Biblia paralela

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1 Y SALIÓ de allí, y vino á su tierra, y le siguieron sus discípulos. Y PARTIENDO Jesús de allí, viene a su tierra; y sus discípulos le siguen.
2 Y llegado el sábado, comenzó á enseñar en la sinagoga; y muchos oyéndole, estaban atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta que le es dada, y tales maravillas que por sus manos son hechas? Y venido el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos al oírle quedaron atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿y qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿y qué quieren decir tan grandes milagros hechos por sus manos?
3 ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, y de José, y de Judas, y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros, sus hermanas? Y se escandalizaban en él. ¿No es éste el carpintero, hijo de María, y hermano de Santiago, y José, y Judas, y Simón? ¿y no están sus hermanas aquí con nosotros? Y se escandalizaban en él.
4 Mas Jesús les decía: No hay profeta deshonrado sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
5 Y no pudo hacer allí alguna maravilla; solamente sanó unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y no podía hacer milagro alguno allí, salvo que poniendo las manos sobre algunos pocos enfermos, los sanó.
6 Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y rodeaba las aldeas de alrededor, enseñando. Y maravillóse de la incredulidad de ellos.
Y andaba por las aldeas del contorno, enseñando.
7 Y llamó á los doce, y comenzó á enviarlos de dos en dos: y les dió potestad sobre los espíritus inmundos. Y llamó a sí los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos: y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos;
8 Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente báculo; no alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa; y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente un báculo; ni alforja, ni pan, ni dinero en su cinto;
9 Mas que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas. mas que calzasen sandalias; y que no vistiesen dos túnicas.
10 Y les decía: Donde quiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de allí. Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, permaneced allí hasta que salgáis de aquel lugar.
11 Y todos aquellos que no os recibieren ni os oyeren, saliendo de allí, sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, en testimonio á ellos. De cierto os digo que más tolerable será el castigo de los de Sodoma y Gomorra el día del juicio, que el de aquella ciudad. Y si en algún lugar no os recibieren, ni os oyeren, en saliendo de allí, sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies para testimonio a ellos. En verdad os digo que será mas llevadera la condena de Sodoma o Gomorra en el día del juicio, que la de aquella ciudad.
12 Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen. Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen:
13 Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite á muchos enfermos, y sanaban. y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.
14 Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el que bautizaba, ha resucitado de los muertos, y por tanto, virtudes obran en él. Y oyó de ello el rey Herodes (porque el nombre de Jesús se había hecho manifiesto) y decía: Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos, y por eso poderes milagrosos obran en él.
15 Otros decían: Elías es. Y otros decían: Profeta es, ó alguno de los profetas. Otros decían: Es Elías. Y decían otros: Es algún profeta, como uno de los antiguos profetas.
16 Y oyéndolo Herodes, dijo: Éste es Juan el que yo degollé: él ha resucitado de los muertos. Mas oyendo de ello Herodes, decía: ¡Es Juan, a quien yo degollé: él ha resucitado!
17 Porque el mismo Herodes había enviado, y prendido á Juan, y le había aprisionado en la cárcel á causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer. porque Herodes mismo había enviado, y prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Filipo su hermano; pues se había casado con ella.
18 Porque Juan decía á Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano. Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.
19 Mas Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía: Y Herodías se le puso en contra, y quería matarle, mas no podía;
20 Porque Herodes temía á Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le tenía respeto: y oyéndole, hacía muchas cosas; y le oía de buena gana. porque Herodes temía a Juan, conociendo que era hombre justo y santo, y miraba por su seguridad; y cuando le oía, hacía muchas cosas, y le escuchaba con gusto.
21 Y venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su nacimiento, daba una cena á sus príncipes y tribunos, y á los principales de Galilea; Mas sucedió que presentóse un día favorable, en que Herodes, en su cumpleaños, dió un convite a sus grandes, y a los tribunos, y a la gente principal de Galilea.
22 Y entrando la hija de Herodías, y danzando, y agradando á Herodes y á los que estaban con él á la mesa, el rey dijo á la muchacha: Pídeme lo que quisieres, que yo te lo daré. Y cuando entró la hija de Herodías misma y danzó, dió gusto a Herodes y a los que le acompañaban en la mesa; y el rey dijo a la doncella: Pídeme cuanto quisieres, y te lo daré.
23 Y le juró: Todo lo que me pidieres te daré, hasta la mitad de mi reino. Y se lo juró, diciendo: Todo cuanto me pidieres te lo daré, hasta la mitad de mi reino.
24 Y saliendo ella, dijo á su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan Bautista. Y saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan el Bautista.
25 Entonces ella entró prestamente al rey, y pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan Bautista. Ella, pues, al instante, entrando apresuradamente a donde estaba el rey, pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un trinchero la cabeza de Juan el Bautista.
26 Y el rey se entristeció mucho; mas á causa del juramento, y de los que estaban con él á la mesa, no quiso desecharla. Y el rey se puso muy triste; mas a causa de sus juramentos, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso rechazarla.
27 Y luego el rey, enviando uno de la guardia, mandó que fuese traída su cabeza; Y enviando inmediatamente uno de su guardia, mandó traer la cabeza de Juan. Y éste fué, y le cortó la cabeza en la cárcel;
28 El cual fué, y le degolló en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato, y la dió á la muchacha, y la muchacha la dió á su madre. y trayendo su cabeza en un trinchero, la dio a la doncella; y la doncella la dio a su madre.
29 Y oyéndolo sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y le pusieron en un sepulcro. Y cuando sus discípulos lo supieron, vinieron, y alzando su cadáver, lo pusieron en un sepulcro.
30 Y los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado. Y los apóstoles, reuniéndose con Jesús, le dieron cuenta de todo; de cuanto habían hecho, y de cuanto habían enseñado.
31 Y él les dijo: Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, que ni aun tenían lugar de comer. Y él les dijo: Venid vosotros mismos aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que venían e iban; de manera que ni para comer tenían tiempo.
32 Y se fueron en un barco al lugar desierto aparte. Partieron, pues, en la barca. a un lugar desierto y apartado.
33 Y los vieron ir muchos, y le conocieron; y concurrieron allá muchos á pie de las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron á él. Pero las gentes los vieron en tanto que se iban, y muchos le conocieron; y de todas las ciudades concurrieron allá a pie, y llegaron antes que ellos.
34 Y saliendo Jesús vió grande multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y les comenzó á enseñar muchas cosas. Y saliendo Jesús, vió una gran multitud, y compadecióse de ellos, porque eran como ovejas que no tienen pastor: y comenzó a enseñarles muchas cosas.
35 Y como ya fuese el día muy entrado, sus discípulos llegaron á él, diciendo: El lugar es desierto, y el día ya muy entrado; Y cuando el día estaba ya muy avanzado, se llegaron a él sus discípulos, diciendo: Desierto es este lugar, y el día está muy avanzado:
36 Envíalos para que vayan á los cortijos y aldeas de alrededor, y compren para sí pan; porque no tienen qué comer. despídelos, para que se vayan a los campos y las aldeas de alderredor, y compren para sí algo de comer.
37 Y respondiendo él, les dijo: Dadles de comer vosotros. Y le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer? Mas él respondiendo, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y le dijeron: ¿Hemos de ir y comprar doscientos denarios de pan, y dárselo a comer?
38 Y él les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Id, y vedlo. Y sabiéndolo, dijeron: Cinco, y dos peces. El les dice: ¿Cuántos panes tenéis? id, y vedlo. Y ellos, al saberlo, dijeron: Cinco, y dos peces.
39 Y les mandó que hiciesen recostar á todos por partidas sobre la hierba verde. Y les mandó que hiciesen recostar a todos por compañías sobre la hierba verde.
40 Y se recostaron por partidas, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta. Y se sentaron por partidas de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta.
41 Y tomados los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo, bendijo, y partió los panes, y dió á sus discípulos para que los pusiesen delante: y repartió á todos los dos peces. Y tomando los cinco panes y los dos peces, miró al cielo, y los bendijo; y partiendo los panes, dió a los discípulos, para que se los pusiesen delante: y repartió los dos peces entre todos.
42 Y comieron todos, y se hartaron. Y comieron todos, y se saciaron;
43 Y alzaron de los pedazos doce cofines llenos, y de los peces. y alzaron doce cestos llenos de los pedazos de pan y de los peces.
44 Y los que comieron eran cinco mil hombres. Y los que comieron de los panes eran como cinco mil hombres.
45 Y luego dió priesa á sus discípulos á subir en el barco, é ir delante de él á Bethsaida de la otra parte, entre tanto que él despedía la multitud. E inmediatamente obligó a sus discípulos a entrar en la barca, e ir delante, al otro lado, a Betsaida, en tanto que él mismo despedía la multitud.
46 Y después que los hubo despedido, se fué al monte á orar. Y habiéndose separado de ellos, se retiró a la montaña para orar.
47 Y como fué la tarde, el barco estaba en medio de la mar, y él solo en tierra. Y cuando anochecía, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra.
48 Y los vió fatigados bogando, porque el viento les era contrario: y cerca de la cuarta vigilia de la noche, vino á ellos andando sobre la mar, y quería precederlos. Y los vió remando con ansia; porque el viento les era contrario. Y a eso de la cuarta vigilia de la noche, fué a ellos andando sobre el mar; y hacía como que iba a pasarlos.
49 Y viéndole ellos, que andaba sobre la mar, pensaron que era fantasma, y dieron voces; Mas ellos, cuando le vieron andando sobre el mar, pensaron que era un aparecido; y levantaron el grito:
50 Porque todos le veían, y se turbaron. Mas luego habló con ellos, y les dijo: Alentaos; yo soy, no temáis. porque todos le vieron, y se turbaron. Mas Jesús al punto habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy; no tengáis miedo!
51 Y subió á ellos en el barco, y calmó el viento: y ellos en gran manera estaban fuera de sí, y se maravillaban: Y subió a ellos dentro de la barca; y calmó el viento, y ellos quedaron sobremanera asombrados:
52 Porque aun no habían considerado lo de los panes, por cuanto estaban ofuscados sus corazones. pues no habían reflexionado sobre el milagro de los panes; sino que su corazón estaba endurecido.
53 Y cuando estuvieron de la otra parte, vinieron á tierra de Genezaret, y tomaron puerto. Y habiendo atravesado el lago, llegaron a tierra de Genesaret, y atracaron a la playa.
54 Y saliendo ellos del barco, luego le conocieron. Y cuando salieron de la barca, en seguida las gentes le conocieron;
55 Y recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron á traer de todas partes enfermos en lechos, á donde oían que estaba. y corriendo por toda aquella comarca, comenzaron a llevar en derredor, en sus camillas, a los enfermos, adonde oían decir que estaba.
56 Y donde quiera que entraba, en aldeas, ó ciudades, ó heredades, ponían en las calles á los que estaban enfermos, y le rogaban que tocasen siquiera el borde de su vestido; y todos los que le tocaban quedaban sanos. Y dondequiera que entraba, en aldeas, o en ciudades, o en los campos, ponían a los enfermos en las plazas, y le rogaban les permitiese tocar siquiera el borde de su vestido: y cuantos le tocaron, quedaron sanos.
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