Nota sobre los sufrimientos y la muerte de Cristo

Lo que la muerte fue para Jesús - El tema de la copa presentada a Cristo y bebida por Él


person Autor: John Nelson DARBY 82

flag Temas: Sus sufrimientos: El Hombre de dolores Dios y Cristo en la Cruz La expiación, la propiciación, la reconciliación

(Fuente autorizada: graciayverdad.net)


1 - Las dos partes distintas en los sufrimientos de Cristo

Hay dos partes distintas en los sufrimientos de Cristo:

  • en primer lugar [(Lucas 22:41-44)], aquello que Él sufrió por los intentos de Satanás - como hombre en conflicto con el poder del enemigo que tiene dominio sobre la muerte, pero con el sentido de qué era lo de Dios en perspectiva - y esto, en comunión con Su Padre, presentando Sus peticiones a Él;
  • y en segundo lugar, aquello que Él padeció para cumplir la expiación por el pecado, cuando verdaderamente llevó nuestros pecados, y cuando fue hecho pecado por nosotros [(2 Cor. 5:21)], y al beber la copa que la voluntad de Su Padre le había dado a beber [(Juan 18:11)].

2 - Las tentaciones del Señor en el desierto; Sus sufrimientos en Getsemaní y en la cruz

Cuando hablaremos sobre el Evangelio de Juan, entraré más en el carácter de las tentaciones; pero ahora quisiera hacer notar aquí que, [(Lucas 4:2)] al comienzo de Su vida pública, el tentador trató de desviar a Jesús poniendo ante Él lo atractivo de todo aquello que, como privilegio, le pertenecía a Él, todo lo que podía ser agradable a Cristo como hombre, cosas ante las cuales Su voluntad propia podría obrar [(Lucas 4:3, 6, 9)]. El enemigo fue derrotado mediante la perfecta obediencia de Cristo. Él hubiera querido que Cristo, siendo Hijo, hubiese salido de la posición que Él había tomado como siervo. Pero bendito sea Dios, él fracasó. Cristo, mediante la simple obediencia, ató al hombre fuerte en lo que a esta vida se refiere, y luego, al regresar en el poder del Espíritu a Galilea  [(Lucas 4:14)], saqueó sus bienes [(Marcos 3:27)].

Quitar el pecado y llevar nuestros pecados, era otra cuestión. Satanás, entonces, se apartó de Él por un tiempo  [(Lucas 4:13)]. En Getsemaní, él regresa, valiéndose del temor que produce la muerte para angustiar el corazón del Señor. Y era necesario que Él gustase la muerte; y la muerte no sólo era el poder de Satanás, sino el juicio de Dios sobre el hombre, si es que el hombre tenía que ser librado de este juicio, ya que ésta era la porción del hombre; y Él solo, por haber descendido a la muerte, pudo romper sus cadenas. Él se había hecho hombre para que el hombre pudiera ser liberado e, incluso, glorificado. La angustia de Su alma fue completa. "Tristísima está mi alma, hasta la muerte." (Mateo 26:38 - Versión Moderna). Así estaba Su alma, estaba de la manera en que el alma de un hombre debería estar en presencia de la muerte, cuando Satanás extiende todo su poder en ella, con la copa del juicio de Dios todavía sin ser vaciada en ella: sólo Él fue perfecto en ella; esto era una parte de Su perfección sometida a prueba en todo lo que era posible para el hombre. Pero con lágrimas y súplicas, Él hace Su petición a Aquel que tenía poder para salvarle de la muerte [Heb. 5:7]. Por el momento, Su agonía aumenta: al presentársela a Dios, se volvía más aguda. Este es el caso en nuestros pequeños conflictos. Pero así, la cosa está zanjada ante Dios, conforme a la perfección. Su alma entra en ella con Dios; Él ora más fervientemente [(Lucas 22:44)]. Es ahora evidente que esta copa - que Él pone ante los ojos de Su Padre cuando Satanás se la presenta como siendo el poder de la muerte en Su alma - debe ser bebida. Como obediencia a Su Padre, Él la toma en paz. Beberla no es otra cosa que perfecta obediencia, en vez de ser el poder de Satanás. Pero deber ser bebida en realidad; y Jesús sobre la cruz, el Salvador de nuestras almas, entra en la segunda fase de Sus sufrimientos. Él se somete a morir a través del juicio de Dios, lo cual es la separación del alma de la luz de Su rostro. Todo aquello que un alma que no gozaba de nada más que de la comunión con Dios podía sufrir al verse privada de ella, El Señor lo sufrió conforme a la perfecta medida de la comunión que fue interrumpida. No obstante, Él dio gloria a Dios: "Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel." (Salmo 22:3). La copa - pues yo paso por alto los ultrajes e insultos de los hombres: los podemos perdonar - la copa fue bebida. ¿Quién puede contar los horrores de ese sufrimiento? Los verdaderos dolores de la muerte, entendida como Dios la entendía, sentidos - conforme al valor de Su presencia - divinamente, como por un hombre que dependía de esa presencia como hombre. Pero todo es cumplido; y lo que Dios requería con respecto al pecado está hecho - agotado, y Él es glorificado en cuanto a ello: de modo que Él sólo le queda bendecir a quienquiera que viene a Él por medio de Cristo, quien está vivo y estuvo muerto, y que vive para siempre como hombre, para siempre ante Dios [(Apoc. 1:17-18)].

3 - Cristo hecho pecado; abandonado por Dios

Los sufrimientos de Cristo en Su cuerpo (reales como lo fueron), los insultos y las imprecaciones de los hombres, no fueron más que el prólogo de Sus aflicciones, las cuales, privándole como hombre de toda consolación, le dejaron, a Él mismo hecho pecado, completamente en el lugar de juicio, a Sus sufrimientos [1] en relación con el juicio del pecado, cuando el Dios que hubiera sido Su pleno consuelo fue, al abandonarle, la fuente de dolor que dejó todo lo demás sin ser sentido y olvidado.

[1] El Salmo 22 es Su apelación a Dios desde la violencia y la impiedad del hombre, hallándose Él abandonado y hecho pecado ante Sus ojos, pero perfecto. Cristo sufrió todo de parte del hombre - hostilidad, injusticia, deserción, negación, traición, y después, confiándose a Dios, padeció el abandono. ¡Pero qué espectáculo, ver al Único Hombre justo que puso Su confianza en Él, teniendo que declarar, al final de Su vida, y abiertamente ante todos, que Él fue abandonado por Dios!


Este documento se incluye como nota al final de los Estudios sobre la Palabra de Dios, en relación con el Evangelio según Lucas.