1 Corintios 15
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La resurrección de Cristo
Mateo 28; Lucas 24; Juan 20 al 21; Hechos 1:3; 9:1-7
1 Os hago saber, hermanos, el evangelio que os prediqué, que también recibisteis, en el cual también estáis firmes, 2 mediante el cual sois salvos si retenéis la palabra que os prediqué; a menos que hayáis creído en vano. 3 Porque en primer lugar os comuniqué lo que también recibí, que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4 que fue sepultado, y que fue resucitado al tercer día, conforme a las Escrituras; 5 y que fue visto por Cefas, y luego por los 12; 6 después fue visto por 500 hermanos a la vez, de los que la mayoría permanecen hasta ahora, aunque algunos duermen; 7 después fue visto por Jacobo, luego por todos los apóstoles; 8 y después de todos, como a uno nacido fuera de tiempo, me apareció también a mí. 9 Porque soy el menor de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la Iglesia de Dios. 10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia para conmigo no fue en vano; sino que he trabajado mucho más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. 11 Pues, bien sea yo o ellos, así predicamos, y así creísteis.
La resurrección de los muertos
Lucas 20:27-38; Romanos 5:12, 17
12 Pero si se predica que Cristo ha sido resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de vosotros que no hay resurrección de muertos? 13 Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha sido resucitado; 14 y si Cristo no ha sido resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana es también vuestra fe. 15 Y también somos hallados falsos testigos de Dios; porque testificamos contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es que los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no son resucitados, tampoco ha sido resucitado Cristo; 17 y si Cristo no ha sido resucitado, vana es vuestra fe; todavía estáis en vuestros pecados. 18 Entonces también los que se durmieron en Cristo han perecido. 19 Si solo para esta vida esperamos en Cristo, somos los más desdichados de todos los hombres.
Cristo ha resucitado
20 (Pero ahora Cristo ha sido resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron. 21 Porque ya que mediante un hombre vino la muerte, también mediante un hombre vino la resurrección de los muertos. 22 Porque como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados. 23 Pero cada uno en su propio orden: las primicias, Cristo; después los que son de Cristo, a su venida; 24 luego, el fin; cuando entregue el reino al Dios y Padre; cuando suprima todo principado y toda autoridad y poder. 25 Porque es menester que él reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. 26 El último enemigo que será destruido es la muerte. Porque «todo lo sometió bajo sus pies» [Salmo 8:6]. 27 Y cuando dice que todo le ha sido sometido, es evidente que está excluido el que le sometió todo a él. 28 Y cuando todas las cosas le hayan sido sometidas, entonces el Hijo mismo también se someterá al que le sometió a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos). 29 De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan en favor de los muertos, si verdaderamente los muertos no resucitan? ¿Por qué entonces se bautizan por ellos? 30 ¿Por qué también nosotros nos exponemos al peligro a toda hora? 31 Hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en Cristo Jesús, Señor nuestro, cada día estoy expuesto a la muerte. 32 Si como hombre luché con fieras en Éfeso, ¿de qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, «comamos y bebamos, porque mañana moriremos.» [Isaías 22:13] 33 No os dejéis engañar; las malas compañías corrompen las buenas costumbres. 34 Volved a vuestro sano juicio, y no sigáis pecando; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo.
El cuerpo de los resucitados
Daniel 12:2-3; Filipenses 3:20-21
35 Pero alguno dirá: ¿Cómo son resucitados los muertos? Y ¿con qué clase de cuerpo vienen? 36 ¡Insensato! Lo que tú siembras no es vivificado si no muere; 37 y lo que siembras no es el cuerpo que ha de ser, sino el grano desnudo, quizá de trigo, o de alguna otra semilla; 38 pero Dios le da el cuerpo que quiere, y a cada semilla su propio cuerpo. 39 No toda carne es la misma carne; sino que una carne es la de hombres; otra carne la de animales; otra carne la de aves; y otra la de peces. 40 Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrenales; pero una, en verdad, es la gloria de los celestiales, y otra, la de los terrenales. 41 Una es la gloria del sol; y otra es la gloria de la luna; y otra es la gloria de las estrellas; porque una estrella se diferencia de [otra] en gloria. 42 Así también es la resurrección de los muertos. El cuerpo se siembra en corrupción, resucita en incorrupción; 43 se siembra en deshonra, resucita en gloria; se siembra en debilidad, resucita en poder; 44 se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Si hay cuerpo natural, también hay cuerpo espiritual. 45 Así también está escrito: «El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente;» [Génesis 2:7] el último Adán, espíritu vivificador. 46 Pero no fue primero lo espiritual, sino lo natural, y después lo espiritual. 47 El primer hombre [fue] de la tierra, terrenal; el segundo hombre [es] del cielo. 48 Como el terrenal, así también los terrenales; y como el celestial, tales también los celestiales. 49 Y como llevamos la imagen del terrenal, también llevaremos la imagen del celestial.
El misterio de la resurrección de los creyentes
1 Tesalonicenses 4:13-18
50 Pero esto digo, hermanos, que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. 51 Mirad, os digo un misterio: No todos dormiremos, pero todos seremos cambiados, 52 en un instante, en un abrir y cerrar de ojo, en la última trompeta; porque sonará la trompeta, y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos cambiados. 53 Porque es necesario que esto corruptible revista la incorrupción, y esto mortal revista la inmortalidad. 54 Y cuando esto corruptible se revista de incorrupción, y esto mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que ha sido escrita: «¡La muerte ha sido sorbida por la victoria!» [Isaías 25:8] 55 «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde está, oh hades, tu victoria?» [Oseas 13:14] 56 El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley; 57 pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. 58 Por lo cual, amados hermanos míos, estad firmes, inconmovibles, abundando en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo no es vano en el Señor.