Reflexiones cristianas sobre la ecología y “salvar el planeta”


person Autor: Biblicom 62

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1 - La ecología, ¿una religión clandestina?

¿Se ha convertido la ecología en una religión clandestina? Ciertamente se ha convertido en una religión para muchos. Puesto que la religión tradicional ya no interesa a mucha gente, y puesto que los humanos son fundamentalmente religiosos en el sentido más amplio, era necesario encontrar algo que descartara al Dios tradicional de los cristianos, y lo sustituyera por un sucedáneo.

El Dios de los cristianos es hoy cada vez más mal conocido, y en particular el Dios de Jesucristo.

La historia nos enseña que la ecología es más o menos la “hija” del comunismo, que a su vez es ateo y opuesto al cristianismo.

En la ecología, como en todos los sistemas totalitarios, se necesitan imágenes fuertes, figuras que puedan dirigir a las masas. Recordemos el “viernes por el futuro” de Greta Thunberg, que llevó a millones de jóvenes a manifestarse, hasta el punto de imponer su presencia en las asambleas nacionales.

El poder del error que Dios envía a los hombres para que crean en la mentira, porque no han recibido el amor de la verdad para ser salvos, debería hacernos reflexionar (2 Tes. 2:10-11).

La participación en los movimientos cristianos para salvaguardar la naturaleza conlleva graves riesgos, ya que estos movimientos suelen estar dirigidos por organismos ecuménicos. Incluso se habló de “iglesias verdes” en Francia en 2017. Los objetivos son ciertamente loables, pero están orientados a preocupaciones de naturaleza terrenal, quedando lo espiritual más que marginal. Si todo ciudadano debe hacer lo posible por preservar la naturaleza, el cristiano no debe hacerse ilusiones sobre el final de esta tierra. Este ecumenismo va en contra de la verdadera espiritualidad, que es acercarse a Dios, como Dios Salvador.

Además, la juventud está especialmente orientada a participar en múltiples órganos activos y dedicados al bienestar del planeta.

En la actualidad, la nueva situación provocada por la propagación del coronavirus, desestabiliza todas las economías, así como el tejido social de nuestro entorno. Esto empuja al hombre hacia una acción a gran escala para intentar restablecer un equilibrio biológico universal controlado (mediante una colaboración científica mundial).

Es normal que el hombre tenga dominio sobre la creación (Gén. 1:26; 9:1, 4). El creyente está obligado a un cierto respeto por del medio ambiente y de la naturaleza (Gén. 2:15). El cuidado de la preservación de las especies está en la ley de Dios (Deut. 22:6-7), así como la acción contra la contaminación indiscriminada (Deut. 23:10-14).

Permanezcamos vigilantes, esforzándonos por seguir dando testimonio de la verdad que honra el Evangelio del Señor Jesucristo.

«Santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones; y estad siempre dispuestos a responder con bondad y respeto a todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros» (1 Pe. 3:15).

2 - Jóvenes adoctrinados para “salvar” el planeta

Vemos aparecer un llamamiento emocional para que los jóvenes se comprometan con la ciudadanía de dimensión mundial. Los jóvenes son sensibles a esto, ya que a menudo tienen un mayor deseo de justicia, y les gustaría cambiar el mundo, o mejorarlo.

Esto es lo que está en juego en los programas universitarios que enseñan valores de ciudadanía globales. A los jóvenes se les enseña a jurar lealtad a los valores terrenales, incluido el misticismo oriental, y a abrazar la idea de que pueden cambiar el mundo, e incluso salvarlo.

Estas ideas no son nuevas, pero cada vez son más importantes, incluso llegan a ser el pensamiento dominante. Los problemas actuales y reales de la superpoblación mundial, de calentamiento climático, acentúan este dominio sobre los jóvenes, que a menudo son guiados por sus emociones.

La creación se antepone al Creador, y el mundo se convierte en el centro de nuestra atención en lugar de Dios mismo, que es el Creador. Se deja de lado a Dios. La Biblia nos dice: «Pretendiendo ser sabios, se hicieron insensatos, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible…» (Rom. 1:22-23).

El mundo cambia, y se levanta cada vez más en un acto de transgresión contra la ley de Dios; mientras que solo Él puede hacer posible el progreso real. Es él quien salva al mundo y es nuestro Salvador.

El hombre dice: vamos a salvar el mundo, ofreciendo un plan para salvar el planeta, en un impulso muy cercano al panteísmo. El panteísmo es una doctrina filosófica o religiosa que rechaza o minimiza la idea de un Dios creador. Tiende a representar a la naturaleza como un ser divino al que se debe adorar. Se dice que salvando el planeta, nos salvamos a nosotros mismos.

Hoy en día la consigna es “nosotros”, y esto da sentido, valor y propósito al individuo.

A menudo, las iglesias guardan silencio frente a este pensamiento, y a veces incluso son cómplices. En 1970, tras el primer “Día de la Tierra”, 20 millones de estadounidenses participaron en una educación inicial; decenas de miles de estudiantes de secundaria recibieron el “manual medioambiental”. Si se mira bien, el libro dice que “el cristianismo es responsable de la situación actual”.

No nos quedemos en la ignorancia, examinemos estas cosas a la luz de la Biblia, y vigilemos como padres creyentes lo que se enseña a nuestros hijos, y esto, desde el jardín de infancia.

Debemos entender, y hacerles entender, que Dios es distinto de su creación, que es el único y divino Creador. El pensamiento dominante en el mundo es que Dios, la naturaleza y el hombre son los tres intrínsecamente uno. El hombre quiere atribuirse en su locura las cualidades de Dios y sustituirlo, mientras que solo Dios puede hacer progresar. Él es el Salvador del mundo.

Enseñemos cuidadosamente a nuestros hijos la diferencia entre lo que dice el mundo y lo que dice la Biblia.

Satanás quería ser igual a Dios, y el hombre de hoy tiene ese mismo pensamiento. ¡Qué mentira! Sabemos que el Anticristo se instalará en el templo de Dios para ser adorado como Dios.

Estamos en una época de progresivo rechazo a la autoridad y al cristianismo, y al mismo tiempo la humanidad tiene la necesidad de encontrar un nuevo sentido a las cosas, un nuevo objetivo, una nueva comprensión.

Se trata de una utopía fatal de la que, como cristianos, debemos cuidarnos y no dejarnos arrastrar. Juan nos dice: «Os escribí, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno» (1 Juan 2:14b).

3 - Estamos asistiendo a la construcción y surgimiento de una nueva religión atea

Los cimientos de “esta religión” se están poniendo poco a poco, con las siguientes características:

• La noción de pecado se transforma en la violación de las normas ecológicas.

• Una nueva moral está cada vez más presente, que consiste en seguir los valores ecológicos.

• La «conversión» ha llegado a ser conversión ecológica (mencionada cinco veces en la encíclica “Laudato Si” de 2015).

• A los cristianos se les llama profetas de la fatalidad, ¡porque no está permitido discutir, de ninguna manera, el mensaje enviado por los ecologistas!

• La necesidad de salvación se transforma en “Salvar el planeta” o “Salvar la casa común”, asegurando que esta salvación está dentro de la capacidad del hombre.

• El salvador es el propio hombre.

• Una educación común a todos los pueblos es lo que propone y promueve el pacto educativo global lanzado por el “Papa” (en septiembre de 2019), con vistas a una ecología integral y un nuevo humanismo.

• Añadimos que el mesías de esta religión atea será simplemente el anticristo: el hombre como centro, en lugar de Dios y el Hijo de Dios. Según 2 Tesalonicenses 2, tendrá el carácter de un hombre de pecado, disfrazado de ángel de luz según 2 Corintios 11:14. También tendrá el carácter de «falso profeta» según Apocalipsis 16 y 19. Todavía no se ha manifestado, al menos que sepamos. Como falso profeta será especialmente capaz de propagar las más aberrantes ideas falsas (fake news = noticias falsas), y de inculcar en las multitudes todo lo que se oponga a Dios.

Esta “nueva religión” está marcada por la ignorancia absoluta y voluntaria de Dios y de su Palabra (la Biblia) –especialmente la ignorancia de la declaración de Jesucristo (Lucas 17:33): «El que procure salvar su vida [= sin el Único Verdadero Salvador] la perderá».

Esta “nueva religión” desvía la atención de los juicios y castigos que caerán sobre toda la tierra habitada trivializando catástrofes de hecho o en imagen.

Claramente anima al hombre a poner su confianza en el hombre y no en Dios (Jer. 17:5).

Añadimos que el cristiano no espera la restauración de la tierra, sino un futuro celestial. Sin embargo, un reino de paz en la tierra y ricas bendiciones (incluyendo las ecológicas: lea el Salmo 96:10-13) bajo el reino del Mesías es anunciado por la Palabra de Dios durante el Milenio, pero solo después de que el Señor regrese para arrebatar a la iglesia y después de los terribles juicios del Apocalipsis.

Cuando el hombre deja de lado a Dios, se ciega y está dispuesto a creer las mayores mentiras (Rom. 1:21; 2 Tes. 2:11-12). Los grandes peligros a los que se enfrenta la humanidad son, sobre todo, los juicios de Dios según el Apocalipsis a causa de los pecados contra Dios.

Ante las catástrofes que se producen en esta tierra, sea cual sea su origen, el hombre debería ver una llamada al arrepentimiento (léase atentamente: Lucas 13:2-5; Hec. 17:30).