que lo observan comiencen a burlarse de él, 30 diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo terminar. 31 ¿O qué rey, que sale a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y delibera si es capaz de afrontar con diez mil al que viene contra él con veinte mil? 32 Y si no puede, mientras el otro aún está lejos, envía una embajada y pide [condiciones] de paz. 33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. 34 Buena es la sal; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se salará? 35 No sirve ni para la tierra, ni para el muladar; será echada fuera. Quien tiene oídos para oír, oiga.

Capítulo 15

La oveja perdida
Mateo 18:12-14

1 Todos los cobradores de impuestos y los pecadores se acercaban para oírlo. 2 Y murmuraban los fariseos y los escribas, diciendo: Este recibe a pecadores y come con ellos. 3 Él les dijo esta parábola: 4 ¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar la perdida hasta encontrarla? 5 Cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros, gozoso. 6 Cuando llega a casa, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: Alegraos conmigo, porque he encontrado mi oveja, que se había perdido. 7 Os digo que así será en el cielo, habrá más gozo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

La dracma perdida

8 ¿O qué mujer, si tiene diez dracmas y pierde una, no enciende la lámpara, barre la casa y busca con diligencia hasta encontrarla? 9 Cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: Alegraos conmigo, porque he encontrado la moneda que perdí. 10 Así os digo que hay gozo en presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

El hijo perdido y hallado

11 Dijo además: Un hombre tenía dos hijos; 12 el menor dijo al padre: Padre, dame la parte que me corresponde de tu hacienda. Y él les repartió sus bienes. 13 No muchos días después, juntando todo, el hijo menor se marchó a un país lejano; y allí dilapidó su fortuna, viviendo licenciosamente. 14 Cuando lo había gastado todo, hubo gran hambre en aquel país y él comenzó a pasar necesidad. 15 Entonces se acercó a uno de los ciudadanos de aquel país, quien lo envió a sus campos a apacentar cerdos. 16 Y deseaba saciar su apetito con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba [nada]. 17 Entonces, recapacitando, se dijo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí me muero de hambre! 18 Me levantaré, e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y delante de ti; 19 ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros. 20 Se levantó y fue a su padre. Y estando todavía lejos, su padre lo vio y se conmovió. Corrió, se echó a su cuello y lo besó efusivamente. 21 El hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad ahora mismo la mejor ropa y vestidlo; ponedle una sortija en su dedo y sandalias en sus pies; 23 traed el becerro cebado, matadlo, comamos y alegrémonos; 24 porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado. Y comenzaron a regocijarse. 25 El hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino y se acercó a la casa, oyó música y danzas. 26 Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué ocurría. 27 Él le respondió: Tu hermano ha venido y tu padre ha hecho matar el becerro cebado, porque lo ha recobrado sano y salvo. 28 Él se enfadó y no quiso entrar; entonces su padre salió y le rogaba. 29 Pero él respondió a su padre: Hace tantos años que te sirvo sin transgredir tus preceptos, y jamás me has dado un cabrito para festejar con mis amigos. 30 Pero cuando llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu hacienda con las rameras, has matado para él el becerro cebado. 31 Él le dijo entonces: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Convenía alegrarse y regocijarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado.

Capítulo 16

El mayordomo infiel

1 Dijo también a sus discípulos: Un hombre rico tenía un mayordomo, el cual fue acusado ante él de dilapidar sus bienes. 2 Llamándolo, le dijo: ¿Qué es esto que oigo de ti? Da cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir siendo mayordomo. 3 El mayordomo dijo para sus adentros: ¿Qué haré?, porque mi señor me va a quitar la administración. Cavar no puedo; mendigar me da vergüenza. 4 Ya sé lo que haré, para que cuando sea destituido, me reciban en sus casas. 5 Llamó a cada uno de los deudores de su señor, y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? 6 Este dijo: Cien batos de aceite. Entonces le dijo: Toma tu factura, siéntate pronto y escribe cincuenta. 7 Luego preguntó a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Y él dijo: Cien coros de trigo. A este dijo: Toma tu factura, y escribe ochenta. 8 Su señor alabó al mayordomo infiel, porque actuó con sagacidad; porque los hijos de este siglo son más astutos en el trato con sus semejantes que los hijos de la luz. 9 A vosotros digo: Haceos amigos por medio de Mamón, para que cuando falten, os reciban en las moradas eternas. 10 El que es fiel en lo muy poco, también en lo mucho es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo mucho es injusto. 11 Por tanto, si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará las verdaderas? 12 Si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? 13 Ningún siervo puede servir a dos señores: o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a Mamón.

14 Los fariseos, que amaban el dinero, oían todas estas cosas y se burlaban de él. 15 Jesús les dijo: Vosotros sois los que os justificáis delante de los hombres; pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que es muy estimado entre los hombres, es una abominación ante Dios. 16 La Ley y los Profetas [fueron] hasta Juan, desde entonces el reino de Dios es anunciado y todos quieren entrar en él. 17 Pero es más fácil que el cielo y la tierra pasen, que deje de cumplirse una tilde de la ley. 18 Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la repudiada por su marido, comete adulterio.

El rico y Lázaro
Lucas 12:15-21; 6:20-21, 24-25

19 Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino fino, y se divertía cada día con esplendidez. 20 Había también un pobre lleno de llagas llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, 21 y deseaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y hasta los perros venían y le lamían las llagas. 22 Sucedió que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; el rico también murió y fue sepultado. 23 Y en el hades, al alzar sus ojos, atormentado como estaba, vio a Abraham de lejos y a Lázaro en su seno; 24 entonces clamó: ¡Padre Abraham, ten piedad de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua; porque estoy angustiado en esta llama! 25 Pero Abraham contestó: Hijo, recuerda que en tu vida recibiste tus bienes, como Lázaro sus males; pero ahora él es consolado aquí, y tú atormentado. 26 Además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni tampoco [pueden pasar] de allí a nosotros. 27 Entonces le dijo: Te ruego padre, que le envíes a casa de mi padre; 28 porque tengo cinco hermanos; para que les advierta y no vengan ellos también a este lugar de tormento. 29 Respondió entonces Abraham: Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen. 30 Él dijo: ¡No, padre Abraham; pero si alguien va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán! 31 Entonces él le dijo: Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se persuadirán si alguien se levanta de entre los muertos.

Capítulo 17

Advertencia a no escandalizar
Mateo 18:6-9, 21-22; Marcos 11:22-26

1 Dijo también a sus discípulos: Es imposible que no vengan escándalos; pero ¡ay de aquel por quien vienen! 2 Más le valdría que se le colgara al cuello una rueda de molino y fuera echado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. 3 ¡Mirad por vosotros! Si tu hermano peca contra ti, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. 4 Si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti, diciendo: Me arrepiento; lo perdonarás.

El poder de la fe

5 Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. 6 El Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este sicómoro: Desarráigate y plántate en el mar; y os obedecería.

Siervos inútiles

7 ¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ha estado arando o apacentando [el ganado], le dirá cuando vuelva del campo: Ven, y siéntate a comer? 8 ¿No le dirá más bien: Prepárame la cena; cíñete y sírveme hasta que yo haya comido y bebido; y tú comerás y beberás después? 9 ¿Le da gracias al siervo por hacer lo que le fue mandado? 10 Así también vosotros, cuando hagáis todo lo que os es mandado, decid: Siervos inútiles somos, lo que debíamos hacer hemos hecho.

Jesús sana a diez leprosos

11 Sucedió que, yendo a Jerusalén, pasaba por Samaria y Galilea. 12 Al entrar en una aldea, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos que se detuvieron lejos, 13 y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro!, ¡ten piedad de nosotros! 14 Él, viéndolos, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y quedaron limpios mientras iban. 15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido curado, volvió alabando a Dios a gran voz; 16 y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias. Este era samaritano. 17 Jesús preguntó: ¿No fueron limpiados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? 18 ¿Ninguno volvió a dar gloria a Dios, sino este extranjero? 19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha sanado.

Las señales del reino de Dios
Mateo 24:3-42

20 Los fariseos le preguntaron: ¿Cuándo viene el reino de Dios? Él les respondió: El reino de Dios no advierte su llegada. 21 Ni dirán: Aquí está; o allí; porque el reino de Dios está entre vosotros. 22 Entonces dijo a sus discípulos: Vendrán días en los que desearéis ver uno de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. 23 Os dirán: Allí está; o: Aquí está. No vayáis, ni los sigáis. 24 Porque como al fulgurar, el relámpago resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del hombre en su día. 25 Pero antes es necesario que padezca muchas cosas, y sea rechazado por esta generación. 26 Como sucedió en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre. 27 Comían, bebían, se casaban, se daban en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. 28 Como también ocurrió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; 29 pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre desde el cielo y los destruyó a todos. 30 Lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se revele. 31 En ese día, el que esté en el tejado y sus bienes en la casa, no baje a tomarlos; y asimismo el que esté en el campo, no vuelva atrás. 32 Acordaos de la mujer de Lot. 33 El que procure salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida, la salvará. 34 Os digo que en esa noche dos estarán en una cama; uno será tomado y el otro dejado. 35 Dos mujeres estarán moliendo juntas; una será tomada y la otra dejada. 37 Ellos le preguntaron: ¿Dónde, Señor? Él les dijo: Donde esté el cuerpo, allí también se juntarán las águilas.

Capítulo 18

La parábola del juez injusto y la viuda

1 Les contó una parábola para [mostrarles] la necesidad de orar siempre y no desanimarse, 2 diciendo: Había un juez en una ciudad que no temía a Dios, ni respetaba a hombre. 3 Había también en aquella ciudad una viuda que venía muchas veces a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. 4 Él se negó por algún tiempo; pero después se dijo: Aunque no temo a Dios, ni respeto a hombre, 5 sin embargo, porque esta viuda me molesta, le haré justicia; no sea que, viniendo continuamente, me agote la paciencia. 6 Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. 7 ¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Tardará en responderles? 8 Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?

El fariseo y el cobrador de impuestos

9 Dijo también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás: 10 Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro cobrador de impuestos. 11 El fariseo oraba de pie para sí mismo: Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni siquiera como este cobrador de impuestos. 12 Ayuno dos veces por semana; doy diezmos de cuanto poseo. 13 Pero el cobrador de impuestos, estando lejos y de pie, no quería ni alzar los ojos al cielo; sino que se daba golpes de pecho, diciendo: ¡Dios, ten misericordia de mí, pecador! 14 Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque todo aquel que se exalta, será humillado; pero el que se humilla, será exaltado.

Jesús bendice a los niños
Mateo 19:13-15; Marcos 10:13-16

15 Le llevaban también niños recién nacidos para que los tocase, pero al ver esto los discípulos, los reprendieron. 16 Entonces Jesús los llamó y dijo: Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. 17 En verdad os digo: El que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

El hombre rico
Mateo 19:16-30; Marcos 10:17-31

18 Un dignatario [del pueblo] le preguntó: Buen Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? 19 Jesús le respondió: ¿Por qué me dices bueno? Nadie hay bueno, sino uno [solo]: Dios. 20 Sabes los mandamientos: No cometas adulterio; no mates; no robes; no digas falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre. 21 Él entonces dijo: Todas estas cosas he cumplido desde mi juventud. 22 Cuando Jesús oyó esto, le dijo: Te falta una cosa todavía: Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y ven, sígueme. 23 Pero él, cuando oyó esto, se puso muy triste, porque era muy rico. 24 Viéndolo tan afligido, Jesús dijo: Cuán difícilmente entran en el reino de Dios los que tienen riquezas. 25 Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios. 26 Los que le oían, dijeron: ¿Quién puede salvarse? 27 Él dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. 28 Pedro entonces dijo: Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. 29 Entonces él les dijo: En verdad os digo: No hay nadie que haya dejado casa, o mujer, o hermanos, o padres, o hijos por el reino de Dios, 30 que no reciba muchas veces más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.

Jesús anuncia su muerte y su resurrección
Mateo 20:17-19; Marcos 10:32-34; Lucas 9:22, 44-45

31 Tomando a los doce, les dijo: Mirad que estamos subiendo a Jerusalén y serán cumplidas todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del hombre. 32 Porque será entregado a los gentiles, y se burlarán de él, será injuriado y escupido; 33 lo azotarán y lo matarán; y al tercer día resucitará. 34 Pero ellos no entendieron nada de esto; y esta declaración les estaba oculta, y no comprendían lo que se les decía.

El ciego de Jericó
Mateo 20:29-34; Marcos 10:46-52

35 Sucedió que al acercarse él a Jericó, un ciego estaba mendigando sentado junto al camino. 36 Al oír la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. 37 Le dijeron que Jesús de Nazaret pasaba. 38 Entonces clamó, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David!, ¡ten compasión de mí! 39 Los que iban delante le reprendían para que callase; pero él gritaba todavía más: ¡Hijo de David!, ¡ten compasión de mí! 40 Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando el ciego se acercó, le preguntó: 41 ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: ¡Señor, que recobre la vista! 42 Jesús le dijo: Recobra la vista; tu fe te ha sanado. 43 Al instante recobró la vista, y lo seguía glorificando a Dios. Viendo esto todo el pueblo, daba alabanza a Dios.

Capítulo 19

Zaqueo

1 Jesús entró en Jericó y pasaba por la ciudad. 2 Un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los cobradores de impuestos y rico, 3 quería ver quién era Jesús; pero como era pequeño de estatura, no podía a causa de la multitud. 4 Corriendo hacia adelante, se subió a un sicómoro para verlo; porque iba a pasar por allí. 5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le dijo: Zaqueo, date prisa y baja, porque hoy tengo que quedarme en tu casa. 6 Él bajó rápidamente y lo recibió gozoso. 7 Al ver esto, todos murmuraban diciendo: ¡Ha ido a hospedarse en casa de un hombre pecador! 8 Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: Mira Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres, y si a alguien he defraudado, se lo devuelvo cuadruplicado. 9 Jesús le dijo: Hoy la salvación ha venido a esta casa; por cuanto este también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

La parábola de las minas
Mateo 25:14-30

11 Como escuchaban estas cosas, él prosiguió y les dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios iba a ser manifestado de inmediato. 12 Dijo, pues: Un hombre de noble linaje viajó a un país lejano, para recibir un reino y volver. 13 Llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: Negociad hasta que yo venga. 14 Pero los ciudadanos le odiaban y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que este reine sobre nosotros. 15 Al regresar él, tras recibir el reino, mandó llamar a aquellos siervos, a los que había dado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno. 16 Vino el primero y dijo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. 17 Y su señor le contestó: Bien, buen siervo; porque en poco fuiste fiel, te doy autoridad sobre diez ciudades. 18 Vino el segundo y dijo: Señor, tu mina ha ganado cinco minas. 19 Dijo entonces a este: Tú también hazte [cargo] de cinco ciudades. 20 Vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mina, que he tenido guardada en un pañuelo. 21 Porque tuve miedo de ti, por cuanto eres un hombre austero; tomas lo que no pusiste y siegas lo que no sembraste. 22 A este le dijo: Por tus propias palabras te juzgaré, siervo malvado. ¿Sabías que soy un hombre austero, que tomo lo que no puse, y siego lo que no sembré? 23 ¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco, para que al venir yo, lo cobrara con el interés? 24 Y dijo a los presentes: Quitadle la mina y dadla al que tiene las diez minas; 25 y ellos dijeron: ¡Señor, ya tiene diez minas! 26 Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 27 En cuanto a mis enemigos, los que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos aquí y degolladlos delante de mí.

28 Después de decir esto, iba delante subiendo a Jerusalén.

La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén
Mateo 21:1-9; Marcos 11:1-10; Juan 12:12-19

29 Sucedió al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, que envió a dos de los discípulos, 30 y les dijo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el que ningún hombre se ha montado; desatadlo y traedlo. 31 Si alguien os pregunta: ¿Por qué lo desatáis?, contestaréis: Porque el Señor lo necesita. 32 Fueron los enviados y lo hallaron como les dijo. 33 Al desatar ellos el pollino, sus dueños preguntaron: ¿Por qué desatáis el pollino? 34 Ellos respondieron: El Señor lo necesita. 35 Y lo llevaron a Jesús; y echando sus mantos sobre el pollino, hicieron montar a Jesús. 36 Mientras él avanzaba, tendían sus mantos por el camino. 37 Cuando se acercaba a la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, alegrándose, comenzó a alabar a Dios a gran voz por todos los prodigios que habían visto; 38 diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor°! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas! 39 Algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: ¡Maestro, reprende a tus discípulos! 40 Pero él les respondió: Os digo que, si estos callaran, las piedras clamarían. 41 Cuando estuvo cerca, al ver la ciudad, lloró por ella, 42 diciendo: ¡Si tú supieras, al menos en este día tuyo, lo que te conduciría a la paz! ¡Pero ahora se oculta de tus ojos! 43 Porque te llegarán días en los que tus enemigos levantarán un vallado y te rodearán, te estrecharán por todas partes, 44 te arrasarán, y a tus hijos en medio de ti; y no te quedará piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.

Los vendedores expulsados del templo
Mateo 21:10-16; Marcos 11:15-18; Juan 2:13-17

45 Entrando en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían, 46 diciéndoles: Está escrito: «Mi casa será casa de oración;» [Isaías 56:7] pero vosotros la habéis hecho una cueva de ladrones. 47 Y enseñaba cada día en el templo; pero [los jefes de] los sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo procuraban matarlo; 48 y no encontraban qué podrían hacer; porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras.

Capítulo 20

La autoridad de Jesús
Mateo 21:23-27; Marcos 11:27-33

1 Uno de los días en que enseñaba al pueblo en el templo y predicaba el evangelio, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los escribas con los ancianos, 2 y le preguntaron: Dinos, ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te ha dado esta autoridad? 3 Pero él les respondió: Yo también os preguntaré una cosa, y contestadme: 4 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? 5 Entonces discutieron entre sí, diciendo: Si decimos: Del cielo, dirá: ¿Por qué no le creísteis? 6 Pero si decimos: De los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque está persuadido de que Juan era profeta. 7 Respondieron que no sabían de dónde. 8 Jesús les dijo: Yo tampoco os digo con qué autoridad hago estas cosas.

La parábola de los labradores
Mateo 21:33-46; Marcos 12:1-12

9 Entonces comenzó a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, la arrendó a unos labradores y se ausentó durante mucho tiempo. 10 Al llegar la época de la vendimia envió un siervo a los labradores, para que le diesen del producto de la viña; pero los labradores lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías. 11 Envió de nuevo a otro siervo; pero a este también maltrataron e insultaron y lo enviaron con las manos vacías. 12 Envió a un tercer siervo; a este también hirieron y lo echaron fuera. 13 Dijo entonces el señor de la viña: ¿Qué haré? Enviaré a mi amado hijo; quizá lo respeten. 14 Pero cuando los labradores lo vieron, discutieron entre ellos, diciendo: ¡Este es el heredero! ¡Matémoslo, para que la heredad sea nuestra! 15 Y echándolo fuera de la viña, lo mataron. ¿Qué hará entonces con ellos el señor de la viña? 16 Vendrá, destruirá a aquellos labradores y dará la viña a otros. Cuando oyeron esto, dijeron: ¡Dios nos libre! 17 Pero él, mirándolos fijamente, dijo: ¿Qué significa entonces esto que está escrito: La piedra que desecharon los edificadores, esta llegó a ser cabeza del ángulo? 18 Todo el que caiga sobre esta piedra, será quebrantado; y sobre el que ella caiga, lo pulverizará.

19 Los escribas y los jefes de los sacerdotes querían detenerlo en aquel momento, porque se dieron cuenta que contra ellos había dicho esta parábola; pero temían al pueblo.

El impuesto a César
Mateo 22:15-22; Marcos 12:13-17

20 Acechándolo, enviaron espías que fingían ser justos, para atraparlo en [alguna] de sus palabras, a fin de entregarlo al poder y a la autoridad del gobernador. 21 Dichos espías le preguntaron: Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, que no consideras la apariencia de nadie, sino que enseñas el camino de Dios con verdad: 22 ¿Es lícito que demos tributo a César, o no? 23 Él, dándose cuenta de la astucia, les dijo: 24 Mostradme un denario. ¿De quién es la imagen y la inscripción? Le respondieron: De César. 25 Él les dijo: Dad entonces a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. 26 No pudieron sorprenderlo en las palabras que decía ante el pueblo; y asombrados de su respuesta, callaron.

Los saduceos y la resurrección
Mateo 22:23-33; Marcos 12:18-27; 1 Corintios 15

27 Se acercaron entonces algunos de los saduceos (los cuales dicen que no hay resurrección), y le preguntaron: 28 Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muere teniendo mujer, pero sin tener hijos, que el hermano del fallecido tome a su mujer y dé descendencia a su hermano. 29 Eran, pues, siete hermanos; el primero tomó mujer y murió sin hijos; 30 y la tomó el segundo; 31 y el tercero la tomó, y de la misma manera hicieron los siete, y murieron sin dejar hijos. 32 Después murió también la mujer. 33 En la resurrección ¿de cuál de ellos será esposa? Puesto que los siete la tuvieron por mujer. 34 Jesús les dijo: Los hijos de este siglo se casan y se dan en matrimonio; 35 pero los que serán tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo venidero y la resurrección de entre los muertos no se casan, ni se dan en matrimonio; 36 ni pueden ya morir; porque son como los ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. 37 En cuanto a que los muertos resucitan, Moisés mismo lo indicó en [el pasaje de] la zarza, cuando llama al Señor°, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. 38 Dios no es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos viven. 39 Entonces algunos de los escribas le dijeron: Bien has dicho, Maestro. 40 Y no se atrevían a preguntarle más.

Cristo, ¿es hijo de David?
Mateo 22:41-46; Marcos 12:35-44

41 Pero él les preguntó: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? 42 Porque el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor° a mi Señor: Siéntate a mi derecha, 43 hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. 44 David le llama su Señor, entonces, ¿cómo es su Hijo?

Los escribas censurados por Jesús
Mateo 23:1-33; Marcos 12:38-40

45 A oídos de todo el pueblo, dijo a sus discípulos: 46 Guardaos de los escribas, a quienes les gusta pasearse con ropas largas, y aman los saludos en las plazas, los primeros asientos en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes; 47 que devoran las casas de las viudas, y simulan orar largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación.

Capítulo 21

La ofrenda de la viuda
Marcos 12:41-44

1 Alzando la mirada, vio a los ricos que echaban sus dones en el arca de las ofrendas. 2 Vio también a una viuda pobre, que echaba allí dos pitas. 3 Y dijo: En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos. 4 Porque todos estos, de su abundancia han echado ofrendas; pero ella, de su pobreza ha echado todo el sustento que tenía.

La destrucción de Jerusalén y la venida del Hijo del hombre
Mateo 24:1-5; Marcos 13:1-37

5 Como algunos le hablaban del templo, porque estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas, él dijo: 6 En cuanto a estas cosas que contempláis, vendrán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada. 7 Ellos le preguntaron: Maestro, ¿cuándo será esto?; y ¿cuál será la señal, cuando estas cosas vayan a suceder? 8 Entonces les respondió: Tened cuidado que no os engañen, porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy. Y: El tiempo está cerca. No vayáis tras ellos. 9 Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os alarméis; porque primero tienen que llegar estas cosas; pero el fin no es inmediatamente. 10 Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación y reino contra reino; 11 no solo habrá grandes terremotos, hambres y epidemias en diversos lugares; sino también cosas aterradoras y grandes señales desde el cielo. 12 Pero antes de todas estas cosas os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles; y seréis llevados ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre. 13 Esto os será ocasión para dar testimonio. 14 Por eso, proponeos en vuestros corazones no preocuparos por anticipado de vuestra defensa; 15 porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. 16 Seréis entregados aun por padres, hermanos, parientes y amigos; y [a algunos] de vosotros matarán; 17 y seréis aborrecidos por todos a causa de mi nombre; 18 pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. 19 Por vuestra perseverancia ganaréis vuestras almas.

20 Pero cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, entonces sabed que su desolación ha llegado. 21 Entonces los que estén en Judea huyan a las montañas; los que estén en medio de la ciudad salgan fuera; y los que estén en los campos no entren en ella. 22 Porque estos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. 23 ¡Ay de las que estén encintas y de las que amamanten en aquellos días! Porque habrá gran necesidad sobre la tierra e ira sobre este pueblo. 24 Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que sus tiempos se cumplan. 25 Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas; y en la tierra, angustia de las naciones, perplejas ante el bramido del mar y del oleaje; 26 desfalleciendo los hombres de temor, en espera de lo que vendrá sobre la tierra habitada; porque los poderes de los cielos serán sacudidos.

El regreso de Cristo

27 Entonces verán al Hijo del hombre viniendo en una nube, con poder y gran gloria. 28 Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestras cabezas; porque llega vuestra redención.

29 Y les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. 30 Cuando veis que ya brotan, sabéis por vosotros mismos que el verano está cerca. 31 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. 32 En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo se cumpla. 33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 34 Mirad por vosotros, que vuestros corazones no se entorpezcan con la glotonería, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, y así os llegue de repente ese día 35 como un lazo; porque así vendrá sobre todos los que habitan en toda la tierra. 36 Velad y orad en todo tiempo para que logréis escapar de todas estas cosas que van a suceder, y manteneros en pie delante del Hijo del hombre.

37 De día enseñaba en el templo; y salía a pasar la noche en el monte llamado de los Olivos. 38 Todo el pueblo acudía a él temprano para oírlo en el templo.

Capítulo 22

La conspiración contra Jesús
Mateo 26:1-16; Marcos 14:1-16

1 Se acercaba la fiesta de los ázimos, que se llama la Pascua. 2 Los jefes de los sacerdotes y los escribas buscaban cómo matarlo; porque temían al pueblo.

La traición de Judas

3 Entonces entró Satanás en Judas, llamado Iscariote, que era uno de los doce; 4 y fue a tratar con los jefes de los sacerdotes y los capitanes del templo, de cómo él lo entregaría. 5 Ellos se alegraron y acordaron darle dinero. 6 Él se comprometió y buscaba una ocasión para entregarlo, sin la presencia de la multitud.

La institución de la Cena
Mateo 26:17-29; Marcos 14:12-25; 1 Corintios 11:23-29

7 Llegó el día de los ázimos, en el que se debía sacrificar la Pascua. 8 Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: Id, preparadnos la Pascua, para que la comamos. 9 Ellos le preguntaron: ¿Dónde quieres que la preparemos? 10 Él les respondió: Mirad, al entrar en la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entre; 11 y diréis al dueño de la casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está la habitación en la que comeré la Pascua con mis discípulos? 12 Él os mostrará una gran habitación alta, ya dispuesta; preparadla allí. 13 Ellos fueron y lo hallaron como él les había dicho; y prepararon la Pascua.

14 Cuando llegó la hora, se sentó a la mesa y los doce apóstoles con él. 15 Y les dijo: Mucho he deseado comer con vosotros esta Pascua, antes de que yo padezca; 16 porque os digo que nunca más la comeré, hasta que sea cumplida en el reino de Dios. 17 Tomó una copa y tras dar gracias, dijo: Tomad esto y repartidlo entre vosotros. 18 Porque os digo que no beberé en adelante del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios. 19 Tomó un pan y tras dar gracias, lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado. Haced esto en memoria de mí. 20 Tomó también la copa, después de cenar, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros es derramada. 21 Pero he aquí la mano del que me entrega está conmigo en la mesa. 22 Porque en verdad el Hijo del hombre se va, según está determinado, pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado! 23 Ellos comenzaron a preguntarse unos a otros cuál de ellos sería el que iba a hacer esto.

¿Quién es el más grande?
Mateo 18:1-4; Marcos 10:35-45; Juan 13:2-17

24 También discutieron sobre quién de ellos sería estimado más importante. 25 Él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que tienen autoridad sobre ellas son llamados bienhechores. 26 Pero no será así con vosotros; sino que el mayor de entre vosotros sea como el más joven, y el que dirige como el que sirve. 27 Porque ¿quién es más importante, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Pero yo estoy entre vosotros como el que sirve. 28 Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas; 29 y yo os concedo un reino, como el Padre me lo concedió a mí; 30 para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis sobre tronos, juzgando a las doce tribus de Israel.

Jesús predice la negación de Pedro

31 Dijo además el Señor: Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como el trigo. 32 Pero yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca; y tú, cuando hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos. 33 A lo que Pedro dijo: Señor, estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y a la muerte. 34 Él contestó: Te digo, Pedro, que el gallo no cantará hoy sin que hayas negado tres veces que me conoces. 35 Y les preguntó: Cuando os envié sin bolsa, alforja y sandalias, ¿os faltó algo? Y ellos dijeron: Nada. 36 Entonces les dijo: Pero ahora el que tiene bolsa, que la coja; también su alforja; y el que no tenga espada, que venda su capa y la compre. 37 Porque os digo que esto que está escrito debe cumplirse en mí: «Y con los inicuos fue contado.» [Isaías 53:12] Porque lo que me concierne se acerca a su fin. 38 Le dijeron: ¡Señor, he aquí dos espadas! Y él les dijo: Basta.

Getsemaní
Mateo 26:36-46; Marcos 14:32-42; Juan 18:1-2

39 Saliendo, se fue, según su costumbre, al monte de los Olivos; y los discípulos también lo siguieron. 40 Cuando llegó al lugar, les dijo: Orad, para que no entréis en tentación. 41 Él se apartó de ellos a una distancia como de un tiro de piedra y oraba de rodillas, 42 diciendo: Padre, si quieres, aleja esta copa de mí; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 43 Y le apareció un ángel del cielo que lo fortalecía. 44 En su [angustioso] combate oraba con mayor fervor; y su sudor llegó a ser como grandes gotas de sangre que caían sobre la tierra. 45 Levantándose de su oración fue a los discípulos y los halló dormidos de tristeza; 46 y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para que no caigáis en tentación.

El arresto de Jesús
Mateo 26:47-56; Marcos 14:43-50; Juan 18:3-12

47 Mientras él aún hablaba, llegó una multitud. El que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de ellos y se acercó a Jesús para besarlo. 48 Pero Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre? 49 Viendo entonces los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: Señor, ¿heriremos con la espada? 50 Y uno de ellos hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. 51 Pero Jesús les respondió: Soportad aún esto. Y tocándole la oreja, lo curó. 52 Dijo entonces Jesús a los jefes de los sacerdotes, a los capitanes del templo y a los ancianos que habían venido contra él: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y bastones? 53 Cada día yo estaba con vosotros en el templo, y no extendisteis las manos contra mí; pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas.

La negación de Pedro
Mateo 26:57-75; Marcos 14:53-72; Juan 18:12-27

54 Entonces lo arrestaron, se lo llevaron y lo introdujeron en la casa del sumo sacerdote; y Pedro lo seguía de lejos. 55 Cuando encendieron un fuego en medio del patio y se sentaron juntos, Pedro se sentó en medio. 56 Una criada, al verlo sentado junto al fuego, lo miró fijamente y dijo: Este también estaba con él. 57 Pedro negó, diciendo: No lo conozco, mujer. 58 Poco después lo vio otro y dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: ¡Hombre! No lo soy. 59 Pasó como una hora, y otro insistió, diciendo: De verdad que este estaba con él, porque también es galileo. 60 Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en ese momento, mientras hablaba, cantó un gallo. 61 Volviéndose el Señor, miró a Pedro. Y recordó Pedro la palabra del Señor, que le había dicho: Antes de que cante el gallo, hoy me negarás tres veces. 62 Y saliendo de allí, lloró amargamente.

63 Los hombres que tenían a Jesús se burlaban de él, golpeándolo; 64 y tapándole [los ojos], le daban bofetadas y le preguntaban: Profetiza, ¿quién es el que te pegó? 65 Blasfemando, le decían muchas otras cosas.

Jesús ante el Sanedrín

66 Cuando amaneció, se reunió la asamblea de los ancianos del pueblo, los jefes de los sacerdotes con los escribas, y lo trajeron ante su Sanedrín, 67 diciendo: Si tú eres el Cristo, dínoslo. Pero él les respondió: Si os lo digo, no lo creeréis: 68 y aunque yo os pregunte, no me responderéis. 69 Pero de ahora en adelante el Hijo del hombre estará sentado a la derecha del poder de Dios. 70 Le preguntaron todos: ¿Eres tú, pues, el Hijo de Dios? Y les dijo: Vosotros mismos decís que soy. 71 Entonces dijeron: ¿Qué más necesidad tenemos de testimonio? Nosotros mismos lo oímos de su boca.

Capítulo 23

Jesús ante Pilato
Mateo 27:2, 11-14; Marcos 15:2-5; Juan 18:28-37

1 Se levantaron todos juntos, y lo llevaron ante Pilato. 2 Comenzaron a acusarlo, diciendo: A este encontramos pervirtiendo a nuestra nación y prohibiendo pagar tributo a César, diciendo que él mismo es Cristo, un Rey. 3 Pilato entonces le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos? Y Jesús le respondió: Tú lo dices. 4 Entonces Pilato dijo a los jefes de los sacerdotes y a la multitud: Ningún delito encuentro en este hombre. 5 Pero ellos insistían, diciendo: Amotina al pueblo, enseñando por toda Judea; y comenzando en Galilea, ha llegado hasta aquí. 6 Al oír esto, Pilato preguntó si el hombre era galileo. 7 Cuando supo que era de la jurisdicción de Herodes, se lo envió; porque Herodes estaba en Jerusalén en aquellos días.

Jesús ante Herodes

8 Cuando Herodes vio a Jesús, se alegró mucho; pues hacía tiempo que deseaba verlo; porque había oído hablar de él y esperaba que hiciese algún milagro. 9 Lo interrogó sin tregua, pero él no le respondió nada. 10 También los jefes de los sacerdotes y los escribas lo acusaban con ímpetu. 11 Herodes con sus soldados lo trató con desprecio y, burlándose de él, le puso una ropa espléndida y lo volvió a enviar a Pilato. 12 Herodes y Pilato se hicieron amigos ese día; porque antes estaban enemistados.

Jesús de nuevo ante Pilato
Mateo 27:15-30; Marcos 15:6-19; Juan 18:38 al 19:16

13 Pilato entonces, convocando a los jefes de los sacerdotes, a los magistrados y al pueblo, 14 les dijo: Me trajisteis a este hombre como amotinador del pueblo; y yo, examinándolo ante vosotros, no he encontrado en él ningún crimen de los que lo acusáis; 15 ni Herodes tampoco; porque él nos lo ha vuelto a enviar; y mirad, no ha cometido nada digno de muerte. 16 Por tanto, lo castigaré y lo dejaré libre. 17 Porque en cada fiesta les debía liberar un preso. 18 Pero todos juntos gritaron: ¡Quita a este, y deja en libertad a Barrabás! 19 Este, por insurrección en la ciudad y por homicidio, había sido encarcelado. 20 Y les volvió a hablar Pilato, que quería dejar libre a Jesús. 21 Pero ellos gritaban: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! 22 Entonces él les dijo por tercera vez: Pero ¿qué mal ha hecho? ¡Nada que merezca la muerte he encontrado en él; lo castigaré y lo liberaré! 23 Pero ellos insistían a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado; y sus voces y las de los jefes de los sacerdotes prevalecieron. 24 Entonces Pilato sentenció que se hiciera lo que pedían. 25 Liberó al que por insurrección y homicidio había sido encarcelado, al que pedían; pero a Jesús lo entregó a la voluntad de ellos.

La crucifixión de Jesús
Mateo 27:31-56; Marcos 15:20-41; Juan 19:16-37

26 Cuando lo llevaban, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y cargaron sobre él la cruz, para que la llevara detrás de Jesús. 27 Lo seguía una gran multitud del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. 28 Jesús, volviéndose hacia ellas, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras y por vuestros hijos. 29 Porque vendrán días en los que dirán: Dichosas las estériles, los vientres que nunca concibieron y los pechos que no amamantaron. 30 Entonces comenzarán a decir a las montañas: Caed sobre nosotros; y a los collados: Escondednos. 31 Porque si esto se hace con el árbol verde, ¿qué no se hará con el seco? 32 Llevaban también a otros dos, que eran malhechores, para hacerlos morir con él.

33 Cuando llegaron al lugar llamado la Calavera, allí lo crucificaron; y a los malhechores, uno a su derecha y otro a su izquierda. 34 Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartiéndose entre ellos sus vestidos, echaron suertes. 35 El pueblo estaba allí mirando; y también los magistrados que se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si este es el Cristo de Dios, su escogido. 36 Los soldados también se burlaban de él, acercándose y ofreciéndole vinagre 37 y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. 38 Además, había una inscripción sobre él: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.

39 Uno de los malhechores crucificados lo injuriaba, diciendo: ¿No eres tú el Cristo? Sálvate a ti mismo y a nosotros. 40 Pero respondiendo el otro, lo reprendió, diciendo: ¿Ni siquiera temes tú a Dios, que bajo la misma sentencia estás? 41 Para nosotros, a la verdad, es justo; porque estamos recibiendo lo que nuestros hechos merecieron; pero este nada malo hizo. 42 Y le dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 43 Jesús le respondió: En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.

44 Era ya como la hora sexta; y hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 45 El sol se oscureció y la cortina del templo se rasgó por la mitad. 46 Jesús clamó a gran voz: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!, y habiendo dicho esto, expiró.

47 Viendo el centurión lo ocurrido, dio gloria a Dios, diciendo: Ciertamente este hombre era justo. 48 Toda la multitud que se había reunido para presenciar este espectáculo, tras contemplar lo sucedido, se volvió golpeándose el pecho. 49 También todos sus conocidos y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea estaban lejos mirando estas cosas.

El cuerpo de Jesús puesto en la tumba
Mateo 27:57-61; Marcos 15:42-47; Juan 19:38-42

50 Un hombre llamado José, miembro del concilio, hombre bueno y justo, 51 (que no se había unido a su propósito ni a sus acciones), de Arimatea, ciudad de los judíos, esperaba el reino de Dios; 52 este se acercó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. 53 Y bajándolo, lo envolvió en un lienzo y lo puso en un sepulcro excavado en la roca, en el cual nadie había sido puesto todavía. 54 Era el día de la Preparación, y el sábado se acercaba. 55 Las mujeres que le habían acompañado desde Galilea los seguían; vieron el sepulcro y cómo fue puesto el cuerpo. 56 Al volver, prepararon especias aromáticas y perfumes; y el sábado descansaron, conforme al mandamiento.

Capítulo 24

La resurrección de Jesús
Mateo 28:1-10; Marcos 16:1-11; Juan 20:1-10

1 Muy temprano, el primer día de la semana fueron al sepulcro llevando las especias aromáticas que habían preparado. 2 Encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro; 3 entraron y no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. 4 Sucedió que, mientras esto las tenía desconcertadas, dos varones se pusieron junto a ellas con vestiduras resplandecientes; 5 y estando ellas aterrorizadas con sus rostros inclinados a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? 6 No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de cómo os habló cuando estaba en Galilea, 7 diciendo: Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de pecadores, que sea crucificado y resucite al tercer día. 8 Y ellas se acordaron de sus palabras.

Mateo 28:8-10; Marcos 16:8-11; Juan 20:3-10

9 Al regresar del sepulcro, contaron estas cosas a los once y a todos los demás. 10 Eran María Magdalena, Juana, María [madre] de Jacobo y las otras mujeres con ellas, las que dijeron estas cosas a los apóstoles. 11 Sus palabras les parecían un disparate, y no las creían. 12 Pero Pedro se levantó y corrió al sepulcro; e inclinándose, vio solo los lienzos; y se fue a casa maravillado de lo que había sucedido.

En el camino a Emaús

13 Ese mismo día dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús, que distaba 60 estadios de Jerusalén. 14 Y hablaban entre sí acerca de todos los acontecimientos. 15 Mientras hablaban y discutían, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos. 16 Pero tenían los ojos impedidos para no reconocerlo. 17 Él les dijo: ¿De qué estáis hablando entre vosotros mientras camináis, para que estéis tan tristes? 18 Entonces uno de ellos, llamado Cleofas, le respondió: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo ocurrido en ella estos días? 19 Él les preguntó: ¿Qué cosas? A lo que ellos dijeron: Las cosas acerca de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obra y palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y cómo los jefes de los sacerdotes y nuestros gobernantes lo entregaron para condenarlo a muerte; y lo crucificaron. 21 Pero nosotros esperábamos que él era el que debía liberar a Israel. Y tras lo ocurrido, este es el tercer día desde que sucedió todo esto. 22 También unas mujeres de entre los nuestros nos llenaron de asombro. Fueron temprano al sepulcro, 23 y al no encontrar su cuerpo, volvieron diciendo que habían visto una visión de ángeles, que habían dicho que él vive. 24 Algunos de los nuestros fueron al sepulcro, y encontraron las cosas tal como las mujeres dijeron; pero a él no lo vieron. 25 Entonces él les dijo: ¡Oh hombres sin inteligencia, y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciese estas cosas, y entrara en su gloria? 27 Comenzando desde Moisés y todos los Profetas, les interpretó en todas las Escrituras las cosas que a él se refieren. 28 Llegaron a la aldea adonde iban, y él intentó ir más lejos. 29 Pero ellos insistieron, diciéndole: Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se va acabando. Entró, pues, para quedarse con ellos. 30 Sucedió que, al sentarse a la mesa con ellos, tomó el pan y lo bendijo; y partiéndolo, se los dio. 31 Entonces se abrieron sus ojos y lo reconocieron; pero [él desapareció] se hizo invisible de delante de ellos. 32 Entonces se dijeron: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros mientras nos hablaba por el camino y nos abría las Escrituras? 33 Y levantándose al instante, volvieron a Jerusalén y hallaron reunidos a los once y a los que estaban con ellos; 34 los cuales decían: Verdaderamente resucitó el Señor, y Simón lo ha visto. 35 Ellos contaron lo que les había sucedido en el camino, y cómo lo reconocieron cuando partió el pan.

Jesús aparece a los discípulos
Juan 20:19-29

36 Mientras hablaban de estas cosas, él se puso en medio de ellos y les dijo: Paz a vosotros. 37 Pero ellos, asombrados y llenos de temor, creían ver un espíritu. 38 Él les dijo: ¿Por qué estáis turbados? ¿Y por qué esos pensamientos se agitan en vuestros corazones? 39 Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo. 40 Dicho esto, les mostró sus manos y sus pies. 41 Y como todavía, asombrados y gozosos no creían, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? 42 Y le dieron parte de un pescado asado y de un panal de miel. 43 Él, tomándolo, comió delante de ellos.

44 Y les dijo: Estas son mis palabras que os hablé estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos. 45 Entonces les abrió la mente para que entendieran las Escrituras; 46 y les dijo: Está escrito, y así era necesario, que el Cristo padeciese y resucitase de entre los muertos al tercer día; 47 y que en su nombre se predicase el arrepentimiento para perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. 48 Vosotros sois testigos de estas cosas. 49 He aquí que yo envío sobre vosotros la promesa de mi Padre; pero quedaos en la ciudad hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.

La ascensión del Señor
Hechos 1:4-12

50 Los condujo fuera hasta Betania; y alzando las manos, los bendijo. 51 Sucedió que, mientras los bendecía, se fue separando de ellos, y fue llevado al cielo. 52 Ellos, habiéndole adorado, se volvieron a Jerusalén con gran gozo; 53 y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios.

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