1 Tesalonicenses 2
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El Evangelio anunciado en Tesalónica
Hechos 20:18-21, 31-35; 2 Corintios 6:3-10; 12:12-15
1 Porque vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra visita a vosotros no ha resultado vana; 2 sino que tras padecer y ser maltratados en Filipos, como sabéis, cobramos confianza en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios entre mucha lucha. 3 Porque nuestra exhortación no procede del error, ni de impureza, ni con engaño; 4 sino que según hemos sido aprobados por Dios, para que se nos confiara el evangelio, así hablamos, no como agradando a los hombres, sino a Dios que prueba nuestros corazones. 5 Porque nunca vinimos a vosotros con palabras aduladoras, como sabéis; ni con pretexto de avaricia; Dios es testigo; 6 ni buscamos gloria procedente del hombre, ni de parte vuestra, ni de otros; aunque como apóstoles de Cristo hubiéramos podido seros una carga. 7 Al contrario, fuimos amables en medio de vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos; 8 así, teniendo un tierno afecto por vosotros, queríamos comunicaros no solo el evangelio de Dios, sino también nuestras mismas vidas, por cuanto llegasteis a sernos muy queridos. 9 Porque os acordáis, hermanos, de nuestra fatiga y dura labor; cómo trabajando noche y día para no ser una carga a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios. 10 Vosotros sois testigos, y Dios, que nuestra conducta para con vosotros los creyentes ha sido santa, justa e irreprochable; 11 y también sabéis cómo, tratando a cada uno de vosotros como un padre a sus propios hijos, os hemos exhortado, consolado 12 y testificado para que andéis como es digno de Dios, que os llama a su reino y gloria.
Nuevo elogio a la fe de los tesalonicenses
Mateo 23:29-38; 1 Tesalonicenses 1:6-10; 2 Tesalonicenses 1:4-5
13 Por esto también damos gracias a Dios sin cesar de que, al recibir la palabra del mensaje de Dios por parte nuestra, la aceptasteis no como palabra de hombres, sino tal como es en verdad, la palabra de Dios, la cual también obra en vosotros que creéis. 14 Porque vosotros, hermanos, llegasteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; porque vosotros habéis padecido las mismas cosas de vuestros propios compatriotas, como también ellos de los judíos; 15 los cuales mataron tanto al Señor Jesús como a los profetas, y a nosotros nos expulsaron. Estos no agradan a Dios, y se oponen a todos los hombres, 16 impidiéndonos hablar a los gentiles para que se salven, siempre colmando la medida de sus pecados. Pero la ira sobre ellos ha llegado a su extremo.
La misión de Timoteo
Hechos 17:14-16; 14:22; 18:5; Romanos 1:9-13
17 En cuanto a nosotros, hermanos, que fuimos separados de vosotros por algún tiempo, de vista pero no de corazón, procuramos con mucho deseo ver vuestro rostro, 18 porque deseábamos ir a veros, yo mismo, Pablo, una y otra vez, pero Satanás nos lo impidió. 19 Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona en que nos gloriamos? ¿No lo sois vosotros delante de nuestro Señor Jesucristo en su venida? 20 Porque vosotros sois nuestra gloria y nuestro gozo.