Siguiendo la verdad en amor.
Existen dos aspectos clave en esta instrucción: (1) qué hacer, y (2) cómo hacerlo. Nuestra tarea es guardar la verdad que poseemos. Todos conocemos el versículo: “Compra la verdad, y no la vendas” (Pr. 23:23). La salvación es un regalo, es decir, es gratuita. Pero la verdad de Dios puede ser muy costosa, porque si vamos a sostenerla y a caminar en ella, podríamos tener que renunciar a muchas cosas. Aunque no siempre es así, esto sirve para ilustrar que aprender y mantener la verdad puede ser un proceso costoso. Se nos dice que debemos seguir la verdad, pero ¿no es aún mejor que la verdad nos sostenga a nosotros? Podemos aferrarnos a la verdad y luego dejarla ir; pero si la verdad se adhiere a nosotros, esta nunca nos dejará.
El segundo aspecto es cómo debemos mantener la verdad: en amor. Utilizar la verdad como un arma para derribar adversarios no es la voluntad del Señor. Uno puede ser tan brillante como la luna, pero igual de frío. La verdad, por más precisa que sea, si es tan fría como el hielo, no atraerá a nadie. El desafío para todos es mantener un equilibrio adecuado entre la fidelidad y el amor. El Señor nos ha confiado una cierta cantidad de verdad, y desea que la preservemos, pero también quiere que su amor resplandezca a través de ella.
Se nos recuerda a menudo la importancia de la obediencia a nuestro Señor. En este contexto, la obediencia implica amarnos unos a otros, tal como Cristo nos amó a nosotros (Jn. 15:12). Este amor abraza tanto a los que son de Cristo como a los perdidos. Debemos ser como el sol, no como la luna. El sol trae luz y calor; la luz simboliza la verdad y el calor representa el amor. Necesitamos ambos aspectos juntos. Esto es seguir la verdad en amor. El Señor Jesús es el ejemplo perfecto en esto. Nadie jamás siguió la verdad tan perfectamente como él, y nadie manifestó tanto amor como él.
Steve Labelle
H. G. Jackson