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La Biblia y el ocultismo
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Prefacio
«Dios es amor», dice la Biblia, que es el mensaje escrito de Dios a la humanidad. El amor de Dios se mostró especialmente a nosotros cuando envió a su Hijo al mundo para ser golpeado en la cruz por nosotros, nosotros que habíamos ofendido a Dios con nuestros pecados.
«Si andamos en la luz… la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado» (1 Juan 1:5-7).
Así que podemos confiar totalmente en él para recibir el perdón de nuestros pecados, la vida eterna que da a todo el que cree en él, y luego tener la fuerza para vivir piadosa, sobria y justamente.
Por el contrario, sabemos que, si alguien es un mentiroso y un engañador, ¡cuidamos de no tener nada que ver con él! Es un peligro para todos los que se le acercan.
Pero, por extraño que parezca, a menudo se busca la compañía del príncipe de los mentirosos y engañadores: Es porque pretende ser un benefactor… prometiendo diversos poderes, felicidad, dinero, amor, paz, fuerza, salud, etc. a quienes estén dispuestos a entrar en contacto con él yendo a consultar a sus “empleados”. Tiene gran experiencia en engañar a la gente, se llama Satanás, el diablo. La Biblia, la Palabra de Dios, nos dice que Satanás es «homicida desde el principio… Cuando dice una mentira, de lo suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentiras» (Juan 8:44). También nos dice que es el «diablo y Satanás, el que engaña a todo el mundo» (Apoc. 12:9), quien se «disfraza de ángel de luz» (2 Cor. 11:14-15), es malvado y asesino, queriendo arrastrar con él, bajo la maldición eterna, a los que se dejan embaucar por sus engaños.
Es el «príncipe de este mundo» (Juan 12:31), y controla un vasto sistema de todo tipo de prácticas «de artes mágicas» (Hec. 19:19) en toda la tierra, que se adaptan a cada ser humano. Todo lo que propone parece atractivo e inocente, pero en realidad son trampas para encadenar a los hombres, trampas terriblemente eficaces porque están ocultas. No lo olvidemos nunca, él es el maestro del engaño.
1 - El origen del ocultismo
Dios no creó a Satanás malvado como es hoy. Fue creado como un querubín (ángel) extraordinario, como «querubín grande», «perfecto», semejante a un «lucero de la mañana», pero el orgullo le hizo pecar y dijo en su corazón: «Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré… sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo» (Is. 14:13-14; Ez. 28:14-17). Cuando se opuso a Dios arrastró consigo a muchos otros ángeles, que se convirtieron en ángeles caídos, demonios.
2 - Su propósito
Tiene un objetivo personal: sustituir cada vez más en este mundo su influencia personal a la de Dios. No quiere que las personas acepten a Jesucristo como Salvador y Señor; no quiere que Dios sea respetado, sino él, Satanás, respetado e incluso adorado (véase Lucas 4:7). Pero él no es Dios, es solo una criatura, ¡un ángel caído! Su fin será ser arrojado por Dios al lago de fuego y azufre.
3 - Sus métodos
Dios llama a lo oculto «artes mágicas» (Hec. 19:19). Practicar o interesarse por el ocultismo es reconocer la autoridad de Satanás y rendirse a él. Él arrastra a muchas personas a la desgracia. Tiene hombres y mujeres a su servicio en todos los continentes.
3.1 La idolatría
Todos los ídolos de madera y piedra, todas las imágenes de dioses y espíritus, no son nada en sí mismos, pero Satanás y sus ángeles se esconden detrás de ellos y son servidos por sacrificios, ofrendas y el temor a la muerte (véase 1 Cor. 10:20 y Hebr. 2:15).
Las pasiones como el amor al dinero (Col. 3:5) también son ídolos que convierten al hombre en esclavo de Satanás.
3.2 Las predicciones
Todas las predicciones del futuro por brujos, adivinos, la astrología, los horóscopos, la lectura de la mano, la adivinación, las cartas y muchas otras formas, son actividades espirituales satánicas.
3.3 La magia
Todos los que practican la magia trabajan consciente o inconscientemente con el diablo. Mediante manipulaciones misteriosas, fórmulas mágicas o sentenciosas, quisieran curar o comunicar enfermedades, lanzar malos maleficios o buenas fortunas sobre los demás. Para engañar mejor, algunas de las fórmulas mágicas utilizadas contienen el nombre de Dios.
3.4 El espiritismo
Las personas que dicen ser médiums pretenden comunicarse con los “espíritus de los muertos”, (estos supuestos espíritus de los muertos son, en realidad, demonios que dicen ser los difuntos). Dejan creer que son intermediarios entre los humanos y los espíritus de los muertos. Por lo tanto, los médiums tienen relaciones directas con los demonios (espíritus satánicos).
3.5 Las técnicas “espirituales”
A través de diversas prácticas, como la meditación trascendental, la hipnosis, las drogas, la entrada en trance e incluso ciertas músicas, las personas renuncian al control de sus facultades mentales y los poderes demoníacos entran y toman posesión de estas personas. Entonces se honra al diablo, y a la persona así poseída le resultará mucho más difícil ser convencida para venir al Señor, arrepentirse y aceptarlo como Salvador personal y Señor de su vida. Solo Él puede liberarlos de los espíritus satánicos que hay en ellos.
¿No es trágico que tantas personas conscientes de este peligro se expongan deliberadamente al justo juicio de Dios por unos momentos de poder, de curiosidad, de placer o de alivio, ofrecidos por el diablo, el mayor experto en el arte de la mentira?
Pero quien conoce al Dios verdadero y lo teme, sometiéndose a su Palabra (la Biblia), sabe que es necesario huir del ocultismo, así como de la idolatría.
4 - ¿Qué dice la Biblia?
La Biblia está inspirada por Dios, por eso ella nos habla de parte de Dios y nos dice la verdad. Por lo tanto, tiene autoridad divina sobre este tema.
Ella reconoce que existen poderes sobrenaturales que no proceden de Dios. Pero prohíbe estrictamente su uso porque Dios sabe que su origen viene de Satanás, el diablo, el enemigo de Dios y del hombre. Dice muy claramente:
«No sea hallado en ti… quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová» (Deut. 18:10-12).
Para expresar la plena responsabilidad de quienes practicaban tales cosas, la Ley de Moisés decía: «El hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos» (Lev. 20:27). Dios no castiga con la muerte inmediata a los que pecan así contra él, pues «es paciente… no queriendo que ninguno perezca» (2 Pe. 3:9) y sigue ofreciendo la liberación por medio de su Hijo Jesucristo, pero este camino de desobediencia a Dios conduce con seguridad a la muerte, a la condenación eterna.
También está la responsabilidad de los que van a consultar a estas personas. Del rey Saúl se dice: «Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque consultó a una adivina» (1 Crón. 10:13). Citemos aún este versículo de Levítico 20:6: «Y la persona que atendiere a encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondré mi rostro contra la tal persona, y la cortaré de entre su pueblo».
Recordemos que cuando el Señor Jesús vino entre nosotros a este mundo, Satanás le ofreció la autoridad sobre todos los reinos de la tierra si aceptaba simplemente inclinarse ante él y rendirle homenaje. Pero el Señor Jesús sabía que el diablo era solo un ángel caído, una criatura, y que era un mentiroso, el padre de la mentira; por lo que le respondió sin discutir: «¡Vete, Satanás! Porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás» (Mat. 4:10). El culto a su persona representa la forma más total y sutil de sumisión que el demonio pretende recibir, para poner al hombre bajo su dependencia. Cuando ha obtenido esto de un hombre o de una mujer, entonces les ha puesto unas cadenas muy poderosas y terribles, ¡se han convertido en sus esclavos!
El diablo no puede comprender el amor y, sin embargo, es lo que más necesitamos. La Biblia dice: «Dios es amor» (1 Juan 4:8), también dice: el diablo es «homicida… y mentiroso». Dios, en cambio, nos ama y nos lo demostró cuando envió a su Hijo amado, Jesucristo, a nuestro mundo rebelde y anegado en el pecado y la iniquidad. Los hombres, manipulados y dirigidos por el diablo, le dieron muerte clavándole en una cruz. Porque Dios es amor, su Hijo, Jesucristo, no les opuso resistencia, no destruyó a sus enemigos cuando tenía poder para hacerlo. Por amor expió en la cruz los pecados de todos los que creen. Puesto que Cristo pagó por nosotros, Dios es justo al ofrecernos su perdón, lo ofrece gratuitamente a todos. Quien lo acepta, cree en el Señor Jesús y se arrepiente de sus pecados, es perdonado y tiene «potestad de ser hijo de Dios» (Juan 1:12). ¡Esta es la gracia y la verdad de Dios! ¡Qué contraste con la maldad y las mentiras del diablo!
5 - Advertencia
Satanás y su ejército de demonios son expertos en engañar a la gente. Os «requiero delante de Dios y de Cristo Jesús que juzgará a vivos y muertos» (2 Tim. 4:1), a no escuchar ningún programa de radio o televisión que hable de lo oculto, son alimento venenoso. Todos los que los escuchan o los ven hacen daño a su alma. Debemos huir de la tentación porque somos más débiles que el diablo y ningún creyente puede contar con la ayuda de Dios para resistir cuando voluntariamente o por curiosidad se interesa por estas actividades diabólicas.
Satanás promete mucho, pero siempre engaña. Si usted escucha su voz, compartirá su destino, pues le oculta lo que hay después de la muerte. En el día del juicio, Dios os dirá: “Me habéis desobedecido y habéis obedecido al diablo, lo habéis servido”, entonces: «¡Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles!» (Mat. 25:41), y de nuevo: «Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los homicidas, los fornicarios, los hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la segunda muerte» (Apoc. 21:8).
6 - El indulto y el perdón
Si aún no ha creído usted en el Señor Jesús, todavía sigue cargado con sus pecados, que son un continuo ultraje a Dios y merecen su juicio. Entonces clame a Dios reconociendo sus pecados como el hombre que oró: «¡Dios, ten misericordia de mí, pecador!» (Lucas 18:13), y él le perdonará inmediatamente porque Cristo murió por sus pecados. Si está bajo el dominio de un poder espiritual del que no puede escapar, solo el Señor Jesús tiene todo el poder y la autoridad para liberarle de él. Clame a él sin cansarse y no tenga temor de ir a otros creyentes y confesarles su condición. Ellos orarán por usted con ayuno. El Señor le dará una liberación total. Por supuesto, tendrá que limpiar su casa como el Señor ha hecho con su corazón. Él le dará la fuerza para quemar los libros, los amuletos, los fetiches, cualquier cosa que le recuerde las prácticas del ocultismo o fetichismo (Hec. 19:18-20).
Si usted es creyente debe recordar que el Señor Jesús derrotó a Satanás una vez por todas en la cruz (Hebr. 2:14). Sin embargo, el diablo usará toda su energía para hacerle caer de nuevo en el pecado del ocultismo. Está escrito en 1 Corintios 10:21-22: «No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. ¿Provocamos a celos al Señor? ¿Acaso somos más fuertes que él?» Si le ha sucedido esto, es una gran deshonra para el Señor y una gran pérdida para usted. Debe confesar sus faltas a Dios, toda confesión sincera es aceptada por él y entonces se restablece la comunión con Dios (1 Juan 1:9). Pero en algunos casos, especialmente cuando se trata de ocultismo, será útil confesar sus faltas a los hermanos para ser liberado: ellos orarán especialmente por usted y con usted, para una liberación total.
Todas las «artes mágicas» deben ser excluidas de nuestras vidas y evitadas. Los efesios (véase Hec. 19:19), después de haberse convertido de los ídolos a Dios, quemaron todos los libros de ocultismo que poseían para dar testimonio de su liberación y no ser tentados: este es un ejemplo a seguir.
7 - Para terminar
Para terminar, queremos citar tres versículos de la Biblia:
«Para esto fue manifestado el Hijo de Dios, para destruir las obras del diablo» (1 Juan 3:8).
«Por lo demás, hermanos, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las artimañas del diablo» (Efe. 6:10-11).
«Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros» (Sant. 4:7).