Un deseo para el Año Nuevo
29 de diciembre de 2022
“Qué puedo desear para vosotros en esta renovación del año, sino que tengáis corazones que no estén divididos por el Señor; corazones que no estén medio vueltos al mundo y a las nimiedades con las que trata de engañarnos; corazones que estén contentos con ese adorno de «la persona interior, del corazón», un adorno que solo Dios ve y que no solicita las miradas de los hombres (1 Pe. 3:3-4). De todo lo que hemos buscado, amado, deseado y perseguido en este mundo, solo queda, creed a un testigo reciente en mi persona, lo que se ha hecho para el Señor; todo lo demás es vanidad y carcoma del espíritu, y el alma está obligada a despojarse de ello como de basura para encontrar el gozo de la comunión apacible con el Señor, pues no se puede gozar a la vez de las cosas del cielo y de las de la tierra. Que el Señor os bendiga abundantemente en las cosas de arriba”.
Estas palabras, pronunciadas en su día por un querido hermano muy anciano y gravemente enfermo, siguen siendo de actualidad. Las «cosas que hay en el mundo» (1 Juan 2:15), siguen siendo las mismas, y siguen siendo tan peligrosas para nuestras almas; y en los tiempos agitados y turbulentos en que vivimos, estos tiempos finales que nos ha tocado presenciar por poco tiempo todavía, el deseo de nuestro hermano es el que dirigimos a nuestros lectores creyentes en el umbral de un nuevo año sobre la tierra. «El mundo pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Juan 2:17).
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