Algunas reflexiones sobre la situación actual y las reuniones de la asamblea

11 de abril de 2020

Vivimos en una situación especial. El Estado ha prohibido todas las manifestaciones públicas y privadas, para combatir la propagación del coronavirus. Como cristianos, nos preguntamos: ¿Cómo debemos comportarnos en esta situación? ¿Qué dice la Biblia sobre esto? Aquí damos algunos pensamientos sobre este tema:

• Dios permite esta situación para poner a prueba nuestra fe. El hecho de que actualmente no tengamos la oportunidad de reunirnos en el nombre del Señor, es una razón para humillarnos ante él y preguntarnos qué quiere decirnos con esto. Esta prueba nos lleva a una ferviente oración. Clamamos a Dios para que nos ayude y que pronto nos conceda el privilegio de reunirnos de nuevo.

• En vista de las personas que tienen la responsabilidad de gobernar, la Palabra de Dios nos da dos indicaciones:

  1. Debemos someternos a las autoridades (Rom. 13:1-6). Esto también es valedero para las medidas que el Estado toma para combatir el coronavirus, porque estas no están directamente dirigidas contra nuestra fe o contra una misión que el Señor nos ha dado. Por lo tanto, el principio, de que debemos obedecer a Dios antes que a los hombres (Hec. 5:29), no se aplica aquí en la actualidad.
  2. Debemos orar por los hombres que gobiernan (1 Tim. 2:1-2). Tienen especial necesidad en esta situación de crisis, para que se pueda mantener la tranquilidad externa del país y podamos seguir viviendo una vida pacífica y tranquila.

• La reunión en el nombre del Señor tiene lugar donde dos o tres se reúnen en su nombre (Mat. 18:20; 1 Cor. 11:20; 14:26). Podemos realizarlo, si todos los miembros de la iglesia local nos encontramos físicamente en un solo lugar.

• La reunión como iglesia local debe hacerse de acuerdo con los principios bíblicos. En la reunión para partir el pan, se trata de mantener firme la verdad sobre el memorial y la comunión en la mesa del Señor. Si nos reuniéramos ahora simplemente en pequeños grupos, independientemente unos de otros, en las casas para partir el pan, no sería una reunión como una iglesia. Actuaríamos de forma independiente tanto a nivel local como universal.

• ¿Por qué no es una reunión de la iglesia? Porque entonces no nos encontraríamos en el terreno de la unidad del Cuerpo y no mantendríamos la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Efe. 4:3-4). No podríamos decir somos «el cuerpo de Cristo» (1 Cor. 12:27). El Señor no podría cumplir su promesa de Mateo 18:20, este grupo no tendría la autoridad para atar y desatar.

• Reunirnos como iglesia según los principios bíblicos es importante y valioso para nosotros. Con la prohibición de las reuniones el Señor nos impone una prueba: ¿nos sometemos a su poderosa mano, o buscamos una salida que no está de acuerdo con la Biblia? Estamos convencidos de que Dios da su gracia a los humildes y que está dando un camino bíblico a través de estos tiempos difíciles.

• Si no podemos reunirnos, las horas en la presencia del Señor, la bendición que recibimos allí de su Palabra y la comunión con nuestros hermanos y hermanas nos faltan. Es una gran pérdida. Pero el Señor quiere ayudarnos:

  1. Nos sentimos un poco como los judíos que fueron deportados a Babilonia. La promesa de Dios a ellos también es para nosotros: «Aunque yo he arrojado… entre las naciones, y aunque los he esparcido por las tierras, sin embargo, por un breve espacio yo les seré para santuario en medio de las tierras adonde ellos se han ido» (Ez. 11:16). El Señor desea ofrecernos personalmente y en familia momentos de su comunión para darnos valor y alegría.
  2. Cuando leemos la Biblia personalmente o en familia, Él puede darnos alimento espiritual y aliento a través de su Palabra. Un buen comentario nos ayuda a entender mejor su palabra y a recibir la bendición.
  3. Tenemos el privilegio de orar, personalmente o en familia. Cualquier cosa que tenemos en nuestro corazón atribulado, se lo podemos decir a nuestro Dios y Padre. Siempre desea darnos su paz una y otra vez (Fil. 4:6-7). No olvidemos también la intercesión: ¡oremos unos por otros, por nuestros contemporáneos y por nuestro gobierno!
  4. Incluso si no podemos reunirnos más, deseamos cuidar unos de los otros y animarnos mutuamente. Con los medios digitales y a pesar de la separación física, es posible tener contactos y cuidar del bien espiritual de cada uno.

Esperamos la llegada del Señor para el arrebatamiento. Esta es nuestra esperanza. En Hebreos 10:37-38 leemos: «Porque dentro de muy poco tiempo, el que ha de venir vendrá: no tardará. Pero el justo vivirá por la fe».

M. Billeter


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