11 - Preparación para las comunicaciones divinas (Capítulo 10)

El libro de Daniel


Los últimos tres capítulos forman una sección completa del libro de Daniel, presentando una previsión de hechos históricos relacionados con los tratos de los poderes gentiles con el pueblo terrenal de Dios desde el tiempo de la monarquía persa hasta su liberación final bajo el reinado de Cristo.

Daniel 10 al 11:1: es una introducción, dando las circunstancias en las que Daniel recibió estas comunicaciones finales.

Daniel 11: presenta un esquema profético de los acontecimientos que tienen lugar en relación con los reyes de los países del norte y del sur de la Tierra santa.

Daniel 12: predice el trato de Dios con el remanente fiel de los judíos cuando la nación atraviesa por la gran tribulación de los tres años y medio que preceden al reinado de Cristo.

Daniel 10, nos dice el momento en que Daniel recibió estas comunicaciones, el estado de su alma y las circunstancias en que se hicieron.

11.1 - Versículo 1

Estas cosas fueron reveladas a Daniel en el tercer año de Ciro, rey de Persia. Por Esdras 1:1, sabemos que en el primer año de este rey se dictó un decreto por el que se liberaba a los judíos para que regresaran a su tierra. Evidentemente, Daniel no se había aprovechado de este decreto, porque, en el tercer año de Ciro, todavía se encuentra junto al río Hidekel en la tierra de Asiria. Aquí se le revela a Daniel la solemne verdad de que, a pesar del regreso parcial del cautiverio, todavía le espera a su pueblo «el tiempo determinado de prueba» (J.N. Darby), y que este triste tiempo será largo.

11.2 - Versículos 2-3

Aunque Daniel permaneció en la tierra del cautiverio, no fue en absoluto indiferente a la condición del pueblo de Dios. Esto se ve claramente por el estado de su alma. Durante tres semanas se lamentó y renunció a la carne y al vino. La naturaleza podría haber visto en el regreso parcial un renacimiento del pueblo de Dios, y un nuevo comienzo en su historia espiritual que requería exultación, fiesta y regocijo. El hombre de Dios, sin embargo, siente el pasado doloroso del pueblo de Dios, su debilidad actual, aunque esté libre para volver a su país, y, sobre todo, prevé las ulteriores penas que le esperan antes de alcanzar su liberación definitiva. Entre los que regresaron, sabemos, en efecto, que la generación más joven daba «gritos de alegría», pero los ancianos «lloraban en alta voz» (Esd. 3:12). Con el mismo espíritu, el anciano Daniel se lamenta en la tierra del cautiverio.

Sería bueno para el pueblo de Dios que cada reavivamiento de gracia entre ellos se convirtiera en una ocasión para la confesión y el duelo, recordando que no habrá una liberación completa y final hasta que venga Cristo. En todo verdadero reavivamiento el pueblo de Dios, si es guiado por el Espíritu, se caracterizará por la oración y la confesión, más que por los gritos y la exultación. Cuanto más ruido y ostentación, menos hay de Dios en cualquier movimiento entre su pueblo.

Además, esta condición correcta del alma prepara a Daniel para las comunicaciones que va a recibir. Alguien ha dicho en verdad: “¿Qué mayor error puede cometerse que suponer que podemos entrar en los secretos de Dios sin una preparación moral del corazón, o pensar que es posible entender las cosas divinas meramente a través de la audición o la lectura, o porque nos hemos alineado alrededor de ciertos líderes del pueblo de Dios, y hemos sostenido con entusiasmo sus enseñanzas? La humillación y el ayuno fueron los medios de Daniel para recibir estas revelaciones; y así ahora, solo cuando estamos moralmente fuera de las cosas de aquí –fuera de la gratificación de los sentidos y de las alegrías de la tierra, habiéndonos castigado a fondo, mediante la aplicación de la cruz, en la presencia de Dios– el Espíritu de Dios ilumina los ojos de nuestros corazones para comprender el pensamiento y la voluntad de Dios”.

11.3 - Versículos 4-6

Daniel, que se encuentra en una condición correcta del alma para recibir comunicaciones de Dios, tiene una visión maravillosa de un ser angélico glorioso, por el cual Dios comunicará su pensamiento. Ve al ángel, no como si hubiera asumido un simple ropaje para aparecer ante el hombre, sino en su propia gloria angélica, exponiendo su majestad, santidad y poder como mensajero divino.

11.4 - Versículos 7-11

Se nos cuenta entonces el efecto de la visión sobre Daniel y sus compañeros. Los hombres que estaban con Daniel no vieron la visión, pero sintieron la presencia de este ser celestial y, llenos de terror, huyeron para esconderse. Daniel, que se quedó solo en presencia del ángel, se llenó de temor y cayó al suelo, encontrando alivio en un profundo sueño. En esta posición, la mano del ángel lo toca y se pone sobre sus rodillas y las palmas de sus manos. El ángel habla entonces, asegurando a Daniel que es muy amado, y le hace ponerse en pie, aunque temblando. De este modo queda libre en presencia de este ser celestial para escuchar las comunicaciones de Dios.

11.5 - Versículo 12

Antes de revelar a Daniel las verdades especiales que había sido enviado a comunicarle, el ángel levanta el velo que oculta lo invisible y, en un pasaje único, nos da una visión de las actividades de los seres espirituales, ya sean buenos o malos, que están detrás de tantas cosas que ocurren en el mundo de los hombres. Alguien ha dicho: “Si hay conflictos en la tierra, provienen de conflictos superiores: los ángeles contendiendo con esos seres malignos, instrumentos de Satanás, que buscan constantemente frustrar los consejos de Dios con respecto a la tierra”.

Sabemos que los ángeles son, de manera especial, los guardianes del pueblo del Señor, «enviados para ayudar a los que van a heredar salvación» (Hebr. 1:14). Aquí aprendemos además que son los ejecutores de la voluntad de Dios detrás de todas sus operaciones providenciales entre los hombres; y en el cumplimiento de su misión, se les oponen seres espirituales malvados.

Tenemos, además, en esta escena la reconfortante seguridad de que Dios no es indiferente a los ejercicios y oraciones de su pueblo. Desde el primer momento en que Daniel puso su corazón en comprender el pensamiento de Dios, y en corregirse ante él, su oración fue escuchada. Podemos irritarnos contra los demás, y clamar contra su maldad, pero si queremos que nuestras oraciones sean eficaces, necesitamos, como Daniel, castigarnos en presencia de Dios.

En respuesta a estos ejercicios, el ángel había sido enviado para asegurarle a Daniel que es muy amado, para consolarlo en su dolor y para instruirlo en el pensamiento de Dios.

11.6 - Versículo 13

Aunque la oración de Daniel había sido escuchada el primer día en que había derramado su alma ante Dios, la respuesta a su oración se había retrasado tres semanas. El ángel indica la razón de este retraso. Había fuerzas espirituales antagónicas en acción. Durante tres semanas, el príncipe del reino de Persia había resistido al ángel enviado para responder a la oración de Daniel. El príncipe del reino de Persia es evidentemente un ser espiritual. En este versículo, Miguel, el Arcángel, es referido como «uno de los principales príncipes», y en el último capítulo como «el gran príncipe».

La Escritura insinúa claramente que, en el mundo espiritual, hay principados y potestades buenos, así como otros que son malos (Efe. 1:21; 6:12): y que, así como Dios ha destinado a ciertos seres angélicos, bajo la dirección de un príncipe angélico, para que guarden a su pueblo, así Satanás tiene poderes espirituales malignos, bajo un enemigo jurado, encargado de llevar a cabo su oposición a Dios entre las naciones del mundo.

En este conflicto particular entre poderes espirituales, Miguel, uno de los principales príncipes angélicos, había venido a ayudar al ángel enviado a Daniel. Este conflicto con el emisario de Satanás destinado a oponerse a la obra de Dios en el reino de Persia había retenido al ángel cerca de los reyes de Persia.

11.7 - Versículo 14

Terminado este conflicto de poderes espirituales, el ángel se acerca a Daniel y le informa que ha sido enviado para hacerle entender lo que le sucederá a su pueblo –los judíos– en los últimos días, y enfatiza el hecho de que la visión es todavía para muchos días.

En el curso de estas comunicaciones, encontraremos que se predicen muchos acontecimientos que ya han tenido su cumplimiento, pero su importancia radica en su conexión con el futuro, y la forma en que conducen a la manifestación del Anticristo y a la gran tribulación de los últimos días.

11.8 - Versículos 15-19

Conmocionado por la grandeza de estas comunicaciones hechas por un ser tan glorioso, Daniel siente su propia indignidad e impotencia. Inclina su rostro con humildad y enmudece. Sin embargo, es sostenido por un ser angélico a semejanza de un hombre que le toca los labios. Así se anima a hablar y a reconocer que la visión lo había llenado de tristeza, lo había dejado completamente débil, con un sentimiento de su propia indignidad para conversar con este mensajero celestial.

Nuevamente el ángel lo toca, le imparte fuerza, le asegura que personalmente es muy amado, que nada tiene que temer, lo llena de la paz de Dios y lo exhorta a ser fuerte. Daniel, habiendo derramado así su alma ante Dios, tiene la paz de Dios derramada en su corazón (véase Fil. 4:6-7). El resultado es que Daniel está fortalecido y puede decir al ángel: «Hable a mi señor, porque me has fortalecido».

11.9 - Versículo 20 al capítulo 11:1

Desde este momento Daniel se convierte en oyente. El ángel le informa que está a punto de volver a luchar con los príncipes angélicos satánicos de Persia y Grecia. Antes de emprender este nuevo conflicto contra el mal espiritual, le revelará a Daniel lo que está establecido en la Escritura de la verdad. Las revelaciones de los capítulos 11 y 12 han sido anotadas en la Escritura para nuestro beneficio.

A Daniel se le asegura que Miguel, uno de los principales príncipes, es el príncipe espiritual destinado a proteger los intereses del pueblo terrenal de Dios. El ángel enviado a Daniel ya había sido utilizado para confirmar y fortalecer a Darío el Medo. Esta declaración puede arrojar gran luz sobre el hecho de que Darío fuera tan favorable a Daniel (véase Dan. 6:14-28). En Daniel 6 tenemos la historia externa; en Daniel 10 y Daniel 11:1, vemos el conflicto espiritual detrás de la historia. Ahora aprendemos que la hostilidad de los enemigos de Daniel era el resultado de la maldad espiritual que actuaba detrás de la escena, así como el favor mostrado a Daniel por Darío era el resultado de que el rey fue confirmado y fortalecido por el mensajero angélico de Dios, sin que los enemigos de Daniel o sus amigos fueran conscientes de las actividades de estos seres espirituales.