El Señor Está Cerca

Jueves
14
Marzo

Por revelación me fue declarado el misterio.

(Efesios 3:3)

Las cuatro revelaciones dadas a Pablo (2) – El misterio

El apóstol Pablo recibió una revelación a la que él llama “el misterio” o “el misterio de Cristo” (v. 4), y más adelante, en esta misma epístola, Pablo dice que este misterio trata acerca de “Cristo y de la Iglesia” (Ef. 5:32). Este misterio también le fue revelado al resto de los apóstoles del Nuevo Testamento (v. 5), sin embargo, Pablo recibió esta revelación de una forma muy particular, pues él fue el encargado de administrarlo y comunicarlo a los creyentes (vv. 8-9).

En la Palabra, un misterio es algo que estaba oculto en el pasado, pero que ahora ha sido revelado. En pocas palabras, el misterio al que se refiere Pablo es que los creyentes, ya sea de entre los judíos como entre los gentiles, ahora forman parte de un solo Cuerpo; ahora forman parte de un “solo y nuevo hombre”, algo que no existía antes de la muerte y resurrección del Señor Jesús (Ef. 2:14-16). Por el Espíritu, la Iglesia está unida estrechamente a la Cabeza en el cielo, que es Cristo. De esta forma, la Iglesia es la “plenitud” de Cristo (Ef. 1:22). Pablo dice que este misterio no fue dado a conocer a los hijos de los hombres en épocas pasadas. Los santos del Antiguo Testamento no supieron nada acerca de este misterio. Una asamblea, conformada tanto por judíos como por gentiles, en un solo Cuerpo y vinculada a un Cristo ascendido, era algo que nadie se imaginó en los tiempos del Antiguo Testamento (vv. 5, 9). Ni Isaías, ni Jeremías, ni ninguno de los profetas insinuaron siquiera tal cosa.

Estas verdades tienen implicaciones prácticas para nosotros como creyentes. Si somos el Cuerpo de Cristo en el mundo, entonces no debemos ser una entidad política, ¡de ninguna manera! Si la Iglesia hubiera entendido su lugar adecuado en los propósitos de Dios, entonces se habrían evitado muchos errores. ¿Caminamos de tal manera que reflejamos este vínculo con nuestra Cabeza resucitada en el cielo? Además, si pudiéramos ver que no somos simplemente un conjunto de personas salvadas individualmente, sino un organismo vivo que depende de su Cabeza glorificada en el cielo, ¡cuán diferente sería nuestra perspectiva!

Brian Reynolds

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