2 Tesalonicenses 2
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La venida del Señor y lo que la precederá
Mateo 24; 1 Timoteo 4:1; 1 Juan 2:18; 4:1-3
1 Pero os rogamos, hermanos, respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, 2 que no os dejéis alterar fácilmente en vuestro modo de pensar, ni os alarméis por una supuesta revelación, ni por mensaje, ni por carta, como [si fuera] de nosotros, en el sentido de que el día del Señor ha llegado. 3 Nadie os engañe de ninguna manera; porque [ese día no vendrá] sin que venga primero la apostasía y sea revelado el hombre de pecado, el hijo de perdición; 4 el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de adoración; de modo que se sienta en el templo de Dios, presentándose él mismo como Dios. 5 ¿No recordáis que estando aún con vosotros os decía estas cosas? 6 Y ahora sabéis lo que lo retiene, para que sea revelado a su propio tiempo. 7 Porque el misterio de la iniquidad ya está actuando; solo que el que ahora lo retiene, lo hará hasta que desaparezca de en medio. 8 Y entonces será revelado el inicuo (a quien el Señor Jesús matará con el espíritu de su boca, y destruirá con la manifestación de su venida), 9 cuya presencia es la obra de Satanás, con todo poder, y señales, y prodigios de mentira, 10 y con todo engaño de injusticia para los que se pierden, porque no aceptaron el amor de la verdad para ser salvos. 11 Por esto, Dios les envía una energía de error, para que crean a la mentira; 12 para que sean juzgados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.
Firmeza de los tesalonicenses
1 Pedro 1:2-9; 5:10-11
13 Pero nosotros siempre debemos dar gracias a Dios por vosotros, hermanos amados del Señor, porque Dios os escogió desde el principio para salvación, por la santificación del Espíritu y la fe en la verdad, 14 a la cual os llamó mediante nuestro evangelio, para obtener la gloria de nuestro Señor Jesucristo. 15 Así pues, hermanos, estad firmes, y retened las doctrinas que os fueron enseñadas, sea por palabra o por carta nuestra. 16 Que nuestro mismo Señor Jesucristo, y nuestro Dios y Padre, quien nos amó y nos dio eterno consuelo y buena esperanza por gracia, 17 consuele vuestros corazones y os fortalezca en toda obra y palabra buena.