Reflexiones sobre el desarrollo de las reuniones de la asamblea


person Autor: Ernst August BREMICKER 16

flag Tema: La iglesia local y las reuniones


Lecturas bíblicas aconsejadas: 1 Corintios 14; Mateo 18:19-20; Hechos 4:23-31; 20:7; etc.

La Asamblea de Dios en la tierra no es un “edificio teórico” que solo existe en el pensamiento de Dios. Más bien, es un organismo vivo, y Dios quiere que sus pensamientos sobre la Asamblea sean visibles cuando la asamblea local se reúne. Por lo tanto, el Nuevo Testamento habla explícitamente en varios pasajes de la reunión de los creyentes en un mismo lugar.

1 - Las reuniones de la asamblea local

En total, encontramos en la Biblia al menos tres reuniones diferentes, regulares, en la asamblea local:

  • La reunión para el partimiento del pan (por ejemplo, Hec. 20:7).
  • La reunión para la edificación o la predicación de la Palabra (por ejemplo, 1 Cor. 14).
  • La reunión para la oración (por ejemplo, Mat. 18:19; Hec. 4:23-31).

Estas reuniones son encuentros en el nombre del Señor (Mat. 18:20), cuando él es el centro, y todo se orienta hacia él y los creyentes reunidos dan rienda suelta a la dirección del Espíritu Santo. Ni que decir tiene que esto solo es posible si seguimos las instrucciones de la Biblia.

2 - No hay instrucciones detalladas

En el Antiguo Testamento, Dios había regulado muchos detalles del culto israelita (por ejemplo, las normas para los sacrificios). En el Nuevo Testamento, en cambio, Dios no da instrucciones detalladas sobre el desarrollo externo de las reuniones. Por lo tanto, nos da cierta libertad, pero esta libertad nunca debe utilizarse para un comportamiento carnal.

Incluso sin estas instrucciones, reconocemos que las reuniones tienen ciertas características definidas:

  • La reunión para el partimiento del pan es un recuerdo de nuestro Señor. Está relacionado con la alabanza, la acción de gracias y la adoración y debe desarrollarse con dignidad.
  • La reunión para la oración está marcada por las acciones de gracias y las peticiones;
  • y en la reunión para la predicación de la Palabra, es para edificar a los presentes.

Otra diferencia con el Antiguo Testamento es que el desarrollo de las reuniones es “sencillo y modesto” y los edificios donde se celebran no son importantes en sí mismos. Los primeros cristianos ni siquiera disponían de locales propios (y mucho menos de pomposas iglesias), sino que se reunían en sus casas. Era allí donde se reunían como creyentes (como miembros del Cuerpo de Cristo). No había –y no hay– clero (sacerdotes, clérigos, laicos, etc.). Las diferencias sociales entre los creyentes en la vida cotidiana no tenían ninguna influencia en las reuniones.

3 - El decoro y el orden

Sobre todo, que todo se haga «decorosamente y con orden» (1 Cor. 14:40). Aunque esto sea dicho directamente en relación con la reunión para la edificación (la predicación de la Palabra de Dios), se aplica de manera fundamental. Nunca debemos olvidar que nuestro Señor está personalmente presente (aunque invisible). Si pensáramos más en ello, muchas cosas se solucionarían por sí solas y muchas preguntas ni siquiera se plantearían ni se discutirían.

Una cierta disciplina externa también forma parte del orden. Por ejemplo, los horarios suelen ser generalmente predeterminados (inicio y final), suele haber un determinado orden de colocación de los fieles, las personas presentes utilizan el mismo himnario, etc. Sin embargo, estos “órdenes” externos no deben sobrevalorarse y, desde luego, no deben prescribirse de forma obligatoria. En general, se trata de tradiciones (que no son necesariamente malas en sí mismas). Tienen su valor, pero no debemos convertirlas en una norma inalterable (y desde luego tampoco en una «ley»). Lo que se hace en un lugar (una región o un país) no tiene por qué hacerse en otro. También puede ser que las circunstancias externas empujen a un cambio temporal. Lo importante es que haya paz y consenso entre los hermanos y hermanas sobre estos asuntos.

4 - Una regla clara

También hay reglas claras. Una de ellas es: «Que las mujeres se callen en las iglesias, porque no les es permitido hablar» (1 Cor. 14:34). La instrucción es inequívoca, pero a menudo se ignora. El silencio de las mujeres tiene la contrapartida de que los hombres deben hablar. Los hermanos que guardan silencio, por principio, en las reuniones deberían preguntarse por qué es así. En cualquier caso, esto no corresponde a la intención de Dios.

El silencio de las mujeres, sin embargo, no significa que no participan en las reuniones. En primer lugar, no hace falta decir que «cantar» no significa «hablar». Cuando las hermanas cantan, se enriquece una reunión. Las hermanas dicen «Amén», por supuesto. Tampoco cuenta como «hablar» una simple declaración individual (un comentario aparte, discreto, a su vecino). Además, acompañan las reuniones con su oración silenciosa y así ayudan a los hermanos a decir lo que el Espíritu Santo quiere que se diga. El ejemplo de María (Juan 12:3) muestra lo valiosa que es la “adoración silenciosa” del corazón. Algunas esposas son también una gran ayuda para sus maridos al darles información en casa sobre su comportamiento en las reuniones, animándolos o en ocasiones, “sugiriendo menos intervenciones…”

5 - Los elementos constitutivos de una reunión

El texto de 1 Corintios 14 nos ayuda a comprender mejor los elementos centrales de una reunión. No estoy hablando del hecho que el Señor es el centro y todos los presentes deben ser guiados por el Espíritu Santo (este capítulo tampoco lo menciona). Se trata más bien de lo que sucede en las reuniones y de cómo ocurre. 1 Corintios 14, deja claro que hay tres elementos centrales:

  • La Palabra de Dios
  • La oración
  • Los cánticos

Todavía hoy conocemos estos tres elementos. Si hubiera menos, sería en detrimento. Si hubiera más, sería fácilmente perjudicial y distraería de lo esencial. Es la razón por la cual no necesitamos arreglos previos, atracciones musicales y cosas así en las reuniones de creyentes.

6 - No hay liturgia

En ninguna parte se dice que una reunión deba comenzar necesariamente con un cántico y que deba seguir una oración. El orden puede ser diferente. Una reunión puede comenzar igualmente con una palabra de la Biblia o con una oración. Puede ser que un himno al principio sea una buena introducción, pero no hay una regla absoluta. Si el Espíritu Santo guía, no puede haber liturgia, ni siquiera una liturgia no escrita. Los buenos hábitos no son malos. Sin embargo, pueden convertirse fácilmente en una especie de liturgia no escrita. Debemos tener cuidado con esto.

7 - Otros consejos prácticos

Otras pistas útiles para la práctica de la reunión pueden extraerse indirectamente de 1 Corintios 14. Me gustaría mencionar algunos puntos en particular:

7.1 - Un lenguaje inteligible

Debería ser evidente que los hermanos que se expresan lo hagan de tal manera que todos los presentes entiendan lo que se dice. Esto se aplica tanto al contenido como a la acústica. ¿Cómo va a decir el oyente «Amén» si no ha entendido la mitad de una oración? ¿Cómo será edificado si la presentación de la Palabra es tan difícil que casi nadie puede seguirla? Cuando haya niños y jóvenes, esto también debe tenerse en cuenta. Las oraciones deben pronunciarse en un “lenguaje normal” y no deben sonar “recargadas”. Una presentación de la Palabra puede estar bien fundamentada y ser instructiva, y estar formulada de manera que todos puedan comprenderla. Lo que parece ser “altamente espiritual” no debe permanecer en el modo “altamente espiritual” durante mucho tiempo. La verdadera erudición (sabiduría) se expresa más bien de forma sencilla y comprensible.

7.2 - La duración de las intervenciones

Los hermanos que hablan deben ser lo más breves posible porque, en la mayoría de los casos, no son los únicos que el Señor quiere utilizar. Especialmente cuando hay varios (o incluso muchos) hermanos presentes, esto debe tenerse en cuenta. Esto es especialmente cierto para la duración de las oraciones. ¿Cómo pueden los hermanos decir honestamente «Amén»?, si, al final de la oración, ya no saben lo que el hermano dijo al principio.

7.3 - La frecuencia de las intervenciones

Dependiendo del número de hermanos presentes, cada uno deberá preguntarse con qué frecuencia tiene que empezar a hablar. Pablo asumió que «todos» en Corinto tenían algo (que decir) (1 Cor. 14:26). Esto también se aplica a los hermanos más jóvenes. Es bueno que los hermanos mayores y más experimentados se contengan más para dar a los más jóvenes la oportunidad de participar también.

7.4 - Esperándose el uno al otro

Las pausas largas pueden ser una expectativa honorable de la dirección del Espíritu Santo. Pero también pueden ser perjudiciales para el desarrollo de una reunión, si son un signo de pereza espiritual. Al fin y al cabo, no nos reunimos para guardar silencio. Por el contrario, las pausas demasiado cortas (o incluso febriles) pueden ser igual de angustiosas. Nos arriesgamos a obstaculizar al Espíritu Santo. Aquí tenemos que encontrar el camino correcto. En cualquier caso, la precipitación no es buena consejera en la mayoría de los casos (comp. Is. 28:16). Además, los hermanos más jóvenes pueden necesitar un poco más de tiempo para implicarse activamente. Los hermanos mayores deben concederles de buen grado este tiempo permitiéndose esperar (esto se aplica aún más a la reunión para la predicación de la Palabra).

8 - Actuar con inteligencia

Pablo exhorta repetidamente a los corintios a actuar con inteligencia. En 1 Corintios 14:32, dice: «Los espíritus de los profetas están sometidos a los profetas». Esto se aplica a todos los hermanos que participan en una reunión. La dirección por el Espíritu Santo y nuestra razón no se excluyen mutuamente –al contrario, se complementan. Ciertamente, no mostramos ninguna “espiritualidad” particular dejando la razón lejos de sí mismo como un abrigo en el guardarropa y comportándonos como niños en la reunión.

9 - La preparación y el seguimiento

La Biblia no dice nada al respecto. Sin embargo, debería ser “normal” no acudir a una reunión “sin preparación”. Esto no significa que un hermano “prepare” un sermón, sino que todos los presentes oran en casa para que la reunión sea una bendición y provechosa. Lo mismo ocurre con el seguimiento. Es bueno pensar en casa sobre lo que fue el tema de la reunión. Esto dejará una impresión duradera y una bendición.

10 - Conclusión

La Biblia no da instrucciones detalladas para la conducción de las reuniones como Asamblea. Lo que se necesita es el discernimiento espiritual para ajustarse a lo que Dios puede esperar de aquellos que se dejan conducir por el Espíritu Santo. Debe hacerse con conveniencia y orden, para que Dios sea tenido en honor y que los hermanos y hermanas retiren un beneficio espiritual.

Im Glauben leben, 2021-9, p. 13 y siguientes