2 - Capítulo 2

Sinopsis — Marcos


2.1 - Los derechos divinos de perdón en ejercicio

Después, él entra otra vez en la ciudad, y una multitud se reúne inmediatamente. ¡Qué vivo retrato de la vida de servicio del Señor! Él les predica. Este era su objetivo y su servicio (véase el cap. 1:38). Pero de nuevo, al dedicarse al humilde cumplimiento de este servicio tal como le había sido encomendado, su mismo servicio, su amor –porque, ¿quién sirve como Dios cuando se digna hacerlo?– esta dedicación presenta sus derechos divinos. Conocía la verdadera fuente de todos esos males, y podía introducir sus remedios. «Tus pecados», dijo al pobre paralítico, quien fue le traído con una fe que superó las dificultades, perseverando a pesar de ellas –esa perseverancia de la fe que es alimentada por el sentimiento de necesidad, y por la certeza de que se hallará poder en Aquel que es buscado– «tus pecados te son perdonados» (2:5). Para el razonamiento de los escribas, él da una respuesta que silenciaba a todo negador. Ejerce el poder que le autoriza a pronunciar el perdón del pobre sufriente [3].

[3] Debemos distinguir entre el perdón gubernamental y el perdón absoluto de los pecados. Solo que, tal como es el hombre, no podría haber existido el primero sin este último. Pero hasta que Cristo no fue rechazado y muerto, esto no fue plenamente sacado a la luz.

La murmuración de los escribas puso en doctrinal evidencia quién estaba allí; puesto que el veredicto de los sacerdotes, que declaran limpio al leproso, pone el sello de su autoridad sobre la verdad de que Jehová, el sanador de Israel, estaba allí. Aquello que Jesús lleva a cabo es su obra, su testimonio. El efecto es poner de manifiesto que Jehová está allí, y que ha visitado a su pueblo. Es el Salmo 103 el que se cumple, con respecto a los derechos y la revelación de la Persona de Aquel que obraba.

2.2 - El llamado de Leví, de pecadores, un nuevo progreso del ministerio del Señor

Jesús deja la ciudad; el pueblo se reúne en torno a él; y de nuevo los enseña. El llamado de Leví da ocasión para una nueva fase de su ministerio. Él vino a llamar a pecadores, y no a justos. Después de esto, les dice que no podía colocar la nueva energía divina, desplegada en él mismo, en las viejas formas del fariseísmo. Y había otra razón para ello –la presencia del Esposo. ¿Cómo podían los que están de bodas ayunar mientras el esposo estuviera con ellos? Este les sería quitado, y entonces sería el momento de ayunar. Él continúa, insistiendo en la incompatibilidad entre los viejos odres judíos y el poder del Evangelio. Este último no haría sino subvertir el judaísmo, al cual ellos procuraban apegarse. Aquello que sucedió cuando los discípulos pasaron por los sembrados, confirma esta doctrina.

2.3 - Las cosas nuevas de gracia y poder; las cosas viejas pasaron

Las ordenanzas perdieron su autoridad en presencia del Rey constituido por Dios, rechazado y peregrino en la tierra. Además, el día de reposo –una señal del pacto entre Dios y los judíos– fue hecho para el hombre, y no el hombre para el día de reposo. Como Hijo de David rechazado, las ordenanzas perdieron su fuerza y le fueron subordinadas. Como Hijo del hombre poseedor (delante de Dios) de todos los derechos que Dios había otorgado a los hombres, él era Señor del día de reposo, día que fue hecho para el hombre. En principio, las cosas viejas habían pasado. Se trata, de hecho, de las cosas nuevas en gracia y poder, que no admitían el antiguo orden de cosas. Pero la pregunta era si Dios podía actuar en gracia y otorgar bendición, soberanamente, a su pueblo –si acaso él tenía que someterse a la autoridad de los hombres que esgrimen sus ordenanzas en contra de su bondad, o bien tenía que hacer el bien conforme a su propio poder y amor que estaban por encima de todo. ¿Iba el hombre a poner límites a la operación de la bondad de Dios? Y esto, a decir verdad, era el vino nuevo que el Señor trajo al hombre.