Biblia paralela

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1 Comenzó a hablarles en parábolas: Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, edificó una torre, la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. Y COMENZÓ á hablarles por parábolas: Plantó un hombre una viña, y la cercó con seto, y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó á labradores, y se partió lejos.
2 A su debido tiempo envió un siervo a los labradores, para recibir de ellos el fruto de la viña. Y envió un siervo á los labradores, al tiempo, para que tomase de los labradores del fruto de la viña.
3 Ellos lo tomaron, lo apalearon y lo enviaron con las manos vacías. Mas ellos, tomándole, le hirieron, y le enviaron vacío.
4 Volvió a enviarles otro siervo; a este hirieron en la cabeza y lo humillaron. Y volvió á enviarles otro siervo; mas apedreándole, le hirieron en la cabeza, y volvieron á enviarle afrentado.
5 Envió a otro; y a este lo mataron; así envió a otros muchos; y los labradores golpeaban a unos y mataban a otros. Y volvió á enviar otro, y á aquél mataron; y á otros muchos, hiriendo á unos y matando á otros.
6 Tenía aún un único amado hijo; a este les envió, el último, diciendo: Respetarán a mi hijo. Teniendo pues aún un hijo suyo amado, enviólo también á ellos el postrero, diciendo: Tendrán en reverencia á mi hijo.
7 Pero aquellos labradores se dijeron entre ellos: Este es el heredero; venid, matémoslo, y la heredad será nuestra. Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Éste es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra.
8 Lo tomaron, lo mataron y lo echaron fuera de la viña. Y prendiéndole, le mataron, y echaron fuera de la viña.
9 ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y destruirá a los labradores, y dará la viña a otros. ¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá á estos labradores, y dará su viña á otros.
10 ¿No habéis leído esta Escritura?: «La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo; ¿Ni aun esta Escritura habéis leído: La piedra que desecharon los que edificaban, Ésta es puesta por cabeza de esquina;
11 de parte del Señor° se hizo esta, y es maravillosa a nuestros ojos.» [Salmo 118:22, 23] Por el Señor es hecho esto, Y es cosa maravillosa en nuestros ojos?
12 Procuraban prenderlo; pero temían al pueblo (porque se dieron cuenta de que contra ellos había dicho la parábola), y dejándolo, se fueron. Y procuraban prenderle, porque entendían que decía á ellos aquella parábola; mas temían á la multitud; y dejándole, se fueron.
13 Le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para atraparlo en alguna palabra. Y envían á él algunos de los Fariseos y de los Herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra.
14 Cuando llegaron, le dijeron: Maestro, sabemos que eres veraz, y que no te dejas influir por nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que enseñas con verdad el camino de Dios: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Pagaremos, o no pagaremos? Y viniendo ellos, le dicen: Maestro, sabemos que eres hombre de verdad, y que no te cuidas de nadie; porque no miras á la apariencia de hombres, antes con verdad enseñas el camino de Dios: ¿Es lícito dar tributo á César, ó no? ¿Daremos, ó no daremos?
15 Pero él, sabiendo que eran hipócritas, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para que lo vea. Entonces él, como entendía la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea.
16 Ellos lo trajeron. Y les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? Ellos le dijeron: De César. Y ellos se la trajeron y les dice: ¿Cúya es esta imagen y esta inscripción? Y ellos le dijeron: De César.
17 Jesús les dijo: Pagad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaban de él. Y respondiendo Jesús, les dijo: Dad lo que es de César á César; y lo que es de Dios, á Dios. Y se maravillaron de ello.
18 Se acercaron a él unos saduceos, los cuales dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: Entonces vienen á el los Saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo:
19 Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muere, y deja mujer, pero no deja hijos, su hermano debe tomar a la mujer y dar descendencia al hermano fallecido. Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de alguno muriese, y dejase mujer, y no dejase hijos, que su hermano tome su mujer, y levante linaje á su hermano.
20 Había siete hermanos, el primero tomó mujer y al morir, no dejó descendencia. Fueron siete hermanos: y el primero tomó mujer, y muriendo, no dejó simiente;
21 El segundo la tomó y murió sin dejar descendencia; el tercero de la misma manera; Y la tomó el segundo, y murió, y ni aquél tampoco dejó simiente; y el tercero, de la misma manera.
22 y ninguno de los siete dejó descendencia. Al final murió también la mujer. Y la tomaron los siete, y tampoco dejaron simiente: á la postre murió también la mujer.
23 En la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer. En la resurrección, pues, cuando resucitaren, ¿de cuál de ellos será mujer? porque los siete la tuvieron por mujer.
24 Jesús les dijo. ¿No es esta la razón por la que erráis, porque no conocéis las Escrituras ni el poder de Dios? Entonces respondiendo Jesús, les dice: ¿No erráis por eso, porque no sabéis las Escrituras, ni la potencia de Dios?
25 Porque cuando resuciten de entre los muertos, ni se casarán, ni se darán en matrimonio; sino que son como ángeles en los cielos. Porque cuando resucitarán de los muertos, ni se casarán, ni serán dados en casamiento, mas son como los ángeles que están en los cielos.
26 Pero en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no leísteis en el Libro de Moisés, cuando describe lo de la zarza?, como le habló Dios, diciendo: «Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» [Éxodo 3:6] Y de que los muertos hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?
27 No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados. No es Dios de muertos, mas Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis.
28 Se acercó uno de los escribas, el cual, oyéndolos discutir, y viendo que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Y llegándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
29 Jesús respondió: El primero es: Oye, oh Israel: El Señor° nuestro Dios, el Señor° uno solo es; Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.
30 y amarás al Señor° tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente, y de todas tus fuerzas; éste es el principal mandamiento.
31 El segundo es este: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» [Levítico 19:18] No hay otro mandamiento mayor que estos. Y el segundo es semejante á él: Amarás á tu prójimo como á ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
32 Le dijo el escriba: Bien, Maestro, con verdad has dicho que él es uno solo, y no hay otro fuera de él; Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;
33 y amarlo a él con todo el corazón, y con toda el alma, y con todo el entendimiento, y con todas las fuerzas, y el amar al prójimo como a sí mismo, más importante es que todos los holocaustos y sacrificios. Y que amarle de todo corazón, y de todo entendimiento, y de toda el alma, y de todas las fuerzas, y amar al prójimo como á sí mismo, más es que todos los holocaustos y sacrificios.
34 Viendo Jesús que había respondido con sensatez, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y nadie a partir de entonces se atrevía a preguntarle. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.
35 Enseñando Jesús en el templo, preguntó: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? Y respondiendo Jesús decía, enseñando en el templo: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?
36 David mismo dice en el Espíritu Santo: Dijo el Señor° a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que yo ponga a tus enemigos debajo de tus pies. Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor á mi Señor: Siéntate á mi diestra, Hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies.
37 Así que, si David mismo le llama Señor, ¿cómo es su hijo? Y la multitud le oía con gusto. Luego llamándole el mismo David Señor, ¿de dónde, pues, es su hijo? Y los que eran del común del pueblo le oían de buena gana.
38 En su enseñanza dijo: Tened cuidado con los escribas, a quienes gusta pasearse con ropas largas, aman los saludos en las plazas, Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas,
39 los primeros asientos en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes; Y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;
40 que devoran las casas de las viudas, y simulan hacer largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación. Que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Éstos recibirán mayor juicio.
41 Sentado frente al arca de las ofrendas, observaba cómo la multitud echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y estando sentado Jesús delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca: y muchos ricos echaban mucho.
42 Vino también una viuda pobre, y echó dos monedas de cobre, que es un cuadrante. Y como vino una viuda pobre, echó dos blancas, que son un maravedí.
43 Llamando a sus discípulos, les dijo: En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos los que han echado en el arca de las ofrendas; Entonces llamando á sus discípulos, les dice: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca:
44 porque todos ellos echaron de lo que les sobra; pero esta, de su pobreza, ha echado todo cuanto tenía, todo su sustento. Porque todos han echado de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su alimento.
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