12 - El arrebato y la aparición


person Autor: Frank Binford HOLE 114

library_books Serie: Un mejor conocimiento de la fe cristiana

flag Tema: El arrebato de los santos


Es un hecho real que el Señor Jesús regresará. Sin embargo, muchas personas, incluso verdaderos creyentes, parecen no creerlo. Les parece utópico o místico, y no pueden evitar pensar que quienes lo proclaman con entusiasmo deben de estar utilizando figuras retóricas para referirse a algo trivial.

Pero, después de todo, ¿por qué habría de sorprendernos? Si ya ha llegado una vez, ¿por qué no dos?

Consideremos por un momento lo que ocurrió cuando vino por primera vez. Fue rechazado; su vida fue truncada; su misión pública de tres años y medio terminó en su muerte; siendo Dios manifestado en carne, al morir, efectuó la redención de su pueblo; y resucitó. ¿Podemos pensar que la historia termina ahí en lo que se refiere a esta tierra? ¿El rechazo del Creador del mundo por la criatura, sería la última palabra? En absoluto. Los hombres lo han despreciado en su humillación. Volverá con certeza con gloria.

Sin embargo, no se nos deja considerar lo que parece probable o razonable. La doctrina de la segunda venida es uno de los temas más comunes de la Escritura. El Antiguo Testamento se refiere a ella con frecuencia. En el Nuevo Testamento se revela claramente toda la verdad. De los muchos pasajes que podrían citarse, tomemos uno que es particularmente explícito.

«Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, volverá del mismo modo que lo habéis visto subir al cielo» (Hec. 1:11).

Este mensaje suena como un documento jurídico. Los juristas entran en grandes detalles sobre una declaración muy simple, porque creen que es necesario proteger sus palabras de una mala interpretación. Así que, aquí, hay muchas expresiones, casi repitiéndose, para frustrar cualquier intento de evadir o distorsionar este gran acontecimiento.

De este versículo, es evidente que el Señor Jesús vendrá él mismo como se fue. Se fue personalmente; por lo tanto, vendrá personalmente. Él realmente se fue como un hombre vivo –no fue la manifestación de un espíritu. Por lo tanto, él vendrá realmente como un hombre vivo. Se fue visiblemente; vendrá visiblemente. Se fue de la tierra; volverá a la tierra.

Sin embargo, un lector cuidadoso a menudo se queda perplejo al estudiar esta gran verdad, donde parece haber inconsistencias entre diferentes pasajes. Es necesario que tenga una llave que abra la puerta de la dificultad.

Esa llave es entender que en la segunda venida hay dos etapas diferentes que llamamos «el arrebato» y «la aparición».

Leamos cuidadosamente 1 Tesalonicenses 4:13 al 5:3. Observe que los creyentes de Tesalónica estaban preocupados por la muerte de algunos de ellos y pensaban que se perderían la gloria de la aparición y del reinado de Cristo. Pablo les dice que no se preocupen, porque tan cierto como que Jesús murió y resucitó, Dios los traerá a todos con Jesús cuando venga (v. 9). A continuación, el apóstol explica cómo se hará esto, cómo los que han muerto en Cristo se encontrarán con él en cuerpos de gloria para que puedan participar en su gloriosa aparición.

Esta explicación va precedida de «esto os lo decimos por palabra del Señor», indicando que lo que sigue no ha sido anunciado antes, sino que ha sido revelado recientemente: su autoridad para afirmarlo no son los escritos del Antiguo Testamento, sino la revelación directa del Señor.

La explicación es la siguiente: «El Señor mismo… descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivamos, los que quedamos, seremos arrebatados con ellos en las nubes para el encuentro del Señor en el aire; y así estaremos siempre con el Señor».

Ahora compare estas palabras con lo que está escrito en 1 Corintios 15:51-54, donde encontramos un hecho adicional declarado. «Los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos cambiados».

A la luz de estos dos pasajes entendemos que:

  1. El Señor mismo descenderá sobre las nubes con un grito de reunión.
  2. Su clamor despertará a los santos dormidos y los resucitará en cuerpos de gloria.
  3. Nosotros, los vivos, seremos entonces transformados en cuerpos similares de gloria.
  4. Todos los creyentes, vivos o muertos, serán arrebatados juntos para estar siempre con el Señor.

¡Oh, bendita hora de la realización de la esperanza que abrigamos!

Sin embargo, todo esto no afectará al mundo, aunque la repentina desaparición de multitudes de santos puede afectarlo. Pero la hora del castigo seguirá. Por eso, 1 Tesalonicenses 5 comienza haciendo una distincción entre la venida del Señor por sus santos, de la que se trata en el capítulo 4, y el «día del Señor», que no viene como un esposo a por su esposa, sino «como ladrón en la noche».

Cuando el Señor Jesús fue humillado como un cordero llevado al matadero, dijo a sus enemigos: «Esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas» (Lucas 22:53). Pero las cosas serán completamente al revés. No viene en humillación, sino en gloria; no como cordero al matadero, sino como el león de la tribu de Judá; no solo, sino «con sus miríadas» (Judas 14); no para someterse a sus enemigos, sino para poner a sus enemigos por estrado de sus pies. No es la hora pequeña del hombre y el triunfo efímero del mal; es el día grande y terrible del Señor.

El «día del Señor» no es un día de 24 horas, sino un intervalo de tiempo como el «día de la salvación». Es un período en el ciclo de «tiempos y estaciones» marcado por la absoluta supremacía y autoridad del Señor. Comienza con su manifestación pública en las nubes del cielo –su aparición con sus santos.

Es esta aparición pública, a la que tan a menudo aluden los profetas del Antiguo Testamento, que es la consumación de los caminos de Dios con Israel y la tierra. Prepara el camino para un juicio breve y violento que limpiará la tierra de su escoria antes de que se manifieste la gloria en el reinado milenario de Cristo.

Antes de esta aparición pública, ciertas cosas deben tener lugar como se predijo en la Escritura. El Señor Jesús mismo predijo claramente ciertos acontecimientos (Mat. 24; Marcos 13; Lucas 21). 2 Tesalonicenses 2, nos muestra que antes del día del Señor, primero debe haber la «apostasía» y la revelación relacionada del hombre de pecado, comúnmente llamado «Anticristo». En él el pecado encontrará su expresión culminante; él será su encarnación misma.

Cuando la iniquidad del hombre esté en su apogeo, Dios golpeará en juicio. El Señor Jesús, que ya ha llevado el juicio por nosotros, será entonces el Ejecutor, y se cumplirá la más antigua de todas las profecías dadas por boca de hombre: «He aquí, que vino el Señor con sus santas miríadas, para hacer juicio contra todos» (Judas 14-15). Antes de eso, los santos habrán sido «transformados» según 1 Corintios 15 y «arrebatados» según 1 Tesalonicenses 4; por tanto, estarán con él, glorificados, y cuando los cielos se abran y lo revelen en «llamas de fuego» para el juicio, estarán con él, y él será en aquel día «glorificado en sus santos y para ser, en ese día, admirado en todos los que creyeron» (2 Tes. 1:7-10).

Mientras tanto, nuestra tarea es «servir al Dios vivo y verdadero, y para esperar de los cielos a su Hijo» (1 Tes. 1:9-10).

12.1 - Lo que llamamos el «arrebato», ¿no es simplemente una forma bella y poética de hablar de la muerte de un santo?, y la aparición ¿no es lo que comúnmente se llama «el fin del mundo»?

La muerte de un santo se describe en las Escrituras como «partir y estar con Cristo» (Fil. 1:23). ¿No es el hecho de que vayamos para estar con Cristo totalmente diferente de su venida por nosotros? Además, cuando un santo muere y está con Cristo, su cuerpo está depositado en la tumba. Cuando Cristo viene por sus santos de acuerdo a 1 Tesalonicenses 4, él retira todos sus cuerpos de las tumbas. ¿Cómo puede ser esto una sola y misma cosa?

¡No! La venida del Señor por sus santos no es la muerte, sino la liberación de su pueblo del último vestigio de la muerte. La aparición de Cristo con sus santos no es “el fin del mundo”, que la gente generalmente dice que es el fin del cielo y la tierra en su estado actual. Apocalipsis 19 habla de la aparición del Señor en gloria. Apocalipsis 20 muestra el resultado: Satanás encadenado y mil años de bendición para esta vieja tierra desgastada. Y después de eso –el fin.

12.2 - En ese caso, ¿no habría entonces dos venidas, una tercera venida después de la segunda?

¡No! Las Escrituras hablan a menudo de la venida del Señor de una manera general sin decir precisamente de qué etapa se trata. El arrebato y la aparición son solo dos partes o etapas de la misma venida. Es como cuando un presidente visita una ciudad, el alcalde le da la bienvenida en el ayuntamiento y, después de una ceremonia, toma su lugar en el cortejo detrás de él para acompañarlo durante su visita.

Lo mismo ocurrirá en la venida de Cristo. Seremos llevados a los aires para encontrarnos con él, y poco después volveremos con él para participar en su reino glorioso.

12.3 - ¿Qué signos debemos esperar para saber que la venida del Señor está cerca?

Cuando se trata de la aparición, pasajes como 2 Tesalonicenses 2, 2 Timoteo 3 y Mateo 24 dan la respuesta. El aumento de la apostasía en la cristiandad; los falsos profetas que engañan a muchos; el extraordinario resurgimiento de los judíos –la higuera que produce hojas según Mateo 24:32; el creciente descuido del mundo, creyéndose seguro de sus propias proezas y diciendo: «¡Paz y seguridad!» (1 Tes. 5:3); todas estas y otras cosas que presenciamos indican que nos acercamos al fin de esta era.

Pero todas estas cosas son signos de la aparición. En cuanto al arrebato que la precede, no hay señales que esperar. Es un acontecimiento fuera de la medición del tiempo y de las estaciones. Estas pertenecen a la tierra, como muestra 1 Tesalonicenses 5:1, y el apóstol no tenía necesidad de escribir a los tesalonicenses sobre ello. Pero en cuanto al arrebato, que no está relacionado con los tiempos y las estaciones, era absolutamente necesario que les escribiera.

No queda nada por hacer antes de que Cristo venga por sus santos. Puede venir en cualquier momento.

12.4 - El mundo, ¿no debe estar primero convertido?

Esta pregunta no se haría si no hubiera una idea no bíblica detrás de ella. En ninguna parte de la Biblia se dice que el mundo entero debe estar convertido por la predicación del Evangelio. Este se predica por mandato de Dios para sacar de las naciones un pueblo para su nombre (Hec. 15:14). El mundo no será convertido, sino que será purificado por un juicio que eliminará a los que hacen el mal y pondrá la tierra bajo el gobierno de Dios. «Porque cuando tus juicios están en la tierra, los habitantes del mundo aprenden justicia» (Is. 26:9, V.M.).

12.5 - ¿Es que todos los cristianos serán tomados en el momento del arrebato?

Sin duda alguna. La verdad del arrebato puede ser ilustrada por la imagen del efecto de un imán fuerte colocado sobre una mezcla de limaduras de acero y arena. Esta es una buena ilustración, pero no hay que olvidar que los cristianos no solo son como partículas individuales de limaduras de acero, sino que también están unidos por el Espíritu Santo en «un rebaño», «una familia», «un Cuerpo». Cuando el Señor Jesús venga, considerará a su Iglesia como una entidad viva, su Cuerpo y su Esposa. Fragmentos mutilados no serán dejados atrás.

La idea de que algunos cristianos serán dejados atrás parece llegar de dos direcciones.

Primero, están los profetas que apostatan de la fe en los últimos días. Algunos de ellos enseñan que solo los cristianos «vivos», «fieles», «velando» serán llevados. ¡Su “fidelidad” se demuestra por la recepción de las enseñanzas de los falsos profetas en cuestión! Sin comentarios.

En segundo lugar, verdaderos cristianos se han extraviado con la idea de que solo aquellos que «velan» son tomados, según un pasaje como: «Aparecerá la segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que le esperan» (Hebr. 9:28).

Sin embargo, ¿dónde se puede encontrar un verdadero cristiano que no lo espere? Puede haber algunas personas poco inteligentes que no entienden la verdad acerca de su venida, que nunca han oído hablar del «arrebato». Ellos nunca han oído hablar del «arrebato». Sin embargo, están esperando a Cristo. Él es la esperanza de sus corazones, aunque no saben cómo se cumplirá esa esperanza.

De hecho, la expresión «los que le esperan», al igual que «los que aman a Dios» (Rom. 8:28), es solo una forma bíblica de describir a los creyentes. Si un hombre no ama a Dios y no espera a Cristo, no puede ser llamado cristiano.

12.6 - Esta enseñanza sobre la segunda venida ¿no es abstracta? ¿Tiene alguna utilidad real?

No es más abstracta que la enseñanza divina dada a Noé sobre el diluvio inminente, o las profecías dadas a Israel a lo largo de los siglos sobre la primera venida del Salvador. Pueden surgir dificultades en cuanto a los detalles cuando la Escritura no dice nada sobre ellos, y los hombres pueden contradecir y hacer las cosas confusas en cuanto a la segunda venida, al igual que los escribas lograron enturbiar las cosas en su generación antes de su primera venida. Pero las líneas principales de la verdad son claras en las Escrituras, y el acontecimiento es seguro.

En cuanto a la aplicación de esta verdad, se verá por experiencia que nada tiene un efecto más solemne sobre las conciencias de los pecadores. En cuanto a los creyentes, ninguna verdad tiene mayor efecto para separarlos de este mundo. ¿Nos asociaremos al mundo que pronto va a ser juzgado? ¡No! «El que tiene esta esperanza en él [Cristo] se purifica, así como él es puro» (1 Juan 3:3). Aquel cuya esperanza es Cristo y su próxima venida apartará de sí todo lo que contamina.

12.7 - ¿Cree usted que «el arrebato de los santos» está ya muy cerca?

¡Sí! Se han hecho intentos insensatos de fijar fechas para el regreso del Señor, contradiciendo así sus propias palabras. Creyentes sinceros se han tomado la libertad de decir tonterías, dando la impresión de que estaban seguros de que sería en uno o dos años. Han pasado los años y los que los escuchaban se han vuelto escépticos ante esta verdad.

Sin embargo, la verdad permanece: él viene, y esto rápidamente. Tanto en la Iglesia como en el mundo, todo apunta al final de este siglo (época). Por lo tanto, levantamos la cabeza y lo esperamos.

Un cristiano tenía en su casa un cuadro en el que estaba escrito: “¿Quizá hoy?”.

¿No es esta la actitud correcta? Su venida está ciertamente cerca. Que cada mañana nos levantemos con este pensamiento: “¿Quizá venga hoy?”; y que nos purifiquemos ante él, para que nuestra respuesta espontánea sea: «Amén, ¡ven, Señor Jesús!» (Apoc. 22:20).