La oportuna advertencia del apóstol Pablo

22 de septiembre de 2022

2 Timoteo 1 y 2: ¿Palabra vana y profana, o enseñanza bíblica?

Tras las primeras epístolas, o cartas, de los apóstoles del Nuevo Testamento, que desarrollan la doctrina y la práctica cristianas, llegamos a la Segunda Epístola a Timoteo, que da advertencias para los desafortunados tiempos del final del periodo de la Iglesia. Si en las primeras epístolas se mencionaron y contradijeron todo tipo de falsas doctrinas, nos sorprende descubrir en esta Segunda Epístola que un número importante de creyentes había abandonado al apóstol Pablo y su enseñanza, por lo que se vio en la necesidad de recordar lo que ya había enseñado e insistir en la necesidad de volver a estas cosas: «Retén el modelo de las sanas palabras que oíste de mí (1:13)… Guarda el buen depósito (1:14)… Lo que oíste de mí… esto encomienda a hombres fieles (2:2), etc.». Ante esto, personas mezcladas con los cristianos daban «profana y vanas charlas» (2:16).

Esto ya no era una distorsión de la sana enseñanza, sino un claro alejamiento de la Palabra de Dios que llenaba las precedentes epístolas. Es sorprendente que gente que frecuentan las asambleas cristianas pueda llegar a esto. Es sin duda el resultado de alimentarse de los discursos del mundo. –Lo mismo ocurre hoy en día. El mundo de la comunicación, los “youtubers”, los “influencers” y las redes sociales, están llenos de estas charlas «profanas y vanas», que invaden incluso el cristianismo. Ciertamente hay buenas enseñanzas en medio de todo esto (incluso hay predicaciones del verdadero evangelio), pero esto es más bien la excepción. ¿Qué debe hacer el siervo fiel de Dios, el que se presenta «a Dios aprobado» (2:15)? ¿Debería ponerse a refutar a todos los polemistas y propagandistas? –El apóstol dice que, estando aprobado por Dios, no tiene por qué avergonzarse (= no necesita disimular), sino que debe exponer «justamente», o «cortar rectamente», «la palabra de la verdad» (2:15). En otras palabras, volver a la Escritura y “atenerse” a ella. –Que solo nos alimentemos de esta sana enseñanza, cortada recta a partir de la Escritura, y que, de acuerdo con nuestra función en el cristianismo, no propaguemos habladurías (aunque estén coloreadas con el cristianismo), sino solo una sana enseñanza impregnada de las palabras del apóstol Pablo.

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