2 Corintios 2
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1 Pero decidí en mí mismo esto; que no iría a vosotros otra vez con tristeza. 2 Porque si yo os entristezco, ¿quién será aquel que me alegrará, sino aquel que fue entristecido por mí? 3 Y os he escrito esto mismo para que, al llegar, no tenga tristeza de parte de los que debían alegrarme, confiando en todos vosotros que mi gozo es de todos vosotros. 4 Porque con gran aflicción y angustia de corazón, os escribí con muchas lágrimas; no para que fueseis entristecidos, sino para que conocieseis el gran amor que os tengo.
Pablo perdona al ofensor
Lucas 17:3; 2 Corintios 7:5-16
5 Y si alguno ha causado tristeza, no es a mí a quien ha entristecido, sino en cierta medida (sin exagerar) a todos vosotros. 6 Le basta a esta persona la reprimenda [dada] por la mayoría. 7 Así que, al contrario, más bien debéis perdonarle y consolarle, no sea que dicha persona sea consumida por una excesiva tristeza. 8 Por lo cual os ruego que reafirméis vuestro amor hacia él. 9 Porque para esto también os escribí, para conocer la prueba de vosotros, si sois obedientes en todo. 10 Y al que vosotros algo perdonáis, yo también; porque lo que yo también he perdonado, si algo he perdonado, [ha sido] por vosotros en presencia de Cristo, 11 para que Satanás no se aproveche de nosotros; porque no ignoramos sus intenciones.
La inquietud de Pablo
12 Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, y una puerta me fue abierta en el Señor, 13 no tuve sosiego en mi espíritu, por no haber hallado a Tito, mi hermano; por lo cual, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.
Romanos 15:17-19; 1 Corintios 1:17-24; 9:1-3; 2 Corintios 4:1-7
14 Pero gracias a Dios, quien siempre nos conduce en triunfo en Cristo, y por medio de nosotros manifiesta el olor de su conocimiento en todo lugar. 15 Porque para Dios somos el grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; 16 para estos, olor de muerte para muerte; para los otros, olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? 17 Porque no somos como muchos que trafican con la palabra de Dios; sino que, con sinceridad, como de parte de Dios, delante de Dios, hablamos en Cristo.