Biblia paralela

# Moderna 1929 actualizada 2020 close Reina-Valera revisada 1909 close
1 ¡Hermanos y padres, escuchad mi defensa que ahora hago ante vosotros! VARONES hermanos y padres, oíd la razón que ahora os doy.
2 Al oír que les hablaba en lengua hebrea, guardaron mayor silencio; y Pablo dijo: (Y como oyeron que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio.) Y dijo:
3 Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado y educado en esta ciudad a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, siendo celoso de Dios, así como vosotros lo sois hoy. Yo de cierto soy Judío, nacido en Tarso de Cilicia, mas criado en esta ciudad á los pies de Gamaliel, enseñado conforme á la verdad de la ley de la patria, celoso de Dios, como todos vosotros sois hoy.
4 Perseguí este Camino hasta la muerte, atando tanto a hombres como a mujeres, y echándolos en la cárcel. Que he perseguido este camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles hombres y mujeres:
5 Como también pueden atestiguar el sumo sacerdote y todo el cuerpo de los ancianos, de quienes asimismo recibí cartas para ir a los hermanos en Damasco, con el fin de traer presos a Jerusalén a los que allí se hallaban, para que fuesen castigados. Como también el príncipe de los sacerdotes me es testigo, y todos los ancianos; de los cuales también tomando letras á los hermanos, iba á Damasco para traer presos á Jerusalem aun á los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.
6 Sucedió que caminando yo, cerca de Damasco, hacia el mediodía, de repente una gran luz brilló del cielo rodeándome. Mas aconteció que yendo yo, y llegando cerca de Damasco, como á medio día, de repente me rodeó mucha luz del cielo:
7 Caí a tierra, y oí una voz que me decía: ¡Saulo, Saulo!, ¿por qué me persigues? Y caí en el suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
8 Yo respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús el Nazareno, a quien tú persigues. Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, á quién tú persigues.
9 Los que estaban conmigo vieron en verdad la luz, pero no entendieron la voz del que me hablaba. Y los que estaban conmigo vieron á la verdad la luz, y se espantaron; mas no oyeron la voz del que hablaba conmigo.
10 Yo dije: ¿Qué debo hacer, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate y ve a Damasco; allí te será dicho todo cuanto está ordenado que hagas. Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve á Damasco, y allí te será dicho todo lo que te está señalado hacer.
11 Como no veía a causa del resplandor de aquella luz, conducido de la mano por mis acompañantes llegué a Damasco. Y como yo no viese por causa de la claridad de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, vine á Damasco.
12 Un tal Ananías, hombre piadoso según la ley, que tenía un buen testimonio de todos los judíos que residían allí, Entonces un Ananías, varón pío conforme á la ley, que tenía buen testimonio de todos los Judíos que allí moraban,
13 vino a verme y, acercándose a mí, me dijo: Hermano Saulo, recupera la vista; y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo vi. Viniendo á mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella hora le miré.
14 Él dijo: El Dios de nuestros padres te escogió de antemano para conocer su voluntad, ver al Justo y oír una voz de su boca. Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha predestinado para que conocieses su voluntad, y vieses á aquel Justo, y oyeses la voz de su boca.
15 Porque serás testigo suyo ante todos los hombres de lo que has visto y oído. Porque has de ser testigo suyo á todos los hombres, de lo que has visto y oído.
16 Ahora, ¿qué esperas? Levántate, sé bautizado y lavado de tus pecados, invocando su nombre. Ahora pues, ¿por qué te detienes? Levántate, y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.
17 Me sucedió al volver a Jerusalén que, orando en el templo, caí en éxtasis. Y me aconteció, vuelto á Jerusalem, que orando en el templo, fuí arrebatado fuera de mí.
18 Y le vi que me decía: Date prisa y sal de Jerusalén, porque no recibirán tu testimonio respecto a mí. Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prestamente fuera de Jerusalem; porque no recibirán tu testimonio de mí.
19 Yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba y golpeaba en las sinagogas a los que creían en ti; Y yo dije: Señor, ellos saben que yo encerraba en cárcel, y hería por las sinagogas á los que creían en ti;
20 y cuando se derramaba la sangre de tu testigo Esteban, yo estaba presente y de acuerdo, guardando las ropas de los que lo mataban. Y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo también estaba presente, y consentía á su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban.
21 Y me dijo: ¡Vete! Porque te enviaré lejos a los gentiles. Y me dijo: Ve, porque yo te tengo que enviar lejos á los Gentiles.
22 Le escucharon hasta esta palabra; entonces levantaron la voz, diciendo: ¡Quita de la tierra a ese individuo, porque no se le debe permitir que viva! Y le oyeron hasta esta palabra: entonces alzaron la voz, diciendo: Quita de la tierra á un tal hombre, porque no conviene que viva.
23 Como ellos gritaban y arrojaban sus ropas, echando polvo al aire, Y dando ellos voces, y arrojando sus ropas y echando polvo al aire,
24 el comandante mandó que lo metieran en la fortaleza, diciendo que lo azotaran para descubrir por qué causa gritaban así contra él. Mandó el tribuno que le llevasen á la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él.
25 Pero cuando lo estaban sujetando con las correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un romano sin que sea condenado? Y como le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar á un hombre Romano sin ser condenado?
26 Al oírlo el centurión, fue al comandante y se lo advirtió, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es romano. Y como el centurión oyó esto, fué y dió aviso al tribuno, diciendo ¿Qué vas á hacer? porque este hombre es Romano.
27 Se acercó el comandante, y le preguntó: Dime, ¿eres tú romano? Y viniendo el tribuno, le dijo: Dime, ¿eres tú Romano? Y él dijo: Sí.
28 Él contestó: Sí. Respondió el comandante: Yo con gran suma adquirí este derecho de ciudadanía. A lo que Pablo dijo: Pero yo nací con ella. Y respondió el tribuno: Yo con grande suma alcancé esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero yo lo soy de nacimiento.
29 Al instante los que iban a cuestionarlo se apartaron de él; también el comandante tuvo temor, al saber que era romano, y que le había atado. Así que, luego se apartaron de él los que le habían de atormentar: y aun el tribuno también tuvo temor, entendido que era Romano, por haberle atado.
30 Al día siguiente, queriendo saber con certeza de qué le acusaban los judíos, lo soltó y mandó reunirse a los jefes de los sacerdotes y a todo el Sanedrín; y trayendo a Pablo, lo presentó ante ellos. Y al día siguiente, queriendo saber de cierto la causa por qué era acusado de los Judíos, le soltó de las prisiones, y mandó venir á los príncipes de los sacerdotes, y á todo su concilio: y sacando á Pablo, le presentó delante de ellos.
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