Solo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio.
La última mención de Marcos en el libro de los Hechos se encuentra al final del capítulo 15: “Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre” (Hch. 15:39). Cuando Pablo le pidió a Timoteo de traer a Marcos consigo, ya habían pasado unos 20 años desde que este último abandonara el campo misionero. No sabemos qué sucedió en el trascurso de esos años, pero no cabe duda que Bernabé se encargó de conducirlo y estimularlo espiritualmente.
Marcos probablemente se convirtió mediante el apóstol Pedro (1 P. 5:13). Si bien había empezado bien, el desánimo llegó cuando desertó del viaje misionero en Panfilia. También es probable que su reputación se haya visto afectada negativamente cuando se difundió esta noticia entre las iglesias. De hecho, Pablo da un indicio de ello en su Carta a los Colosenses: “Les envía saludos… Marcos… acerca del cual ustedes recibieron instrucciones. Si va a verlos, recíbanlo bien” (Col. 4:10 NBLA). Pablo ya les había hablado acerca de Marcos, y tal vez seguían desconfiando de él en lo que respecta a la obra del Señor, pues temían que huyera ante las dificultades. Sin embargo, ¡qué maravilloso es que el apóstol, escribiendo ahora desde una prisión, recomiende cariñosamente a Marcos para la obra! Era evidente que, todos los que vivieron de cerca lo acontecido con Marcos, pudieron notar un cambio y el crecimiento espiritual en este joven discípulo.
En 2 Timoteo leemos que Pablo estaba en Roma a la espera de su ejecución. Los cristianos de Asia lo habían abandonado, pero aún quedaban algunos que continuaban con él. Este es el contexto en el cual él escribe tan conmovedoras palabras acerca de Marcos: “Me es útil para el ministerio”. Aún más maravilloso es que Marcos escribiera uno de los Evangelios. Justamente, aquel que había sido un siervo inútil, ahora era útil para escribir el Evangelio que describe al Siervo perfecto. El joven que había huido desnudo, es el mismo que se mantuvo firmemente al lado de Pablo en la hora más dura de persecución.
Brian Reynolds