Índice general
El Espíritu Santo – Referencias
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I - Algunas referencias sobre el Espíritu Santo en las Sagradas Escrituras
1. El Espíritu Santo es Dios, uno con el Padre y con el Hijo, y sin embargo, una Persona distinta del Padre y del Hijo. Las tres Personas de la Deidad se manifestaron en el bautismo de Juan. Esto es lo que llamamos la Trinidad (Mateo 3:16-17; Lucas 1:35; 2 Corintios 13:13; Mateo 28:19; Efesios 4:4-6). La Trinidad significa un solo Dios, bajo la forma de tres Personas distintas con la misma naturaleza.
2. Tiene todos los atributos de la Deidad: omnisciencia (1 Corintios 2:10), omnipotencia (Zacarías 4:6), omnipresencia (Salmo 139:7), eternidad (Hebreos 9:14).
3. Es una Persona divina, porque las Sagradas Escrituras dicen que actúa, que quiere, que habla, que enseña (por la Palabra de Dios), que llama, que piensa, que juzga, que intercede, que suspira, que podemos entristecer, que distribuye dones, a quién podemos mentir.
Todas las cosas que solo se relacionan con un ser no es solo una virtud, un poder, una fuerza, una influencia, una cualidad o un atributo de Dios.
4. Es llamado el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios, de Cristo, de verdad, de luz, de sabiduría, de revelación, Consolador, Espíritu de vida, de consejo, de inteligencia, de fortaleza, de conocimiento, de santidad, de gloria, de profecía, de temor del Señor, de gracia, de adopción.
5. Toma parte en la formación del ser humano. Da vida (Job 33:4; Salmo 104:30). Conviene precisar que el Creador es el Hijo de Dios (Juan 1:3; Colosenses 1:16; Hebreos 1:2).
6. Es el Espíritu Santo quien inspiró a los escritores de los textos bíblicos (1 Pedro 1:10, 11; 2 Pedro 3:2).
7. Los Evangelios nos muestran a Dios que se hizo hombre en Jesucristo para salvarnos, Emmanuel = Dios con nosotros (Mateo 1:23).
Los Hechos y las Epístolas van más allá, y nos muestran a Dios el Espíritu Santo presente de dos maneras: en el creyente y en la Iglesia.
Dios el Espíritu Santo mora en el cuerpo del creyente (1 Corintios 6:19).
II - El Espíritu Santo en el creyente
8. El Espíritu Santo ha sido dado, y todavía es dado a todos los que creen (Gálatas 4:6; Romanos 8:9, 14-16; 1 Corintios 6:19).
Habita en los creyentes individualmente, en aquellos que han «escuchado la Palabra de la verdad y han creído en el evangelio de la salvación” (Efesios 1:13).
Nota importante:
Si el Espíritu Santo es solo un poder actuando en mí, puedo hacer planes, ponerlos en acción, y esto recurriendo a este poder.
En cambio, si es una Persona Divina que vive en mí, no puedo hacer planes, ni tampoco ejecutarlos. Porque es Él quien los hace y los ejecuta, y no tengo nada que hacer más que dejarme emplear por él. Ya no soy yo el que actúa, sino solo un instrumento que Él usa como Él quiere. (Esta clarificación es para mejor comprensión, porque los creyentes tienen una voluntad y una conciencia).
Si mi voluntad y mi conciencia no están sometidas a esta Persona, actúo por mi propia voluntad, y soy un cristiano carnal que no anda por el Espíritu.
No debemos entristecer al Espíritu Santo. Lo entristecemos, negándonos a escuchar su voz (desobediencia), prestando atención a lo que dice el mundo que no lo conoce (incredulidad), conformándonos a este mundo (mundanalidad) y practicando el mal (pecado) (Efesios 4:30).
9. Jesús había prometido el Espíritu Santo a sus discípulos (Juan 14:16; 15:26; Hechos 1:4-5). Lo presentaba como siendo mejor para ellos que su propia presencia en medio de ellos (Juan 16:7).
10. El Espíritu Santo da testimonio de Jesús, es decir, nos hace conocer a Jesús, lo que ha hecho por nosotros, nos hace creer en Él. Nos recuerda sus palabras (Juan 14:26; Juan 15:26; 1 Corintios 12:3).
11. El Espíritu Santo no podía ser dado antes de que Jesús fuese glorificado (en el cielo). Él reemplaza a Jesús en la Iglesia; es por medio de él que Jesús vive en nosotros, está con nosotros para siempre (Juan 16:7; 7:39; 14:16; Efesios 3:16; Romanos 8:9).
12. Es por el Espíritu Santo que hemos nacido de nuevo (Juan 3:5, 6, 8).
13. Es el Espíritu Santo quien da vida a los que son salvos (Juan 3:5). Él da vida, comunica vida eterna (Juan 6:63; 2 Corintios 3:6; Romanos 8:11; 1 Pedro 3:18).
14. El Espíritu Santo nos da la seguridad de nuestra salvación, la certeza de que estamos en Cristo. Nos da la seguridad de nuestra adopción por Dios para disfrutar de nuestra relación de hijos con el Padre (Romanos 8:15, 16; 1 Juan 3:24).
15. El sello del Espíritu Santo: Poner Su sello sobre nosotros significa certificar o autentificar que pertenecemos a Dios. Él marca nuestras almas para el día de la redención o la resurrección (Efesios 4:30; 1:13-14).
16. La unción del Espíritu Santo: ungiendo al creyente le da inteligencia espiritual. Quiere que los santos permanezcan en la verdad. Usa la verdad para hacernos capaces de discernir el error, es decir que no detectamos mentiras ocupándonos del mal, sino conociendo la verdad (2 Corintios 1:21; 1 Juan 2:20, 27). La unción también hace apto para un servicio, como se ve en el Antiguo Testamento donde la unción era un signo de consagración, especialmente para reyes y sumos sacerdotes, o incluso un altar (Éxodo 29:36) también sobre el leproso sanado (Levítico 14.18,29).
17. El Espíritu Santo nos ayuda a orar en nuestra debilidad, nos hace orar, ora por nosotros (Romanos 8:26, 27; Judas 20).
18. Él es el Paráclito [1], el Consolador y el Abogado de los creyentes en la tierra, como Jesucristo lo es en el cielo (Juan 14:16, 26; 1 Juan 2:1). Él se ocupa de todo lo que nos concierne:
- Simpatiza con nosotros en nuestras angustias.
- Nos consuela y nos anima.
- Se identifica con nuestros intereses.
- Apoya nuestras causas.
- Se compromete a ayudarnos en nuestras debilidades
- Es nuestro representante, se ocupa de los asuntos de cada uno de nosotros.
- Es absolutamente e infinitamente competente para encargarse de todo lo que se pueda hacer a nuestro favor, cualquiera sea el tamaño de nuestras necesidades en las dificultades.
[1] Es la transcripción literal del griego paraklètos que significa Consolador o Abogado, que designa tanto al Señor Jesús como al Espíritu Santo (1 Juan 2:1; Juan 14:16, 26; 15:26; 16:7, 13).
19. Él nos enseña todas las cosas, especialmente lo que se relaciona con nuestra salvación (Juan 14:26; 1 Juan 2:27).
20. Él nos guía (o nos introduce) a toda la verdad (Juan 16:13-15). El Espíritu Santo nos hace comprender la Palabra de Dios (Efesios 1:16-18). La acción del Espíritu Santo siempre está de acuerdo con la Palabra de Dios escrita (la Biblia) (Juan 16:13; 2 Timoteo 3:14-17).
21. El Espíritu Santo nos hace encontrar a Cristo en las Escrituras. Él nos ayuda en esta búsqueda (Efesios 1:16-18; Juan 5:39). Él nos habla del amor de Cristo, y ama llenar nuestros corazones con su Persona.
22. Como Espíritu de Cristo, él forma nuestros afectos para el Señor Jesús, y encamina nuestra conducta para que esté de acuerdo con el modelo que tenemos en Jesucristo (Romanos 5:5; 1 Tesalonicenses 1:6).
23. El Espíritu Santo lucha en nosotros contra la carne. Le da al creyente la fuerza para vencer de modo que el pecado no domine sobre él (Romanos 8:2; Gálatas 5:17, 22).
24. Desea dirigir la vida del creyente que en un estado normal es guiado por el Espíritu (Gálatas 5:25). Quiere llenarlo (Efesios 5:18) y producir buenos frutos (Gálatas 5:22).
25. Puede mostrar una dirección y enviar siervos (Hechos 13:4). Pero también evitar que vayan en cierto camino (Hechos 16:7).
26. El Espíritu Santo da gozo y paz. Produce esperanza (Romanos 14:17; 15:13; Gálatas 5:22; 1 Tesalonicenses 1:6).
III - El Espíritu Santo en la Iglesia
27. La Iglesia (o Asamblea) comenzó a ser formada en el día de Pentecostés por el Espíritu Santo que bajó del cielo. Es lo que la Palabra de Dios llama: el bautismo del Espíritu Santo. Fue enviado por Dios Padre y por el Señor Jesús (Juan 14:26; 15:26).
Habita en los creyentes y los une en un solo cuerpo en Cristo (1 Corintios 12:13).
Dios mora por el Espíritu en la Iglesia (1 Corintios 3:16; Efesios 2:22).
28. Produjo dones extraordinarios en los apóstoles y los primeros cristianos (Hechos 2:6-12).
29. Como Espíritu soberano, como Dios, distribuye dones en la Iglesia; son capacidades espirituales o carismas dados a cada creyente. Estos dones de «gracia» son para la utilidad y el bien común de todos.
Hay una gran diversidad de dones distribuidos a diferentes personas por la sola voluntad del Espíritu Santo (1 Corintios 12:8-11; 1 Pedro 4:10).
Siendo Todopoderoso, el Espíritu puede actuar sobre otros seres además de los creyentes, como los hombres malvados (Balaam, Saúl, Caifás; Salmo 68:18); pero estos no son más que meros instrumentos; no se trata de un «regalo» como en el Nuevo Testamento.
30. ¿Cuál es el propósito de estos dones del Espíritu Santo?
Los santos deben ser perfeccionados y edificados según el lugar que les corresponde en el Cuerpo de Cristo (Efesios 4:12-13).
El objetivo supremo de la obra del Espíritu Santo es glorificar a Cristo, como él lo declara (Juan 16:14).
Él hace valer los derechos de Cristo. Actúa en la Iglesia soberanamente y en justicia.
31. Llama a los siervos, los califica y los dirige en su servicio (Hechos 1:8; 1 Corintios 12). Puede guiarlos sin hablar (Hechos 16:6-7).
32. También debería guiar a los santos en las diversas reuniones donde los creyentes están reunidos alrededor del Señor Jesús según Mateo 18:20, al depender del Espíritu Santo según 1 Corintios 12 a 14.
33. La acción del Espíritu Santo es libre, «El viento sopla de donde quiere» (Juan 3:8). No actúa según reglas definidas u organizadas por adelantado por los hombres.
34. La acción del Espíritu Santo puede ser obstaculizada o suplantada por el espíritu de este siglo (o del mundo) en la Iglesia. Entonces la Iglesia sufre y el Señor es deshonrado por este desorden (Romanos 12:2; 1 Corintios 2:12). El diablo siempre busca imitar y falsificar lo que Dios hace, lo que el Espíritu Santo hace, incluso mediante milagros (2 Tesalonicenses 2:9); el creyente que se deja guiar por el Espíritu y por la Palabra de Dios puede darse cuenta de lo que es y de lo que no es de Dios.
35. La Palabra de Dios no menciona ni da ningún ejemplo que nos autorizaría a orar o adorar al Espíritu Santo; la razón es que el propósito de toda la acción del Espíritu Santo no es gloriarse, sino glorificar a Cristo (Juan 16:14). Pero los creyentes deben orar por el Espíritu Santo y adorar a Dios por el Espíritu (Judas 20; Filipenses 3:3).
36. Es un freno para el desarrollo del mal en el mundo. Él detiene (2 Tesalonicenses 2:6).
37. Tengamos cuidado de no apagarlo. En la Iglesia, puede ser apagado si los hermanos no ejercen o descuidan los dones que han recibido (1 Tesalonicenses 5:19; 1 Timoteo 4:14; 2 Timoteo 1:6).