Biblia paralela

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1 Les contó una parábola para mostrarles la necesidad de orar siempre y no desanimarse, Y PROPÚSOLES también una parábola sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar,
2 diciendo: Había un juez en una ciudad que no temía a Dios, ni respetaba a hombre. Diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía á Dios, ni respetaba á hombre.
3 Había también en aquella ciudad una viuda que venía muchas veces a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía á él diciendo: Hazme justicia de mi adversario.
4 Él se negó por algún tiempo; pero después se dijo: Aunque no temo a Dios, ni respeto a hombre, Pero él no quiso por algún tiempo; mas después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo á Dios, ni tengo respeto á hombre,
5 sin embargo, porque esta viuda me molesta, le haré justicia; no sea que, viniendo continuamente, me agote la paciencia. Todavía, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, porque al fin no venga y me muela.
6 Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. Y dijo el Señor: Oíd lo que dice el juez injusto.
7 ¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Tardará en responderles? ¿Y Dios no hará justicia á sus escogidos, que claman á él día y noche, aunque sea longánime acerca de ellos?
8 Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra? Os digo que los defenderá presto. Empero cuando el Hijo del hombre viniere, ¿hallará fe en la tierra?
9 Dijo también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás: Y dijo también á unos que confiaban de sí como justos, y menospreciaban á los otros, esta parábola:
10 Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro cobrador de impuestos. Dos hombres subieron al templo á orar: el uno Fariseo, el otro publicano.
11 El fariseo oraba de pie para sí mismo: Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni siquiera como este cobrador de impuestos. El Fariseo, en pie, oraba consigo de esta manera: Dios, te doy gracias, que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
12 Ayuno dos veces por semana; doy diezmos de cuanto poseo. Ayuno dos veces á la semana, doy diezmos de todo lo que poseo.
13 Pero el cobrador de impuestos, estando lejos y de pie, no quería ni alzar los ojos al cielo; sino que se daba golpes de pecho, diciendo: ¡Dios, ten misericordia de mí, pecador! Mas el publicano estando lejos no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que hería su pecho, diciendo: Dios, sé propició á mí pecador.
14 Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque todo aquel que se exalta, será humillado; pero el que se humilla, será exaltado. Os digo que éste descendió á su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado.
15 Le llevaban también niños recién nacidos para que los tocase, pero al ver esto los discípulos, los reprendieron. Y traían á él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos les reñían.
16 Entonces Jesús los llamó y dijo: Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. Mas Jesús llamándolos, dijo: Dejad los niños venir á mí, y no los impidáis; porque de tales es el reino de Dios.
17 En verdad os digo: El que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. De cierto os digo, que cualquiera que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
18 Un dignatario del pueblo le preguntó: Buen Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? Y preguntóle un príncipe, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?
19 Jesús le respondió: ¿Por qué me dices bueno? Nadie hay bueno, sino uno solo: Dios. Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? ninguno hay bueno sino sólo Dios.
20 Sabes los mandamientos: No cometas adulterio; no mates; no robes; no digas falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre. Los mandamientos sabes: No matarás: No adulterarás: No hurtarás: No dirás falso testimonio: Honra á tu padre y á tu madre.
21 Él entonces dijo: Todas estas cosas he cumplido desde mi juventud. Y él dijo: Todas estas cosas he guardado desde mi juventud.
22 Cuando Jesús oyó esto, le dijo: Te falta una cosa todavía: Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Y Jesús, oído esto, le dijo: Aun te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y da á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
23 Pero él, cuando oyó esto, se puso muy triste, porque era muy rico. Entonces él, oídas estas cosas, se puso muy triste, porque era muy rico.
24 Viéndolo tan afligido, Jesús dijo: Cuán difícilmente entran en el reino de Dios los que tienen riquezas. Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán dificultosamente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
25 Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios. Porque más fácil cosa es entrar un camello por el ojo de una aguja, que un rico entrar en el reino de Dios.
26 Los que le oían, dijeron: ¿Quién puede salvarse? Y los que lo oían, dijeron: ¿Y quién podrá ser salvo?
27 Él dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Y él les dijo: Lo que es imposible para con los hombres, posible es para Dios.
28 Pedro entonces dijo: Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado las posesiones nuestras, y te hemos seguido.
29 Entonces él les dijo: En verdad os digo: No hay nadie que haya dejado casa, o mujer, o hermanos, o padres, o hijos por el reino de Dios, Y él les dijo: De cierto os digo, que nadie hay que haya dejado casa, padres, ó hermanos, ó mujer, ó hijos, por el reino de Dios,
30 que no reciba muchas veces más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna. Que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.
31 Tomando a los doce, les dijo: Mirad que estamos subiendo a Jerusalén y serán cumplidas todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del hombre. Y Jesús, tomando á los doce, les dijo: He aquí subimos á Jerusalem, y serán cumplidas todas las cosas que fueron escritas por los profetas, del Hijo del hombre.
32 Porque será entregado a los gentiles, y se burlarán de él, será injuriado y escupido; Porque será entregado á las gentes, y será escarnecido, é injuriado, y escupido.
33 lo azotarán y lo matarán; y al tercer día resucitará. Y después que le hubieren azotado, le matarán: mas al tercer día resucitará.
34 Pero ellos no entendieron nada de esto; y esta declaración les estaba oculta, y no comprendían lo que se les decía. Pero ellos nada de estas cosas entendían, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se decía.
35 Sucedió que al acercarse él a Jericó, un ciego estaba mendigando sentado junto al camino. Y aconteció que acercándose él á Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando;
36 Al oír la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. El cual como oyó la gente que pasaba, preguntó qué era aquello.
37 Le dijeron que Jesús de Nazaret pasaba. Y dijéronle que pasaba Jesús Nazareno.
38 Entonces clamó, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David!, ¡ten compasión de mí! Entonces dió voces, diciendo: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí.
39 Los que iban delante le reprendían para que callase; pero él gritaba todavía más: ¡Hijo de David!, ¡ten compasión de mí! Y los que iban delante, le reñían que callase; mas él clamaba mucho más: Hijo de David, ten misericordia de mí.
40 Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando el ciego se acercó, le preguntó: Jesús entonces parándose, mandó traerle á sí: y como él llegó, le preguntó,
41 ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: ¡Señor, que recobre la vista! Diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que vea.
42 Jesús le dijo: Recobra la vista; tu fe te ha sanado. Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha hecho salvo.
43 Al instante recobró la vista, y lo seguía glorificando a Dios. Viendo esto todo el pueblo, daba alabanza a Dios. Y luego vió, y le seguía, glorificando á Dios: y todo el pueblo como lo vió, dió á Dios alabanza.
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