Introducción

Segunda Epístola de Pablo a Timoteo


Esta epístola fue escrita para animar a Timoteo a servir en un día difícil, cuando la masa de la profesión cristiana estaba abandonando al apóstol Pablo y su doctrina. Predice el carácter progresivo de la corrupción que impregnaría la cristiandad y que culminaría en los últimos días con un alejamiento total de la verdad de Dios.

Cuando Pablo escribió su Primera Epístola a Timoteo, los cristianos, en general, deseaban responder a sus responsabilidades en el mantenimiento del orden de la Casa de Dios, aunque unos pocos individuos demostraron ser defectuosos. En la Segunda Epístola, no fue así. El mal y la corrupción habían progresado, y se considera que la profesión cristiana en su conjunto había fracasado, y que solo unos pocos individuos permanecían fieles a su profesión.

Con este oscuro panorama ante el apóstol, trata de estimular a Timoteo para que siga adelante en el servicio del Señor. Le transmite muchas indicaciones útiles que nos han sido conservadas graciosamente en la Palabra de Dios; y ahora cualquiera que desee servir al Señor puede tener estos principios rectores para su servicio. El tema de la epístola, por tanto, es el estímulo en el servicio en un tiempo de fracaso colectivo. Es una palabra muy necesaria para hoy.

El escenario: Un día de ruina y fracaso

En la Primera Epístola de Pablo a Timoteo, instruyó a los creyentes en cuanto al orden de conducta adecuado para la Casa de Dios. En esta Segunda Epístola, nos instruye sobre cómo debemos comportarnos cuando las cosas en la Casa de Dios han caído en desorden. Lo que se destaca en la Segunda Epístola es que en los últimos días habría una declinación espiritual generalizada en el testimonio cristiano, y la necesidad de sabiduría para conducirse en esos tiempos.

Esta Epístola fue escrita para animar a Timoteo a servir en un día difícil en el que las masas de la profesión cristiana estaban abandonando a Pablo y su doctrina (2 Tim. 1:15). Advierte a los creyentes del carácter progresivo de la corrupción en la cristiandad, que culminaría en los últimos días cuando se produjera un alejamiento total de la verdad de Dios. Anticipa un tiempo de completa ruina y fracaso en el testimonio cristiano (2 Tim. 3:1-8; 4:3-4). Al mismo tiempo, señala cuidadosamente el camino por el que han de andar los fieles en esos tiempos.

En la Primera Epístola, se ve a la masa de cristianos deseando responder a sus responsabilidades en el mantenimiento del orden en la Casa de Dios, aunque unos pocos individuos demuestren ser problemáticos (1 Tim. 1:20; 4:1 – «algunos»). En la Segunda Epístola ocurre lo contrario. Considera que la masa de cristianos ha fracasado (2 Tim. 1:15), y solo unos pocos individuos permanecen fieles a su profesión (2 Tim. 1:16-18; 4:11).

Lo que ha ocurrido en la historia de la Iglesia está previsto en esta Epístola. Pablo compara la ruina del testimonio cristiano con «una casa grande» llena de desorden y contaminación (2 Tim. 2:20). De hecho, el comienzo de este abandono ya era perceptible cuando Pablo escribió a Timoteo. El Señor mismo predijo este tiempo de fracaso y ruptura pública en las parábolas de Mateo 13. Dijo que cuando las cosas se pusieran en manos de los hombres en el tiempo de su ausencia, el «enemigo» (Satanás) introduciría «cizaña» (personas malas), «aves» (espíritus malos) y «levadura» (doctrinas malas). Mirando la historia de la profesión cristiana, vemos que esto ha sucedido de hecho. Los emisarios de Satanás han trabajado a través de agentes humanos para subvertir la verdad de Dios en los corazones de los hombres. Se ha introducido mucha corrupción y desorden en lo que lleva el nombre de Cristo.

Es significativo que no haya ninguna promesa en la Epístola (ni en ninguna parte de las Escrituras) de una recuperación del testimonio cristiano después de haber caído en este estado corrupto. Por el contrario, el apóstol le dijo a Timoteo que las cosas solo irían de mal en peor (2 Tim. 3:13). Él no podía esperar ver una recuperación de la antigua gloria de la Iglesia como se encuentra en los primeros capítulos de los Hechos, cuando todos estaban llenos del Espíritu, y todos habitaban juntos en feliz unidad, y había señales del poder del Espíritu. Apocalipsis 2 - 3, indica que la historia de la Iglesia en la tierra terminará con una triste nota de gran indiferencia a las demandas de Cristo. No solo el apóstol sería rechazado, como se menciona en esta Epístola (2 Tim. 1:15), sino que el propio Señor sería dejado fuera (Apoc. 3:20). Esto es lo que ocurre generalmente hoy en día.

Esta condición de grave alejamiento de la verdad continuará hasta que el Señor venga y saque a todos los verdaderos creyentes de la masa profesa (1 Tes. 4:15-18). Con este sombrío panorama ante el apóstol, trata de estimular a Timoteo para que continúe en el servicio del Señor. El tema de la Epístola, por tanto, es la responsabilidad individual en el servicio en tiempos de fracaso colectivo.

El «hombre de Dios»

La expresión «varón de Dios» (1 Sam. 2:27; 9:10, etc.) aparece en las Escrituras cuando la masa del pueblo que profesa a Dios falla en su responsabilidad colectiva. Significa un hombre que representa a Dios y actúa por Él cuando los que profesan conocer a Dios demuestran ser infieles. El término se usa siempre en singular; la Escritura nunca habla de “hombres de Dios”. [1]

[1] Salvo en 2 Pedro 1:21: «hombres de Dios hablaron…».

Esto muestra que la fidelidad es en forma individual cuando hay una ruptura pública en el testimonio del Señor. La expresión: «Hombre de Dios», no se utiliza en la Escritura cuando las condiciones son buenas entre el pueblo del Señor, sino cuando se degradan. Las segundas epístolas del Nuevo Testamento son particularmente aplicables para tales tiempos; anticipan el fracaso público del pueblo de Dios y enfatizan la necesidad de la fidelidad individual. Por eso es sorprendente ver que Timoteo es llamado «hombre de Dios» (1 Tim. 6:11; 2 Tim. 3:17).

Dado que Timoteo era un joven (1 Tim. 4:12), algunos han concluido que esta Epístola fue escrita para los jóvenes que luchan con los problemas de la juventud, es decir, las tentaciones del mundo, la carne y el diablo, etc. Sin embargo, es evidente que no fue escrita con esto en mente. Insinuar que Timoteo estaba luchando con el mundo, etc., es demeritar su excelente carácter y su increíble devoción al Señor. Era un cristiano maduro y piadoso, aunque relativamente joven, que estaba totalmente comprometido a hacer la voluntad de Dios y a servir a su pueblo. Timoteo, por lo tanto, no era un joven cristiano descuidado e indiferente. Pablo podía decir de él: «Porque a nadie tengo del mismo ánimo, que tan realmente se interese por lo que os concierne; porque todos buscan sus propios intereses, no los de Cristo Jesús. Pero vosotros conocéis el carácter probado de Timoteo, que como un hijo sirve a su padre, así ha servido conmigo en el evangelio» (Fil. 2:20-22). Leer esta Epístola con la idea equivocada de que se dirige a los jóvenes mundanos es sacarla de su contexto.

No estamos diciendo que no podamos hacer aplicaciones a los jóvenes y descuidados en la epístola, pero el contexto y la interpretación principal es la de un obrero mayor (que está a punto de pasar a la historia) aconsejando y animando a un obrero más joven. El objeto de la Epístola, por tanto, es animar a Timoteo a llevar fielmente la antorcha que se le estaba pasando. Al ser una Epístola pastoral –una epístola no escrita a una asamblea o a un grupo de asambleas, sino a un individuo– está llena de consejos piadosos del apóstol a Timoteo en relación con su vida y su servicio para el Señor. Pablo le transmite muchos consejos útiles que han sido preservados para nosotros en la Palabra de Dios, para que cualquiera que desee servir al Señor tenga estos principios como guía para su servicio. Es una palabra muy necesaria para hoy.

Resumen

  • El primer capítulo, expone las cualidades morales y espirituales necesarias en el «hombre de Dios» en un día de ruina.
  • El segundo capítulo, expone algunos grandes principios necesarios para el servicio en una época como esta.
  • El tercer capítulo, relata los recursos disponibles para el siervo de Dios a fin de que sea preservado y encontrado útil en tal día.
  • El cuarto capítulo, cierra la Epístola con algunos incentivos divinos para el servicio que están intencionalmente propuestos para estimular al siervo del Señor en su trabajo.