«Esto lo he hecho yo»

1 Reyes 12:24


person Autor: Sin mención del autor

flag Tema: Las pruebas y las enfermedades


Autor desconocido – Encontrado en la Biblia personal de J.N. Darby

Las decepciones de la vida son en realidad decretos del amor. “Hoy tengo un mensaje para ti”, dice el Señor a cada uno de sus santos afligidos. “Os lo susurraré suavemente al oído, para que las tormentas que puedan alcanzaros no os asusten y las espinas sobre las que debéis pisar os resulten menos dolorosas”. Es una frase corta: deja que se hunda en lo más profundo de tu corazón y que sea como una almohada en la que apoyar tu cabeza cansada: «Esto lo he hecho yo».

¿Has pensado alguna vez que todo lo que te concierne, también me concierne a mí? «Porque el que os toca, toca a la niña de su ojo» (Zac. 2:8). «Porque a mis ojos fuiste de gran estima» (Is. 43:4); por eso me complazco especialmente en formarte. Cuando te asalte la tentación y el enemigo venga «como río» (Is. 59:19), quiero enseñarte que «esto lo he hecho yo». Yo dirijo todas tus circunstancias. No es por casualidad que ocupas el lugar donde estás, sino porque yo lo he elegido para ti.

¿No pediste ser humilde? Te he colocado en la misma escuela donde se aprende esta lección. Es a través de los que te rodean y de los que caminan contigo como se cumplirá en ti la obra de mi voluntad. ¿Tienes dificultades materiales? ¿Te cuesta llegar a fin de mes? «Esto lo he hecho yo», porque poseo todas las cosas. Quiero que todo lo recibas de mi mano y que dependas enteramente de mí. Mis riquezas son ilimitadas (Fil. 4:19). Pon a prueba mis promesas y que no se diga de ti como de Israel en el desierto: «Y aun con esto no creísteis a Jehová vuestro Dios» (Deut. 1:32).

¿Estás pasando por noches de aflicción? «Esto lo he hecho yo». Yo, que era el Varón de dolores, «experimentos en quebranto» (Is. 53:3), te dejé sin apoyo humano, para que, viniendo a mí, conocieras el «eterno consuelo» (2 Tes. 2:16-17). ¿Te ha decepcionado un amigo al que abriste tu corazón y en el que pusiste tu confianza? «Esto lo he hecho yo». He permitido esta decepción para que aprendas que Jesús es tu mejor Amigo. Él es quien te preserva de caer, quien sostiene tu alma en sus luchas; quiere ser tu Confidente, tu Pastor, tu Guía.

¿Alguien te ha calumniado? Deja este asunto para mí y ven a refugiarte bajo la sombra de mis alas, a salvo de «contención de lenguas» (Sal. 31:20). Porque yo mostraré «tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía» (Sal. 37:6). ¿Se han derrumbado tus planes? ¿Estás aplastado y cansado? «Esto lo he hecho yo». Tú hacías planes y luego venías a mí pidiéndome que los bendijera, mientras que yo quería prepararlos para ti y responsabilizarme de ellos, «porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo» (Éx. 18:18). Tú solo eres un instrumento, no Aquel que lo utiliza.

¿Anhelabas hacer alguna obra importante para mí y, en lugar de poder hacerla, fuiste apartado en un lecho de dolor e impotencia? «Esto lo he hecho yo». Cuando estabas tan activo, no podía captar tu atención. Ahora quiero enseñarte algunas de mis lecciones más profundas. Solo aquellos que han aprendido a esperar pacientemente pueden servirme. Mis mejores obreros son a veces los que están apartados del servicio activo, para que aprendan a empuñar el arma de la oración. ¿Estás llamado de repente a ocupar un puesto difícil y lleno de responsabilidad? Sigue adelante, confiando en mí. Si te confío este importante puesto, es para ayudarte a experimentar la verdad de la Palabra: «Porque por ello te bendecirá Jehová tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas» (Deut. 15:10).

Hoy pongo en tu mano «la vasija de aceite» y «un puñado de harina» (1 Reyes 17:12) para que los utilices sin temor. Que cada circunstancia que se presente en tu camino, cada palabra hiriente que llegue a tus oídos, cada interrupción que agote tu paciencia, cada manifestación de tu propia debilidad te encuentre bien provisto de estos recursos divinos. Recuerda que todos estos desafíos forman parte de la educación del Padre. Las heridas que causan sanarán pronto cuando aprendas a verme en todas las cosas. Porque «por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas ellas está la vida de mi espíritu» (Is. 38:16). «Enderezad las manos caídas y las rodillas que titubean; y haced sendas derechas para vuestros pies… Seguid la paz para con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor» (Hebr. 12:12-14).

«Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy» (Deut. 32:46).


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