Congregados


person Autor: Hamilton SMITH 80

flag Tema: La iglesia local y las reuniones

(Fuente autorizada: bibletruthpublishers.com)


1 - Introducción

“El camino de la Iglesia de Dios es un camino estrecho, tanto que una perspectiva que es simplemente moral causará equivocación. Pero nosotros debemos aceptar esto, porque nos muestra que el Señor busca que sus santos se ejerciten en su verdad y en sus caminos, desaprendiendo el bien y el mal común de los pensamientos humanos, para que sean llenados con la mente de Cristo” (Extracto de un tratado titulado «Woollen and Linen» [«Lana y Lino»], por J. G. Bellett).

En un día de ruina, de fracaso y de apostasía, ¿qué piensa el Señor sobre el camino que deben seguir sus santos? ¿Debe cada uno hacer «lo que bien le parece»? (Deut. 12:8; Jueces 17:6). Hay una «senda que nunca la conoció ave, ni ojo de buitre la vio» (Job 28:7), que solo es discernible para el ojo de la fe.

2 - ¿Dónde encontramos al Señor?

Su pensamiento se expresa en el deseo que Hebreos 10:25 presenta ante los hijos de Dios. «Sin dejar de congregaros como algunos acostumbran, sino exhortándonos, y tanto más cuanto veis que el día se acerca». ¿Pero esto justifica que los cristianos se reúnan según sus propios pensamientos y costumbres? ¿Acaso las Escrituras no dicen nada acerca de dónde y cómo debemos reunirnos? Si a aquellos que profesan su nombre, se les ordena no abandonar la congregación entre ellos –especialmente cuando vemos que «el día se acerca»– es seguro que Dios ha proporcionado un lugar de congregación para sus santos. «Salgamos a él, fuera del campamento, llevando su oprobio» (Hebr. 13:13). Aquí tenemos una dirección a seguir, no solo «fuera del campamento», sino «a él» –es decir, a Jesús nuestro Señor, quien sufrió fuera de Jerusalén, el lugar de la profesión religiosa (lea cuidadosamente, notando la conexión del versículo con los versículos anteriores: Éx. 33:7). ¿Y dónde encontramos al Señor? «Porque donde dos o tres se hallan reunidos a mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mat. 18:20).

3 - El Ser divino que congrega

Sin duda, casi cada grupo de cristianos profesos se ha apropiado de esta promesa. Pero examinemos este versículo de cerca. Dice que «donde dos o tres se hallan reunidos», y no dice “donde se reúnen ellos mismos”, o “donde dos o tres se encuentran”. La forma de la expresión «se hallan reunidos» señala a un recolector. Para usar una ilustración, veamos una canasta de frutas sobre una mesa. ¿Cómo es que han llegado allí? Fueron recolectadas. Ellas no llegaron allí por sus propios esfuerzos. En el griego, la palabra traducida como «congregados» es «sunago», que literalmente significa «conducidos juntos», y podría ser traducida como «ser guiados juntos», todo lo cual sugiere que hay un Ser divino que congrega.

¿Quién es este Ser divino que congrega? Seguro que no es otro que el Espíritu Santo. ¿A quién más podría el Señor Jesús confiarle el congregar a sus amados para su nombre? Los hombres con mejores intenciones han reunido al pueblo del Señor bajo reglas y normas hechas por el hombre. Estoy persuadido de que los creyentes serían tan incapaces como las frutas en la mesa de reunirse a sí mismos de acuerdo con Mateo 18:20, a menos que sean guiados por el Espíritu Santo.

¿El Espíritu Santo está congregando a los diversos grupos divididos e independientes que buscan apropiarse de esta promesa? Tal suposición necesariamente implica culpar al Espíritu Santo de las actuales divisiones e independencias lastimosas que deshonran a Cristo. ¿Acaso estos múltiples centros de la iglesia profesa son obra del «Espíritu de verdad» (Juan 16:13-14) el cual vino a glorificar a Cristo? ¡De ninguna manera!

4 - Él está reuniendo a su Nombre

Está reuniendo a los santos «en mi nombre» (Reina Valera) o, mejor dicho, «a mi nombre» (traducción de J. N. Darby) o “hacia mi nombre”. ¿Debemos hacer alguna conexión entre ese Nombre y los centros que el hombre ha formado con diversos nombres por su propia voluntad? «Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya divisiones entre vosotros» (1 Cor. 1:10). «¿Está dividido Cristo?» (1 Cor. 1:13) «Dad a Jehová la gloria debida a su nombre» (Sal. 29:2). «Santo y temible es su nombre» (Sal. 111:9).

¿Es ese Nombre, o el poder del Espíritu Santo, el que dividió al pueblo de Dios y que actúa en sus corazones para reunirlos en grupos independientes? ¿Autoriza el Señor a estas agrupaciones con Su presencia en medio de ellos? ¿Pueden los santos reunirse en división y aún así encontrar una autorización bíblica para afirmar que el Espíritu Santo los ha reunido al Nombre del Señor Jesús? ¿No es cierto que algún otro nombre u objeto, fuera del Señor, los ha separado de sus hermanos? Que cada creyente se pregunte en la presencia de Dios dónde se encuentra, porque creo que es menospreciar la verdad de Dios el asociar el Nombre y la autoridad del Señor Jesús con estas agrupaciones divisivas. «El que conmigo no recoge, desparrama» (Lucas 11:23). Puede que exista el congregarse, pero si no es «conmigo», es desparramar.

5 - ¿Dónde quieres que preparemos?

«Y al lugar que Jehová vuestro Dios escogiere para poner en él su nombre, allí llevaréis todas las cosas que yo os mando: vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, las ofrendas elevadas de vuestras manos, y todo lo escogido de los votos que hubiereis prometido a Jehová… Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que vieres; sino que en el lugar que Jehová escogiere, en una de tus tribus, allí ofrecerás tus holocaustos, y allí harás todo lo que yo te mando» (Deut. 12:11, 13-14).

Comparando las Escrituras citadas con Mateo 18:20, ¿puede afirmarse que estas diversas agrupaciones son reunidas por el Espíritu Santo y que la presencia del Señor se encuentra entre ellas, aprobándolas? ¿No es solo en el «lugar» que Él elige reunir, y no en los “lugares”?

Volvamos a Lucas 22:7-13. Aquí encontramos al Señor enviando a dos de sus discípulos a preparar la Pascua –la cual señalaba la muerte de Cristo, la que la Cena del Señor nos recuerda. La pregunta es: «¿Dónde quieres que la preparemos? Él les respondió: Mirad, al entrar en la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entre» (v. 9-10). Aquí, discernimos de nuevo al Espíritu Santo en el hombre que lleva el cántaro de agua, porque representa claramente al Espíritu en actividad y con el rastro distintivo de Su guía: la «palabra escrita» de Dios. (Porque el agua, en la Escritura, se usa frecuentemente como una figura de la Palabra de Dios.) Los discípulos son dirigidos por la Palabra del Señor para seguir al «hombre» hasta el lugar donde entra. Él los conduce a un lugar de reunión definido, uno que el Señor autoriza y donde promete encontrarse con los suyos; «allí», dice Él, «preparad» (v. 12). Y toma nota que deben preguntarle al padre de familia de la casa: «¿Dónde está la habitación?» y no simplemente, “¿Dónde hay un aposento?” El Señor solo tiene «el aposento» como el lugar designado, el cual Él ha elegido.

6 - Afirmar reunirse en el Nombre del Señor

Podría decirse: “Veo que las denominaciones no han seguido las indicaciones de la Escritura en estos aspectos, pero no está claro que esto sea igual de cierto con las agrupaciones divididas de aquellos que profesan –con mucha mayor responsabilidad– reunirse al solo «Nombre del Señor». Confío en que la oración y una sujeta consideración de la Palabra de Dios –en particular de los pasajes a los que me he referido– dejan claro que esto puede ser tan cierto tanto para los que profesan estar reunidos, como para cualquier otro grupo de cristianos profesos. Los diversos grupos que, independientemente de sus afirmaciones, no pueden establecer sus ordenanzas por medio de las Escrituras, son tan solo obra y voluntad del hombre, como los grupos con denominación. El decir que todos ellos están reunidos por el poder del Espíritu Santo echaría la culpa de la división a Aquel que hizo que el apóstol Pablo escribiera: estad «atentos a los que causan divisiones y escándalos, contrarios a la enseñanza que habéis aprendido, y que os apartéis de ellos» (Rom. 16:17).

Se puede considerar caritativo, o de mente abierta, el creer que todos estos creyentes están reunidos al «Nombre que es sobre todo nombre» (Fil. 2:9); pero en realidad, si probamos esa creencia por la Palabra infalible, es una indiferencia al Nombre de Cristo. Se podría pensar que el decir que solo una congregación puede ser verdaderamente reunida de acuerdo con Mateo 18:20 es una presunción farisaica; ¿pero no es esto evidentemente la enseñanza de las Escrituras?

El decir que todos están reunidos de esta manera conduce a indiferencia a las afirmaciones de Cristo en cuanto a la congregación de su pueblo durante su ausencia, y en cuanto a si estamos o no realmente reunidos a su Nombre.

7 - ¿Cómo podemos encontrar el aposento?

Se puede preguntar: “¿Cómo voy a saber cuáles santos de Dios están verdaderamente congregados hoy en día, si es que los hay? ¿Cómo voy a encontrar el aposento?” Yo respondo: “Siguiendo al hombre con el cántaro de agua y preguntándole al padre de familia de la casa». «Y si a cualquiera de vosotros le falta de sabiduría, pídala al que la da generosamente y sin reproche, a Dios, y le será dada. Pero pida con fe, sin ninguna duda» (Sant. 1:5-6).

El lugar o el camino son aquellos que ninguna inteligencia natural puede descubrir, aunque sea tan hábil como el ojo del buitre. La naturaleza no puede encontrarlo ni andar en él, aunque tenga la fuerza del «león» (Job 28:7-8). Es un camino que solo la fe puede encontrar; la «sabiduría y la prudencia» de Dios son necesarias.

«Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal la inteligencia» (Job 28:28). «La lámpara del cuerpo es tu ojo; cuando tu ojo es simple [en buen estado], también todo tu cuerpo está iluminado» (Lucas 11:34).

Pero el ojo no es bueno si mira y es guiado por el hombre –no importa cuán confiables o inteligentes en la verdad de Dios sean los familiares, amistades o las actividades de uno. Cristo dijo, hablando a los judíos: «Si alguno quiere hacer su voluntad, conocerá de mi enseñanza» (Juan 7:17). ¿Deseas hacer su voluntad? Prestemos atención a su Palabra, hablada por Bernabé, quien «exhortaba a todos a permanecer unidos al Señor con corazón firme» (Hec. 11:23).

8 - Si se le da libertad, el Espíritu guiará y congregará

«No apaguéis el Espíritu» (1 Tes. 5:19) Quien se encarga de congregar, y «examinadlo todo; retened lo bueno» (1 Tes. 5:21). Esto de examinar y retener puede ser desagradable para la mente carnal, pero ¿no es digno el Señor de ser buscado?

¿Puedes decir?: «Maravillosos son tus testimonios: Por tanto, los ha guardado mi alma. La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples» (Sal. 119:129-130)? La Palabra de Dios permanece, y proporciona luz a cada paso. Todavía tenemos su Palabra y su Espíritu. ¿Qué se necesita entonces, sino tener los corazones ejercitados en su presencia y buscar el camino de la obediencia según la Palabra y bajo la guía de su Espíritu? «Por lo cual, no seáis insensatos, sino entended cuál es la voluntad del Señor» (Efe. 5:17).

¿No hay cristianos cerca de ti cuyos corazones y mentes hayan sido ejercitados, y que, por la misericordia de Dios, se hayan reunido apartados de todas las divisiones de la iglesia profesa? ¿No hay ninguno que, cansado del sectarismo y de los nombres de los grupos, se haya reunido solo al santo Nombre del Señor Jesucristo? Nadie que vea que hay «un solo Cuerpo», al que pertenece todo el pueblo de Dios, y no a los muchos grupos que se ven por todas partes y que lo niegan prácticamente. ¿Ninguno que se esfuerce por mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz?

Si no hay ninguno de los que hemos descrito, quédate solo y pasa mucho tiempo con Dios en secreto. Quizá él pronto te dé la comunión con otro de sus hijos; y entonces, podréis buscar juntos Su guía. «Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera» (Sal. 25:9). Y no olvides que donde están dos o tres congregados a su Nombre –ya sea en una cocina o en un granero– allí está él en medio de ellos.