Vocabulario sobre la venida del Señor

Los diferentes términos utilizados en el Nuevo Testamento


person Autor: Henri ROSSIER 50

flag Tema: El futuro y las profecías


Aprovechamos esta oportunidad para establecer de una vez por todas, para que no haya ocasión de volver a ello, el significado de ciertos términos utilizados en las Escrituras sobre la venida del Señor y los acontecimientos que la acompañan, términos cuyo valor, desconocido por un gran número de cristianos, los lleva a mucha confusión. Recomendamos a los lectores que comprueben escrupulosamente nuestros pasajes, para protegerlos de muchos de los errores propagados por los escritos de la época. Para ello, es imprescindible consultar la versión (en francés) de Pau-Vevey [Darby] 1872 [1], que garantizan una muy buena exactitud.

[1] N. del T.: consultar la versión (en español) la Biblia Moderna actualizada 2020.

1 - La venida – parousía

La venida (parousía) del Señor. Esta palabra, venida, ha sido muy discutida. Suele significar tanto el hecho de que una persona, hasta entonces ausente, esté presente, como el acto por el que esta presencia tiene lugar. La venida del Señor no debe confundirse con la venida (la misma palabra griega) del Hijo del hombre (Mat. 24:3, 30, 37, 39). La primera es en gracia, la segunda en juicio. Cuando el Señor viene a arrebatar a su Iglesia y a resucitar a los santos dormidos, es como Hijo de Dios (Juan 5:21, 25); cuando viene a ejercer el juicio, es como el Hijo del hombre (Juan 5:27). Su venida en juicio tendrá lugar en su aparición (Mat. 24:30). Las palabras «el poder y la venida (la misma palabra griega) de nuestro Señor» (2 Pe. 1:16), son su presencia en gloria en su reino, una escena de la que los discípulos habían tenido un anticipo en la imagen del monte santo (Marcos 8:1; 2 Pe. 1:16-18). Estos dos términos: la venida del Hijo del hombre, y la venida del Señor en poder no tienen nada que ver con la venida del Señor para resucitar, transmutar y arrebatar a los santos.

Véase para:

2 - La revelación del Señor – apocalupsis

La revelación (apocalupsis) del Señor es la manifestación, ante el alma o ante los ojos, del Señor, como un Objeto que había estado oculto hasta entonces. Esta revelación será la alegría de los que han creído y será para confusión de los que no quisieron reconocerlo por la fe en el momento en que estaba oculto, por lo que este término no solo se aplica a la revelación de la gloria del Señor, sino también a la revelación del juicio que ejecutará.

Véase para:

3 - La aparición del Señor – epifanía

La aparición (epifanía) del Señor es el hecho de que su persona, antes invisible, es finalmente vista o hecha visible. Así fue la primera aparición de Cristo, viniendo en gracia como hombre a este mundo; así será su segunda aparición en juicio y gloria, cuando «todo ojo lo verá» y seguirá siendo visto desde entonces.

Es en la aparición de Cristo cuando los frutos de la conducta de los cristianos serán manifestados a la vista de todos, y se inaugura el reinado del Señor.

Véase para:

4 - La manifestación de Cristo

La manifestación (fanerôsis, faneroô) de Cristo es la puesta en evidencia, en primer plano, de Aquel que está actualmente oculto en Dios, pero cuya existencia es ya conocida. Lo mismo ocurrirá con la manifestación de los suyos.

Véase, entre otros: Juan 1:31; 2 Cor. 4:10, 11; 1 Tim. 3:16; Col. 3:4; 1 Juan 1:2; 3:2. Este vocablo se cita 43 veces en el Nuevo Testamento.

5 - El día del Señor

El día (hemera) del Señor es siempre un día de juicio y se refiere en el Nuevo Testamento no a un día de 24 horas, sino a un período, que comienza después de la venida del Señor por los suyos, y que abarca los acontecimientos proféticos hasta la aparición del Señor, inclusive. En 2 Pedro 3, el día del Señor se extiende más allá de esta aparición hasta la disolución de los cielos y la tierra actuales. El día de Jehová, que corresponde en el Antiguo Testamento al «día del Señor», se refiere al tiempo de la ira y de los juicios de Dios, ya sea sobre Israel o sobre las naciones. Después de haber sido anunciado por los profetas, este día tuvo su cumplimiento parcial en los tiempos pasados, un cumplimiento que no es más que el precursor de los tiempos y juicios proféticos por venir. Será el tiempo de la «angustia para Jacob» (Jer. 30:7), que, no obstante, será liberado de ella para disfrutar de la bendición de los últimos días.

Véase para:

6 - El día de Cristo

El día de Cristo, y también el término «ese día», tiene un significado amplio. Ese día comienza cuando la estrella de la mañana, la venida del Señor, que es el amanecer de ese día, ha introducido a los redimidos en la gloria celestial. El día de Cristo continúa ante el tribunal de Cristo, donde tiene lugar la “promoción” de los creyentes, es decir, la distribución o pérdida de las coronas. Ese día termina, después de las «bodas del Cordero», con la manifestación pública del Señor con sus santos llevando sus coronas. Entonces la consecuencia de su conducta será, no solo vista en el cielo, como en el tribunal, sino que será manifestada a los ojos de todos cuando aparezca el Señor.

Véase: Fil. 1:6, 10; 2:16; 2 Tim. 1:12, 18; 4:8.

7 - El fin de los días

El fin de los días es siempre en el Antiguo Testamento el período de bendición que sigue a los últimos juicios, es decir, al establecimiento del Reino milenario y la restauración final de los judíos y las naciones.

Véase: Isa. 2:2; Jer. 23:20; 30:24; 48:47; 49:39; Dan. 10:14; Oseas 3:5; Hec. 2:17.

En el Nuevo Testamento los últimos días son, por el contrario, los del pleno desarrollo del mal, la cristiandad nunca deberá ser restaurada como lo será Israel.

Véase: 2 Tim. 3:1; Sant. 5:3; 2 Pe. 3:3.

8 - La hora

La hora. Esta palabra es utilizada a menudo por Juan para indicar un período de tiempo, ya sea muy extenso o más limitado. Véase Juan 5:25, 28; Apoc. 3:10; 14:7; 18:10. En muchos otros pasajes la hora es la llegada repentina de un juicio que puede prolongarse después.

Véase: Mat. 24:36, 42, 44, 50; 25:13; Apoc. 3:3.

9 - El día de Dios

El día de Dios es el día que seguirá a la destrucción de los cielos y de la tierra, y al juicio de los muertos ante el gran trono blanco. Será el día eterno de los nuevos cielos y de la nueva tierra en la que habita la justicia (2 Pe. 3:12).