Leyendo los Salmos
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«Todo lo que se ha escrito antes, se ha escrito para nuestra instrucción, a fin de que, mediante la paciencia y el consuelo de las Escrituras, tengamos esperanza». (Romanos 15:4)
Los Salmos fueron escritos por creyentes del Antiguo Testamento como David, Asaf, los hijos de Coré y otros. En tiempos de angustia, en particular, estos creyentes, inspirados por el Espíritu de Dios, expresaron sus sentimientos y experiencias: aprensión, temor, desánimo, pero también confianza, esperanza y gratitud se manifiestan en sus oraciones.
Los cristianos encuentran fuerza y confianza en los Salmos en su vida devocional. Pero para obtener un beneficio espiritual de este libro poético, es necesario conocer las importantes diferencias entre los creyentes del Antiguo Testamento y los de la era cristiana.
• Los autores de los Salmos vivían antes de la obra redentora del Señor Jesús. Eran conscientes del perdón de sus pecados, pero no conocían el fundamento del mismo, es decir, la muerte de Jesucristo en la cruz.
• Vivían en la época de la Ley, y por eso pedían venganza y castigo sobre los enemigos que los oprimían. Nosotros estamos en el tiempo de la gracia y ahora se nos exhorta a amar a nuestros enemigos y a orar por ellos.
Además, cuando leemos los Salmos, debemos tener en cuenta que también tienen un carácter profético. Por un lado, muchos pasajes hablan de Jesucristo; por otro lado, estos mismos pasajes, u otros, expresan lo que los judíos fieles experimentarán en los próximos tiempos de tribulación.
Si estamos conscientes de estas particularidades, los Salmos nos serán de gran utilidad en la vida de fe.