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Nuevo Testamento

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Hebreos

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Capítulo 1

La revelación de Dios por el Hijo
Juan 1:1-3Filipenses 2:6-11; Colosenses 1:15-17Hebreos 10:12-14

1 Dios, habiendo hablado a los padres muchas veces y de diversas maneras en otro tiempo por los profetas, 2 al final de estos días nos ha hablado en [el] Hijo, a quien ha puesto como heredero de todo, por medio de quien también hizo el universo. 3 El cual, siendo el resplandor de su gloria y la fiel imagen de su Ser, y sosteniendo todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo hecho la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, 4 hecho tanto superior a los ángeles, cuanto ha heredado un nombre más excelente que ellos.

El Hijo de Dios es superior a los ángeles

5 Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo alguna vez: «Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy?» [Salmo 2:7] Y otra vez: «¿Yo le seré por Padre, y él me será por Hijo?» [1 Crónicas 17:13] 6 Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: «Que todos los ángeles de Dios lo adoren.» [Salmo 97:7] 7 Y, por cierto, respecto a los ángeles dice: «Él hace a sus mensajeros espíritus, y a sus ministros llama de fuego.» [Salmo 104:4] 8 Pero respecto al Hijo dice: «Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos; cetro de rectitud es el cetro de tu realeza. 9 Amaste la justicia y aborreciste la maldad; por esto te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros.» [Salmo 45:6, 7] 10 Y: «Tú, Señor°, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos, 11 ellos perecerán, pero tú permaneces; y todos ellos, como una vestidura, envejecerán, 12 y como una vestidura los enrollarás, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán.» [Salmo 102:25-27] 13 Pero ¿a cuál de los ángeles ha dicho alguna vez?: «¡Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies!» [Salmo 110:1] 14 ¿No son todos ellos espíritus servidores, enviados para ayudar a los que van a heredar salvación?

Capítulo 2

No descuidar la salvación traída por el Hijo
Gálatas 4:4-5Filipenses 2:6-11

1 Por lo cual es necesario dar mucha mayor atención a las cosas que hemos oído, no sea que nos vayamos a la deriva. 2 Porque si la palabra hablada por medio de ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, 3 ¿cómo escaparemos nosotros, si despreciamos una salvación tan grande? La cual fue anunciada al principio por el Señor, y nos llegó confirmada por los que la oyeron; 4 testificando Dios con ellos, tanto con señales como con prodigios, con diversos milagros y dones del Espíritu Santo, conforme a su propia voluntad.

Dios ha sometido todo al Hijo

5 Porque no ha sometido a los ángeles el mundo habitado por venir, del que estamos hablando. 6 Pero alguien testificó en algún lugar, diciendo: «¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el Hijo del hombre, para que le visites? 7 Le hiciste por poco tiempo inferior a los ángeles; le coronaste de gloria y honra; 8 has sometido todo debajo de sus pies.» [Salmo 8:4-6] Porque en el someterle todas las cosas, nada dejó que no le esté sometido. Pero aún no vemos que todas las cosas le estén sometidas; 9 pero vemos al que por poco tiempo fue hecho inferior a los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y honra por causa del sufrimiento de la muerte; para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.

El Hijo llama hermanos a los que lleva a Dios

10 Porque convenía a Aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien ellas subsisten que, llevando a muchos hijos a la gloria, perfeccionara al Autor de la salvación de ellos por medio de padecimientos. 11 Porque tanto el que santifica como los que son santificados, son todos de uno; por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos, 12 diciendo: «Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la asamblea te cantaré alabanzas.» [Salmo 22:22] 13 Y otra vez: «Yo me confiaré en él.» [Isaías 8:17] Y de nuevo: «Aquí estoy con los hijos que Dios me ha dado.» [Isaías 8:18] 14 Así que, por cuanto los hijos participan en común de sangre y carne, él también de la misma manera participó en ellas, para que, por medio de la muerte, redujera a impotencia al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, 15 y liberara a todos los que, por temor a la muerte, estaban sometidos a esclavitud durante toda su vida. 16 Porque, por cierto, no socorre a los ángeles, sino que socorre a la descendencia de Abraham. 17 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para llegar a ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo referente a Dios, para hacer propiciación por los pecados del pueblo. 18 Pues por cuanto él ha padecido siendo tentado, puede socorrer a los que son tentados.

Capítulo 3

Jesucristo superior a Moisés
Mateo 21:33-38

1 Por lo cual, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra confesión, Jesús; 2 que ha sido fiel al que le estableció, como también Moisés en toda su casa. 3 Porque Jesús ha sido tenido por digno de tanta mayor gloria que Moisés, por cuanto el que edificó la casa, mayor honra tiene que ella; 4 porque toda casa es edificada por alguien, pero el que edificó todo es Dios. 5 Y Moisés, en verdad, fue fiel en toda su casa como siervo, para testimonio de lo que tenía que ser anunciado; 6 pero Cristo, como Hijo, sobre su casa; cuya casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el final la confianza y la gloria de la esperanza.

La fe introduce en el reposo de Dios

7 Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: «Hoy, si oís su voz, 8 no endurezcáis vuestros corazones como en la rebelión, como en el día de la tentación en el desierto; 9 donde me tentaron vuestros padres poniéndome a prueba, y vieron mis obras durante cuarenta años. 10 Por lo cual me indigné contra aquella generación, y dije: Siempre se extravían en su corazón, y no han conocido mis caminos. 11 De manera que juré en mi ira: ¡No entrarán en mi descanso!» [Salmo 95:7-11] 12 Mirad hermanos, no sea que haya en alguno de vosotros un corazón malo de incredulidad, que le haga abandonar al Dios vivo; 13 sino exhortaos los unos a los otros cada día, mientras tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado; 14 porque hemos llegado a ser compañeros de Cristo, si retenemos firme hasta el fin el principio de nuestra confianza; 15 en tanto que se dice: Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. 16 Porque, ¿quiénes fueron los que habiéndolo oído lo provocaron? ¿[No fueron] todos los que salieron de Egipto conducidos por Moisés? 17 ¿Y con quiénes se irritó durante cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cadáveres cayeron en el desierto? 18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a los que desobedecieron? 19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de su incredulidad.

Capítulo 4

1 Temamos, pues, no sea que, quedando aún una promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. 2 Porque también se nos ha predicado la buena nueva como a ellos; pero a ellos no les sirvió el oír la palabra, por no estar mezclada con fe en los que la oyeron. 3 Porque los que hemos creído, entramos en el reposo, como ha dicho: Como juré en mi ira, no entrarán en mi reposo; aunque las obras fueron hechas desde la fundación del mundo. 4 Porque en algún lugar ha dicho respecto del séptimo día: «Y reposó Dios en el séptimo día de todas sus obras.» [Génesis 2:2] 5 Y aquí dice de nuevo: No entrarán en mi reposo. 6 Así, puesto que hay algunos que entran, y que aquellos a quienes fueron antes predicadas las buenas noticias no entraron por causa de incredulidad, 7 de nuevo fija un día, diciendo, en David, después de tanto tiempo: Hoy; como ya se dijo antes: Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones. 8 Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. 9 Queda, pues, un reposo sabático para el pueblo de Dios. 10 Porque el que ha entrado en su reposo, ha cesado él mismo también de sus obras, así como Dios cesó de las suyas. 11 Esforcémonos, pues, por entrar en aquel reposo, no sea que alguno caiga imitando semejante incredulidad. 12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos; y ella discierne los pensamientos y propósitos del corazón. 13 Y no hay criatura que no esté manifiesta ante él; sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de aquel a quien tenemos que rendir cuentas.

Jesús, sumo sacerdote superior a los del antiguo pacto

14 Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que ha pasado a través de los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos [nuestra] confesión. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que sea incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino [uno que ha sido] tentado en todo conforme a nuestra semejanza, excepto en el pecado. 16 Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia, para que recibamos misericordia y hallemos gracia para el oportuno socorro.

Capítulo 5

Cristo, sumo sacerdote y autor de la salvación de los suyos

1 Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres y establecido a favor de los hombres, en lo que a Dios se refiere, para ofrecer dones y sacrificios por el pecado, 2 ha de ser capaz de mostrar indulgencia con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad; 3 y a causa de ella debe ofrecer sacrificio por los pecados, no solo por el pueblo, sino también por sí mismo. 4 Y nadie se atribuye este honor, sino [cuando] es llamado por Dios, así como lo fue Aarón. 5 Así también Cristo no se glorificó a sí mismo para hacerse sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy.» [Salmo 2:7] 6 Como también en otro lugar dice: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.» [Salmo 110:4] 7 Quien en los días de su carne ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía liberarle de la muerte, siendo escuchado y atendido a causa de su piedad. 8 Y aunque era Hijo, aprendió la obediencia por las cosas que sufrió. 9 Y consumada su perfección, llegó a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; 10 y fue proclamado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.

Recibir un alimento para adultos

11 Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, porque os habéis hecho perezosos para escuchar. 12 Porque debiendo ser maestros después de tanto tiempo, tenéis necesidad que alguien os enseñe los rudimentos de los oráculos de Dios; y habéis llegado a tener necesidad de leche, y no de alimento sólido. 13 Porque todo el que participa de leche, es inexperto en la palabra de justicia; porque es un niño. 14 Pero el alimento sólido es para los que alcanzan madurez; para los que por medio del uso tienen sus sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal.

Capítulo 6

1 Por tanto, dejando los rudimentos de la doctrina de Cristo, sigamos adelante hacia la perfección; sin echar otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, 2 de enseñanza de abluciones, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. 3 Y esto haremos, si Dios lo permite. 4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5 y gustaron la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, 6 y recayeron, sean renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo por sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndolo a la ignominia pública. 7 Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella y produce plantas provechosas a aquellos por quienes es labrada, recibe bendición de Dios; 8 pero si produce espinos y abrojos, es desechada, y está cerca de la maldición; su fin es ser quemada.

Palabras de esperanza y de aliento

9 Pero amados, aunque hablamos así, estamos persuadidos, en lo que os concierne, de cosas mejores y que conciernen a la salvación, 10 porque Dios no es injusto para olvidarse de vuestra obra y del amor que mostrasteis hacia su nombre, habiendo servido a los santos, y sirviéndoles [aún]. 11 Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud en la plena seguridad de vuestra esperanza hasta el fin, 12 que no os hagáis perezosos, sino imitadores de los que heredan las promesas por medio de la fe y la paciencia.

Una esperanza segura y firme

13 Porque al hacer Dios la promesa a Abraham, puesto que no había nadie más grande por quien jurar, juró por sí mismo, 14 diciendo: «De cierto, mucho te bendeciré, y con abundancia te multiplicaré.» [Génesis 22:17] 15 Así Abraham, habiendo esperado con paciencia, obtuvo la promesa. 16 Porque los hombres juran por uno mayor que ellos; y el juramento es para ellos el término de toda contención y como garantía. 17 Por lo cual, queriendo Dios mostrar más plenamente a los herederos de la promesa lo inmutable de su designio, interpuso juramento; 18 para que por dos cosas inmutables, en las que es imposible que Dios mienta, tengamos un poderoso consuelo los que hemos huido en busca de refugio, para aferrarnos a la esperanza puesta ante nosotros; 19 la cual tenemos como ancla del alma, segura y firme, y que penetra hasta el interior de la cortina, 20 adonde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.

Capítulo 7

Cristo, vinculado con Melquisedec

1 Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió al encuentro de Abraham cuando volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, 2 a quien también Abraham dio el diezmo de todo; cuyo nombre significa, en primer lugar, rey de justicia; y, además, rey de Salem, esto es, rey de paz; 3 sin padre, sin madre, sin genealogía; sin comienzo de días, ni fin de vida, pero asemejado al Hijo de Dios, permanece sacerdote a perpetuidad.

Melquisedec ha recibido el diezmo de Abraham

4 Considerad cuán grande es este, a quien Abraham dio la décima parte del botín. 5 Y en verdad, de entre los hijos de Leví que reciben el sacerdocio, según la ley tienen el mandamiento de tomar diezmos del pueblo; esto es, de sus hermanos, aunque estos también hayan salido de los lomos de Abraham. 6 Pero el que no está contado entre la genealogía de ellos, tomó diezmos de Abraham y bendijo al que tenía las promesas. 7 Y sin controversia, el menor es bendecido por el superior. 8 Y, por cierto, aquí reciben diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio que vive. 9 E incluso Leví, quien recibe diezmos, los ha pagado por medio de Abraham; 10 porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec salió a su encuentro.

Del sacerdocio levítico al sacerdocio según el orden de Melquisedec

11 Si, pues, la perfección fuese mediante el sacerdocio levítico (porque bajo este recibió la ley el pueblo), ¿qué necesidad habría aún que según el orden de Melquisedec se levantara otro sacerdote, y que no fuese nombrado según el orden de Aarón? 12 Porque al cambiar el sacerdocio, por necesidad ha de haber un cambio de ley. 13 Pues aquel de quien se dicen estas cosas, pertenecía a otra tribu, de la cual nadie ha servido en el altar. 14 Porque es evidente que nuestro Señor ha surgido de Judá, tribu de la cual nada dice Moisés acerca de sacerdotes.

Abrogación de una prescripción

15 Y esto es mucho más evidente, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, 16 que no ha sido constituido según la ley de un mandamiento carnal, sino conforme al poder de una vida imperecedera; 17 pues [de él] se da [este] testimonio: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.» [Salmo 110:4] 18 Porque hay abrogación del mandamiento anterior, a causa de su debilidad e inutilidad 19 (porque la ley no perfeccionó nada), y la introducción de una mejor esperanza, mediante la cual nos acercamos a Dios.

Inmutabilidad del sacerdocio de Cristo

20 Y por cuanto [esto no fue] sin juramento, 21 (porque los otros sin juramento llegaron a ser sacerdotes, pero este con juramento por parte de aquel que le dijo: Juró el Señor°, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre;) 22 por tanto Jesús ha sido hecho garante de un mejor pacto. 23 Y, además, esos sacerdotes fueron muchos, porque la muerte les impedía continuar; 24 pero este, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio que no se transfiere. 25 Por eso puede salvar completamente a los que se acercan a Dios por medio de él, viviendo siempre para interceder por ellos.

Perfección del sumo sacerdote celestial

26 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores, y elevado por encima de los cielos; 27 que no tiene necesidad cada día, como los sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y después por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, cuando él mismo se ofreció. 28 Porque la ley constituye sumos sacerdotes a hombres que tienen debilidad; pero la palabra del juramento, que es después de la ley, [establece] al Hijo, hecho perfecto para siempre.

Capítulo 8

El nuevo sacerdocio y el nuevo santuario

1 Pero el punto principal de lo que decimos es que tenemos un tal sumo sacerdote, que se sentó a la diestra del trono de la majestad en los cielos, 2 ministro de los lugares santos y del verdadero tabernáculo, que erigió el Señor°, no el hombre. 3 Porque todo sumo sacerdote es constituido para ofrecer tanto dones como sacrificios; por lo cual es necesario que este también tenga algo que ofrecer. 4 Así pues, si estuviera sobre la tierra, ni sería sacerdote, porque hay los que ofrecen los dones según la ley; 5 los cuales sirven la imagen y la prefiguración de las cosas celestiales; como le fue advertido a Moisés cuando iba a construir el tabernáculo: «Mira» [Éxodo 25:40], le dice, «harás todas las cosas conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.» [Éxodo 25:40] 6 Pero ahora [Cristo] ha obtenido un ministerio más excelente, por cuanto es mediador de un mejor pacto, el cual ha sido establecido sobre mejores promesas.

Cristo, mediador de un pacto nuevo, mejor y definitivo

7 Porque si aquel primer [pacto] hubiese sido irreprochable, no se habría buscado lugar para un segundo; 8 porque, amonestándolos, dice: «Vienen días, dice el Señor°, en que haré para la casa de Israel y para la casa de Judá un nuevo pacto; 9 no según el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; pues ellos no permanecieron en mi pacto, y yo me desatendí de ellos, dice el Señor°. 10 Porque este es el pacto que haré para la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor°: Pondré mis leyes en su mente, y en su corazón las escribiré; y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo; 11 nadie enseñará [más] a su conciudadano, ni nadie a su hermano, diciendo: Conoce al Señor°; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos; 12 porque seré clemente en cuanto a sus injusticias, y de sus pecados no me acordaré más.» [Jeremías 31:31-34] 13 Al decir: Nuevo, da por anticuado al primero, y lo que es anticuado y envejece, pronto desaparecerá.

Capítulo 9

La imperfección ritual del antiguo pacto
Éxodo 25; 26; 40:17-33

1 El primer pacto también tenía reglas relativas al culto, así como un santuario terrenal. 2 Porque un tabernáculo fue construido: el primero, llamado lugar santo, en el que se encontraban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. 3 Y detrás de la segunda cortina se hallaba la estancia llamada el Lugar Santísimo, 4 que contenía un incensario de oro y el arca del pacto, recubierta por todas partes de oro, en la cual estaba el vaso de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que floreció y las tablas del pacto; 5 y sobre ella los querubines de gloria que cubrían con su sombra el propiciatorio; acerca de lo cual no es tiempo ahora de hablar en detalle. 6 Así dispuestas estas cosas, los sacerdotes entraban continuamente en el primer tabernáculo, para oficiar el culto, 7 pero en el segundo, solo el sumo sacerdote, una vez al año; y no sin sangre, que ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; 8 indicando el Espíritu Santo esto: que el camino del lugar santísimo aún no había sido manifestado, mientras subsista el primer tabernáculo, 9 que es un símbolo para el tiempo presente, en el cual se ofrecen dones y sacrificios que no pueden perfeccionar, en cuanto a la conciencia, al que practica el culto, 10 que consiste en ordenanzas carnales: comidas, bebidas y diversas abluciones, impuestas hasta el tiempo de la renovación.

Cristo penetró en el santuario celestial

11 Pero Cristo habiendo venido, sumo sacerdote de los bienes anunciados, a través de mayor y más perfecto tabernáculo, no hecho a mano, es decir, no de esta creación, 12 ni mediante la sangre de machos cabríos y de terneros, sino por su propia sangre, ha entrado una sola vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo hallado eterna redención. 13 Porque si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de una becerra, cuando rocía a los impuros, los santifica para purificación de la carne, 14 ¡cuánto más la sangre de Cristo (quien sí mismo, mediante el Espíritu eterno, se ofreció sin mancha a Dios) limpiará nuestra conciencia de obras muertas, para servir al Dios vivo!

El nuevo pacto, concluido por el sacrificio de Cristo

15 Y por esto es el mediador de un nuevo pacto; de manera que, habiendo tenido lugar una muerte para la redención de las transgresiones cometidas bajo el primer pacto, los que han sido llamados reciban la promesa de la herencia eterna. 16 (Porque donde hay un pacto, es necesario que intervenga la muerte que confirma el pacto. 17 Porque un pacto es firme sobre víctimas muertas; ya que no tiene valor mientras vive la que es designada para el pacto). 18 De donde ni aun el primer [pacto] fue instituido sin sangre. 19 Porque cuando Moisés proclamó a todo el pueblo cada mandamiento según la ley, tomó la sangre de los terneros y de los machos cabríos, con agua y lana escarlata e hisopo, y roció al libro mismo, así como a todo el pueblo, 20 diciendo: «Esta es la sangre del pacto que Dios os ordenó.» [Éxodo 24:8] 21 Y también roció con la sangre igualmente el tabernáculo y todos los utensilios del culto. 22 Y, según la ley, casi todo es purificado con sangre; y sin derramamiento de sangre no hay perdón. 23 Era necesario que las figuras de lo que hay en los cielos fuesen purificadas con estas cosas, pero que las realidades celestiales lo sean con mejores sacrificios que estos.

Cristo se ha ofrecido una sola vez

24 Porque no entró Cristo en un lugar santo hecho a mano, reproducción del verdadero, sino en el cielo mismo, para ahora comparecer ante Dios por nosotros. 25 Ni para ofrecerse a sí mismo muchas veces, como el sumo sacerdote entra en el lugar santo cada año con sangre ajena; 26 puesto que le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde la fundación del mundo; pero ahora, una sola vez en la consumación de los siglos, él ha sido manifestado para la anulación del pecado mediante su sacrificio. 27 Y como está reservado a los hombres morir una sola vez, y después de esto [el] juicio, 28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos, y aparecerá la segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que le esperan.

Capítulo 10

La ineficacia de los antiguos sacrificios

1 Porque la ley, teniendo una sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las realidades, nunca puede perfeccionar a los que se acercan con los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año. 2 De otro modo habrían cesado de ofrecerse, pues los que rinden culto, una vez purificados, ya no tendrían más conciencia de pecados. 3 Pero en estos [sacrificios] se hace un recuerdo de pecados cada año. 4 Porque es imposible que la sangre de toros y de machos cabríos quite los pecados. 5 Por lo cual, al entrar en el mundo, dice: «Sacrificio y ofrenda no quisiste; pero un cuerpo me preparaste; 6 no te agradaron los holocaustos, ni las ofrendas por el pecado; 7 entonces dije: He aquí yo vengo, en el rollo del libro está escrito de mí, para hacer tu voluntad, oh Dios.» [Salmo 40:6-8] 8 Al decir primero: No quisiste sacrificio, ni ofrendas, ni holocaustos, ni sacrificios por el pecado, ni te agradaron (cosas que se ofrecen según la ley), 9 entonces ha dicho: He aquí que vengo para hacer tu voluntad, oh Dios. Quita lo primero, para establecer lo segundo. 10 Por esta voluntad hemos sido santificados, por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo [hecha] una vez por todas.

La eficacia del sacrificio de Cristo

11 Y por cierto, todo sacerdote está en pie sirviendo cada día y ofreciendo los mismos sacrificios muchas veces, los cuales nunca pueden quitar los pecados, 12 pero este, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, se sentó a perpetuidad a la diestra de Dios, 13 desde entonces esperando «hasta que sus enemigos sean puestos por pedestal de sus pies.» [Salmo 110:1] 14 Porque con una sola ofrenda perfeccionó para siempre a los santificados. 15 Y el Espíritu Santo también nos da testimonio; porque después de haber dicho: 16 Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor°: Pondré mis leyes en sus corazones, y también en sus mentes las escribiré; 17 [añade]: Y de sus pecados e iniquidades no me acordaré más. 18 Y donde hay perdón de estas cosas, no hay más ofrenda por el pecado.

Exhortación a la confianza y a la firmeza en la fe
Hebreos 6:1-20

19 Teniendo, pues, hermanos, plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, 20 por el camino nuevo y vivo que él ha abierto para nosotros a través de la cortina, es decir, su propia carne, 21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, 22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, con corazones purificados de una mala conciencia y lavados los cuerpos con agua pura. 23 Retengamos firme la confesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió, 24 y velemos unos por otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 sin dejar de congregarnos como algunos acostumbran, sino exhortándonos, y tanto más cuanto veis que el día se acerca.

Peligro de apostasía

26 Porque si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio por los pecados, 27 sino una horrenda expectación de juicio y ardor de fuego que consumirá a los adversarios. 28 Si alguno rechaza la ley de Moisés, muere sin compasión por [el testimonio] de dos o tres testigos. 29 ¿Cuán peor castigo pensáis que merecerá aquel que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha tenido por inmunda la sangre del pacto en la que había sido santificado, y que ha insultado al Espíritu de gracia? 30 Porque conocemos al que dijo: «Mía es la venganza; yo daré el pago.» [Deuteronomio 32:35] Y de nuevo: «Juzgará el Señor° a su pueblo.» [Deuteronomio 32:36] 31 ¡Terrible cosa es caer en manos del Dios vivo!

Motivos para perseverar

32 Pero recordad los días anteriores, en los que, después de haber sido iluminados, soportasteis un gran conflicto de sufrimientos; 33 unas veces expuestos públicamente a oprobios y aflicciones; otras, hechos solidarios de los que eran así tratados. 34 Porque habéis mostrado compasión con los prisioneros, y habéis aceptado con gozo ser desposeídos de vuestros bienes, sabiendo que tenéis vosotros mismos una mejor y permanente posesión. 35 No desechéis, pues, vuestra confianza que tiene una gran recompensa. 36 Porque tenéis necesidad de paciencia para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, recibáis la promesa. 37 Porque dentro de muy poco tiempo, «el que ha de venir vendrá: no tardará. 38 Pero el justo vivirá por fe; y si alguno se vuelve atrás, mi alma no se complacerá en él.» [Habacuc 2:3, 4] 39 Pero nosotros no somos de los que se retiran para perdición, sino de los que tienen fe para salvación del alma.

Capítulo 11

La fe: su naturaleza, sus efectos y las promesas que se vinculan
Salmo 33:6, 9; Juan 8:561 Pedro 1:8

1 La fe es la certidumbre de las cosas esperadas, la convicción de las realidades que aún no se ven. 2 Porque por ella los antiguos recibieron testimonio. 3 Por la fe entendemos que los mundos fueron ordenados por la palabra de Dios; de manera que lo que se ve, fue hecho de cosas que no se veían.

Testigos fieles del Antiguo Testamento

4 Por la fe Abel ofreció a Dios un mejor sacrificio que Caín; mediante el cual se le dio testimonio de que era justo, atestiguando Dios respecto a sus dones; y mediante ellos, incluso muerto, aún habla. 5 Por la fe Enoc fue trasladado para que no viese la muerte; y no fue hallado, porque le trasladó Dios; porque antes del traslado obtuvo testimonio de haber agradado a Dios. 6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que existe, y que recompensa a los que le buscan. 7 Por la fe Noé, advertido por Dios acerca de lo que aún no se veía, con reverente temor preparó un arca para la salvación de su casa; por esa arca condenó al mundo, y vino a ser heredero de la justicia que es según la fe. 8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir a un lugar que iba a recibir por herencia; y salió sin saber adónde iba. 9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra de la promesa como [en tierra] ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10 porque esperaba la ciudad que tiene [los] cimientos; cuyo arquitecto y hacedor es Dios. 11 Por la fe también Sara misma recibió poder para concebir un hijo, cuando ya había pasado la edad, porque consideró fiel a aquel que había prometido. 12 Por lo cual también de uno, ya casi muerto, nacieron como las estrellas del cielo en multitud, e innumerables como los granos de arena a la orilla del mar. 13 En la fe murieron todos estos, no habiendo obtenido las promesas; pero las vieron y las saludaron de lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14 Porque los que tales cosas dicen, manifiestan que buscan una patria. 15 Y, por cierto, si se hubiesen acordado de la de donde salieron, tiempo habrían tenido para regresar. 16 Pero ahora aspiran a una mejor, es decir, la celestial. Por lo cual Dios no se avergüenza de ellos, ni de ser llamado Dios suyo; porque les preparó una ciudad. 17 Por la fe Abraham, siendo probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía a su hijo único, 18 de quien se había dicho: «En Isaac te será llamada descendencia;» [Génesis 21:12] 19 estimando que Dios podía resucitarle aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también lo volvió a recibir. 20 Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú respecto al porvenir. 21 Por la fe Jacob, moribundo, bendijo a cada uno de los hijos de José; y adoró [apoyado] sobre el extremo de su bordón. 22 Por la fe José, al morir, hizo mención del éxodo de los hijos de Israel, y dio orden acerca de sus huesos. 23 Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido tres meses por sus padres; porque vieron que el niño era hermoso, y no temieron el edicto del rey. 24 Por la fe Moisés, ya hombre, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, 25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar por un tiempo de los deleites del pecado, 26 teniendo por mayor riqueza el vituperio de Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía puesta su mirada en la remuneración. 27 Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque perseveró como viendo al Invisible. 28 Por la fe celebró la Pascua y la aspersión de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no los tocase a ellos. 29 Por la fe atravesaron el mar Rojo como a través de tierra seca; mientras que, cuando los egipcios intentaron hacerlo, perecieron ahogados. 30 Por la fe los muros de Jericó cayeron tras ser rodeados durante siete días. 31 Por la fe Rahab, la ramera, no pereció con los que rehusaron creer, porque acogió a los espías en paz. 32 ¿Y qué más diré? Porque me faltará el tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, así como de Samuel y de los profetas; 33 los cuales por la fe conquistaron reinos, ejercieron la justicia, obtuvieron promesas, cerraron bocas de leones, 34 apagaron el poder del fuego, escaparon del filo de la espada, en su debilidad fueron revestidos de poder, se hicieron poderosos en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. 35 Mujeres recibieron por resurrección a sus muertos; otros fueron maltratados no aceptando la liberación, para obtener mejor resurrección. 36 Otros tuvieron prueba de burlas y azotes, y también de cadenas y cárcel; 37 fueron apedreados, puestos a prueba, aserrados, muertos a espada, anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de pieles de cabras, pasando necesidades, afligidos, maltratados 38 (de los cuales el mundo no era digno), errantes por desiertos y montañas, en cuevas y cavernas de la tierra. 39 Y todos estos habiendo recibido testimonio a causa de su fe, no alcanzaron la promesa, 40 habiendo previsto Dios algo mejor para nosotros; para que no lleguen a la perfección sin nosotros.

Capítulo 12

El ejemplo de Jesucristo

1 Por lo cual, nosotros también, teniendo a nuestro alrededor una nube de testigos tan grande, despojándonos de todo peso y del pecado que [nos] asedia, corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 fijos los ojos en Jesús, autor y consumador de nuestra fe, quien, por el gozo puesto delante de él, soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra de Dios. 3 Considerad, pues, al que soportó tal contradicción de los pecadores contra sí mismo, para que no os canséis ni desmayéis en vuestras almas. 4 Todavía no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;

La educación paternal de Dios

5 y habéis olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige: «Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor°, ni desmayes cuando eres reprendido por él; 6 porque el Señor disciplina al que ama, y azota a todo el que recibe por hijo.» [Proverbios 3:11, 12] 7 Si soportáis [la] disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿cuál es el hijo a quien su padre no disciplina? 8 Pero si estáis sin disciplina, de la que todos han participado, entonces sois bastardos y no hijos. 9 Además, tuvimos a nuestros padres naturales que nos castigaban, y los respetábamos; ¿no nos someteremos mucho más al Padre de los espíritus, y viviremos? 10 Porque aquellos nos disciplinaban por pocos días, según les parecía; pero este, para nuestro provecho, para que participemos de su santidad. 11 Al recibirla, ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero más tarde da fruto apacible de justicia a los que son ejercitados por ella. 12 Por lo cual, enderezad las manos caídas y las rodillas que titubean; 13 y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se desvíe, sino sea más bien sanado.

Perseverar en la fidelidad

14 Seguid la paz para con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor; 15 cuidando que nadie esté privado de la gracia de Dios; no sea que alguna raíz de amargura, al brotar, os perturbe, y por medio de ella muchos sean contaminados; 16 no sea que haya algún fornicario o profano, como Esaú, quien por un solo plato de comida vendió su derecho de primogenitura. 17 Porque sabéis que cuando después quiso heredar la bendición, fue rechazado, porque no encontró oportunidad de arrepentimiento, aunque procuró buscarla con lágrimas.

Los dos pactos

18 Porque no os habéis acercado a un monte palpable: fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, tempestad, 19 sonido de la trompeta y voz que hablaba, [la cual,] los que la oían, suplicaron que no se les hablara más; 20 porque no soportaban lo que se les mandaba: «Si aun una bestia toca el monte, será apedreada;» [Éxodo 19:13] 21 y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: ¡Estoy aterrado y tembloroso! 22 Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a miríadas de ángeles, 23 a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, 24 a Jesús, mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.

No rechazar las amonestaciones

25 Mirad que no rechacéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que rechazaron al que les amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si no escuchamos al que nos [amonesta] desde el cielo; 26 cuya voz sacudió la tierra entonces; pero ahora ha prometido, diciendo: «Una vez más sacudiré no solo la tierra, sino también el cielo.» [Ageo 2:6] 27 Y lo de una vez más, indica el cambio de las cosas movibles, como cosas creadas, para que permanezcan las que son inconmovibles. 28 Por lo cual, recibiendo un reino inconmovible, tengamos gratitud, y por ella sirvamos a Dios como a él le agrada, con temor y reverencia; 29 porque también nuestro Dios es fuego que consume.

Capítulo 13

Diversas exhortaciones

1 Permanezca el amor fraternal. 2 No os olvidéis de la hospitalidad; porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. 3 Acordaos de los presos, como si estuvieseis presos con ellos; y de los maltratados, como estando también vosotros en el cuerpo. 4 Honroso sea, entre todos, el matrimonio y el lecho sin mancilla; porque Dios juzgará a los fornicarios y a los adúlteros. 5 Vuestra conducta sea sin avaricia, estando contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: «No te dejaré, ni te desampararé.» [Josué 1:5] 6 De manera que podemos decir confiadamente: «El Señor° es mi ayudador; no temeré: ¿qué me puede hacer el hombre?» [Salmo 118:6]

Sobre la fidelidad al Señor

7 Recordad a vuestros conductores, que os anunciaron la palabra de Dios; y considerando el final de su conducta, imitad su fe. 8 Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. 9 No os dejéis engañar por doctrinas diversas y extrañas; porque es bueno afirmar el corazón por la gracia, no por alimentos ceremoniales que de nada han aprovechado a los que los han comido. 10 Tenemos un altar del que no tienen derecho a comer los que sirven al tabernáculo. 11 Porque los cuerpos de los animales, cuya sangre es presentada por el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo como ofrenda por el pecado, son quemados fuera del campamento. 12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo con su propia sangre, padeció fuera de la puerta. 13 Así que salgamos a él, fuera del campamento, llevando su oprobio. 14 Porque no tenemos aquí ciudad permanente, pero buscamos la que está por venir. 15 Ofrezcamos, pues, por medio de él, un continuo sacrificio de alabanza a Dios, es decir, el fruto de labios que confiesa su nombre. 16 Pero, de hacer el bien y de la ayuda mutua, no os olvidéis; porque en tales sacrificios se complace Dios. 17 Obedeced a vuestros conductores y someteos a ellos, porque velan por vuestras almas, como los que han de rendir cuentas; para que lo hagan con gozo y no lamentándose, porque esto no os sería provechoso.

Deseos y saludos

18 Orad por nosotros, porque estamos seguros de tener buena conciencia, deseando conducirnos bien en todas las cosas. 19 Os ruego que con más empeño hagáis esto, para que yo os sea restituido más pronto. 20 Y el Dios de paz, que en virtud de la sangre del pacto eterno levantó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas, 21 os perfeccione en todo lo bueno para que hagáis su voluntad, obrando en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. 22 Os ruego, hermanos, que soportéis la palabra de exhortación; porque os he escrito brevemente. 23 Sabed que nuestro hermano Timoteo ha sido puesto en libertad, con quien, si viene pronto, os veré. 24 Saludad a todos vuestros conductores y a todos los santos. Los de Italia os saludan. 25 La gracia sea con todos vosotros.

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