Índice general
«Lleno de compasión y misericordioso»
Santiago 5:10-11
Autor:
Las pruebas y las enfermedades
Tema:1 - ¿Por qué hay pruebas para los creyentes?
En el mundo, un lugar de oposición para los creyentes debido al rechazo de Cristo, hay que esperar todo tipo de persecuciones y sufrimientos. Como el Señor mismo dijo a sus discípulos: «El siervo no es mayor que su señor. Si me han perseguido a mí, también os perseguirán» (Juan 15:20); y también: «Llegará la hora en que cualquiera que os mate creerá presentar una ofrenda a Dios» (Juan 16:2). Por lo tanto, si nos identificamos con Cristo en la tierra en su rechazo, conoceremos la misma adversidad; por eso, los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos. No solo eso, sino que, como el Señor ama a su pueblo, puede someterlo a una disciplina de su propia mano, por los medios que le plazca utilizar para alcanzar sus fines. El camino aquí, a través del desierto, puede no ser fácil; y de esto habla Santiago en este capítulo. Así, recuerda a sus hermanos algunas de las causas de sus sufrimientos y les presenta, para su consuelo, la venida del Señor, así como el resultado de las pruebas de los santos de antaño, prueba de la dulzura y la misericordia del Señor en su disciplina.
2 - La enseñanza de la Epístola de Santiago
En primer lugar, después de exhortar a la paciencia a los santos débiles y afligidos, les pide que consideren a los profetas que hablaron en nombre del Señor como ejemplo de sufrimiento y paciencia. Luego exclama: «Dichoso el hombre que soporta la prueba». Anteriormente había dicho: «Hermanos míos, tened por sumo gozo el estar enfrentados a diversas pruebas» (1:2). El mundo consideraría esto como una terrible desgracia, pero el cristiano que ha comprendido un poco los designios de Dios para su pueblo comprende muy bien el gozo de los santos probados y afligidos, porque sabe que están en manos del Señor y que recibirán bendiciones ricas e inefables. Los pensamientos de Dios no son los de los hombres, y a menudo sucede que aquellos cuya luz del hogar se ha extinguido, o aquellos que atraviesan pruebas muy severas, son objeto especial de su favor. Sí, como dice Santiago, bienaventurados los que perseveran. ¿No fue así en el camino de nuestro Señor y Salvador en esta tierra? Una expresión describe su carácter y lo presenta como el ejemplo perfecto de la fe: Él «soportó la cruz» (Hebr. 12:2), y esta palabra resume toda su vida bajo este aspecto.
3 - El ejemplo de Job
Santiago, para ilustrar su enseñanza, cita el caso de Job. ¿Qué creyente ha sufrido más que él? Le fue quitado todo lo que más amaba en este mundo: sus hijos, sus bienes, su salud corporal; y, por último, la prueba más dolorosa de todas: su esposa, habiendo perdido la confianza en Dios, abrumada por el peso de sus desgracias, le pidió que maldijera a Dios y muriera. ¿Era Job uno de esos bienaventurados? Eso es lo que dice Santiago. No es que Job se sintiera feliz cuando fue tentado casi más allá de lo que podía soportar, sino que era feliz porque era objeto del cuidado de Jehová y él lo conducía hacia un fin cierto y seguro, el de la bendición. En ese momento, su aflicción no era motivo de gozo en sí mismo, sino de sufrimiento; sin embargo, estaba a punto de dar el fruto pacífico de la justicia, porque lo estaba formando. Por eso Santiago dijo a sus hermanos: «Oísteis hablar de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor; porque el Señor es rico en misericordia y compasivo» (6:11). «El fin del Señor» se encuentra en los últimos capítulos de la historia de Job, donde podemos verlo restablecido en la bendición y el favor de Jehová, que lo bendijo, ahora que el propósito de la disciplina se había cumplido, más que al principio; y así Santiago demuestra abundantemente que el Señor es compasivo y misericordioso.
¿Hay alguno entre nosotros que duden, en el dolor y bajo la presión? ¡Ay! Satanás nos asalta a menudo con esta sutil tentación en tales circunstancias. Para rechazar al tentador, debería bastar con recordar la perfecta demostración del corazón de Dios cuando no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros. Sí, la incredulidad nos acecha, pero aceptemos Sus caminos hacia nosotros.
4 - El ejemplo de Efraín
Ahora citemos 1 o 2 ejemplos de su manera de actuar con Efraín, quien ciertamente había pecado con arrogancia, pero que, bajo el golpe del castigo, se volvió hacia Jehová: «¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿No es niño en quien me deleito? Pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová» (Jer. 31:20). Y también en el profeta Oseas, con infinita compasión: «¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión» (Oseas 11:8).
5 - Una certeza: el Señor ama a su pueblo
Lo más cierto en el mundo es que el Señor ama a su pueblo, y que todas sus acciones y todos sus caminos hacia nosotros solo pueden interpretarse a la luz de su amor. Sus propios designios de gracia lo proclaman; porque si aprendemos por la Palabra de Dios que «todas las cosas cooperan juntas para el bien de los que aman a Dios, los que son llamados según su propósito», es porque «a los que conoció de antemano, también los predestinó para ser conformes a la imagen de su Hijo, para que él fuese el primogénito entre muchos hermanos» (Rom. 8:28-29). La luz de los designios de Dios ha brillado sobre nuestras almas, y así poseemos la llave que nos permite desentrañar el misterio de todos sus caminos hacia nosotros. Por lo tanto, nunca dudemos, por intensa que sea la prueba, que él es «es rico en misericordia y compasivo».