El Señor Está Cerca

Viernes
28
Noviembre

El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego.

(Nehemías 1:3)

La necesidad de separación

Nehemías se había enterado de que el pueblo, a pesar de los avivamientos anteriores, se encontraba en gran aflicción y desgracia. En lo que respecta a Jerusalén, sus muros estaban en ruinas y sus puertas quemadas por el fuego. De hecho, si bien el pueblo puede estar en aflicción por la persecución debido a su testimonio fiel y en desgracia por causa del nombre de Dios, en tal caso estarían bien, porque el Señor dice: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan” (Mt. 5:11). El apóstol Pedro escribió: “Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados” (1 P. 4:14).

Sin embargo, ¡ay! Pueden estar afligidos debido a su baja condición moral, y en desgracia con el mundo por la inconsistencia en su comportamiento y conducta. La prueba de esta triste realidad en los días de Nehemías es que el muro de Jerusalén estaba derribado y sus puertas quemadas a fuego. Las desolaciones de Jerusalén eran el resultado, y por tanto la evidencia, del pobre estado moral del pueblo y su baja condición espiritual.

El muro simboliza el mantenimiento de la separación del mal; la puerta representa el ejercicio de un piadoso cuidado en cuanto a la recepción y la exclusión. En cualquier época, la libertad de asociación y la laxitud en la disciplina entre el pueblo de Dios son señales claras de una baja condición moral y espiritual. No puede haber prosperidad espiritual entre el pueblo de Dios a menos que mantengan la separación entre ellos y el mundo, sea este el mundo del paganismo religioso en los días de Nehemías, el mundo del judaísmo corrupto en los días de los discípulos, o el mundo de la cristiandad corrupta en nuestros días.

Hamilton Smith

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