Índice general
Algunas reflexiones sobre el mundo actual, perspectivas cristianas
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1 - Relativismo
Uno de los grandes males de nuestro tiempo es el relativismo, es decir la idea o la doctrina según la cual no hay verdad ni moral absolutas, sino que la verdad y la moral varían según las épocas y las sociedades. Este mal se agrava especialmente en la actualidad, porque se está llegando a una dictadura del relativismo, y se rechaza a cualquier individuo que sostenga una verdad o moral determinada; se le suele calificar de fundamentalista o de extremista.
2 - Libertad de expresión
Aunque está confirmada por el artículo 10 del Convenio Europeo de los derechos humanos, se niega o se amputa fácilmente calificando de “incitación al odio” el mensaje cristiano, y todo lo que Dios condena o desaprueba en su Palabra. Se enmudece a los profetas que advierten de parte de Dios contra el mal: Jeremías 11:21, Amós 1:12; 5:10; 7:12-17; 2 Crónicas 25:16
3 - Mentira ambiental por el cambio del lenguaje y del vocabulario
Una de las técnicas de Satanás es hacer desaparecer las verdades que Dios quiere comunicar cambiando el lenguaje, ya sea introduciendo la confusión en el lenguaje y en el significado de las palabras, o haciendo desaparecer ciertas palabras y ciertas nociones. Nuestro Señor ya dijo en Juan 8:43: «¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra».
Este cambio de lenguaje y de vocabulario tiene como efecto hacer desaparecer ciertas nociones religiosas. No solo el carácter de pecado a lo que es malo, sino incluso de quitar la noción misma de pecado. Como consecuencia de estos cambios, el resultado inherente es un cambio (inversión) de las costumbres de la sociedad según un proceso bien rodado: cambiar el vocabulario → luego despenalizar la realidad → luego convertirlo en un derecho.
4 - Algunos ejemplos:
4.1 - Mentira ambiental por desviación del sentido de las palabras – Confusión en el sentido de las palabras
• Evangelización: el Papa habla de la “nueva evangelización” para animar a la Iglesia Católica a recuperar fieles, pero la evangelización de la que habla no contiene la «buena nueva» de la salvación por gracia, ofrecida a todos aquellos que creen en Jesús crucificado, resucitado y glorificado, y que confiesan su pecado. El Evangelio ya no está presentado como la Buena Nueva del perdón concedido al pecador arrepentido (gracias a que el Señor Jesús cargó con los pecados del creyente en la cruz), sino como un mensaje de aceptación de todos los pecadores tal como son, sin necesidad de que cambien de vida ni se arrepientan.
• Evangelizar: se empieza a utilizar esta palabra en empresas o industrias que buscan lanzar o difundir una buena idea, o un producto; la palabra se utiliza para comunicar a allegados, ya sea de persona a persona, o en pequeños grupos, o mediante marketing viral. El significado de difundir la buena nueva de la salvación en Jesucristo se degrada a difundir un producto banal y profano.
• Culto: el término se utiliza ahora para describir cosas o personas profanas que mucha gente admira (hablamos de una obra culta, una película culta, un cantante culto, etc.), perdiendo el significado de prácticas en las que se rinde honor, homenaje o veneración a Dios.
• Compasión: Mientras que tener compasión significa compartir el sufrimiento de otro, entrar en su dolor, este término está distorsionado para significar la aceptación benevolente (con favor) de aquellos que pecan voluntariamente sin confesión ni arrepentimiento.
4.2 - Engaño ambiental por cambios de términos utilizados habitualmente = ¡Confusión en el lenguaje!
• Ya no se habla de «pecado», se habla de “fragilidad”,
• ya no se habla de «doctrina», se habla de “pastoral”,
• ya no se habla de enseñar y escuchar, se habla de “diálogo”,
• ya no se habla de «justicia ante Dios», se habla de “misericordia” – la palabra justicia estando restringida a la justicia social,
• ya no se habla de «fe», sino de “búsqueda de respuestas”,
• ya no se habla de «certezas», se habla de preguntas formuladas y se da valor a las “dudas”,
• ya no se habla de sexo masculino o femenino, se habla de “género”,
• para rechazar o prohibir la desaprobación del pecado, se lo califica de “odio” y se confunde deliberadamente “odio al pecado” con “odio al pecador”.
A este cambio de términos habitualmente utilizados, se vincula el empobrecimiento del vocabulario, es decir, la disminución del número de palabras conocidas, con la desaparición de ciertos términos o conceptos:
• Los términos de la Palabra de Dios no se comprenden cuando no se entienden las nociones que ella contiene; así, haber «nacido de nuevo» no se entiende si no se sabe qué es el nuevo nacimiento.
Una de las razones del empobrecimiento, es la tendencia a leer cada vez menos, y a ocuparse más en trivialidades (chatear por teléfono, redes sociales…).
Un resultado es que se entra mucho menos en los verdaderos problemas, en los pensamientos profundos de Dios, en su elevación y en sus temas de gloria, en lo que hace y cómo lo hace.
4.3 - ¿Cuáles son los medios utilizados para neutralizar o destruir la verdad?:
• Está la censura, el muro del silencio o la burla que ridiculiza: Acab mandó poner a su detractor a pan y agua en la cárcel «hasta que volviera» (porque creía que volvería de la guerra, que no lo matarían) (véase 2 Crón. 18:26-34).
• Otra técnica para neutralizar la verdad es desacreditarla etiquetándola de “extravío”, y a sus partidarios de “conservadores”, o “reaccionarios”, es decir, los que no van en el sentido de la corriente general, en la dirección de la historia trazada por la pluma de los falsos profetas.
• El rechazo de la verdad se lleva cada vez más al extremo por aislamiento, tanto hacia individuos como hacia grupos.
• Progresismo: se ha generalizado la pretensión de que todas las innovaciones son progresos, que suponen un paso hacia adelante; esta idea siempre sorprende por su ingenuidad y tenacidad, y entristece por su seducción.
4.4 - Los grandes debates de la sociedad
Mencionamos simple y globalmente estos problemas en la medida en que el objetivo de estos debates es encontrar la mejor organización y el mejor arreglo del mundo sin Dios y sin su Palabra, y la mayoría de las veces contra Dios y contra su Palabra.
5 - Extracto del artículo «Los ángeles» de Adrien Ladrierre (Bibliquest)
5.1 - El poder de las tinieblas
Cristo, nuestro poderoso y precioso Salvador, derrotó a Satanás en la cruz. ¿Este enemigo de Dios no tiene ya poder para hacer daño? Sí, lo tiene; todavía no está atado, como lo estará por un tiempo, ni arrojado al lago de fuego y de azufre, que será su fin por la eternidad (Apoc. 20:1-3, 10). Todavía es hoy el tiempo de la prueba del hombre, y Dios permita a Satanás de obrar con este propósito.
El mundo, que ha rechazado al Señor, está bajo su poder: Satanás es el gobernante de este mundo. Él lo dirige (Juan 16:11). Él es «el espíritu que ahora obra en los hijos de la desobediencia» (Efe. 2:2). Para mostrarnos la triste condición del mundo, de los que no son de Cristo, la Palabra de Dios dice: «El mundo entero yace en el maligno» (1 Juan 5:19). Él retiene a las almas en cadenas; están por naturaleza bajo su poder (Hec. 26:18), y los que están sometidos a él a causa del pecado, y practican el pecado, son llamados «hijos del diablo» (1 Juan 3:8, 10). ¡Qué condición tan horrible! Ser hijos del diablo, dirigidos por él, encadenados por él como cautivos que él lleva a la perdición, ¿no debería esto hacer estremecer a los inconversos? No hay término medio: o somos hijos de Dios o somos hijos del diablo. Pero, bendito sea Dios; el Señor ha vencido a Satanás, y el que cree en Él está liberado del poder del enemigo: pasa «de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios» (Hec. 26:18). El Padre lo libera «del poder de las tinieblas» y nos traslada «al reino del Hijo de su amor» (Col. 1:13). ¡Qué cambio tan feliz! Ser liberado del poder de aquel que solo quiere nuestro mal y que querría arrastrarnos a la gehena, y ser colocado bajo el feliz dominio de Aquel que nos ama y dio su vida por nosotros. Pero Satanás hace todo lo posible por retener a las almas bajo su dominio. Por eso, cuando la Palabra de Dios está predica, que produce vida en el corazón que la recibe, y los oyentes se muestran indiferentes, despreocupados, desatentos, como una tierra dura donde no penetra la semilla, Satanás, siempre al acecho, viene y quita la Palabra del corazón, no sea que creyendo sean salvos (Lucas 8:11-12).
5.2 - Cómo escapar y vencer
Pero cuando hemos creído en el Señor Jesús, le pertenecemos; hemos escapado al poder del diablo, estamos en los brazos de Jesús que nos da vida eterna, y todos los esfuerzos del enemigo no pueden arrancarnos de sus poderosos brazos ni separarnos de su amor (Rom. 8:35-39). Pero Satanás, siempre activo y opuesto a Cristo, trata de hacernos daño de todas las maneras posibles. En tiempos pasados, y a veces todavía hoy en algunos lugares, ha despertado el odio del mundo contra los hijos de Dios, y ha suscitado terribles persecuciones contra ellos para desanimarlos, hacer que renieguen de Cristo y destruirlos (Apoc. 2:10). Es como un león rugiente, que merodea a nuestro alrededor, buscando a quien devorar (1 Pe. 5:8). También busca oponerse a la predicación del Evangelio obstaculizando a los siervos de Dios (Hec. 13:8-10; 1 Tes. 2:18). Y cuando no emplea la violencia por medio de hombres incrédulos a los que empuja y dirige, recurre a toda clase de artimañas y artificios para seducir a los creyentes y hacerles caer en el mal y en el error, y así hacerlos infelices y deshonrar a Cristo. Se apoderó del corazón de Ananías para hacerle mentir al Espíritu Santo (Hec. 5:3). Se disfraza de ángel de luz y, por medio de falsos maestros, trata de introducir errores entre los cristianos (2 Cor. 11:13-15). Procura hacer caer en la trampa del orgullo y seducir con las codicias del corazón (1 Tim. 3:6-7; 1 Juan 2:15-16). ¡Qué enemigo tan temible! Es más fuerte que nosotros; tiene una gran inteligencia, una poderosa energía para el mal. ¿Cómo podemos escapar de él?
¡Bendito sea el Señor! Si pertenecemos al Señor, “que está en nosotros”, Jesús, por medio de su Espíritu, es más grande que el que está en el mundo, es decir, Satanás (1 Juan 4:4). Y es a través de Jesús que somos vencedores de Satanás. Pero estamos exhortados a velar y a orar para no dejarnos sorprender por ninguna codicia o error. Si resistimos al enemigo clamando al Señor que ha obtenido la victoria sobre él, «huirá de nosotros» (Sant. 4:7-8; 1 Pe. 5:9). Y, además, Dios nos ha dado todas las armas que necesitamos para luchar contra este poderoso adversario. «Fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza», dice el apóstol Pablo. Satanás ha experimentado todo el poder del Señor Jesús, que lo derrotó en el desierto, en la cruz, en el sepulcro, para que «por medio de la muerte redujera a impotencia al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo» (Hebr. 2:14). Jesús, a pesar de todos los esfuerzos del diablo, ha triunfado sobre él y fue a sentarse a la derecha de Dios, y es él quien es nuestra fuerza. Para estar en estado de utilizar una armadura, debemos tener fuerza; tenemos aquella de Cristo, y entonces podemos revestirnos de «toda la armadura de Dios, para que podamos estar firmes contra las artimañas del diablo» (Efe. 6:10-18). Pero nunca debemos perder de vista que nos enfrentamos a un enemigo temible que no nos dará un momento de descanso, por lo que debemos “velar y orar”. Pronto vendrá el Señor para llevarnos con él, a la Casa del Padre, donde Satanás no tiene acceso. Las luchas habrán terminado, disfrutaremos del descanso, y poseeremos la corona de gloria reservada a los vencedores. Participaremos de la plena victoria de Jesús: Satanás será quebrantado bajo nuestros pies, y será pronto (Rom. 16:20).