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Nuevo Testamento

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2 Corintios 4

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Presencia de Cristo en el ministerio apostólico
1 Corintios 2:1-5; 2 Corintios 2:14-17; 1 Tesalonicenses 2:1-6; 2 Timoteo 2:8-11

1 Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio, según la misericordia que se nos otorgó, no desfallecemos, 2 sino que, renunciando a las vergonzosas cosas ocultas, no andamos con astucia, ni falsificamos la palabra de Dios; pero por la manifestación de la verdad, nos recomendamos a toda conciencia humana en la presencia de Dios. 3 Pero si aún nuestro evangelio está encubierto, lo está para los que se pierden, 4 en los que el dios de este siglo ha deslumbrado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean con claridad la iluminación del evangelio de la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios. 5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús. 6 Porque el Dios que dijo que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo.

Un tesoro en vasos de barro
2 Corintios 6:3-10; 1:5-112 Timoteo 2:8-11

7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros. 8 Atribulados en todo, pero no angustiados; perplejos, pero no desesperados; 9 perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos; 10 llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. 11 Porque nosotros, los que vivimos, siempre somos entregados a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 12 De manera que la muerte obra en nosotros, pero la vida en vosotros. 13 Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según está escrito: «Creí, por eso hablé;» [Salmo 116:10] nosotros también creemos, por eso también hablamos; 14 sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, también nos resucitará a nosotros con Jesús, y nos presentará con vosotros. 15 Porque todas las cosas son para vosotros; para que la gracia, abundando por medio de muchos, multiplique las acciones de gracias para gloria de Dios.

La esperanza del cielo
Romanos 8:17-25; 1 Pedro 1:6-9; 1 Juan 3:2-3

16 Por eso no nos cansamos; porque cuando nuestro hombre exterior va decayendo, el hombre interior se va renovando de día en día. 17 Ya que nuestra ligera aflicción momentánea produce en medida sobreabundante un peso eterno de gloria; 18 no fijando nuestros ojos en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

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