1 - Introducción — Una visión general

El libro de Daniel


El libro del profeta Daniel trata del período de la historia del mundo que se llama en la Escritura “los tiempos de los gentiles” (Lucas 21:24).

De Deuteronomio 32:8-9 aprendemos que, cuando el Altísimo repartió la tierra entre las naciones, tuvo en cuenta a los hijos de Israel, su pueblo elegido. Además, fue a través de Israel, como centro de las naciones, que Dios gobernó la tierra; pues se nos dice definitivamente que el trono de Israel era «el trono de Jehová», como leemos: «Se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová» (1 Crón. 29:23).

Por el fracaso de los reyes y del pueblo de Israel, hubo un tiempo en que Dios dejó de gobernar la tierra desde Sion como centro. Sin embargo, sabemos por el Salmo 2 que, en el día venidero, Dios volverá a gobernar toda la tierra desde Sion a través de Cristo como Rey. Mirando hacia ese día, Dios puede decir: «Pero yo he puesto mi Rey sobre Sion, mi santo monte». Entonces se nos dice la gloria del Rey y la extensión de su dominio. Él es el Hijo, y su reino llegará hasta los confines de la tierra (Sal. 2:6-9).

Ahora bien, el libro de Daniel trata del período de la historia del mundo entre estos dos acontecimientos: el desmoronamiento y el apartamiento de Israel en el gobierno, y el establecimiento del reino de Cristo desde Sion en medio del Israel restaurado. Durante este tiempo el gobierno del mundo pasa de Israel a los gentiles, y la nación de Israel, dejando de ser la cabeza de las naciones, es sometida a los gentiles. Por esta razón este período se llama “los tiempos de los gentiles”. Es obvio que Israel, como nación, todavía está dispersa y en sujeción a los gentiles, y que el reinado de Cristo aún no ha llegado, por lo que los tiempos en que vivimos son todavía “los tiempos de los gentiles”.

Surgen dos grandes preguntas de forma muy natural. En primer lugar, ¿cómo utilizarán los gentiles el poder de gobierno que se ha confiado a su responsabilidad? En segundo lugar, ¿cuál será la historia del antiguo pueblo de Dios durante el tiempo en que esté sometido al poder de los gentiles, y cómo se verán afectadas las promesas de Dios a su pueblo terrenal por su sometimiento a los gentiles? La respuesta a estas importantes preguntas es el gran tema del libro de Daniel. Aprenderemos que, durante los tiempos de los gentiles, el gobierno de Dios ya no es un gobierno abierto y directo desde un centro terrenal, sino que adopta una forma oculta de gobierno desde el cielo. Por esta razón, en el curso del libro, encontramos que cuatro veces se hace referencia a Dios como el Dios del cielo, una vez como el Rey del cielo, y una vez como el Señor del cielo.

Sin embargo, mientras Dios está por encima de todo, trabajando siempre entre bastidores, encomienda el gobierno exterior del mundo a los gentiles bajo una forma de gobierno totalmente nueva en la tierra. Dios establece un sistema de gobierno por “unidad imperial”. Como otro ha dicho: “En lugar de que las naciones independientes tengan cada una su propio gobernante, Dios mismo sanciona en su providencia la entrega de todas las naciones de la tierra a la autoridad absorbente de un solo individuo”. Esta es la forma característica de gobierno dada a las naciones durante “los tiempos de los gentiles”.

Daniel da un esquema profético de este tiempo, mostrando el ascenso y la caída de cuatro grandes poderes gentiles sucesivos. Muestra, además, cómo los gentiles se desmoronarán completamente en el ejercicio del gobierno, utilizándolo para su propia gloria y engrandecimiento, en lugar de tener a Dios y su gloria en vista. Además, se le revela a Daniel que la actitud de las potencias gentiles hacia el antiguo pueblo de Dios será, en su mayoría, de oposición y persecución.

Por último, Daniel predice que los gentiles, habiéndose descompuesto completamente en el gobierno, serán juzgados y apartados por la introducción del reinado de Cristo y la restauración de Israel.

El hecho de que el libro de Daniel trate de los tiempos en que vivimos lo hace de gran interés e importancia práctica para el cristiano. No solo hay grandes lecciones morales que aprender de la conducta fiel de Daniel y sus compañeros, sino que, por las profecías del libro, se nos “advierte de cosas que aún no se han visto”, para que, estando advertidos, podamos vivir separados de un mundo condenado por el juicio y mantenernos en calma de espíritu en medio de su agitación.

Las principales divisiones del libro son las siguientes:

  • Daniel 1. La introducción, mostrando que, a pesar del fracaso de Israel, Dios todavía reserva un remanente fiel de su antiguo pueblo durante el tiempo de la dominación gentil, y que no se deja a sí mismo sin un testigo; además, el espíritu de profecía y la comprensión en los caminos de Dios se encuentra en este remanente.
  • Daniel 2 al 6. La historia profética de los tiempos de los gentiles en su forma externa ante los hombres, presentando las características morales de las cuatro grandes monarquías, su fracaso en el gobierno y su juicio final por el establecimiento del Reino de Cristo.
  • Daniel 7 al 11. La historia profética de las cuatro grandes monarquías gentiles tal como las ve Dios, y su relación y trato con el antiguo pueblo de Dios.
  • Daniel 12. La conclusión y el anuncio profético del establecimiento final en la bendición del remanente piadoso de Israel.

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