Biblia paralela

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1 MAS el día veinte y cuatro de este mes se congregaron los hijos de Israel en ayuno, y con sacos y tierra sobre sí. Y EL día veinticuatro del mismo mes se juntaron los hijos de Israel en ayuno, y con sacos, y tierra sobre sí.
2 Y habíase ya separado el linaje de Israel de todos los hijos de tierra extraña; y poniéndose en pie hicieron confesión de sus pecados, y de las iniquidades de sus padres. Y habíase ya apartado la simiente de Israel de todos los extranjeros; y estando en pie, confesaron sus pecados, y las iniquidades de sus padres.
3 Luego levantándose en su puesto, leyeron en el Libro de la Ley de Jehová su Dios la cuarta parte del día, y otra cuarta parte la pasaron haciendo confesión, y adorando a Jehová su Dios. Y puestos de pie en su lugar, leyeron en el libro de la ley de Jehová su Dios la cuarta parte del día, y la cuarta parte confesaron y adoraron á Jehová su Dios.
4 En seguida subieron sobre la tribuna de los levitas, Jesúa, Bani, Cadmiel, Sebanías, Buni, Serebías, Bani, y Kenani; y clamaron a gran voz a Jehová su Dios. Levantáronse luego sobre la grada de los Levitas, Jesuá y Bani, Cadmiel, Sebanías, Bunni, Serebías, Bani y Chênani, y clamaron en voz alta á Jehová su Dios.
5 Entonces dijeron los levitas Jesúa y Cadmiel, Bani, Hasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petahías: ¡Levantaos y bendecid a Jehová vuestro Dios, que es desde la eternidad y hasta la eternidad! ¡y bendigan todos tu santo nombre, que es ensalzado sobre toda bendición y alabanza! Y dijeron los Levitas, Jesuá y Cadmiel, Bani, Hosabnías, Serebías, Odaías, Sebanías y Pethaía: Levantaos, bendecid á Jehová vuestro Dios desde el siglo hasta el siglo: y bendigan el nombre tuyo, glorioso y alto sobre toda bendición y alabanza.
6 Tú eres Jehová, tú solo; tú has hecho el cielo, y el cielo de los cielos, con todo su ejército, la tierra con todo cuanto en ella existe; los mares con todo lo que hay en ellos; y tú sostienes en vida a todos ellos; y el ejército del cielo te adora. Tú, oh Jehová, eres solo; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, y toda su milicia, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran.
7 Tú eres Jehová, él Dios que escogiste a Abram, y le sacaste de Ur de los Caldeos, y le pusiste el nombre de Abraham. Tú, eres oh Jehová, el Dios que escogiste á Abram, y lo sacaste de Ur de los Caldeos, y pusístele el nombre Abraham;
8 Y hallaste su corazón fiel delante de ti, e hiciste con él un pacto, que le darías la tierra del Cananeo, del Heteo, del Amorreo, del Perezeo, del Jebuseo, del Gergeseo, y que la darías a su descendencia; y tú has cumplido tu palabra, porque eres justo. Y hallaste fiel su corazón delante de ti, é hiciste con él alianza para darle la tierra del Cananeo, del Hetheo, y del Amorreheo, y del Pherezeo, y del Jebuseo, y del Gergeseo, para darla á su simiente: y cumpliste tu palabra, porque eres justo.
9 Y miraste compadecido la aflicción de nuestros padres en Egipto, y escuchaste su clamor junto al Mar Rojo; Y miraste la aflicción de nuestros padres en Egipto, y oíste el clamor de ellos en el mar Bermejo;
10 e hiciste señales y maravillas contra Faraón, y contra todos sus siervos, y contra todo el pueblo de su tierra: porque sabías que se habían portado soberbiamente contra ellos: y así te hiciste renombre, como consta el día de hoy. Y diste señales y maravillas en Faraón, y en todos sus siervos, y en todo el pueblo de su tierra; porque sabías que habían hecho soberbiamente contra ellos; é hiciste nombre grande, como este día.
11 Pues partiste el mar delante de ellos, y los hiciste pasar por en medio de la mar en seco; pero en cuanto a sus perseguidores, los arrojaste en los abismos, como una piedra que se hunde en las poderosas aguas. Y dividiste la mar delante de ellos y pasaron por medio de ella en seco; y á sus perseguidores echaste en los profundos, como una piedra en grandes aguas.
12 Y con una columna de nube los condujiste de día, y con columna de fuego de noche, para alumbrarles en el camino que hubieron de andar. Y con columna de nube los guiaste de día, y con columna de fuego de noche, para alumbrarles el camino por donde habían de ir.
13 Y sobre el monte Sinaí bajaste tú, y hablaste con ellos desde el cielo; y les diste juicios rectos, y leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos. Y sobre el monte de Sinaí descendiste, y hablaste con ellos desde el cielo, y dísteles juicios rectos, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos:
14 También les hiciste conocer tu santo día del Descanso; y les prescribiste mandamientos y estatutos y ley, por conducto de Moisés tu siervo: Y notificásteles el sábado tuyo santo, y les prescribiste, por mano de Moisés tu siervo, mandamientos y estatutos y ley.
15 Asimismo les diste pan del cielo para satisfacer su hambre, y les sacaste aguas de la peña, para aplacar su sed; y les mandaste que entrasen y heredasen la tierra respecto de la cual alzaste tu mano, jurando dársela. Y dísteles pan del cielo en su hambre, y en su sed les sacaste aguas de la piedra; y dijísteles que entrasen á poseer la tierra, por la cual alzaste tu mano que se la habías de dar.
16 Pero ellos y nuestros padres se portaron soberbiamente, y endurecieron su cerviz, y no obedecieron tus mandamientos; Mas ellos y nuestros padres hicieron soberbiamente, y endurecieron su cerviz, y no escucharon tus mandamientos,
17 antes bien, rehusaron escucharlos, ni se acordaron de tus maravillas que habías hecho con ellos; sino que endurecieron su cerviz, y en su rebelión se pusieron jefe, para volver a su antigua servidumbre. Tú empero eres Dios perdonador, clemente y misericordioso, lento en iras y abundante en bondad; por lo cual no los abandonaste. Y no quisieron oír, ni se acordaron de tus maravillas que habías hecho con ellos; antes endurecieron su cerviz, y en su rebelión pensaron poner caudillo para volverse á su servidumbre. Tú empero, eres Dios de perdones, clemente y piadoso, tardo para la ira, y de mucha misericordia, que no los dejaste.
18 Más aún, cuando se hubieron hecho un becerro de fundición, y dijeron: ¡Éste es tu Dios que te hizo subir de Egipto! y hubieron cometido grandes provocaciones; Además, cuando hicieron para sí becerro de fundición, y dijeron: Éste es tu Dios que te hizo subir de Egipto; y cometieron grandes abominaciones;
19 sin embargo, en tus abundantes compasiones no los abandonaste en el desierto: la columna de nube no quitaste de sobre ellos de día, para conducirlos en el camino, ni la columna de fuego de noche, para alumbrarles en el camino que hubieron de andar. Tú, con todo, por tus muchas misericordias no los abandonaste en el desierto: la columna de nube no se apartó de ellos de día, para guiarlos por el camino, ni la columna de fuego de noche, para alumbrarles el camino por el cual habían de ir.
20 Les diste también tu buen Espíritu para enseñarles, y no quitaste tu maná de su boca; y les diste aguas para aplacar su sed. Y diste tu espíritu bueno para enseñarlos, y no retiraste tu maná de su boca, y agua les diste en su sed.
21 Así los sustentaste cuarenta años en el desierto; nada les faltó; sus vestidos no se gastaron, ni se hinchó su pie. Y sustentástelos cuarenta años en el desierto; de ninguna cosa tuvieron necesidad: sus vestidos no se envejecieron, ni se hincharon sus pies.
22 Además, les diste reinos y pueblos, y se los repartiste por distritos; de manera que tomaron en posesión la tierra de Sehón, es decir, la tierra del rey de Hesbón, y la tierra de Og rey de Basán. Y dísteles reinos y pueblos, y los distribuiste por cantones: y poseyeron la tierra de Sehón, y la tierra del rey Hesbón, y la tierra de Og rey de Basán.
23 Y multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo, y los introdujiste en la tierra acerca de la cual habías mandado a sus padres que entrasen a heredarla. Y multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo, y metístelos en la tierra, de la cual habías dicho á sus padres que habían de entrar á poseerla.
24 Así los hijos de éstos entraron, y heredaron la tierra, en tanto que tú sujetaste delante de ellos a los habitantes de la tierra, los Cananeos, a quienes entregaste en su mano, con sus reinos y los pueblos de la tierra, para que hiciesen con ellos según su voluntad. Y los hijos vinieron y poseyeron la tierra, y humillaste delante de ellos á los moradores del país, á los Cananeos, los cuales entregaste en su mano, y á sus reyes, y á los pueblos de la tierra, para que hiciesen de ellos á su voluntad.
25 De esta suerte tomaron para sí ciudades fortificadas, y una tierra feraz; y se posesionaron de casas llenas de toda suerte de bienes, y de cisternas labradas a pico; de viñas también, de olivares y de árboles frutales en abundancia; y comieron, y se saciaron, y engrosáronse, y se deleitaron en tu tan grande beneficencia. Y tomaron ciudades fortalecidas, y tierra pingüe, y heredaron casas llenas de todo bien, cisternas hechas, viñas y olivares, y muchos árboles de comer; y comieron, y hartáronse, y engrosáronse, y deleitáronse en tu grande bondad.
26 Pero ellos se hicieron perversos, y rebeláronse contra ti, echando tu ley detrás de sus espaldas; y mataron a tus profetas, los cuales testificaron contra ellos para hacerlos volver a ti; y cometieron grandes provocaciones. Empero te irritaron, y rebeláronse contra ti, y echaron tu ley tras sus espaldas, y mataron tus profetas que protestaban contra ellos para convertirlos á ti; é hicieron grandes abominaciones.
27 Por lo cual tú los entregaste en mano de sus adversarios, de modo que se vieron en grande estrecho. Y cuando en el tiempo de su angustia clamaban a ti, los oías desde el cielo, y conforme a la muchedumbre de tus piedades, les dabas salvadores que los libraban de mano de sus adversarios. Y entregástelos en mano de sus enemigos, los cuales los afligieron: y en el tiempo de su tribulación clamaron á ti, y tú desde los cielos los oíste; y según tus muchas miseraciones les dabas salvadores, que los salvasen de mano de sus enemigos.
28 Mas en teniendo descanso, volvían a hacer lo malo delante de ti; de modo que tú los abandonabas en mano de sus enemigos, los cuales los oprimían. Entonces ellos tornaban a clamar a ti, y tú desde el cielo les oías; y conforme a tus piedades muchas veces los libraste. Mas en teniendo reposo, se volvían á hacer lo malo delante de ti; por lo cual los dejaste en mano de sus enemigos, que se enseñorearon de ellos: pero convertidos clamaban otra vez á ti, y tú desde los cielos los oías, y según tus miseraciones muchas veces los libraste.
29 Asimismo protestaste contra ellos para hacerlos volver a tu ley; pero ellos se portaron insolentemente, y no oyeron tus mandamientos, sino que pecaron contra tus preceptos; en los cuales vivirá el hombre que los hiciere: y se negaron a llevar tu yugo, y endurecieron su cerviz, y no quisieron escuchar. Y protestásteles que se volviesen á tu ley; mas ellos hicieron soberbiamente, y no oyeron tus mandamientos, sino que pecaron contra tus juicios, los cuales si el hombre hiciere, en ellos vivirá; y dieron hombro renitente, y endurecieron su cerviz, y no escucharon.
30 Tú empero con larga espera los sufriste muchos años, y testificaste contra ellos por tu Espíritu, por conducto de tus profetas: pero ellos no dieron oídos; por lo cual los entregaste en mano de los pueblos de las tierras. Y alargaste sobre ellos muchos años, y protestásteles con tu espíritu por mano de tus profetas, mas no escucharon; por lo cual los entregaste en mano de los pueblos de la tierra.
31 Bien que en tus grandes piedades no los destruíste, ni los abandonaste; porque eres Dios clemente y compasivo. Empero por tus muchas misericordias no los consumiste, ni los dejaste; porque eres Dios clemente y misericordioso.
32 Ahora pues, oh Dios nuestro, el Dios grande, fuerte y temible, guardador del pacto y de la misericordia prometida, no te parezca poca cosa toda la aflicción que nos ha sobrevenido; es decir, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros sacerdotes, y a nuestros profetas, y a nuestros padres, y a todo nuestro pueblo, desde los días de los reyes de Asiria hasta este día. Ahora pues, Dios nuestro, Dios grande, fuerte, terrible, que guardas el pacto y la misericordia, no sea tenido en poco delante de ti todo el trabajo que nos ha alcanzando á nuestros reyes, á nuestros príncipes, á nuestros sacerdotes, y á nuestros profetas, y á nuestros padres, y á todo tu pueblo, desde los días de los reyes de Asiria hasta este día.
33 Sin embargo tú eres justo en todo cuanto nos ha sobrevenido; porque has obrado con fidelidad, pero nosotros hemos cometido maldad. Tú empero eres justo en todo lo que ha venido sobre nosotros; porque rectamente has hecho, mas nosotros hemos hecho lo malo:
34 Y nuestros reyes, nuestros príncipes, nuestros sacerdotes y nuestros padres no han guardado tu ley, ni escuchado tus mandamientos, ni tus testimonios, con que testificaste contra ellos. Y nuestros reyes, nuestros príncipes, nuestros sacerdotes, y nuestros padres, no pusieron por obra tu ley, ni atendieron á tus mandamiento y á tus testimonios, con que les protestabas.
35 Antes bien, ellos en su reino y en medio de tu mucha beneficencia que obraste con ellos, en la tierra espaciosa y feraz que pusiste en su poder, no te sirvieron a ti, ni se tornaron de sus malas obras. Y ellos en su reino y en tu mucho bien que les diste, y en la tierra espaciosa y pingüe que entregaste delante de ellos, no te sirvieron, ni se convirtieron de sus malas obras.
36 ¡Henos aquí el día de hoy, siervos! y la tierra que diste a nuestros, padres, para que nosotros comiéramos de su fruto y de su bien, he aquí que nosotros mismos somos siervos en ella; He aquí que hoy somos siervos, henos aquí, siervos en la tierra que diste á nuestros padres para que comiesen sus fruto y su bien.
37 y el abundante producto de ella es para los reyes que, por nuestros pecados, tú has puesto sobre nosotros; los cuales imperan sobre nuestros cuerpos y sobre nuestras bestias, conforme a su gusto; ¡y estamos en grande estrecho! Y se multiplica su fruto para los reyes que has puesto sobre nosotros por nuestros pecados, quienes se enseñorean sobre nuestros cuerpos, y sobre nuestras bestias, conforme á su voluntad, y estamos en grande angustia.
38 Y a causa de todo esto, hacemos un pacto fiel, y lo ponemos por escrito; y nuestros príncipes, nuestros levitas y nuestros sacerdotes le imprimen sus sellos. Á causa pues de todo eso nosotros hacemos fiel alianza, y la escribimos, signada de nuestros príncipes, de nuestros Levitas, y de nuestros sacerdotes.
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