Carta a los jóvenes creyentes
Los pensamientos del corazón
Autor:
El alma, el espíritu (o la mente), los pensamientos
Tema:El Señor Jesús, mientras estaba en la tierra, demostró que conocía los pensamientos del corazón de los hombres (Mat. 9:4; 12:25; Lucas 5:22; 6:8; 9:47; 11:17); porque él es el que «porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos» (1 Crón. 28:9; Sal. 94:11; Is. 66:18; 1 Cor. 3:20). Y el salmista, teniendo este conocimiento, abre su corazón a la inspección divina, diciendo: «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno» (Sal. 139:23-24).
Sí, el Señor siempre responde a los gritos de ayuda y desea darle la victoria sobre su «yo» cambiante e inquieto, pero una responsabilidad personal recae sobre sus hombros. Si no tiene cuidado y no hace ningún esfuerzo por su parte, descubrirá que los malos pensamientos estarán cada vez más presentes en usted, y que su presencia no le desagrada. El apóstol Pablo habla de llevar «cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo» (2 Cor. 10:5). Sin duda se refiere a los pensamientos de los santos de Corinto, y trata de frenar su imaginación carnal presentándoles la pura verdad de Dios.
Este es el secreto del éxito. Solo en la medida en que la mente está llena de las santas instrucciones de la Palabra de Dios, que nuestros pensamientos son llevados a los canales apropiados y a estar ocupados con temas sanos. El apóstol exhorta así a los filipenses, diciendo: «Por lo demás, hermanos, todo lo verdadero, todo lo honroso, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay alguna otra virtud, si hay alguna otra cosa digna de alabanza, pensad es esto» (Fil. 4:8). De nuevo puede decir: «Si, pues, fuisteis resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra» (Col. 3:1-2).
Estas palabras del apóstol implican un esfuerzo por su parte. Usted debe proporcionar buenos temas de reflexión y de meditación a sus pensamientos. Si no lo hace, el diablo pronto le dará cosas malas en las que pensar.
Anime su mente a detenerse en lo que es bueno. «Absteneos de toda forma de mal» (1 Tes. 5:22). Y así cultive un espíritu puro y santo. Aprenda a decir con el salmista: «En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma» (Sal. 94:19).
Si estamos en contacto constante con la Palabra de Dios, la verdad actúa como guía y como control. Como leemos en la Epístola a los Hebreos: «La palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos; y ella discierne los pensamientos y propósitos del corazón» (4:12).
En las Escrituras encontrará cómo funcionan los mecanismos de su mente, están expuestos en su verdadero carácter para que no sea engañado.