Juan 3
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Nicodemo visita a Jesús
Mateo 18:3; Juan 1:12-13; 1 Pedro 1:3, 23
1 Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, principal de los judíos. 2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que eres un maestro venido de Dios, porque nadie puede hacer los milagros que tú haces, a menos que Dios esté con él. 3 Jesús le contestó: En verdad, en verdad te digo: A menos que el hombre nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Podrá acaso entrar por segunda vez en el seno de su madre, y nacer? 5 Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo, a menos que el hombre nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de arriba. 8 El viento sopla de donde quiere y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
9 Nicodemo le preguntó: ¿Cómo puede ser esto? 10 Jesús le respondió: ¿Tú eres un maestro de Israel y no entiendes esto? 11 En verdad, en verdad te digo, que hablamos de lo que sabemos, y testificamos de lo que hemos visto, y no recibís nuestro testimonio. 12 Si os he dicho cosas de la tierra y no creéis, ¿cómo creeréis si os digo cosas del cielo? 13 Nadie ha subido al cielo, sino aquel que descendió del cielo; es decir, el Hijo del hombre que está en el cielo. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, asimismo es necesario que el Hijo del hombre sea levantado; 15 para que todo aquel que cree en él tenga vida eterna.
16 Porque Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único para que todo aquel que cree en él, no perezca, sino que tenga vida eterna. 17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 Quien cree en él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado por no haber creído en el nombre del Hijo único de Dios. 19 Y esta es la condenación, que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace el mal, odia la luz, y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Pero, el que practica la verdad viene a la luz, para que sus obras sean puestas de manifiesto, porque han sido hechas en Dios.
El último testimonio de Juan el Bautista
22 Después de esto Jesús fue con sus discípulos a la tierra de Judea; allí pasó algún tiempo con ellos, y bautizaba. 23 Juan también estaba bautizando en Enón, junto a Salim, porque allí había abundancia de aguas; y venían las gentes y eran bautizadas; 24 porque todavía Juan no había sido puesto en la cárcel. 25 Se entabló entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación; 26 y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, el que estaba contigo más allá del Jordán, de quien tú has dado testimonio, he aquí que él bautiza, y todos van a él. 27 Respondió Juan: No puede el hombre recibir nada si no le es dado del cielo. 28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: No soy yo el Cristo; sino que he sido enviado delante de él. 29 El que tiene la esposa es el esposo, pero el amigo del esposo que lo asiste y lo oye se alegra mucho a la voz del esposo. Mi gozo, pues, es completo. 30 Él debe crecer, y yo debo menguar. 31 El que viene de arriba está por encima de todos; el que procede de la tierra, de la tierra es y de la tierra habla. El que del cielo viene, sobre todos está. 32 Lo que ha visto y oído, de eso da testimonio; y nadie recibe su testimonio. 33 Aquel que ha recibido su testimonio ha puesto su sello a esto, que Dios es veraz. 34 Pues aquel a quien Dios ha enviado, habla las palabras de Dios, porque Dios no le limita el Espíritu. 35 El Padre ama al Hijo y ha puesto todas las cosas en su mano. 36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.