10 - Capítulo 10 – Conclusión
Estudios sobre el libro de Ester
El capítulo 10 es como un apéndice que resume en pocas palabras el desenlace final de los acontecimientos precedentes. El poder soberano, del que Asuero es el representante, ve, tras la liberación de los judíos, cómo todo el país, y mucho más allá, las costas marítimas que no pertenecían originariamente al rey, se someten y pagan tributo; débil imagen de la instauración del reino de Cristo sobre el mundo entero.
Mardoqueo es grande, exaltado por el Soberano, establecido segundo después de Asuero, es decir, ocupando una posición subordinada en relación con el poder supremo. Así será la exaltación de Cristo como gobernante de las naciones. Como dice Isaías: «Mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto. Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres, así asombrará él a muchas naciones; los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído» (52:13-15; véase también Mal. 1:11).
Pero el carácter de Mardoqueo hacia su pueblo está especialmente marcado aquí: –era «grande entre los judíos», prosperando en su magnificencia (Sal. 45:4); –«estimado por la multitud de sus hermanos», como el hijo de Isaías de antaño (1 Sam. 18:5); –«procuró el bienestar de su pueblo», como David, el Ungido, buscará el bien de Jerusalén (Sal. 122:9), o como Jehová pensará hacer el bien a la casa de Judá (Zac. 8:15) «habló paz para todo su linaje». Este libro termina, pues, en el momento en que comienza el reinado de paz. Todo este pueblo, antes oprimido, es reconocido como la raza (o simiente) de Mardoqueo. ¡Qué final! Así se cumple en cierta medida este dicho: «En la tierra paz, y su buena voluntad para con los hombres» (Lucas 2:14).